SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número13Golpeados pero de pie: Resurgimiento sindical y neocorporativismo segmentado en Argentina (2003-2007)Algunas reflexiones sobre la enseñanza de la ciencia política en la Argentina índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Postdata

versión On-line ISSN 1851-9601

Postdata  no.13 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2008

 

ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN

El efecto de la participación electoral. En las primarias para la elección presidencial. De 1999 en Chile*

por Patricio Navia** y Priscila Rojas Morales***

* Este trabajo recibió financiamiento del Proyecto Fondecyt 1060479 (Evolución histórica y determinantes sociales, étnicos, culturales y coyunturales del comportamiento electoral de los chilenos, 1989-2005) y del Fondo Facultad de la Universidad Diego Portales Número 16.03.25.009. Agradecemos los comentarios de Mauricio Morales, Peter Siavelis y J. Samuel Valenzuela. Todos los errores son de nuestra responsabilidad.
** Director del Observatorio Electoral de la Universidad Diego Portales y profesor de la Escuela de Ciencia Política de la misma universidad. Profesor del Center for Latin American and Caribbean Studies, New York University. E-mail: patricio.navia@nyu.edu.
*** Investigadora del Observatorio Electoral de la Universidad Diego Portales; realizando actualmente la Maestría en Gobierno y Asuntos Públicos, FLACSO (México). E-mail: priscilla.rojas.morales@gmail.com.

 


Resumen

¿En qué medida la tasa de participación en una elección primaria explica tanto la votación por el candidato ganador como la participación en la elección general? Las primarias de la Concertación en Chile en 1999 tuvieron un efecto positivo en la votación de Ricardo Lagos en la elección presidencial posterior. La participación electoral en las primarias también tuvo un efecto positivo sobre la participación en la contienda presidencial. Hubo también una relación positiva entre la votación por el candidato PDC en las primarias y el apoyo al candidato de la Concertación en la elección presidencial. Después de discutir los efectos de las primarias en los procesos de selección de candidatos, analizamos el contexto de las primarias de 1993 y de 1999. Mostramos, con datos por comunas, dicho efecto positivo. Finalmente, discutimos las implicaciones que pudiera tener la celebración de primarias en los resultados electorales de esa coalición política en la elección general.

Palabras claves: Primarias; Diseño institucional; Democratización; Partidos políticos; Coaliciones.

Abstract

To what extent, the turnout level in a primary election explains turnout in the subsequent general election and on the vote for the winning candidate in the primary? There was a positive effect of the presidential primary held by the "Concertación" in Chile in 1999 on the vote for Ricardo Lagos in that year's presidential election. There was also a positive effect of primary turnout on general election turnout in 1999 and a positive relationship between the vote for the losing candidate in the primary and the opposition candidate in the general election. After analyzing the theory on the effect of primaries on the candidate selection process, we summarize the prior history of primaries in Chile. With communal level data, we assess the effect of primary turnout and electoral support for the winning candidate on the vote the coalition candidate in the general election. We finish by discussing the implications that holding primaries might have on the general election vote share for that coalition.

Key words: Primaries; Institutional design; Democratization; Political parties; Coalitions


 

El 30 de mayo de 1999, un millón y medio de personas participó en unas primarias abiertas para escoger al candidato presidencial de la Concertación. Todos aquellos que, estando inscritos en los registros electorales, querían participar en el proceso de selección del abanderado de la coalición pudieron hacerlo. En total, el 19 por ciento de los inscritos en el registro electoral participó en esta instancia organizada y financiada por la propia Concertación. Esa fue la primera ocasión, y hasta el momento la única, en que el nombre del abanderado de una de las coaliciones políticas en Chile ha sido decidido por la voluntad de los electores utilizando el principio de una persona igual un voto.
¿Hasta qué grado la participación en una elección primaria explica o influencia la participación en la elección general y la votación por el candidato ganador en las primarias? En este trabajo se estudian las primarias celebradas por la Concertación en mayo de 1999 y su efecto positivo en la votación lograda por su candidato Ricardo Lagos en la presidencial de diciembre de 1999. Además se evalúa el efecto que tuvo la participación electoral en las primarias sobre la participación electoral en la contienda presidencial. Finalmente, se analizan las posibles causas de la relación positiva entre la votación por el candidato
perdedor en las primarias de la Concertación y el apoyo a alguno de los candidatos de derecha en las elecciones presidenciales de 1999.
El trabajo se estructura en cuatro apartados. En primer lugar, se discuten los efectos que tienen las primarias en los procesos de selección de candidatos. Luego, después de discutir la forma en que se llevaron a cabo las primarias de 1993, se analiza el contexto de las primarias de 1999, donde el candidato de la coalición conformada por el PS (Partido Socialista) y el PPD (Partido por la Democracia), Ricardo Lagos, derrotó al candidato del PDC (Partido Demócrata Cristiano), Andrés Zaldívar. En tercer lugar, se analiza estadísticamente, con datos correspondientes al nivel comunal, el efecto que tuvo tanto la participación electoral en las primarias de 1999 como la votación por Lagos en dichas primarias sobre la votación que logró el mismo Lagos en la elección presidencial. Finalmente, se discuten las implicaciones positivas y negativas que pudiera te­ner la celebración de primarias en una coalición sobre los resultados electorales de esa coalición en la elección general.

