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Prohistoria

versão On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.21  Rosario jun. 2014

 

ARTÍCULOS

Balconeando el Rosario de Santa Fe desde Buenos Aires*

Sylvia Saítta

Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina, e-mail: sylviasaitta@gmail.com


Resumen

El trabajo propone una lectura de las representaciones de la ciudad de Rosario en la prensa porteña de comienzos del siglo veinte a través del seguimiento de Caras y Caretas, la primera revista popular de circulación nacional. La hipótesis sostiene que, a través de fotografías, crónicas, anécdotas y descripciones, la revista construyó una Rosario textual a través de la cual subrayó la particularidad de la ciudad en el marco de la diversidad del paisaje nacional, y, a su vez, planteó tensiones en la constitución de su propia identidad.

Palabras clave: Rosario; Prensa; Representaciones urbanas; Modernización, Crónica.

Balconeando Rosario de Santa Fe from Buenos Aires

Abstract

The paper proposes a reading of the Rosario’s representations in the Buenos Aires press in the early twentieth century through Caras y Caretas, the first popular national magazine. The hypothesis is that, through photographs, stories, anecdotes and descriptions, magazine proposes a "textual Rosario" through which emphasized the particularity of the city as part of the national landscape diversity, and, in turn, raised tensions in the constitution of its own identity.

Key words: Rosario; Press; Urban representations; Modernization; Chronic.


En muchas de las representaciones de Rosario escritas en la primera mitad del siglo veinte, la ciudad pareciera ser otra. Rosario fue la Chicago argentina—y así se titula uno de los libros de Osvaldo Aguirre—,1 primero en términos positivos, cuando a finales del siglo diecinueve se la consideró una próspera ciudad industrial y mercantil; negativamente después, cuando a comienzos de los años treinta se convirtió en una de las sedes del delito organizado y de los Al Capone argentinos, Juan Galiffi y Francisco Marrone —popularmente conocidos como Chicho Grande y Chicho Chico—, líderes de organizaciones mafiosas que alcanzaron notoriedad nacional por los secuestros del médico Jaime Favelukes y de Abel Ayerza, hijo de un poderoso industrial, propietario de varias grandes empresas en Buenos Aires, y de la muerte de Silvio Alzogaray, un periodista de Crítica, diario que, precisamente, esa noche tituló su nota diciendo "Nunca como hoy Rosario merece ser llamada la Chicago argentina: tiene sus bandas todopoderosas, sus policías impotentes para destruirlas y sus periodistas heroicos y mártires".2 Y fue, también, la Barcelona argentina —y así se titula, en cambio, el libro de Ricardo Falcón—,3 cuando, en los comienzos del siglo veinte, Rosario fue, junto con Barcelona, una de los centros más importantes de los movimientos urbanos anarquistas.

No obstante, si bien Chicago y Barcelona fueron dos modos de darle una identidad a una ciudad que parecía no tenerla, no le proveyeron a Rosario de un escenario ni menos aun la construyeron en tanto ciudad textual porque no son estas las representaciones de Rosario que predominan ni en la literatura —como se muestra en Rosario Ilustrada. Guía literaria de la ciudad, esos recorridos urbanos y textuales que realizaron Martín Prieto y Nora Avaro a través de un collage de citas donde conviven diferentes géneros literarios con escritores, ensayistas y poetas que, en distintos momentos de los siglos diecinueve y veinte presentaron a Rosario como un gran escenario ficcional4— ni en la prensa popular de comienzos del siglo veinte, momento en el que, como sostuvo Peter Fritzsche al leer al Berlín de 1900, "la ciudad como lugar y la ciudad como texto se definen y se constituyen mutuamente".5 Su hipótesis dice, precisamente, que el gran texto de la ciudad moderna de comienzos del siglo veinte fue escrito por muchos autores diferentes; que la ciudad se vio representada en gran cantidad de géneros discursivos —la novela, el teatro, el ensayo, la fotografía, la publicidad—,  ninguno de los cuales fue tan indispensable ni se concentró tanto en la gran ciudad como el periódico de circulación masiva; que las ciudades modernas y la prensa popular de comienzos del siglo veinte son formas nuevas, cuyo crecimiento es interdependiente.

Este trabajo propone una primera lectura de las representaciones de la ciudad de Rosario en la prensa porteña de comienzos del siglo veinte a través del seguimiento de Caras y Caretas, la primera revista popular de circulación nacional, que implicó tanto una revolución en las prácticas de lectura —como probó Eduardo Romano— como uno de los ámbitos en los cuales se enlazaron elementos provenientes del circuito restringido de la cultura alta con la cultura del consumo y los géneros populares, como estudió Geraldine Rogers.6 La hipótesis sostiene que, en la década del diez, Caras y Caretas, produce una ampliación del universo referencial al sumar diversas imágenes de la nación —sus paisajes, sus regiones, sus ciudades, sus hábitos y sus costumbres— a las representaciones de la ciudad de Buenos Aires de esos años; que así como propone una construcción textual del Buenos Aires moderno, provee, al mismo tiempo, una suma de representaciones de otras ciudades argentinas con las que contribuyó en la creación de una identidad nacional; que la inmensa variedad de fotografías, crónicas, breves relatos, anécdotas y descripciones, subrayó la diversidad del paisaje nacional y, a su vez, subrayó la perspectiva porteña en la imagen de lo nacional.

