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Postdata

On-line version ISSN 1851-9601

Postdata  no.12 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Aug. 2007

 

ENTREVISTA

Entrevista a Carlos Strasser*

* Se formó en derecho y en sociología en la Universidad de Buenos Aires entre 1954 y 1964 y en ciencia política (especialmente en teoría política, bajo la dirección de Sheldon Wolin) en la Universidad de Berkeley, California, entre 1966 y 1971, cuando regresó al país. Fundador y director del Posgrado de FLACSO desde 1977, se jubiló en 2005 como Investigador Superior del CONICET. Fue profesor titular de ciencia política en varias universidades. Menciona como sus principales libros a La razón científica en política y sociología (Amorrortu, 1979) y Democracia & Des­igualdad (CLACSO, 1999). Su libro más reciente es La vida en la sociedad contemporánea. Una mirada política (FCE, 2003).

POST Data: Profesor Strasser, ¿en qué etapas dividiría el desarrollo de la ciencia política en la Argentina?

Strasser: En términos generales, creo que es posible reconocer dos grandes etapas. La primera de estas etapas transcurre hasta los años cincuenta. Esta etapa puede retrotraerse a Rodolfo Rivarola y la Revista Argentina de Ciencias Políticas; en general digamos que es la etapa más ensayística. La segunda etapa comienza después de la llamada Revolución Libertadora, aunque la carrera de ciencia política en la UBA se crea mucho después. Este es el momento en que empiezan las ciencias sociales que actualmente llamamos ciencias sociales modernas. Allí se encuentra a José Luis Romero y Gino Germani como grandes impulsores, es el momento en que se crean las carreras de Historia Social y Sociología en la UBA. La ciencia política viene de esa ola, aunque bastante retrasada. Ahora, esta segunda etapa se podría dividir a su vez casi por décadas, según las teorías que dominaron sucesivamente, incluso en sociología, tanto en los estudios como las investigaciones: los estudios de la modernización en los sesenta, los estudios de la dependencia en los setenta, los de las democratizaciones y las transiciones en los ochenta. Actualmente predomina un enfoque más institucionalista, pero la cosa también está más abierta y tiene un perfil menos definido. Incluso diría que la etapa actual presenta algo de desconcierto, paralelo al desconcierto general de las teorías social y política en el mundo.

POST Data: Teniendo en cuenta estos dos grandes períodos, ¿cuáles serían para usted sus principales representantes y cuáles son las obras que podría mencionar como emblemáticas de estos períodos?

Strasser: En la primera etapa se destaca, sin duda, la Revista Argentina de Ciencias Políticas, con Rodolfo Rivarola a la cabeza. Y de la segunda etapa los nombres más relevantes son, me parece a mí, Guillermo O'Donnell, Juan Carlos Portantiero y Natalio Botana. Por supuesto que hay una lista larga de otros autores importantes, pero si hago más nombres quizás me olvido de alguno y no quiero cometer injusticias. En cuanto a las obras, Portantiero escribió varios trabajos sobre la transición democrática, pero el trabajo que a mí me gustó más de él fue Los usos de Gramsci. Me parece un libro muy, muy bueno, con un primer capítulo, "De Weber a Gramsci", excepcional. De Guillermo, lo más relevante me parece que fue El Estado burocrático argentino, tal como salió publicado originalmente por la Editorial de Belgrano, porque en la época del "Proceso" la editorial prefirió no mencionar lo de autoritario. Pero tiene también varias otras cosas que tuvieron gran impacto, como la compilación con Whitehead y Schmitter, Transiciones desde gobiernos autoritarios, aunque la verdad es que a mí no me convenció mucho. Lo mejor de Natalio, a su vez, son sus libros El orden conservador y La tradición republicana.

POST Data: ¿Y qué instituciones han sobresalido a su juicio en esta segunda etapa de la ciencia política?

