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versión On-line ISSN 1851-9601

Postdata vol.18 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2013

 

ANÁLISIS E INVESTIGACIÓN

 

Del "peronismo impuro" al "kirchnerismo puro": la construcción de una nueva identidad política durante la presidencia de Néstor Kirchner en Argentina (2003-2007)

 

por Ana Soledad Montero* y Lucía Vincent**

*UBA - CONICET, Argentina. E-mail: solmontero@hotmail.com.
**UNSAM - CONICET, Argentina. E-mail: luciavincent@hotmail.com.


Resumen

Durante el gobierno de Néstor Kirchner se configuró una nueva identidad política en la Argentina: la "identidad kirchnerista". Kirchner llegó al poder en 2003 de la mano del peronismo, siendo un desconocido para la mayoría del electorado. Se transformó en un líder fuerte, contó con el apoyo de la opinión pública, delimitó nítidas fronteras con los principales adversarios, tejió alianzas con distintos actores políticos y estableció un vínculo propio con el peronismo. En 2007, su esposa, Cristina Fernández de Kirchner ganó las elecciones con el 45% de los votos y sin la necesidad de recurrir a una segunda vuelta electoral. A través del análisis de discursos presidenciales y de notas de prensa, este artículo tiene como objetivo realizar una periodización del gobierno de Kirchner, con el fin de señalar los distintos clivajes, alianzas y tradiciones que dieron forma a esta nueva identidad política en Argentina.

Palabras clave

Kirchner; Kirchnerismo; Identidad; Peronismo; Argentina.

Abstract

During Néstor Kirchner's term, a new political identity was constructed: "the Kirchnerist identity". Kirchner came to power in 2003 supported by Peronism and being a total unknown to most of the voters. He then became a strong leader, counting with the approval of the public opinion. He established clear discrepancies with his main opponents, built strong alliances and maintained a special relationship with the Peronist party. In 2007, his wife, Cristina Fernández de Kirchner, won the national elections with the 45% of the votes. This article's objective is to generate, through presidential speeches and press articles, a periodization of Néstor Kirchner's government, mainly focused on the development of this new political identity in Argentina.

Key Words

Kirchner; Kirchnerism; Identity; Peronism; Argentina.


Néstor Kirchner llegó a la presidencia argentina en mayo de 2003 luego de que el país atravesara una de las crisis institucionales más profundas de la historia. Elegido con un escaso número de votos, terminó su gobierno con un poder extraordinario: su fuerza política ganó las elecciones de 2007 y le entregó la banda presidencial a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner. Ocho años después, el 27 de octubre de 2010, murió siendo el líder político por antonomasia, el hombre que marcaba el ritmo de la política argentina y a quien debían enfrentar aquellos que quisieran conquistar el poder en las elecciones de 2011. Las consecuencias de su muerte sólo podrán aquilatarse con el tiempo, pero el derrotero entre la asunción a la presidencia y el fin de su gobierno puede analizarse hoy con cierta perspectiva.

¿Cómo construyó Kirchner su liderazgo político a lo largo de sus más de cuatro años como presidente? ¿Cómo conformó una identidad política propia? ¿Cuáles fueron los momentos y coyunturas en que esa identidad se fue configurando, consolidando y mutando? Nuestra hipótesis inicial es que Kirchner llegó a la presidencia de la mano del Partido Justicialista (PJ) para luego conformar, dentro del partido y por fuera de él, una identidad política propia, la "identidad kirchnerista". Siguiendo a Aboy Carlés (2001), entendemos que una identidad política se configura a partir de la conjunción de tres elementos: por un lado, una serie de alianzas y articulaciones; por otro lado, un conjunto de fronteras y límites a partir de los cuales se define una alteridad, y por último, las tradiciones políticas en las que esta identidad se inscribe1.

En los próximos apartados proponemos una descripción cronológica del período de gobierno de Kirchner a partir del abordaje de estos tres elementos. Así, resaltamos las coyunturas más relevantes del período en cuanto a la conformación de las alianzas, las fronteras con otras identidades políticas y la inscripción en la tradición peronista. Desde el punto de vista metodológico, utilizamos dos fuentes principales: discursos presidenciales y artículos de los diarios nacionales publicados durante los cuatro años de gobierno2. A partir de nuestro análisis, distinguimos seis etapas a lo largo de la gestión de Kirchner: la irrupción en la escena política; el idilio con la opinión pública durante los primeros cien días de gobierno; la construcción "transversal"; la hora del "peronismo impuro"; la consolidación del "kirchnerismo puro", y finalmente, la búsqueda por la continuidad en un segundo período de gobierno.

  1. Irrupción en la escena política

 Apenas un año y medio después de la estrepitosa caída del gobierno de Fernando De la Rúa en diciembre de 2001 y del consiguiente proceso de crisis política, social e institucional atravesado por el país (Pousadela 2005, Quiroga 2005), las elecciones nacionales de abril de 2003 arrojaron una novedad: la llegada al poder de Néstor Kirchner, el poco conocido candidato peronista apadrinado por el entonces presidente Eduardo Duhalde y elegido únicamente con el 22 por ciento de los votos3.

Durante la campaña electoral, el spot publicitario del por entonces gobernador de Santa Cruz y candidato del oficialismo, resumía toda la estrategia de campaña en pocas palabras y con una estética austera:

Usted no lo conoce demasiado, porque es nuevo. No pertenece a la generación política del fracaso. Tomó su provincia muy endeudada. Pagó, ahorró, y hoy Santa Cruz tiene el menor índice de desocupación y los más altos salarios de Argentina. Tiene equipos, tiene planes, sabe gobernar. Anda tranquilo por la calle, quiere a su familia, no miente, hace lo que dice, es tal como lo ves. Un día vamos a decir que con Kirchner pudimos mejorar el futuro de nuestros hijos. Los que seguimos amando a la Argentina, construyamos con Kirchner la Argentina que queremos4.

Ya desde la campaña electoral Kirchner comenzaba a mostrar un estilo de liderazgo que, por un lado, explotaba su experiencia como gobernador y, por otro, se distanciaba de la clase política tradicional adoptando algunas características propias del discurso peronista clásico. Kirchner se presentaba en los actos públicos, al igual que Juan Domingo Perón, como uno más "del pueblo" (de Ipola 1983), buscando alejarse de los políticos tradicionales que, desde su perspectiva, no sabían escuchar las demandas populares. Con una vestimenta desalineada, un discurso informal y un intenso contacto físico con los seguidores, la imagen que construyó Kirchner era la del hombre del pueblo al que le tocaba "circunstancialmente" llegar al poder pero que se mantenía como "uno más"5.

El día de la asunción, el 25 de mayo de 2003, Kirchner reprodujo en su discurso inaugural una serie de conceptos que pueden enmarcarse también dentro de la tradición discursiva peronista. El leitmotiv de toda su alocución fue la idea de corte con los gobiernos anteriores, de constitución de una nueva etapa y de bisagra en la historia del país. Animado por una impronta "fundacionalista" (Aboy Carlés 2003, 2005) que delimitaba una abrupta frontera con un pasado demonizado y prometía un futuro venturoso, Kirchner se ubicaba en un lugar de exterioridad y proponía "dar vuelta una página de la historia" a través de un "cambio cultural y moral"6.

Kirchner proponía dejar de lado viejas y perimidas distinciones partidarias y devolverle al Estado un rol prioritario tanto en la economía como en la sociedad. El objetivo, decía, era reconciliar a la sociedad con la política a través de un proyecto nacional común que implicara, además, una mejora en la calidad de las instituciones. Buscó mostrarse como el presidente de todos los argentinos, por fuera de los deslegitimados partidos políticos y con una idea superadora de las formas de hacer política.

En su primer discurso, Kirchner demostraba interpretar el mensaje del pueblo: un mensaje unívoco y por fuera de las diferencias ideológicas que, aunque presentes, quedaban subsumidas a la búsqueda de un "proyecto nacional":

Pensando diferente y respetando las diversidades, la inmensa y absoluta mayoría de los argentinos queremos lo mismo aunque pensemos distinto. Este proyecto nacional que expresamos, convoca a todos y cada uno de los ciudadanos argentinos, por encima y por fuera de los alineamientos partidarios, a poner mano a la obra de este trabajo de refundar la patria (Kirchner, 25/5/2003).

Pero si Kirchner se mostraba como un "hombre común" y, por ende, como "parte del pueblo", al mismo tiempo se ubicaba como por "fuera de él", desplegando otra particularidad del discurso peronista: el vaivén permanente entre la simetría y la asimetría con el pueblo (de Ipola 1983: 182):

Actuaremos como lo que fuimos y seguiremos siendo siempre: hombres y mujeres comunes, que quieren estar a la altura de las circunstancias asumiendo con dedicación las grandes responsabilidades que en representación del pueblo nos confieren (Kirchner, 25/5/2003).

En su alocución, Kirchner se identificaba con el pueblo como un todo y a la vez resaltaba su pertenencia a una determinada "generación" política, la de aquellos jóvenes que en la década del 70 se sumaron a la lucha política en defensa de ciertos ideales, un rasgo sobre el cual Kirchner construiría buena parte de su imagen como líder y de su identidad política7:

Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada (...) Soñé toda mi vida que éste, nuestro país, se podía cambiar para bien. Llegamos sin rencores, pero con memoria. Memoria no sólo de los errores y horrores del otro, sino también es memoria sobre nuestras propias equivocaciones (Kirchner, 25/5/2003).

En su discurso inaugural, Kirchner prometía un proyecto nacional común, integrador y superador de las formas tradicionales de hacer política, y al mismo tiempo se alineaba, aunque de manera implícita, en la tradición del peronismo. Así, con un fuerte sentido de refundación, establecía una nítida frontera con los gobiernos que lo antecedieron y englobaba el pasado en la imagen del "infierno", asociado principalmente con la "crisis de 2001". El haber atravesado esa crisis hacía necesario, para Kirchner, el comienzo de una nueva etapa, sólo posible gracias a su llegada al gobierno. Las primeras medidas que llevará adelante pondrán de manifiesto cómo el Presidente concebía la concreción de este cambio.