Como ya ha sido estudiado, Caras y Caretas inauguró en la prensa rioplatense un formato misceláneo que incluyó informaciones de los más diversos temas, cuentos, poemas, ilustraciones, notas de política nacional e internacional, crónicas teatrales y cinematográficas, comentarios deportivos, entretenimientos, concursos, folletines y un largo etcétera que contiene artículos sobre moda, salud, avances tecnológicos, fenómenos de la naturaleza. En ese marco, la revista sistematizó la información sobre el interior del país a través de, por lo menos, dos grandes modos: por un lado, notas de divulgación sobre el crecimiento de una u otra región del país; por otro, galerías de fotos que daban cuenta de los sucesos más importantes ocurridos por fuera de la ciudad de Buenos Aires, tanto en el resto del país como en el mundo. A comienzos de siglo, estas galerías de fotos solían ser organizadas desde los títulos que indicaban el lugar de procedencia: "De Italia", "De España", "De Inglaterra", y un "De las provincias" que incluía la información del resto del país. Bajo este título general, entre abril de 1904 y septiembre de 1911, se publicaron fotos de Rosario, de temas diversos y contenidos misceláneos: el incendio de un molino; la comida en la Unión Dependientes de Comercio; las manifestaciones obreras por el 1º de mayo; la inauguración del Teatro Colón; las fiestas del 25 de mayo; el congreso socialista en Rosario; un concierto en el Círculo Italiano; el Congreso de la Federación Obrera Gremial del Rosario; la exposición artística de Sívori; un torneo de esgrima; la conformación de la nueva comisión del Jockey Club; una huelga general; el carnaval; la peste bubónica; las "Fiestas inglesas"; algún "suceso sangriento"; una manifestación radical; la exposición rural; una escuela para niños desvalidos; el Homenaje a Ameghino.7 Ya en los tempranos comentarios que acompañaron a algunas de esas fotografías, se reitera que Rosario es "la segunda ciudad de la República" después de Buenos Aires.

A partir de 1912, las fotos de Rosario se independizaron del resto de las de otras ciudades o provincias y "De Rosario" pasó a ser una sección fija: una o dos páginas solo de fotografías donde aparecían cenas, inauguraciones, actos políticos, eventos deportivos, que se diferencia notablemente de la sección titulada "Actualidades de provincias", donde se publicaban las noticias gráficas del resto de las ciudades del país. En ese 1912 comenzaron a aparecer también notas dedicadas a la ciudad de Rosario, sin firma. En estas notas, se subraya la modernidad de Rosario, la vitalidad de sus instituciones y, sobre todo, sus rasgos diferenciales:

"Parece sentirse satisfecha de sí misma, la rica y floreciente ciudad que se alza, con arrogancia inconfundible, sobre la margen izquierda del risueño y caudaloso Paraná. El Rosario, con sus doscientas mil almas, diríase que tiene una conciencia colectiva que le permite apreciar su propio valer. Es una ciudad moderna que respira optimismo, como si tuviera comprados sus destinos, o poseyera la clave del porvenir. No se sufre equívoco al llamarla la "Chicago Argentina", aunque en verdad, tiene un espíritu tan propio que no se hace necesario acudir en busca de comparaciones para encontrar un efecto que ponga de relieve sus grandezas. Basta con observar de cerca sus instituciones."8

"Tiene un espíritu tan propio" que no son necesarias las comparaciones: como si fuese un desafío que la revista se hace a sí misma —el de no pensar a Rosario como otra ciudad sino con una entidad ya definida—, a partir de ese momento, agosto de 1912, Rosario se convierte en un referente firme de Caras y Caretas; a partir de ese momento, Caras y Caretas construye una Rosario textual que se diferencia de la representación del resto de las ciudades argentinas por su constante presencia en las páginas de la revista a través de un conjunto de notas fijas y firmadas —y también con muchas sin firma—, que se titulan, la mayoría de las veces, "Crónicas rosarinas". El corpus está formado, y solo en la década del diez, por veintiséis crónicas del periodista Félix Humberto Castro, que se publicaron entre el 7 septiembre de 1912 y el 3 de junio de 1916; veintitrés crónicas del dramaturgo Francisco De F. Defilippis Novoa, que se publicaron entre el 17 de junio de 1916 y el 31 de enero 1920; y treinta notas que se publicaron entre enero de 1912 y enero de 1920 sin firma, o firmadas por Repórter o Corresponsal (a finales de 1920, comienzan a publicarse las crónicas con la firma de Noé S. Martorello). Son casi cien notas publicadas en solo ocho años, que se sumaron a la ya mencionada sección fotográfica "De Rosario" que continuó publicándose durante toda la década.

En este importante corpus de notas, hay, en principio, dos miradas sobre Rosario: la mirada del periodista (Humberto Félix Castro) y la mirada del dramaturgo (Francisco Defilippis Novoa) que construyen dos Rosarios diferentes: el Rosario de la modernización de la segunda ciudad del país, de la industria, el puerto y las bellas mujeres, en el caso de Castro (1912-1916), y el Rosario de la crisis económica y la desocupación por los efectos de la primera guerra mundial en el caso de Defilippis Novoa (1916-1920). Dos miradas que, en sus diferencias, construyen recorridos urbanos, describen los usos de la ciudad y del tiempo libre, realizan la historia de las principales instituciones —sobre todo, las vinculadas a la producción agraria y cerealera o al puerto—, arman tipologías urbanas. Cada una de estas crónicas ocupa tres o cuatro páginas de la revista y consta también de numerosas fotos que, en sí mismas, arman otra narrativa de la ciudad. Son fotos urbanas que captan la modernidad de una ciudad en crecimiento; la ciudad material —sus calles, edificios públicos, escuelas, parques y monumentos— y, sobre todo, su gente en constante movimiento.