I. Las primarias como mecanismo para nominar candidatos

Las elecciones son un elemento esencial y constitutivo de la democracia (Dahl 1971, Przeworski 1999, Schumpeter 1964 [1950]). A través de contiendas competitivas, los electores escogen a aquellos que controlarán el gobierno y ejercerán el poder (Nohlen 1998). Sin embargo, antes que ocurran, los partidos políticos o las elites deben nominar a los candidatos que participarán en la elección. Las elites deben coordinarse estratégicamente para maximizar el número de votos y/o maximizar el número de escaños que puedan obtener (Cox 2004). Ya que este desafío se enfrenta con información imperfecta, en tanto no se sabe la forma en que votará la gente, es posible que ocurran ciertos errores de coordinación cuando los partidos no logran nominar a candidatos que optimicen la votación del partido. Por cierto, los electores también enfrentan el desafío de coordinar sus preferencias respecto a los distintos candidatos. Existen mecanismos que facilitan dicha coordinación, como la segunda vuelta, la magnitud del distrito y las barreras de entrada para que los partidos compitan y logren obtener escaños (Sartori 1997).
Pero el principal desafío de coordinación corresponde al de las elites. Los partidos políticos deben coordinarse para maximizar sus votos y ganar elecciones. El proceso de nominación de candidatos representa el mecanismo preferente a través del cual los partidos se coordinan para escoger candidatos que logren
maximizar su votación. Aunque existen pocos estudios sistemáticos sobre mecanismos de nominación de candidatos, algunas investigaciones recientes han centrado la atención en el efecto que diferentes mecanismos tienen en fomentar una mayor calidad y transparencia de la democracia electoral (Morgenstern y Siavelis 2008). En general, en distintos países existen diferentes mecanismos para que los partidos elijan a sus candidatos. Uno de esos mecanismos es la elección primaria.
Las primarias presentan una serie de fortalezas. Aunque la teoría de la democracia en general no incorpora una discusión muy acabada sobre el papel que juegan las primarias en el proceso electoral, hay suficientes argumentos para alegar que las primarias pueden contribuir a mejorar la calidad de la democracia y el nivel de la competencia electoral (Casillas Ortega 2000). Ciertamente, las primarias transparentan los procesos de nominación de candidatos a puestos de elección popular (Morgenstern y Siavelis 2008, Trent y Friedenberg 2000). Es más, cuando son abiertas y concitan niveles suficientemente altos de participación, las primarias también permiten que los candidatos de los partidos obtengan una legitimación popular de la que no gozan los nominados por las cúpulas partidistas.
Adicionalmente, las elecciones primarias permiten al electorado informarse de las posiciones y visiones de los aspirantes a candidatos antes de que se produzca la campaña para la elección general. Esto facilita la solución a las asimetrías de información que enfrentan los votantes al momento de escoger entre candidatos. Dado que en las campañas de las primarias los distintos candidatos del mismo partido/coalición necesitan diferenciarse para ganar el apoyo de los votantes, éstos revelan información sobre sí mismos y sobre sus contrincantes que no sería necesariamente revelada en la elección general, donde el objetivo es demostrar las diferencias entre partidos y no al interior de un partido. Si bien la campaña general también permite revelar información sobre los candidatos, el hecho que las primarias revelen información diferente reduce los costos de transacción que enfrentan los electores al momento de decidir respecto a las fortalezas y debilidades de los candidatos.
Pero las primarias también plantean dificultades para la teoría democrática y producen costos para la fortaleza de los partidos. La presencia de primarias altera la estructura de poder de los partidos políticos. Ya que éstas transfieren la potestad de nominar candidatos a los electores, el poder de los partidos políticos inevitablemente disminuye cuando existen primarias (Cutright y Rossi 1958, Ranney 1968, Ranney 1972). En países donde el sistema de partidos es débil, la adopción de primarias puede debilitarlo aún más. Adicionalmente, cuando las primarias presentan bajos niveles de participación, el poder de decisión de
los partidos es debilitado y la influencia de grupos de interés específicos puede ser excesivamente desmedida (Gallo 2005, Kenney y Rice 1984, Ranney 1972).
Las primarias también alteran los supuestos básicos de los modelos que tradicionalmente se utilizan para explicar las dinámicas que ocurren en democracias presidenciales con sistemas bipartidistas. El celebrado modelo de Downs del votante medio (Downs 1957, Grofman 1995) supone que los candidatos en un sistema bipartidista buscan el apoyo de los votantes moderados que le pueden dar la mayoría. Pero si primero deben enfrentar primarias, los candidatos adoptan posiciones tales que atraigan el apoyo mayoritario entre los militantes o simpatizantes de sus partidos y no necesariamente las posiciones favorecidas por el votante medio. En efecto, si hay primarias los candidatos ganadores adoptan aquellas posiciones que son apoyadas por una mayoría de su partido o coalición pero que no necesariamente concitan el apoyo de los votantes moderados. Y aunque después de las primarias intentan adoptar posiciones más cercanas a las del votante moderado, los candidatos ganadores de todas formas cargan con las promesas que hicieron y las posiciones que adoptaron para obtener el triunfo entre los simpatizantes de su partido y coalición.
Peor aún, el modelo de Downs se basa en el supuesto de la obligatoriedad del voto. Pero en la práctica, aún en países donde formalmente lo es, la participación nunca es universal. En general, en las elecciones tienden a participar más aquellas personas que tienen posiciones políticas más intensas. Por eso, las campañas a menudo buscan cortejar a los votantes más afines antes que buscar el apoyo de los electores moderados. Es más, en ocasiones los partidos realizan campañas negativas para ahuyentar a los electores moderados indecisos con el fin de intentar lograr victorias sólo con el apoyo de los votantes más partisanos (Ansolabehere y Iyengar 1995).
Puesto que los argumentos teóricos sobre las fortalezas y debilidades de las primarias no dejan claro si éstas terminan siendo positivas o negativas para los partidos que las celebran, para los electores que en ellas participan y para el sistema democrático, bien vale la pena analizar la experiencia de países que han celebrado primarias para evaluar el efecto que han tenido sobre la calidad de la democracia.
Estados Unidos posee la experiencia histórica más extensa en la utilización de primarias para escoger candidatos a puestos de elección popular (Key 1947). Utilizadas desde comienzos del siglo XX, las primarias se han convertido en una característica esencial del sistema político bipartidista de ese país. Aunque son más conocidas para la nominación de los candidatos presidenciales, también son ampliamente utilizadas para seleccionar a los candidatos al senado, a la Cámara de Representantes, a los gobiernos estatales y locales. Dada la
inusualmente débil estructura de los partidos políticos estadounidenses (Aldrich 1995), las primarias dan al electorado la potestad de seleccionar a los candidatos. Sin embargo, en otros países esa función recae en el liderazgo de los partidos. Si bien no es claro si las primarias debilitaron a los partidos estadounidenses o si las primarias llegaron a suplir una debilidad ya existente, existe una innegable coincidencia entre la práctica establecida de primarias y la debilidad de la estructura de partidos políticos en Estados Unidos.
Desde que comenzó a ser utilizado, el mecanismo de primarias ha sido objeto de diversas críticas. La principal tiene que ver con la naturaleza de los candidatos que resultan ganadores cuando hay primarias. Ya que se supone que en las primarias participan fundamentalmente los militantes del partido y adherentes más comprometidos (los que más intensamente se identifican con los temas debatidos en la campaña), los candidatos ganadores terminarían siendo aquellos que logran concitar el apoyo de los militantes pero no necesariamente aquellos que puedan optimizar las posibilidades del partido de ganar la elección. Aún en el caso de primarias abiertas -no restringidas a los militantes de un partido- el hecho que la participación electoral sea menor a la que se observa en elecciones generales haría que los candidatos más extremos logren la victoria, reduciendo así las posibilidades del partido de ganar la elección (Carey y Polga-Hecimovich 2004, Carey y Polga-Hecimovich 2006, Cutright y Rossi 1958, Epstein 1986, Key 1947, Polsby 1983, Ranney 1968). Pero esta hipótesis ha sido cuestionada por estudios que sugieren que los electores que participan en primarias no son poco representativos o, si lo son, tienen en mente al momento de votar lo que más conviene al partido en la elección nacional (Abramowitz 1989, Geer 1988) Una de las preguntas esenciales, entonces, es saber si las primarias sistemáticamente atraen electores cuyas preferencias difieren de las del electorado nacional. Otro interrogante es saber si los electores de elecciones primarias son incapaces o contrarios a votar teniendo en cuenta la necesidad de escoger a un candidato que optimice las posibilidades de que su partido gane la elección general (Carey y Polga-Hecimovich 2006).
En América Latina las elecciones primarias se han hecho en años recientes cada vez más populares, y han atraído un creciente interés académico (Alcántara Sáez 2002, Carey y Polga-Hecimovich 2004, Carey y Polga-Hecimovich 2006, Casillas Ortega 2000, Colomer 2003, De Luca, Jones y Tula 2002, Gallo 2005). Las conclusiones de estos estudios son en general bastante optimistas respecto a los efectos de las primarias en el ejercicio democrático. De estos autores, Alcántara Sáez es el más cauto respecto a los beneficios que supone la celebración de primarias puesto que "el número de casos y la casuística de ellos no permite sacar conclusiones sobre sus posibles efectos, tanto
sobre la credibilidad de los partidos como sobre la mejora de los niveles de representación y participación, ni incluso sobre la democratización de los partidos. Los análisis solamente se pueden realizar en el plano de la mera especulación, faltos de sostén empírico" (Alcántara Sáez 2002: 35). Carey y Polga-Hecimovich (2004: 14) son en cambio más optimistas al sugerir que "en gene­ral, en América Latina, encontramos evidencia que demuestra que los candidatos presidenciales que ganaron elecciones primarias compitieron exitosamente contra candidatos qe fueron nominados por otros métodos. De hecho, los candidatos que ganaron primarias tuvieron mejores resultados que aquellos que fueron seleccionados de otra forma". Colomer (2003) es moderadamente opti­mista, aunque subraya la necesidad de un diseño institucional apropiado. En su estudio sobre cuatro países (Argentina 1999, Chile 1999-2000, México 2000 y Uruguay 1999) concluye que mucha 'democracia interna' pueden afectar adversamente la votación del partido, pero una mayor disciplina que otorgue autonomía a los líderes puede crear más oportunidades para adaptarse con éxito a las preferencias de los electores y a las negociaciones multipartidistas. Finalmente, Buquet y Chasquetti (2008) también llegan a conclusiones bastante optimistas en su estudio sobre los procedimientos de selección de candidatos presidenciales en Uruguay.
En general, estos estudios suponen que los votantes en elecciones primarias son más extremos que los que participan en una elección general. Pero ese supuesto parece tener más sentido en el contexto del sistema bipartidista estadounidense que en los sistemas multipartidistas de América Latina (Carey y Polga-Hecimovich 2006). Es más, la evidencia que hasta ahora existe demuestra que las primarias en América Latina parecieran contribuir a mejorar las posibilidades de victoria de los partidos que las celebran (Carey y Polga-Hecimovich 2006). Mejor aún, las implicaciones sobre transparencia en aquellos países con primarias indican que los beneficios de las primarias abiertas pueden no limitarse a ganancias electorales para el partido sino que también se pueden extender al fortalecimiento de la democracia. Ahora bien, ya que la evidencia disponible es limitada, bien pudiera existir un problema de selección en la muestra. Si los partidos realizan primarias sólo cuando el candidato favorecido por la elite del partido tiene mejores posibilidades de ganar, las primarias estarían simplemente ratificando candidatos populares favorecidos por el partido y por lo tanto la relación reportada por Carey y Polga-Hecimovich (2006) estaría basada en un sesgo inicial.
Más aún, la mayoría de las investigaciones recientes estudia las primarias al interior de partidos políticos (Trent y Friedenberg 2000). Pero no hemos encontrado ningún estudio que analice la utilización de elecciones primarias en
coaliciones multipartidistas. Aunque Argentina también ha celebrado primarias de coaliciones, Chile es el país cuyo sistema de partidos alineado en torno a dos grandes coaliciones se presenta como el mejor caso para analizar primarias al interior de coaliciones. Las dinámicas entre primarias de partido y de coalición son notoriamente diferentes. Si los partidos pueden ver tensiones entre sus facciones como producto de las primarias, las coaliciones arriesgan incluso su supervivencia si su resultado no satisface a todos los partidos miembros. Las primarias de un partido no ponen en juego si habrá o no habrá candidato del partido en la próxima elección, solo ponen en juego quién será el candidato.
En las primarias de coaliciones, en cambio, en caso de perder las primarias, los partidos pierden la posibilidad de tener candidato en la elección general. Cuando las elecciones presidenciales y parlamentarias son simultáneas, no tener candidato presidencial puede resultar en una situación sumamente dañina para los partidos de la coalición sin candidato. Ya que un candidato presidencial tiende a arrastrar votos para los aspirantes al parlamento del partido, el no tener candidato propio representa un alto costo para los partidos políticos.
Además, mientras la tensión producida por una primaria partidista puede ser rápidamente superada, las tensiones que se producen en una primaria de coalición son más difíciles de superar. Dado que las coaliciones están unidas más por intereses electorales que por ideologías, los partidos perdedores tienen más dificultad para trabajar y hacer campaña por el candidato de la coalición que milita en otro partido. Ahora bien, ya que las coaliciones pueden sumar el peso electoral relativo de cada uno de sus partidos, es más probable que la coalición obtenga un mejor resultado que el que se obtendría si los partidos compiten en forma separada -especialmente en distritos uninominales (todas las elecciones presidenciales lo son) o en distritos de representación proporcional con pocos escaños-. Al ser parte de una coalición, el premio obtenido es mayor que la suma de los premios individuales para cada partido. Por eso, dependiendo del peso relativo de cada partido en la coalición y de la fortaleza de sus candidatos, un partido político puede ganar más si acepta participar de una primaria, aunque su candidato resulte derrotado, que si compite fuera de la coalición. De modo que los costos y beneficios que genera la celebración de primarias en una coalición tienen un rango más amplio que los que generan las primarias en partidos.
Así y todo, las coaliciones que optan por celebrar primarias incurren en mayores riesgos. Si se gana la elección, los partidos ganan más que si hubieran competido por separado. Si se pierde la elección, los partidos pierden más que si hubiesen ido en solitario. Pero como las primarias de coalición son vinculantes, una vez que aceptan celebrarlas los partidos ya no pueden presentar candidatos fuera de la coalición en la elección general.