  1. El idilio con la opinión pública: los primeros cien días de gobierno (mayo- agosto de 2003)

Kirchner comenzó su mandato con una serie de medidas de alto impacto político: en pocos días no sólo revirtió la duda colectiva sobre su idoneidad para el cargo, sino que logró una de las "lunas de miel" más prolongadas de la historia argentina reciente (Muraro 2005). Su estrategia de liderazgo buscó, por un lado, compensar sus condiciones de llegada al poder, y por otro, diferenciarse de estilos de conducción anteriores, como el de Carlos Menem o el de Fernando De la Rúa, que habían desembocado en una crisis de representación sin precedentes. Durante los primeros cien días de gestión, emprendió una campaña para legitimarse en su cargo y atraer a la ciudadanía que, heredera de la crisis de 2001, manifestaba por ese entonces una fuerte desconfianza hacia la clase política, y al mismo tiempo un pedido de retorno al orden (Svampa 2004). Kirchner se mostró como un presidente fuerte, un outsider de la clase política tradicional e incluso del peronismo, confrontó con los que, para él, eran los principales grupos de poder -especialmente aquellos asociados con el menemismo- y apeló a congraciarse con la opinión pública (Ollier 2005). Lejos de comenzar su mandato haciendo honor a las formalidades propias del cargo con las visitas protocolares de rigor, Kirchner recibió en la Casa Rosada a los líderes del movimiento piquetero y a los organismos de defensa de derechos humanos (Torre 2005).

La primera medida del nuevo gobierno fue el reemplazo de la cúpula del Ejército. Difundida antes de la asunción presidencial, la decisión se concretó dos días después mediante un decreto e implicó un "descabezamiento" de las cúpulas militares inédito desde la vuelta de la democracia (Clarín, 29/5/2003). De ese modo, el novel presidente generó -y reeditó- un primer clivaje, mostrando públicamente que las Fuerzas Armadas (un sector con poca gravitación política pero mucha relevancia simbólica) serían uno de los grupos de poder a enfrentar durante su gobierno.

Los segundos destinatarios del impulso presidencial fueron los miembros de la desprestigiada Corte Suprema de Justicia, acusados de haber sido funcionales al menemismo. Kirchner estableció por decreto una nueva forma para designar a los jueces, en la que limitaba las atribuciones presidenciales y daba al procedimiento mayor transparencia. Como en el caso de la renovación de las cúpulas militares, este enfrentamiento con la Corte Suprema demostró, primero, que el gobierno detentaba la iniciativa política; segundo, que estaba dispuesto a atacar al corazón de un pasado al que se pretendía no volver (tanto de la década del 70 como del 90), y por último, que en estas decisiones contaba con el apoyo de buena parte de la opinión pública8.

Antes de que se acallaran los ecos de estas disputas, Kirchner obtuvo del Congreso la aprobación de una ley para intervenir la obra social de los jubilados (PAMI), con el objetivo de desplazar de su directorio a los representantes de la CGT (Confederación General del Trabajo) vinculados al sindicalista Luis Barrionuevo (uno de los símbolos del menemismo), y acusados de realizar negocios espurios en las contrataciones de salud y medicamentos9. Esa decisión significó una muestra más de los amplios consensos logrados por el nuevo gobierno, no sólo entre la opinión pública, sino también en el Congreso, a pesar de no contar con mayorías.

Kirchner puso en marcha un plan para la construcción de veinte mil viviendas, lanzó un plan alimentario y anunció el aumento de los salarios mínimos y de las jubilaciones (Clarín, 10/07/2003). Además, realizó una gira por Europa y Estados Unidos en busca de apoyos internacionales, entre los que se destacaron las declaraciones de George Bush en favor de las negociaciones argentinas con el FMI (Fondo Monetario Internacional).

Uno de los temas más sensibles de la primera hora fue la propuesta para anular las leyes de Obediencia Debida y Punto Final10, que el Congreso aprobó el 20 de agosto y que habilitó el juzgamiento de militares en la Argentina. Esto fue interpretado como una señal explícita de apoyo de los legisladores al nuevo gobierno y significó una respuesta contundente del presidente hacia las demandas de los organismos de derechos humanos.

La fuerte iniciativa presidencial, sumada a algunas disidencias surgidas en el seno del gobierno11, hicieron que en algunos medios se comenzara a hablar del fuerte "personalismo" que caracterizaba al gobierno de Kirchner y de la amenaza de que su gestión tomara un "rumbo hegemónico" (Clarín, 28/8/2003). En este sentido, la relación del gobierno de Kirchner con la prensa fue tensa y ambigua desde los inicios del mandato12. Por un lado, el presidente pretendió establecer una comunicación directa con la ciudadanía, sin la necesidad de intermediarios, mientras que ubicó a cierta prensa opositora (en especial, el diario La Nación13) en el lugar de "poder fáctico" asociado con la dictadura y con la década neoliberal. Por otro lado, durante los primeros días de su gobierno, se promulgó una ley de "protección a los bienes culturales", por la cual se benefició a los grandes multimedios endeudados14.

Desde el ámbito académico, varios autores resaltaron que Kirchner desarrolló desde sus comienzos un modelo de gestión centralizado en su figura, mediante el despliegue de un estilo político que buscó marcar la autonomía y la fortaleza presidencial y establecer una distinción tajante con los mandatarios precedentes mediante un discurso "nacionalista, productivista, anticorrupción, antifrivolidad y antiimperialista" (Cheresky 2004: 48). Según Cherny, Feierherd y Novaro (2010), la inicial diferenciación en materia de políticas públicas será una de las causas del "éxito" de la gestión de Néstor Kirchner en lo que hace a la recomposición de la autoridad y el poder presidenciales. A su vez, Cheresky (2003, 2004), Ollier (2005, 2010) y Mustapic (2005) abonan la hipótesis de que Kirchner forjó un liderazgo "personalista", "fuerte" e "hiperactivo", cuyos principales "recursos de imagen" se cifraban en ser un líder "igual a los ciudadanos", desprendido de estructuras partidarias tradicionales, con una importante presencia física en el espacio público y un cierto "aire de improvisación", y sobre todo, un estilo confrontativo, polémico, "dramatizador". Esos autores señalaban también que, debido al bajo grado de institucionalidad, a la desarticulación de las identidades políticas tradicionales y al clima de "excepcionalidad" en que surgió el gobierno de Kirchner, éste configuró inicialmente un liderazgo "de audiencia" o "de opinión", puesto que debía renovar y poner constantemente a prueba su lazo representativo con la ciudadanía, en una suerte de vínculo plebiscitario permanente.

  1. La construcción de la transversalidad (septiembre de 2003-marzo de 2004)

Desde los inicios de su mandato, Kirchner buscó articular un movimiento "transversal" que incluyera a fuerzas progresistas o de centro-izquierda, ampliando así los márgenes de la alianza con el aparato duhaldista del PJ. Según Torre (2005) los objetivos políticos de la transversalidad eran dos: lograr apoyos partidarios propios que compensaran el déficit al llegar al gobierno, y en una segunda etapa, más ambiciosa, impulsar una transformación dentro del PJ para volcarlo hacia sectores más progresistas y congruentes con sus credenciales setentistas. Así, Kirchner intentaría capitalizar sus apoyos populares y transformarlos en apoyos partidarios.

El ciclo de elecciones ejecutivas y legislativas que comenzó en agosto de 2003 fue la primera prueba electoral para el proyecto transversal. Si, por un lado, en algunos casos Kirchner promovió candidatos propios, por otro manifestó su apoyo al PJ liderado por el duhaldismo. En el discurso de cierre de campaña del PJ en la Provincia de Buenos Aires, Kirchner reconocía -como pocas veces antes- a su mentor y padrino político, filiándose explícitamente en el justicialismo bonaerense y recuperando de ese modo ciertas banderas y símbolos peronistas15.

Las listas promovidas por el oficialismo triunfaron en casi todos los distritos16. Aunque en la Provincia de Buenos Aires se consolidó el poder duhaldista, el resultado del ciclo electoral fue un fuerte impulso de capital político para el gobierno, que le permitiría alinear los liderazgos provinciales afines al gobierno. Por las alianzas tejidas, los triunfos electorales, el mayoritario apoyo de la opinión pública y los favorables índices económicos, el kirchnerismo comenzaba a delinearse como un espacio político autónomo, con vistas a las elecciones de mitad de período de 2005.

La primera vez que el kirchnerismo se presentó públicamente como una fuerza política con identidad propia fue el 11 de marzo de 2004 en el acto de celebración por el día de la militancia (en homenaje a las elecciones celebradas en la misma fecha en 1973) al que asistieron entre 7.000 y 10.000 militantes de distintos sectores. Para la prensa, este acto fue la primera movilización masiva del proyecto transversal y un paso claro en la dirección de "crear un instrumento electoral independiente de la estructura oficial del justicialismo" (La Nación, 12/03/2004).

El discurso con que Kirchner cerró el acto ofrece numerosas señales acerca de la estrategia que desplegaría en el futuro. Primero, se identificó con la generación de jóvenes militantes "setentistas", en la que se incluía. Segundo, cuestionó algunos aspectos constitutivos del peronismo tradicional: la "teoría del jefe", las "tropas disciplinadas", el "culto al individualismo", a la "personalidad", el "acomodo", las "trenzas" en los lugares de militancia, y "la mecánica casi empresaria de la política que tiende a acordarse de los amigos y de los compañeros para utilizarlos en cuestiones electorales" (Kirchner, 11/03/2004). Tercero, incluyó una especial ponderación del pluralismo -más que de la transversalidad- pero sin distanciarse explícitamente de la tradición peronista. Si previamente durante el acto su esposa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, había dicho que "solamente el peronismo no alcanza para explicar la realidad del país", llamando a los presentes a fundar un "nuevo pensamiento nacional y latinoamericano"; en un nuevo juego de inclusiones y exclusiones, el Presidente cerraba su alocución dirigiéndose a los "amigos y amigas de todas las ideas" (La Nación, 12/03/2004).