El primero en firmar estas crónicas dedicadas a Rosario es Humberto Félix Castro. Se lo menciona por primera vez en una nota titulada "El periodismo rosarino", firmada por Corresponsal, que consta de una entrevista a Alberto Parody, "veterano del periodismo rosarino", de una breve reseña de todos los diarios y revistas aparecidos en Rosario hasta la fecha, y de la descripción de la actividad de los canillitas de la ciudad. En esa nota, se menciona a Humberto Félix Castro, "hoy de la redacción de Caras y Caretas", como director de dos revistas: Aplausos y Silbidos —que "en materia de donosa sátira y crítica literaria, sentó escuela", y El Teatro, una revista que "por estar dedicado a la vida del arte en el Rosario se creyó que solo llegaría al tercer número, tuvo la virtud de sorprender al público pesimista con nueve números".9

En el número siguiente, aparece la firma de Humberto Félix Castro en la revista. Sus primeras notas —y muchas de las que escribe después— se centran en las mujeres de Rosario. La primera que escribe es sobre la Sociedad de Beneficencia del Rosario donde realiza la historia de la institución, de quienes la presidieron y presiden, de sus integrantes, de los servicios que ofrece:

"No siempre es dichoso un pueblo cuando sus mujeres son bellas, sino cuando son buenas. ¡Dichoso pueblo el del Rosario que en los gloriosos anales de su vida, guarda encantadores ejemplos de damas admiradas por hermosas que vivieron para el bien, de bellas mujeres que supieron ser buenas y dejaron al morir el recuerdo de sus nobles acciones! Porque la filantropía de las damas rosarinas es tradicional."10

Le sigue una excepcional nota titulada "Las balconeadoras. Film rosarino del crepúsculo, de la primavera y del amor", que consta de cuatro páginas con fotos de mujeres asomadas a los balcones de los edificios de Rosario.

"Es primavera y atardece. ¿Crepúsculo?... Sí, aun no es de noche. Las rosarinas están en sus balcones, asomadas a las calles que casi siempre son anchas y tienen árboles. [...] Desde la plaza Pringles, hasta el bulevar Oroño, entre la doble hilera de verdes arbolitos que cruza por la plaza San Martín, al lado de sus palmeras melancólicas, la calle Córdoba se torna en un jardín de donosas y perfumadas cabezas femeninas que se asoman por los balcones, todas a la vez, como en los cestos de las floristas las primeras rosas fragantes que ha dado la estación. Parece que a favor de los crepúsculos primaverales, salieran las mujeres jóvenes a sus balcones, noveleras y jubilosas, con sonrisas dulces, con ojos pensativos y con amores nuevos. [...] Porque la primavera se asoma a la ciudad cuando se abren los balcones y las mujeres bien peinadas se ponen en ellos a pensar. No se podría saber en qué piensan las balconeadoras rosarinas; pero, la verdad es que en primavera, la tarde que se va tiene un encanto indecible y secreto que hace pensar en el amor. Y puede ser que las hermosas rosarinas que sonríen quietamente en sus balcones como si callaran una dulce picardía, estén pensando en eso... En el secreto encantador de la hora del crepúsculo, que dicen los poetas que es poética. [...] La brisa del Paraná, en estos días, está suave y acariciadora. Semeja el lento soplo de un abanico galante de soirées. En la indolencia del crepúsculo, las rosarinas, que aman los secretos de la vida y del amor, se ponen en sus balcones a inventar novelas sin capítulos y a decir versos nuevos sin ritmo y sin palabras, que se hacen solos, con amor no más. [...] Bueno es saber que las rosarinas, rubias y morenas, todas son ardientes. Y sean como sean, románticas o risueñas, pensativas o parleras, melancólicas o alegres, se empeñan en no ver a la legión de enamorados que nunca acaba de pasar por enfrente de sus balcones, y en hacerles creer ¡pobres ilusos! que aunque los miren, ellas eternamente estarán pensando ¡adivina, adivinanza!... en otra cosa."11

Y otra más, titulada "Por las calles del Rosario", que describe y muestra en sus fotografías, en primer lugar, la salida de las muchachas de fábricas, escuelas y talleres, a quienes describe con mirada embelesada; en segundo lugar, a los tipos urbanos más populares de las calles rosarinas:

"Estas grandes ciudades industriales tienen siempre el espectáculo ameno y pintoresco de la entrada y la salida de la población trabajadora, en los grandes establecimientos. [...] Hay que hacer distingos. Algunos dicen que las colegialas son insulsas —supongo que no se referirán a las rosarinas, porque... ¡hay que verlas!—; otros opinan que las cigarreras son más buenas que las oficinistas, empleadas en el comercio, y no faltan quienes aseguran, con jubiloso acento, que "¡no hay como las costureritas!"... Yo no sé; pero es cuestión de gustos. [...] En verdad, os repito, lectores, que si las cigarreritas son flechadoras y parleras, en cambio las modistillas suelen ser más bonitas y graciosas. O agraciadas. [...] Preferible es continuar el paseo por las calles, que no por ser del Rosario, nos han de ofrecer espectáculos que no se parezcan a las de toda ciudad. Al paso del cronista van apareciendo los tipos populares [...] Ahí está el organillero miserable, harapiento. Es "Pancho". Luego aparece el negro "Pantallita", que juega al dominó con los mármoles del cementerio [...] Ahora es "Taita Lechuza", el hombre que no duerme nunca [...] Más tarde surge "Tijereta", el adivinador ambulante [...] Y así, calle tras calle, sitio tras sitio, vamos viendo los tipos que tienen como lugar donde pasar gran parte de su existencia, la calle, donde en verano el sol achicharra y en invierno el frío entumece."12

Para la mirada erotizada del cronista, la presencia de las mujeres en las calles rosarinas incorpora un elemento sentimental y por momentos sublime en la vorágine de la vida urbana moderna:

