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versión On-line ISSN 1851-9601

Postdata vol.15 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dic. 2010

 

RESEÑAS

Manual de ciencia política
Juan Manuel Abal Medina, Eudeba, Buenos Aires, 2010, 319 páginas.

Arturo Fernández

El Manual de ciencia política organizado por el Doctor Juan Manuel Abal Medina merece ser apreciado por diversas fortalezas que lo caracterizan y que pueden contribuir al mejoramiento de la ciencia política en nuestro país y en América Latina.
1. Es el producto de un trabajo colectivo donde el autor principal pudo lograr darle una notable coherencia a los aportes de, al menos, seis jóvenes miembros de sus equipos de investigación citados en la Introducción. Este tipo de tarea es fundamental para el desarrollo futuro de las ciencias sociales, lo cual implica un liderazgo intelectual sólido y la convicción compartida de que los avances en temas cada vez más complejos exigen la suma de esfuerzos individuales debidamente coordinados. Es deseable que el Doctor Abal Medina consolide esos equipos y los proyecte para afianzar líneas de investigación de interés común. En el reciente Congreso Latinoamericano de Ciencia Política tuve el gusto de comentar cuatro valiosas ponencias de uno de esos grupos. Una tarea coordinada realza la producción de todos y cada uno de sus miembros y les permite avances considerables en la cantidad y calidad de su producción.
2. El contenido del manual permite introducirse a la ciencia política en un buen número de sus núcleos temáticos y de sus enfoques teórico-metodológicos. Cabe subrayar que están enumerados de forma casi exhaustiva los hitos y el devenir histórico de las tendencias que constituyeron intentos explicativos de la disciplina desde su formación en Estados Unidos, así como sus principales temas relevantes, a menudo explicados de forma clara para el que desea adquirir un conocimiento nuevo, complejo y marcado por profundos debates.
3. Se informa, de una numerosa y actualizada, bibliografía que es de gran utilidad no sólo para el que se inicia en la ciencia política sino para cualquier colega politólogo y/o académico.
4. Los manuales de este tipo deben ser actualizados, como lo señala con insistencia en su Prólogo el Doctor Guillermo O'Donnell. Agrego que el formato ágil y ameno del libro permitirá hacerlo con facilidad.
5. Al final de la conclusión se recuerda el rol que puede jugar la ciencia política en países y regiones sedientos de justicia, lo cual debería ser un imperativo moral de todas las actividades de las ciencias sociales en cualquier parte del mundo. No es posible lograr la unanimidad sobre este punto ni sobre un deseable diálogo entre las "mesas separadas" a las cuales el manual hace referencia citando a Gabriel Almond. Sin embargo, cabe puntualizar que el libro no elude esta cuestión esencialmente ética pero igualmente significativa para darle sentido al "oficio" de politólogo.
Por todo ello, creo que trabajos de este tipo muestran la madurez que ha adquirido la ciencia política en nuestro país y se ofrecen como un muy buen material de rigurosa divulgación académica.
No obstante, no puedo dejar de expresar mi reticencia a que los estudiantes universitarios se inicien en cualquier disciplina humanística a través de manuales, aun relativamente completos y de perspectivas teóricas plurales, tal como las presentadas en el libro que reseño. Puntualizo una serie de límites que se encuentran en este manual pero aplicables a cualquier otro, realizado por autores nacionales o extranjeros de la mayor calidad y excelencia:
1. Se privilegia el enfoque comparativo de las instituciones políticas en sus diversas etapas, el cual ha sido fundamental en la apertura de la ciencia política norteamericana al mundo. Sin embargo, ello se hace en desmedro de los aportes de la sociología política, tanto en Estados Unidos (pienso en Wright Mills) como en América Latina. En el libro apenas se hace referencia a los logros más trascendentes de la ciencia política en América Latina y Argentina, expresados en el debate entre el marxismo y la "teoría de la dependencia" en los años setenta, el cual influenció la ciencia política mundial y produjo una visión socio-política original de nuestra región; en la Argentina dicha "teoría" generó las llamadas "cátedras nacionales" que atraviesan la ciencia política y la sociología hasta nuestros días.
2. No se resalta la importancia de mantener una estrecha relación entre filosofía política, ensayismo político y nuestra disciplina, lo cual ante todo exige la lectura sistemática de los clásicos. El aislar la ciencia política académica del pensamiento político la debilita y le quita capacidad explicativa. Ello conduce en el manual a referencias marginales sobre autores de proyección internacional como Juan Carlos Portantiero y José Aricó, cuyos aportes al marxismo fueron centrales en la segunda mitad del siglo XX; también se ignora la acción de CLACSO en la ciencia política regional durante cerca de cuarenta años y la notable presencia del pensamiento político crítico en más del 80 por ciento de sus centros afiliados. Esta realidad no es ajena a la obra del Investigador Superior del CONICET, Doctor Atilio Boron.
3. Los límites del manual se expresan sobre todo en la historia del sistema partidario argentino, la cual no hace referencia a las profundas causas sociales del subdesarrollo argentino que generaron problemas políticos insolubles y el recurso a la violencia política, tanto en el siglo XIX como en el XX. Al "ocultar" los condicionamientos que sufre "lo político" se puede confundir al estudiante y generar un rechazo a la especialización disciplinaria. La política partidaria construye su propia historia, como sucedió en el período oligárquico argentino, con el fin de justificar la dominación social; por lo tanto no hay una historia neutra de ningún Estado dual, en los que no hay pactos sociales vigentes que hagan pacífica la competencia política. El manual no logra introducir una explicación socio-política, lo cual hace incomprensible la sugerida justificación del gobierno de la Presidenta Fernández de Kirchner, atacado por una coalición social que defiende explícitos intereses de clase y corporativos.
Estos temas polémicos deben ser considerados imperiosamente en la introducción universitaria a la ciencia política para interesar a los jóvenes estudiantes y entrenarlos en la lectura de autores contradictorios. Sin embargo, reconozco que cualquier texto sería parcial para abordarlos con éxito, tal como sucedía en las inolvidables introducciones de Maurice Duverger. Señalar límites a este manual, seguramente insuperables, no le resta mérito al trabajo realizado, sino pretende ponderar su utilización en la enseñanza de la ciencia política.

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