El Congreso del PJ de marzo de 2004 en Parque Norte fue un momento de quiebre, en el que el kirchnerismo enfrentó por primera vez al duhaldismo. Aunque Kirchner y Duhalde no asistieron, sí lo hicieron sus esposas, encargadas de encarnar cada una de las posiciones en pugna (La Nación, 12/03/2004). El principal eje de discusión fue de carácter netamente ideológico: se plantearon posturas irreconciliables sobre la historia del peronismo y sobre los crímenes de los años 70, que pusieron de manifiesto una escisión ideológica profunda entre un "peronismo ortodoxo", comandado por Duhalde, y una corriente identificada con el kirchnerismo, especialmente por sus políticas de derechos humanos, su condena del terrorismo de Estado y su reivindicación de la militancia setentista. Tras la renuncia de algunos integrantes afines al kirchnerismo a sus cargos partidarios, se desató una profunda crisis en el seno del PJ. El Presidente terminó desconociendo al congreso y el partido no logró nombrar autoridades.

Marzo de 2004 es también un momento clave en las políticas del nuevo gobierno en relación con los derechos humanos. Mientras que Kirchner propuso un proyecto de ley para indemnizar a los hijos de desaparecidos, pidiéndoles perdón e incitándolos a que continuaran en el camino de la "memoria, la verdad y la justicia" (La Nación, 13/03/04), el juez Canicoba Corral declaró la inconstitucionalidad de los indultos a los jefes del Cuerpo I del Ejército promovidos durante el gobierno de Menem (Página/12, 19/03/04). En este sentido, el 24 de marzo de 2004 se dieron dos hechos políticos cruciales cuando el presidente ordenó el retiro de los retratos de los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone del Patio de Honor del Colegio Militar y formalizó la creación del Museo de la Memoria en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el principal centro de detención de la dictadura, dos días antes del congreso del PJ y sin la presencia de varios gobernadores peronistas. Allí, en un acto emotivo y multitudinario, Kirchner dijo:

Vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades (Kirchner, 24/03/2004).

En este discurso, Kirchner construía una nueva lectura sobre el pasado reciente y se distanciaba de la Unión Cívica Radical, que emitió un comunicado de condena apelando al recuerdo del juicio a las juntas militares durante el gobierno de Raúl Alfonsín (Bonvecchi y Charosky 2004, Sarlo 2004). Las fronteras que establecía Kirchner con respecto a los partidos políticos tradicionales eran cada vez más nítidas, tanto dentro de sus propias filas como hacia el histórico partido de oposición.

A menos de un año de haber asumido, Kirchner marcaba un rumbo político claro: ejercía con autoridad las atribuciones de su cargo, delimitaba el escenario político entre amigos y enemigos, le devolvía al Estado y a la política sus roles centrales y reinstalaba, aunque de manera en ocasiones parcial (Altamirano 2007), debates sobre el pasado reciente que muchos creían ya en el olvido. Mientras tanto, lejos de cortar definitivamente con la "política tradicional", cada vez daba pasos más largos en su camino hacia la apropiación del aparato, la militancia y la simbología del PJ, a la vez que reafirmaba un estilo de liderazgo fuerte, hiperactivo y cercano al "común de la gente".

IV. La hora del "peronismo impuro" (abril 2004-septiembre 2005)

Abril de 2004 comenzó con un hecho político sin precedentes en el país. A partir del secuestro y posterior asesinato de Axel Blumberg -un joven de clase media alta-, se generó una manifestación multitudinaria frente al Congreso de la Nación para pedir por la aplicación de políticas de seguridad más severas17. El problema de la inseguridad, que desde hacía tiempo se encontraba entre los asuntos de mayor preocupación ciudadana, se convirtió en este mes en el gran tema de la agenda pública. La cercanía del invierno disparó, además, el fantasma de la crisis energética, hechos que, por primera vez, generaron un clima de resquebrajamiento en la cima del poder.

El gobierno buscó retomar la iniciativa política, en especial mediante la adopción de una serie de medidas asociadas al problema de la inseguridad18. A pesar de la vocación presidencial por revertir percepciones negativas sobre su gobierno, desde las propias filas del PJ comenzaron a multiplicarse las voces en contra de su manera de gobernar, que valoraban como demasiado centralizada en la persona del presidente y con una exagerada exposición pública. El encargado de trasladar este mensaje al presidente fue el propio Duhalde: "Kirchner tiene que cuidar la máquina. Tomar contacto con la gente cada 15 días le da energía al político. Pero arrojarse a la gente tres veces por semana es agotador". La opinión de Duhalde era que Kirchner debía confrontar menos con sus ministros, realizar reuniones de gabinete en lugar de mantener un "estilo radial" y delegar más la gestión (La Nación, 18/04/2004). Además, Duhalde cuestionaba la política permisiva del gobierno hacia los piqueteros y la distribución de los planes sociales (Ollier 2005). Una vez más, Kirchner y Duhalde se enfrentaban verbalmente: Duhalde dijo que el país todavía no era confiable como para recibir inversiones extranjeras, a lo que Kirchner respondió que la devaluación del peso en 2002, a cargo de su antecesor, "fue muy desprolija" (DSD, 21/4/2004). Comenzaba así la batalla por las elecciones de medio término, a disputarse en 2005, y que tendrían como principal protagonista a la interna del PJ.

A mediados de junio ya era un secreto a voces que habría dos listas en el PJ para las elecciones de 2005, una liderada por Cristina Fernández de Kirchner y la otra por Hilda González de Duhalde. Poco a poco comenzaría a quedar en claro que el objetivo presidencial era rearmar su apoyo político en el Congreso y en territorio bonaerense, ambos controlados por el duhaldismo. La batalla final sería, más adelante, por el control del "aparato" del PJ en la Provincia de Buenos Aires. Si durante su primer año de gobierno Kirchner compensó la falta de un partido propio con el impulso de la transversalidad, que le daba un aire de renovación a la política y lo acercaba con sectores más afines al progresismo, en 2004 Kirchner cambió su estrategia y decidió enfrentar a Duhalde para ganar la jefatura partidaria (Ollier 2005).

En el segundo semestre de 2004 el Presidente buscó consolidar su gobierno, concentrarse en la gestión y cerrar varios de los frentes abiertos con anterioridad. En respuesta a la coyuntura, acordó una tregua con Duhalde, apoyó la reunificación de la CGT19, limó asperezas con la Unión Cívica Radical y con gobernadores de su partido20 y modificó en parte su política frente a la protesta social21. En varios discursos utilizó la palabra "reconciliación", mostrándose más moderado y menos polémico. Además, ordenó a sus funcionarios no hablar a los medios, salvo para anunciar medidas ya tomadas por él mismo, de manera de centrar la atención más en la gestión que en los discursos (La Nación, 12/9/2004). Entre sus adherentes, comenzó a hablarse de la futura reelección de Kirchner en las elecciones nacionales de 2007.

En octubre de 2004, mientras Duhalde se mostraba también conciliador afirmando en un acto por el Día de la Lealtad que a Kirchner "le sobra coraje y dignidad para pararse ante las corporaciones", salieron a la luz tensiones entre duhaldistas y kirchneristas por la distribución de los planes sociales en la Provincia de Buenos Aires (DSD, 18/10/2004). Un mes después, Duhalde consolidaría su poder en las internas del PJ, ratificando su liderazgo provincial (Clarín, 22/11/2004). El gobierno, por su parte, lograba una victoria parlamentaria cuando el Congreso, con el apoyo de la mayoría justicialista, renovó la cesión de "superpoderes" y la prórroga de la Ley de Emergencia Económica22 (DSD, 25/11/2004).

El año 2005 comenzó imbuido por la fuerte expectativa que generó la negociación argentina con los acreedores de la deuda pública y la consiguiente salida del default, que había sido declarado tres años antes23. Este tema se convirtió en excluyente durante el primer trimestre de ese año, colándose en la campaña electoral. Desde filas oficialistas se vislumbraba que del éxito de estas negociaciones dependería en gran medida el resultado de las elecciones y, por lo tanto, el futuro del gobierno. El saldo positivo en la reestructuración de la deuda fue un espaldarazo para los objetivos electorales de Kirchner. En su discurso durante la apertura de sesiones de la Asamblea Legislativa el Presidente destacaba ese logro:

Por vez primera en la historia argentina un proceso de reestructuración de deuda ha culminado con una drástica disminución del endeudamiento del país. La República Argentina ha podido concretar exitosamente el más gigantesco canje de deuda en cesación de pagos de la historia mundial y lo ha hecho en el marco de la concreción de la quita más grande de la historia (...) Por primera vez podrá decirse que no se pagará deuda sobre el hambre y la sed del pueblo argentino (Kirchner, 1/3/2005).

Por esos días, otro asunto de la agenda económica se ubicó en el epicentro de los debates políticos: por primera vez se comenzó a hablar de la inflación, que según algunos analistas sobrevendría inevitablemente al crecimiento económico y al aumento del gasto público. Kirchner comenzó, entonces, una campaña de presión directa sobre ciertos sectores de la economía para impedir el aumento de los precios (DSD, 6/1/2005)24. Entretanto, en lo que fuera un nuevo enfrentamiento con el FMI, el organismo pidió que Argentina estableciera reglas claras para las empresas privadas, a lo que el Presidente contestó: "no necesitamos sus consejos" (DSD, 16/3/2005).

Para finales de abril de 2005 ya se había lanzado una campaña electoral intensa. Kirchner profundizó su estilo polémico para reforzar su gestión, confrontando con la Iglesia25, con algunos medios (especialmente el diario La Nación), con ciertas empresas privatizadas y con el FMI. Además, afirmaba que las elecciones de octubre serían un "plebiscito" de su gestión (DSD, 20/4/2005). El 27 de abril, en un acto en Obras Sanitarias, Fernández de Kirchner se puso al frente de la campaña electoral: habló de un "peronismo de puertas abiertas", no mencionó la transversalidad, y cuando desde la tribuna le pidieron que no se olvidara de Perón, ella retrucó: "de Perón me acuerdo cuando gobierno y cuando voto en la Cámara" (Página/12, 28/4/2005).

