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Prohistoria

On-line version ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.22  Rosario Dec. 2014

 

ARTÍCULOS

Mestizaje, castas y razas en la literatura de viajes. De Félix de Azara a Alcide d'Orbigny (Río de la Plata, 1780-1830)

Lía Quarleri

Investigadora adjunta, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Argentina; e-mail: liaquarleri@yahoo.com.ar


Resumen

Dentro del contexto exploratorio y expansionista europeo de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, cobraron especial relevancia los viajes que permitían, entre otras cosas, recabar datos para sumar en la línea de la Historia natural. A partir de las observaciones de Félix de Azara y Alcide d'Orbigny sobre las poblaciones del Paraguay y Río de la Plata, interesa contrastar ambas etapas y narrativas clasificatorias, para desarticular en torno a ellas objetivos políticos subyacentes, paradigmas científicos asociados y esquemas de pensamiento que contribuyeron en la consolidación de divisiones étnico/raciales.

Palabras clave: Río de la Plata; Félix de Azara; Alcide d'Orbigny; Castas; Razas; Mestizaje.

Mestizaje, Castes and Races in the Travel Literature. From Felix de Azara to Alcide d'Orbigny (Rio de la Plata, 1780-1830) 

Abstract

In the exploratory and expansionistic context of Eighteenth Century and beginnings of Nineteenth Century, the expeditions that obtained data to add in the line of Natural History took importance. In this paper we analyze the descriptions of Felix de Azara and Alcide d' Orbigny about the populations of Paraguay and Rio de la Plata to compare periods and ethnic and racial classifications. We intend to give account of the underlying political objectives, the scientific paradigms related to each of the racial typologies that contributed to the consolidation of racial and social divisions.

Key words: Rio de la Plata; Félix de Azara; Alcide d'Orbigny; Castes; Races; Mestizaje.


El colonialismo hispano, en contraste con otros sistemas imperialistas de la modernidad, derivó en intensos procesos de mestizaje, en diferentes niveles, especialmente en aquellos espacios de variada circulación poblacional. En América, de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, la pluralidad en los estilos de vida, fisonomías de los cuerpos, estéticas, rituales y festividad es traspasaba todos los sentidos. Por su parte, las relaciones inter-étnicas, en diferentes ámbitos de las prácticas cotidianas, alimentaron la base operativa del propio sistema de dominación colonial, prolongando su continuidad, en base a la selección y usos estratégicos de ciertos conocimientos, técnicas y experiencias y a la imposición de otros. Si bien las relaciones de desigualdad fueron constantemente recreadas, a través de varios mecanismos, en este complejo andamiaje cultural no fue menor la derivación de saberes y artes de poblaciones africanas, indígenas o mestizas hacia las elites hispano-criollas, aunque de forma solapada. Sin embargo, frente a este heterogéneo escenario, desde mediados del siglo XVIII, las administraciones reafirmaron su poder clasificatorio, discriminando y jerarquizando a la población por medio de tipologías de castas, especialmente en aquellos centros de alto intercambio social.1 Mientras que, en aquellos espacios de dominio indígena, se incentivaron políticas de mestizaje y asimilación selectiva, dentro de la lógica de blanqueamiento, al mismo tiempo que se defendieron sistemas de diferenciación internos también a través del uso de la terminología de castas, como fue el caso de las regiones fronterizas de la cuenca del Plata.2

Los sistemas clasificatorios fueron históricamente realimentados o legitimados, desde el poder colonial, a través de tratados filosóficos, teológicos y jurídicos así como por medio de obras de carácter científico-expedicionario que instalaron representaciones sociales y relaciones de poder en un plano de jerarquías étnicas y raciales.3 Al respecto, hacia fines del siglo XVIII cobraron especial relevancia informes de viajeros y comisionados, alineados con la ideología ilustrada y absolutista, en la configuración de políticas de asimilación, control o dominio sobre áreas de predominancia indígena, particularmente en espacios de frontera interna y externa.4 En este contexto, los escritos de Félix de Azara, uno de los comisionados del Tratado de Límites de San Idelfonso (1777), tomaron una dimensión relevante en la política local.5 Félix de Azara arribó al Río de la Plata a principios de la década de 1780 y como otros comisionados emprendió trabajos de reconocimiento elaborando planos cartográficos y tomando registros sobre las características generales de los territorios a delimitar, que incluían la realización de observaciones sobre las poblaciones reconocidas en sus viajes.6 Sus descripciones, atravesadas por los sistemas clasificatorios vigentes, reprodujeron y reforzaron las divisiones étnico/raciales difundidas por el sistema colonial finisecular. Asimismo, sus relatos promovieron modelos de integración de la población indígena al sistema colonial dominante, a través del comercio y el intercambio activo, en todos los niveles, con la sociedad hispano-criolla.

Décadas después, en 1826, en medio de conflictos y rivalidades políticas regionales y fronterizas con Brasil, Alcide d'Orbigny llegó al Río de la Plata como representante de una ambiciosa empresa científica y exploratoria.7 Inmerso dentro de paradigmas académicos estructurados y aprovechando la coyuntura pos-independista, emprendió extensos viajes, en los que no le faltó el apoyo político local. Con un método riguroso y ajustado a la observación, recolección y escritura, el viajero francés produjo en su estadía de ocho años en América meridional registros paralelos, un diario de viajes y una obra académica. En esta última, buscó fundamentar una rígida división en razas sosteniendo variables "fenotípicas y morales" asociadas a las mismas, destacando lo distintivo, lo prístino y lo propio de cada tipo y subtipo racial. Esto junto a la presentación de datos poblacionales y demográficos a los fines de una línea estadística. Subyacía la búsqueda de bases socio-culturales asociadas a "caracteres nacionales", en espejo con la realidad local y europea, pronunciando su rechazo al mestizaje y su reivindicación de lo puro y lo inmutable.

En el presente trabajo se busca ilustrar cómo las transformaciones en la manera de concebir la relación y el destino de la población indígena, en el paso de la colonia a la república, fue acompañada de modelos vinculados a sistemas clasificatorios y tipologías étnico-raciales en obras de carácter expedicionario. En este sentido, interesa mostrar cómo los proyectos de asimilación y mestizaje del período iluminista y borbónico, así como el de racialización, en base a lógicas de inmutabilidad, pureza y origen, del período republicano temprano tuvieron su contrapartida en esquemas, métodos y lógicas causales esbozadas por las academias científicas de ambos períodos. Partiendo de modos diferenciales para catalogar a la población indígena de las fronteras del Plata, en especial de las parcialidades guaraníes reducidas y no reducidas, esbozadas en las obras de Félix de Azara y Alcide d'Orbigny, se analizarán los cambios en los paradigmas científicos, en los perfiles de viajeros, en las influencias de las coyunturas locales y generales en sus escritos y sobre todo en las formas contrastadas de ordenar e identificar a los diferentes habitantes de la región con fines administrativos, políticos y económicos.

El contexto fronterizo y exploratorio de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX

La región del Rio de la Plata, bañada por los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay, constituyó tanto en el período colonial como en el republicano temprano un espacio con características de frontera. En este sentido, existían amplias y diversas zonas, con su población, recursos y vías de circulación, que se encontraban fuera del dominio de los gobiernos locales. En relación a los espacios de presencia indígena, por un lado, la extensa área al occidente del río Paraguay estuvo largo tiempo dominada por parcialidades de origen guaycurú de tradición nómade que habían sorteado sistemáticamente diversos métodos de reducción. Este panorama de autonomía relativa, en aquellas zonas selváticas interfluviales, se superponía con aquella otra proyectada desde las planicies del río Uruguay donde los charrúas solían atacar diferentes poblados en alianzas con otros grupos indígenas o con los portugueses.8 Diferentes campañas militares se emprendieron desde el siglo XVIII con el objetivo de "pacificar" o "exterminar" a los llamados indómitos, pero estos grupos no lograron ser "integrados" de forma estable a los marcos políticos estatales hasta mucho tiempo después. La vida errante, la capacidad de dispersión y la destreza guerrera, así como el hecho de que estos espacios no constituyeron el centro de atención económica hasta avanzado el siglo XIX, contribuyeron a sostener un sustancial grado de autarquía. Finalmente, la histórica rivalidad entre españoles y portugueses por la ocupación de la cuenca de la Plata, suscitada en el temprano siglo XVI, impregnaron a estas regiones de una dinámica particular signada por los conflictos, las guerras y los lábiles tratados de paz. Hacia fines del siglo XVIII, se mantenían unas pocas ciudades y fuertes, numerosos pueblos de indios encomendados a particulares y un cordón de misiones guaraníes que mantenían entre sí intercambios económicos y también prácticas de contrabando con los vecinos portugueses.9