Strasser: Fundamentalmente el CEDES, que fue creado por Guillermo O'Donnell, Oscar Oszlak y otros, a quienes se agregó Oscar Landi. FLACSO, desde ya, sobre todo por su importantísima docencia de posgrado y su planta de profesores, más que por las investigaciones. Hasta un cierto momento el Instituto Di Tella, que tuvo una producción significativa en historia política y ciencia política, aunque la importancia del instituto se desvaneció hace ya años. Allí estuvieron Manolo Mora y Araujo, Ezequiel Gallo, Natalio Botana, después Juan Carlos Torre.

POST Data: Del primer período, desde principios de siglo, ¿resaltaría alguna institución?

Strasser: En esta etapa se destacó mucho lo que creo que fue la primera corriente politicológica, aunque más bien de Relaciones Internacionales, de la Universidad Nacional de Rosario. Allí se creó la primera carrera de Relaciones Internacionales, que al mismo tiempo contenía materias de ciencia política. La verdad es que no recuerdo ninguna otra, al punto que cuando se crea el posgrado aquí, en FLACSO, era el primer posgrado en ciencias sociales que se armaba en el país.

POST Data: Usted es abogado de la Universidad de Buenos Aires. ¿Participó del equipo del Instituto de Derecho Público de Segundo Linares Quintana? ¿Cómo eran las investigaciones en el área más politológica dentro de la Facultad de Derecho?

Strasser: Mientras estuve en la Facultad apenas si pasé por lo que después se llamó el Instituto Gioja. Ambrosio Gioja fue decano y profesor de filosofía del derecho, y cuando fallece se le pone su nombre al instituto de investigaciones de la facultad. Por esa época, y por mucho tiempo después, me parece que en el área más politicológica la tarea de investigación no fue demasiado relevante. Pero no lo sé a ciencia cierta, porque sólo pasé de costado por el Instituto. El hecho es que en la Facultad de Derecho, dentro del área de derecho público siempre fueron más importantes el derecho constitucional y el derecho administrativo que el mismo derecho político, que luego pasó a llamarse teoría del Estado. En derecho político el más profesional de los distintos profesores, en un sentido politicológico, fue sin duda Mario Justo López. Los demás, en realidad eran abogados con interés en las cosas políticas, sobre todo en la historia de las ideas políticas, pero no eran demasiado politólogos. Tanto es así que nunca hubo un acercamiento entre la Asociación de Ciencia Política (dominada por los abogados sobre todo de la Facultad de Derecho de la UBA, entre los que estaba Mario Justo López, pero también por otros constitucionalistas como Gregorio Badeni, por ejemplo) y lo que se creó como Sociedad Argentina de Análisis Político años después. Recuerdo que en alguna oportunidad a mí me invitaron de la Asociación (y nos reunimos en casa de Mario Justo López) para tratar de unificar las dos organizaciones, con Mario Justo López como presidente y yo como vicepresidente, como si se tratase sólo de nombres. En realidad, eran y son dos asociaciones con orientaciones bastante distintas, dos vertientes desgraciadamente no muy articuladas; de un lado los politicólogos formados en ciencia política y del otro lado los constitucionalistas y los profesores de derecho político.

POST Data: Volviendo a lo que sería la etapa más moderna de la disciplina en Argentina, es decir, desde los años cincuenta en adelante, ¿cómo consideraría la evolución del diálogo y de la producción de conocimiento de los politicólogos?

Strasser: Evidentemente hoy hay mucha más producción que años atrás. Sin ser aún algo completamente satisfactorio, también existen actualmente más medios de difusión y de divulgación de la producción en ciencia política, aunque una revista como Desarrollo Económico se ha vuelto demasiado economista, cuando años atrás era más abierta a las distintas disciplinas de las ciencias sociales. Pero hay claramente más canales, POSTData, por ejemplo, también Estudios Sociales. No sé qué pasa con la irregular Revista Argentina de Ciencia Política, y Ágora desgraciadamente dejó de salir (después del convenio con la editorial Paidós empezó a salir fusionada con una revista española de ciencia política, hasta que desapareció). De modo que, en cuanto a cantidad, diría que hay más producción, aunque quizás todavía falta. En cuanto a calidad, la producción es despareja, con muchos trabajos y artículos empero muy respetables.