Ahora bien, algunos pueden argumentar que en países donde hay segunda vuelta la primera vuelta de la elección presidencial podría ser considerada como equivalente a una primaria (con un costo económico y logístico mucho menor). Ese podría haber sido el caso de la Alianza en Chile en 2005. Pero ya que la segunda vuelta sólo se celebra si nadie obtiene más del 50 por ciento de los votos, la primera vuelta puede no funcionar como una primaria efectiva. Si bien ocasionalmente la primera vuelta produce efectos similares a las primarias -al permitir que el electorado dirima entre dos candidatos del mismo partido o coalición-, las primarias tienen características propias y distintivas que las hacen diferentes de una elección de primera vuelta. Por ejemplo, en una elección puede no haber segunda vuelta y, por lo tanto, lo que una coalición consideró como una "primaria" termina siendo una victoria contundente del candidato de otra coalición.
En el apartado que sigue se analiza la historia de las primarias en las elecciones presidenciales en Chile. Aunque hay estudios realizados sobre los mecanismos de selección de candidatos en Chile, la mayoría de ellos se concentra en los poco transparentes procesos que utilizan los partidos para escoger a sus candidatos al Congreso (Carey y Siavelis 2003, Navia 2008, Siavelis 2002, Siavelis 2005). Hasta ahora, la utilización de primarias como mecanismo de selección de candidatos no ha sido estudiada sistemáticamente para el caso de Chile. Puesto que los partidos se agrupan en coaliciones y sólo la coalición de gobierno las ha celebrado, se analizarán aquí las primarias de la Concertación. En primer lugar, se discute la experiencia de las primarias semiabiertas de 1993, para luego presentar el contexto histórico de las elecciones presidenciales de 1999. Finalmente, se analizan las primarias de mayo de 1999 y se evalúa el efecto que éstas tuvieron en los resultados de la elección general de diciembre de ese año.