Dentro de una renovada política fronteriza, las Coronas de España y Portugal firmaron, en 1777, un Tratado de Límites para delimitar sus territorios coloniales y poner fin a los conflictos. Para ello, se enviaron al Río de la Plata y a otros puntos afectados por el Tratado comitivas de demarcación, integradas por sujetos con diversas especializaciones para realizar planos cartográficos, registros botánicos y pictóricos, mediciones astronómicas y matemáticas, entre otras cuestiones. Los viajes desarrollados en esta coyuntura generaron una prolífera e inédita literatura de exploración y reconocimiento de diversas áreas y vías fluviales, a los fines del estado borbónico. En contraste, la empresa diplomática, iniciada en 1784, no dio ningún resultado efectivo y en la práctica los súbditos de ambas Coronas continuaron rivalizando por tierras y recursos en la endeble frontera del Plata. En 1801, España declaró la guerra a Portugal e inmediatamente después fuerzas luso-brasileras tomaron militarmente el departamento de San Miguel, ubicado en el territorio oriental del río Uruguay, en donde había siete pueblos guaraníes bajo administración hispano-criolla. La situación de ocupación no fue revertida, lo que conllevó para la Corona española y para el gobierno local una pérdida sustancial de tierra fértil, recursos diversos y mano de obra indígena. En 1803, con los veintitrés pueblos restantes, se creó el Gobierno militar y político de Misiones con independencia de los gobernadores de Buenos Aires y Paraguay y por cédula real se decretó la libertad de todos los indios misioneros y la distribución de todos los bienes de las reducciones.

Iniciado el proceso independentista, reforzando una tendencia previa, la población indígena que había estado reducida por largo tiempo, como era el caso de los guaraníes, comenzó a diversificar sus respuestas, migrando a centros productivos, en concomitancia con una propensión a ambos lados de la frontera a eliminar la propiedad colectiva de la tierra y conceder en manos particulares lotes de mediana y gran envergadura para actividades productivas y comerciales.10 Por otra parte, en las extensas planicies del oriente del río Uruguay, se expandió e intensificó la actividad ganadera en torno a la producción de cuero, caza de ganado cimarrón y alzado, organizada por grandes terratenientes. En torno a ello y a las propiedades de los principales hacendados se fueron instalando campesinos empobrecidos, mientras crecía una capa de jornaleros y peones de estancias.11 Asimismo, muchas familias charrúas de la Banda Oriental y también guaraníes quedaron subsumidos en intensas disputas geo-políticas y en lógicas caudillistas, llegando en algunos casos a participar de los diferentes movimientos o liderazgos bélicos.12

Finalmente, la ocupación a gran escala de tierra fértil o apta para la ganadería, sobre pueblos y reducciones indígenas, por colonos tanto criollos como europeos no solo implicó un intenso proceso de mestizaje y criollización sino una retracción radical de los sistemas comunales. Por ese entonces, los grandes intereses económicos trasnacionales, sobre la América menos explorada o explotada, cobraban una fuerza irreversible. En ese sentido, algunas naciones como Francia e Inglaterra buscaron construir alianzas políticas y económicas con los nuevos gobiernos para instalar empresas productoras y comerciales o de explotación de minerales. En el caso del Río de la Plata, algunas comitivas francesas estuvieron interesadas en la producción y comercialización de yerba, mientras se proyectaba hacia el Brasil la explotación minera, entre otros emprendimientos extranjeros. El contexto pos-independista atrajo nuevas coaliciones políticas y con ella a un sinnúmero de viajeros que llegaron como parte de comitivas científicas o comerciales o por cuenta propia en lo que sería una nueva fase del colonialismo en América del Sur.   

Del sistema de castas al mestizaje selectivo en Félix de Azara

Félix de Azara llegó al Río de la Plata, a principios de 1782, como comisionado de la "Expedición a la América Meridional" (1781-1801), enviada por los Borbones para delimitar las nuevas fronteras con Portugal, tras la firma del Tratado de San Ildefonso (1777).13 Esta empresa de carácter geopolítico sumó a su vez una dimensión científica y experimental dentro de un contexto exploratorio que sobrepasaba esta misión. Los intereses y objetivos de esta nueva oleada exploratoria estaban en concordancia con los proyectos de control político, extensión del conocimiento científico e intervención económica a gran escala gestada en la escena europea, a lo largo del siglo XVIII. De carácter diverso, la novedad de estos viajes estaba dada por la alianza entre el poder político y científico, por la penetración territorial antes limitada por la falta de herramientas o permisos, y por los diferentes campos cognitivos abarcados. Estas exploraciones se conjugaban con un incremento de especialistas formados en academias militares o navales en donde se enseñaban renovadas técnicas de navegación, medición y observación. Estos proyectos totalizadores buscaban reconocer, delimitar y plasmar información en torno al espacio explorado, dentro de un imaginario que consideraba posible integrar a todos los seres vivientes en una escala clasificatoria única y universal.14

Azara formaba parte de un círculo de funcionarios ilustrados que confiaba plenamente en el paradigma de cambio impulsado por los borbones en sus colonias.15 De esta forma se constituía en un representante destacado del nuevo colonialismo impulsado desde la metrópoli. Por su perfil imparcial, cuidadosamente construido, frente a los entramados políticos locales fue convocado por gobernadores y virreyes, como consultor activo en el diseño de políticas locales, llegando incluso a superar las expectativas reformistas regionales. Este fue el caso del virrey del Río de la Plata, Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro, quien le solicitó a Azara -contando con varios informes escritos durante sus viajes realizados entre 1785 y 1796- su evaluación sobre la situación de los pueblos guaraníes de Misiones, en una carta dirigida en abril de 1799.16 Azara, declarado anti jesuita, regalista, defensor del gobierno civil sobre el eclesiástico y detractor del régimen de reducciones indígenas bajo el poder religioso, remarcó en sus informes la imperiosa necesidad de imponer cambios en los pueblos, liberándolos de sus cargas y vínculos comunales.17 Por otra parte, en sintonía con otros comisionados de límites, Azara ocupó, en estas jurisdicciones, el rol de mediador con la Corona, que pretendía el control directo sobre el territorio y su población. Para ello, Azara describió extensamente a la regiones fronterizas con Portugal, asociadas a los intereses productivos, defensivos y mercantiles de la época, al mismo tiempo que exploró su afán naturalista.

Combinando múltiples intereses, Azara escribió una serie de informes que, en algunos casos, sustentaron o reforzaron ciertas políticas indígenas reformistas de fines del siglo XVIII. En particular, sus descripciones, clasificaciones y sentencias sobre  las formas de pensar el vínculo colonial con poblaciones que ya habían experimentado el método reduccional, como con quienes se habían mantenido fuera del control estatal, como era el caso de gran parte de las parcialidades de los diferentes grupos étnicos del Chaco, influyeron en posteriores medidas virreinales. El universo registrado incluyó a las jurisdicciones de Paraguay, Corrientes y Misiones, distritos que mantenían intensas relaciones a partir del intercambio poblacional y comercial así como vínculos con las colonias del Brasil. Con el objetivo implícito de plantear medios de dominio diferenciales para ambos grupos, bajo el ala del gobierno civil, Azara apeló a una metodología de observación comparativa.18 A su vez, se nutrió de los esquemas clasificatorios, las teorías medioambientales y las lógicas causales sobre los cambios poblacionales, establecidas en las obras de los principales referentes de la historia natural de mediados del siglo XVIII. También partió de los registros censales del período.19