POST Data: En los años sesenta y setenta, esa producción de conocimiento ¿estaba concentrada en las manos de pocas personas e instituciones, si se compara con la mayor pluralidad y participación que uno puede observar en la actualidad?

Strasser: No, en aquellos años había también una buena cantidad de nombres. Los años sesenta fueron incluso, diría yo, la década en que (por lo menos en proporción) más gente de las ciencias sociales se formó afuera, en países como Francia, Inglaterra, Estados Unidos, incluso algunos en Brasil y en México. Había una larga lista de nombres, que hoy todavía se encuentran haciendo investigación y docencia en distintas universidades e institutos, como la Universidad Di Tella, FLACSO, la Universidad de San Andrés, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Rosario y la de Mendoza.

POST Data: ¿Cuál cree que ha sido el principal aporte, aunque él siempre se declaró sociólogo, de Gino Germani a los estudios de los fenómenos políticos en la Argentina?

Strasser: Sin duda Política y sociedad (aunque también el siguiente, Sociología de la modernización) fue un super best-seller. Era imposible dejar de leerlo, y por mucho tiempo, hasta que salió el libro de Murmis y Portantiero sobre los orígenes del peronismo, la tesis de Germani sobre las masas disponibles que vienen del campo y los pueblos del interior a Buenos Aires, fue absolutamente dominante y tuvo un gran predicamento. Creo que, más allá de si estaba o no en lo cierto, la difusión que tuvieron su estudio y aquella tesis suya (muy seductora, muy cautivante) sirvió muchísimo para el desarrollo de las ciencias sociales, en particular la sociología política y la ciencia política. Por otro lado, fue también considerable el aporte de Germani en la creación de equipos de investigación y de redes, porque la creación del Instituto de Sociología dentro de la Universidad de Buenos Aires fue obra de Germani, con alguna ayuda de Jorge Graciarena y Torcuato Di Tella, que eran algo así como la mano derecha e izquierda de Gino. Pero Sociología fue creación de él, tanto el instituto como la carrera. Y es un dato interesante, que muestra la importancia de Germani, el que casi todos los primeros cientistas sociales importantes de Argentina, de mi generación por lo menos, fueron sociólogos o empezaron por estudiar sociología (aunque algunos no terminaron y se fueron a estudiar afuera). Es cierto que otros empezaron por derecho, porque cuando todavía no existía sociología muchos empezamos por estudiar primero derecho y después nos fuimos a estudiar afuera. Estoy hablando, en total, de Miguel Murmis, el Negro Portantiero, Eliseo Verón, Silvia Sigal, Francisco Delich, Guillermo O'Donnell, José Nun, Ernesto Laclau, yo mismo.

POST Data: ¿Qué evaluación hace de la producción de conocimiento en ciencia política y en teoría política en Argentina a principios del siglo XXI?

