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Prohistoria

versão On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.25  Rosario jun. 2016

 

RESEÑAS

RATTO, Silvia Redes políticas en la frontera bonaerense, 1836-1873: crónica de un final anunciado, Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, 2015, 220 pp. ISBN 978-987-558-349-8

Romina B. Zampa

Investigaciones Socio-históricas Regionales (ISHIR) - Centro de Estudios Sociales Regionales (CESOR), CONICET/ Universidad Nacional de Rosario (UNR), Argentina
romibz@hotmail.com

El último libro de Silvia Ratto, Redes políticas en la frontera bonaerense, 1836-1873: crónica de un final anunciado, expresa en primer lugar el trabajo de investigación que desde hace años sostiene la autora sobre la problemática fronteriza, por lo cual, tiene la cualidad de permitirnos acceder de manera integrada y con mayor profundidad a diversos aspectos que de forma parcial han tenido lugar en diversas publicaciones.

En este sentido, la conformación de redes de relaciones políticas en la frontera bonaerense y el Negocio Pacífico de Indios, entendido no solo como una política estatal, sino como uno de los modos posibles en que sociedad criolla e indígenas estructuraron una relación particular, es el tema abordado en estas páginas. Para dar cuenta de su inicio, características y culminación la periodización se inicia en 1835, desde que comienza a superarse la conflictividad de los años revolucionarios y Juan Manuel de Rosas asume la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Finaliza en 1873, cuando ya terminada la lucha con los caudillos del Interior y la guerra de la Triple Alianza, los sectores dominantes se encuentran en condiciones de afrontar otra estrategia que desplaza finalmente la anterior.

Las principales premisas de las que se vale la autora para su reconstrucción son la concepción de la frontera como un espacio donde las relaciones establecidas por los distintos grupos presentan una diversidad de posibilidades que comprende tanto conflictos como negociaciones, acuerdos o intercambios comerciales. También su porosidad característica, sustentada en el funcionamiento de redes de relaciones personales que se extendían a uno y otro lado del límite formal de separación de los espacios criollos e indígenas permitiendo una comunicación constante de personas e información.

Con la intención de superar una visión de las relaciones interétnicas basadas exclusivamente en el conflicto, ofrece una mirada integral del problema considerando fundamental tener en cuenta de igual manera la política desplegada por criollos e indígenas. En este marco, pensar a la sociedad indígena como un actor político que se inscribe en ese entramado de relaciones interétnicas que constituyen la misma realidad fronteriza implica asumir sin prejuicios tanto la complejidad inherente a su participación como enfrentar las limitaciones documentales. Por eso apela, según las diversas coyunturas, a una variedad de fuentes: algunas tradicionales como tratados o pactos sobre los que propone una nueva interpretación y la incorporación de correspondencia oficial entre autoridades criollas e indígenas, registros estadísticos, relatos de contemporáneos, debates de las cámaras de Diputados y Senadores, Memorias de los Departamentos de Guerra y Marina y Hacienda y expedientes judiciales.

El enfoque está centrado en el espacio fronterizo bonaerense pero es la misma dinámica de las redes de relaciones y el desenvolvimiento de los acontecimientos políticos lo que exige a la autora ampliar la mirada hacia otras realidades fronterizas comprometidas en el proceso, ya que a partir de 1862 las fronteras con indígenas de distintas provincias se convierte en una preocupación del Estado nacional.

A partir de estas consideraciones, el libro se estructura en dos partes con tres capítulos cada una. La primera se inicia en 1836 y culmina con la presidencia de Bartolomé Mitre en 1862. En el capítulo inicial, "Puño de hierro en guante de terciopelo: la política indígena de Rosas", propone un análisis centrado en el Negocio Pacífico de Indios, entendiendo que involucraba relaciones interétnicas con diverso grado de intensidad que no eran estáticas sino que iban cambiando a lo largo del período, fundamentado en las características de los liderazgos indígenas y en la personalización de los vínculos interétnicos. Así, define los elementos fundamentales del mismo y las implicancias para cada una de las partes: significó una vía de enriquecimiento para negociantes criollos y contribuyó a la consolidación de una jerarquía de líderes en la sociedad indígena; describe el liderazgo de Calfucurá y explica su rápido ascenso político. Además, plantea la particular organización de la estructura defensiva fronteriza a partir de la importancia real que tuvieron los lanceros indígenas en la composición de las fuerzas provinciales.