Al describir a la población, Azara enunció, en primer término, que las regiones observadas estaban pobladas por "tres castas de hombres muy diferentes": los "indios, europeos o blancos, y africanos o negros".20 A las que sumó, por separado, la categoría general de "pardos".21 El término "casta", utilizado por Azara, implicaba la diferenciación de grupos por sus orígenes y purezas y expresaba una combinación particular de rasgos físicos y culturales.22 Por su parte, la palabra "raza", utilizada aisladamente por el autor, se encontraba en sus escritos asociada al mismo entramado semántico que casta.23 Por entonces, las categorías de raza o casta eran usadas indistintamente como sinónimos de estirpe, linaje o especie y si bien tenían el poder de diferenciar, dentro de un panorama socio-étnico heterogéneo, lo físico no era el único elemento que actuaba como diacrítico. Por el contrario, ambos niveles se combinaban dando por resultado un "tipo de sujeto" asociado a un colectivo étnico particular.24 Por sus dimensiones tanto político-académicas como pintorescas, el sistema de castas encontró un espacio privilegiado en la literatura de viajes, del siglo XVIII y comienzos del XIX, en donde la narrativa humboldtiana fue la más renombrada y recuperada por viajeros posteriores.25

En concordancia con los nuevos afanes clasificatorios de la modernidad iluminista que pretendió desterrar el lugar dado a la teología y consolidar el poder de la ciencia, en alianza con los poderes políticos centralizados, la diferenciación extendida en castas abría el juego a los devenires de la naturaleza americana, mientras sostenía el control de los mismos por medio de tipologías jerarquizadas. Por otra parte, la gradación en sistemas de castas representaba a los fines administrativos y socio-políticos un orden que respondía a una puesta en valor de lo considerado puro, en función de una mayor o menor distancia de las "castas principales".26 Era en esta relación, entre grupo, pureza y origen, donde las mezclas pasaban a ser consideradas positivas o negativas, según una escala que mantenían los tradicionales esquemas de la supremacía europea/blanca/española y su asociación con ciertos ideales estéticos, fisonómicos y temperamentales. Desde esa lógica, se ponderaban ciertos grupos sobre otros y se asentaban derechos y obligaciones diferenciales. El tema era la tendencia a ligar a cada "casta" con determinadas potencialidades o inclinaciones y con ello legitimar la ocupación o no de espacios sociales, políticos, artísticos o económicos. Esto con cierto grado de naturalización aunque no de total fijeza ya que se concebía y se buscaba la intervención sobre el ámbito de las costumbres o de las disposiciones por tutelaje político, instrucción o, como veremos, por lo que se creía producía el llamado "blanqueamiento".

Con el propósito de pensar políticas de inserción y colonización específicas para las poblaciones indígenas del Paraguay y Río de la Plata, Azara buscó diferenciar claramente a cada grupo según variables políticas y culturales, alternado observación directa con información de crónicas, en su mayoría de origen jesuita. Dentro de esta línea, los "payaguás", "lenguas", "mbayas",  "guanás" del alto Paraguay y los "guaraníes" del Paraguay y del Paraná inferior como del Uruguay recibieron especial atención.27 A los fines comparativos partió de cuatros niveles de análisis, el de las prácticas, las costumbres, las fisonomías y los temperamentos, describiendo tipos de "vivienda", "vestimenta" y "armas", así como "formas de hacer la guerra", "posesión de cautivos",  perfiles de "caciques o jefes", "pays o médicos", "contextura física", "color de la piel" y "tipo de pelo.28 La idea era marcar semejanzas y diferencias para luego justificar la existencia de sub-clasificaciones y modalidades de tratamiento contrastados. Esto con la intención de fundamentar científicamente métodos diferenciales de "civilización" y usufructo del "trabajo, los consumos y la producción" de la población indígena.29

En el caso de los grupos del Chaco, Azara soslayó la necesidad de aplicar políticas de intercambio dirigidas por el gobierno político que permitieran obtener rédito económico a través del comercio y del ocasional usufructo de la mano de obra, desacreditando el método de reducciones bajo administración religiosa o civil, como había sido practicado previamente. Pero no avaló la puesta en práctica de métodos más radicales como las "campañas de exterminio" realizadas en muchas ocasiones. El eje estaba centrado en la puesta en práctica de políticas comerciales sin presencia directa. En la década de 1790 existían varios proyectos de colonización del Chaco defendidos por gobernadores, obispos y miembros del cabildo secular del Paraguay que apuntaban a "reducir y poblar el Chaco" a través de sistemas de reducciones indígenas y de la instalación de poblaciones españolas con fines de comercio y extracción de recursos. Azara, consultado por el Virrey Avilés, argumentó que las propuestas estaban basadas en "pensamientos quiméricos", sustentados en intereses personales y espurios, que especulaban con los fondos del erario público. Por su parte, se oponía a la creación de nuevas reducciones, estipuladas en esos proyectos, ya que las realizadas previamente no habían logrado, según él, mantener a los "bárbaros errantes del Chaco" en los pueblos fundados, ni evangelizarlos siendo "apóstatas eternos". Tampoco se había establecido comercio estable, principal meta a conseguir, desde la mirada de Azara.30

Para reforzar su postura, Azara buscó demostrar los puntos de unión entre "los indios del Chaco", en tanto casta particular dentro de la casta de indios. Con esta operación intelectual pretendía asentar la idea de que estos grupos por su vigor y su contextura física "jamás se reducirían por los medios eclesiásticos o persuasivos", intentado "mil veces en 260 años sin el menor fruto".31 La explicación científica para Azara estaba dada porque pese a encontrarse diferencias en la "lengua, agilidad, alegría semblante, vigor, bizarría y talla", todos los grupos del Gran Chaco compartían un histórico estado de libertad, frente al dominio político, costumbres bélicas comunes, así como la ausencia, para Azara, de autoridades de gobierno y de creencias religiosas reconocibles

"Parece que las naciones bárbaras, sin instituciones de ninguna especie, y reducidas al estado natural deben parecerse mucho, particularmente de las que trato que habitan en la misma latitud, los mismos campos horizontales, donde se producen los mismos vegetales, animales e insectos y finalmente que pueblan las riberas de los mismos ríos, y que todos son ateístas."32

Las teorías que ponían el acento en la influencia de los climas, las temperaturas y las geografías en las complexiones emotivas y psíquicas como físicas tenían una tradición muy antigua.33 Sin embargo, en la coyuntura de las grandes exploraciones de fines del siglo XVIII las perspectivas deterministas de los componentes actitudinales y fisonómicos cobraron especial fuerza. Al mismo tiempo, el interés por relevar comportamientos socio-culturales en las poblaciones indígenas de la región y considerar hipótesis posibles abogadas a entender las diferencias, trascendiendo la dimensión teológica, era relativamente novedoso. En el caso de Azara, como en tantos otros naturalistas, las teorías del determinismo medio ambiental le permitieron explicar ciertas diferencias entre los grupos observados como así también su historia dentro de los sistemas de colonización regionales.

En otro nivel de discusión, las características físicas como los temperamentos descriptos para ciertas "naciones del Chaco", como eran "la talla" y el "vigor" -que, en palabras de Azara, "excedían" a lo que se veía localmente como en Europa- le servían para hacer énfasis sobre la necesidad de aplicar otros métodos de interacción con estos grupos, diferentes a los probados entre los guaraníes reducidos o entre los mismos grupos del Chaco. Estas circunstancias, le permitieron concluir que lo "mejor y único en el día es entablar buen trato y comercio con dichos bárbaros, para que por su propio interés conserven la paz" y que con el tiempo "algunos cansados o enfermos, se establezcan entre nosotros, haciéndose católicos". Al mismo tiempo, proponía que con los fondos del ramo de guerra se intentase "educar en los colegios del Paraguay y Buenos Aires a algunos hijos de dichos indios, para que, sirviendo de rehenes, fuesen a verlos con frecuencia sus padres y palparen que se les vestía y trataba bien". De esta manera, Azara no solo dejaba traslucir su confianza en métodos de "pacificación" y "progreso" asociados a las "ventajas del comercio" sino también en el proceso de decantación natural en el que los propios grupos irían entrando en contacto con los patrones de vida de la modernidad occidental.34 Todo ello, sobre la base de una relación de corte más individual o personal, radicalmente opuesta a las formas de interacción asociadas a las reducciones o misiones religiosas.