Strasser: Diría que en ciencia política hay bastante producción. De teoría política propiamente dicha, en cambio, hay muy poca o escasísima producción en Argentina. Y voy a aventurar una hipótesis, aunque un poco insegura, de ese desarrollo desigual. Creo que la gente que se formó en Francia (a pesar de todos los nombres que vienen de la tradición de la teoría político-social francesa, que no son pocos) no ha tenido mucha vocación por hacer lo que me parece constituye una parte importante del estudio en la teoría política, o una medida importante del ingreso al estudio de la teoría política, que es la historia de las ideas políticas. Lo que uno podría llamar la corriente o la tradición más francesa de estudios político-sociales ha tenido mucha más inclinación por la teoría sociológica que por la teoría política. Y ha habido en los últimos treinta años un número mucho mayor de gente educada en Francia que educada en Estados Unidos, Inglaterra o Alemania. En la misma época en que yo estudiaba, el único de los argentinos en Estados Unidos que en esos años se orientaba a la teoría política, creo, era yo. Los demás estudiaban administración pública, política comparada o política latinoamericana. Pero teoría política no hacía nadie, que yo recuerde. De esa misma época, el único que hacía algo así era Ernesto Laclau, en Inglaterra. Y en Francia, de la gente que se formó allí, ninguno tuvo mucha inclinación por la teoría política. Menos, es cierto, por la ciencia política a la americana, de estudios más bien empíricos. En todo caso Emilio de Ipola, me parece, fue un poquito la excepción en el campo de la teoría, si no de entrada, a la larga.

POST Data: ¿Cuál cree que ha sido el principal aporte realizado por la SAAP en estas últimas décadas? ¿Cómo se podría fomentar y aumentar ese aporte?

Strasser: Por un lado, creo que la publicación de la revista ha sido muy importante. Pero sin duda lo más importante han sido los congresos organizados por la SAAP, porque permitieron juntar a una gran cantidad de gente de todo el país. En definitiva, fue el modo a través del cual los politicólogos del interior pudieron acercarse más, diría yo, a la unidad productora principal de ciencias sociales en Argentina, Buenos Aires. Recuerdo congresos que fueron verdaderamente multitudinarios, con mucha presentación de ponencias por parte de gente de todas las provincias, que de no haber sido por esos congresos o convenciones no habrían tenido ni el incentivo ni el modo de dar a conocer sus trabajos. Creo que la SAAP ha sido muy importante en este sentido.

POST Data: Y más allá de la revista y los congresos, ¿cuál cree que debería ser el papel que debería ir asumiendo una asociación como la SAAP?

Strasser: Podría jugar un papel importante en el impulso a la formación, y en la coordinación, de equipos de investigación. Pero eso depende muchas veces de las personas. Generalmente la iniciativa desemboca, termina, en personas. Ahora, si se encontrasen las personas adecuadas, una de las tareas que podría (y creo yo debería) realizar la SAAP es facilitar, como hizo CLACSO durante mucho tiempo, la coordinación de equipos de investigación.

POST Data: Volviendo a lo anterior, ¿se podría afirmar entonces que existe un desarrollo dispar de la disciplina a lo largo del país?

Strasser: Con la excepción de Mendoza, que siempre fue un caso aparte, donde la ciencia política se desarrolló más tempranamente y más intensamente por influencia de algunos profesores pioneros, diría que efectivamente hay dos tiempos y dos intensidades muy distintas de desarrollo de la disciplina. El interior está, a grandes rasgos, muy atrasado respecto de la profesionalización y el nivel de estudio e intensidad de los cursos, y con respecto también a publicaciones. Un buen indicador que permite medir esto, son los posgrados (maestrías o cursos semi presenciales) de FLACSO que tienen una demanda increíble de gente del interior. Aquí viene gente desde Tierra del Fuego hasta Misiones, sea una vez por mes y hasta una por semana, lo que habla a las claras de que no hay demasiadas alternativas.

POST Data: Yendo un poco más a los temas que usted ha trabajado, ¿cómo se podrían clasificar los estudios sobre la democracia en Argentina? ¿Cuáles fueron sus principales ejes de indagación y qué aportes resaltaría?