"En la clara mañana rosarina, cuando el sol reciente se esconde aún tras de los altos minaretes de la ciudad, proyectando sombras raras a lo largo de las calles apenas concurridas, cruza indiferente una silueta de mujer. ¿Cuál es el paraje? ¿Quién es ella?... No importa saberlo. Basta que sea la hora en que despierta la ciudad y comienza a palpitar la vida febril que ha de agitarla durante un día entero. Entonces la silueta femenina se destaca bien pronto entre los primeros grupos de obreros y empleados que se lanzan apresuradamente a la vorágine de civilización que a poco parece envolver a la urbe totalmente. Surge la mujer. Pasa amable y seductora, jugando, sin saberlo ella, con los efectos sorpresivos del sol de la mañana que hace más dorados sus cabellos rubios o más ardientes sus morenos ojos."13

Pero no son solo mujeres las que van diseñando los contornos de esta Rosario textual. Las notas de Castro parecen tensionadas entre la representación de una ciudad industrial, progresista y comercial —el Rosario de los cerealistas, de la Bolsa de Comercio, los abogados, la Sociedad Rural—, y una ciudad cosmopolita y culta, poblada, no solo de bellas mujeres, sino también de artistas, estudiantes, periodistas y literatos, como los que se agrupan en el Barrio Latino, sede de bohemios, poetas, maestros y pintores:

"Es la Plaza Santa Rosa, en cuyo rededor y pintorescas inmediaciones han tomado vecindad ¡quién sabe en fuerza de que misteriosa simpatía! un número relativamente alarmante de poetas, periodistas, literatos y pintores, algunos músicos y varios conservatorios, academias y colegios, formando un conjunto barriolatinesco y evocador, gloriosamente presidido por la imagen adusta y noble de Sarmiento, que se alza frene a la Escuela Normal de Maestras y al Instituto de Fomento de Bellas Artes, en el centro mismo del barrio, inmortalizada en el bronce por virtud de un escultor joven y argentino [...] ¡Brindemos por los caballeros del ideal eternamente bendecido que sueñan con la Ciudad Luz!... ¡Por ellos! Por los nostálgicos, que han inventado su "petit Barrio Latino" a orillas del Paraná anchuroso como el mar. Ilusión... ¿En qué se parecen sus barrancas silenciosas y graves a las riberas artificiales del Sena, en cuyas aguas grises brillan las lumbreras de la fiesta noctámbula, vibran como lanzas rotas y se quiebran en centellas de colores, o se alargan las sombras aglomeradas de los barcos y pontones cuando brilla el sol plateado de los estíos parisienses?... ¿En qué se parecerán? Ilusión, porque tampoco se parecen en nada los bohemios del barrio Latino europeo a los melancólicos habitantes de este otro barrio del Rosario, donde se han juntado los soñadores que dominados por las costumbres del Nuevo Mundo, absorbidos por el ambiente de la vida práctica, se hicieron comerciantes burgueses a la fuerza, y de idealistas ¡bah, eso para qué sirve! se tornaron en poetas que cobran sueldos y arreglan libros de Caja, en literatos que hacen editoriales y corretean avisos, en músicos con tarifa y en pintores que pintan sólo los domingos, cuando se recogen en sus estudios o emigran a las afueras de la ciudad para inspirarse una vez a la semana —¡dichosa vez!— en un paisaje sin paredes, bajo un sol sin sombras, inmenso y regenerador, que se les entra en el alma y les da calor y luz para vivir otros seis días en el taller oscuro y esclavizante donde se trabaja a un tanto el metro."14

            Humberto Félix Castro centra varias crónicas en el mundo de la educación, desde la historia del Colegio Nacional del Rosario hasta la creación de una escuela para niños que venden diarios,15 y presta particular atención a todas las intervenciones urbanas que "embellecen" o "espiritualizan" la ciudad (del mismo modo en que las mujeres "embellecen" sus calles): los chalets modernistas de Alberdi, ese "teatro galante de la culta sociedad rosarina" donde "todas las damas jóvenes que representan con suma distinción y gracia la amena comedia del veraneo se saben de memoria sus elevados roles";16 los "alegres palacios color arena, con vistosos balcones y amplias escalinatas de mármol" que reemplazan a los viejos caserones coloniales de los que, "los vetustos portales, a la moda de antaño, van cayendo, y en su lugar, la fantasía científica de nuestros arquitectos ha elevado amplias fachadas con relumbrantes puertas caobeñas, enchapadas con bronces";17 o el Parque Independencia, donde el Rosedal y el Jardín de Infantes "se destacan por sus bellezas naturales, y por la disposición agradable de sus avenidas interiores".18

El Rosario textual de las crónicas de Castro no es solo una ciudad mercantil sino que, por el contrario, es una ciudad que posee "bellos aspectos" y "novedosos parajes" que producen emociones estéticas a aquellos "espíritus sensibles" capaces de substraerse de "los apremios angustiosos de la oferta y la demanda que han tornado nerviosa e inquieta a su población, más dada a las preocupaciones de sus negocios cabalísticos que a las exaltaciones de la contemplación y del ensueño improductivo";19 una ciudad de artistas y futuro centro de cultura:

"El calificativo que despectivamente le fuera aplicado por quienes evidentemente no le querían bien, al llamarle "pueblo de fenicios" nunca más que hoy resulta injusto e inoportuno, ya que mientras la ciudad acentúa sus avances materiales y afianza, en el concierto de los progresos argentinos, su crédito y el prestigio envidiable de su comercio y sus industrias, el alma popular se abre, elocuentemente, a las más nobles aspiraciones de cultura trascendental, y se ensancha ante los horizontes de un porvenir francamente propicio a todas las conquistas superiores de la inteligencia, en las ciencias y en las artes. El Rosario no sólo atesora bellezas incontables dentro de las deformidades del artificio modernista que caracteriza a toda gran ciudad de nuestros días, sino que además cuenta con artistas que saben descubrir, acertadamente, los detalles estéticos, las revelaciones espontáneas de la naturaleza, en los aspectos conocidos de la planta urbana, o en las inmediaciones campestres que la circundan [...] Rosario comienza a valer más de lo que generalmente imaginábase, porque paralelamente a sus progresos materiales viene realizando adelantos que dejan entrever un gran centro de cultura artística."20