Azara, detractor de las reducciones y de los sistemas de comunidad derivados, no solo apuntaló negativamente sobre los mismos y sobre el rol de los religiosos en estos asuntos sino que arremetió contra los propios guaraníes que habían sido reducidos por los jesuitas. Según Azara, los guaraníes conformaban "una casta" particular que podía identificarse, entre otras cosas, por su "docilidad y pusilanimidad", lo que la diferenciaba radicalmente de la "casta de indios" del Chaco.35 En ese sentido, siendo esta última, según Azara, "seis pulgadas más elevada, y de infinito más vigor y pujanza", había generado una situación históricamente contrastada ya que en términos de dominio mil guaraníes "no bastaban para imponer respeto y sujeción a cincuenta del Chaco".36 Esta comparación apuntaba a reafirmar el desacierto político de proyectar modelos reduccionales en el Chaco, así como también de su conservación sin innovaciones entre los guaraníes misioneros. En este punto, al hacer referencia a la supuesta falta de actitud de los guaraníes reducidos para la producción y el comercio, Azara argumentó sobre las virtudes de los métodos de asimilación contra la modalidad segregacionista practicada por los jesuitas.37 Propuso, en sintonía, al mestizaje y al intercambio hispano-indígena como medios para producir un cambio sobre estas poblaciones que fueran redituables al comercio, la producción y la defensa de las fronteras. En palabras de Azara

"porque siendo los españoles y todas las demás castas de hombres conocidamente superiores en talento, capacidad y vigor á estos indios, conviene muchísimo que se establezcan allí, y que se mezclen y hagan una misma causa con los indios."38

El incentivo a los matrimonios hispano-indígenas, dentro de los pueblos guaraníes, formaba parte de una política defendida por el gobierno local desde la expulsión de los jesuitas. Así, en las instrucciones del gobernador Bucareli, elaboradas inmediatamente después de la extradición de los ignacianos, se plasmó la idea de ampliar la residencia a españoles u otros sujetos que contribuyesen a dinamizar los efectos de la producción y el comercio en los pueblos de misiones. Se esperaba regular el intercambio entre "desiguales" en espacios de intenso contacto y estimular el mestizaje con fines concretos. Al respecto, la idea no era generar una sociedad mestiza donde se valorase la diversidad en todas sus dimensiones, por el contrario se apuntaba a las "ventajas de blanqueamiento". En esta línea Félix de Azara afirmaba 

"que no solo que las especies se mejoran con las mezclas, sino también que la europea es más inalterable que la india, pues a la larga desaparece esta y prevalece con ventajas aquella."39

Azara, en su doble faceta de funcionario y naturalista, había buscado expresar e interpretar la diversidad existente entre las poblaciones observadas en su derrotero, registrando contrastes en aspectos culturales como así también en las fisonomías de los cuerpos y en los temperamentos. Sin embargo, su concepción en torno a la supremacía de los europeos sobre los americanos y en especial sobre los indios lo llevó a promulgar el mestizaje en el caso de los guaraníes como el camino natural hacia el "progreso". Las políticas de asimilación estaban en el centro de la escena, mientras su contrapartida lo constituía la defensa de los sistemas de estratificación social para justificar políticas de dominio, divisiones del trabajo así como status diferenciales para las diversas castas americanas. Esta defensa tenía su respaldo en la vigencia de diferencias jurídicas coloniales para cada grupo, lo que permitía pensar en el sostén de un sistema de dominio colonial basado en políticas de mestizaje selectivo. Por el contrario, cuando las jóvenes repúblicas desarmaron las divisiones jurídicas entre "indios y españoles", con el objeto de crear nuevas relaciones y sentidos de pertenencia tras-comunales, desarticularon también las bases que hasta entonces habían legitimado desigualdades sociales. En consecuencia, instaron a un reordenamiento de las categorías socio-demográficas en una coyuntura de intenso intercambio poblacional donde la categoría de raza, como ordenadora de tipos humanos a partir de elementos fenotípicos, cobró protagonismo. Con herencia colonial, pero mutando su acepción, se transformó en un medio clasificador funcional al fortalecimiento de la hegemonía criolla.40 Dentro de este contexto, la obra de Alcide d'Orbigny cobra especial sentido como contrapunto de la política de asimilación y mestizaje finisecular.

"Purismo racial" y "carácter nacional" en Alcide d'Orbigny

Alcide d'Orbigny desembarcó en Río de Janeiro, a fines de 1826, estando Brasil en guerra con "Las Provincias Unidas del Río de la Plata" y arribó a Buenos Aires, en enero de 1827, breve paso por Montevideo. Su estadía en la ciudad de Buenos Aires fue corta ya que según afirmara más tarde serían otros los destinos relevantes en sus viajes. Al respecto, para Alcide d'Orbigny

"Era en el seno de las capitales donde debíamos observar al hombre del Nuevo Mundo y ocuparnos de realizar investigaciones provechosas sobre las otras partes de la ciencia. Remontamos en consecuencia el Paraná hasta los límites del Paraguay para ver allí algunas de las naciones descriptas por Azara y observarlas con atención. En Corrientes, donde establecimos nuestro centro de observación, no se habla, lo mismo que en el Paraguay y en las Misiones, más que el guaraní en casi todas partes. Por eso, una estada de casi un año nos hizo posible adquirir un conocimiento tan completo de ese idioma, como para reconocerlo luego en los sitios donde volvimos a encontrarlo ulteriormente. Ese conocimiento debía permitirnos más tarde, descubrir las migraciones a largas distancias de los guaraníes."41

Se refería a las migraciones históricas de los guaraníes desde el Amazonas hasta la cuenca del Plata y a la supuesta relación de aquellas con la extensión del idioma guaraní, en sus diversos dialectos, por diferentes regiones de América Meridional. La asociación realizada entre idioma y migraciones era para él un hallazgo que le permitiría fundamentar sus teorías sobre la existencia de "indígenas puros".42 Su interés radicaba en el registro de lo originario y de lo propio de América, en un contexto intelectual donde se concebía que la "extinción" de las poblaciones indígenas en su "estado puro" era determinante. Ante este proceso, generado en teoría por el mestizaje como por la homogeneidad de idiomas y formas de vida tras la incorporación a las nuevas jurisdicciones republicanas, urgía un pronto registro de la diversidad poblacional, descripta sucintamente por otros viajeros.43 Con este fin leyó crónicas y otras fuentes, algunas desde Europa, y una vez en el lugar contactó a interpretes y paisanos idóneos para ciertos trayectos, como así también a las autoridades jurisdiccionales con el fin de obtener los permisos pertinentes.44 Sin embargo, siendo un emisario extranjero no contó con una acogida extendida por parte de todos los gobiernos locales, sin llegar al extremo de ser retenido como fue el caso de Aimé Bonpland.45 Siendo este un hecho de repercusión internacional, el Paraguay fue uno de los destinos más inquietantes previstos por Alcide d'Orbigny.46

La misión científica de Alcide d'Orbigny se daba en el contexto de la "Restauración francesa" y dentro de un renovado afán exploratorio destinado a fortalecer relaciones comerciales y empresas productivas.47 Desde el punto de vista académico, la expedición que encabezaba contaba con financiación del Museo de Historia Natural de París y con el aval de Georges Cuvier y Alexander von Humboldt. Especializado en zoología, sus teorías combinaron los sistemas clasificatorios de los naturalistas del siglo XVIII, como Buffon, con las polémicas hipótesis de Cuvier sobre el fijismo de las especies. Inspirado en otros científicos viajeros, asumió con dedicación ambas dimensiones generando y editando posteriormente dos obras, con registros diferentes: Voyage dans l' Amérique Meridionale (París, 1836) y L' homme américaine. De L'Amérique Meridionale (París, 1839).48 En esta segunda obra, imbuido por las teorías mencionadas, d'Orbigny se planteó reforzar la idea, aún en duda, de que el hombre pertenecía a una "sola y misma especie", cuestión que lo llevó a demostrar la existencia de subdivisiones de la especie humana estipulando, en relación con ello, un abanico extenso de tipos raciales.49

Con estas consignas teóricas, tomó extensos registros sobre aquellas poblaciones observadas describiendo detalladamente su "estado actual" y su ubicación geográfica, especificando latitudes y características climáticas, así como la historia de sus migraciones para deducir sus orígenes. Todo con la salvedad de haber incluido, en sus notas, las "modificaciones que ha impuesto la civilización a su estado primitivo". Luego de esta sostenida empresa dio inicio a la tarea analítica y clasificatoria diferenciando

"cada grupo de formas, de facciones, de colores de piel, por establecer los puntos terminales de cada división, basada sobre las características fisiológicas; por fijar las subdivisiones, siempre en relación con la composición geográfica de los lugares."50

Dentro de este esquema, las grandes unidades geográficas fijaron las divisiones y las clasificaciones raciales ya que en palabras de d'Orbigny "las formas principales están más o menos rigurosamente circunscriptas en los límites geográficos más o menos aceptados" y por ello el "hombre del Nuevo Mundo ha recibido legítimamente, en virtud de ese principio, el nombre de hombre americano". Con este principio definido y tras las observaciones realizadas en sus extensos viajes pasó a afirmar que

"todos los americanos que hemos observado se agrupan, por consiguiente en tres razas, divididas en treinta y nueve naciones distintas. Parecerá, tal vez, este número comparativamente poco elevado si se lo compara con la superficie que ocupan, sobre todo en la idea aproximada en que dan los mapas, erizados de nombres que los copistas reproducen sin verificar su exactitud."51

En contraste con el pensamiento de Azara, donde casta y raza entraban dentro de un universo flexible, d'Orbigny dividió al Hombre americano en tipos raciales, asociados a un origen y a un devenir común.52 Potenciando su afán clasificatorio, diferenció a su vez "rama", "raza", "nación" y "tribu" en tanto categorías escalonadas.