Los meses siguientes estuvieron plagados de agresiones verbales, tanto dentro del peronismo como entre el gobierno y los partidos opositores26, en una campaña electoral que tuvo a Kirchner como protagonista, participando de actos proselitistas en todo el país. Una noticia relevante por fuera de la campaña, pero que impactaría en ella, fue la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final por parte de la Corte Suprema de Justicia, el 14 de junio de 2005, que permitió la reapertura de causas por violaciones a los derechos humanos cerradas hacía 19 años (Página/12, 15/6/2005).

Para las elecciones de octubre, el oficialismo abandonó a nivel nacional la sigla PJ y adoptó la de "Frente para la Victoria", que en algunos casos fue empleada para enfrentar a la etiqueta tradicional (Cheresky 2009). Con esta insignia, Kirchner emprendió variadas operaciones de recomposición política, en una suerte de "transversalidad desde arriba" (Página/12 02/10/2005): seleccionó candidatos afines en las listas para diputados nacionales, cooptó a peronistas que habían competido contra él y armó coaliciones con otros partidos en algunas provincias (en particular, con radicales con implantación territorial). De ese modo, Kirchner implementaba, como dice Ollier (2010), un mecanismo típicamente peronista: disputar el poder de ese espacio político compitiendo por fuera del aparato. Esta nueva disputa dividió una vez más al campo político en dos bandos, profundizando la escisión entre los peronistas afines al kirchnerismo y los "tradicionales".

El intento de redefinición y "aggiornamiento" de la identidad peronista junto a la simultánea apertura hacia otras fuerzas políticas resultaron fórmulas exitosas que, paradójicamente, dieron como resultado la emergencia de un "nuevo peronismo kirchnerista" (Calvo 2005, Ollier 2010) y un realineamiento de ese partido en torno a la figura presidencial27. Esto, en definitiva, le permitió "sustituir la coalición heredada por una propia" (Cherny, Feierherd y Novaro 2010).

Kirchner se mostraba como un peronista amplio y heterodoxo, vinculado con el ala progresista y que recuperaba la tradición frentista y articuladora del movimiento fundado por Perón (Cheresky 2004). En ese marco de redefinición de la propia identidad peronista y de lucha simbólica por la apropiación de las banderas, los valores y los emblemas de esa tradición, el propio Presidente se representaba a sí mismo como un "peronista impuro":

...realmente tengo una profunda satisfacción de juntarme con todos ustedes, con el señor Gobernador, con los Intendentes de los distintos partidos, radicales, vecinales, de los peronistas "puros" y de los "impuros", como soy yo. ¿Qué va a ser? (Kirchner, 30/05/2005).

Las elecciones legislativas del 23 de octubre de 2005 representaron un triunfo para el oficialismo28. Significaron, en definitiva, la consolidación del kirchnerismo como una identidad política relativamente amalgamada, con potencial electoral y alianzas territoriales. Kirchner logró separarse definitivamente de Duhalde y convertirse en el líder indiscutido dentro del peronismo, habiendo acumulado recursos fiscales y de popularidad que le proveyeron, en tan solo dos años, el apoyo de casi todos los gobernadores y de gran parte del sindicalismo (Cherny, Feierherd y Novaro 2010).

Los éxitos electorales dieron así lugar a una etapa de gestión en la que se administraron de forma relativamente pacífica los conflictos, tanto en el frente interno como en el externo. La identidad del espacio kirchnerista se terminó de definir hacia fines de noviembre de 2005, cuando los cambios dentro del gabinete incluyeron el reemplazo de Roberto Lavagna por Felisa Miceli en el Ministerio de Economía, lo que implicó para Kirchner que se terminara "una etapa de transición obligada en la que tuvo que aceptar alianzas y situaciones impuestas" y el comienzo de una injerencia directa en ese ministerio (Página/12, 29/11/2005)29. En este período de estabilización, el liderazgo presidencial comenzaría a tener preponderancia y autonomía con respecto a los poderes fácticos y heredados: surgía así, según la expresión del periodista Luis Bruschtein, un "kirchnerismo puro" (Página/12, 29/11/2005).

V. La consolidación: hacia el "kirchnerismo puro" (octubre de 2005-mayo de 2006)

Entre las elecciones legislativas de octubre de 2005 y el acto del 25 de mayo de 2006 por la celebración de los tres años de gobierno, se termina de consolidar la identidad kirchnerista. En esta etapa el gobierno mantuvo el control de los diversos frentes de disputa, imponiendo la agenda pública y mediática. En paralelo, surgieron diversos conflictos tanto internos como externos que se intensificarán en el último período del gobierno.

Entre los hechos más destacables se encuentran, en el plano internacional, la IV Cumbre de las Américas, que tuvo como contrapartida la Cumbre de los Pueblos, en la que el gobierno se posicionó ambiguamente entre la visita de George Bush y la movilización popular encabezada por Hugo Chávez, Evo Morales, dirigentes populares y organizaciones sociales y de derechos humanos30. Al respecto, decía Kirchner:

Por eso la postura del Mercosur, la postura de Venezuela en la Cumbre de las Américas es una postura histórica. Nosotros no estamos contra la integración económica; estamos de acuerdo con la integración económica pero sin asimetrías, sin subsidios, sin proteccionismo, queremos una integración económica donde los intereses de nuestros pueblos estén respetados de par a par y nos podamos integrar con justicia; no queremos la integración a favor del grande, sino la integración a favor de todos y para eso hay que pararse (Kirchner, 08/11/2005).

El pago de la deuda externa al FMI fue otro hito en el plano de las relaciones internacionales. En diciembre de 2005 el gobierno anunció que cancelaría la totalidad de la deuda con este organismo31. En su discurso del 15 de diciembre, con una retórica desafiante que le permitió repasar y revisar la historia de la deuda entre la Argentina y el FMI y resaltar la dependencia, los condicionamientos y el empobrecimiento que ésta había implicado para el país; el Presidente sostuvo que pagarle al FMI era un paso para "mirar sin imposiciones, con autonomía y tranquilidad, sin urgencias impuestas, sin presiones indebidas la marcha de nuestro futuro" (Kirchner, 15/12/2005). Con un tono refundacional, emancipatorio y antiimperialista, reforzaba la necesidad de "superar el pasado" cerrando un período histórico en el que las "recetas" de ajuste y la dependencia regían la economía, y de comenzar una nueva etapa de independencia, soberanía y crecimiento32.

En el plano interno, debe destacarse un nuevo enfrentamiento de envergadura entre el gobierno y la Iglesia, en noviembre de 2005, desencadenado por la emisión de un documento crítico en el que los obispos cuestionaron el crecimiento de la desigualdad y la posibilidad de que eso derivara en hechos de violencia. Además, el documento objetaba las "interpretaciones" oficiales sobre los años 70, considerando que "están atravesadas por cierto maniqueísmo, que ha alimentado el encono entre los argentinos" e impulsando una renovada "teoría de los dos demonios" que reclamaba que no "se acallen los crímenes de la guerrilla". La respuesta oficial, frontal y directa, permitió al Presidente introducir nuevamente la cuestión de la connivencia eclesiástica y civil con la dictadura militar33.

Ya iniciado el 2006, algunas decisiones del gobierno despertaron voces opositoras, muchas de ellas desde la prensa, que desde 2004 se había transformado en blanco de las críticas de Kirchner, principalmente porque la identificaba con la oposición. Los nuevos cruces con la prensa se dieron en torno a una supuesta reforma impositiva, y luego, con especial énfasis, a partir de la reforma del Consejo de la Magistratura -organismo encargado de la selección, sanción y remoción de jueces- aprobada en febrero34. En ambos casos, algunos medios expresaron, de forma explícita, su rechazo al estilo y los procedimientos oficiales, calificando al Presidente de "hegemónico", "rústico", "polémico" y "confrontativo" (Clarín y La Nación, 26/02/2006). La respuesta de Kirchner fue radical: acusó a las "corporaciones vetustas y viejas" y a la oposición de "querer mantener las cosas tal cual están, (...) de querer tener una justicia subordinada y sujeta a los principios del Pacto de Olivos" y se refirió directamente al diario La Nación:

Al diario La Nación le pido que esté tranquilo. Ya sabemos que no es un diario independiente. Los aplaudo que tengan sus ideas, pero que no nos quieran imponer con sus ideas minoritarias esto que se hizo (...) Y está bien que trabajen en la oposición, pero que todos los argentinos sepan que es un diario opositor, no independiente (Kirchner, 23/02/2006).

La relación con el radicalismo, por su parte, sufrirá no pocos vaivenes: en abril de 2006, con respecto a las posibles alianzas de sectores radicales con el partido oficial, el titular de la UCR, Roberto Iglesias, decía: "la UCR es el progresismo republicano. Y el presidente podrá tener algunas ideas progresistas, pero no es republicano. Eso implica el respeto por las instituciones, el diálogo, la búsqueda de consenso, el respeto por el adversario". Vinculando ese modo de ejercer la práctica política con la generación setentista en la que Kirchner abrevaba, agregó: "los que tuvimos que pasar la década del 70 defendiendo la democracia y no las armas recordamos la prepotencia del pensamiento único. El presidente tiene ese sentimiento de que el pensamiento de él es la verdad" (La Nación, 09/04/2006). Días después, en un acto partidario, el ex presidente Raúl Alfonsín acusó a Kirchner de ser "un populista que acumula poder como venga" (La Nación, 26/04/2006), lo que despertó fuertes réplicas del primer mandatario, quien se refirió elípticamente a los responsables de la crisis de 1989, vinculándolos con la de 2001: los que "fundieron y quebraron el país, que lo llevaron a situaciones inestables, que fueron incapaces de terminar sus mandatos, son los mismos que hoy hablan de la república, de la democracia" y el "que se fue rápido de acá en helicóptero, tan rápido que no se pudo usar más la pista de arriba, y otros que se fueron antes" (Kirchner, 25/06/2006).

En el plano económico, las disputas con ciertos sectores por el control de precios -especialmente con el ganadero- y el aumento de la inflación, fueron asuntos que comenzaron a instalarse en la opinión pública. Estos conflictos se profundizarían en el último período del gobierno y significarían un legado para la administración de Cristina Fernández de Kirchner35.