Strasser: Creo que hubo muchos estudios sobre el o los procesos de democratización, sobre las llamadas transiciones o consolidaciones de la democracia. Fueron importantes, aunque no excesivamente importantes, a mi entender. Por cierto tuvieron mucho éxito, atrajeron a mucha gente, tuvieron muchos lectores, pero para mi gusto hicieron mucho "seguidismo" de lo que pasaba políticamente. Exagerando, se podría decir que le ponían nombres difíciles a aquellas cosas que en los diarios salían con títulos más fáciles, hasta inventar términos por el estilo de aquéllos que inventó Schmitter (recurro aquí a un extranjero a propósito) de "democradura" o "dictablanda".Y analizaban por demás las evoluciones políticas de corto a mediano plazo. Con descuido, y esta sería una segunda observación, con un evidente descuido sobre lo que se entendía por democracia. Quiero decir, se daba siempre por sobreentendido que la democracia era un término de llegada, algo que no necesitaba mayor definición, mayor conceptualización. El propio Guillermo O'Donnell, por ejemplo, ha entrado más recientemente en lo que son, ahora sí, estudios de teoría de la democracia, dejando atrás los más enfocados sobre los procesos de democratización. A mí personalmente me resultan mucho más interesantes los estudios de teoría política sobre la democracia que los de los procesos políticos de transición.

POST Data: ¿Cuál cree que ha sido el aporte de sus indagaciones más filosóficas al planteo de la problemática democrática?

Strasser: Aquí me es más cómodo y puedo tomar como referente al mismo Guillermo O'Donnell, para seguir con él en la materia. Recién lo citaba y creo que en esto coincidiríamos, en los últimos años él ha rescatado algo de mi producción. Diría que la conceptualización que he realizado acerca de la democracia. Por lo pronto, la definición de ella como un tipo de régimen de gobierno del Estado, fórmula teóricamente muy compleja. La fórmula distingue el nivel del concepto de democracia del nivel de las condiciones de posibilidad o de correspondencia de eso que se conceptualiza como democracia, este nivel distinguido a su vez del nivel de los tipos o subtipos empíricos de democracia. Y empieza por conceptualizar los tres términos entrelazados en la fórmula, a saber, régimen, gobierno y estado, así como continúa diciendo que, más allá de la conceptualización de democracia y conforme la misma conceptualización de democracia, con esa diferencia en los tres niveles, en la realidad del mundo contemporáneo no existe ninguna democracia propiamente dicha. Ninguna, al menos, que no sea lo que llamo un gobierno mixto. Hay regímenes más o menos civilizados y más o menos liberales, pero no democracias. La llamada democracia es una mezcla de distintos tipos de régimen que coexisten, cohabitan entre sí y se mezclan, y cuya combinación se da por ciclos, es decir, a través de cambios en la combinación de los regímenes fundidos y confundidos entre sí en lo que se llama democracia pero no es propiamente democracia. Con, eso sí, la ideología democrática por detrás amparando a la combinación, con muchos sobreentendidos.

POST Data: ¿Cuál fue la contribución que a su juicio hizo la creación de la carrera de ciencia política en la Universidad de Buenos Aires?

Strasser: Me parece a mí que lo más importante fue hacer saber que había algo que no era sociología, que no todo era sociología. Porque todos eran sociólogos, así fuesen politólogos, y en realidad la ciencia política era y es una cosa distinta de la sociología, una cosa que aquí aparece bastante después y que no estaba en el candelero. Lo interesante fue que la ciencia política (con la creación de la carrera) pasó a disputarle a sociología el favoritismo en el ingreso a la universidad, esto es, en la cantidad de alumnos, luego también en la producción de artículos o de libros. Durante un largo tiempo la sociología había sido claramente la ciencia social dominante, pero luego fue eclipsada por la ciencia política, cuando ya establecida la carrera todo el mundo empezó -incluso los sociólogos o varios de ellos- a autodesignarse como politicólogo. Además, algunos de los sociólogos más propiamente sociólogos y más merecidamente conocidos como sociólogos, empezaron a hacer sociología política, cuando no ciencia política lato sensu y a ocuparse de temas politicológicos. Y creo que en eso tuvo bastante que ver la existencia de la carrera, el reconocimiento, la profesionalización, la institucionalización de la ciencia política.

