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versión On-line ISSN 1851-9601

Postdata vol.16 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jun. 2011

 

ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN

¿El sello importa? El rol partidario de los ejecutivos nacionales y provinciales a la luz de las listas peronistas disidentes (1989 – 2009)*

 

por Facundo Gabriel Galván**

**Profesor de ciencia política en la Universidad Católica Argentina (UCA), becario doctoral del Conicet, Argentina. E-mail: fggalvan@hotmail.com.

 


Resumen

Este artículo analiza el rol de los presidentes y gobernadores peronistas en el armado de las listas disidentes para competir en contra del Partido Justicialista (PJ) oficial en elecciones legislativas nacionales. Gran parte de la literatura interesada en estudiar las características organizativas del PJ afirma que los gobernadores son los agentes más importantes en el armado de listas de legisladores nacionales y que su competencia intrapartidaria disminuye en los distritos peronistas. Sin embargo, a partir de la evidencia empírica extraída del estudio sistemático de las disidencias creemos que esos postulados dejan interrogantes. La evidencia aquí presentada revela que el presidente también juega un rol en el armado de esas listas, y que las disidencias son más frecuentes en los distritos peronistas que en los "no peronistas".

Palabras clave: Partidos políticos; Organización partidaria; Partido Justicialista; Gobernadores; Argentina

Abstract

This article analyzes the role of  peronist presidents and governors in the formation of dissident peronist lists competing against the Partido Justicialista (PJ) official structure in national legislative elections. Much of the literature analyzing the PJ organizational features argues that peronist governors are the major political actors assembling of candidates' lists for congressional elections and that intra-party competition within the PJ decreases in peronist districts. However, empirical evidence from the systematic study of peronist dissidence indicates that these proposals do not tell the entire story. The evidence hereby presented reveals that the president also plays a role in designing legislative tickets challenging the power of either governors or provincial party bosses, and that dissidence is more frequent in districts run by peronist governors than in provinces ruled by other parties.

Key words: Political parties; Party organization; Partido Justicialista; Governors; Argentina


IntroducciónEl estudio de sectores internos de los partidos que se presentan a las elecciones generales utilizando listas disidentes, es decir, con sellos no oficiales, ha cobrado particular relevancia en la política argentina desde el año 2003. De hecho, se ha vuelto cada vez más frecuente en los medios de comunicación la referencia a facciones o líderes disidentes de diversas fuerzas políticas que se encuentran separados, o dispuestos a alejarse, de su partido de origen. Entre ellos podemos mencionar los casos del ARI disidente, el PRO disidente y de la UCR disidente1. Sin embargo, entre 1983 y 2007 el peronismo ha sido el partido que protagonizó el mayor número de disidencias electorales por cargos nacionales. De hecho ha habido más de un centenar de listas disidentes conformadas por dirigentes del PJ durante el período mencionado (Galván 2009). Otro dato relevante de éste fenómeno radica en su notable incremento: la cifra de listas peronistas "no oficiales" se triplicó entre 2003 y 2007.
A partir de la relevancia adquirida por este fenómeno es que nos preguntamos: ¿el sello importa? Un interrogante de este tipo puede ser abordado desde dos perspectivas diferentes. La primera de ellas estaría dada por una investigación acerca del valor que tiene para los votantes la presencia del emblema oficial de su partido en la lista, sobre todo a la hora de definir su voto. Con esa mirada se ayudaría en la comprensión de la relevancia de un sello partidario desde el plano de la "demanda". En este trabajo, por el contrario, buscamos analizar la importancia del sello desde una segunda óptica, intentando comprender el valor que encierra para los grupos de dirigentes el competir dentro de las listas oficiales de su partido.
Es conveniente aclarar que con la expresión disidencia electoral nos referimos a aquellas situaciones en las que las facciones de un partido compiten coyunturalmente "por afuera" de las listas oficiales para luego, generalmente, retornar a sus filas de origen (Galván 2009). En este trabajo, en lugar de focalizarnos en la dinámica que implica dicha estrategia electoral, nos concentraremos en las listas disidentes y, en especial, en aquellas que contaron con el patrocinio de dirigentes peronistas en cargos ejecutivos nacionales o provinciales. De modo que el universo de casos alcanzado queda comprendido por todas aquellas listas peronistas disidentes que compitieron por cargos nacionales durante los mandatos de presidentes provenientes del PJ post 1983: Carlos Menem (1989–1995 y 1995–1999), Eduardo Duhalde (2002–2003), Néstor Kirchner (2003–2007) y en la primera mitad del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007–2009).
Cabe decir también que, pese a que hubo casos de disidencias peronistas que cobraron una gran notoriedad por contar con el aval de algún encumbrado líder peronista en cargos ejecutivos, las mismas han recibido escasa atención por parte de la literatura (Levitsky 2005, Calvo 2005, Galván 2009, Galván 2010). El ejemplo más sobresaliente de disidencias patrocinadas por un presidente lo brindan las listas del "Frente para la Victoria", presentadas en 2005 en diversos distritos bajo el auspicio del presidente Kirchner. Respecto de las listas disidentes patrocinadas por gobernadores peronistas, el ejemplo más significativo de las mismas lo brindan aquellas que en las elecciones de 2007 y 2009 recibieron el apoyo del gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá. En ambos casos, las listas disidentes compitieron en contra de las listas distritales o nacionales del PJ oficial. Cabe recordar que en los comicios de 2007 Rodríguez Saá fue candidato presidencial mediante un sello disidente.
En un trabajo anterior, el autor de este escrito había señalado que existen cuatro condiciones que facilitan las disidencias electorales: el bajo costo de entrada (conformar partidos políticos), la posibilidad de acceso a financiamiento público, el bajo riesgo de penalizaciones y la existencia de patrocinadores (Galván 2009). Aquí pretendemos profundizar el análisis del último de esos factores, el rol de los patrocinadores, ya que a partir de este punto podemos complementar algunos postulados referidos a la dinámica que moldea el proceso de nominación de candidaturas de legisladores nacionales en los partidos argentinos.
En la primera sección revisaremos las posturas esgrimidas respecto del control de los procesos de nominación, de las carreras partidarias y de los recursos organizativos en el interior de los partidos, haciendo hincapié en la literatura que aborda el caso del PJ en Argentina. En segundo lugar, indagaremos en los casos de listas peronistas disidentes patrocinadas por gobernadores o presidentes del PJ entre 1989 y 2009. En particular, vamos a explayarnos en al análisis de las trayectorias partidarias de los candidatos peronistas disidentes de 2009. Por último, esbozaremos algunas reflexiones analíticas respecto de los casos abordados.