En este marco de preocupaciones, Castro dedica una nota a los autores teatrales de Rosario. Se trata de su última nota en Caras y Caretas, en la que describe los principales rasgos del teatro rosarino, reseña la constitución de la Sociedad de Autores del Rosario, y menciona a sus principales dramaturgos, muchos de los cuales aparecen en las fotografías que acompañan la nota.21 Uno de los nombres mencionados es Francisco Defilippis Novoa quien, dos números después, se integra como colaborador de Caras y Caretas a cuyo cargo pasarán a estar las notas dedicadas a Rosario. Su primera nota, titulada "El apostolado de la enseñanza. La primera escuela rosarina al aire libre", se publica el 17 de junio de 1916.22

Con las crónicas de Defilippis Novoa, la mirada sobre Rosario cambia. Mientras que la propuesta de Humberto Félix Castro era construir una Rosario mercantil y espiritual a la vez, el Rosario de Defilippis Novoa es una ciudad donde predominan, y sobre todo en los primeros años de su columna, las descripciones de los efectos económicos de la primera guerra mundial: una ciudad mercantil y cosmopolita jaqueada por la crisis y la desocupación:

"Esta sorprendente ciudad del progreso, que tenía el orgullo de su puerto constantemente en actividad, siente la tristeza del silencio en que ahora aquél se encuentra. La guerra europea, mundial por sus consecuencias, ha castigado por igual a beligerantes y neutrales, como para advertir que el mundo es uno solo y que nadie debe ser indiferente a los hechos que suceden al vecino."23

"La gente de lo que podríamos llamar "la city", ocupada febrilmente en sus operaciones comerciales, habla del problema de la desocupación por oídas, porque recibe a diario solicitudes de empleo, o porque a la puerta del escritorio, hombres con aspecto de trabajadores, le piden dinero para pan. Pero ignora la realidad desesperante del problema, y no sabe que a solo media legua del Rosario satisfecho, a treinta minutos de tranvía, una barriada que constituye toda una población, sufre las consecuencias de la crisis del trabajo, silenciosa y trágicamente. Comprende esa barriada el pueblo obrero por excelencia: la Refinería, los talleres del Central Argentino, y la costa del río, que fueron siempre los sitios de mayor movimiento industrial. [...] Visitamos el lugar en día de trabajo. Las calles desiertas y silenciosas bajo el potente sol de verano [...] Pero no se puede olvidar la impresión de tristeza que deja esta barriada, antes centro de actividades, colmena laboriosa y fecunda, sumida en la mayor tristeza. ¡Y esta gente poblaría con gusto los campos incultos de nuestro país si se les diera una lonja de tierra!"24

También cambia la hipótesis sobre la ciudad: ya no se trata de una ciudad "embellecida" por sus artistas, sino de una ciudad que, precisamente por su carácter mercantil y materialista y pese a la indiferencia de sus habitantes, producirá un arte más comprometido:

"No hemos de empezar con la acostumbrada protesta contra el Rosario fuertemente trabajador y fuertemente materialista, por el hecho de ocuparnos de arte. Creemos que los artistas formados en ambientes apáticos como este, han de agradecer mañana a ese mismo ambiente muchas virtudes que en su ofuscada lucha por el ideal, desconocen o no aprecian ahora. El Rosario, como toda ciudad industrial, ofrece hoy al artista indiferencia y vacío; pero su fuerte carácter utilitario y sus virtudes de trabajo, inducen a aquél a una labor sin tregua, y a una constante preocupación por su arte, cuyos resultados los recogerá después."25

Además de documentar la crisis, las crónicas de Defilippis Novoa reseñan las actividades sociales, económicas y culturales de distintas colectividades extranjeras (los catalanes, los ingleses, los franceses); construyen una cartografía urbana deteniéndose tanto en sus espacios y ámbitos más representativos (los tribunales, los clubes sociales, el Parque Independencia, el Jardín de los Niños, la "Montañita") como en sus calles céntricas, sobre todo, en la calle Córdoba, a la que considera "la capital del municipio":

"Las ciudades, pueblos o villorrios tienen una calle que representa su fisonomía. Viene a ser el espejo de sus acciones, o el pulso de su vida. La calle Córdoba, para los rosarinos, es como la capital del municipio. [...] Es como el nervio motor de su gran cuerpo. Cuando la paz reina en todos los órdenes de su vida, la calle Córdoba transparenta quietud, refleja bienestar, habla de sosiego. Cuando una noticia, hecho o intranquilidad conmueve los hogares, inquieta los espíritus, la calle Córdoba comunica nerviosidad, habla de destemplanza, pone en todos los rostros un tinte de extrañeza. [...] No hay detalle de la vida local que no llegue a esta arteria y le comunique su sensación [...] Y es que todo el Rosario, pobre, rico, alegre, meditabundo, cualesquiera que sea su condición o estado, por la calle Córdoba desfila, y cuenta, a los ojos del observador, lo que ocurre en la ciudad. [...] El paseo por Córdoba es obligatorio en los rosarinos, especialmente los días de fiesta, en que la gente que puede, no deja de exhibir su satisfacción desde un coche o un automóvil, en una caravana inexplicable de vehículos que recorren veinte veces el mismo trecho, en un ir y venir que no tiene otro atractivo que las miradas o los saludos de los peatones, formados en densas filas, en las dos veredas, como presentando armas. Hemos recorrido esta nuestra calle en horas distintas, y siempre encontramos novedad [...] Porque el Rosario es una ciudad comercial y su calle Córdoba, reflejo de su vida. Ella representa para el Rosario, lo que Florida para la capital federal, no solo social sino comercialmente."26

Las crónicas también narran los diferentes usos de la ciudad, una suerte de sociología urbana que da cuenta de los domingos en Rosario, la vida social de las colectividades, los deportes, el uso del tiempo libre, las historias de sus músicos populares, entre otros muchísimos temas.

