RESEÑAS

¿Qué democracia en América Latina?
Isidoro Cheresky (compilador), Prometeo, Buenos Aires, 2012, 300 páginas.

La década de los 80 estuvo signada en América Latina por la restauración de regímenes democráticos a lo largo y ancho de la región. El fin de un período marcado por gobiernos de facto trajo consigo grandes expectativas de cambio y progreso que tomaron como modelo a las consolidadas democracias europeas. Treinta años después surge, con naturalidad, el interrogante: ¿Qué democracia en América Latina? El escenario actual evidencia una división entre quienes observan en nuestros regímenes una tendencia a la degradación de la calidad y naturaleza propia de las democracias, y quienes reparan en los efectos inclusivos e igualitarios que los gobiernos latinoamericanos -autodenominados "refundacionales"- estarían produciendo en sus sociedades. Adentrándose en este debate sobre el rumbo y alcance de la evolución contemporánea de sus regímenes, los capítulos de esta obra recorren las particularidades de los países de la región a la vez que destacan sus similitudes para, finalmente, dimensionar la magnitud y sentido de los cambios que asisten en América Latina.

Compilada por Isidoro Cheresky, la publicación está organizada en tres segmentos. En el primero, dedicado al análisis de la legitimidad democrática, el compilador y Hugo Quiroga -en sus respectivos capítulos- indagan sobre el nuevo alcance y significado que ha adquirido la representación en las democracias atendiendo a las características que han desarrollado las sociedades latinoamericanas actuales.

Seguidamente, cinco capítulos son destinados al estudio -desde diversas perspectivas- de uno de los conceptos que hacen al corazón de la teoría democrática: la representación política. Gerardo Caetano y Gustavo de Armas ponen la lupa sobre la República Oriental del Uruguay para descifrar la triangulación entre sociedad, economía y política que, durante los últimos diez años, ha dado lugar a la actual configuración del régimen uruguayo. Seguidamente, Leonardo Avritzer ofrece su visión sobre el estado de la democracia en Brasil posando su mirada sobre su sistema político y refiriéndolo como el principal motivo por el cual el régimen brasileño aún presenta ciertos visos de inestabilidad. El siguiente capítulo, a manos de Alberto Olvera, repara en el cómo y el por qué en México la democracia instaurada no ha logrado garantizar a sus ciudadanos el reconocimiento y respeto a sus derechos humanos, con la excepción de sus derechos políticos. En su análisis el acento está puesto tanto en la debilidad institucional del Estado mexicano como en el accionar de la sociedad civil, incapaz de exigir y operar cambios en el funcionamiento de las instituciones que permitan revertir la situación. Por su parte, Aldo Panfichi se sumerge en la realidad peruana para revisar el triunfo de Ollanta Humala en las elecciones presidenciales de 2011 e identificar a partir de él los principales caracteres que en la actualidad ha adquirido la representación política en Perú. Incapacidad de los partidos políticos para canalizar las demandas del electorado y la consiguiente desconfianza en ellos, nuevos espacios de construcción de liderazgos, personalismo y carencia de plataformas son algunas de las notas sobresalientes de la relación entre representantes y representados en este país andino. Para cerrar el apartado, Rodrigo Losada traza un paralelo entre academia y realidad también en materia de representación, esta vez en Colombia. Tomando como casos de estudio cuatro gobiernos locales rurales, el autor confronta las teorías clásicas y contemporáneas con las prácticas observadas en cada una de las localidades (formas de representación no electorales a través de OSC, de medios de comunicación y de la actuación de magistrados, entre otras) para concluir que las primeras distan considerablemente de la práctica, mientras que las segundas muestran algún grado de acercamiento a las mismas.

El último apartado está dedicado a los liderazgos personalistas en la región. Margarita López Maya y Dinolis Panzarello se abocan al estudio del caso venezolano. Comenzando por una descripción del contexto en que se produjo el ascenso de Hugo Chávez, continúan con el análisis de aquellos elementos que, entienden, han constituido las principales herramientas del chavismo para hacerse del poder en 1999 (liderazgo carismático, alianza con los sectores excluidos, discurso polarizado y papel protagónico del Estado) para finalmente marcar diferencias con relación a los recursos y estrategias a los que ha echado mano para sostenerse hasta la actualidad, de tendencias más centralizadoras y autoritarias. De la mano de Fernando Mayorga llega el turno del presidente en funciones de Bolivia: Evo Morales. A través de la comparación con la revolución dirigida por el MNR en 1952, el autor identifica y destaca en el proyecto liderado por Morales algunos caracteres propios del populismo -como el nacionalismo y la matriz Estado-céntrica- y otros le que aportan condimentos que lo hacen único en la región -como el indigenismo a través de la construcción de un sujeto interlocutor plurinacional-. Rafael Correa también tiene su propio capítulo a cargo de Carlos de la Torre. Tras establecer los elementos que definen al populismo el autor se dedica a identificarlos en el gobierno y liderazgo del presidente ecuatoriano y, al mismo tiempo, a trazar las similitudes y diferencias que encuentra con gestiones predecesoras -también consideradas populistas- como las de José María Velasco Ibarra y Abdalá Bucaram. Finalmente, Osvaldo Iazzetta analiza el impacto de las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner sobre la democracia en la Argentina y se pregunta por las consecuencias a largo plazo. Para ello, repara en lo que pareciera ser la herramienta más utilizada por el kirchnerismo: el manejo del conflicto como elemento de división de la sociedad en grupos antagónicos -en materia ideológica, política y económica- que permite al líder del proyecto, con asumido sentido reparador, mostrarse como único defensor del sector hasta entonces marginado y perjudicado por el opuesto, otrora dominante.

Para concluir, la obra constituye una excelente herramienta para aquellos interesados en conocer tanto la actualidad política regional como los hechos históricos más recientes que han contribuido a forjarla. A lo largo de sus capítulos bien se pueden reconocer rasgos comunes a buena parte de los regímenes latinoamericanos, como así también adentrarse en las realidades y peculiaridades de los países de la región. De allí deriva su atractivo: de la capacidad de abarcar el todo y -a la vez- no perderse los detalles.

Julieta Colombram