POST Data: ¿Cuál ha sido para usted el rol de FLACSO en el desarrollo de la ciencia política en Argentina? ¿Cuáles han sido sus principales aportes y cómo se ve y se proyecta hoy en día?

Strasser: Creo que, si bien ha realizado su aporte en el campo de la investigación, el aporte fundamental de FLACSO a la ciencia política fue en el ámbito de la docencia de posgrado, con la Maestría en Ciencia Política y Sociología. En la entrada de FLACSO está la nómina de egresados de la Maestría en Ciencia Política y Sociología, que publicamos hace muy poquito. Si la leen se van a encontrar con unos cuantos nombres muy conocidos de las ciencias sociales que hicieron su maestría en FLACSO. En la investigación, como decía antes, los aportes han sido relativamente más escasos. Pero aún así señalaría los aportes de Daniel García Delgado y, más recientemente, hasta hace poco, de Marcos Novaro, además de los míos o, en relaciones internacionales, los de Roberto Russell, Roberto Bouzas, Diana Tussie y Mónica Hirst. Hubo ciertamente otros nombres, pero fueron más fugaces, porque estuvieron menos tiempo en FLACSO o porque sus proyectos de investigación duraron menos tiempo.

POST Data: Se ha dicho que en Argentina el desarrollo de la ciencia política muestra algo así como una fragmentación institucional, ¿cuál es el grado de comunicación que se puede observar hoy entre las instituciones que hacen ciencia política en la Argentina? ¿Cómo es hoy ese diálogo?

Strasser: A mí me parece que el diálogo existe pero es mucho más personal que institucional. Hay muy buen diálogo entre la gente que hace ciencias sociales, y especialmente sociología y ciencia política, en el país y en Buenos Aires por lo pronto. Ese diálogo no está demasiado institucionalizado. Ahora, la gente va y viene de una institución a la otra, dicta seminarios en instituciones distintas, trabaja en investigaciones en el Germani junto con gente que viene de distintas espacios institucionales. De modo que diría que el diálogo es bastante fluido, aunque más personal que institucional. Pero me parece que no hay muchas rivalidades, celos, envidias que sean divisorias.

POST Data: Esa falta de una integración institucional, ¿es para usted un obstáculo para el desarrollo de la disciplina o para la creación de lo que sería una comunidad dentro de la ciencia política?

Strasser: No, quizás al contrario. Porque creo que las instituciones generalmente entorpecen la fluidez de la comunicación, porque la rigidizan, la formalizan. FLACSO, por ejemplo, creció mucho sobre la base de la no institucionalidad, de la no rigidez interna. Acá todo el mundo tuvo siempre, cada sector, cada área, la posibilidad de crear con bastante autonomía. Claro, con un mínimo de reglas, de seriedad y nivel académico, pero con gran libertad para darle forma a lo que tenía ganas de hacer. Y en FLACSO regional, por ejemplo, la comunicación, mucho más que de sede a sede (hay aproximadamente una docena de sedes), es de personas a personas o de equipos de investigación a equipos de investigación, no tanto institucional. La verdad es que no me preocupa demasiado la falta de institucionalidad.

POST Data: ¿Qué desfasajes usted aprecia entre el desarrollo de la ciencia política en Argentina y el desarrollo que la disciplina está teniendo o ha adquirido en Estados Unidos, por un lado, y en Europa, por el otro?