El control del sello y de los recursos organizativos

En este apartado repasamos la literatura referida al control y la organización de los partidos políticos, y en particular de sus respectivos sellos oficiales, por parte de líderes en ejercicio de cargos ejecutivos. En particular, nos interesan aquellos trabajos que se ocupan del rol que ejercen los presidentes y los gobernadores en el proceso de conformación de las listas electorales y en la producción de disciplina hacia el interior de sus partidos.
A modo de aclaración preliminar, y de carácter estrictamente formal, conviene recordar que la utilización de emblemas y símbolos de los partidos políticos es regulada por la ley 23.298, y más específicamente mediante su artículo 38. En el mismo se estipula que la Cámara Nacional Electoral, órgano máximo de la Justicia Electoral, queda encargada de guardar registro de la inscripción de los nombres, emblemas y símbolos de cada uno de los partidos políticos. Diversos fallos de la Justicia Electoral han dejado en evidencia la severidad en el cumplimiento de esta norma, como ejemplo de ello podemos citar la prohibición de utilizar la sigla "FREJULI", ligada históricamente al PJ, tanto a la lista disidente de Cafiero en 1985 como a la lista de Alberto Rodríguez Saá en 2007 (Galván 2010). De modo que el control del uso del sello oficial de un partido se encuentra regulado, en última instancia, por un agente externo a la conducción del mismo. Hecha esta anotación acerca del marco regulatorio podemos avanzar en el análisis de las investigaciones que indagan las características de los partidos en los regímenes presidencialistas latinoamericanos. Esta literatura ha hecho algunos aportes interesantes acerca de tres problemáticas que se encuentran vinculadas a nuestro tema: el control del sello oficial, el proceso de nominación de candidaturas y los agentes que acercan recursos organizativos a las listas de candidatos.
En primer lugar, cabe referirse a lo expuesto por Mainwaring y Shugart (2002) quienes, en su trabajo clásico sobre presidencialismos latinoamericanos identificaron tres determinantes institucionales de la disciplina partidaria: i) control de la selección de candidatos, ii) control del orden en la lista partidaria y iii) el reparto de los votos entre los candidatos del partido. Para los autores, un partido en el que sus dirigentes tengan la capacidad de elegir los candidatos, de ubicarlos en un orden específico de la lista y, además, en el cual la estructura de la boleta en la elección general fuera bloqueada (Nohlen 1998), sería un partido con factores institucionales altamente favorables para la producción de disciplina partidaria. En la misma línea de Mainwaring y Shugart, Mark Jones (2002) destacó que cuando un presidente de con listas oficiales, mientras que ni las facciones disidentes ni los partidos que ellas conforman reciben su atención. Es decir que contamos con una gran literatura concentrada en describir o explicar los factores que favorecen a la disciplina sobre aquellos dirigentes que deciden permanecer en las listas que llevan el sello partidario oficial, pero carecemos de información sobre las dinámicas disciplinarias que generan las facciones de esos mismos partidos, que cuentan con el apoyo de dirigentes en cargos ejecutivos (de orden nacional y/o provincial) y que deciden abandonar las listas oficiales. Precisamente, con el objetivo de colaborar con una construcción teórica que nos permita analizar las listas disidentes, a continuación nos ocuparemos de la literatura que se concentra en el plano organizativo de los partidos políticos argentinos.
Angelo Panebianco (1988) es un referente ineludible a la hora de analizar las dinámicas internas de los partidos políticos. El mencionado autor ha sido uno de los primeros en destacar que una función clave de toda organización partidaria radica en la distribución de incentivos selectivos, mediante los cuales el partido moldea las carreras partidarias de sus miembros. En su aplicación del modelo de Panebianco al caso del PJ argentino, Levitsky (2005) afirma que cuando el reparto de los recursos materiales y organizativos del partido (incentivos selectivos) queda en manos de un gobernador provincial, la competencia interna en ese distrito desparece y los procesos de nominación quedan en manos de un pequeño grupo de dirigentes alineados con el caudillo local. En cambio, en los distritos en los que el PJ provincial se encuentra en la oposición, la distribución de incentivos selectivos se produce a través de diferentes redes de patronazgo, las cuales emergen desde funcionarios ubicados en distintos cargos públicos -ministros, legisladores nacionales o provinciales, líderes sindicales, etc.- hacia las distintas facciones del distrito. Dicha situación deviene, según el autor, en que aquellos distritos gobernados por partidos opositores al PJ poseen un nivel de competencia interna más elevado, llegando a constituirse sistemas relativamente estables de competencia interfaccional en muchos de ellos. De modo que el planteo de Levitsky sugiere que el proceso de nominación y armado de las listas en aquellas provincias con gobernadores del PJ queda moldeado por la voluntad de los dirigentes al frente de los cargos ejecutivos provinciales, mientras que en los distritos con gobernadores "no peronistas" se abren más espacios para la competencia intrapartidaria. En este trabajo, en cambio, creemos que con ese argumento no alcanzamos a comprender casos tales como las listas disidentes impulsadas en 1991 por el Gobernador de Santiago del Estero y en 2005 por el Gobernador de La Rioja. Los candidatos a legisladores nacionales afines a los mencionados gobernadores peronistas tuvieron que ser nominados en boletas con sellos disidentes, que enfrentaban a las listas del PJ oficial de sus propios distritos.