II. Las primarias presidenciales de la Concertación en 1993

La elección presidencial de diciembre de 1993 es recordada como una de las menos competidas en la historia democrática de Chile. Apenas logró asegurarse la nominación de su coalición, el entonces senador Eduardo Frei Ruiz-Tagle, del PDC, se consolidó como favorito para convertirse en el segundo pre­sidente del periodo post dictadura militar. La predisposición del electorado a mantener a la Concertación en el poder era evidente. En una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) de diciembre de 1992 (CEP 1993a), el 55,2 por ciento de los encuestados creía conveniente que hubiera sólo un candidato de la Concertación, y uno de la oposición, en las elecciones presidenciales de 1993. Sólo un 28,3 por ciento creía que sería mejor que "cada una de las corrientes políticas lleve su propio candidato" (CEP 1993a: 7). Al ser consultados sobre cuál de las tres corrientes políticas más importantes (la derecha, el centro o la izquierda) se desempeñaría mejor en los diferentes ámbitos del quehacer de gobierno, el centro (representado por el PDC) obtuvo la mayoría relativa en cada una de las doce categorías consideradas (desde el manejo de la economía hasta las relaciones con las fuerzas armadas o el control de la delincuencia). En la encuesta de marzo de 1993 del CEP (1993b), el 33 por ciento de los encuestados señalaba que "con seguridad" votarían por el candidato de la Concertación; en tanto, el 48,1 por ciento respondía que "podría votar por el candidato de la Concertación dependiendo de la persona"; y sólo el 6,9 por ciento decía que votaría con seguridad por el candidato de la Alianza. A su vez, la misma encuesta reflejaba que un 58,8 por ciento de los encuestados "de ninguna manera votará por el candidato de la oposición" (CEP 1993b: 6). Con esa ventaja inicial, resultaba altamente probable que el abanderado oficial resultara por tanto ganador.
El exitoso gobierno del presidente Aylwin había ayudado a consolidar el predominio electoral concertacionista. En las elecciones municipales de 1992, la Concertación logró un 53,3 por ciento de la votación, superando largamente el 29,7 por ciento obtenido por la Alianza. Después de haberse impuesto en el plebiscito de 1988, en las elecciones presidenciales y legislativas de 1989 y en la contienda electoral de 1992, era ampliamente esperado que la Concertación se volviera a imponer en las elecciones de 1993 (Godoy 1994). Además de que el legado pinochetista aún pesaba enormemente sobre la derecha en términos electorales, los buenos resultados económicos contribuyeron a consolidar la popularidad del gobierno concertacionista. Con una economía que se expandió en un promedio de 6 por ciento anual durante el periodo y un desempleo que llegó a alcanzar sólo el 5 por ciento en 1993, las condiciones de inicio para una campaña electoral concertacionista eran inmejorables (Navia 2005).
Ahora bien, las preferencias políticas de los chilenos también permitían anticipar que el candidato presidencial de la coalición de derecha tendría pocas posibilidades en 1993. El porcentaje de aquellos que se identificaba con la derecha había subido del 15 por ciento a casi un 30 por ciento entre 1990 y 1993, reflejando probablemente la reconstitución de la derecha como el tercio político tradicional que había sido con anterioridad a 1973 (Valenzuela y Scully 1997). Pero el porcentaje de los que se identificaba con los dos sectores que formaban la Concertación -el centro y la izquierda- seguía siendo sustancialmente superior. Entre 1990 y 1993, alrededor de un 50 por ciento de
los encuestados se identificaba con uno de esos sectores (CEP 1993b). Ahora bien, el porcentaje de aquellos que se identificaba con el centro había bajado continuamente desde 1990 hasta 1993, mientras que aquellos que se identificaban con la izquierda habían aumentado a un ritmo considerable. Esto daba pie para suponer que la izquierda no aceptaría tan fácilmente el supuesto del mejor derecho del PDC para nombrar el candidato.
En 1993, la Concertación estaba conformada por el PDC, el PS, el PPD, el PR (Partido Radical) y la SD (Social Democracia)1. Si bien todos los partidos podían nominar a un precandidato, el PDC Eduardo Frei Ruiz-Tagle era el gran favorito. También aparecía con alto apoyo el ex ministro de Educación Ricardo Lagos (PS-PPD), que había dejado su cartera en el cambio de gabinete de octubre de 1992 para abocarse de lleno a su campaña presidencial.
Al haber dos candidatos, la Concertación diseñó un mecanismo para escoger a su abanderado único. A fines de 1992 se adoptó un sistema de primarias vinculantes semi-abiertas que establecía un padrón electoral que incluía a militantes de los partidos de la Concertación y a adherentes que se inscribieran ex profeso en un padrón creado exclusivamente para la contienda. Los adherentes se podían inscribir con el patrocinio de un militante hasta el 13 de mayo de 1993. El sistema adoptado hacía prever que el PDC tendría una ventaja sobre los otros partidos, porque al ser el PDC el partido con más militantes, tenía la posibilidad de inscribir más adherentes. Si todos los militantes reclutaban adherentes con el mismo entusiasmo, la suma total de adherentes debía también reflejar la ventaja que el PDC tenía entre los militantes. Una vez cumplido el plazo de inscripción, el número de inscritos para las primarias alcanzó los 608.569 electores (El Mercurio, 23/5/93). De ellos, 196.333 (el 32,3 por ciento) eran militantes de los partidos de la Concertación, mientras que los 412.236 restantes eran adherentes patrocinados por algún militante partidista.
De acuerdo a las reglas establecidas, en las primarias de la Concertación se escogerían 800 delegados para una convención multipartidista a celebrarse el 30 de mayo de 1993. Estos delegados se unirían a 1200 delegados no electos, que aportarían los partidos en proporción a la votación de cada uno en la elección municipal de 1992. De acuerdo a esa regla, el PDC nombraría un 54 por ciento de los delegados no electos, el PR a un 9,5 por ciento, y el PS-PPD a un 33 por ciento de los delegados no electos (mientras que el resto de los delegados no electos serían nombrados por la Social Democracia y otros grupos menores). La evidente ventaja del PDC -que entonces además formaba un sub-pacto
electoral dentro de la Concertación con el PR- en los delegados no electos obligaba al candidato del PS-PPD, Ricardo Lagos, a obtener una amplísima victoria en las primarias, de tal forma de escoger suficientes delegados electos para revertir la ventaja inicial de Frei.
Aunque los resultados de ésta tuvieran poca influencia en la decisión final sobre el abanderado concertacionista, el entusiasmo por participar en las primarias fue evidente. Tres días antes, el jueves 20 de mayo, Frei y Lagos participaron en el único debate televisivo de esa campaña. Si bien fue visto por una cantidad sustancialmente menor de personas que el debate presidencial entre Patricio Aylwin y Hernán Büchi en 1989 (que marcó 50 puntos de rating), los 20 puntos de rating que registró el debate de 75 minutos sorprendieron positivamente (Navia 2005).
Las primarias del 23 de mayo fueron noticia más por el nivel de participación que por sus resultados. Ese día fueron a las urnas más de 431 mil electores. Frei se impuso fácilmente con un 60,7 por ciento de los votos entre los militantes y un 64,1 por ciento de apoyo entre los adherentes. Pero la capacidad para convocar una alta participación electoral demostró ser una de las grandes fortalezas de la Concertación.

CUADRO 1 Resultados de las primarias de la Concertación, 23 de mayo de 1993

La claridad de la victoria de Frei y la rapidez con que Lagos aceptó su derrota facilitaron el proceso de negociación para la lista de candidatos parlamentarios de la Concertación. El 29 de mayo, en una entusiasta entrevista en El Mercurio, Lagos destacó haber sentado el precedente de un mecanismo de legitimidad democrática para la selección del abanderado concertacionista. Con su triunfo en las primarias, Frei logró superar el más duro de los escollos para su victoria. En diciembre de 1993, Frei obtuvo la presidencia con el 58 por ciento de los votos, siendo la diferencia sobre su más cercano perseguidor, el senador independiente derechista Arturo Alessandri, la más amplia lograda por un ganador en elecciones presidenciales desde 1932.

CUADRO 2 Resultados de la elección presidencial de 1993

III. Las primarias presidenciales de la Concertación en 1999

Seis años después, el mecanismo para la selección del candidato presidencial de la Concertación fue distinto. Aunque nuevamente se optó por elecciones primarias, a diferencia de 1993 la Concertación intentó que el procedimiento fuera adoptado como ley y no como una decisión unilateral de la coalición. Para ese efecto, el 1 de julio de 1998 el gobierno del presidente Frei envió un mensaje al parlamento con un proyecto de ley que buscaba establecer "elecciones primarias para candidatos a la Presidencia de la República" (Boletín 2194-06.) Aunque esta iniciativa fue aprobada en su primer trámite constitucional en la Cámara de Diputados (1 de septiembre de 1998), su discusión en el Senado fue abortada el 6 de octubre de 1998 cuando una resolución de inconstitucionalidad presentada ante el Tribunal Constitucional (Rol 279) por 46 diputados de RN (Renovación Nacional) y la UDI (Unión Demócrata Independiente) fue acogida favorablemente. El argumento planteado por los parlamentarios de la oposición alegaba que no bastaba con una ley para establecer primarias organizadas por el Servicio Electoral con financiamiento público. A juicio de estos parlamentarios, y del Tribunal Constitucional, se requería de una reforma constitucional. Después de ese fracasa­do intento, la Concertación optó por celebrar unilateralmente primarias abiertas y vinculantes para escoger a su candidato. Aunque el costo de las primarias y los desafíos logísticos de su celebración tuvieron que ser solventados por la Concertación -y no por el Estado, como hubiera ocurrido de haber sido aprobado el proyecto de ley del ejecutivo- la determinación de celebrar primarias se mantuvo.
En las primarias de la Concertación celebradas el 30 de mayo de 1999, se enfrentaron dos candidatos, Andrés Zaldívar y Ricardo Lagos. El primero era el candidato del PDC, y había sido re-electo senador por Santiago Poniente en 1997. Lagos, por su parte, se había desempeñado más recientemente como ministro de Obras Públicas del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle hasta 1998, y era el candidato de los partidos PPD, PS y PRSD.
Para organizar el proceso, la Concertación estableció una Comisión Nacional Organizadora que determinó que las elecciones serían abiertas para todas aquellas personas inscritas en los registros electorales y que, no siendo militantes de partidos ajenos a la Concertación, estaban habilitadas para votar. De acuerdo a las cifras entregadas por la propia Concertación (Auth y García 1999), un total de 7.613.915 personas estaban habilitadas para votar. De ellos, un 4,8 por ciento eran militantes de partidos de la Concertación y un 95,2 por ciento eran independientes. Utilizando este padrón (facilitado por el Servicio Electoral), la Comisión Nacional Organizadora de Primarias, integrada por 10 dirigentes de partidos de la Concertación, estableció 16.731 mesas en 870 locales de votación ubicados en las 507 circunscripciones electorales de las 341 comunas existentes entonces en el país. Los resultados dieron como ganador a Lagos, quien obtuvo 991.050 votos (71,4 por ciento) frente a 397.434 de Zaldívar (28,6 por ciento) (Auth y García 1999). Apenas conocidos los resultados, Zaldívar reconoció rápidamente su derrota y llamó a apoyar al candidato de la Concertación.

