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versión On-line ISSN 1851-9601

Postdata vol.15 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dic. 2010

 

RESEÑAS

Política y medios en la era de la información
María Cristina Menéndez, La Crujía, Buenos Aires, 2009, 189 páginas.

Marina Acosta

La relación entre los medios y la política representa un extenso y complejo capítulo dentro de las ciencias sociales. Desde comienzos del siglo XX, y gracias a los esfuerzos de la Mass Communication Research, ha habido una preocupación teórica y empírica por estudiar esta relación. En efecto, las ciencias de la comunicación, la ciencia política y la sociología han propuesto diversas líneas de investigación para comprender el cruce entre lo político y lo mediático. La problematización de María Cristina Menéndez se encuadra en esta preocupación y ofrece una aproximación interdisciplinaria para seguir pensando esa relación. La argumentación de la autora puede ser dividida en tres grandes bloques temáticos divididos en ocho capítulos. La primera parte, compuesta de los tres primeros capítulos, presenta el pensamiento filosófico clásico sobre la temática; la segunda parte comprende los siguientes dos capítulos y ofrece una problematización acerca del polisémico concepto de opinión pública; la tercera parte, que abarca los últimos tres capítulos, está destinada a la relación de los medios con la ciudadanía.
Respecto del pensamiento clásico sobre la relación política y opinión pública, Menéndez propone concentrarse en los autores clásicos de la filosofía política y exponer las visiones de John Locke, David Hume, Jean Jacques Rousseau, Immanuel Kant, James Madison, Alexis de Tocqueville, Gabriel Tarde, Ferdinand Tönnies y Max Weber. Con la exposición de estas múltiples visiones, consideradas por Menéndez como aportes fundamentales a la teoría de la opinión pública, la autora demuestra la preocupación fundamental del pensamiento clásico por comprender el peso que ejerce la opinión pública tanto para los individuos como para los gobiernos.
El segundo paso consiste en reconstruir el debate contemporáneo sobre la relación entre política y opinión pública a través de ese triángulo (siempre virtuoso) que forman las relevantes teorías de los alemanes Jürgen Habermas, Elizabeth Noelle-Neumann y Niklas Luhmann. La autora presenta, entonces, lo que podría ser considerada una síntesis de las perspectivas más complejas y complementarias sobre este fenómeno. En principio excluyentes entre sí, las tres propuestas pueden integrarse en la comprensión del concepto y ofrecer una explicación desde lo político valorativo (Habermas), lo psicoantropológico social (Noelle-Neumann) y lo sociopolítico (Luhmann). La inclusión de estas tres teorías, en efecto, no es aleatoria y Menéndez pone de relieve la hegemonía del pensamiento alemán a la hora de reflexionar seriamente sobre el fenómeno de la opinión pública y sus resonancias heterogéneas. Esta exposición es complementada por una reflexión sobre las reformulaciones modernas del pensamiento clásico en la teoría de la comunicación de masas, donde la autora postula la necesidad de conocer los paradigmas fundamentales para que puedan articularse con el pensamiento clásico y así marcar, por un lado, la significación de determinados núcleos de análisis y, por otro, evitar planteos teóricos modernos donde se evidencia un desconocimiento de su génesis.
Así, en el capítulo III se propone un recorrido por algunos temáticas fundamentales donde convergen, en efecto, la tradición clásica y la teoría contemporánea: el problema de la manipulación o debilidad de la opinión pública y su potencial político, la cuestión de la relación entre mayorías y minorías y el problema de la extensión tecnológica entre ambas y, finalmente, el temor al ojo público o la visibilidad de las acciones públicas (este último abordaje será retomado con mayor profundidad en los últimos dos capítulos del libro).
El siguiente paso consiste en introducir, de manera muy concisa, la problemática del sistema político a partir del cual explicar las dos concepciones de opinión pública esgrimidas por Giovanni Sartori: opinión pública autónoma (desarrollada en sistemas políticos democráticos) y opinión pública heterónoma (que se presenta en los regímenes totalitarios). Para comprender de manera más integral esta problemática es necesario articularla con el capítulo que le sigue -La libertad de la opinión pública- pues Menéndez entiende que la libertad de expresión, uno de los presupuestos mínimos que exigen las poliarquías, sólo puede funcionar si existe una opinión pública autónoma.
En los capítulos VI, VII y VIII se propone una reflexión sobre el rol de los medios en las sociedades modernas. Por lo tanto, lo que tenemos en primer lugar es un análisis del impacto de éstos en la ciudadanía. Aquí, la autora recurre al planteo clásico del catalán Manuel Castells para coincidir, primero, en la incidencia de las nuevas tecnologías (no sólo desde un aspecto estrictamente técnico si no y, fundamentalmente, sobre los modos de producirlas y consumirlas y sus enormes efectos en diversos órdenes) en los procesos de búsqueda y legitimación del poder y el surgimiento de la democracia informacional; segundo, en la idea (a estas alturas incuestionable) de que los media estructuran y encuadran el juego de la política. Así, esa problematización se conjuga perfectamente con los aportes de Bernard Manin sobre la metamorfosis de la representación política y el surgimiento de la democracia de lo público, donde a través de la metáfora teatral, el autor postula que la política se vuelve espectáculo -de allí su afirmación contundente de la personalización de la política-; los políticos, actores y el público, espectador de la política.
El complemento a este análisis del impacto de los medios llega con los dos últimos capítulos que representan el destacado aporte del libro. Pues Menéndez describe lo que considera son las funciones latentes y de integración de los medios y postula una nueva contribución a la teoría de la accountability (en todas sus formas) o control político en las democracias, formulada por Guillermo O'Donnell. Ya en 2002, Enrique Peruzzotti y Catalina Smulovitz habían advertido que dentro de las formas de accountability vertical se destacaba la social que permite la participación de la sociedad civil en los mecanismos de rendición de cuentas. Ahora, Menéndez explica que dentro de la accountability vertical cumple un papel relevante la mediática; es decir, a través de los medios de comunicación y especialmente a través del periodismo de investigación, los ciudadanos también pueden expresarse y denunciar hechos ilegales para que sean sancionados legalmente, contribuyendo a aumentar la eficacia del sistema político. Allí reside esa función subterránea que desempeñan los media -que la autora llama latente- y que circula permanentemente bajo la base de la histórica y legítima función manifiesta: investigar y difundir información.
El libro de María Cristina Menéndez representa un interesante y atendible aporte a las teorías de la comunicación política. Hay descripciones, enumeración de características, análisis de casos y observaciones sobre las dinámicas y los efectos de la accountability vertical mediática. Así, esta primera aproximación abre una enorme puerta para llevar estas teorizaciones al campo empírico y seguir estudiando ese aspecto (necesariamente) fundamental de las poliarquías: la libertad de expresión y el acceso a diversas fuentes de información.

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