En un trabajo más reciente Marcelo Leiras (2006) ha postulado que los dirigentes en cargos ejecutivos -intendentes o gobernadores- poseen un alto grado de autonomía en la distribución de recursos organizativos, los cuales se encuentran exentos de las regulaciones de su partido (tanto en el PJ como en otras fuerzas políticas). Precisamente ese control de recursos en sus jurisdicciones es el que induce a que los oficialismos se conviertan en jugadores clave del sistema. De modo que ese control de su territorio puede verse potenciado en la arena partidaria en función del número de votos que se cuentan en sus distritos. Siguiendo esta lógica, Leiras postula que los intendentes del conurbano bonaerense pueden darse, ocasionalmente, el lujo de desafiar el poder del gobernador, una acción prohibitiva para los demás actores. Si bien el autor no se ocupa de manera central del fenómeno disidente, su argumento deja abierta la puerta para la comprensión de las múltiples estrategias para desafiar el poder de la cúpula partidaria que llevan a cabo los gobernadores o intendentes peronistas. Asimismo, profundizando su línea de investigación, podemos observar que los desafíos intrapartidarios no necesariamente se dan en dirección ascendente. Es decir, de intendentes a gobernadores o de los gobernadores al presidente, sino que también pueden darse en forma inversa, tales como los casos de apoyo presidencial a listas disidentes provinciales con el objetivo de desafiar el poder partidario del gobernador. Ejemplos de esta última dinámica los brindan las listas para legisladores nacionales del "Frente para la Victoria" de San Luis en 2005 y de Córdoba en 2009.
En un trabajo más reciente, Jones y Hwang (2007) han destacado que los jefes provinciales del peronismo fueron los agentes clave durante el proceso de nominación en el PJ, y en particular al momento de conformar las listas para cargos legislativos de orden nacional. Como hemos visto en los párrafos anteriores, esa línea argumental se encuentra en coincidencia con los análisis de Levitsky (2005) y Leiras (2006). De hecho todos estos autores coinciden en que, dentro del esquema organizativo del PJ, son sus cúpulas provinciales las que constituyen el eje central del partido. En ese mismo sentido se manifiestan Calvo y Murillo (2008) al analizar la administración del patronazgo político provincial. Si bien el trabajo de investigación de estos autores no se focaliza en temas vinculados al comportamiento disidente, ellos sostienen que la distribución de empleos públicos ha sido uno de los mecanismos utilizados por los gobernadores argentinos para disciplinar a las facciones internas en los partidos políticos. Podemos afirmar entonces que todos estos trabajos asumen que los recursos organizativos manejados por los gobernadores se traducen en un elevado nivel de poder partidario en el interior de sus fuerzas políticas.
En resumen, tanto la literatura preocupada por el manejo de los recursos organizativos al interior del partido como aquella abocada a indagar sobre la producción de disciplina han coincidido en un punto central: el hecho de que un partido se encuentre en el poder a nivel nacional o provincial, y que consecuentemente controle recursos de patronazgo, lo convierte en un factor clave para explicar el armado de poder partidario. Pero otro dato que se desprende de estos trabajos es que ese control de recursos afecta la dinámica de la competencia interna de las facciones, sobre todo a la hora de conformar las listas de candidatos.
Sin embargo, el hecho de que los trabajos anteriores hayan analizado exclusivamente la distribución de recursos organizativos al interior de las listas que portan el sello oficial del partido hace que persistan algunos interrogantes. Entre ellos se destaca el poco interés por determinar cuál ha sido el rol jugado por los sellos disidentes en la puja por los recursos partidarios. Otro tema de suma relevancia, y también poco estudiado, guarda relación con el surgimiento de listas avaladas por presidentes o gobernadores del mismo partido en numerosas elecciones generales. Es por ello que esperamos que este escrito ayude a responder algunas de esas cuestiones, sobre todo al observar la dinámica que presentaron las disidencias electorales peronistas durante las presidencias de Carlos Menem, Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
En síntesis, a raíz de las diversas posturas revisadas en este apartado respecto de los procesos y agentes que intervienen en la organización electoral y en la producción de disciplina partidaria en los partidos argentinos en general pero más específicamente en el PJ, hemos elaborado una selección de cuatro enunciados que resumen sus argumentos principales:

I– El presidente influye sobre las carreras políticas de los dirigentes de su color político, dado que controla el sello oficial del partido.
II– El PJ es fuerte a nivel provincial y poco estructurado en el plano nacional. De modo que en las provincias gobernadas por el peronismo, no habrá otro agente con capacidad suficiente como para desafiar al gobernador en la puja por los recursos partidarios en su distrito.
III– Dado el carácter distrital de los comicios para las bancas legislativas nacionales, el  principal agente encargado de la nominación partidaria para esos cargos, en las provincias gobernadas por el peronismo, es el gobernador.
IV– Es más probable que al momento de confeccionarse las listas de legisladores nacionales, exista competencia en el PJ en las provincias "no peronistas" que en las peronistas.

En este trabajo argumentamos que a la luz del estudio de las listas disidentes, es posible replantear esos cuatro enunciados, ligados al rol desempeñado tanto por el presidente de la Nación como por los gobernadores de origen peronista. Es por ello que a continuación, y a la luz de la evidencia empírica aportada por las disidencias electorales, hemos redactado nuevamente esas cuatro afirmaciones:

I– Pese a que el presidente puede ser el líder de su partido en el orden nacional, tal condición no le garantiza el control del sello oficial en todos los distritos. Sin embargo, en aquellos distritos que se oponen a su liderazgo, el presidente cuenta con la posibilidad de patrocinar listas disidentes para impulsar a sus candidatos "por afuera" de las listas oficiales.
II– Pese a que el PJ está fuertemente poco estructurado en el plano nacional y fuertemente organizado a nivel provincial, existen al menos dos agentes capaces de desafiar el poder partidario de un gobernador en su distrito: i) el presidente de la Nación y ii) otros gobernadores.
III– Si bien el poder partidario de los gobernadores peronistas es relevante para el armado de las listas de legisladores nacionales, dicho poder disminuye cuando no se encuentra alineado con un presidente de su mismo partido. Esto es así porque desde el ejecutivo nacional pueden patrocinarse listas disidentes.
IV– Las listas disidentes pueden ser concebidas como un indicador de competencia intrapartidaria trasladada a las elecciones generales, de hecho muchas de ellas contaron con el apoyo de líderes peronistas en cargos ejecutivos nacionales o provinciales que las han utilizado para mejorar su posición en el PJ oficial. Sin embargo, este tipo de competencia en el interior del peronismo se dio con mayor frecuencia en los distritos gobernados por el PJ, mientras que sólo un tercio de los casos ocurrió en provincias en las cuales el PJ era opositor. Esto sugiere que el hecho de que el gobernador sea peronista no implica la disminución de la competencia entre las diversas facciones de su distrito.

En el siguiente apartado pondremos a prueba los cuatro enunciados recién expuestos. Esperamos que mediante el análisis de los casos de disidencias ocurridos en elecciones generales por cargos legislativos nacionales, convocadas por presidentes peronistas entre 1989 y 2009, podamos realizar aportes novedosos en el debate en torno a las dinámicas intrapartidarias del PJ.

Listas disidentes peronistas entre 1989 y 2009

En primer lugar, en este apartado nos proponemos brindar una perspectiva descriptiva respecto del fenómeno peronista disidente entre 1983 y 2009, con el objetivo de presentar adecuadamente los casos aquí identificados como listas disidentes. Luego, haremos un análisis más profundo de las disidencias peronistas que tuvieron lugar en elecciones generales, por cargos legislativos nacionales, bajo presidencias del PJ. De modo que abordaremos todos los casos ocurridos durante los mandatos de Carlos Menem (1989-1995 y 1995-1999), Eduardo Duhalde (2002-2003), Néstor Kirchner (2003-2007) y la primera mitad del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2009). En tercer lugar, analizaremos cuántas listas disidentes recibieron el patrocinio de algún gobernador o presidente de origen peronista en el mismo período. Por último, analizaremos el color político de los gobernadores en aquellos distritos en los que tuvieron lugar las disidencias en esos mismos años.
Para tomar una noción adecuada de las dimensiones del fenómeno disidente podemos observar que desde las elecciones que culminaron con el triunfo de Raúl Alfonsín en 1983 hasta el año 2009 se han detectado un total de 146 listas conformadas por peronistas disidentes para competir por cargos nacionales (ver Gráfico 1). Se destaca en el mismo que 116 casos fueron de listas presentadas para diputados, un dato que no sorprende dado que -con la excepción de la Capital Federal- entre 1983 y 1999 los senadores nacionales eran elegidos por las legislaturas provinciales. El gráfico también evidencia que desde el 2001, momento en el cual los senadores nacionales comenzaron a ser escogidos por el voto popular, se produjo un notable incremento de las listas disidentes para ese cargo, los cuales representan un 20 por ciento de los casos.