Las conmemoraciones del 24 de marzo de 2006 por los 30 años del golpe militar y el acto celebrado el 25 de mayo en la Plaza de Mayo implicaron una bisagra en esta etapa de consolidación de la identidad kirchnerista. El aniversario del golpe militar de 1976 convocó a unas 50.000 personas a la Plaza de Mayo, en un acto que terminó con duros enfrentamientos entre quienes apoyaban al gobierno (en especial, las organizaciones de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo) y sectores de izquierda que lo cuestionaban por su política económica y por su "modelo represivo", igualándolo con el de la dictadura (Clarín y Página/12, 26/3/2006). Menos conflictivo fue el festejo del 25 de mayo, en que la fecha patria coincidía con los tres años de gobierno, que se celebraron en un emblemático y multitudinario acto, también en la Plaza de Mayo. Con una asistencia de aproximadamente 300.000 personas pertenecientes a distintos sectores políticos, sociales y culturales, el acto fue reconocido por la prensa como una "rotunda muestra de poder" kirchnerista, que demostró su capacidad de movilización y su proyección como "tercer movimiento histórico" (La Nación, 26/05/2006). El Presidente comenzó su discurso en la Plaza de Mayo aludiendo a la tradición en la que su proyecto se encuadraba: "Y al final volvimos a la gloriosa Plaza de Mayo". En una primera y clara evocación de los festejos del 25 de mayo de 1973, Kirchner identificaba ambos acontecimientos como momentos fundacionales en la historia política argentina:

Hace 33 años yo estaba allí abajo, el 25 de mayo de 1973, como hoy, creyendo y jugándome por mis convicciones de que un nuevo país comenzaba, y en estos miles de rostros veo los rostros de los 30 mil compañeros desaparecidos, pero igual veo la Plaza de Mayo de la mano de todos nosotros (Kirchner, 25/05/2006).

Para Kirchner la Plaza de Mayo era "de los trabajadores", de "Eva Perón" y de las "Madres de Plaza de Mayo", y por extensión, de todos los argentinos allí reunidos. Además, afirmaba que el balcón de la Casa Rosada tenía un "dueño histórico": Perón y Eva Perón. Si bien los medios calificaron el acto como de "pura matriz peronista" o "bajo el signo del viejo peronismo" (Clarín y La Nación, 26/05/2006), se trataba de un peronismo renovado, con las Madres de Plaza de Mayo en el centro de la escena, el telón de fondo de aquel 25 de mayo de 1973, y el protagonismo de una generación -"desaparecida", diezmada, acallada- que retornaba a la gloriosa e histórica Plaza de Mayo: "...el jefe del Estado intentó empezar a construir una nueva identidad peronista, que tiene muchos más puntos en común con la tradición de los años 70 que con la cultura menemista" (La Nación, 26/05/2006). De esta manera, el kirchnerismo se apropiaba del peronismo, lo resignificaba y lo proyectaba de cara a la próxima campaña electoral.

VI. La continuidad: hacia un segundo período de gobierno (junio de 2006- diciembre de 2007)

A partir de junio de 2006, el gobierno comenzó a proyectarse para las elecciones presidenciales de octubre de 2007, que representaban la oportunidad de afianzar legítimamente la identidad kirchnerista a nivel nacional y de renovar el mandato para un segundo período de gobierno.

Los últimos meses del gobierno de Kirchner estuvieron signados por cierto malestar ciudadano hacia el gobierno y por la emergencia de una oposición política relativamente articulada, representada por figuras como Roberto Lavagna, Elisa Carrió, Mauricio Macri y Ricardo López Murphy, personajes hasta entonces secundarios en la escena política que se convirtieron en los competidores del gobierno en las elecciones de octubre de 2007.

Tanto en los discursos oficiales como en los debates mediáticos, surgió un actor que había estado ausente: si hasta el momento los adversarios, según el discurso presidencial, eran figuras sociales que se vinculaban con grupos de interés, "poderes fácticos" o "corporaciones" (i.e. el sector agropecuario, los militares, la Iglesia, los economistas, los medios), ahora éstos se encarnaban en ciertos referentes político partidarios. A su vez, la oposición comenzó a definir sus candidaturas y sus figuras más relevantes adquirieron mayor presencia en el espacio público.

La confrontación entre el gobierno y la prensa adquirió cada vez mayor protagonismo, y se centró en cuestiones como la sanción de determinadas leyes, las especulaciones electorales, las políticas de derechos humanos, la política internacional, y especialmente en el "estilo presidencial" y en las acusaciones al gobierno por violación de la libertad de prensa.

En julio de 2006, los debates sobre la sanción, una vez más, de la llamada "Ley de superpoderes" y del proyecto de reglamentación de los Decretos de Necesidad y Urgencia, propiciaron cuestionamientos por parte de la oposición y de la prensa y dieron lugar a una intensa batalla política centrada en las críticas al "presidencialismo", al "caudillismo" y a las "distorsiones del sistema republicano" que, según sus detractores, esas leyes implicaban36.

En el plano social, volvía a surgir un conflicto que adquiriría cada vez mayor relevancia: la disputa con el sector agropecuario. Entre julio y agosto de 2006 se produjo el primer paro del sector contra el gobierno de Kirchner, liderado por las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), que agrupaba a entidades que representaban a productores medianos y grandes de varias regiones del país y cuyo principal reclamo consistía en el levantamiento total de las restricciones a la exportación de carne impuestas por el gobierno con el fin de disminuir el precio de la hacienda.

Paralelamente, el problema de la inflación comenzaba a extenderse, para convertirse en una dura batalla, a la que se agregaron las sospechas sobre la existencia de una "inflación paralela" a la oficial y de estadísticas "cada vez más reservadas" (Clarín, 30/04/2006), lo que derivaría en una intervención oficial sobre el organismo de mediciones estadísticas (INDEC).

El pasado reciente tuvo en este período un especial protagonismo: se declaró la inconstitucionalidad y nulidad de los indultos a Jorge Rafael Videla, a José Alfredo Martínez de Hoz (ministro de Economía de la última dictadura militar) y a Albano Harguindeguy (titular de Interior); varios militares fueron procesados o detenidos y el ex director de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Miguel Etchecolatz, fue condenado a reclusión perpetua por homicidio calificado, secuestros y torturas durante la dictadura. Esto derivó en la desaparición del testigo y ex militante peronista Julio López, considerado el "primer desaparecido" en democracia37, y en la aparición pública de agrupaciones "procesistas" y defensoras de la "memoria completa"38.

El inicio del juicio al capellán Christian Von Wernich en octubre desató una fuerte reacción de la Iglesia Católica -adversa a la política oficial de derechos humanos-, la cual adoptaría un rol crecientemente opositor, reforzado por la aprobación de la ley de educación sexual. Mientras el titular de la Conferencia Episcopal llamó a "erradicar la discordia y el odio", el vocero del obispo Bergoglio dijo que "un presidente que fomenta la división es peligroso" (La Nación, 02/10/2006). A lo que Kirchner respondió enfáticamente:

...algunos, como el secretario del señor Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, dijo que yo era un presidente de la discordia. ¿Por qué yo un presidente de la discordia? ¿Porque peleo por la justicia, por la equidad, porque no haya impunidad, por los pobres, por el trabajo, por la patria? Si eso es ser un presidente de la discordia, soy un presidente de la discordia (...) Nuestro Señor es de todos, pero cuidado que el diablo llega a todos, a los que llevamos pantalones y a los que llevan sotana, porque el diablo penetra por todos lados (Kirchner, 05/10/2006).

En el plano político-partidario, en agosto el kirchnerismo lanzó oficialmente la "Concertación Plural", en un encuentro en el que participaron dirigentes del oficialismo, del radicalismo, del ARI (Alternativa por una República de Iguales) y de otras fuerzas (La Nación, 23/08/2006). Con respecto a la composición de ese frente electoral, en junio el Presidente había trazado una nítida frontera entre un "ellos" y un "nosotros":

...no queremos la concertación plural con los que robaron y saquearon la nación; no queremos la concertación plural con ese pasado cercano que mal administró la patria y prácticamente la fundió; no queremos la concertación plural con esa vieja dirigencia que nos entregó en mano; no queremos la concertación plural con los pequeños grupos económicos; no queremos la concertación plural con los que no quieren la patria grande; no queremos la concertación plural con los que no aman a América latina; no queremos la concertación plural con aquellos que querían la constitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final de impunidad en la Argentina; no queremos la concertación plural con los represores de Estado; no queremos la concertación plural con los Patti; no queremos la concertación plural con los que vaciaron la patria. Que quede claro, cuando hablamos de pluralidad no hablamos de abrazarnos con los que saquearon, vaciaron y fueron los delincuentes que fundieron la patria. Hablamos de concertación plural con el pueblo argentino, con los que quieren construir esa bandera que nos cobije a todos definitivamente (Kirchner, 02/06/2006).

Previamente, en un acto masivo en el que se había evocado el pacto Perón-Balbín de los 70, se conformó formalmente el radicalismo kirchnerista como un nuevo movimiento dentro de la UCR, liderado por el gobernador mendocino Julio Cobos y el rionegrino Miguel Saiz (La Nación, 13/08/2006). Tras la Convención Nacional del 25 de agosto de 2006, el partido radical quedó escindido en dos sectores diferenciados por su adhesión o rechazo al kirchnerismo. En un acto en la provincia de Mendoza, el 29 de agosto, el Presidente distinguía implícitamente entre dos tipos de radicales: aquellos que representaban a los "fantasmas del pasado", "incapaces de hacer una autocrítica" y de "pedir perdón" por los errores pretéritos, y aquellos dispuestos a construir un proyecto alternativo en el marco del espacio kirchnerista.