CUADRO 3 Resultados elecciones primarias de la Concertación, 1999

De este modo, Lagos se convirtió en el candidato presidencial de la Concertación para las elecciones de diciembre de 1999. En dichos comicios, debió enfrentar al candidato de la coalición de oposición de derecha, Joaquín Lavín, miembro de la UDI. El Partido Comunista (PC), por su parte, presentó a su líder Gladys Marín; el Partido Humanista (PH) al ex-embajador en Nueva Zelanda Tomás Hirsch; y el Partido Unión de Centro-Centro Progresista (UCCP) al ex senador y ex democratacristiano Arturo Frei. Finalmente, la activista ecologista Sara Larraín se presentó como candidata independiente, con lo cual por primera vez en la historia dos mujeres compitieron por la primera magistratura. El 12 de diciembre, 7,2 millones de chilenos (un 90 por ciento de los empadronados y un 73,1 por ciento de aquellos en edad de votar), le dieron la primera mayoría relativa por un estrecho margen al candidato concertacionista. Ricardo Lagos obtuvo un 47,96 por ciento de los 7.055.128 votos válidamente emitidos, 31.140 votos más que Lavín, que sumó un 47,5 por ciento de las preferencias. En tanto, la candidata comunista obtuvo un 3,2 por ciento, el humanista un 0,5 por ciento, Larraín un 0,4 por ciento y Frei Bolívar un 0,4 por ciento.

CUADRO 4 Resultados elección presidencial en Chile, diciembre de 1999

El virtual empate entre Lagos y Lavín forzó, por primera vez en la historia de Chile, a una segunda vuelta electoral, que se celebró el 16 de enero de 2000. En este ballotage, después de haber recibido el apoyo explícito de la candidata independiente Sara Larraín y luego de que el Partido Comunista dejara "en libertad de acción" a sus electores, Lagos obtuvo un 51,3 por ciento de los 7.178.727 votos válidos, mientras que Lavín alcanzó un 48,7 por ciento. De esta forma, Lagos se convirtió en el tercer presidente de Chile del período post-Pinochet y el primer socialista en llegar a La Moneda desde que Allende fuera derrocado en 1973. Su triunfo representó un giro a la izquierda en el control del timón de la Concertación, que había gobernado al país desde 1990. Pero tal vez aún más importante para la consolidación democrática de Chile, Lagos fue el primer presidente cuya candidatura fue legitimada en primarias abiertas.

CUADRO 5 Resultados elección presidencial segunda vuelta, enero de 2000

I V. El efecto de las primarias de mayo sobre la elección de diciembre de 1999

A partir de una amplia literatura que sugiere que las preferencias electorales están determinadas por variables socio-demográficas y económicas (Clarke y Stewart 1998, Evans 2000, Lewis-Beck y Stegmaier 2000), hemos construido un modelo que explica la votación en las elecciones primarias de la Concertación en 1999, y otro que da cuenta de los resultados en la elección presidencial de diciembre de ese mismo año. La unidad de análisis utilizada en este estudio es la comuna, aunque resultaría más conveniente utilizar datos a nivel individual o por mesas de votación. Sin embargo, la ausencia de datos apropiados nos obligó a utilizar los datos agregados al nivel más reducido posible, que son los correspondientes a las 345 comunas del país. Así, se han recopilado los resultados de las primarias, de la elección de diciembre y una serie de datos sociodemográficos. Si bien hubiera sido deseable realizar también este ejercicio para las primarias de 1993, la inexistencia de esos datos (que no fueron publicados a nivel comunal ni fueron debidamente archivados) imposibilitó esta tarea.
Siguiendo contribuciones recientes (López 2004, López y Morales 2005), nuestros modelos utilizan una serie de indicadores socio-demográficos para dar cuenta de la votación de Ricardo Lagos y Andrés Zaldívar en las primarias concertacionistas, y de Lagos y Joaquín Lavín en la elección presidencial de diciembre. En ambos modelos se incluye la tasa de participación electoral (votos emitidos sobre inscritos en el registro electoral) como una variable explicativa de la votación. Sin embargo, para el modelo de la elección presidencial se ha incluido también la tasa de participación en las primarias entre las variables explicativas.

En primer lugar se evalúa la relación entre la participación en las primarias de la Concertación y la votación por Lagos en dichas primarias. Como muestra la Figura 1, a mayor participación en las primarias, levemente mayor es también la votación por Lagos en dichas primarias. Esto no debería sorprendernos: puesto que Lagos era el favorito en las encuestas para ganar las primarias, los altos niveles de participación probablemente reflejaban el mayor entusiasmo de los partidarios de Lagos que esperaban el triunfo de su candidato.


FIGURA 1 Diagrama de dispersión

Ahora bien, aquellos que participaron en las primarias votaron por Lagos, por Zaldívar o bien anularon su voto. Como Zaldívar fue derrotado, sus votantes en las primarias tenían la posibilidad de decidir si apoyaban a Lagos en la elección de diciembre u optaban por la abstención o por algún otro candidato presidencial. Sin embargo, la Figura 2 pone de manifiesto que a mayor votación por Zaldívar en las primarias de 1999, mayor fue también la votación por Lavín en las elecciones presidenciales. De hecho, una correlación bivariada simple entrega un coeficiente correlacional de 0,601. A su vez, la correlación entre la votación por Zaldívar en las primarias y la votación por Lagos en las elecciones de diciembre es negativa (-0.427), y estadísticamente significativa. En todos aquellos lugares donde a Zaldívar le fue bien en las primarias, la votación por Lagos en las presidenciales tendió a ser más baja. Esta evidencia es consistente con la conocida observación sobre la continuidad de las preferencias electorales en Chile a nivel comunal (Valenzuela y Scully 1997). Los perfiles de preferencias políticas de distintas comunas tienden a ser estables en el tiempo, al menos cuando se compara la evidencia pre 1973 con los primeros años del periodo post dictadura (Valenzuela y Scully 1997).