GRÁFICO 1 Listas peronistas disidentes presentadas para presidente, senador o diputado nacional (1983-2009)

Otro punto que debe ser aclarado antes de avanzar se vincula a los distritos en función de los cuales se eligen los cargos legislativos nacionales en la Argentina. Al coincidir esos distritos con los límites provinciales, sucede que en muchas ocasiones las listas disidentes para esos cargos obedecen a algún tipo de puja en el interior del PJ provincial. En la mayoría de los casos se repite la siguiente dinámica: una lista peronista alineada al gobernador, también del PJ, se enfrenta en las elecciones generales a otra lista peronista enfrentada al ejecutivo provincial. Sin embargo, asumir que todas las disidencias electorales remiten a ese tipo de proceso nos forzaría a concebir a todas las disidencias como fenómenos meramente distritales. Tal interpretación puede ser rápidamente descartada observando el Gráfico 1, dado que en los períodos 1985-1987, 1991-1993 y 2005-2009 se observan concentraciones de listas disidentes, las cuales no responden exclusivamente a problemas del PJ provincial sino que obedecen a tendencias disidentes que sobrepasan el ámbito local. Esos tres períodos se corresponden con las listas disidentes de los renovadores en los años ochenta, del FREDEJUSO y del Frente Grande durante los años del menemismo y de los sectores peronistas aliados, o enfrentados, al kirchnerismo post 2003.
Otro indicador que nos permite medir la relevancia de las listas disidentes se obtiene al analizar cuántos de sus candidatos lograron acceder a cargos legislativos de orden nacional (ver Gráfico 2). En el período 1983-2009, casi un centenar de peronistas disidentes fueron elegidos para formar parte de la Cámara Baja. Por otra parte, fueron 14 los senadores nacionales elegidos en listas con sellos peronistas disidentes. Se destaca en el cuadro la gran cantidad de senadores y diputados que lograron ser electos durante el año 2005, una fecha que probablemente haya sido una de las coyunturas críticas más relevantes que atravesó el PJ contemporáneo. Cabe recordar que ese año el liderazgo partidario de Néstor Kirchner se puso a prueba con el de poderosos líderes peronistas provinciales. Ligado a este punto se destaca en el Gráfico 2 que, si bien las de 2005 y 2009 eran elecciones intermedias y se elegían 127 bancas (frente a las 130 que entran en juego en los comicios concurrentes con las presidenciales), en ambos casos los disidentes alcanzaron mayores cantidades de escaños en la Cámara Baja respecto de 2003 y 2007. Específicamente obtuvieron 22 bancas en 2005 y 24 en 2009.


GRÁFICO 2 Dirigentes peronistas electos para los cargos de diputados y senadores nacionales mediante listas disidentes (1983-2009)

Los dos gráficos presentados muestran la relevancia del fenómeno disidente para la política nacional, tanto por la gran cantidad de listas presentadas (Gráfico 1), como por la gran cantidad de disidentes que resultaron electos para cargos legislativos nacionales (Gráfico 2). Es por ello en que insistimos en que no deja de llamar la atención el hecho de que aún sean escasos los trabajos que se abocan a estudiar este comportamiento en forma sistemática, es decir, abordando todos los períodos en los que se produjeron disidencias.
A partir de estas precisiones retomemos el punto de central que aborda este trabajo, el cual radica en analizar el rol que tuvieron gobernadores y presidentes de origen peronista en relación a las disidencias. En este sentido, presentamos en el Gráfico 3 los casos de listas peronistas disidentes que obtuvieron el aval del ejecutivo nacional o de ejecutivos provinciales (de origen peronista) durante el período 1991-2009. La tarea de identificar listas patrocinadas ha sido compleja e implicó algunas decisiones metodológicas que deben ser aclaradas. En primer lugar, hemos considerado como listas patrocinadas aquellas en las cuales un presidente o un gobernador participaron de sus campañas electorales, o bien enviaron funcionarios de su gobierno a colaborar en sus actos. También hemos considerado aquellos casos en los que se presentaron listas con un sello electoral específicamente creado por un patrocinador para alentar a sus candidatos en otros distritos. Por último, también incorporamos aquellos casos en los cuales el principal referente de la lista disidente declaró a la prensa haber recibido el apoyo del patrocinador, más allá de no haber contado con su presencia o la de sus funcionarios durante la etapa preelectoral.