"Llamamos raza a todo conjunto de naciones que reúne una identidad de sus características físicas generales (.) rama a un grupo más o menos numeroso de naciones distintas que presentan, en las razas, características físicas o morales que determinan esas divisiones, casi siempre en relación con la geografía local (.) nación a toda reunión de hombres que hablan un idioma que proviene de una fuente común, y tribu a toda reunión de hombres que hablan distintos dialectos derivados de ese mismo idioma."53

Con el objetivo de mostrar la existencia de razas partió de una minuciosa descripción sobre las "consideraciones fisiológicas", en las que incluyó color, contextura y olor de la piel, talla, formas generales, formas de la cabeza y facciones. En la región del Río de la Plata identificó una "raza indígena", que denominó brasílico-guaraní, en contraste con los naturalistas precedentes que habían recorrido la zona. Para el naturalista francés, la raza brasílico-guaraní poseía una homogeneidad cultural destacable, acompañada por rasgos físicos determinantes. Esto equiparaba su observación con la de una pieza de una colección de Museo y lo colocaba en el origen de la racialización académica que derivó en procesos de segregación y discriminación de la población americana por su ubicación clasificatoria en un universo de jerarquías analíticamente construido. En esta línea consideraba que

"entre todas las naciones que hemos visto pueden ser colocadas en primer lugar, por su inteligencia, los pueblos montañeses, y los de las regiones templadas de las llanuras. Los de las regiones cálidas son en general, más dulces y afables, poseen un pensamiento más rápido, pero su juicio es menos profundo."54

Sus esquemas clasificatorios estaban influidos aún en parte por los determinismos medio ambientales que se retroalimentaban con la fuerza determinante de las teorías de los orígenes troncales, asociados a espacios y a características geográficas y climáticas particulares. Sin embargo, la consideración de rasgos culturales, a los que llamó "consideraciones morales", al mismo tiempo que podía instituir estereotipos raciales, ilustraba la amplia diversidad observada y registrada en sus viajes.55 Estos dos niveles, el del registro en su diversidad y el del análisis más especulativo generaron una tensión entre sus presupuestos clasificatorios y las variables causales de la diversidad social. Al respecto, si bien partía de la idea de que "las características fisiológicas estaban en relación con las disposiciones morales", eran, según él, estas últimas las que finalmente determinaban las respuestas de cada sociedad, por ejemplo a la dominación europea. En este sentido, afirmaba que si bien "el clima había influido sobre la mayor o menor docilidad del hombre americano", su impacto era "menor que la influencia de sus propias disposiciones morales".56

El peso cada vez menor dado a las teorías deterministas del clima y la geografía sobre las condiciones físicas y actitudinales, se relacionaba en parte en d'Orbigny con la búsqueda de "caracteres nacionales" así como síntomas "naturales", físicos o culturales, sobre los que legitimar la construcción de nuevas configuraciones políticas o el fortalecimiento de aquellas en proceso.57 De esta manera, tras preguntarse si el "carácter moral" afectaba a las costumbres o las costumbres al "carácter moral", finalmente afirmaría que "el carácter es generalmente nacional y se debe esencialmente a las disposiciones físicas predominantes, particulares de cada nación o cada grupo de nación", cuyo principal eje distintivo era la lengua.58 Con esto, además de asentar orígenes comunes para las razas definidas por él, lo que operaba era la búsqueda de indicadores predominantes, como era la lengua, sobre una heterogeneidad de variables. Esto estaba en íntima relación con una ideología política que conducía a fortalecer o crear realidades nacionales sobre criterios étnicos/raciales.59 Sin embargo, en la construcción de este modelo, a partir de sus ejemplos, d'Orbigny encontraba ciertas contradicciones a resolver, ya que por ejemplo, consideraba que

"Si clasificamos a las naciones de acuerdo con la extensión del terreno que ocupan, reconoceremos que en primer lugar no corresponde a la más civilizada ni a la que poseía un gobierno estable, sino a la nación de los guaraníes, divididos en tribus independientes, que vivían todavía en estado salvaje."60

Si bien se refería a los guaraníes monteses que no habían sido reducidos en tiempos coloniales, encontrándose aún fuera del control directo de las nacientes repúblicas, d'Orbigny a diferencia de Azara no apuntalaría al mestizaje como el camino idóneo para "mejorar" a las "razas más débiles" o para lograr un cambio o desarrollo hacia la "civilización" de poblaciones en "estado salvaje". En contraste, diferenciaba los "resultados" de "las mezclas" en lo que hacía a las cuestiones físicas e intelectuales. Partiendo de ciertos ideales estéticos estipulaba que, en muchos casos, "la mezcla de dos tipos da origen a productos superiores". Por ejemplo, consideraba que los guaraníes y los chiquitos "producen al cruzarse hombres más grandes que los de cada una de esas naciones" pero que "la mayor uniformidad reina en cuanto a las facultades intelectuales: los hombres que provienen de cruzas son de una extrema facilidad intelectual que en nada ceden a la de la raza blanca".61 De esta forma, se distanciaba radicalmente de Azara, en tanto representante del paradigma de la asimilación positiva de fines del siglo XVIII, asociada a los "procesos de blanqueamiento".

Solo algunas décadas habían pasado desde la publicación de los escritos de viajeros como Humboldt o Azara. Elaborados en un contexto colonial, sus narrativas habían dado un lugar central al registro de las diferencias entre la población local apelando a la categoría de casta. De esta forma, habían contribuido a reforzar, sin cuestionar, divisiones socio-étnicas y jurídicas propias del sistema colonial. Con las independencias se derrumbó la antigua distinción jurídica entre indios y españoles, reconociendo la categoría de ciudadano por encima de aquellas. Sin embargo, si bien en la práctica el cambio existió liminalmente, la ausencia de un marco jurídico que sustentara las diferencias sociales y su asociación con disposiciones, derechos y obligaciones particulares fue impulsando la difusión de nuevas acepciones clasificatorias que permitieran identificar a la población por sus características físicas. Así, la categoría de raza, centrada solo en esta nueva instancia en rasgos fenotípicos, empezó a imponerse por su mayor estabilidad, para finalmente consolidarse como principal determinador de las diferencias entre grupos humanos. En este proceso el peso académico de naturalistas y viajeros fue indiscutido, al mismo tiempo que renovadas formas de penetración europea se concretaban. 

Subsumido en esta coyuntura y bajo la influencia de la teoría de las permanencias, Alcide d'Orbigny buscó construir un riguroso cuadro de tipologías raciales y con ello inmortalizar a ciertas poblaciones ante su posible extinción, mientras fijaba principios y determinaciones sobre los orígenes, estados y devenires de las sociedades humanas. Asimismo, construía a través de una metodología científica una barrera analítica contra la propia dinámica mestiza.  La fijeza asignada ahora a los tipos raciales invisibilizaba la impronta del mestizaje, creando una realidad paralela, en donde el proceso era notable. Por su parte, las tipologías solidificaban las bases para reinventar divisiones sociales a partir de nuevos parámetros, como ocurrió con la reinvención criolla de la categoría de indio republicano. Finalmente, con la identificación de tipologías raciales, defendiendo la inmutabilidad de ciertos rasgos y el poder o la debilidad de otros, se legitimabala superioridad de ciertos grupos en un escenario jurídicamente ambiguo. En este posicionamiento fue crucial la influencia de la propia situación política americana y europea en el camino por imponer configuraciones nacionales.