Strasser: En la pregunta se reúnen dos cosas distintas, que es importante diferenciar. Por un lado, el nivel académico de los profesionales en Argentina me parece excelente, muy bueno, tienen un nivel comparable con cualquier país, Estados Unidos incluido. Pero, por otro lado, veo todavía mucha dependencia de la creación teórica o conceptual europea o norteamericana, más bien la europea. Por ejemplo, en este momento muchos están pendientes de la filosofía política italiana, o de los filósofos políticos italianos, por ejemplo, Esposito, Agamben, Virno. Mi sensación es que la teoría política y social está en un momento de impasse, casi sin rumbo, inventando temas. Pasó la moda Ulrich Beck, todavía está de moda Zigmunt Bauman, que ha publicado cosas realmente interesantes (aunque se repite mucho también). Pero insisto, me da la sensación de que todo el mundo en Argentina está pendiente de lo se que produce afuera, Giddens, Beck, Bauman, y algunos otros, como los italianos actualmente, y que no hay una creatividad propia.

POST Data: La influencia de Estados Unidos, pareciera dar una importancia desmesurada a hacer trabajos que sean exclusiva o excesivamente empíricos. ¿Cómo evalúa usted esta influencia?

Strasser: Esto es efectivamente la vieja tradición norteamericana, el empirismo, el conductismo. Pero me parece que esa influencia norteamericana era más grave e intensa hace cuarenta, treinta o veinte años atrás. La última moda de la new political economy o el neoinstitucionalismo me parece que no tienen tanta influencia hoy como tuvieron sus equivalentes algunas décadas atrás. Quedó sí anclada la tradición de estudios empíricos y empiristas; pero como nuestra tradición, es decir la tradición argentina más vieja, viene de la otra punta, más bien del ensayismo, el punto de encuentro de estas dos tradiciones quizás no deja de ser productivo. No creo que se haya caído demasiado aquí en el estudio de la cuantería empíricamente bien sustanciada, aunque ciertamente hubo casos. Hace más de treinta años ya salió la primera edición de un libro mío sobre epistemología (La razón científica en política y sociología) en el que realizaba una crítica muy fuerte del empirismo, crítica que seguiría haciendo hoy tal cual. Pero la cosa hoy parece menos enfermiza. En aquella época, en cambio, la cosa era terrible, incluso en la Universidad de Berkeley la batalla entre los de teoría política (grupo chico en el que estaban, entre otros, Sheldon Wolin y Hanna Pitkin) y los empiristas y conductistas fue terrible, terminaron por ahuyentar a Wolin, que se fue a la Universidad de Princeton, a Schaar, que se fue a Santa Cruz, una universidad muy chiquita de California. Pero el desprecio de los empiristas y los anti-teoría (y estoy hablando de nombres muy reconocidos que había en ese momento en Berkeley en la ciencia política y la sociología, tales como Lipset, Smelser, Polsby, McCloskey) respecto de los political theorists era total, les hacían la vida difícil. Pero bueno, eso pasó a la historia, era la época del conductismo. Ya Dahl, hacia los sesenta, escribe lo que llama el epitafio del conductismo, un artículo con un título muy lindo que salió publicado en la American Political Science Review.

POST Data: ¿Qué evaluación hace usted de estos últimos años tanto respecto a la institucionalización de la comunidad de científicos políticos como a la creación de espacios de profesionalización?

Strasser: Hay dos campos, a mi juicio: el mundo académico y el mundo no académico, que puede incluir desde el Estado hasta el mundo de la empresa. Al mundo académico lo veo bastante afianzado, hay un mercado de trabajo más o menos afianzado y más o menos importante. Acá en FLACSO, por ejemplo, se incorpora bastante gente a trabajar. Por lo que hace al mundo no académico, especialmente desde el ámbito estatal creo que también ha habido bastante demanda de profesionales, de políticólogos. Pero en el ámbito empresario me parece que la ha habido muy escasa. Salvo para egresados de la San Andrés, que ingresan al mercado de la empresa con un título de ciencia política, o más de relaciones internacionales; pero la verdad es que no sé bien qué hacen. El mercado de las consultorías para los politicólogos es muy chiquito. En suma, me parece que el mercado empresario casi no existe. En cambio desde el Estado sí me parece que hay una demanda importante; por ejemplo, los cuerpos legislativos han incorporado cada vez más politólogos.