Además de las crónicas firmadas por Humberto Félix Castro y Francisco Defilippis Novoa, Caras y Caretas publica, en estos mismos años, notas por lo general tituladas "Crónicas rosarinas" o "Del Rosario", pero sin firma; y a comienzos de los años veinte se publican algunas "Notas rosarinas", firmadas por Noé S. Martorello. A partir de 1922 estas crónicas sobre Rosario, con o sin firma, dejan de escribirse. El listado completo de las crónicas publicadas entre el 27 de enero de 1912 y el 2 de septiembre de 1922 figura al final de este trabajo.

Lejos de arribar a una conclusión, esta primera lectura de las crónicas publicadas por Caras y Caretas en la primera década del siglo veinte sostiene entonces que en sus páginas se construyó un Rosario textual para el público porteño pero también para los lectores rosarinos —como lo demuestra la gran cantidad de avisos publicitarios rosarinos publicados por la revista— y del resto del país; que este Rosario textual es una ciudad comercial, cosmopolita y progresista que vive un proceso de modernización acelerado; que se trata de una ciudad textual fuertemente tensionada por su carácter mercantil y la búsqueda de una identidad propia. La gran pregunta que Rosario se hace en estas crónicas es cómo ser, a la vez, una ciudad industrial y culta, o, en otras palabras, cómo conciliar la modernización económica con la modernización cultural.

Buenos Aires, 10 de junio de 2014

Crónicas publicadas en Caras y Caretas, 27 de enero de 1912 a 2 de septiembre de 1922