Buenos Aires, 7 de julio de 2014

Notas

1 Existen valiosos trabajos de referencia sobre el tema. A modo de ejemplo podemos citar el trabajo de LÓPEZ BELTRÁN, Carlos "Sangre y temperamento: Pureza y mestizajes en las sociedades de castas americanas", en GORBACH, Frida y LÓPEZ-BELTRÁN, Carlos (eds.) Saberes locales: Ensayos sobre historia de la ciencia en América Latina, El Colegio de Michoacán, Zamora, 2008, pp. 289-331.         [ Links ]

2 Las políticas indígenas en estas regiones han sido estudiadas o consideradas en diversas investigaciones. Entre ellas podemos citar, a modo de ejemplo, a FRüHAUF GARCÍA, Elisa As diversas formas de Ser Indio. Políticas indígenas y políticas indigenistas no extremo sul da América portuguesa, Arquivo Nacional, Rio de Janeiro, 2007;         [ Links ] HERNÁNDEZ, Juan Luis "Las reformas del virrey Avilés en los pueblos guaraníes de Misiones (1799-1801)", en Prohistoria, núm. 6, 2002, pp. 11-34;         [ Links ] MAEDER, Ernesto Misiones del Paraguay, conflicto y disolución de la sociedad guaraní, Mapfre, Madrid, 1992;         [ Links ] MARILUZ URQUIJO, José María El virreinato del Río de la Plata en la época del virrey Avilés (1799-1800), Plus Ultra, Buenos Aires, [1964] 1987;         [ Links ] POENITZ, Edgar y POENITZ, Alfredo Misiones, Provincia Guaranítica. Defensa y Disolución (1768-1830), Editorial Universitaria, Posadas, 1998;         [ Links ] QUARLERI, Lía "Políticas borbónicas en los 'pueblos de indios guaraníes' estratificación, mestizaje e integración selectiva", en Nuevo Mundo, Mundos Nuevos, Cerma-Mondes américains, École des hautes études en sciences sociales, http://nuevomundo.revues.org/64459;         [ Links ] SUSNIK, Branislava El Indio Colonial del Paraguay II: Los trece pueblos guaraníes de las Misiones (1767-1803), MEAB, Asunción, 1966;         [ Links ] WILDE, Guillermo "Guaraníes, 'gauchos' e 'indios infieles' en el proceso de disgregación de las antiguas doctrinas jesuíticas del Paraguay", Suplemento Antropológico XXXVIII (2), 2003, pp. 78-77.         [ Links ]

3 Al respecto, la historiografía ha dado cuenta cómo en América, en cada etapa de dominio colonial y luego con la formación de las repúblicas, se fueron legitimando jerarquías etno/raciales, en sintonía con la consolidación o construcción de espacios de saberes prestigiados a uno y otro lado del Atlántico. Véase de forma ilustrativa los trabajos de  BRIONES, Claudia "Los Estudios raciales", en La alteridad del cuarto mundo. Una deconstrucción antropológica de la diferencia, Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1998, pp. 25-44;         [ Links ] DE LA CADENA, Marisol (comp.) Formaciones de indianidad. Articulaciones raciales, mestizaje y nación en América Latina, Envión editores, Popayán, 2007 y el trabajo de WADE,         [ Links ] Peter Raza y etnicidad en Latinoamérica, ediciones Abya Yala, Quito, 2000,         [ Links ] entre otros.

4 Contamos con una amplia y diversa bibliografía que ha abordado la relación entre ciencia, política y viajes. Además del ya clásico trabajo de PRATT, Mary Louise Ojos Imperiales. Literatura de viajes y transculturación, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1997,         [ Links ] conforman literatura de referencia los trabajos de CICERCHIA, Ricardo Viajeros: Ilustrados y románticos en la imaginación nacional, Editorial Troquel, Buenos Aires, 2005;         [ Links ] ESCOLAR, Marcelo "Exploración, cartografía y modernización del poder estatal", en International Social Sciences Journal, 1996, pp. 141-142;         [ Links ] LUCENA GUIRALDO, Manuel "Ciencia para la frontera: las expediciones de límites españolas", en Cuadernos Hispanoamericanos, Los complementarios/ 2, 1988, pp. 157-173,         [ Links ] LUCENA GUIRALDO, Manuel "Imperios confusos, viajeros equivocados. Españoles y portugueses en la frontera amazónica", en Revista de Occidente, núm. 260, 2003, pp. 24-35;         [ Links ] PENHOS, Marta Ver, conocer, dominar. Imágenes de Sudamérica a fines del siglo XVIII, Siglo XXI, Buenos Aires, 2005;         [ Links ] QUARLERI, Lía "Expediciones, narrativas y utopías. Nuevas miradas sobre el 'espacio guaraní-misionero' (1784-1796)", en Antiteses Vol. 4, núm. 8, 2011, pp. 753-782 y WILDE,         [ Links ] Guillermo "Antropología y Estética del viaje", en Contratiempo, Revista de Cultura y Pensamiento 2, 2007,         [ Links ] entre tantos otros.

5 Existe una copiosa bibliografía sobre la trayectoria de Félix de Azara y sus escritos sobre historia natural, fronteras, defensa y política económica. Para una aproximación general véase MAZZOLA, María Celeste "Félix de Azara: Itinerario intelectual de un funcionario singular", en TINKUY, Boletín de Investigación y Debate, Section d'Études hispaniques 8, Serie Discursos Coloniales 2, Montreal.         [ Links ] Para enfoques de carácter específico, véase: PENHOS, Marta "Travesías del cuerpo: los retratos de Félix de Azara, en Estudios de Teoría Literaria, Año 3, núm. 5, 2014, pp. 287-301;         [ Links ] CAPEL, Horacio "El ingeniero militar Félix de Azara y la frontera americana como reto para la ciencia española", en Scripta Vetera, 2005, pp. 1-60;         [ Links ] FIGUEROA, Marcelo Fabián "En los márgenes del Imperio español y de la historia natural. Félix de Azara colector (1787-1789)", en Prohistoria, núm. 15, 2011;         [ Links ] NAVASCUÉS, Javier de "Félix de Azara y la prosa ilustrada en el virreinato del Río de la Plata", en RILCE 20 (2), 2004, pp. 211-221,         [ Links ] entre otros.

6 Tanto Félix de Azara como Francisco de Aguirre emprendieron trabajos de reconocimiento sobre los principales puntos tocantes al Tratado Preliminar en torno a los ríos Paraná y Paraguay como en los territorios al norte de Asunción.

7 La narrativa, la biografía y la impronta de este naturalista y viajero han inspirado diversos ensayos y artículos de investigación, muchos de ellos de índole comparativa. Al respecto pueden citarse los trabajos de ARIAS, Ana Carolina  "Viajeros y escritores. La construcción de la autoridad en los escritos de Azara, D´Orbigny y Ambrosetti", en Kula. Antropólogos del Atlántico Sur, 5, 2011, pp. 5-18;         [ Links ] PAGNI, Andrea "Estrategias y tácticas del viaje. Entre colonialismo y poscolonialismo: Alcide d'Orbigny y Esteban Echeverría", en Estudios, Revista de Investigaciones Literarias y Culturales 8 (16), 2000, pp. 37-64;         [ Links ] PETRUCHI, Liliana "La relación con el otro: d'Orbigny y Darwin por el río Paraná", en Ciencia, docencia y tecnología 44, 2012, pp. 137-170 y NAVARRO FLORIA,         [ Links ] Pedro "La Patagonia en la clasificación del hombre: el desencantamiento de los 'patagones' y su aporte a la historia de la Antropología", Revista Española de Antropología Americana 35, 2005, pp. 169-189.         [ Links ]

8 LATINI, Sergio "Repensando la construcción de la cuenca del Plata como espacio de Frontera", en LUCAIOLI, Carina y NACUZZI, Lidia Fronteras. Espacios de Interacción en las tierras bajas del sur de América. Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 2010, pp. 69-99.         [ Links ]