Más allá de la apertura hacia otras fuerzas políticas, el kirchnerismo mantenía su firme identificación con el peronismo. El 17 de octubre de 2006 -día de la Lealtad Peronista-, en el marco de los enfrentamientos que se habían producido en ocasión del traslado de los restos de Perón39, Kirchner se dirigió a sus "compañeros de movimiento" y a través de ellos a toda la "patria", reconociéndose expresamente como justicialista y, a la vez, distanciándose de cierto peronismo asociado con la violencia y con el "infierno", encarnado por los protagonistas de los enfrentamientos en San Vicente.

El 2007 estuvo signado por dos grandes eventos: la campaña política de cara a las elecciones de octubre y dos casos de corrupción: el caso Skanska40 y el "valijagate"41. Aunque ninguno llegó a una resolución judicial definitiva, puede decirse que empañaron la imagen del gobierno. Una de las estrategias empleadas por el Presidente para reducir los riesgos electorales consistió en no hablar de estos escándalos más que de forma elíptica y ocasional, y en enfrentarlos de manera inmediata, haciéndose cargo de sus posibles efectos desestabilizadores y realizando de mano propia el necesario "saneamiento" institucional (La Nación, 17/07/2007).

En agosto resurgieron las tensiones entre el gobierno y el sector agropecuario: en la inauguración de la Exposición Rural, el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luciano Miguens, cuestionó fuertemente el aumento del gasto público, la política de control de precios y el estilo de gobierno kirchnerista. En las tribunas había además carteles críticos contra las figuras del primer mandatario y de su esposa, lo que provocó que el Ministro de Agricultura se retirara del acto (La Nación, 05/08/2007)42.

La Iglesia, por su parte, se mostró nuevamente crítica del gobierno: también en agosto, en un documento de la Conferencia Episcopal Argentina, Bergoglio reclamó "diálogo" y dijo que "no basta con que crezca la economía". El documento manifestaba que Kirchner "no presta atención a las demandas de un mayor respeto por las autonomías provinciales, comenzando por su provincia" y pedía un proceso electoral sin demagogia (La Nación, 24/08/2007).

Sin embargo, esos focos conflictivos coexistían con un clima de estabilidad, bonanza y crecimiento económico que garantizaban un pronóstico favorable para el gobierno en la contienda electoral que se avecinaba43. La campaña electoral fue encarada por el Presidente como una misión personal que emprendió durante todo el año y a lo largo de todo el país, apoyando a diversos candidatos agrupados bajo el sistema de coaliciones diseñado por el kirchnerismo, "dominado por el rasgo de movimientismo con poder concentrado" (Cheresky 2009: 29). A pesar de que el éxito oficialista se daba por descontado, la movilización de recursos y el involucramiento del Presidente en la campaña deben destacarse como gestos que signaron el último período de gobierno.

La consagración formal de la ampliación del espacio político oficialista se producirá el 25 de mayo de 2007, con motivo de la fecha patria y de los cuatro años de gobierno. En un acto en la ciudad de Mendoza, del que participaron Kirchner, Fernández de Kirchner y Cobos, se relanzó, ahora oficialmente, la Concertación Plural. Con alusiones a las figuras de Yrigoyen y de Perón, en su discurso Kirchner no reveló la fórmula presidencial, pero hizo énfasis en la concertación, con el objetivo de atraer al núcleo duro del voto peronista y a los sectores progresistas urbanos.

La candidatura de Fernández de Kirchner, aunque había sido insinuada en numerosas ocasiones44, no se formalizaría hasta el mes de julio. En un acto en el Teatro Argentino de La Plata, la Senadora oficializó su candidatura reivindicando el "modelo de acumulación y de inclusión social" implementado por su esposo, y prometiendo un "diálogo social" y una mayor "calidad institucional" para profundizar el cambio inaugurado en 2003 (DSD, 20/07/2007). La fórmula presidencial definitiva, que incluyó a Cobos como candidato a vicepresidente, sería anunciada a mediados de agosto. En un discurso plagado de alusiones a la pluralidad y de imágenes que evocaban líderes de distintas fuerzas políticas (socialistas, radicales, intransigentes, peronistas), la candidata explicó que "esta concertación quiere articular representaciones políticas y sociales que superen viejas antinomias" (La Nación, 15/08/2007). Una vez más, a pesar de esta apertura hacia otras fuerzas políticas, el discurso oficialista reivindicaba su condición peronista.

Los momentos de mayor tensión durante la campaña se sucedieron en el contexto de la puja con Mauricio Macri, candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y figura opositora de peso, que competía con el oficialista Daniel Filmus. Participando directamente en la campaña, el Presidente polarizó con Macri, identificándolo con el "modelo neoliberal":

Este asesor de campaña, que asesora a Mauricio, que es Macri, y Macri que es amigo de Carlos, y Carlos que es amigo de Menem. Por ende, Macri es amigo de Menem, como dijeron hoy. Yo no sé por qué tanta vergüenza de reconocer esto, si han estado tanto tiempo juntos en la década del 90 (Kirchner, 06/06/2007).

A nivel nacional, en cambio, durante la campaña el discurso presidencial desplegó pocas referencias a los candidatos adversarios, que sólo aparecían mencionados esporádica e indirectamente. Los adversarios privilegiados se identificaban entonces con entidades abstractas como "lo viejo" o "el pasado", a los cuales el discurso presidencial oponía la autenticidad, el tesón, el coraje, las convicciones y la fortaleza. El kirchnerismo aparecía definido como la encarnación del cambio y la transformación, y como el creador de un "modelo" que se consolidaría durante la próxima presidencia.

Así, la campaña estuvo articulada en torno a la exaltación de los propios logros (políticos y económicos) y a la promesa de "profundización del cambio" y de mayor "calidad institucional", encarnadas en la figura de Fernández de Kirchner, cuya alianza con Cobos aparecía como una prueba de apertura y de pluralidad.

En las elecciones ejecutivas y legislativas que se desarrollaron durante todo el año, el oficialismo resultó, en términos generales, vencedor tanto a nivel nacional como provincial. En las elecciones nacionales del 28 de octubre la fórmula presidencial Fernández de Kirchner-Cobos triunfó con un 45,29% de los votos y obtuvo la mayoría en ambas Cámaras45. El kirchnerismo daba así por finalizado su primer período con una victoria contundente en las urnas y con la perspectiva de un próximo gobierno impulsado por una legitimidad de origen que, ahora sí, le dejaba el camino allanado para consolidar su predominio.

VII. Reflexiones finales

El objetivo de este artículo fue mostrar, a través del análisis de algunos de los acontecimientos más relevantes del período de gobierno de Néstor Kirchner, cuáles fueron las marchas y contramarchas hacia la conformación de una nueva identidad política en Argentina, la "identidad kirchnerista". Entendemos que una identidad política se define a partir de la constitución de alianzas, del establecimiento de fronteras con distintos actores, y de la inscripción discursiva en cierta tradición político-ideológica.

Ya desde la campaña electoral, el discurso y la puesta en escena de Kirchner se enmarcaron en la tradición discursiva del peronismo. Dentro de esta "identidad madre", el Presidente estableció una clara filiación con cierto sector, el "peronismo setentista", definiéndose él mismo como un "peronista impuro" y oponiéndose al peronismo "tradicional", asociado con el duhaldismo, el menemismo, el neoliberalismo y las "viejas formas de hacer política". Sin embargo, la relación con la herencia peronista sufrió mutaciones a lo largo de todo el período, en un vaivén permanente entre la distancia y la apropiación de sus principales símbolos y, en un terreno mucho más concreto, del aparato y la militancia.

Con respecto a las alianzas políticas, si bien desde los inicios del mandato existió una sociedad con el duhaldismo y el peronismo tradicional, principales artífices de la llegada de Kirchner al poder, simultáneamente, el gobierno intentó articular con otros sectores políticos, buscando la constitución de un movimiento "transversal". A partir de las elecciones de medio término, en octubre de 2005, y favorecido por el crecimiento económico, el apoyo mayoritario de la opinión pública y el resultado favorable en las elecciones, el kirchnerismo se consolidó como una fuerza política autónoma, con peso electoral, alianzas territoriales y una simbología propia. Surgía así un "kirchnerismo puro" que implicó un nuevo campo de afinidades en torno al gobierno y a la figura presidencial: quienes apoyaban a esta gestión comenzaron a identificarse como "kirchneristas". El acto del 25 de mayo de 2006 fue el momento de máximo esplendor del gobierno y significó una importante demostración de fuerza y autonomía del kirchnerismo.

En cuanto a las fronteras, desde los primeros días en el gobierno Kirchner identificó con claridad una serie de adversarios a quienes cuestionó públicamente en reiteradas ocasiones, con momentos de mayor o menor intensidad. La mayoría de los adversarios estaban asociados, desde la óptica presidencial, a las políticas neoliberales de la década del 90, a la dictadura militar y, más en general, al "establishment". Así, los discursos presidenciales polemizaron fundamentalmente con ciertos actores sociales: los militares, la Iglesia, los medios opositores, ciertos grupos económicos, el FMI. Desde el punto de vista político, estableció límites dentro de su partido con el peronismo tradicional y también con aquellas fuerzas extrapartidarias que no apoyaban su gestión.

A través de la definición de los aliados, de los adversarios y de la inscripción en cierta tradición política, el kirchnerismo logró movilizar voluntades y creencias, hasta contar, en las elecciones de 2007, con el apoyo mayoritario de la ciudadanía. Así, el kirchnerismo refrendó su predominio en las urnas y se convirtió en el eje estructurante de la escena política nacional hasta nuestros días. Las vicisitudes del siguiente período de gobierno implicarían nuevas disputas por el poder, siempre con el kirchnerismo como protagonista.

Notas

1 Esta acepción de "identidad política" se basa en la propuesta de Aboy Carlés (2001: 64-71). Definidas como "prácticas sedimentadas configuradoras de sentido que definen orientaciones gregarias de la acción a través de un mismo proceso de diferenciación externa y homogeneización interna", las identidades políticas comprenden tres dimensiones analíticas: la alteridad, la representación y la "perspectiva de la tradición". Mientras la primera refiere a los mecanismos de diferenciación, antagonismo y diferencia, la representación concierne a la constitución de liderazgos, la conformación de ideologías políticas y la relación con ciertos símbolos que dan cohesión a la identidad política. La tradición, por último, remite a las interpretaciones del pasado y sus proyecciones a un futuro deseado.