GRÁFICO 3 Listas peronistas disidentes, patrocinadas por un presidente o gobernador (1991-2009)

Si bien Carlos Menem asumió la presidencia en 1989 hemos tomado como primera elección la de 1991 en el Gráfico 3, dado que fueron los primeros comicios organizados bajo su gobierno. Durante sus dos mandatos se identificaron cuatro disidencias con patrocinadores. Dos casos tuvieron origen en la lista disidente "Frente de la Corriente Renovadora", conformada por el gobernador peronista de Santiago del Estero, César Iturre. Básicamente los renovadores santiagueños alineados con el ejecutivo provincial tuvieron que competir en contra del PJ oficial provincial, liderado por Carlos Juárez. Esta disidencia se aleja de la dinámica que nos sugiere la literatura que alude al gobernador como jefe indiscutido del partido en su territorio, dado que justamente han sido los candidatos de Iturre, el gobernador, quienes tuvieron que ir por afuera del PJ en las elecciones generales. Otra de estas disidencias fue la que tuvo lugar en 1991, apoyada por el gobernador de Catamarca Ramón Saadi (afuera de sus funciones). La lista disidente denominada "Movimiento de Afirmación Popular" obtuvo el reconocimiento de la Justicia Electoral apenas cuatro meses después de la intervención federal que desplazó a Saadi del poder provincial (Galván 2010). Por último, la única lista disidente que contó con cierto apoyo del presidente Menem fue una presentada en San Juan en el año 1993. Esa boleta fue encabezada por el gobernador Jorge Escobar, quien se encontraba suspendido de su cargo al momento de la disidencia. Su lista, denominada "Frente de la Esperanza", le ganó al PJ oficial liderado por Juan Carlos Rojas, su vicegobernador. Según se desprende de algunos análisis, Escobar se encontraba fuertemente alineado a las políticas económicas del gobierno nacional de Carlos Menem y, en particular, era uno de los dirigentes más cercanos a su entonces ministro de Economía Domingo Cavallo (Adrogué 1995).
De manera que los cuatro casos recién analizados nos dejan algunos puntos de interés: a) en los casos de Santiago del Estero y Catamarca el PJ oficial se encontraba alineado con el presidente de la Nación, b) En San Juan y Catamarca las listas disidentes fueron avaladas por gobernadores que acababan de ser desplazados, c) en San Juan y Santiago del Estero las disidencias emergieron de un conflicto intrapartidario entre un gobernador peronista y una facción opositora que dominaba el partido y d) en Santiago del Estero en 1993 se dio el único caso en el que una lista disidente patrocinada por un gobernador peronista fue derrotada por la boleta de los candidatos del PJ oficial no alineados al ejecutivo provincial.
A diferencia de lo ocurrido durante los mandatos presidenciales de Menem, las disidencias peronistas cobraron un notable incremento desde el año 2003. Ya hemos señalado que las disidencias se multiplicaron durante los mandatos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2009) (ver Tabla 1). En esos dos períodos se dio más del 60 por ciento del total de las listas disidentes que fueron presentadas entre 1983 y 2009.

TABLA 1 Listas peronistas disidentes para cargos legislativos nacionales, durante Presidencias del PJ, según el color político del Gobernador del distrito en el que ocurrió la disidencia (1991-2009)

Además de su notable incremento, las disidencias del período que comienza en 2003 se vieron acompañadas de otra característica particular: el apoyo presidencial (ver Gráfico 3). Sin dudas, el caso que más trascendió fue el de Cristina Fernández de Kirchner en 2005, quién encabezó la lista disidente denominada "Frente para la Victoria". Con esa boleta se enfrentó al frente electoral avalado por el PJ oficial, encabezado por Hilda González de Duhalde, quien recibía el apoyo de su esposo Eduardo Duhalde, ex presidente y líder del PJ bonaerense. El conflicto intrapartidario vivido por el peronismo durante 2005 devino, como se ha observado en el Gráfico 2, en que aquellos comicios han arrojado la mayor cantidad de legisladores nacionales peronistas electos mediante listas disidentes. En total fueron treinta las bancas obtenidas por dirigentes justicialistas en listas con sellos "no oficiales".
En la elección general de 2007 se contabilizaron 28 listas disidentes patrocinadas, la mitad de ellas fueron avaladas por el presidente Kirchner, mientras que el resto recibió el apoyo de distintos gobernadores. Entre ellos se ha destacado el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, quien en 2007 encabezó una fórmula presidencial disidente -bajo la etiqueta "Frente Justicia, Unión y Libertad"- la cual tuvo su correlato en distintas boletas de legisladores nacionales provinciales. Ese mismo dirigente, en 2009, también acompañó distintos emprendimientos electorales para cargos legislativos nacionales bajo la etiqueta electoral "Es posible".
último punto que abordaremos en este apartado también corresponde al período 1991-2009. Es aquel referido al color partidario del gobernador que convocó a las elecciones generales por cargos legislativos nacionales en las cuales se presentaron listas de peronistas disidentes. Como se observa en la Tabla 1, dos tercios de los casos de listas disidentes fueron presentados en distritos en los cuales el gobernador era de origen peronista, mientras que sólo el tercio restante se dio en los distritos gobernados por otras fuerzas "no peronistas". La categoría "otros" abarca a los comicios convocados bajo gobiernos de partidos nacionales como la UCR, de partidos provinciales como el MPN y de las intervenciones federales.
Por último, cabe destacar otro dato presentado en la Tabla 1, respecto de la incidencia del color partidario del gobernador en el incremento de la competencia intrapartidaria disidente. No hubo ninguna presidencia peronista durante la cual la cantidad de listas disidentes, en distritos "no peronistas", superara a las presentadas en los distritos peronistas. Únicamente la presidencia de Duhalde muestra una cifra en la cual se empata en dos casos en cada una de las categorías.
En resumen, la evidencia deja entrever que las listas disidentes pueden contar con el patrocinio de gobernadores o presidentes. También se ha observado que la cantidad de las mismas no disminuye cuando el gobernador es peronista y que el presidente de la Nación no siempre cuenta con el sello partidario oficial para impulsar a sus candidatos. A continuación, a partir de un estudio más detallado respecto de las listas peronistas disidentes presentadas a las elecciones de 2009, aportaremos otra perspectiva que nos ayuda a comprender la relevancia que cobran estos armados partidarios "no oficiales".