9 Las reducciones guaraníes, creadas por los jesuitas a principios del siglo XVII, conformaban una red defensiva, a través de sus milicias, así como destacados centros de culto, producción y comercialización. Tras la expulsión de los jesuitas, los pueblos, sus yerbales y estancias de ganados pasaron al dominio directo de la Corona y de sus representantes en América, desarticulándose en gran medida sus funciones previas. Existe una exhaustiva bibliografía sobre el tema, para una aproximación a su diversa historiografía véase WILDE, Guillermo Religión y poder en las misiones jesuitas de Guaraníes, Paradigma Indicial, Buenos Aires, 2009.         [ Links ]

10 Los pueblos de reducción, que aún existían como tales, fueron integrados a las jurisdicciones provinciales. POENITZ, Edgard y POETNIZ, Alfredo Misiones, Provincia Guaranítica. Defensa y Disolución (1768-1830), Editorial Universitaria, Posadas, 1998.         [ Links ]

11 AZCUY AMEGHINO, Eduardo y BIROCCO, Carlos María "Las colonias del Río de la Plata y el Brasil: geopolítica, poder, economía y sociedad (siglo XVII y XVIII)", en RAPOPORT, Mario y LUIZ CERVO, Amado El Cono Sur. Una historia común, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, pp. 11-70.         [ Links ]

12 Tras el proceso independentista iniciado en la región, en 1810, el gobierno centralizado en Buenos Aires a través del Primer Triunvirato impulsó poco después la conformación de las "Provincias Unidas del Río de la Plata" que buscó incorporar a las diferentes jurisdicciones que habían integrado parte del Virreinato del Río de la Plata. Sin embargo, no logró el control sobre el Alto Perú y sobre la intendencia del Paraguay, que conformarían las repúblicas independientes de Bolivia y Paraguay, respectivamente.  Por su parte, la guerra contra el Imperio del Brasil (1826-1828) derivó en la autonomía de la Banda Oriental, que finalizó con la creación del estado independiente de Uruguay en 1828. Mientras que entre 1831 y 1832, tras un intenso proceso de guerras civiles, trece provincias se agruparon para conformar la Confederación Argentina. Por último, después de la instalación de la corte portuguesa en Río de Janeiro (1808-1822) se formó el "Imperio del Brasil" hasta 1889, donde se formaron los Estados Unidos del Brasil.

13 Esta Expedición de Demarcación coincidió en el tiempo con la Expedición de Alejandro Malaspina (1789-1794), la cual conformó la más grande empresa científico-política de la Corona española, por el número de su tripulación, proyección y territorios recorridos en América, las Islas del Pacífico y Australia.

14 ALTUNA, Elena El discurso colonialista de los caminantes (siglos XVII-XVIII), Latinoamericana Editores, Berkeley, 2002;         [ Links ] PENHOS, Marta Ver, conocer, dominar..cit. y PRATT, Mary Louise Ojos Imperiales.cit.

15 Félix de Azara arribó al Río de la Plata, a los 39 años, con una sólida experiencia previa, sin vínculos matrimoniales formales ni descendencia conocida. Había nacido en un pequeño pueblo agrícola de la provincia de Huesca, llamado Barbuñales, y como parte de una familia de la pequeña nobleza de Aragón. Tras estudios de filosofía y legislación en la Universidad de Huesca, su provincia natal, ingresó a la Academia Militar de Barcelona, en 1765, donde se formó como ingeniero militar. Su desempeño y contactos le permitieron integrar el cuerpo nacional de ingenieros y realizar diferentes encargos en defensa, fortificación e ingeniería civil y urbana.

16 Carta del virrey Avilés a Félix de Azara, Buenos Aires, 30 de abril de 1799. Archivo General de la Nación, Buenos Aires. División Colonia. Sección Gobierno, Sala IX, Legajo 18.3.1, s/n° de documento, foja 1.

17 Si bien las ideas liberales de Félix de Azara eran innovadoras, en relación a ciertas capacidad política reformista local, no incluyeron una crítica al colonialismo como sistema, como fue el caso de la expedición de Malaspina. SAGREDO BAEZA, Rafael  "La valoración de lo americano en la práctica científica ilustrada", en ARAYA ESPINOZA, Alejandra y VALENZUELA MÁRQUEZ, Jaime América colonial. Denominaciones, clasificaciones e identidades, RIL editores, Santiago, 2010, pp. 379-408.         [ Links ]

18 Tanto en el caso de las "naciones bárbaras" del Chaco como de otros grupos, la idea de Azara era dejar claramente demostrada la necesidad de que fuera el gobierno político quien debía "civilizarlos y no los eclesiásticos".  AZARA, Félix Geografía física y esférica, cit., p. 370.

19 Los registros censales de fines del siglo XVIII, si bien variaban según la región, estaban basados en un modelo de estipulación de la población, en término de "castas", en un sistema gradual que partía de tres grandes grupos étnicos, los españoles, los indios y los africanos.

20 Félix de AZARA Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata. Editorial Bajel, Buenos Aires [1847] 1943, p. 191.         [ Links ] También usa el término "casta española" como sinónimo de "casta de europeos o blancos".  Geografía física y esférica, cit., p. 350.

21 Según Azara, "Las tres se mezclan francamente resultando los individuos de que voy a hablar llamados con el nombre general de Pardos". Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata, cit., p. 191.

22 En ese sentido las estructuras de castas implicaron un traslado de la ansiedad genealógica, articulada en la pureza de sangre de los siglos precedentes, hacia la obsesión por las tonalidades de la piel. LÓPEZ BELTRÁN, Carlos "Sangre y temperamento: Pureza y mestizajes." cit.

23 En relación al tema de las "mezclas", Azara consideraba que los "indios originarios" de la jurisdicción, en los últimos años, en "una infinidad se habían convertido a españoles por la mezcla de razas". Félix de AZARA Viajes por la América Meridional, Espasa-Calpe, Madrid, [1809] 1941, pp. 102-103.         [ Links ] 

24 La palabra raza, tenía por entonces la acepción de linaje o estirpe de descendientes, cuestión que otorgaba en teoría cualidades similares. Esta acepción se encontraba muy extendida tanto en Europa como en América y fue la que prevaleció hasta comienzos del XIX. Hasta entonces "las facetas culturales y físicas se presentaban juntas" y los "rasgos culturales se veían como naturales", por lo que "las diferencias se naturalizaban sin biologizarse". WADE, Peter Raza y etnicidad.cit., pp. 12-13.

25 En sus viajes a América, inspirado en la idea de sumar datos a estos nuevos esquemas que ubicaban al hombre en jerarquías y líneas de variabilidad pre-evolucionistas, célebres naturalistas como Alexander von Humboldt se sumaron al afán clasificatorio. En su "Ensayo político sobre La Nueva-España" (1811), Humboldt, retomó la idea de la existencia de "castas principales" y de la subdivisión de las mismas según "las mezclas" resultantes, reforzando la naturalización de las diferencias. HUMBOLDT, Alexander Ensayo político sobre la Nueva España por el Barón A. de Humboldt. Segunda edición corregida, aumentada y adornadas con mapas. Traducida al castellano, Casa de Jules Renoua, París, 1827 [1811], Tomo I, pp. 154 y 293.         [ Links ]

26 La pureza era construida en base a la estabilidad de grupo dentro de un lapso de tiempo prolongado.  Esa pureza se configuraba en base a la selección de ciertos elementos propios o distintivos con fines políticos.

27 Azara utiliza en relación con estos grupos el término "nación" para referirse a grupos que comparten un dialecto y ocupan un área de influencia. AZARA, Félix Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata, cit., p. 398. 

28 AZARA, Félix Geografía física y esférica, cit., pp. 350 y 411. Cabe aclarar que la atención puesta en las descripciones fisonómicas, realizadas por Azara, no se encuentran en las narrativas previas sobre estos grupos. 

29 AZARA, Félix Geografía física y esférica, cit., pp. 366, 367 y 371.

30 En relación a uno de los proyectos, Azara escribía: "es inútil hablar de la representación de un gobernador que ignora el número de indios, sus diferentes idiomas, su habitación, sus calidades físicas y morales" así como "el costo de las poblaciones que proyecta". Informe del señor Azara sobre reducciones del Chaco y facilitar su camino para el comercio. Buenos Aires, 19 de febrero de 1799. Colección Mata Linares, Tomo LIV, Real Academia de la Historia de Madrid, en LUCENA GIRALDO, Manuel y RODRÍGUEZ, Alberto B. Escritos Fronterizos, Félix de Azara (1746-1821), Icona, Madrid, 1994, pp. 187-191.         [ Links ]

31 Informe del señor Azara sobre reducciones del Chaco.., cit., p. 190.

32 AZARA, Félix Geografía física y esférica, cit., p. 409.

33 No obstante, en el medio naturalista de la época los determinismos medioambientales cobraron vitalidad a partir de las formulaciones de la zoología geográfica, cuyo principal exponente fue el francés Georges Louis Leclerc (Conde de Buffon, 1707-1788). Lo novedoso de su aporte, entre otras cosas, fue el estudio de las especies animales en su ambiente geográfico como fenómenos del mundo físico y no de Dios.