2 Nuestro corpus está compuesto, por un lado, por los cerca de 860 discursos pronunciados por Kirchner entre el 25 de mayo de 2003 y el 10 de diciembre de 2007, disponibles en www.presidencia.gov.ar. Por otro, a través del análisis de medios, construimos una cronología del período, también entre mayo de 2003 y diciembre de 2007, con los hechos más relevantes y sus repercusiones mediáticas. Nuestro procedimiento fue el siguiente: día por día analizamos la publicación online del sitio "Diario sobre diarios", que incluye un resumen de lo publicado los días hábiles por los principales medios impresos (www.diariosobrediarios.com.ar), y cuando resultó pertinente, leímos los diarios del día. Además, los sábados y domingos analizamos las ediciones online de tres diarios nacionales: Clarín, La Nación y Página/12, que seleccionamos por su tirada y su variada orientación editorial. Aunque en el cuerpo del texto los citamos indistintamente, en todos los casos chequeamos la información.

3 Menem obtuvo el primer lugar con el 24% de los sufragios y Kirchner el segundo, con el 22%, diferencia que debía dirimirse en un ballotage, al que Menem renunció ante las perspectivas de una derrota segura.

4 El spot de campaña de Kirchner puede verse en www.youtube.com.

5 El 17 de marzo de 2005, Kirchner decía: "Me dicen que tengo que ser mesurado, que tengo que ser prolijo, que me tengo que vestir ordenadamente, que tengo que caminar derecho, que tengo que hacer tantas cosas, ellos me quieren hacer al molde de ellos y yo quiero ser al molde del pueblo, quiero ser como el pueblo porque me siento como uno de ustedes" (el subrayado, en todos los casos, es nuestro).

6 Esta estrategia se asemeja al "modelo de la llegada" que ya había utilizado el propio Perón, según la tradicional definición de Sigal y Verón (1986: 29). Mientras que Perón decía "llego del otro extremo del mundo", Kirchner afirmaba lo siguiente: "Venimos desde el Sur del mundo y queremos fijar, junto a ustedes, los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo para de esa manera crear futuro y generar tranquilidad. Sabemos adónde vamos y sabemos adónde no queremos ir o volver" (Kirchner, 25/5/2003).

7 Abordamos en profundidad el vínculo existente entre el discurso kirchnerista y la "memoria setentista" en Montero (2012). Allí sostenemos que uno de los rasgos más novedosos del discurso kirchnerista consiste en haber construido e instaurado nuevas lecturas sobre el pasado reciente, recuperando la memoria de los jóvenes militantes de los años setenta, una tradición política nunca antes reivindicada desde la posición de enunciación presidencial.

8 Según un sondeo, el 83,1% de los encuestados reclamó la renuncia de al menos algunos de los integrantes del máximo tribunal (La Nación, 05/06/2003).

9 Se iniciaba así una incipiente alianza con el sector de la CGT que respondía a Hugo Moyano, líder del gremio de Camioneros. Según Etchemendy (2011), desde 2003 el kirchnerismo conformó una alianza con el movimiento sindical, en especial, con tres sectores de la CGT: transporte (con Hugo Moyano a la cabeza), construcción e industria. La mayoría de los sindicatos se mantuvo dentro de la central, no dirigió medidas de fuerza de índole laboral contra el gobierno y aprovechó diversos beneficios organizacionales que signaron la nueva etapa. Dentro de la CGT, el poder se trasladó del llamado sector de los "Gordos" (que lideraba Luis Barrionuevo y que había sido el sector dominante durante la década del 90), hacia el sector liderado por Moyano.

10 Promulgadas en 1986 y 1987 durante el gobierno de Raúl Alfonsín, estas leyes cerraron el ciclo de juicios a militares acusados por delitos cometidos por militares durante la dictadura abierto en 1983.

11 En agosto de 2003 comenzaron los roces con el vicepresidente, Daniel Scioli, a partir de un anuncio que éste realizó sobre el aumento de las tarifas de los servicios públicos, que dejó al desnudo su distancia ideológica con Kirchner, sus diferentes concepciones sobre el papel del Estado en la economía, e incluso sus opiniones disímiles sobre las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. También hubo diferencias con el Ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien había afirmado que faltaban recursos para completar el plan de obras públicas impulsado por el gobierno (Clarín, 16/08/2003).

12 Indagamos en profundidad en la relación entre el gobierno de Kirchner y la prensa en Vincent (2009). Allí sostenemos que uno de los cambios esenciales introducidos por este gobierno consistió en la manera en que el presidente construyó su vínculo con la ciudadanía, incluyendo un estilo particular de relación con los medios de comunicación. Las formas de dirigirse a los ciudadanos y el papel asignado a los medios respondieron a una estrategia deliberada: desde la retórica, el presidente pretendió quitarle a los medios (y en especial, a la prensa escrita) el poder que habían acumulado en los últimos años, para ubicarlos en el lugar de oposición política y alejarlos del ideal liberal de prensa independiente. El interés último del presidente era, según esta hipótesis, contrarrestar el poder mediático para afianzar su liderazgo y concentrar más poder.

13 El conflicto con La Nación nació antes de la asunción de Kirchner. Cuando se conoció que Menem había decidido no disputar el ballotage y que, por lo tanto, Kirchner sería el próximo presidente, Claudio Escribano, subdirector del diario, publicó una columna en la que afirmaba que, en Washington, sus fuentes le habían dicho que la Argentina había "resuelto darse gobierno por un año" (La Nación, 15/5/2003). Según el periodista de Página/12 Horacio Verbitsky, se trataba de un "pliego de condiciones" que le exigía el diario conservador al nuevo presidente (Página/12, 18/5/2003). La columna de Escribano significó un punto de partida en el vínculo entre Kirchner y la prensa, ya que el propio presidente aludió varias veces a ella como parte de su estrategia retórica en contra de ciertos medios.

14 Más adelante se extendieron las licencias de radiodifusión y se autorizaron monopólicas fusiones en el mercado de la televisión por cable, que tuvieron el propósito de beneficiar a los principales concesionarios de medios (Mastrini 2009).

15 "Hoy estoy aquí junto al peronismo bonaerense, poniendo toda mi lealtad y mi esfuerzo para compartir el triunfo que la Argentina necesita el próximo 14 de setiembre para consolidar un proceso de cambio. Estoy tremendamente agradecido a quien fuera presidente de la Argentina, que me acompañó y me sigue acompañando, mi querido amigo Eduardo Duhalde" (Kirchner, 11/09/2003). Imágenes típicas del peronismo aparecerán también en el Acto del Justicialismo en la localidad de San Vicente del 22 de agosto de 2003, donde Kirchner elogiaba "la fuerza, el temple, el temperamento, la entrega y la grandeza de Eva Perón".

16 En total, las elecciones dejaron un saldo de quince provincias de signo peronista, de las cuales al menos diez podían considerarse leales al kirchnerismo. Por otra parte, en las elecciones legislativas el PJ obtuvo quórum propio en ambas cámaras (Clarín, 24/11/2003).

17 La convocatoria estuvo encabezada por el padre de la víctima, Juan Carlos Blumberg, y logró reunir a más de 150.000 personas, mayoritariamente de clase media (DSD, 2/4/2004).

18 León Arslanián fue designado el nuevo ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y se lanzó un "megaplan" contra el delito (DSD, 14/4/2004).

19 El 14 de julio de 2004 Moyano asumía la conducción de la CGT como parte de un Triunvirato que unificaba distintas vertientes sindicales y que contaba con el apoyo del gobierno. La convocatoria oficial al Consejo del Salario en agosto de 2004 fue una de las primeras señales de esa alianza entre la CGT y el gobierno de Kirchner. En julio de 2005 la CGT se fracturaba y Moyano asumía como Secretario General único, tras la separación de los "Gordos", que había sido el sector predominante durante el menemismo (DSD 15/07/2004 y 18/08/2004).

20 Kirchner tuvo gestos de acercamiento con la UCR: asistió al homenaje a Ricardo Balbín y convocó a dialogar a autoridades radicales. Además, se acercó a los gobernadores José Manuel De la Sota (Córdoba), Jorge Obeid (Santa Fe) y Jorge Busti (Entre Ríos) (La Nación, 8/8/2004).

21 Ante la muerte de un militante, Luis D'Elía tomó una comisaría el 26 de junio de 2004 y Kirchner ordenó no reprimir. El 16 de julio se produjo un ataque contra la Legislatura porteña por parte de activistas no identificados: Kirchner había pedido que la policía fuera sin armas y fue desobedecido. Cayeron el jefe de la Policía Federal y el ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Beliz, en lo que significó el primer cambio dentro del gabinete (Béliz, a su vez, había denunciado la existencia de mafias en la SIDE, la policía, la justicia y la política). Días después, se planteó un endurecimiento de la política del gobierno hacia las protestas callejeras, con el fin de contenerlas (DSD, 17/7/2004, 23, 25 y 28/7/2004 y 4/8/2004).

22 Ésta permitiría al Poder Ejecutivo reasignar partidas, mantener el control sobre el mercado de cambios y renegociar con las empresas privatizadas sin la intervención del Parlamento.

23 La salida del default se declaró a fines de febrero de 2005, luego de que el gobierno argentino lograra una reestructuración de la deuda con una adhesión del 75%, principalmente mediante las gestiones del Ministro de Economía, Roberto Lavagna (Clarín, 27/2/2005).

24 El gobierno sancionó y multó a empresas privatizadas, y el propio Kirchner amenazó con reestatizar algunas. En marzo, el Presidente se puso a la cabeza de un "boicot" contra la empresa Shell por el aumento de precios, llamando a los consumidores a que no compren sus productos (La Nación, 11/03/2005).