FIGURA 2 Diagrama de dispersión

Esta evidencia concluyente puede deberse a tres motivos distintos. Primero, Zaldívar pudo haber obtenido una mejor votación en las primarias en aquellas comunas donde Lagos era particularmente débil y, por tanto, dicha debilidad volvió a quedar en evidencia en la elección de diciembre. Segundo, es posible que haya habido votación estratégica de los electores de la derecha en las primarias de la Concertación. Dichos electores pueden haber querido evitar el triunfo de Lagos, y por ello votaron en las primarias abiertas a favor de Zaldívar. Estos supuestos votantes estratégicos igual habrían votado a favor del candidato de la Alianza en diciembre. De ahí la relación positiva entre la votación de Zaldívar en las primarias y la votación por Lavín en las presidenciales. Tercero, es posible que haya habido una fuga de votos al interior de la Concertación. Dado que Lagos representaba al sector más izquierdista de la Concertación, su triunfo ante Zaldívar facilitó el esfuerzo de Lavín por captar los votos moderados -de centro, presumiblemente democratacristianos- en la contienda presidencial, y su victoria habría llevado a un número no trivial de votantes moderados a preferir a Lavín en la contienda presidencial. Esto nuevamente es consistente con la evidencia respecto a la lealtad electoral observada en las comunas en Chile para el periodo pre 1973 y post 1989 (Valenzuela y Scully 1997). Como se ha señalado anteriormente, las primarias abiertas al interior de una coalición pueden dañar la votación de la coalición. Si el ganador de las primarias es un candidato que representa a un sector extremo de la coalición, los simpatizantes más moderados pueden terminar optando por otros candidatos en la elección general.
De cualquier forma, lo que sabemos es que en aquellas comunas donde Lagos obtuvo una votación más baja en las primarias, Lavín obtuvo un apoyo más elevado en la elección general. Pero, ¿qué efecto tuvo el nivel de participación en las primarias en la votación por Lagos en la elección de diciembre? La Figura 3 nos muestra una correlación entre la tasa de participación en las primarias y la votación por Lagos en diciembre. Como es evidente, a mayor participación en las primarias, más alta la votación por Lagos en diciembre. Esta correlación positiva puede deberse a dos razones. La primera es que la participación en las primarias pudo haber sido mayor en comunas donde la Concertación era más popular y, por lo tanto, la mayor votación obtenida por Lagos en diciembre responde a la fortaleza inicial de la Concertación, y no a una mayor participación en las primarias. La segunda razón tiene que ver con la fortaleza inicial de Lagos en esas comunas. Si Lagos ya era más popular, la participación más alta en las primarias bien pudo haber reflejado dicha popularidad. De cualquier forma, como muestra la Figura 3, hay una correlación positiva entre la tasa de participación en las primarias y la votación por Lagos en la elección de diciembre.


FIGURA 3 Diagrama de dispersión

El Cuadro 6 muestra los resultados estadísticos de las correlaciones entre los resultados de las elecciones primarias y las elecciones presidenciales por comunas. Dado que en las primarias de 1999 hubo sólo dos candidatos, mientras mejor le fue a Lagos menor fue la votación por Zaldívar (de ahí la correlación negativa perfecta entre ambos). También queda en evidencia que mientras más alta fue la participación electoral en las primarias, mejor fue la votación de Lagos tanto en las primarias como en la elección de diciembre. A su vez, mientras mejor fue la votación de Lagos en las elecciones primarias mejor también fue su votación en la elección presidencial. Naturalmente, y pese a que en las presidenciales hubo en total 6 candidatos, la votación por Lagos está inversamente relacionada con la votación por Lavín. Cuantos más votos recibió Lagos, menos votos obtuvo Lavín en diciembre. Esto es consistente con la especulación sobre la supuesta tendencia a la abstención entre los electores moderados, particularmente simpatizantes del PDC, que al no tener candidato presidencial propio -y al no existir elecciones parlamentarias concurrentes- habrían optado por abstenerse.

CUADRO 6 Correlaciones entre resultados de primarias y presidenciales 1999

Las correlaciones para Andrés Zaldívar muestran, lógicamente, resultados opuestos a los de Ricardo Lagos. Mientras más personas participaron en las primarias (votos emitidos sobre inscritos en el padrón), menor fue la votación por Zaldívar. Como ya se ha mencionado en la discusión de la Figura 2, hay una correlación negativa entre la votación por Zaldívar en las primarias y la votación por Lagos en la primera vuelta de la elección presidencial. Finalmente, la votación por Lavín en primera vuelta está inversamente correlacionada con la participación electoral en las primarias. Así también, mientras más alta fue la participación electoral en las primarias, menor fue la votación obtenida por Lavín.
El Cuadro 7 muestra un modelo (Modelo 1) que explica la votación por Lagos y Zaldívar en las primarias de la Concertación a partir de variables sociodemográficas obtenidas de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) realizada durante el año 1998 y del Sistema Nacional de Indicadores Municipales (SINIM) durante el año 1999. Los datos corresponden a una muestra de 189 comunas que congregan más del 80 por ciento de la población nacional. Ya que las comunas del país varían sustancialmente en lo que respecta al tamaño de población, el modelo también incluye una ponderación por población.

CUADRO 7 Modelo 1 predictivo de regresión lineal para participación y votación en primarias (mínimos cuadrados ordinarios)

El Modelo 1 incluye 6 variables independientes que dan cuenta tanto de la votación obtenida por Lagos como la lograda por Zaldívar en las primarias. Los resultados del Modelo 1 son significativos y robustos tanto cuando se utilizan los datos de las comunas sin ponderación como cuando se ponderan por la población de cada comuna. Como ya se ha señalado, la votación obtenida por Lagos en las primarias está positivamente correlacionada con la participación electoral en las primarias. De hecho, el indicador de participación en las primarias es positivo y significativo respecto a la votación obtenida por Lagos mientras que es negativo y también significativo respecto a la votación lograda por Zaldívar.
Ahora bien, la variable pobreza tiene un efecto negativo en la votación por Lagos, mientras que el indicador de urbanidad tiene un fuerte efecto positivo, a partir de los cual es posible inferir que Lagos obtuvo un apoyo mayor en las comunas urbanas en general. Pero al ponderar por tamaño de población, el efecto negativo de la variable pobreza en la votación por Lagos pierde intensidad, por lo que es posible deducir que Lagos tuvo una mejor votación en las comunas urbanas con altos niveles de pobreza que en las comunas rurales (todas caracterizadas por altos niveles de pobreza).
La variable salud (porcentaje de población que recibe atención de salud pública) tiene un efecto positivo en la votación por Lagos. Cuanto mayor es el porcentaje de personas que recibe atención en salud pública (lo que excluye indigentes y también personas que tienen acceso a salud privada a través de las Isapres), mejor es la votación por Lagos. Naturalmente, estas variables tienen signos opuestos para Zaldívar. Esto es así tanto usando los datos sin ponderación como cuando se utilizan los datos ponderados por la población de cada comuna.
Finalmente, la variable votación progresista (porcentaje de votos del subpacto PS/PPD/PRSD en las parlamentarias de 1997) tiene un efecto negativo, que no es estadísticamente significativo, en la votación obtenida por Lagos en las primarias. Aunque esto pudiera parecer sorpresivo, en realidad no lo es. Si bien Lagos era el candidato apoyado por el llamado subpacto progresista de la Concertación (los partidos PS, PPD y PRSD), el indicador PS/PPD/PRSD incluye la votación obtenida por los candidatos a la Cámara de Diputados de esos partidos en cada comuna en 1997. Ya que el PDC presentó candidatos en 55 de los 60 distritos, en 5 distritos toda la votación por la Concertación fue a los candidatos del bloque PS/PPD/PRSD. Adicionalmente, sabemos que existen niveles considerables de voto cruzado al interior de cada coalición (Navia 2006), por lo que la votación del bloque progresista en 1997 no debe ser igualada con
la intención de voto que pudiera tener Lagos en 1999. Así, el efecto negativo que muestra la variable votación progresista en 1997 sobre la votación de Lagos en 1999 subraya tanto la presencia de un voto personalista al interior de la Concertación en las elecciones parlamentarias como la consolidación de una identidad supra-partidista en el apoyo electoral de la Concertación. Más aún, este efecto negativo de la votación progresista sobre la votación por Lagos en las primarias echa por tierra la especulación de que Lagos simplemente ganó las primarias en aquellos lugares que históricamente han sido bastiones electorales de la izquierda.
En síntesis, la votación por Lagos en las primarias se benefició de una mayor participación electoral. Mientras más gente votó en mayo de 1999, mejor le fue al candidato ganador. Asimismo, mientras más urbana la comuna, mejor le fue a Lagos. Por cierto, aunque las comunas más urbanas tuvieron tasas de participación levemente superiores a las comunas rurales, la relación entre urbanidad y participación fue mucho más débil que la relación entre urbanidad y la votación por Lagos o entre participación y la votación por Lagos.
Las implicaciones de estos resultados contradicen el argumento que las elecciones primarias tienden a darle un peso relativo demasiado alto a los grupos más polarizados. En la medida que la participación electoral en una primaria es alta, las preferencias del electorado recogidas en las encuestas (como la mayor popularidad de Lagos respecto a Zaldívar) se verán reflejadas también en los resultados de las primarias. Naturalmente, la voluntariedad del voto aumenta las posibilidades de que grupos organizados tengan una mayor influencia en los resultados finales (Valenzuela 2006). Por eso, cuando la participación en primarias es notoriamente baja, la influencia de grupos organizados será superior.