El segundo capítulo, "Barajar y dar de nuevo: realineamientos políticos en el período post Caseros", abarca la separación de Buenos Aires del resto de las provincias, el denominado sitio de Lagos y la gobernación de Pastor Obligado. Teniendo en cuenta los distintos alineamientos indígenas en este contexto, propone un análisis a escala local para visualizar con mayor precisión el rol que jugaron los líderes indígenas para decidir su incorporación a los conflictos políticos así como la participación de lanceros nativos en distintos ejércitos enfrentados. En un principio, el gobierno porteño decidió continuar tanto con el racionamiento de indios amigos como con las relaciones diplomáticas y en las autoridades de campaña no se produjeron cambios significativos. A su vez, se produjo una modificación fundamental en la estructura defensiva con la disolución de las milicias y su reemplazo por las nuevas Guardias Nacionales, que integraron junto con los cuerpos de línea, el Ejército provincial. La estrategia de Calfucurá en esta coyuntura fue mantener paralelamente negociaciones con el gobierno de Buenos Aires y con Urquiza. Desde la dirigencia porteña, se comenzaba a delinear una política de frontera que se contraponía a la política defensiva aplicada durante los años del rosismo expresada en una reorganización del ejército provincial.

En el tercer capítulo, "El fin de la doble diplomacia", aborda, ya en la gobernación de Valentín Alsina y en sintonía con una política fronteriza agresiva, las medidas implementadas para el reforzamiento del ejército porteño. También recorre las vicisitudes de la doble diplomacia sostenida por Calfucurá evidenciada en la correspondencia que mantenía con ambas autoridades. El análisis de diversos casos permite demostrar que tanto las negociaciones como los intercambios estaban asentados en relaciones personales así como la importancia de estos vínculos en la captación de líderes indígenas y sus milicias. A su vez, muestra en el relato de contactos interétnicos que las relaciones de comercio, parentales o diplomáticas no se limitaban a los fuertes o poblados fronterizos sino que comprometían tolderías y asentamientos más distantes.

La segunda parte se inicia con la presidencia de Mitre en 1862 y se extiende hasta mediados de la década de 1870. En el cuarto capítulo, "La 'nacionalización' de las fronteras", sostiene que ya con la promulgación de la Ley 215 en 1867 el gobierno había demostrado interés por incorporar amplios territorios que continuaban en poder de pueblos indígenas. A pesar del compromiso asumido de atender a todas las fronteras, distingue la distinta importancia otorgada a los sectores fronterizos a favor de Pampa y Patagonia y en detrimento del Chaco. También analiza la modificación de infraestructura y diseño de los nuevos fortines en el marco de la reorganización de la línea de frontera. En este sentido, observa el incremento del presupuesto militar a la par del recorte en el gasto del Trato Pacífico en los presupuestos nacionales.

En el capítulo siguiente, "Entretener la paz para ir conquistando la tierra", afirma que aunque el gobierno había optado por una estrategia ofensiva, cuando resultó necesario se mantuvo la práctica diplomática de firmar acuerdos. En este marco, analiza dos situaciones distintas que caracterizaron el período 1869-1873: las negociaciones en la Comandancia de la frontera del Interior con los principales caciques ranqueles y la expedición ofensiva contra los salineros en la frontera bonaerense. En ambos casos, la diplomacia fronteriza continuaba basada en relaciones personales entre personajes claves de ambos mundos, mostrando que cuando se producían cambios en estos se generaban momentos de tensión. La distinción en el primer caso se encontraba en la participación de los padres franciscanos y refugiados que complejizaron la trama de relaciones.

En el último capítulo, "Escenas de la vida fronteriza", la atención está puesta en los asentamientos fronterizos (rancherías y tolderías) en los que habitaban la mayor parte de la población nativa en el oeste y sur bonaerense. La autora sostiene que estos grupos desarrollaron actividades productivas que incluyeron el pastoreo de ganado y cultivos en semejanza a otros pobladores criollos y que esos núcleos de población tenían una estrecha vinculación entre sí. En este contexto, los expedientes judiciales le resultan un recurso válido para acercarse a la población heterogénea de las tolderías y las redes de relaciones establecidas entre caciques y autoridades civiles o militares. En cuanto a los robos de ganado advierte que un aspecto poco estudiado son aquellos cometidos sobre los grupos indígenas. Por último, los episodios considerados demuestran la inexistencia de una política sistemática de integración en la que la entrega de tierras en propiedad a determinadas parcialidades se revela como novedad.

Considero que una vez más los planteos de Silvia Ratto constituyen una valiosa contribución, no solo para aquellos interesados específicamente en la problemática fronteriza y su vinculación con la sociedad indígena sino también para acercarnos a distintas instancias de la construcción estatal argentina en el transcurso del siglo XIX desde espacios y actores que permiten complejizar las interpretaciones posibles sobre este proceso.

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