25 En febrero de 2005, el vicario castrense, monseñor Antonio Baseotto, sugirió que se debía "tirar al mar" al ministro de Salud Ginés González García por su postura a favor de la despenalización del aborto. Kirchner le pidió al Papa Juan Pablo II que solicitara la renuncia de Baseotto (DSD, 24/02/2005). En marzo, el gobierno de Kirchner le quitó a Baseotto el aval para ser vicario castrense. Desde el Vaticano se acusó al gobierno argentino de estar "violando la libertad religiosa" (Clarín, 20/03/2005).

26 Por ejemplo, en un encuentro nacional de la UCR el 10 de junio, los dirigentes radicales calificaron la gestión de Kirchner como "autoritaria, extorsiva y unitaria" y declararon que el gobierno de Kirchner "representa la billetera y el palo: billetera para obras públicas y plata para los amigos, y palos para los adversarios" (La Nación, 11/6/2005). El 7 de julio, durante el lanzamiento de la candidatura de Cristina Fernández como candidata a senadora en La Plata, ella dijo aludiendo a Duhalde: "poner escollos es ser como El Padrino" (DSD, 8/7/2005), a lo que Chiche Duhalde contestó: "lo que desestabiliza es la intolerancia" (La Nación, 10/7/2005).

27 Aunque Kirchner aparecía como el "líder natural" del justicialismo, su avance formal sobre la presidencia del partido llegaría recién en 2007.

28 En estas elecciones legislativas se renovaron la mitad de los escaños para la Cámara de Diputados en las 24 provincias, un tercio de los escaños para el Senado en ocho provincias y 330 legisladores provinciales en otros trece distritos. El kirchnerismo reunió el 40% de los votos: triunfó el Frente para la Victoria (y aliados) en la Provincia de Buenos Aires y en el resto del país. El kirchnerismo quedó muy cerca del quórum propio en diputados (le faltaron 7 legisladores) (Clarín, 24/10/2005).

29 Otros cambios dentro del gabinete fueron los de Rafael Bielsa por Jorge Taiana en Relaciones Exteriores, Alicia Kirchner por Juan Carlos Nadalich en Desarrollo Social y José Pampuro por Nilda Garré en Defensa.

30 El eje de discusión durante la Cumbre fue sobre la concreción del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyecto impulsado por Estados Unidos, México y algunos países centroamericanos. Frente a esa propuesta, los países del Mercosur y Venezuela destacaron las asimetrías existentes entre las economías del continente y la dificultad de poner en marcha un área de libre comercio, y propusieron en cambio fortalecer la economía regional. En cuanto a la llamada "contracumbre", su propósito era mostrar un repudio masivo y visible contra Bush y el ALCA (DSD, 4, 5 y 6/11/2005).

31 La deuda, que mayoritariamente había sido contraída entre enero y septiembre de 2001 y con vencimientos programados hasta comienzos de 2009, se canceló mediante un pago por 9.810 millones de dólares, utilizando parte de las reservas de dólares del Banco Central. El anuncio se produjo 48 horas después de que Brasil cancelara toda su deuda con el FMI. El titular del FMI, Rodrigo Rato, puso a Brasil como el ejemplo a seguir y elogió a Kirchner por su decisión (DSD, 15/12/2005 y 04/01/2006).

32 El proyecto que refrendaba el decreto de necesidad y urgencia sobre la afectación de reservas del Banco Central para pagar la deuda al FMI fue aprobado por ambas Cámaras el 21 de diciembre de 2005, y el pago de la deuda se efectuó el 4 de enero de 2006.

33 Decía Kirchner: "La verdad es que leí con asombro algunas afirmaciones de la Iglesia argentina, que se parecen más a las de un partido político, atado a lo temporal, que a la tarea terrenal que tendría que llevar adelante (...) Terminemos con este tema de querer creer que se puede tapar el pasado con reconciliaciones que no estén basadas en la justicia y en la verdad. La reconstrucción de la sociedad lo necesita, señores obispos" (Kirchner, 16/11/2005).

34 A partir de la reforma del Consejo de la Magistratura, se redujo la cantidad de miembros de 20 a 13: los sitios de abogados y jueces pasaron de ocho a cinco, y el número de representantes del ámbito académico disminuyó de dos a uno. Para algunos medios, el proyecto implicó el "fin de la independencia judicial" y el surgimiento de un "Poder Judicial doblegado" (La Nación, 23/02/2006). Clarín, por su parte, afirmó que la "polémica iniciativa" era "rechazada por todo el arco opositor", la que "acusa[ba] a la Casa Rosada de pretender controlar la designación y remoción de jueces" y alertó sobre el "riesgo hegemónico" (Clarín, 23/02/2006).

35 A fines de enero, el gobierno intentó un acuerdo por el precio de la carne, que fracasó. Ante la amenaza de subir las retenciones a la exportación, surgieron cuestionamientos por parte de los dirigentes hacia las políticas oficiales. En sus discursos, el Presidente reclamó a los exportadores "responsabilidad", "solidaridad con el pueblo" y les pidió que "no sean avaros" e instó a un boicot a la compra de carne. Simultáneamente, se extendieron y revalidaron los acuerdos de precios alimenticios con los supermercados. A mediados de abril apareció la figura de Guillermo Moreno al frente de la Secretaría de Coordinación Económica, un funcionario "duro" y "temido por los empresarios" (Clarín 13/04/2006).

36 Mientras el senador radical Gerardo Morales señalaba que "si se aprueba este proyecto nos ponemos de rodillas y vamos a una monarquía"; Macri, líder de PRO, se preguntaba si "estamos yendo hacia una democradura". En concordancia con estas denuncias, un editorial de Clarín señalaba: "El oficialismo ha dado nuevos pasos hacia la concentración de poder en el Ejecutivo. Dos iniciativas tratadas en el Congreso propenden a aumentar las potestades del Ejecutivo, en detrimento del mandato constitucional y de los equilibrios republicanos. En este contexto se ha producido una nueva manifestación de malestar del Gobierno con los medios de difusión independientes" (Clarín, 09/07/2006).

37 Acaecido en septiembre de 2006, las investigaciones sugieren que el secuestro de López, que continúa desaparecido, está vinculado con ex policías bonaerenses al servicio de Etchecolatz. En diciembre del mismo año, en un caso con características distintas, Luis Gerez, otro testigo en una causa de derechos humanos, desapareció por el lapso de tres días y reapareció tras un enfático discurso del Presidente transmitido por cadena nacional (DSD, 30 y 31/12/2006).

38 Es el caso de la agrupación Memoria Completa, que el 24 de marzo había realizado un acto en la Plaza San Martín en repudio a la política oficial de derechos humanos pidiendo amnistías para los militares procesados (acto que se repitió en octubre), y que publicó una carta del ex dictador Bignone en la que éste instaba a los jóvenes oficiales del Ejército a que "terminen lo que nosotros no pudimos ni supimos terminar" y "a buscar la verdad", convocándolos a "arremeter contra aquellos que cargados de odio, deformaron la moderna historia argentina" (La Nación y Página/12, 04/10/2006).

39 En la quinta de San Vicente, donde fueron trasladados los restos de Perón, se produjo un choque violento y armado entre dos agrupaciones sindicales (UOCRA y Camioneros) que evocó, para la prensa, las disputas internas del peronismo de los años 70 y especialmente los eventos de Ezeiza. Enterado de los incidentes, el presidente no asistió al evento (DSD, 18/10/2006).

40 La empresa sueca Skanska admitió que había pagado 13,4 millones de pesos en sobornos a funcionarios nacionales en la construcción de un gasoducto en el norte del país. El principal implicado fue el Ministro de Planificación Federal, Julio De Vido. Aunque varios funcionarios fueron desplazados, durante todo el proceso de investigación el gobierno sostuvo que se trató de "un acto de corrupción entre privados". (DSD, 27/04/2007).

41 En agosto la Aduana de Aeroparque descubrió 800 mil dólares no declarados en una valija transportada por el empresario venezolano Antonini Wilson, que viajaba en un avión chárter con dos altos funcionarios cercanos al ministro De Vido. El hecho despertó sospechas sobre posibles negocios ilegítimos entre Venezuela y Argentina, e incluso se sugirió que se trataba de aportes para la campaña de Fernández de Kirchner. A estos casos se agregaron las denuncias, en julio, sobre la existencia de bolsas de dinero en el baño del despacho de la Ministra de Economía, Felisa Miceli, lo que derivó en una investigación judicial y en la renuncia de la funcionaria (DSD, 17/07/2007).

42 El 7 de noviembre el gobierno aumentó entre 5 y 10% las retenciones a las exportaciones de soja, trigo, maíz y girasol, con el argumento de que los precios mundiales eran muy altos. Según la Sociedad Rural, este aumento resultaba "innecesario, inoportuno y contraproducente" (Clarín, 8/11/2007). El conflicto con el sector agropecuario se profundizará en 2008, durante el gobierno de Cristina Fernández.

43 El esquema económico vigente desde 2002 dio lugar a un importante crecimiento de la economía: de acuerdo con los datos oficiales disponibles, correspondientes al tercer trimestre de 2007, el Producto Interno Bruto (PIB) creció en ese período un 8,5% -magnitud cercana al crecimiento experimentado en 2006 (8,4%)-. Este crecimiento estuvo sin embargo acompañado por algunos problemas macroeconómicos, principalmente la inflación y la consistencia fiscal. Asimismo, en 2007 se observó una mejoría de los índices socioeconómicos: desempleo, pobreza e indigencia (Bonvecchi y Giraudy 2008).

44 Ya desde junio del 2005 el Presidente había adelantado: "el candidato será pingüino o pingüina", fórmula que se volvió habitual en sus discursos (Kirchner, 02/06/2006).

45 Carrió ocupó el segundo lugar, con un 23% de votos, y Lavagna el tercero con el 16,91%. En términos nacionales, la fórmula oficialista triunfó en todas las provincias excepto tres (Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y San Luis) y sufrió los principales reveses en las grandes ciudades. En cuanto a la elección de gobernadores, en algunas provincias de importancia como Córdoba, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Santa Fe los candidatos oficialistas fueron derrotados; en Buenos Aires, Santa Cruz, Chubut, San Juan, Chaco, Tierra del Fuego y Mendoza, entre otras, triunfaron candidatos kirchneristas o afines al gobierno (Cheresky 2009).

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