Roles subnacionales, políticas nacionales: las elecciones de 2009

Los datos presentados en el apartado anterior nos permiten vislumbrar algunas dinámicas no contempladas en la literatura tradicional respecto del rol de los ejecutivos nacionales y provinciales en el armado de la política partidaria. Hasta el momento la mayoría de los trabajos sobre el tema se concentraron en los partidos políticos presentados a elecciones bajo una "etiqueta oficial", pero como hemos visto el fenómeno de los sellos disidentes ha cobrado un importante crecimiento en estos últimos años.
Pero no sólo debe entenderse ese incremento en función del número de listas disidentes, sino que para comprender mejor el crecimiento de este fenómeno también deben tomarse en cuenta las trayectorias políticas de aquellos dirigentes que deciden volcarse a este tipo de estrategias. En este sentido la elección del año 2009 constituyó uno de los eventos que evidencian la envergadura de muchos de los candidatos postulados mediante listas peronistas disidentes.
La participación electoral en listas disidentes de dirigentes justicialistas que, en su momento, alcanzaron posiciones destacadas de gobierno dentro del PJ, constituye un fuerte indicador de la importancia que ha adquirido esta estrategia. No es un dato menor que en 2009 hubiera nueve ex gobernadores o ex vicegobernadores provinciales participando como candidatos a legisladores nacionales en ese tipo de listas (ver Tabla 2). La mitad de ellos pudo acceder al cargo que aspiraba. También en esa misma elección se postularon a senadores nacionales al menos dos funcionarios que al momento de los comicios eran intendentes o ex intendentes del PJ, situación que se dio en los distritos de La Pampa y Córdoba, sin embargo ninguno de ellos obtuvo cargos2.

TABLA 2 Candidatos a legisladores nacionales y legisladores nacionales electos, que concurrieron mediante listas peronistas disidentes en 2009 y que, previamente, fueron gobernadores o vicegobernadores por listas del PJ oficial