34 Informe del señor Azara sobre reducciones del Chaco., cit., p. 190.

35 Según Azara, los guaraníes, eran de "dos clases", los del Paraná y Uruguay y los del Paraguay, los primeros reducidos en pueblos de indios encomendados a particulares y los segundos en reducciones jesuitas, cuya "civilización ha sido muy imperfecta". AZARA, Félix Geografía física y esférica., cit., pp. 371 y 417. Esto estaba asociado a su doble condena hacia la misionalización jesuita como al sistema de reducciones o pueblos de indios que oprimían el libre desarrollo de sus habitantes para producir, comerciar o vender su fuerza de trabajo.

36 Informe del señor Azara sobre reducciones del Chaco., cit., p. 190.

37 En referencia a los guaraníes reducidos "que nada han adelantado los indios por haberlos tenido aislados y privados de la interpolación con españoles y demás castas". AZARA, Félix Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata en 1801; demarcación de límites entre el Brasil y el Paraguay á últimos del siglo XVIII, e informes sobre varios particulares de la América meridional española. Escritos Póstumos de Félix de Azara. Madrid, 1849, p. 120.

38 AZARA, Félix Memoria sobre el estado rural, cit., p. 120.

39 AZARA, Félix Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata, cit., p. 192.

40 Como afirma Mónica Quijada, la jerarquización de las razas humanas desde una percepción fenotípica además de expresar una historia de expansión y dominación étnica unilateral, daba cuenta de la contradicción resultante de los planteamientos de igualdad de derechos propios de las repúblicas criollas junto a "la asimilación de una parte de la humanidad a criterios de inferioridad biológica". QUIJADA, Mónica "El paradigma de la homogeneidad", en QUIJADA, Mónica - BERNAND, Carmen y SCHNEIDER Arnd Homogeneidad y Nación. Con un estudio de caso: Argentina, Siglos XIX y XX, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2000, p. 23.         [ Links ]

41 D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, Editorial Futuro, Buenos Aires, 1959  [París, 1839]), p. 15        [ Links ]

42 D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., p. 34.

43 Félix de Azara había publicado su obra Voyages dans l'Amérique Méridionale (París, 1809) y Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland Le voyage aux régions equinoxiales du Nouveau Continent (París, 1807). Ambas obras constituían un soporte ineludible para todo viajero que se preciase de pertenecer al campo de la ciencia natural moderna.

44 Durante su recorrido por el Paraguay tuvo en su "sequito" a un "viejo indio muy inteligente que en otro tiempo había acompañado a D. Félix de Azara en todos sus viajes". D'ORBIGNY, Alcide y J.B EYRIÉS Viaje pintoresco alrededor del Mundo a las dos Américas, Asia y África. Imprenta y Librería de Juan Oliveres, Barcelona, 1842 [París, 1836], Tomo I, p. 213.         [ Links ]

45 Al respecto, estando Paraguay bajo el gobierno del dictador Francia, el naturalista, botánico y médico francés Aimé Bonpland había sido retenido en su paso por la jurisdicción. Aimé Bonpland había viajado a América por primera vez con la expedición de Alexander von Humboldt. En su segundo viaje a América estableció, en 1820, un laboratorio científico en la jurisdicción de Corrientes, así como una empresa yerbatera en Santa Ana. Desde allí estableció relaciones con el caudillo entrerriano Francisco Ramírez que le valieron la enemistad del gobernador Francia quien suponiendo una posible alianza política entre ellos, para invadir Paraguay, ordenó su retención en la jurisdicción por el lapso de nueve años. ARECES, Nidia "De la independencia a la guerra de la Triple Alianza (1811-1870)", en TELESCA, Ignacio (coord.) Historia del Paraguay, Taurus, Asunción, 2010, pp. 149-197.         [ Links ]   

46 Luego de más de un año en el Río de la Plata, se trasladó a la Patagonia. Tiempo después se instaló en Bolivia donde permaneció muchos años avalado por el gobierno de Santa Cruz, para finalmente partir hacia Francia, en febrero de 1834, desde Lima. Como resultado de sus viajes escribió sobre geografía, geología, paleontología, etnología, zoología y botánica. La publicación de sus obras contó con el apoyo del Ministerio de Instrucción Pública de París. 

47 Existía por entonces una competencia entre Francia e Inglaterra por las exploraciones científicas y comerciales en las colonias. PAGNI, Andrea "Estrategias y tácticas del viaje.", cit. Además, se proyectaban puntos de unión comercial entre el Imperio de Brasil y Francia en el área de las minas de Cuyaba. D'ORBIGNY, Alcide y J.B EYRIÉS Viaje pintoresco alrededor del Mundo, cit. Tomo I, p. 213.         [ Links ] 

48 Muy distintas entre sí, representaban dos etapas de su trabajo: "Voyages" el tiempo de la descripción y "L' homme américaine" el tiempo de la síntesis. CHAUMEIL, Jean-Pierre "Dos visiones del Hombre Americano. D'orbigny, Marcoy y la etnología sudamericana", Bulletin de l'Institut Français d'Études Andines, 32, 2003, pp. 459-466.         [ Links ] 

49 D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., p. 25

50 D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., p. 20

51 Dejando fuera de la clasificación de americanos, a quienes tenían origen europeo o africano, por ejemplo. D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., p. 27.

52 Los tipos raciales de carácter inmutable estaban en sintonía con las ideas de Cuvier, máximo exponente de la tradición estática no evolucionista de la anatomía comparada. STOCKING, George Race, culture and Evolution: Essays on the history of Anthropology, Chicago University Press, Chicago, 1982.         [ Links ]

53 Las palabras en itálica están consignadas en el documento. D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., p. 27.

54 D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., p. 14.

55 Dentro de las "consideraciones morales" incluía idiomas, facultades intelectuales, carácter, hábitos, usos y costumbres, industrias, artes, vestidos, centros de civilización, gobierno y religión.

56 D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., pp. 36 y 37.

57 El registro de "rasgos nacionales" se encuentra también en la literatura de viajeros ingleses del período que recorrieron el interior de la Argentina con fines mercantiles. Interesados, como Alcide d'Orbigny, en recorrer, observar y describir costumbres de las poblaciones asentadas fuera de las ciudades, construyeron narrativas donde lo exótico y lo primitivo aparecían como elementos centrales de la alteridad, marcando una profunda distancia con los europeos. En sus relatos, por su parte, aún se vislumbraba la influencia de la geografía sobre las "condiciones morales", el afán de las tipologías y los estereotipos que intensificaron la asociación entre "paisajes nacionales" y "caracteres culturales" específicos. CICERCHIA, Ricardo "De diarios, mapas e inventarios. La narrativa de viaje y la construcción de la modernidad", en 19th International Congress of Historical Sciences, University of Oslo, 2000.         [ Links ]

58 El "carácter moral" estaba asociado con la afabilidad, franqueza, orgullo, y prudencia, entre otras cuestiones. D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., p. 117.

59 Según Navarro Floria "Alcide d'Orbigny hizo un aporte decisivo a la antropología de la primera mitad del siglo XIX: el giro romántico con el que se inició la somatización de la diferencia y la construcción ideológica de un 'carácter nacional' de los 'pueblos libres', supuestamente 'salvajes' e inadaptables a lo que se entendía por 'civilización'".  NAVARRO FLORIA, Pedro "La Patagonia en la clasificación del hombre.", cit.

60 D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., p. 31.

61 En lo que hacía a los rasgos físicos consideraba que las diferencias en los "productos del mestizaje" dependían tanto de las "razas que se cruzan", como de los "lugares del cruzamiento". D'ORBIGNY, Alcide El Hombre Americano, cit., pp. 99-100.

Recibido con pedido de publicación el 8 de julio de 2014
Aceptado para su publicación el 20 de agosto de 2014
Versión definitiva recibida el 31 de octubre de 2014

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