POST Data: ¿Cómo evaluaría usted el grado y la conveniencia de los estudios interdisciplinarios en los cuales la ciencia política trabaja en combinación con otras disciplinas?

Strasser: Que conviene no hay la menor duda. Creo que nada se explica si no es desde distintos ángulos, "nada viene traído por una mano única". Cualquier fenómeno hay que explicarlo siempre, para poder alcanzar una explicación satisfactoria y más completa, sumando y articulando enfoques. Pero no me parece que exista mucha interdisciplina, y creo que es por inercia, en general, de las formaciones profesionales. La gente tiende a ser conservadora de lo que mejor conoce, de lo que más sabe, y hay siempre temor al cambio, a la pérdida de trabajo. De modo que uno se siente más confortable en la "quinta propia" que compartiendo terrenos con otros y en alguna forma compitiendo. Obviamente hay inseguridad, sería cuestión de acostumbrarse a la inseguridad. En fin, no creo que haya nada especialmente mencionable, en cuanto a instituciones académicas de investigación, que hayan promovido o alentado la interdisciplina. Acá, en FLACSO, yo siempre traté de incentivar los intercambios, de crear foros, de juntar a la gente, pero en realidad la cosa cuesta mucho, porque la gente no tiene mucho tiempo ni muchas ganas de salirse de lo suyo.

POST Data: ¿Cómo evalúa usted la estructura de posgrado que existe hoy en la Argentina respecto a nuestra disciplina, tanto en cuanto a la calidad como a la cantidad? ¿Cree usted que ha ayudado a consolidar la ciencia política?

Strasser: Yo me declararía satisfecho. Me parece que estamos a la altura de la demanda tanto social como académica. No me parece que estemos demasiado atrás en la oferta académica. Hay instituciones que sin duda han sido muy importantes en Buenos Aires, como la Universidad Di Tella, FLACSO, la UBA, el CEDES. En el interior, en cambio, me parece que sí hay cierta insuficiencia. Por ejemplo, en Córdoba está el Centro de Estudios Avanzados, pero no alcanza. En Mendoza hay algo también, pero insuficiente. En Rosario nosotros tenemos una "sucursal" hace veinte años, ahora y desde hace poco tiene competencia.

POST Data: ¿Y que rol ha jugado FLACSO en este aspecto?

Strasser: Creo sin duda que ha jugado un rol pionero, porque fue el primer posgrado en ciencias sociales serio, desde el punto de vista académico, y con una cantidad de graduados realmente importante. Además la oferta académica de FLACSO se ha multiplicado. Hoy hay nueve maestrías, junto con el doctorado, y hay infinidad de cursos (más cortos o más largos, de seis meses o un año de duración). Si uno suma los cursos virtuales, por ejemplo, el alumnado total de FLACSO es actualmente de unos seis mil estudiantes de posgrado, la mitad presenciales y la otra mitad virtuales.

POST Data: ¿Cuáles son sus actuales líneas de trabajo?

Strasser: Estoy trabajando en un libro que me está dando un permanente dolor de cabeza (hace dos años y medio que empecé los borradores y no me convencen). Siempre dentro de teoría de la democracia. De alguna forma quiere ser muy crítico al principio para después tornarse positivo, y si no resignado, sí conformista con la situación política posible en los países desarrollados y de mediano desarrollo. Me dediqué a trabajar bastante sobre el concepto, la idea y la historia de la representación, del gobierno representativo. La verdad es que no sabía mucho sobre la historia de la representación, ni de teoría de la representación, y ahora que creo que sé bastante me he quedado con lo poco que pienso realmente útil. Lo he incorporado a mi enfoque crítico de lo que se entiende o se da en llamar democracia, y muy crítico de lo que se da en llamar gobierno representativo, pero para al fin y al cabo valorizar lo que no será democracia ni gobierno representativo pero después de todo es bastante civilizado. Esa sería la tesis final.

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