Núm. 695. El veraneo en el Rosario. Un domingo en el Saladillo (27 de enero de 1912)
Núm. 725. Homenaje de la ciudad de Rosario a los coroneles Broquen y Goulú
Núm. 725. La Bolsa de Comercio del Rosario. Firma: X
Núm. 726. El periodismo rosarino. Firma: Corresponsal
Núm. 727. La Sociedad de Beneficencia del Rosario. Primera nota de Félix Humberto Castro
Núm. 727. Los graneros elevadores del Rosario. Firma: C. V.
Núm. 728. Los clubs sociales del Rosario. Firma: Corresponsal
Núm. 730. La primera vía férrea del Rosario. Lo que cuenta el viejo de "La Torre del Reloj". Firma: Corresponsal
Núm. 731. Las balconeadoras. Film rosarino del crepúsculo, de la primavera y del amor. Firma: Félix Humberto Castro
Núm. 733. La policía del Rosario. Aspectos e impresiones. Firma: Corresponsal
Núm. 734. La casa de correos del Rosario. Firma: Corresponsal
Núm. 736. El Rosario y sus cinematógrafos. Firma: Corresponsal
Núm. 738. Por las calles del Rosario. Firma: Félix Humberto Castro
Núm. 741. El cuerpo de bomberos del Rosario. Firma: Félix Humberto Castro
Núm. 743. Una importante institución rosarina. "La Protectora de la Infancia Desvalida". Firma: J. M. B.
Núm. 745. El Barrio Latino del Rosario de Santa Fe. Firma: Humberto Félix Castro. Corresponsal
Núm. 746. La Aduana del Rosario. Firma: Corresponsal
Núm. 748. Los hospitales extranjeros del Rosario. Firma: Corresponsal
Núm. 749. Del Rosario de Santa Fe. Los baños del Saladillo. Firma: Corresponsal
Núm. 755. El importante "Tocino". Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 757. Un gran invento rosarino. Luz y fuerza por las ondas de Hertz. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 764. El Rosario de antaño. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 767. Del Rosario. El barrio de la Refinería. Firma: Corresponsal
Núm. 768. Rosario de Santa Fe. La vida del colono. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 771. La subprefectura del puerto de Rosario. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 773. Una gran fiesta social en Rosario. En el hipódromo Independencia
Núm. 776. De Rosario. Escuela Nacional de Comercio. Firma: Corresponsal
Núm. 778. El asilo para vendedores de diarios, de Rosario. Firma: Humberto Félix Castro (Corresponsal)
Núm. 780. De Rosario. La campaña contra la bubónica. Firma: Corresponsal
Núm. 784. Los cerealistas rosarinos. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 788. Las "Midinettes" Rosarinas. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 797. El Rosario en el arte. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 799. Damas rosarinas
Núm. 805. Los socialistas rosarinos. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 811. Impresiones de Alberdi. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 824. En la acera. Firma: Nella Pasini
Núm. 834. El Rosario ante la guerra. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 850. El Rosario, la guerra y el comercio. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 859. La actividad cerealista en el Rosario. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 865. Del Rosario. Un proceso sensacional. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 867. El Rosario de noche. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 869. El Colegio Nacional del Rosario. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 874. El Rosario moderno. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 896. El Instituto de Puericultura de la Asistencia Pública en Rosario
Núm. 908. Reportaje a don Rodolfo Lehmann. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 909. El embellecimiento del Rosario. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 922. Los autores teatrales de Rosario. Firma: Humberto Félix Castro
Núm. 924. El apostolado de la enseñanza. La primera escuela rosarina al aire libre. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 927. Rosario de Santa Fe
Núm. 928. De las colectividades extranjeras. Los catalanes en el Rosario. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 933. La crisis del transporte y el puerto del Rosario. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 936. El Rosario contra una epidemia. Hermoso ejemplo de solidaridad. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 939. Una institución rosarina. La Sociedad Rural. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 942. De las colectividades extranjeras. Los ingleses en el Rosario. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 944. Los "boy-scouts" rosarinos
Núm. 946. Artistas rosarinos. Firma: F. Filippis Novoa
Núm. 954. Desde el Rosario. Un pequeño pueblo sin trabajo. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 956. Crónicas rosarinas. La calle Córdoba. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 959. Crónicas rosarinas. La lucha contra la tuberculosis. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 960. Crónicas rosarinas. El día domingo social. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 964. Crónicas rosarinas. Los tribunales. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 965. Crónicas rosarinas. La alegría de los niños. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 968. Crónicas rosarinas. "La Montañita". Firma: Defilippis Novoa
Núm. 970. Tipos populares de la república. Emiliano Ferreira (a) Batitú
Núm. 972. Crónicas rosarinas. La música del pueblo. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 973. El histórico convento de San Lorenzo Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 974. Revolviendo el problema de la desocupación. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 976. Los inmigrantes en marcha. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 996. Crónicas rosarinas. El sport. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 1004. Crónicas rosarinas. Agua dulce. Firma: Defilippis Novoa
Núm. 1005. La riqueza agraria. Por los campos de Santa Fe. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 1008. La alegría del colono. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 1010. La lucha electoral en Santa Fe. Firma: Repórter
Núm. 1011. Crónicas rosarinas. La cosecha y la Bolsa de Comercio. Firma: Repórter
Núm. 1020. Crónicas rosarinas. De la vida teatral. Firma: Repórter
Núm. 1025. Crónicas rosarinas. Del antiguo ejército. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 1034. Crónicas rosarinas. La acción de la colectividad francesa. Firma: Repórter
Núm. 1035. Crónicas rosarinas. Las damas francesas. Firma: Repórter
Núm. 1061. A través de la zona agrícola. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 1062. La cosecha de maíz en Santa Fe. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 1063. La alegría de los campos. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 1069. Crónicas rosarinas. Asociación Nacional de Ferroviarios. Firma: Reporter
Núm. 1076. Notas rosarinas. El Jockey Club. Firma: Reporter
Núm. 1105. Crónicas rosarinas. La Universidad Popular (6 de diciembre de 1919)
Núm. 1109. Caras y Caretas sobre la ciudad de Rosario
Núm. 1113. El periodismo de la segunda ciudad de la república. Firma: F. Defilippis Novoa
Núm. 1116. Crónicas rosarinas. La educación de la mujer
Núm. 1143. Los cronistas deportivos del Rosario
Núm. 1153. Notas rosarinas. Con el señor Natalio Ricardone, Intendente Municipal de Rosario. Firma: Noé S. Martorello
Núm. 1156. La república escolar comunista. Crónicas rosarinas. Firma: Noé S. Martorello
Núm. 1164. Notas rosarinas. La ciudad y el campo. Firma: Noé S. Martorello
Núm. 1171. Notas rosarinas. Evolución del magisterio de Santa Fe. Firma: Noé S. Martorello
Núm. 1179. Hacienda barata y carne cara. Pobre país rico... Firma: Noé Martorello
Núm. 1198. Efemérides históricas. La fundación del Rosario de Santa Fe
Núm. 1207. El último concurso de maíces de Rosario. Firma: Hugo Miatello (hijo)
Núm. 1248. 22ª Exposición Nacional de Ganadería en Rosario. Firma: Guillermo G. St. J. Peters

Notas

* Una primera versión de este trabajo se presentó en las Primeras Jornadas Académicas La literatura de Rosario. Representaciones, proyecciones y tensiones, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario; Rosario, 30 de mayo-3 de junio de 2011.         [ Links ]

1 AGUIRRE, Osvaldo La Chicago argentina. Crimen, mafia y prostitución en Rosario, Fundación Ross, Rosario, 2006.         [ Links ]

2 Crítica, 8 de octubre de 1932.         [ Links ]

3 FALCÓN, Ricardo La Barcelona argentina: migrantes, obreros y militantes en Rosario, Laborde, Rosario, 2005.         [ Links ]

4 PRIETO, Martín y AVARO, Nora (compiladores) Rosario Ilustrada. Guía literaria de la ciudad, Editorial Municipal de Rosario, Rosario, 2004.         [ Links ]

5 FRITZCHE, Peter Berlín 1900. Prensa, lectores y vida moderna, Siglo Veintiuno editores, Buenos Aires, 2008; traducción de Silvia Jawerbaum y Julieta Barba; p. 15.         [ Links ]

6 ROMANO, Eduardo Revolución en la lectura. Las primeras revistas ilustradas rioplatenses, Catálogos, Buenos Aires, 2004;         [ Links ] ROGERS, Geraldine Caras y Caretas: cultura, política y espectáculo en los inicios del siglo XX argentino, Edulp, La Plata, 2008.         [ Links ] Los dos trabajos abordan solo los primeros años de circulación de Caras y Caretas.