De cara a las elecciones nacionales de 2011, el ex presidente Eduardo Duhalde ha asegurado que posiblemente se postule como candidato presidencial "por afuera" del PJ3. De concretarse esa situación, se convertiría en el segundo candidato disidente del peronismo que, en su momento, logró alcanzar la presidencia de la Nación4. El punto central de todo esto radica en que la creciente vocación de ex gobernadores y ex vicegobernadores peronistas por apelar a este tipo de estrategias implica un crecimiento tanto cuantitativo como cualitativo del fenómeno disidente. Los casos de Ramón Puerta (Misiones), Carlos Reutemann (Sante Fe) y Walter Wayar (Salta) evidencian la relevante trayectoria partidaria que muestran los candidatos de estas formaciones partidarias. En los años de los renovadores y del Frente Grande la estrategia disidente estaba reservada, en su mayoría, a dirigentes de segunda línea que iban en ascenso en sus carreras políticas. Pareciera que dicha tendencia se ha revertido luego de la llegada de Néstor Kirchner al poder, y también puede afirmarse que las trayectorias partidarias de los disidentes, en la actualidad, son mucho más relevantes que décadas atrás.
En una organización partidaria de tanta relevancia en la arena política nacional como lo es el PJ, estos indicadores constituyen un fuerte llamado de atención respecto del rol que juegan sus propios presidentes y gobernadores quienes, como hemos visto, muchas veces conforman listas para enfrentar a las de su propio partido de origen, sino también respecto del tipo de roles o trayectorias partidarias que el PJ brinda a quienes accedieron anteriormente a funciones de relevancia en las listas que llevaban su sello oficial.
De producirse en los próximos comicios un incremento de esta atípica situación que implica el abandono de las listas oficiales del PJ por parte de dirigentes de gran relevancia, como aquellos que en su momento alcanzaron gobernaciones, para intentar proseguir con sus carreras partidarias "por afuera" del PJ, el partido podría comprometer el futuro en su propia organización de dirigentes de primer rango.
ConclusionesLas disidencias electorales peronistas muestran una serie de características específicas que nos ayudan a repensar algunos de los postulados tradicionales sobre el rol de los ejecutivos nacionales y provinciales en la organización partidaria. De hecho en este trabajo hemos presentado la capacidad que tienen tanto los presidentes como los gobernadores de origen peronista para impulsar listas disidentes en aquellos distritos en los que carecen de influencia sobre el PJ oficial.
Si bien existe abundante evidencia para sostener a la literatura que hace hincapié en el papel jugado por los gobernadores como jefes provinciales del partido, sobre todo para el caso del PJ argentino, aquí hemos mostrado que existen importantes excepciones a algunos de sus postulados. A raíz de los casos analizados, hallamos situaciones en las cuales los propios gobernadores peronistas tuvieron que renunciar al sello oficial del partido para impulsar a sus candidatos por afuera del mismo. Asimismo, encontramos que muchas veces la jefatura que ejercían los gobernadores sobre su partido, al momento de armar las listas, era discutida, precaria o nula, y por ende se vieron obligados a competir en las elecciones generales contra sus propios opositores partidarios internos.
En segundo lugar, hemos mostrado que pese a ser jugadores importantes de la arena partidaria provincial, los gobernadores no son los únicos actores que pesan durante el proceso de conformación de listas y candidaturas en el PJ en los respectivos distritos. Tanto el presidente de la Nación como otros gobernadores pueden encontrarse interesados en desarrollar armados políticos disidentes con el objetivo de desafiar el poder partidario de un ejecutivo provincial.
También abordamos el problema del control del sello oficial del partido, una potestad que la literatura referida a los presidencialismos latinoamericanos en general, y al caso argentino en particular, le suele otorgar al presidente de Presidente peronista, que quedaron fuera de las listas oficiales del PJ, se postularon "por afuera" en el período 2003-2009.
Cabe resaltar también que hemos encontrado algunas respuestas tentativas a la pregunta que lanzamos al inicio de este escrito. Efectivamente el sello importa en el caso del PJ argentino, e importa a un punto tal que sus dirigentes son capaces de alentar listas por afuera del partido para desafiarlo y, de ser posible, llegar a presidirlo o, al menos, controlarlo. Los casos de Antonio Cafiero (1988) y Néstor Kirchner (2008) nos muestran dos dirigentes que, tras alentar disidencias, presidieron el PJ nacional. Asimismo, es preciso señalar que dada la gran cantidad de legisladores nacionales peronistas que alcanzaron sus bancas tras concurrir a los comicios con listas disidentes, para la ciudadanía en general, y para los votantes en particular, claramente el sello no siempre importa.
Es probable que el hecho de que este tipo de listas haya crecido tanto en número como en relevancia se vincule al tipo de apoyos que las mismas reciben -de distintos gobernadores o del propio presidente- y a las trayectorias partidarias de los dirigentes que últimamente se han decidido a participar mediante esta estrategia electoral. Esto último se concatena a los desprendimientos partidarios, relativamente exitosos, que sufrió la UCR. De hecho algunos de sus más encumbrados dirigentes decidieron conformar partidos propios (tales como el ARI, Recrear o GEN). Sin embargo, no termina de quedar claro por qué los peronistas generalmente retornan a las listas oficiales mientras que los radicales escindidos continúan en sus propios espacios, y tampoco se termina de entender por qué los gobernadores de la UCR (ni sus presidentes) han alentado este tipo de listas. Quedarán estas cuestiones planteadas como agendas de investigación.
Como corolario podemos afirmar que si bien los dirigentes peronistas han mostrado una tendencia creciente a candidatearse por afuera de su partido, los dirigentes disidentes con trayectorias más destacadas emprendieron la disidencia con el objetivo de lograr el liderazgo del PJ oficial, a nivel nacional o provincial. De hecho, más allá de alguna excepción, los peronistas disidentes se cuidan a la hora de mostrar rechazos explícitos hacia los símbolos oficiales del partido, es más, cuando las listas disidentes intentaron tomar prestados esos íconos fue la Justicia Electoral la que tuvo que prohibirles su utilización. Lo cierto es que al tratarse de una dinámica cada vez más relevante para el PJ oficial, persiste el interrogante sobre por qué la misma aún no ha captado una gran atención por parte de la literatura que indaga sobre los partidos políticos, y en particular sobre sus dilemas organizativos internos.

Notas

* El autor agradece por sus valiosos comentarios y aportes a Ana María Mustapic, Javier Zelaznik, Lucas González, Santiago Alles, Ignacio Labaqui, Sonia Ramella y Jorge Mangonnet. Una versión preliminar de este trabajo ha sido presentada en el V Congreso de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política, ALACIP, 28 al 30 de julio de 2010, Buenos Aires.

1 La denominación de "ARI disidente" fue otorgada a un grupo de diputados que se escindió del bloque oficial del partido de Elisa Carrió en noviembre de 2007. Como "PRO disidente" se conoce a una facción que surgió en febrero de 2009 encabezada por legisladores provinciales y concejales. Mientras que "radicales disidentes" hace referencia, principalmente, a los dirigentes provinciales de la UCR amnistiados por la Convención Nacional de su partido en octubre de 2008 tras su participación en las listas de otras fuerzas políticas.

2 Cabe aclarar que si bien Eduardo Accastello no ganó la banca de senador nacional por Córdoba a la que se postulaba, su fuerza partidaria disidente obtuvo una banca a diputado nacional.

3 Ver página web "lapoliticaonline" del 30 de abril de 2010.

4 El primer ex presidente de la Nación en ser candidato disidente peronista fue Ramón Puerta.

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