El Cuadro 8 muestra un segundo modelo (Modelo 2). Este es un modelo predictivo de la votación por Lagos y Lavín en la primera vuelta de la elección presidencial, utilizando las mismas variables explicativas del modelo anterior. El Modelo 2 incluye una variable adicional: la tasa de participación electoral en la primera vuelta. De este modo, el Modelo 2 incluye 7 variables independientes. Las variables dependientes son la votación obtenida por el candidato de la Concertación, Ricardo Lagos, y la lograda por el candidato presidencial de la Alianza, Joaquín Lavín. Nuevamente se utiliza aquí una ecuación con los datos sin ponderación y otra con datos ponderados por la población de cada comuna.

CUADRO 8 Modelos predictivos de regresión lineal (OLS) para primera vuelta presidencial

Al igual que lo observado en el modelo anterior, en el Modelo 2 se advierte que a mayor participación electoral en las primarias, mejor resulta la votación por Lagos en la elección presidencial. Esto es cierto tanto utilizando los datos sin ponderación como cuando se utilizan los datos ponderados. Naturalmente, esto puede deberse a que las tasas de participación en las primarias fueron mayores en aquellos lugares donde la Concertación ha sido tradicionalmente fuerte. Pero aún así, sabemos que una mayor participación en las primarias redundó positivamente -no negativamente- en la votación del candidato oficial en la elección presidencial.
Por cierto, aquellos que argumentan que las primarias dividen y debilitan a la coalición podrían sugerir que ambos fenómenos ocurrieron a la vez. Esto es, que Lagos obtuvo una mejor votación en aquellas comunas que tuvieron una alta tasa de participación en las primarias y que la celebración de primarias debilitó a la Concertación. A nuestro entender, ese planteamiento es equivocado. Aunque no ha sido incluido en el Modelo 2, la votación de la Concertación en las parlamentarias de 1997 está también positivamente correlacionada con las tasas de participación en las primarias y con la votación por Lagos en la primera vuelta de 1999. Las tasas de participación en las primarias de 1999 fueron mayores en aquellas comunas donde la Concertación había obtenido una votación más alta en 1997. Asimismo, la votación por Lagos en la elección presidencial de diciembre fue superior en aquellas comunas donde tanto los partidos de izquierda de la Concertación (PS, PPD y PRSD), como la Concertación en general, tuvieron mejores resultados en 1997. De modo que es posible concluir que la celebración de primarias no tuvo el efecto de debilitar la votación de la Concertación en la primera vuelta de 1999 respecto a la votación obtenida en elecciones anteriores.
Ahora bien, las tasas de participación electoral en la primera vuelta de la elección presidencial tuvieron un efecto positivo en la votación por Lagos, aunque no estadísticamente significativo. Sin embargo, si se utilizan los datos ponderados se advierte que a mayor nivel de participación electoral, mejor fue la votación por Lavín y peor la de Lagos. Esto significa que, cuando consideramos el peso poblacional relativo de cada comuna, una mayor participación electoral
favoreció la votación de Lavín y le hizo daño, en términos estadísticamente significativos, a Lagos. La mala situación económica por la que entonces atravesaba el país probablemente haya influido en que una mayor participación electoral redundara positivamente en la votación por el candidato de la oposición y afectara negativamente el apoyo al candidato de la coalición gobernante, la Concertación. Pero por eso mismo, el contraste entre el efecto negativo sobre la votación por Lagos de una mayor participación electoral en la elección general y el efecto positivo sobre la votación por Lagos de una mayor participación en las primarias merece ser destacado.
Los niveles de urbanidad nuevamente tuvieron una relación positiva sobre la votación por Lagos, aunque los coeficientes fueron menores que para las primarias. Las comunas más urbanas tendieron a votar más por la Concertación. El coeficiente de la variable educación (ponderado) es negativo para Lagos y positivo para Lavín. Esto indica que si bien Lagos tuvo mejor votación en áreas urbanas, las zonas urbanas de mayores ingresos mostraron más preferencia por Lavín (el efecto de la variable educación, sin ponderación, es irrelevante para Lavín). Esta evidencia es consistente con la conocida aseveración de que la Concertación es mucho más fuerte en zonas urbanas de clase media, mientras que la Alianza es más fuerte en zonas rurales y zonas urbanas de mayores ingresos (Altman 2004).
Como queda en evidencia a partir del Cuadro 8, una mayor participación electoral en las primarias de la Concertación tuvo un efecto positivo en la votación por Lagos en la elección presidencial. Si bien esta relación puede deberse a que tanto la participación en las primarias como la votación por Lagos pueden ambas ser explicadas por otras variables, una comparación entre los coeficientes y signos de los Cuadros 7 y 8 muestra que el efecto de la participación en primarias es significativo, y además más robusto que el efecto de las otras variables independientes de ambos modelos. La participación en primarias es, por tanto, un mejor predictor de la votación por Lagos en la elección primaria que las otras variables incorporadas en el modelo. Salvo por nivel de urbanidad, cuyo efecto es además complementario con el de la participación electoral tanto en las primarias como en la primera vuelta de la elección presidencial. Así también la participación en primarias es un predictor más robusto de la votación por Lagos en la elección presidencial que las otras variables incluidas en el modelo. Aún si la participación en las primarias es endógena -causada por otras variables sociodemográficas o de identificación política no especificadas en el modelo-, constituye de todos modos un elemento importante a la hora de explicar en qué lugares Ricardo Lagos tuvo una mejor votación.

V. Implicaciones y conclusión

En este trabajo se ha estudiado el efecto que tuvo la participación electoral en las primarias de la Concertación sobre la votación lograda por su candidato, Ricardo Lagos, en la elección presidencial de 1999. Se ha demostrado que a mayores niveles de participación en las primarias, mejor fue el desempeño de Lagos en la contienda presidencial. A su vez, la participación en la primera vuelta de la elección presidencial tuvo un efecto negativo en la votación por Lagos, y positivo en la votación obtenida por Joaquín Lavín.
Estos resultados tienen implicaciones evidentes para el debate sobre la conveniencia de celebrar primarias al interior de las coaliciones para escoger a un candidato presidencial unitario. La experiencia de la Concertación en 1999 muestra que en vez de debilitar su votación, las primarias fortalecieron el desempeño electoral de Lagos en la elección presidencial. La campaña de las primarias pudo haber tenido costos políticos -y ciertamente económicos- para la Concertación, en cuanto las acusaciones entre los candidatos pudieron haber generado desconfianzas y descontentos al interior de la coalición oficial. Pero la evidencia es concluyente respecto a que las primarias no tuvieron costos electorales para el candidato de la coalición. De hecho, la tasa de participación en las primarias resulta ser un excelente predictor de la votación que obtuvo Ricardo Lagos en la elección presidencial de diciembre de 1999.