7 "Incendio de un molino" (núm. 290, 23 de abril de 1904); "Comida en la Unión Dependientes de Comercio" (núm. 291); "Manifestaciones obreras por el 1 de mayo" (núm. 293); "Inauguración del Teatro Colón" (núm. 295); "El 25 de mayo" (núm. 296); "Congreso socialista en Rosario" (núm. 300); "Concierto en el Círculo Italiano" (núm. 302); "Congreso de la Federación Obrera Gremial del Rosario" (núm. 303); "Exposición artística de Sívori" (núm. 309); "Nuevos maestros y Torneo de esgrima" (núm. 431); "Nueva comisión del Jockey Club" (núm. 432); "Huelga general" (núm. 434); "El movimiento huelguista" (núm. 435); "El carnaval" (núm. 438); "La peste bubónica" (núm. 441); "Fiestas inglesas" (núm. 665); "Suceso sangriento" (núm. 666); "Fiestas julias" (núm. 667); "Fiestas francesas" (núm. 668); "Manifestación radical" (núm. 670); "Escuela para niños desvalidos" (núm. 673); "Exposición rural" (núm. 675); "Homenaje a Ameghino" (núm. 677, 23 de septiembre de 1911).

8 "La Bolsa de Comercio del Rosario", Caras y Caretas, núm. 725, 24 de agosto de 1912.         [ Links ] Firma: X

9 Corresponsal, "El periodismo rosarino", Caras y Caretas, núm. 726, 31 de agosto de 1912.         [ Links ]

10 CASTRO, Félix Humberto "La Sociedad de Beneficencia del Rosario", Caras y Caretas, núm. 727, 7 de septiembre de 1912.         [ Links ]

11 CASTRO, Félix Humberto "Las balconeadoras. Film rosarino del crepúsculo, de la primavera y del amor ", Caras y Caretas, núm. 731, 5 de octubre de 1912.         [ Links ]

12 CASTRO, Félix Humberto "Por las calles del Rosario", Caras y Caretas, núm. 738, 23 de noviembre de 1912.         [ Links ]

13 CASTRO, Félix Humberto "Las ‘Midinettes’ rosarinas", Caras y Caretas, núm. 788, 8 de noviembre de 1913.

14 CASTRO, Félix Humberto "El Barrio Latino del Rosario de Santa Fe", Caras y Caretas, núm. 745, 11 de enero de 1913.         [ Links ] En las fotos que acompañan esta crónica aparecen: "Julio de la paz, novelador galante, diciendo una poesía en la ‘academia’ Tozzini"; "El popular profesor don Caseo Matella y sus alumnas, descubriendo los secretos del arte nuevo"; "Las maestritas de la Escuela Normal, celebrando un torneo de esgrima en la plaza"; "Humberto Félix Castro, en su estudio del Barrio Latino, con el señor Eugenio Fornells, dibujante residente en el Rosario y colaborador de Caras y Caretas"; "Lino Vives de Ealo, poeta y mártir de las aulas, enseñándoles a hacer versos a sus alumnos, en el Instituto Rivadavia, de la plaza Santa Rosa"; "Los pintores Munnet, el veterano violinista Poggi y otros exbohemios, durante un concierto improvisado a base de inspiración"; "La trágica cortada Colón, el corazón del Barrio Latino, donde viven los artistas, atrás del teatro de La Comedia".

15 CASTRO, Félix Humberto "El Colegio Nacional del Rosario", Caras y Caretas, núm. 869, 29 de mayo de 1915;         [ Links ] CASTRO, Félix Humberto "El asilo para vendedores de diarios, de Rosario", Caras y Caretas, núm. 778, 30 de agosto de 1913.         [ Links ]

16 CASTRO, Félix Humberto "Impresiones de Alberdi", Caras y Caretas, núm. 811, 18 de abril de 1914.         [ Links ]

17 CASTRO, Félix Humberto "El Rosario moderno", Caras y Caretas, núm. 874, 3 de julio de 1915.         [ Links ]

18 CASTRO, Félix Humberto "El embellecimiento del Rosario", Caras y Caretas, núm. 909, 4 de marzo de 1916.         [ Links ]

19 CASTRO, Félix Humberto "El Rosario en el arte", Caras y Caretas, núm. 797, 10 de enero de 1914.         [ Links ]

20 CASTRO, Félix Humberto "El Rosario en el arte", Caras y Caretas, núm. 797, 10 de enero de 1914.         [ Links ] Fotos: "El artista señor Livio Castellani"; "Inmediaciones del Rosario: La pampa después de la lluvia"; "Chalet del señor Majorel"; "El rancho de 'El Sapo', tipo popular"; "¿En Suiza? Fotografía esquina Avenida Pellegrini y Belgrano, dentro de la ciudad"; "Un rincón pintoresco dentro del Rosario: La Laguna Belgrano"; "Una mansión rosarina. Señoritas Rosita Lida y Ángela Pinasco".

21 CASTRO, Félix Humberto "Los autores teatrales de Rosario", Caras y Caretas, núm. 922, 3 de junio de 1916.         [ Links ]

22 DEFILIPPIS NOVOA, Francisco "El apostolado de la enseñanza. La primera escuela rosarina al aire libre", Caras y Caretas, núm. 924, 17 de junio de 1916.         [ Links ]

23 DEFILIPPIS NOVOA, Francisco "La crisis del transporte y el puerto del Rosario", Caras y Caretas, núm. 933, 19 de agosto de 1916.         [ Links ]

24 DEFILIPPIS NOVOA, Francisco "Desde el Rosario. Un pequeño pueblo sin trabajo", Caras y Caretas, núm. 954, 13 de enero de 1917.         [ Links ]

25 DEFILIPPIS NOVOA, Francisco "Artistas rosarinos", Caras y Caretas, núm. 946, 18 de noviembre de 1916.         [ Links ]

26 DEFILIPPIS NOVOA, Francisco "Crónicas rosarinas. La calle Córdoba", Caras y Caretas, núm. 956, 27 de enero de 1917.         [ Links ]

Recibido con pedido de publicación el 12 de junio de 2014
Aceptado para su publicación el 6 de julio de 2014
Versión definitiva recibida el 12 de junio de 2014

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