Notas

1 El PR y SD se fusionaron en 1994 para formar el PRSD (Partido Radical Social Demócrata).

Bibliografía

1. Abramowitz, Alan I. (1989) "Viability, electability, and candidate choice in a presidential primary election: A test of competing models", en Journal of Politics, Vol. 51, Nº 4.         [ Links ]

2. Alcántara Sáez, Manuel (2002) "Experimentos de democracia interna: las primarias de partidos en América Latina", Working Paper Nº 293, Kellog Institute for International Studies, University of Notre Dame.         [ Links ]

3. Aldrich, John H. (1995) Why Parties? The Origin and Transformation of Political Parties in America, Chicago, University of Chicago Press.         [ Links ]

4. Altman, David (2004) "Redibujando el mapa electoral chileno: incidencia de factores socioeconómicos y género en las urnas", en Revista de ciencia política, Vol. 24, Nº 2, Santiago.         [ Links ]

5. Ansolabehere, Stephen y Shanto Iyengar (1995) Going Negative. How Political Advertisements Shrink and Polarize the Electorate, Nueva York, Free Press.         [ Links ]

6. Auth, Pepe y Hernán García (1999) Análisis de primarias de la Concertación 1999, Santiago, Concertación.         [ Links ]

7. Buquet, Daniel y Daniel Chasquetti (2008) "Presidential Candidate Selection in Uruguay (1942-1999)", en Siavelis, Peter M. y Scott Morgenstern (eds.) Pathways to Power. Political Recruitment and Candidate Selection in Latin America, University Park, Penn State Press.         [ Links ]

8. Carey, John M. y Peter Siavelis (2003) "El seguro para los subcampeones electorales y la sobrevivencia de la Concertación", en Estudios Públicos, Nº 90.         [ Links ]

9. Carey, John M. y John Polga-Hecimovich (2004) "Primary Elections and Candidate Strength in Latin America", Darthmouth College.         [ Links ]

10. Carey, John M. y John Polga-Hecimovich (2006) "Primary Elections and Candidate Strength in Latin America", en Journal of Politics, Vol. 68, Nº 3.         [ Links ]

11. Casillas Ortega, Carlos (2000) "Las primarias en el PRI: recuento de un experimento", en El Cotidiano, Vol. 16, Nº 101, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco.         [ Links ]

12. CEP, Centro de Estudios Públicos (1993a) "Estudio social y de opinión pública, diciembre 1992", en Documento de Trabajo No. 192, Santiago, CEP.         [ Links ]

13. CEP, Centro de Estudios Públicos (1993b) "Estudio social y de opinión pública, marzo 1993", en Documento de Trabajo No. 196. Santiago, CEP.         [ Links ]

14. Clarke, Harold D. y Marianne C Stewart (1998) "The Decline of Parties in the Minds of Citizens", en Annual Review of Political Science, Nº 1.         [ Links ]

15. Colomer, Josep (2003) "Las elecciones primarias presidenciales en América Latina y sus consecuencias políticas", en M. Cavarozzi y J. M. Abal Medina (eds.) Los partidos latinoamericanos en la era neoliberal, Buenos Aires, Altamira/Konrad Adenauer.         [ Links ]

16. Cox, Gary (2004) La coordinación estratégica de los sistemas electorales del mundo. Hacer que los votos cuenten, Barcelona, Gedisa.         [ Links ]

17. Cutright, Phillips y Peter H Rossi (1958) "Party Organization in Primary Elections", en American Journal of Sociology, Vol. 54, Nº 3.         [ Links ]

18. Dahl, Robert A. (1971) Polyarchy. Participation and Opposition, New Haven, Yale University Press.         [ Links ]

19. De Luca, Miguel, Mark P. Jones y María Inés Tula (2002) "Back Rooms or Ballot Boxes? Candidate Nomination in Argentina", en Comparative Political Studies, Vol. 35, Nº 4.         [ Links ]

20. Downs, Anthony (1957) An Economic Theory of Democracy, Nueva York, Harper & Row.         [ Links ]

21. Epstein, Leon (1986) Political Parties in the American Mold, Madison, University of Wisconsin Press.         [ Links ]

22. Evans, Geoffrey (2000) "The Continued Significance of Class Voting", en Annual Review of Political Science, Nº 3.         [ Links ]

23. Gallo, Adriana (2005) "Mecanismos de selección partidaria y legitimidad de las candidaturas. El debate en Latinoamérica", en Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, Vol. 4, Nº 2.         [ Links ]

24. Geer, John G. (1988) "Assessing the Representativeness of Electorates in Presidential Primaries", en American Journal of Political Science, Vol. 32, Nº 4.         [ Links ]

25. Godoy, Oscar (1994) "Las elecciones de 1993", en Estudios Públicos, Nº 54.         [ Links ]

26. Grofman, Bernard (1995) Information, Participation and Choice. An Economic Theory of Democracy in Perspective, Ann Arbor, University of Michigan Press.         [ Links ]

27. Kenney, Patrick y Tom W. Rice (1984) "The Effect of Primary Divisiveness on Gubernatorial and Senatorial Elections", en Journal of Politics, Vol. 46, Nº 3.         [ Links ]

28. Key, V. O. (1947) Politics, Parties and Pressure Groups, Nueva York, Thomas Y. Crowell Company.         [ Links ]

29. Lewis-Beck, Michael y Mary Stegmaier (2000) "Economic Determinants of Electoral Outcomes", en Annual Review of Political Science, Nº 3.         [ Links ]

30. López, Miguel Ángel (2004) "Conducta electoral y estratos económicos: el voto de los sectores populares en Chile", en Revista Política, Nº 43.         [ Links ]

31. López, Miguel Ángel y Mauricio Morales (2005) "La capacidad explicativa de los determinantes familiares en las preferencias electorales de los chilenos", en Revista Política, Nº 45.         [ Links ]

32. Morgenstern, Scott y Peter Siavelis (2008) "Political Recruitment and Candidate Selection in Latin America: A Framework for Analysis", en Siavelis, Peter M. y Scott Morgenstern (eds.) Pathways to Power. Political Recruitment and Candidate Selection in Latin America, University Park, Penn State Press.         [ Links ]

33. Navia, Patricio (2008) "Legislative Candidate Selection in Chile", en Siavelis, Peter M. y Scott Morgenstern (eds.) Pathways to Power. Political Recruitment and Candidate Selection in Latin America, University Park, Penn State Press.         [ Links ]

34. Navia, Patricio (2005) "La elección presidencial de 1993. Una elección sin incertidumbre", en A. San Francisco y A. Soto (eds.) Las elecciones presidenciales en la historia de Chile. 1920-2000, Santiago, Centro de Estudios Bicentenario.         [ Links ]

35. Navia, Patricio (2006) "Three's Company: Old and New Alignments in Chile's Party System", en S. Borzutzky y L. H. Oppenheim (eds.) After Pinochet. The Chilean Road to Democracy and the Market, Gainsville, University Press of Florida.         [ Links ]

36. Nohlen, Dieter (1998) Sistemas electorales y partidos políticos, México DF., Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

37. Polsby, Nelson W. (1983) Consequences of Party Reform, Nueva York, Oxford University Press.         [ Links ]

38. Przeworski, Adam (1999) "Minimalist Conception of Democracy. A Defense", en I. Shapiro y C. Hacker-Cordón (eds.) Democracy's Value, Nueva York, Cambridge University Press.         [ Links ]

39. Ranney, Austin (1968) "Representativeness of Primary Electorates", en Midwest Journal of Political Science, Vol. 12, Nº 2.         [ Links ]

40. Ranney, Austin (1972) "Turnout and Representation in Presidential Primary Elections", en American Political Science Review, Vol. 66, Nº 1.         [ Links ]

41. Sartori, Giovanni (1997) Comparative Constitutional Engineering, Nueva York, New York University Press (2º edición).         [ Links ]

42. Schumpeter, Joseph (1964 [1950]) Capitalism, Socialism and Democracy, Nueva York, Harper & Row.         [ Links ]

43. Siavelis, Peter (2002) "The Hidden Logic of Candidate Selection for Chilean Parliamentary Elections", en Comparative Politics, Vol. 34, Nº 4.         [ Links ]

44. Siavelis, Peter (2005) "La lógica oculta de la selección de candidatos en las elecciones parlamentarias chilenas", en Estudios Públicos, Nº 98.         [ Links ]

45. Trent, Judith S. y Robert V. Friedenberg (2000) Political Campaign Communication, Westport, CT, Praeger.         [ Links ]

46. Valenzuela, J. Samuel (2006) "¿Cómo reformar el sistema electoral? Reflexiones en torno a un desafío pendiente del retorno a la democracia en Chile", en C. Huneeus (ed.) La reforma al sistema binominal en Chile, Santiago, Catalonia.         [ Links ]

47. Valenzuela, J. Samuel y Timothy. R Scully (1997) "Electoral Choices and the Party System in Chile - Continuities and Changes at the Recovery of Democracy", en Comparative Politics Vol. 29, Nº 4.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons