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Postdata

versión On-line ISSN 1851-9601

Postdata vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2014

 

ANALISIS E INVESTIGACION

Los liderazgos presidenciales de Hugo Chávez y Álvaro Uribe. Dos caras de una misma forma de gobernar*

 

por Mariano Fraschini**

* Agradezco al Dr. Sergio De Piero por sus generosos comentarios a este artículo.
** Doctor en Ciencia Política, Universidad Nacional San Martín, Argentina. Docente de la Universidad de Buenos Aires. E-mail: mfraschini07@gmail.com.


Resumen

Este artículo aborda en perspectiva comparada los liderazgos presidenciales de Hugo Chávez Frías en Venezuela y deÁlvaro Uribe Vélez en Colombia, entre los años 1999- 2010, prestando atención al modo en que ambos han gobernado a partir de la generación y utilización de los recursos de poder. En ese marco, este trabajo se aparta de las investigaciones que escinden los liderazgos y los populismos a partir de sus afinidades ideológicas y analiza a ambos presidentes desde el punto de vista del ejercicio del poder. Por lo tanto, se concentra en un tipo de liderazgo que puede tener su origen ideológico en la izquierda o en la derecha, que gestiona el Estado desde diferentes posiciones políticas, que tiene disímiles bases de apoyo y aliados nacionales e internacionales, pero que tiene particulares características comunes: intentos desde diferentes posiciones ideológicas de sentar las bases de cambios estructurales en sus países, que gozan de gran popularidad y que poseen una forma de gobernar similar a partir del uso de recursos de poder afines.

Palabras clave liderazgo presidencial - Sudamérica - presidencialismo - Chávez - Uribe

Abstract

This article compares the presidential leaderships of Hugo Chávez Frías in Venezuela and Álvaro Uribe in Colombia from 1999 to 2010, taking into consideration the way in which both hav ruled, generating and handling the resources of power. Within this framework, this paper departs from the studies that sort out leaderships and populisms according to their ideological connections, and analyses both presidents with respect to the way in which they exercise power. Therefore, it focuses on a kind of leadership that can have its ideological origin in the left or in the right, that runs the state from different political stances, that has different support bases and different international and national allies, but, on the other hand, has certain common characteristics: its attempt to set the foundation for structural changes in their countries, its immense popularity, and its similar style of running office in the way it handle resources and exercise power.

Key words presidential leadership - South America - presidentialism - Chávez - Uribe


 

 

Me consumo y me consumiré de por vida al servicio pleno del pueblo venezolano. Lo haré gustosamente. Me consumiré todo lo que me quede de vida, así lo juro y lo prometo delante de mis hijos y mis nietos
Hugo Chávez (Caracas 2007)

Periodista: ¿Qué le gustaría que dijeran sus hijos cuando en el futuro les pregunten quién fue su padre?
Uribe: Ojalá que lo mismo que yo pondría en mi lápida que nunca se rajó
Álvaro Uribe (Bogotá 2010)

I. Introducción

En las últimas décadas se observa en Sudamérica un proceso de cambio en el interior de los gobiernos de la región que ha suscitado un intenso debate en el interior del mundo académico y político. Una de las principales características de este proceso es la emergencia de distintos liderazgos presidenciales (LP), que desde disímiles posiciones ideológicas han revelado una nueva modalidad de intervención en la política de sus naciones. En la mayoría de estos países surge una miríada de nuevos líderes provenientes de diferentes ámbitos políticos, académicos, religiosos y sociales, que implementan variadas políticas gubernamentales en el marco de un sostenido crecimiento de las economías del continente. En un contexto de crisis del esquema neoliberal que imperó en la mayoría de los países sudamericanos durante las décadas anteriores, estos líderes llevan adelante diferentes políticas de gobierno en el interior de un diseño que se presenta como no homogéneo en su implementación y que evidencia continuidades y rupturas con la década anterior. Una de las características salientes de este fenómeno es la continuidad electoral de los procesos de selección de autoridades. Los distintos líderes sudamericanos validan, y en algunos casos revalidan, sus mandatos presidenciales a partir de este diseño democrático, respetando la fuente de legitimidad del voto popular.

Durante la década anterior habían tenido lugar episodios de salidas anticipadas de distintos presidentes sudamericanos por intermedio del instituto legal del juicio político o por renuncias, aunque el mismo no implicó la caída del propio régimen presidencial. Es decir, la evidencia empírica mostraba que la inestabilidad se encontraba en el presidente y no en el sistema presidencialista (Ollier 2008, 2010, Pérez Liñán 2009), lo que permitió concentrar la mirada sobre los liderazgos presidenciales más que en el diseño institucional en el que éstos se desenvuelven. Si el presidencialismo per se no dio lugar a la caída de presidentes, la lupa se dirigió hacia la actividad del primer mandatario y a los recursos de poder que el mismo ostentaba o controlaba durante el ejercicio del poder.

En este contexto de debate en el mundo académico y político, el liderazgo presidencial se convierte en una pieza clave para comprender la dinámica política que acontece en estas naciones. El populismo, como modo de ejercicio del poder, emerge, en ese marco, como un objeto de interés y de estudio al compás en el que estos nuevos liderazgos sudamericanos se despliegan. Un argumento teórico común es, justamente, resaltar que el liderazgo populista corresponde a una forma política y no a un contenido. Es decir, el liderazgo populista es ante todo una manera de generar y acumular poder, y no un menú de preferencias de políticas públicas. Por lo tanto, existen liderazgos populistas que pueden asumir posiciones ideológicas de derecha o conservadoras como de izquierda o progresistas. No obstante, prácticamente no constan investigaciones que le den sustento empírico a esta afirmación.

En Sudamérica, sin embargo, existen dos casos muy claros de un similar estilo de LP que llevaron adelante diferentes visiones programáticas. Este artículo, entonces, se aparta del esquema predominante que escinde a los LP y a los populismos a partir de sus afinidades ideológicas y se concentra en un tipo de liderazgo que puede tener distinto origen ideológico, que gestiona el Estado desde diferentes posiciones políticas, que tiene disímiles bases de apoyo y aliados nacionales e internacionales, pero que tiene particulares características comunes: intentos desde diferentes posiciones ideológicas de sentar las bases de cambios estructurales en sus países, que gozan de gran popularidad y que se desarrollan en un tiempo y espacio comunes.

El objetivo de este trabajo es analizar a los LP de Hugo Chávez en Venezuela (1999-2013) y de Álvaro Uribe en Colombia (2002-2010) a partir de cómo ambos ejercen el poder. En este sentido, y esto se explicitará con más detalles en los párrafos sucesivos, el ejercicio del poder de los presidentes se basa en la utilización de recursos de poder que los líderes ponen en juego y logran generar a lo largo de su gobierno mediante diferentes estrategias en un contexto institucional determinado. Este artículo, entonces, presentará el argumento de que Chávez y Uribe, expuestos en general como casos totalmente distintos, con ideologías antagónicas y modelos económicos diferentes, tienen en realidad más elementos en común de lo que a priori se supone.

Para dar cuenta de esta hipótesis, este trabajo expone, en primer lugar, el marco teórico con el que describirá la forma de gobernar de Chávez y Uribe. En ese sentido, se describen los conceptos de liderazgo presidencial y de los distintos recursos de poder que ambos presidentes utilizan y generan durante el ejercicio del poder. Luego se analizan los gobiernos de ambos presidentes, prestando atención a las siguientes dimensiones: a) el contexto de asunción, b) los primeros años de gobierno, c) la política comunicacional, d) la relación con el sistema político y e) el recurso de apoyo popular/ciudadano. Finalmente, el trabajo se cierra con una conclusión en la que se exponen las semejanzas de ambos líderes en la utilización y generación de recursos durante el ejercicio del poder y el proceso de ampliación (y restricción) de derechos ciudadanos que los mismos generaron en la acción de gobierno.

II. De liderazgos y recursos de poder. Definiciones

En los estudios sobre Sudamérica, el liderazgo presidencial es un tema que ha sido escasamente estudiado por los investigadores y académicos. A pesar de que su relevancia ha sido destacada en los estudios del presidencialismo y en los análisis sobre la región (Linz 1990, O'Donnell 1997, Mainwaring y Shugart 2002, Hakim 2003, Valenzuela 2004), se ha procedido muy pocas veces a su sistematización (Ollier 2008). En este sentido, fue en los países centrales en donde el estudio de los LP ha tenido mayores exponentes y donde ha generado las mayores investigaciones en esta área. En Sudamérica encontró mayor difusión a partir de su vinculación con la crisis de representación que durante la década del noventa y en el contexto de las reformas estructurales acaeció en la mayoría de los países de esa región. Durante los noventa, la literatura académica sudamericana vinculó la importancia de los liderazgos con la crisis de los partidos políticos, los cuales se vieron debilitados en la capacidad de articular y agregar demandas sociales y/o formular proyectos y alternativas políticas (Bosoer y Leiras 1999). Esto dio lugar al surgimiento de un nuevo vínculo entre la sociedad y la política basada en un lazo directo de los representantes con sus electores, caracterizado por la "representación personalizada" (Novaro 1995: 150). Esta nueva relación de los liderazgos con el sistema político en los noventa incrementó, según esta mirada, la capacidad de la gestión pública y de la estabilidad política. Para otros autores, estos nuevos liderazgos "noventistas" contribuyeron pobremente a una politización de la sociedad, al favorecer al poder ejecutivo y a su capacidad "delegativa" (O'Donnell 1997) para tomar decisiones, relegando a los ciudadanos al lugar de espectadores que no debían intervenir en el proceso político (D'Alessandro 2006). En ese marco delegativo, entonces, la fragilidad de las reglas colocaba al primer mandatario en el lugar de responsable máximo del proceso de toma de decisiones, frente a un contexto institucional (parlamento y poder judicial) con escasa capacidad de incidencia.

Asimismo, durante esa década los estudios académicos recuperaron el concepto de populismo, en la modalidad de "neopopulismo" (Roberts 1995, Weyland 1996, De la Torre 1996, 2000, entre otros), para captar este nuevo vínculo que se estableció entre el líder y sus seguidores. En ese sentido, la denominación populista mantiene un vínculo inmediato con el liderazgo, y en la mayoría de los estudios sobre populismo se considera al líder como un elemento esencial del concepto (Panizza 2009). Desde allí que a pesar de no mencionarse el concepto liderazgo, el mismo estuvo presente en los análisis por intermedio de otras denominaciones.

El liderazgo político, concepto central para entender la política sudamericana, siguiendo a Sergio Fabbrini, se define como una actividad que supone "una relación que se activa para resolver determinado problema; o para poner en marcha un determinado proceso decisional (…) es una actividad que se desarrolla en un contexto institucional y en un tiempo histórico" (Fabbrini 2009: 24). Es decir, Fabbrini diferencia al líder, al cual define como un individuo investido de un poder decisional, y por lo tanto constituido como un actor político, del liderazgo, al cual ubica siempre en una relación con un contexto histórico determinado, en el cual se encuentra y condiciona. En ese sentido, Ollier (2008) ajusta la noción de liderazgo propuesta por Fabbrini al caso presidencial. Definirá entonces al LP como "la actividad que entraña la forma de gobernar del presidente, la cual implica los vínculos que el jefe de Estado entabla con los partidos, con los otros poderes del Estado y con la sociedad entendida de modo amplio" (Ollier 2008: 76). Es decir, esta actividad (la forma de gobernar) da cuenta de qué manera y por intermedio de qué mecanismos estos LP ejercen el poder político en sus sociedades. A su vez, esos vínculos que el presidente pone en juego, a través de diversos mecanismos y circunstancias, tienen como uno de sus objetivos centrales que el primer mandatario resuelva determinados problemas, económicos políticos y sociales, y que produzca resultados que vayan por el mismo sendero que los anhelos de la sociedad en el tiempo concreto en el que dura su mandato, la cual implica las relaciones que éste establece con los distintos actores que se mueven en la escena institucional y no formal.

Para dar cuenta de cómo estos presidentes ejercen el poder, esta perspectiva teórica descansa en el análisis de los recursos objetivos y subjetivos que un presidente ostenta o es capaz de concebir durante sus gobiernos (Ollier 2008). Estos recursos devienen clave para comprender de qué manera y mediante qué estrategias estos liderazgos logran generar (o no) transformaciones institucionales, económicas, políticas y sociales, como así también revalidar sus mandatos (o no) en un contexto claramente determinado en el que se despliega el ejercicio de su poder. Los recursos objetivos de un presidente se extienden en el marco político-institucional; esto es: el partido político o la coalición de partidos que forma parte del gobierno, las diversas instituciones y dimensiones donde se expresa y los distintos actores e instituciones sobre los que goza de algún tipo de control (es decir, sindicatos, indígenas, fuerzas armadas, movimientos sociales, gobernadores, paramilitares, etc.). Los recursos subjetivos, por otro lado, se definen a partir del uso que el presidente hace de estos recursos objetivos y de su capacidad para generar nuevos por intermedio de sus propias acciones o de la gestión de gobierno. En ese sentido, el presidente cuenta a su favor con instrumentos como son las políticas públicas, el discurso, las maniobras políticas y su relación con la opinión pública para incrementar su popularidad y apoyo1.

En este trabajo, sin embargo, con el objetivo de clarificar la compresión, ajustaremos la distinción teórica de Ollier de recursos objetivos y subjetivos, proponiendo en su lugar el concepto de "recursos de poder" (RP). La lógica de esta decisión analítica se justifica a partir de entender que la división de los recursos que un presidente puede ostentar o generar (sean objetivos o subjetivos) puede dificultar la comprensión ya que muchos de los recursos que un presidente consigue a partir de la propia habilidad como gobernante (subjetivos) luego pueden convertirse en objetivos. Teniendo en cuenta que el propósito principal de este trabajo es mostrar cómo los presidentes ejercen el poder, resulta pertinente adecuar la conceptualización analítica a los intereses que este artículo persigue, que es demostrar cómo estos líderes gobiernan sus sistemas políticos. A partir de la utilización de los R P, se evita comprimir en celdas diferentes a los distintos recursos de poder que los presidentes utilizan y generan durante su acción de gobierno, priorizando dar cuenta de qué recursos ponen en juego y de qué forma crean nuevos, durante el ejercicio del poder presidencial, más que de su ubicación en cuadrantes excluyentes.

En ese marco, haremos referencia a cómo estos LP crean y utilizan recursos de poder. No obstante, el concepto RP lo dividiremos en institucionales, sociales, financieros, de estrategia política y de apoyo popular/ciudadano. Esta clasificación de los RP resulta necesaria para dar cuenta de los distintos aspectos en los que se despliega la acción de estos liderazgos, como así también de la naturaleza de cada uno de ellos, permitiendo comprender en forma cabal el dominio y las posibilidades de proyección que adquieren en manos de estos presidentes. A diferencia de la clasificación de Ollier, esta nueva distinción analítica prioriza el despliegue de la acción de estos LP por sobre la ubicación en cuadrantes precisos de recursos objetivos y subjetivos. Al entenderlos como recursos de poder que se subdividen por su campo de acción, y no de recursos que pueden pasar de una esfera a otra durante la dinámica política, se accede a una comprensión más nítida del ejercicio presidencial.

Por lo tanto, los RP institucionales serán definidos a partir del control que el presidente ejerza sobre: a) el parlamento (mediante una mayoría legislativa propia o en alianza de partidos) y los gobernadores (sean éstos del propio partido o coalición de otros partidos aliados al presidente), b) el poder judicial (ya sea a partir de la designación de jueces propios o la ampliación de los cuerpos judiciales), c) la ascendencia o la conducción de actores centrales para estos países como son las Fuerzas Armadas, d) un partido político (puede ser una agrupación preexistente o creada) o de una alianza o movimiento de partidos en el cual el primer mandatario posea una importante injerencia en la conducción política, entre los más importantes. Los RP sociales refieren al dominio del presidente sobre actores sociales como son los empresarios, los sindicatos, los distintos movimientos sociales, estudiantiles o de grupos paramilitares. Los RP financieros hacen alusión al control que el presidente ostenta sobre beneficios económicos provenientes de distintas organizaciones, empresas del Estado, ayuda del exterior u otra forma de financiamiento, sea ésta generada por el propio líder o preexistente a su emergencia política, y que el primer mandatario puede utilizar para sus planes de gobierno. En cuanto a los RP de estrategia política remiten a la construcción que realizan ambos presidentes del propio LP a partir del estilo de ejercer el poder y cómo son visualizados por la propia población. Los mismos serán definidos a partir de: a) la habilidad y destreza del líder para crear nuevos escenarios institucionales, b) la capacidad de imaginar herramientas para resolver problemas de gobierno, c) la creación de nuevos recursos de poder para fortalecer su propio LP o su posición institucional, d) la generación de maniobras políticas para mantenerse en el gobierno, e) la utilización o generación de canales de comunicación que los presidentes exhiban como espacios de relación directa con la ciudadanía o que posean algún control sobre los mismos que eviten la crítica a la acción gubernamental y f ) las cualidades personales y políticas del líder (personalidad política) que son valoradas por la población y que se miden en estudios de opinión. Por último, el apoyo popular/ciudadano es otro de los R P, el cual se observará a partir de tres ejes: a) el respaldo electoral en los distintos comicios del período, b) la movilización política de sus bases de apoyo y c) la popularidad presidencial medida en estudios de opinión. Denomino a estos recursos apoyo popular/ciudadano debido a que entiendo al pueblo como un actor que vota en elecciones, que se moviliza y que tiene derechos ciudadanos.

Los recursos de poder así descriptos permiten captar en toda su dimensión la forma de gobernar de ambos presidentes. En ese sentido, abordar los LP desde esta posición teórica garantiza incorporar elementos que son centrales para entender la eficacia de los presidentes en un contexto tan particular como el sudamericano. Me refiero, específicamente, a los recursos que un presidente puede ostentar y que no están presentes en el marco institucional, como son los llamados poderes informales. Estos poderes no se encuentran enmarcados constitucionalmente, por lo que no prestarle atención a su existencia resulta insuficiente para medir en toda su dimensión los recursos reales con los que cuentan los presidentes dentro del sistema político. Las categorías provenientes de este marco teórico (y que aquí llamaremos recursos de poder) logran captar en toda su magnitud esta clase de poder, que una mirada enfocada sólo en el diseño constitucional puede no aprehender. Es decir, una mirada institucionalista del proceso carece de la potencia necesaria para poder comprender en totalidad los poderes presidenciales en el marco del sistema presidencialista sudamericano.

Esta perspectiva teórica, en síntesis, permite comprender aspectos salientes de la dinámica política de la región, como son el marco político-institucional, las relaciones del primer mandatario con los actores político-sociales del sistema, los recursos de poder que ostenta o genera en la acción de gobierno (formales e informales), los recursos de la oposición, entre otras dimensiones explicativas. En esta interacción entre la estructura política y la singularidad del liderazgo presidencial, pueden percibirse de forma más abarcativa los avatares de un contexto político tan particular como el sudamericano.

III. Contexto de asunción: la creación de recursos de poder de Chávez y Uribe

En cuanto a las condiciones de llegada al gobierno, Chávez como Uribe emergieron en contextos de regímenes políticos democráticos de larga duración basados en sistemas partidarios en los que dos agrupaciones dominaban el escenario político sin haber sufrido interrupciones institucionales durante décadas (ver Cuadro 1). Estos dos regímenes democráticos basaron su estabilidad institucional en grandes acuerdos entre dos partidos por intermedio de pactos (Punto Fijo en Venezuela y Frente Nacional en Colombia), los cuales dotaron de estabilidad al sistema político durante más de cuatro décadas. En Venezuela, el predominio de Acción Democrática (AD) y del Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) mediante un esquema institucional que desalentaba la conformación de terceras opciones se extendía a la arena social, ya que tanto AD como COPEI tenían una importante influencia sobre las organizaciones empresariales y sindicales. En Colombia, el Partido Liberal (PL) y el Partido Conservador (PC) acordaron durante décadas una alternancia ordenada y previsible luego de muchos años de violencia, logrando mantener un esquema sólido que pudo neutralizar los desafíos de la violencia hasta los años noventa, cuando la conjunción del predominio paramilitar, de la guerrilla y de los carteles de la droga amenazaron seriamente la supervivencia del sistema político del país.

Sin embargo, y a pesar de gozar de una estabilidad política sin parangón en la región2, dichos acuerdos entre partidos no pudieron resolver las crisis política y social que generaron, dando lugar a situaciones de emergencia (económica en Venezuela y de seguridad en Colombia) que se encaminaban a erosionar la legitimidad del propio régimen democrático. Luego de décadas de dominio de dos partidos, con mayor hegemonía de AD para el caso venezolano, con una alternancia prefijada en un comienzo y con predominio del Partido Liberal luego, para el caso colombiano, ambos marcos institucionales basados en acuerdos partidarios, sucumbieron ante crisis de distinto origen, pero similar impacto, de las que emergieron líderes que lograron conectar con los anhelos populares.

En el caso venezolano, las marcas de la debacle económica comenzaron a emerger en los años ochenta, y será a partir del "Caracazo", en febrero de 1989, cuando la protesta social brotará como el módulo disparador de un esquema institucional en vías de erosión. Los fallidos golpes militares del año 1992 incorporaron a un actor que será determinante en los años sucesivos: las Fuerzas Armadas. Los militares, quienes durante décadas se habían mantenido ajenos a los fragores de las luchas políticas, resultaron un RP institucional clave para el fortalecimiento del liderazgo de Chávez.

La emergencia de nuevos actores, la pervivencia de la protesta social y los hechos de corrupción denunciados, precipitaron la caída de Carlos Andrés Pérez y el inicio de una transición que dio lugar a un nuevo proceso electoral. Las elecciones de 1993 fueron las primeras en las cuales no triunfó un candidato de las formaciones políticas tradicionales (aunque provenía de uno de los dos partidos), evidenciando que el desgaste de AD y COPEI no se trataba solamente de un signo coyuntural3. La continuidad de la crisis económica bajo el gobierno de Rafael Caldera, a pesar de algunas correcciones al modelo neoliberal implementado por Pérez, no paralizó la necesidad de la sociedad por un cambio radical encarnado en un nuevo liderazgo político. El deterioro de los indicadores sociales que acompañó el contexto de asunción de Chávez (ver Cuadro 4), mostraba que del total de 4.740.250 hogares, 2.122.016 (44,76%) se encontraban en situación de pobreza; de ellos, 895.542 en situación de pobreza extrema de los hogares venezolanos no contaba con ingresos para satisfacer sus necesidades básicas, y el 18,89% no llegaba a cubrir sus necesidades alimentarias (…) la tasa de desempleo se encontraba por encima del 10% y la mitad de la población económicamente activa trabajando en el sector informal de la economía (Lander y López Maya 1999).

En Colombia, la crisis de seguridad que afectó al país provino de diferentes puntos cardinales. Por un lado, del crecimiento de la guerrilla, quien a partir de nuevo equipamiento militar y de un fuerte descontento social vio aumentar su contingente armado durante las décadas precedentes al ascenso de Uribe. Por otro lado, de la presencia histórica de los carteles de la droga (en especial en las ciudades de Cali y Medellín), quienes durante la década del noventa pusieron en jaque los cimientos de la democracia colombiana. Por último, de la presencia de los grupos paramilitares, que a partir de los ochenta y con mayor potencia en los noventa se fortalecieron como grupo de choque reactivo a la guerrilla.

La combinación de estos tres conjuntos armados hizo eclosión durante la presidencia del liberal Samper (quien fue acusado de recibir financiamiento por parte de uno de ellos) y configuró un escenario incontrolable para el régimen político colombiano. El intento del conservador Pastrana, el sucesor de Samper, por comenzar un proceso de paz frente a la guerrilla conocido como el Tratado del Caguán4 al inicio de su mandato, resultó ser otro eslabón de fracasos gubernamentales y dio paso a un crecimiento exponencial de las posturas antiguerrilleras de Uribe, quien desde el inicio de su vida política sostuvo una posición de guerra permanente frente al fenómeno insurgente. Como consecuencia de esta situación crítica, durante la década del noventa la violencia política (ver Cuadro 5), según datos de Juan Gabriel Tokatlian, "se expresó con casi 10 muertos por día, teniendo entre los años 1998-2000 más de 500 masacres (asesinato colectivo de cuatro o más personas indefensas), en su gran mayoría cometidas por el paramilitarismo (...) Entre 1995 y 2000, se han llevado a cabo unos 12 mil secuestros a manos de los actores armados, de la criminalidad común y hasta de los cuerpos de seguridad del Estado. En toda la década del noventa, la cifra de homicidios superó los 250 mil. Desde 1996 se ha manifestado un éxodo al exterior de casi 350 mil colombianos. En los últimos tres lustros se ha producido el desplazamiento interno forzado de más de 1.800.000 de personas" (Tokatlian 2002: 177).

En ese contexto de crisis y de incertidumbres institucionales resultó evidente el surgimiento de figuras que se presentaron ante sus sociedades como la solución al conflicto que ambos regímenes políticos no pudieron resolver y convocaron a la mayoría de la población a refundar la institucionalidad erosionada. En ambos casos, emergieron liderazgos con recursos de poder suficientes para ofrecer a la ciudadanía salidas distintas y seguras a las planteadas por las dirigencias de los partidos tradicionales.

En ese marco, tanto Chávez como Uribe se convirtieron en emergentes de estas crisis y renegaron de los encuadres institucionales precedentes, a los que asociaron con la "miseria y la pobreza" en el caso venezolano, y con "la corrupción y la politiquería" en el caso colombiano. Es decir, ambos líderes fueron fuertes críticos de los regímenes políticos anteriores (por su falta de eficacia en la solución de los problemas sociales) y propusieron nuevos formatos institucionales que tuvieron como propósito principal la creación de nuevos recursos de poder institucionales con la finalidad de emprender sus objetivos de gobierno. Sin lugar a dudas, se presentó más radical en el caso de Chávez, ya que implicaba la convocatoria a una Asamblea Constituyente, y menor en el caso de Uribe ya que el líder colombiano apuntó, desde sus comienzos, a un formato menos movilizante.

En cuanto a la utilización de los recursos de poder, Chávez y Uribe los hacen jugar de manera frecuente y de forma abundante en la extensión de tiempo que antecedió a la llegada de ambos al gobierno. Los RP que ambos tenían al momento en que se encontraban en la oposición política, junto a los que generaron que a partir de su habilidad y destreza a lo largo de ese tiempo, resultan elementos clave para entender el camino de Chávez y Uribe hacia el gobierno teniendo en cuenta que el caso del líder bolivariano presenta rasgos comunes con el del líder antioqueño.

Los principales recursos de poder con los que contó Chávez se asentaban en el fuerte apoyo de los sectores populares (RP de apoyo popular/ ciudadano) y en las Fuerzas Armadas (RP institucional). Estos recursos le brindaron al líder venezolano, desde su salida a la opinión pública en febrero de 1992, apoyos indispensables para construir y consolidar su liderazgo. En el caso de Uribe, el apoyo popular/ciudadano que se desplegó de forma ininterrumpida luego del fracasado proceso de paz entre en el gobierno de Pastrana y la guerrilla, junto al de las Fuerzas Armadas (RP Institucional) y los grupos empresariales (RP social), los cuales se convirtieron en sus principales recursos de poder para arribar a la Casa del Nariño. Ambos liderazgos contaron con un actor determinante para iniciar cualquier proceso de cambio: las Fuerzas Armadas y el amplio apoyo popular de sociedades necesitadas de cambios. Estos apoyos resultarán vitales para llevar adelante reformas en el área económica y social (para el caso de Chávez) y de seguridad (para el de Uribe) durante sus dos presidencias y que, en muchos casos, colisionarán frente al status quo anterior.

El apoyo popular/ciudadano de ambos liderazgos en la oposición provenía, fundamentalmente, de presentarse como la cara antagónica del sistema político en el que venían a encumbrarse, y la utilización de este RP tendrá como propósito desmontar los resortes institucionales de los gobiernos anteriores. Es decir, la ardua tarea que les esperaba a ambos mandatarios (superior en el caso de Chávez por la radicalidad del cambio) pudo sortearse por el apoyo brindado por los militares. Sin embargo, estos RP y el contexto favorable descripto al comienzo del análisis de ambos liderazgos no alcanzan para explicitar por sí solos la emergencia de ambos casos. Tanto el líder bolivariano como el antioqueño crearon recursos poder suficientes para generar esos apoyos sociales. Las habilidades de ambos líderes para incrementar su autoridad y convertirse en factor de poder (RP de estrategia política), es también un elemento que permite comprender la fortaleza de los LP de Chávez y Uribe con anterioridad a su llegada a la presidencia.

El discurso político germinó como un RP de estrategia política comunicacional con el que contaron ambos dirigentes ya que el mismo resultó atractivo, consecuente y con gran poder de convencimiento y convocatoria. El papel que cumplió el discurso político en ambos líderes fue un factor singular que permitió comprender, por un lado, el nivel de adhesión y popularidad (RP de apoyo popular/ciudadano) que concitaron en sus sociedades y, por el otro, de qué manera este RP de índole comunicacional fue institucionalizado como un canal permanente de relación directa con la población a lo largo de sus dos mandatos.

A su vez, tanto Chávez como Uribe contaron con otro R P, en este caso institucional de índole partidario, como ser jefes y fundadores de sus formaciones partidarias. En el caso de Chávez, era líder de su partido, el Movimiento Quinta República (MVR), y a su vez titular de la alianza de partidos Polo Patriótico (PP), sello electoral que le permitió obtener el pasaje al Palacio Miraflores. Uribe era también el líder de Primero Colombia, alianza de partidos que le permitió al antioqueño conformar un encuadre partidario para pelear las elecciones de mayo de 2002. A diferencia de Chávez, quien debió luchar en soledad con la desgastada, pero aún con capacidad de incidencia, maquinaria electoral de AD y COPEI, Uribe pudo morder pedazos de los Partidos Liberal y Conservador (en mayor medida de este último), que apoyaron su candidatura a presidente.

Por último, ambos liderazgos apelaron a presentarse como la cara antagónica a los formatos bipartidarios anteriores, y recurrieron a imágenes que los exhibieron como candidatos outsider a la clase política tradicional, otro RP de estrategia política creado por ambos líderes. En el caso de Chávez, esto resultaba evidente, ya que su vida militar había vertebrado sus años de lucha, y desde ese mundo había irrumpido en la política a partir de 1992. La cárcel, su salida y el recorrido por todo el país previo a las elecciones significaron un itinerario particular para un político no tradicional. Sin embargo, este camino que recorrió el líder bolivariano fue el que le permitió sumar voluntades para acceder a la primera magistratura. En cambio, Uribe, quien enhebró su historial político en el interior de las diversas instituciones estatales colombianas, habiendo participado del poder ejecutivo local y provincial y del poder legislativo como senador, se presentó como un líder ajeno a la "corrupción y la politiquería" propia de la clase política colombiana liberal y conservadora y un férreo opositor a los acuerdos con las FARC.

En ese sentido, el esfuerzo de Uribe fue superior al de Chávez, ya que este último al provenir de las filas castrenses, no debió "limpiar" su trayectoria política anterior. En el caso del líder antioqueño, la construcción de su liderazgo requirió de esfuerzo y "fortuna" para poder desplegarse. Sin lugar a dudas, el fracaso de los acuerdos del Caguán significó un aliciente clave para proyectar la imagen de Uribe como un estadista capaz de predecir la estrategia correcta frente a la guerrilla. Mientras la clase política colombiana en su casi totalidad jugó por el proceso de paz, el líder antioqueño se ubicó en una oposición que a la postre le permitió presentarse como una figura ajena al deslegitimado régimen político colombiano (RP de estrategia política). Esto resultó fundamental para los intereses del líder colombiano, quien debió sufrir, en un primer momento, críticas a su postura militarista. Luego del frustrado proceso, las miradas se dirigieron al candidato que había anticipado el aciago devenir, quién recogió en legitimidad social y votos los resultados de su arriesgada apuesta.

I V. La generación de nuevos recursos institucionales en los primeros años de gobierno

Al inicio de sus mandatos, tanto Chávez como Uribe contaron con importantes RP que les permitieron, en el caso del primero modificar una relación de fuerzas adversas en el ámbito institucional, y en el caso del segundo llevar adelante modificaciones estructurales en la legislación constitucional para enfrentar al fenómeno guerrillero y paramilitar. Es decir, en su primer año de gobierno, ambos líderes implementaron políticas dirigidas a cumplimentar las demandas ciudadanas, en cuanto a Chávez de orden económico y social y en cuanto a Uribe, de seguridad.

Los recursos de poder presidencial con los que contó Chávez durante los primeros años de gobierno y que le permitieron llevar adelante un proceso de transformación institucional sin parangón en Venezuela, fueron las Fuerzas Armadas y el apoyo popular/ciudadano, fundamentalmente, en los sectores más bajos. Una vez en el gobierno, el líder bolivariano aumentó de forma sistemática los R P, tanto a nivel institucional, como financiero y mediante la estrategia política. Los recursos de poder presidencial con los que contó Uribe al inicio del mandato descansaban, sobre todo, en el apoyo popular/ciudadano brindado a partir de su posición intransigente en la lucha frente a la guerrilla (y que aumentó exponencialmente luego del fracasado proceso de paz de Caguán), y en la buena sintonía que tenía con los grupos empresariales (RP social) y los medios de comunicación, deseosos de la llegada de un orden que dotara de certidumbre a los negocios.

En el caso de Chávez, el líder bolivariano incrementó su poder a partir de la generación de nuevos RP concebidos en sus primeros años de gobierno. Luego del proceso de reformas constitucionales de 1999 y 2000, que incluyó tres elecciones nacionales y una mega elección de la totalidad de los cargos5, el primer mandatario aumentó los RP institucionales consiguiendo la mayoría parlamentaria y la mayoría de las gobernaciones, que al inicio de su mandato se encontraban en manos de la oposición. En este sentido, al encontrarse Chávez frente a un Congreso en minoría, producto de la composición parlamentaria adversa que provenía de las elecciones regionales realizadas previamente a la presidencial, inició un proceso de transformación de estructuras institucionales con la implementación de la prometida bandera histórica de su partido el MVR, la Asamblea Constitucional. Desde el inicio de la convocatoria a la reforma constitucional, comenzó en Venezuela un proceso de transformaciones institucionales (RP de estrategia política) que dio por resultado un fortalecimiento del poder de Hugo Chávez. De esta forma, Chávez consiguió aprobar un nuevo texto constitucional que daría lugar a un nuevo llamado a elecciones bajo la égida de la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y cambiaría la composición parlamentaria nacional y de los ejecutivos provinciales.

A mediados de 2000 se realizaron las elecciones de todos los cargos electivos del país y Chávez fue reelecto bajo la nueva constitución, al tiempo que obtenía mayoría absoluta en la Asamblea unicameral, el único órgano legislativo luego de la reforma. Luego de estas modificaciones institucionales, el líder venezolano aumentó en forma ostensible sus RP al obtener numerosos gobernadores, alcaldes y una sólida mayoría parlamentaria6. De esa forma, y mediante la legitimidad que otorgaba el voto popular, Chávez consiguió modificar la composición institucional de todos los cargos electivos logrando en la arena institucional los cambios que le permitieron avanzar en las reformas económicas sociales que tuvieron su puntapié inicial en diciembre de 2001 con el paquete de las 49 leyes dentro del marco de la "ley habilitante", que traería una fuerte resistencia en los sectores afectados y consecuencias directas sobre la institucionalidad política7.

En el caso de Uribe, durante su primer año de gobierno el aumento de los RP institucionales a su favor provino de una serie de decretos que dieron lugar a medidas de excepción y que le permitieron al Estado incrementar su capacidad legal en su enfrentamiento con los grupos insurgentes8. La implementación de la Política de Seguridad Democrática (PSD) tenía por propósito el reestablecimiento del orden en el territorio nacional a través de un proceso de relegitimación del Estado que buscaba recuperar territorio en manos de los grupos irregulares9. Las acciones gubernamentales se enmarcaban dentro del proyecto de guerra contra las FARC, la cual era presentada, con el aval del 11 de septiembre de 2001, como un grupo terrorista al margen de la ley, extirpando de connotaciones políticas a la lucha histórica de la guerrilla.

A pesar de que su alianza Primero Colombia no obtuvo una mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas previas a la elección presidencial, una vez iniciado su mandato, y debido a la alta proyección de su imagen en la sociedad colombiana y una significativa aceptación que concitaron sus primeras medidas (RP de apoyo popular/ciudadano), pudo aumentar la bancada oficialista en un número mayoritario y conquistar un nuevo RP institucional. La traducción de su alta imagen positiva en una compacta mayoría parlamentaria favoreció sus posibilidades de gobernar mediante herramientas institucionales, en algunos casos, reñidas con las garantías constitucionales enmarcadas en la Constitución colombiana.

Este LP novedoso que encarnaba el líder colombiano, asentado en una personalidad atípica para la historia del país, le proveía de recursos de poder y de apoyos políticos (que no querían quedar afuera de la mística del presidente en su forma de gobernar) y populares (que observaban a un presidente decidido a acabar con la inseguridad provocada por los grupos irregulares), que muchas veces no se detenían en las críticas a otros aspectos de dicha política de seguridad y que sostenían al presidente decidido a acabar con años de frustración social.

Durante los primeros años de gobierno, entonces, ambos presidentes lograron modificar, mediante la generación y utilización de los distintos R P, la composición parlamentaria y asegurarse con ello el control legislativo para poder avanzar en sus proyectos de transformación económica y social (Chávez) y de seguridad (Uribe). Es decir, esto les permitió a ambos líderes no contar con una fuerte oposición en el ámbito legislativo, ya que, mayoritariamente, tanto Chávez como Uribe solieron utilizar pobremente el Congreso, y se valieron de herramientas de carácter "decisionistas" como decretos, "leyes habilitantes" y "estados de excepción" que les permiten pasar por encima del control legislativo. El parlamento, en ambos casos, ofició como un espacio poco utilizado y se convirtió en un órgano de poder custodiado por los dos presidentes desde un punto de vista más cercano al dominio de su poder de resistencia, que como un espacio de deliberación conjunto.

A su vez, ambos presidente mantuvieron, durante su primer mandato, un control de instituciones como la justicia que les permitió gobernar con escasa "accountability horizontal" (O'Donnell 1997), ya que tanto el Tribunal Supremo de Justicia en Venezuela, ampliado por Chávez de 20 a 32 miembros10, como las tres Cortes en Colombia (la Corte Suprema de Justicia fue en ese sentido la más cuestionadora), se convirtieron en actores con escasa potencia para fiscalizar estos LP con gran apoyo popular y que realizaron una fuerte concentración del poder político.

A su vez, ambos líderes contaron con un RP vital como era el apoyo popular/ciudadano aunque debe advertirse, sin embargo, una sustancial diferencia en cuanto al carácter del mismo. En el caso del venezolano, el apoyo popular a su figura era de carácter activo, es decir, este sostén político se expresó en forma dinámica, ya que implicaba un fuerte grado de movilización popular. Esto puede visualizarse en toda su dimensión durante la crisis de abril de 2002, además de ser un RP que Chávez utilizó de manera frecuente a la hora de implementar modificaciones al sistema político, o cuando encontró desafiado su poder11. En el caso de Uribe, este apoyo popular/ ciudadano tuvo otra particularidad ya que no se trataba, como en el caso venezolano, de un apoyo activo, sino que tenía características pasivas, ya que el líder colombiano no le dio a ese soporte popular un cariz movilizante.

V. El recurso de poder comunicacional, clave en la construcción del liderazgo

Otro de los aspectos en el cual, Chávez y Uribe compartieron una misma forma de ejercicio del poder fue en su vínculo con la sociedad. Ambos mantuvieron con la ciudadanía un lazo directo y con escasa mediaciones institucionales. Tanto Chávez como Uribe, han aumentado los recursos de poder en base a la alta popularidad (RP de apoyo popular/ciudadano) que mantuvieron desde el inicio de sus gestiones. Esta popularidad se sustentaba y retroalimentaba en el efectivo manejo que realizaron de otro de los RP de estrategia política como eran los medios de comunicación. El formato de "Alo, Presidente" (AP) en el caso del venezolano, la televisación de los Consejos Comunales (CC), en el del colombiano, les permitió dirigirse a la sociedad de manera directa y sin mediaciones.

A partir de este novedoso canal, que ambos líderes generaron al inicio de sus mandatos como R P, incrementaron su base de apoyo y llegaron a todos los hogares de sus sociedades con un discurso llano y popular. Desde estos eventos televisivos, tanto Chávez como Uribe han tomado decisiones de gobierno, han adelantado decretos, han expulsado ministros, han roto relaciones con otros países, han criticado a la oposición y han enviado mensajes a sus aliados y adversarios. En ese sentido, se evidenciaba que estos espacios emergieron como canales por los cuales ambos líderes afirmaron un estilo de gobierno personalista basado en el antagonismo y en el par amigo-enemigo. Para Chávez, los "escuálidos" (los grupos opositores ligados al viejo esquema político de Punto Fijo y los grandes medios de comunicación); para Uribe, el "narcoterrorismo", los "bandidos" (para representar a la guerrilla y sus aliados políticos, a los que Uribe señalaba a las diferentes Organizaciones de Derechos Humanos).

La comunicación siempre fue un área sensible para el gobierno de Chávez, ya que en ese campo la oposición ocupó un espacio significativo en la construcción de la realidad venezolana. Luego del fallido golpe cívico militar de abril de 2002, el primer mandatario comenzó a construir un bloque mediático oficialista para desafiar el predominio de la oposición en esa arena.

La creación del sitio web www.aporrea.org el 14 de mayo de 2002, a días de la intentona militar, fue la primera respuesta del gobierno, a la que luego se sumó la potenciación de los medios públicos en manos del gobierno, que hasta ese momento tenían una incidencia reducida, como Venezolana de Televisión y Radio Nacional. A su vez, durante los años siguientes se crearon nuevos canales de comunicación, como el canal cultural Vive, la Agencia Venezolana de Noticias y Telesur. Todas estas iniciativas oficiales se enmarcaban en la estrategia política del primer mandatario por crear recursos de poder comunicacionales para contrarrestar los medios de comunicación privados que contaban con una importante presencia pública e incidencia en la sociedad venezolana.

Sin embargo, el programa "Aló, Presidente" constituyó el principal canal de comunicación de Chávez con la sociedad. Allí, el primer mandatario conducía en soledad el evento, que se realizaba los días domingos y no tenía un lugar fijo de emisión. La transmisión se efectuaba en vivo por el canal oficial; comenzaba a las 11 de la mañana, pero no contaba con un horario estipulado de finalización. Es decir, dicho canal operaba como un espacio libre: el presidente trasmitía —en un lenguaje llano y coloquial— sus impresiones sobre la realidad política del país y el mundo.

El primer programa se realizó el 23 de mayo de 1999, y se convirtió en un canal de comunicación entre el presidente y la población. La idea central de este proyecto fue el de "crear un programa donde él, como jefe de Estado, pudiera interactuar con la gente e informarles sobre los programas, planes y estrategias de gobierno"12. Sin lugar a dudas, la impronta general del programa la imponía el propio presidente, quien con un estilo particular lograba cautivar por largas horas la atención de los televidentes (recurso de estrategia de personalidad política). Aunque en sus comienzos el formato tuvo una duración estipulada de sesenta minutos, Chávez ha superado holgadamente el tiempo determinado y los programas se extendieron, en muchos casos, por varias horas. El record fue la edición Nº 295, realizada el 23 de septiembre de 2007, en el Complejo Petroquímico "El Tablazo", en el estado Zulia, que duró 8 horas y 7 minutos.

Durante esos días y ante la pregunta sobre la extensión cada vez mayor del programa, Chávez indicó que "a mí me gusta que sea así. Sé que a otros no les gusta. He hecho el esfuerzo por reducirlo, pero la tendencia —que la impongo yo al final— ha sido la de alargarlo" (Marcano y Barrera 2005: 270). Por otra parte, dentro de la dinámica del programa, el presidente conversaba con sus televidentes y siempre compartía la mesa con un invitado que podía ser cualquier figura del ámbito nacional e internacional. A su vez, durante estas trasmisiones la tensión en el interior del universo chavista era notable. Muchas de las decisiones del primer mandatario se realizaban durante la emisión del programa y eso obligaba a sus ministros y secretarios a poner en marcha sus maquinarias a partir de sus palabras. Muchas veces la puesta en práctica de las decisiones políticas no constituía un camino marcado por el propio presidente, ya que implicaba la habilidad y la pericia de sus colaboradores13. Según uno de sus biógrafos, "el que trabaja con Hugo Chávez sabe que debe estar siempre listo, como los bomberos, y si no, se le incendia la casa" (Guerrero 2007: 269)14. Sin lugar a dudas, este RP de estrategia política de índole comunicacional que generó el presidente en su acción de gobierno le permitió continuar siendo un faro de atracción para la sociedad venezolana y mantenerse en el centro de la dinámica política de su país.

La oposición, por otro lado, cuestionaba la transmisión de AP a partir del gasto que causaba para las arcas estatales y por la fuerte intervención como gobierno en el interior del mundo mediático público. Sin dudas, la presencia mediática del presidente generaba rechazos muy fuertes por parte del universo opositor. Las horas de programa constituían, para quienes se oponían a sus políticas de gobierno, un espacio de irritación colectiva que continuaba generando fuertes rechazos y alimentaba el espiral de antagonismo entre las dos fuerzas que configuraban el paisaje societal venezolano.

En el caso de Uribe, los Concejos Comunitarios (CC), se convirtieron en uno de los principales recursos de poder de estrategia política de índole comunicacional ejercidos por el líder antioqueño en sus dos mandatos de gobierno. Al igual que Chávez, una vez por semana (en general, los días sábado) Uribe se presentaba en forma directa y sin mediaciones frente a la comunidad. En el despliegue del postulado "Estado Comunitario"15, los CC ocupaban un lugar central en su estrategia de acercamiento a la sociedad. Estos espacios fueron ideados cuando Uribe era gobernador de Antioquia, y se plasmaron a nivel nacional en el primer Consejo de su gobierno presidencial en la ciudad de Pasto, en el departamento del Nariño, a escasos tres días de la asunción.

El objetivo central de estos eventos era que el primer mandatario pudiera conocer, de primera mano, las principales demandas, quejas y peticiones de los habitantes de cada una de las ciudades que visitaba por lo general en compañía de algunos de sus ministros, el gobernador, el alcalde, la autoridad eclesiástica de la región y de las fuerzas de seguridad como los comandantes del Ejército y de la policía. Allí el presidente se movía como un pez en el agua y exhibía lo que él denominaba "capacidad de manejo y liderazgo" (Duzán 2004: 86). A su vez, los CC cumplían un papel vital en el propósito del presidente de unificar a "las distintas partes del territorio nacional, con el fin de que áreas periféricas tuvieran una noción de la existencia del Estado" (Ramírez Niño 2011: 47). En ese sentido, el presidente pretendía, con esa estrategia, asegurar que los arreglos institucionales comenzaran con la presencia misma del Estado a lo largo y ancho del país y con ello garantizar que el brazo estatal conectara el poder central con el resto de los pueblos.

Durante las largas horas (algunos podían durar más de doce) en las que desarrollaban los CC, el presidente tomaba medidas, comprometía a los funcionarios locales y respondía una a una las preguntas del público en tono coloquial. En ese marco, según la periodista Ángela Pinzón, el presidente Uribe "le daba la palabra a todo el mundo (nunca se mantenía un orden). Había un protocolo pero nunca se cumplía... La idea de los CC era solucionar cualquier tema, ya sea menor o de entrecasa. Desde el arreglo de una vereda, hasta una sequía... Y podía finalizar abruptamente, ya sea por la inseguridad del lugar o por otro tema de seguridad. Iba siempre, aunque sea dos horitas, salvo si ocurriese un desastre natural o desorden público, que podía retirarse"16. Por otro lado, la televisación del evento por el canal institucional público (también lo hacía la Radio Nacional) le aseguraba al presidente la llegada a toda la población lo que producía un espectáculo que restablecía "un vínculo de confianza entre gobernante y ciudadanos, importante en medio de un conflicto como el que vive Colombia y al mismo tiempo, que debilitaba partidos e instituciones en favor de la figura presidencial" (Restrepo 2004: 54)17.

Durante estos encuentros, de los que participaban mayormente los sectores sociales más vulnerables, Uribe se encargaba en forma personal de repartir los "chequecitos" para los microcréditos y de fustigar o aleccionar a sus ministros o a los gobernantes locales por sus acciones o por sus faltas, logrando crear un aura que unía las necesidades del pueblo colombiano y un mandatario atento y activo frente a la problemática regional y social. En ese sentido, se trataba "del presidente de la República diciéndole a doña Rosa ya le arreglo el problema de su lavarropas. Era hacerle sentir al pueblo que él era uno más de ellos... Daba datos de todo y a veces hacía anuncios de gobierno. Podía comunicar cosas sobre las FARC. En muchos CC se dieron noticias importantes"18.

El estilo particular de Uribe, a su vez, se encontraba presente en su aparato discursivo. El lenguaje empleado tanto en sus discursos políticos oficiales como en el trato directo con la población, se caracterizó por el uso de una locución fuerte contra los grupos armados y de un carácter paternalista19 con los sectores de la población más vulnerables. El uso reiterado de diminutivos y de calificativos despectivos "ha logrado generar una mayor aceptación de la figura del presidente en la medida en que se presenta como un mandatario cercano al sentir de las necesidades y del ethos del pueblo colombiano" (Galindo Hernández 2007: 157).

En palabras de Galindo Hernández (2007: 157), el presidente se hacía cargo, a título personal, de los reclamos y demandas realizados por los diferentes sectores sociales en estos CC, consolidando así la imagen de un presidente que trabajaba sin descanso y que era capaz de asumir todos los frentes. En el mismo sentido, Jaime Bermúdez sostenía que "las jornadas de trabajo del presidente eran incansables, sudaba la camiseta como decimos acá. Además su cercanía con la gente la utilizó mucho para conocer de primera mano sus problemas. Su gestión por resultados implicó una nueva metodología. Cuando había crisis él ponía la cara, él siempre asumía la res-ponsabilidad"20. Para la media de los colombianos, esa imagen contrastaba con "la corrupción y la politiquería" que había gobernado al país en los años anteriores y a las que Uribe tenía reservadas sus próximas acciones.

En síntesis, el diálogo inmediato y sin mediaciones con la ciudadanía le otorgaba a Chávez y a Uribe una centralidad política dentro del sistema político que no contaba con antagonistas de peso y con capacidad de desafiarlos en la arena mediática. En ese sentido, el excelente manejo de los canales de comunicación, como recurso de poder generado por ambos líderes, les ha permitió estar omnipresentes en el interior de sus sociedades y mostrarse como el centro de la política. En ese sentido, tanto el venezolano como el colombiano se convirtieron durante sus dos mandatos en faro de atracción para el sistema político y emergieron, en ese marco, como líderes ajenos a la "politiquería" y afincados en su voluntad de transformación social de un sistema injusto (Chávez) e inseguro (Uribe) del que ambos presidente tuvieron la misión de salvar.

VI. Chávez y Uribe frente al sistema político: entre oposiciones y reformas

En la extensión de sus dos presidencias, Chávez y Uribe han ejercido un importante predomino frente al sistema político. Eso puede observarse en la relación con la oposición política y social, como así también, en la generación de recursos de poder de estrategia política mediante reformas a la constitución con la intención de reelegirse por más de un período.

La actitud de ambos líderes frente a la oposición se mantuvo en un estilo personalista basado en el antagonismo y en el par amigo-enemigo. Para Chávez, los "escuálidos" (los grupos opositores ligados al viejo esquema político de Punto Fijo y los grandes medios de comunicación); para Uribe, el "narcoterrorismo", los "bandidos" (para representar a la guerrilla y sus aliados políticos)21. En los dos casos, tanto Chávez, como Uribe, antagonizaron frente a oposiciones que, según el esquema oficial, se encontraba en los bordes de la agresión institucional. Las oposiciones de ambos gobiernos debieron sufrir los embates verbales y políticos de los dos presidentes y no pudieron competir en forma exitosa en la arena electoral. A su vez, carecieron de RP significativos para convertirse en barrera de contención de dichos liderazgos presidenciales.

En el caso venezolano, el antichavismo era considerado como golpista y cualquier crítica al gobierno era adjudicada a la posición antinstitucional de esos grupos. En ese sentido, la oposición chavista no logró conformar una apuesta partidaria con posibilidades de competir con el líder bolivariano, ya que apostó durante los primeros años a deslegitimar al gobierno a partir del fallido golpe militar de 2002, de lockout patronal en PDVSA en el 2003 y de la ausencia en la elección legislativa del 2005. Los principales recursos de la oposición fueron los actores sociales empresariales, sindicales y los grupos estudiantiles (todos RP sociales) y los medios de comunicación. En consecuencia, la oposición venezolana no consiguió RP institucionales relevantes durante gran parte de las presidencias chavistas, careciendo de posibilidades de enfrentarse en ese ámbito a la maquinaria bolivariana.

A partir de la victoria electoral del referendo de 2007 (la única hasta el presente), el antichavismo apostó con mayor ahínco sus esfuerzos al campo electoral, aprovechando el desgaste gubernamental y la muestra fehaciente de que Chávez podía ser derrotado en las urnas. Para las elecciones parlamentarias de septiembre de 2010 (ya existieron avances en la regional de 2008) logró constituirse como una alternativa viable al chavismo ofreciendo una propuesta superadora a la oficial que implicaba el reconocimiento de algunos logros en la gestión de gobierno y la selección, mediante internas abiertas, de sus candidatos únicos por región.

En el caso de Uribe, ante las críticas a su PSD, la oposición fue defenestrada y culpabilizada de ser aliada de la guerrilla, en la clásica antinomia "uribistas" vs. "terroristas", táctica presidencial que apuntaba a "polarizar y dividir a la sociedad [maniobra] que le ha dado réditos electorales" (Nasi 2007: 178). Es decir, en ambos casos la estrategia política de los dos líderes apuntaba a dividir a la sociedad entre los que estaban a favor del gobierno (chavistas-bolivarianos o uribistas) y los que estaban en contra (escuálidos o terroristas).

La oposición colombiana se enfrentó en el terreno electoral con muchos sinsabores pero con algunos éxitos. A diferencia del antichavismo, la oposición a Uribe se expresó en el plano institucional durante las dos presidencias, sin provocar momentos de tensión en el sistema político. El antiuribismo estuvo integrado básicamente por las agrupaciones políticas del Polo Democrático Alternativo (PDA) y el PL, quienes durante las dos gestiones de gobierno obtuvieron RP institucionales en el campo parlamentario y en algunos ejecutivos departamentales, en particular el de Bogotá en manos del primero. Las organizaciones de derechos humanos y la propia guerrilla de las FARC también formaban parte de la oposición a Uribe, aunque la incidencia de éstas fue menguando con los años y resultó más pobre que en los comienzos. La potencia de las fuerzas opositoras no pudo incidir de manera sustancial en el devenir de la dinámica política colombiana dominada, mediante RP variados, por el líder antioqueño.

En ambos casos, tanto la oposición chavista, como la uribista, se encontraban con insuficientes RP institucionales y con pocas posibilidades de desafiar en la arena electoral, la hegemonía de ambos líderes quienes ostentaron altos niveles de sustento y popularidad como RP de apoyo popular/ ciudadano y RP de personalidad política.

Luego del surgimiento de ambos liderazgos, los sistemas bipartidistas precedentes mostraron una nueva configuración. En el caso de Venezuela, los partidos AD y COPEI prácticamente desaparecieron de la escena política, y su lugar fue ocupado por actores sociales que no priorizaron la disputa con Chávez en el plano partidario-electoral. En cuanto a Colombia, a pesar de que tanto el PC como el PL mantuvieron una presencia institucional en las cámaras del senado y de representantes, los porcentajes de votos y escaños mostraron un fuerte debilitamiento en su convocatoria. Por lo tanto, la competencia electoral en ambos países pareció girar, más que en una disputa entre partidos (oficialismo y oposición), en una lógica antagónica que daba lugar al par presidente-oposición. En los dos casos la centralidad de los primeros mandatarios originó una disputa bipolar entre un presidente con abundantes recursos de poder frente a una oposición carente de ellos para mantener una disputa competitiva con ambos líderes.

En el contexto de sus presidencias ambos líderes han generado nuevos RP institucionales de índole partidario: en el caso de Chávez, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV); y en el caso de Uribe, el Partido de la Unidad Nacional, conocido como Partido de la "U" (PU). A pesar de que las nuevas agrupaciones partidarias creadas por ambos presidentes tuvieron objetivos similares en cuanto a unificar los apoyos en torno a una sola estructura, Chávez exigió que los aliados se integren al PSUV disolviendo sus partidos de origen, en tanto Uribe no reclamó dicha actitud a sus socios políticos.

Sin embargo, y a pesar de crear nuevos RP institucionales, ambos líderes mantuvieron durante su ejercicio del poder una relación directa con sus sociedades, como se comentó en el apartado precedente. La generación de dicha estructura partidaria emergía como una herramienta de poder que tenía como propósito agrupar los respaldos políticos, más que oficiar como un enlace entre el líder y sus seguidores. La relación entre ambos presidentes y sus sociedades siguió manteniendo los canales históricos ("Aló, Presidente", en el caso de Chávez, los CC en Uribe) que fueron construidos durante el primer mandato.

La reelección presidencial fue otra de las iniciativas que asemejan la forma de gobernar de Chávez y Uribe. Los mandatarios de Venezuela y Colombia reformaron, durante sus primeras presidencias, las constituciones con la finalidad de reelegirse, creando, de esa manera, otro RP de estrategia política de cara a profundizar los cambios institucionales que, en mayor o menor medida, ambos líderes llevaron adelante en sus naciones. En el caso de Chávez esta posibilidad de reelección se habilitó a partir de la reforma constitucional del año 1999, que implicó modificaciones a todo un conjunto de aspectos legales en las que se incluyó la reelección por un período. En el caso de Uribe, ésta derivó de una reforma específicamente llevada a cabo por el Poder Legislativo para habilitar la reelección presidencial y que fue refrendada por la Corte Constitucional a finales de 2005. Previamente a la presencia de estos líderes, ambas constituciones vedaban la posibilidad de que un presidente se mantuviera por dos mandatos consecutivos.

Durante sus segundas presidencias, ambos líderes avanzaron, al igual que en la primera gestión, en reformas en el texto constitucional con la finalidad de extender sus mandatos. A pesar de que los resultados fueron distintos, el propósito de Chávez y Uribe fue perpetuar su poder a partir de reformas reeleccionistas. En el caso del venezolano, luego de la victoria electoral de diciembre de 2006 en la que obtuvo la primera reelección, Chávez, quien en ese momento contaba con abundantes RP institucionales como el dominio absoluto del parlamento y el control de la justicia, avanzó en una reforma constitucional que implicaba un conjunto de leyes que tenían como objetivo la implantación del socialismo del siglo XXI y la reelección indefinida. A pesar de los antecedentes que mostraban la imbatibilidad del líder bolivariano en el terreno electoral, Chávez no pudo conseguir la reforma propuesta, ya que fue derrotado en el referendo por un porcentaje inferior al 2 por ciento. Sin embargo, luego de la recuperación en las elecciones regionales de 2008, el primer mandatario insistió con el referendo reeleccionista. Esta vez, con el propósito de no confundir a la sociedad, y en especial a sus seguidores, circunscribió la propuesta a la reelección indefinida. A mediados de febrero de 2009 se realizó la compulsa con un claro triunfo del presidente quien, de esa manera, se aseguró un RP indispensable para asegurar la permanencia de su L P.

Uribe, por su parte, llevó adelante un similar proceso reformista que no tuvo el mismo resultado que el de su par venezolano. La propuesta de referendo realizada por el presidente durante el 2009 apuntaba a aprobar una enmienda que habilitara una nueva reelección por cuatro años más, aunque no de manera indefinida, sino circunscripta a un solo y nuevo período. Para ello, el proyecto debía sortear dos instituciones como eran el parlamento (RP institucional de Uribe) y la Corte Constitucional (quien ya había dado su aprobación en su primera reelección). Las dos cámaras del legislativo colombiano dieron el visto bueno, pero el poder de justicia vetó la posibilidad de realización del referendo arguyendo vicios en sus formas. De todas maneras, debe indicarse que, a diferencia de Chávez, Uribe no contaba para la reforma reeleccionista con la misma homogeneidad interna y el favor de los principales aliados internos y externos. Es decir, dentro de la coalición de gobierno del primer mandatario colombiano había sectores que se oponían a una nueva reelección. Ciertos países aliados, como Estados Unidos, también se habían manifestado en contra de tal posibilidad.

A pesar de las diferencias en el instituto legal a modificar (reelección indefinida en el caso venezolano, reelección por dos períodos en el colombiano), la vocación de perdurar en el poder se asemejaba en ambos líderes. El resultado final del proceso determinó que Chávez pudiera acceder a la reelección indefinida y Uribe no, diferencia que se explicitaba a partir de las controversias que provocaba dicha reforma en el interior de la coalición de gobierno uribista. La homogeneidad respecto de la continuidad de Chávez en el interior del universo oficialista venezolano diferencia dicha experiencia de la colombiana, donde al interior del propio uribismo se alzaban voces en contra de la reforma reeleccionista.

Esta voluntad presidencial de prolongar sus mandatos, sin embargo, equipara las experiencias de ambos líderes, y se explicita a partir de la manutención del RP de apoyo popular/ciudadano que se expresaba en la popularidad de ambos mandatarios. Este apoyo social, medido a través de diversas investigaciones y encuestas de opinión, que tanto Chávez como Uribe concitaban en sus sociedades y del importante respaldo electoral (RP de apoyo popular/ciudadano), se vio reflejada en las distintas elecciones realizadas durante todo el período. En el siguiente apartado se observa cómo dicho recurso de poder deviene clave para el predominio de ambos liderazgos sobre el sistema político.

VII. Personalidad y apoyo popular dos recursos de poder clave para ambos líderes

La personalidad política de ambos mandatarios fue otro de los recursos de poder de estrategia política que ostentaron Chávez y Uribe durante sus dos gobiernos. La intervención directa en los asuntos públicos en cualquiera de los niveles de gobierno y con escasas mediaciones institucionales, una delegación mínima de atribuciones a sus ministros y colaboradores y el control de la ejecución de la implementación de las políticas oficiales, configuraron las principales características de ambos mandatarios.

De acuerdo con el ex vice ministro de economía Carlos Rivero: "era muy duro para tomar decisiones, alguna la podía tomar en el mismo lugar sin haberla consultado con nadie, ahí mismo incluso mientras hacía el discurso. Me recuerdo que una vez, allá por el año 2006, siendo viceministro de economía paré el financiamiento que se estaba dando mediante microcréditos. El presidente muy molesto me preguntó: ¿por qué está paralizado esto?' Yo lo paré, le contesté, porque le entregamos a los mismos de siempre y no estamos construyendo socialismo. Me recuerdo que estábamos en un carro y que volteó la cabeza para el lado de la ventanilla y no me habló más. Yo pensé: ‘hoy nos botan a todos' (incluso llamé al ministerio). Era muy fuerte de carácter, con las mujeres no, era implacable con los hombres. Bueno finalmente llegamos al acto de entrega y preguntó uno por uno si habían recibido con anterioridad el microcrédito y terminó repitiendo las mismas palabras que yo le había dicho"22.

En la misma línea se expresa la periodista acreditada en la Casa del Nariño, Ángela Pinzón, para definir al líder colombiano: "Uribe no delegaba. No esperaba recibir las noticias, iba hacia ellas, es decir tomaba la información de la fuente directa. No esperaba a la línea de la información, no respetaba ese orden burocrático… Además, Uribe siempre te llamaba por el nombre, se acordaba de todo, tiene una memoria privilegiada. Y hablaba de todo, no tenía filtro, se mostraba siempre totalmente desestructurado a la hora de las declaraciones. Cuando no le gustaba la pregunta que le hacían o no quería responder, contestaba ‘Siguiente tema…'. A veces solía ser fuerte en la respuesta con algunos periodistas, no con las mujeres"23.

Este estilo presidencial, basado en la concentración del poder y en la escasa delegación de funciones le permitió acumular RP de distinta naturaleza. Asimismo, el ritmo acelerado impuesto a las decisiones de gobierno, la asunción de las responsabilidades en las diferentes coyunturas y una imagen presidencial asociada al trabajo incansable convirtieron a Chávez y a Uribe en dos líderes peculiares para las sociedades venezolana y colombiana.

Este estilo frontal de gobierno les generó a los presidentes RP que dieron lugar a índices significativos de popularidad. En ese sentido, según Bacher, "el estilo confrontativo de Chávez, que irritaba a la burguesía y su prensa, se corresponde con estas líneas de su conducta política"24, y para Holguín "esas características de Uribe le hicieron ganar el respeto y el reconocimiento de los ciudadanos colombianos"25. Es decir, ambos líderes les imprimieron a sus gestiones de gobierno un ritmo vertiginoso, manteniendo la iniciativa política en forma permanente, confrontando de manera directa con oposiciones con escasos recursos de poder.

El discurso político de ambos mandatarios en esta etapa fue otro de los RP de estrategia política que hicieron jugar con la finalidad de generar corrientes de opinión favorables a sus proyectos políticos. Las largas emisiones de Chávez en cadena nacional y las conferencias de prensa en diferentes horarios de Uribe fueron también espacios de comunicación en donde ambos líderes les hablaban a sus bases de apoyo en un lenguaje llano y coloquial.

Todos estos elementos permiten comprender la omnipresencia de ambos líderes, como así también la popularidad que han mantenido a lo largo de sus mandatos. En ese sentido, se observa que en cuanto a las votaciones acaecidas durante las primeras presidencias de Chávez y Uribe, el recurso de apoyo popular/ciudadano de ambos líderes se vio reflejado en los fuertes respaldos electorales sucesivos.

El líder venezolano contó con una adhesión popular que, de acuerdo con las distintas investigaciones efectuadas durante esos años, alcanzó un promedio superior al 60 por ciento26. De las 13 elecciones realizadas durante los años que abarca este trabajo, Chávez y sus candidatos se impusieron en doce, perdiendo solamente el referendo reeleccionista de diciembre de 2007. Las victorias chavistas fueron en tres elecciones presidenciales (1998, 2000 y 2006), cuatro reformas constitucionales (tres consecutivas durante 1999 y una en el 2009), dos elecciones parlamentarias (2005 y 2010), dos elecciones regionales (2004 y 2008) y un referendo revocatorio (2004). En las tres elecciones en donde Chávez encabezó la elección como candidato a presidente, el triunfo del líder bolivariano mostró un promedio del 59 por ciento de los votos (56,2% en 1998, 59,7% en 2000, 59,1% en 2004 y 62,8% en 2006 —ver Cuadro 6—)27, superior a la media de las elecciones ganadas por varios líderes sudamericanos contemporáneos.

En cuanto a Uribe, el líder antioqueño cosechó durante sus años de mandato una adhesión promedio del 71 por ciento28 que se mantuvo durante los ocho años de gobierno sin grandes altibajos como en el caso de Chávez. De las seis elecciones efectuadas durante su gobierno, el primer mandatario colombiano triunfó en cinco y sólo fue derrotado (no por los números absolutos obtenidos, sino por no superar el umbral requerido) en el referendo de 2003. En las dos elecciones presidenciales Uribe no necesitó de una segunda vuelta electoral, ya que en ambas votaciones superó el 50% necesario para acceder al cargo (53% en 2002 y 62% en 2006 —ver Cuadro 7— ) convirtiéndose en el primer presidente democrático del país en lograrlo.

Ambos líderes han mantenido una importante popularidad (RP de apoyo popular/ciudadano) en el interior de sus sociedades que les ha permitido gobernar por más de un período. Los índices de aceptación social, superiores al 60 por ciento en ambos casos, y el porcentaje de votos obtenidos durante sus mandatos, evidencia que tanto Chávez como Uribe gozaron de una adhesión popular que resultaba superior, en cuanto a continuidad en el tiempo, a sus pares de Sudamérica. Es cierto que los niveles de abstención electoral mostraban un grado significativo de ausentismo (que también estaba presente en los años previos a la asunción de ambos mandatarios —ver Cuadros 8 y 10— ), y que en parte se explicaba debido a que en ambos sistemas políticos las elecciones son optativas, sin embargo la popularidad de ambos líderes se mantuvo compacta a lo largo de los años analizados. A pesar de que Uribe no logró obtener una nueva reelección, el apoyo social a su gobierno y a la reforma mostraba que la sociedad no hubiera resultado ser un escollo para su aprobación. Una diferencia que resultaba de ese apoyo social, como se dijo con anterioridad, era que en el caso de Uribe se presentaba más pasiva que en el de Chávez, ya que el líder venezolano utilizó a este RP como una herramienta de movilización y presión frente a los históricos grupos de poder en su país.

Por último, las elecciones realizadas en este primer período mostraban altos porcentajes de votos para las contiendas electorales en las que tanto Chávez y Uribe fueron candidatos (siempre superiores al 50 por ciento) y menores en las elecciones regionales o parlamentarias en las cuales las figuras protagónicas de ambos procesos no se hicieron presentes. Esto constituía la muestra fehaciente de liderazgos presidenciales con fuerte apoyo popular y con abundantes recursos de poder que garantizaron mediante su presencia electoral una convocatoria a importantes transformaciones económicas, políticas y sociales en países otrora gobernados con pactos bipartidistas.

VIII. Conclusión

El objetivo central de este trabajo fue describir de qué manera Chávez y Uribe generaron y utilizaron RP para llevar adelante sus gobiernos. En este sentido, observamos cómo ambos líderes usaron recursos de poder similares, a pesar de las diferencias ideológicas y de los modelos económicos-sociales que implementaron durante sus dos mandatos.

A lo largo de sus dos presidencias, estos líderes realizaron una importante concentración de poder basada en la permanente utilización de los RP institucionales y financieros, y de la generación de nuevos RP (de estrategia política) vinculados a un modo particular de ejercer el poder basado en el contacto permanente y directo con la ciudadanía, la utilización de herramientas legales de corte personalista (como ser decretos, leyes habilitantes, estados de excepción) y una forma de gobernar sus países que los tornó omnipresentes a lo largo de los años de mandato. El poder de decisión en la cúspide del gobierno, la generación de una importante cantidad de RP de estrategia política que les ha permitido transformar ambas sociedades, reelegirse por más de un período y responder a las históricas demandas ciudadanas, junto a la generación de RP de índole comunicacional como fueron "Aló, Presidente" y los Consejos Comunales, y la poca utilización de los otros poderes de Estado para llevar adelante planes de gobierno, formaron parte de un estilo de poder presidencial que asemeja a los LP de Chávez y Uribe. El amplio respaldo electoral (RP de apoyo popular/ciudadano) obtenido durante sus dos presidencias permitió que ambos liderazgos pudieran llevar adelante procesos de transformación, económicos y sociales para el caso de Chávez y de seguridad para el caso de Uribe. La eficacia de la acción de gobierno (RP de estrategia política), en ese sentido, configuraba otro de los elementos que permitía comprender la popularidad de ambos mandatarios.

Desde allí que mediante la generación y utilización de abundantes recursos de poder institucionales, sociales, financieros, de estrategia política y de apoyo electoral/ciudadano, ambos liderazgos comenzaron desde su primer mandato con una importante ampliación de derechos que han sido históricamente la principal demanda ciudadana al sistema político precedente. Sin lugar a dudas, la popularidad, como RP de apoyo popular/ciudadano, de Chávez y Uribe, proviene fundamentalmente de un proceso de ampliación de derechos históricamente demandado por las sociedades venezolana y colombiana durante las últimas décadas.

Para llevar adelante este proceso de ampliación de derechos, ambos líderes tuvieron a su disposición cuantiosos RP que les garantizaron la materialización de estos cambios. En el caso venezolano, Chávez contó (ver Cuadro 3), en términos de poderes institucionales, con el control de las Fuerzas Armadas, de los poderes legislativo (abrumadora mayoría en el segundo mandato) y judicial (luego del aumento de sus miembros en 2004), de la mayoría de las gobernaciones y alcaldías y del principal partido político (MVR primero y PSUV después) del cual era su conductor, y con el control de PDVSA, la principal fuente de financiamiento estatal del país, un RP financiero vital para llevar adelante su estrategia de gobierno.

En el caso de Uribe, los RP del líder antioqueño también se mostraron cuantiosos (ver Cuadro 3). En términos institucionales, contó con el control del parlamento, con la mayoría de las gobernaciones (junto a los partidos aliados), con las Fuerzas Armadas (pilar en la guerra contra la guerrilla), el PU a partir de su creación en el año 2005 y con una parte del poder judicial (con excepción de la Corte Superior de Justicia). En términos de RP sociales también tuvo a su favor a la clase empresarial, a la cual favoreció en sus políticas de gobierno. A pesar de que no controlaba en soledad los recursos financieros del Plan Colombia29, el líder antioqueño contaba con ese dinero para modernizar las fuerzas de seguridad, el pilar estratégico en su lucha contra las FARC.

En cuanto a Chávez, la ampliación de derechos sociales y económicos realizada a lo largo de sus presidencias se expresó en diferentes iniciativas y acciones gubernamentales. Sin lugar a dudas, las Misiones Bolivarianas (MB), un recurso de poder de estrategia política clave, representaba el vehículo principal por el cual el líder bolivariano llevó adelante esta transformación social. Estas iniciativas oficiales, que dependían directamente del propio presidente para su implementación, se convirtieron en estos años en el principal canal de distribución social por parte del Estado venezolano30. El acceso a un amplio tejido de servicios sociales básicos (educación, salud y vivienda, entre las importantes —ver Cuadro 4—), por parte de una vasta población anteriormente postergada de esos beneficios, explica los grados de otro importante recurso de poder como era el apoyo popular/ciudadano. A partir del control de un RP financiero fundamental como era PDVSA, el primer mandatario pudo llevar adelante este proceso de reformas sociales históricas para Venezuela.

En el caso de Uribe, esta ampliación de derechos se realizó en el plano civil. La recuperación de la totalidad de los municipios del país, junto a la liberación de carreteras para el tránsito de personas y mercancías, la disminución de homicidios, de secuestros extorsivos y de asesinatos masivos (ver Cuadro 5), formaron parte de esta ampliación de derechos civiles demandados históricamente por un país acostumbrado a la presencia cotidiana de grupos ilegales asociados al narcotráfico, al paramilitarismo y a la guerrilla. Este incremento de derechos ciudadanos fue producto de un mejoramiento de los equipos, del armamento, de la logística militar y de la voluntad política del presidente colombiano (todos RP de estrategia política) de avanzar sobre estos grupos que durante décadas ejercieron un significativo dominio sobre una vasta geografía del país. Este control territorial por parte del Estado dio lugar a un aumento de la inversión de empresas extranjeras y un incremento del turismo nacional e internacional, como hacía décadas no ocurría en el país y en la posibilidad de transitar con seguridad las rutas que unen a las ciudades colombianas31, ambos RP de estrategia política generados por el líder antioqueño. En ese sentido, la protección estatal para el libre tránsito de personas y mercancías tenía como simbolismo "el pulgar del soldado levantado, es decir: ‘estás protegido'. Era el signo de la seguridad. Antes las carreteras estaban desoladas, ahorita son seguras"32.

Sin lugar a dudas que estos procesos de transformación encarados por Chávez y Uribe contienen en su retaguardia un recurso de poder que se convierte en decisivo para poder llevar adelante estas estrategias de ampliación de derechos y que permite comprender la profundidad de estos cambios (superior en el caso de Chávez, como se observó): las Fuerzas Armadas. En el caso del líder venezolano, ellas fueron, junto con los RP institucionales comentados (mayoría parlamentaria, la mayoría de gobernadores, control de la Justicia) y el recurso de poder apoyo popular/ciudadano movilizado, uno de los principales resortes de este proceso durante su primera presidencia. El golpe de estado de 2002 y el paro en PDVSA fueron dos sucesos en los cuales la presencia de los militares fue determinante para la supervivencia del gobierno. En cuanto a Uribe, las Fuerzas Armadas se convirtieron en un RP institucional central en la lucha contra la guerrilla y para garantizar la culminación exitosa del proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia. En ese sentido, para ambos líderes la presencia protagónica de este RP les aseguró llevar adelante estas modificaciones institucionales y en consecuencia, se convirtieron en garantes de este incremento derechos ciudadanos.

A través de la utilización de estos recursos de poder, Chávez y Uribe iniciaron este proceso de incrementación de derechos ciudadanos. Sin embargo, en el transcurso de esta extensión, ambos gobiernos también generaron en forma paralela un proceso de restricción de derechos, que para el imaginario social de ambos países pareció presentarse como inferior al crecimiento de derechos obtenidos por la propia acción de gobierno.

En el caso de Chávez, esta restricción se expresó en la limitación de principios sustanciados con los valores liberales enmarcados dentro de un conjunto denominado de derechos civiles como la propiedad privada, la expropiación de empresas privadas, las restricciones a la libertad de expresión (cierre de medios opositores) y de marchas opositoras (con amenazas concretas de represión), la injerencia del Estado en vastos ámbitos de la vida política, la restricción de derechos ligados al ámbito de la producción y el comercio, entre las más importantes33. En el caso colombiano, esta restricción de derechos se observa en la militarización de la justicia, que se expresó en los "falsos positivos"34, los allanamientos en casas particulares, el espionaje del DAS y de un conjunto de medidas de intervención sobre las libertades individuales que han generado protestas por parte de organizaciones de derechos humanos a nivel nacional e internacional.

En ese sentido, y reforzando la idea de los párrafos precedentes, la modalidad de concentración de la autoridad política, como forma de ejercer el poder en ambos presidente, aflora como central para comprender este tipo de LP35. La necesidad de generar un nuevo tipo de institucionalización (RP de estrategia política), que tuvo como propósito realizar un vasto proceso de ampliación de derechos (y que generó resistencia en el statu quo anterior), dio lugar a la generación de una concentración del poder por medio de la cual ambos mandatarios pudieron transformar sus sociedades. Es decir, es a partir de esta concentración (como modalidad de ejercer el poder) que tanto Chávez como Uribe lograron crear una nueva institucionalidad política asentada en una transformación de sus sociedades que afectaron intereses concretos (ya que restringieron derechos ciudadanos) y que fueron demandas históricas de sus poblaciones.

Este trabajo intentó demostrar que dos liderazgos con disímiles modelos económicos, políticos y sociales, ideologías antagónicas, distintas bases de apoyo, diferentes aliados nacionales e internacionales, pueden tener una misma forma de ejercer el poder, mediante la utilización y generación de recursos de poder presidencial similares. Este artículo planteó apenas un sendero por el cual transitar en el camino hacia la producción de un conocimiento académico en un área poco sistematizada de la ciencia política.

 

CUADRO 1

Condiciones de llegada al gobierno

Variables

Chávez

Uribe

Sistema de partidos previo a la asunción de ambos líderes

Bipartidista (Pacto de Punto Fijo)

Bipartidista (Pacto de "Frente Nacional")

Partidos

Acción Democrática y COPEI

Partido Liberal y Partido Conservador

Antecedente de populismo

No

No

Interrupción militar en los últimos 40 años

No

No

Contexto de asunción

Crisis económica -social / Caracazo / Golpe 1992

Crisis de seguridad / post 11/9/01/Fracaso del Caguán

Coalición o positora al sistema político

Polo Patriótico (alianza de partidos)

Primero Colombia (alianza de partidos)

Fuente: Elaboración propia.

CUADRO 2

Las presidencias

Variables

Chávez

Uribe

Color político del Parlamento

Mayoría propia

Mayoría propia (con coalición)

Oposición

Partidos tradicionales/ Fedecámaras y CTV / Medios de comunicación tradicionales

Polo Democrático y Partido Liberal/ FARC

Apoyos internacionales

Rusia, China e Irán

Estados Unidos

Apoyos regionales

Mercosur, Alba, Unasur

Alianza del Pacífico, Pacto Andino

Modificación a la constitución

Sí, 2 veces (ambas incluyeron la reelección)

Sí, una vez (incluyó la reelección)

Referendos

Sí 6 elecciones (5 triunfos -3 en 1999 y 2 en 2004 y 2009-) y una sola derrota (2007)

SI 1 elección (2003) con derrota por no alcanzar el umbral

Años de gobierno

1999-2013

2002-2010

Duración de Mandato

6 años con reelección indefinida y con revocatoria de mandato. Mayoría simple

4 años con reelección inmediata y sin revocatoria. Mayoría absoluta

Origen social del líder

Sector popular

Sector alto/terrateniente

Antecedente partidario del líder

No tiene/militar/outskfer

Partido Liberal/luego outsider

Base de apoyo

Sectores populares y Fuerzas Armadas

Sectores medios y altos, empresarios, Fuerzas Armadas

Fuente: Elaboración propia.

CUADRO 3

Recursos de poder en las presidencias

RP           I                        Chávez                         I                           Uribe

Institucional

Parlamento y provincias

Asamblea Unicameral: mayoría

absoluta (1999 - 2005) y mayoría

calificada (2006- 2010)

Mayoría de gobernadores (desde

1999)

Mayoría de alcaldías (desde 1999)

FFAA (desde 1999)

Partidarias MVR (desde 1997) PP (desde 1998) PSUV (desde 2007)

Parlamento y provincias

Bicameralismo parlamentario:

mayoría absoluta en ambas cámaras

con aliados (desde 2002)

Mayoría de gobernadores (desde

2003)

Mayoría de alcaldías (desde 2003)

FFAA (desde 2002)

Partidarias

Primero Colombia (desd e 2002)

Partido de la U (PU) (desde 2005)

Social

Movimientos sociales Comunitarios Consejos Comunitarios

Empresarios

Medios de comunicación

tradicionales

Financiero

PDVSA (desde 2003) Nacionalizaciones (2008 - 2009)

Plan Colombia (desde 2002)

Estrategia política

Comunicacionales

Aló Presidente (desde 2001)

Aporrea (desde 2003)

Telesur (desde 2003)

Medios comunitarios (desde 2003)

Maniobras políticas (reformistas) Reforma constitucional (1999) Reelección inmediata (1999) Reelección indefinida (200 9)

Comunicacionales

Concejos Comunales (desde 2002)

Medios tradicionales (desde 2002)

Maniobras políticas (reformistas) Referendo "Antipolítica" (2003) Reelección inmediata (2005) Reelección por dos per íodos (2010)

Apoyo

popular/

ciudadano

Total de elecc iones durante el período: 13 (12 victorias -3 presidenciales, 2 legislativas, 2 regionales, 5 referendos - y 1 derrota en referendo)

Promedio de popularidad en el período: 60%

Total de elecciones durante el período: 6 (5 victorias -2 presidenciales, 1 legi slativa, 2 regionales- y 1 derrota debido a no alcanzar el umbral electoral)

Promedio de popularidad en el periodo: 71 %

Fuente: Elaboración propia.

 

CUADRO 4

Principales variables bajo Chávez

1998

2009

Pobreza

44,7%

24,6%

Pobreza extrema

18,9%

6,6%

Desempleo

15,3%

7,9%

índice Gini

0,5%

0,39

Educación básica completa

81%

95,4%

Salario mínimo (medido en dólares)

183

446

índice de desarrollo humano

0,72

0,82

Mortalidad infantil (por mil nacimientos)

21,4

13,7

Impuesto al Valor Agregado (IVA)

16,5%

12%

Distribución de alimentos desde el inicio de la MB Mercal (Medido en toneladas métricas)

382.860 (2003)

1.492.263 (2008)

Acceso al agua potable y saneamiento

80%

92% (2007)

Fuente: Elaboración propia en base a datos de: INE, CEPAL, BCV, El Troudi (2010) y López Maya (2010).

CUADRO 5

Principales variables bajo Uribe

VARIABLES

2002

2008

Número de homicidios

28.837

16.140

Víctima de masacres

680

169

Número de secuestros

2.882

392

Atentados terroristas

1645

145

Homicidios por candidato en los municipios (anual)

52

37

Homicidios de sindicalistas

99

16

Homicidios de alcaldes y concejales

89

16

Cultivos ilícitos

102.000

68.000

Extranjeros que visitan Colombia (en millones)

1.100

2.500

Inversión extranjera directa (millones de dólares)

1.025

4.482

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de DANE, Página de Presidencia de Colombia, Garzón Triana (2011), Ortiz (2009).

 

CUADRO 6

Porcentaje de votos elecciones con Chávez de candidato

Elección

Porcentaje

1998

56,2%

2000

59,7%

2006

62,8%

Fuente: Elaboración propia.

CUADRO 7

Porcentaje de votos elecciones con Uribe de candidato

Elección

Porcentaje

2002

53%

2006

62,3%

Fuente: Elaboración propia.

CUADRO 8

Abstención electoral presidencial en Venezuela (1958-2006)

Elección

Porcentaje de abstención

1958

6,5%

1963

7,7%

1968

5,6%

1973

3,4%

1978

12,4%

1983

12,2%

1988

18,1%

1993

39,84%

1998

36,54%

2000

43,69%

2006

25,3%

Fuente: Elaboración propia.

 

CUADRO 9

Abstención electoral en Venezuela durante Chávez

Referendos

Abstención

Convocatoria Asamblea Nacional Constituyente abril de 1999

62,1%

Elección de constituyentes, junio de 1999

53,7%

Reforma Constitucional, diciembre de 1999

54.7%

Revocatoria de mandato presidente Chávez agosto de 2004

30%

Referendo Constitucional de 2007

44.1%

Referendo Aprobatorio de la Enmienda Constitucional de 2009

29,6%

Fuente: Elaboración propia.

CUADRO 10

Abstención electoral presidencial en Colombia (1958-2006)

Elección

Porcentaje de abstención

1958

42,1%

1962

51,2%

1966

59,9%

1970

47,5%

1974

41,9%

1978

54,9%

1982

50,2%

1986

53,7%

1990

56,6%

1994

66,3% (56,6% en 2° vuelta)

1998

48,9%

2002

53,5%

2006

54,9%

Fuente: Elaboración propia.
Nota: Todos los datos electorales se obtuvieron en base a: www.cne.gov.ve para el caso venezolano y www.registraduria.gov.co para el colombiano.

Notas

1 Sin embargo, siguiendo a Ollier "estos recursos se desenvuelven en un contexto socioeconómico, éste impacta de forma positiva o negativa a la acción de dichos liderazgos. Ese contexto se denomina factor externo a la dinámica política" (Ollier 2008: 77).

Venezuela y Colombia fueron los únicos países en Sudamérica que no sufrieron interrupciones militares durante las décadas del 60 al 80.

3     Caldera con la coalición Convergencia obtuvo el 30,4% de los votos frente a los partidos tradicionales que alcanzaron el 23,6% con la candidatura de Claudio Fermín (AD) y 22,7% de Oswaldo Álvarez Paz (COPEI).

4     Este proceso de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC se desarrolló entre principios de 1999 y febrero de 2002.

5 Durante todo el año 1999 se celebraron dos plebiscitos y una elección de convencionales que permitieron reformar la Carta Magna. En esas elecciones los porcentajes de votos superaron el 80%, aunque también fue elevada la abstención (alrededor del 50%). Como consecuencia de la aprobación de la nueva Constitución Bolivariana, se llevó adelante la mega-elección de junio de 2000 donde se eligieron la totalidad de los cargos ejecutivos y legislativos del país. Para conocer los porcentajes obtenidos ver www.cne.gov.ve.

6 Antes de la reforma, Chávez contaba con 8 de las gobernaciones y se encontraba en minoría en el Congreso bicameral venezolano. Luego de aprobada la nueva constitución, el líder bolivariano consiguió una compacta mayoría parlamentaria en la unicameral Asamblea Nacional y 16 gobernaciones. Datos obtenidos en base a www.cne.gov.ve.

Principalmente el breve golpe militar de abril de 2002 y posteriormente el lockout patronal de diciembre-enero de 2003.

A días de la asunción, el primer mandatario –frente a la intensificación de los ataques de la guerrilla– declaró mediante el decreto 1837 el "Estado de Excepción" y el "Estado de Conmoción Interior" por un período de noventa días. De esta manera, se facultó al Poder Ejecutivo para legislar en aquellas materias tendientes a recuperar el orden público. En forma complementaria, se aprobó el Acto Legislativo N° 3 de diciembre de 2002, conocido como "Estatuto Antiterrorista", por el cual se reformaron los artículos 116, 250 y 251 de la Constitución Nacional, con el fin de acelerar los procesos de instrucción y acusación, incrementando, de esa manera, la politización de la justicia. Según un estudio de Pecaut (2008), en el año 2002 existían 172 municipios que carecían de presencia militar como consecuencia de los repetidos ataques contra sus instalaciones, 12 alcaldes y 60 concejales asesinados y 322 pedían ser relevados de sus puestos.

A su vez, el resorte judicial estratégico, el Fiscal General, único cargo con autoridad de juzgar al presidente, fue ocupado, durante parte de su mandato, por el vicepresidente.

11 Según Ellner "Nunca en la historia de Venezuela había participado un número masivo de personas en marchas y mítines en un periodo tan prolongado como durante la presidencia de Chávez. De hecho, la clave para la supervivencia política de Chávez frente a las tácticas agresivas de calle de la oposición, que comenzaron a finales de 2001, ha sido su poder de convocatoria, que al principio era igual, y luego superior al de sus adversarios" (2010: 32).

12 Página web de Aló Presidente en línea en http://www.alopresidente.gob.ve.

13   Según el ex funcionario Carlos Rivero, "cuando me asignó viceministro, yo le dije que no era chavista, que era socialista. Pero presidente ese cargo no me lo de a mí, sino a alguien de más confianza. ‘No', me contestó, ‘yo necesito a alguien como tú, que me diga las cosas'. Por eso me río que él no escuchaba a nadie o no dejaba hablar, era mentira, al contrario, escuchaba mucho, después él decidía (…) El gran problema era que el presidente tenía una forma muy particular de gobernar, él no tenía un plan cuando te nombraba, él te colocaba, te dejaba que hicieras y te dejaba, te observaba y si no le gustaba lo que hacías, te apartaba, te aislaba y te echaba y ponía otro". Carlos Rivero. Entrevista con el autor.

14   Y agrega citando a uno de los colaboradores del presidente que "uno está trabajando normalmente en una vaina [tarea], en una agenda, y aparece una declaración del Comandante y ahí entramos en estado de locura, todo el mundo se pone en marcha como si fuera una máquina de guerra" (Guerrero 2007:269).

El "Estado Comunitario" fue puesto en práctica por Uribe durante su gobernación en el Departamento de Antioquia (1995-1998), y cuya especificidad residía en el involucramiento de la sociedad en la ejecución de las decisiones del gobierno, principalmente en el área de seguridad del departamento. Esta participación ciudadana incluía –entre sus principales objetivos– la estrategia de intervención directa de la población en la lucha contra las FARC. A lo largo de su presidencia fue uno de los principales argumentos reivindicados por Uribe a la hora de involucrar a la ciudadanía en su enfrentamiento contra la guerrilla.

16    Ángela Pinzón. Entrevista con el autor.

17    En el mismo sentido se expresaba Ramírez Niño (2011: 85): "Los consejos comunitarios fueron para Álvaro Uribe el sello específico que su gobierno estableció en su relación con las clases populares. Rompieron el esquema de un gobierno central que tomaba sus decisiones desde la capital del país, rodeado del gabinete y de puerta cerrada hacia el pueblo".

18    Ángela María Pinzón. Entrevista con el autor.

19    La excelente biografía de María Jimena Duzán (2004) le dedica un apartado al "Uribe patriarcal". Allí sostiene que ese estilo queda marcado en su relación con los pobres: "Si bien se interesa por sus trabajadores y vela por que tengan lo necesario, no pretende mayores cambios" (Duzán 2004: 74). Además "Uribe tiende más a persuadir a los pobres de que son unos privilegiados porque no sin unos miserables, antes que a propender a una equitativa distribución del ingreso" (Duzán 2004: 74). Por último, Duzán advierte que "su atuendo, el sombrero y la ruana terciada con que los administradores de fincas pasan revista al terreno de las propiedades, ya tan característica en él cuando va por todo el país, reafirma la simbología definitivamente agraria, y hasta cierto punto premoderna, con que el presidente enarbola el arte de gobernar" (Duzán 2004: 74-75).

20    Jaime Bermúdez. Entrevista con el autor.

21 En referencia a defensores de derechos humanos que representaban victimas en casos jurídicos, el líder colombiano solía señalarlos en forma acusadora: "Hay un cúmulo de abogados pagados por organizaciones internacionales con sesgos ideológicos que les impiden examinar el cotejo de las conductas y el ordenamiento jurídico imparcialmente y que lo hacen con odio y carga ideológica". Discurso realizado el 8 de mayo de 2009. "Uribe afirma que ONG extranjeras pagan para realizar ‘falsos imputaciones' en Colombia", EFE, 8 de mayo de 2009 (Tabares 2006: 49).

22 Carlos Rivero. Entrevista con el autor.

23    Ángela Pinzón. Entrevista con el autor.

24    Norberto Bacher. Entrevista con el autor. Según el docente de la Escuela de Formación Socialista Manuel Taborda de PDVSA, "lo señalado ejemplifica algunas características de la conducta y el discurso político de Chávez, que con el tiempo se han consolidado: asumir personalmente las responsabilidades en todas las coyunturas, especialmente las críticas; coherencia entre el decir y el hacer, opuesta y ajena a la tradición burguesa, que utiliza la duplicidad del discurso político para exponer ‘lo políticamente correcto' y encubrir sus programas concretos; diálogo real con el pueblo, que presupone la capacidad autocrítica".

25    Paola Holguín. Entrevista con el autor. Y agregaba que "Uribe combinaba la macro y la micro gerencia, no solo tenía la visión general sino que controlaba al detalle la ejecución de las políticas y programas de gobierno, eso sumado a un trabajo incansable las 24 horas de los 7 días de la semana también formó parte de ese reconocimiento".

26   Fuentes: Latinobarómetro en Corporación Latinobarómetro, Informe 2011, en línea en: http://es.scribd.com/doc/70688598/informe-de-latinobarometro-2011. Datanálisis, en línea en: http://www.slideshare.net/plumacandente/encuesta-datanalisis-mayo-2010 y Ecoanalítica, en línea en: http://www.ecoanalitica.net/newsite/uploads/ im_07_2009_08_es.pdf.

27   Datos obtenidos en base al Consejo Nacional Electoral. En línea en: www.cne.gov.ve.

28   La mayoría de las encuestas de opinión realizadas en el período muestra un nivel similar de popularidad de Uribe. Una de las fuentes es Latinobarómetro en Corporación Latinobarómetro, Informe 2011, en línea en: http://es.scribd.com/doc/70688598/ informe-de-latinobarometro-2011.

29    Según Juan Gabriel Tokatlian (2002: 178), el Plan Colombia tenía en lo interno "por objeto reducir los efectos negativos de la crisis que vive el país mediante medidas de acercamiento del Estado hacia las áreas más afectadas por la violencia [y] apunta [ba] a fortalecer la presencia institucional en el territorio nacional (…) A su vez, implica la ayuda de Estados Unidos en asistencia antidrogas y de seguridad. [Siendo] el ejército el receptor principal y no la policía como lo fue en la década de los noventa".

30    Las MB tienen un alcance nacional y se constituyen en torno a las organizaciones sociales, que son las encargadas, junto al presidente, de desarrollar estas iniciativas sociales. En la mayoría de estas Misiones participan las Fuerzas Armadas, el RP que el líder bolivariano hizo partícipe de todos los frentes del gobierno. Desde el año 2003 se crearon fondos especiales para financiar estas MB que, según López Maya (2008b), se situaron durante los años posteriores en el orden de 4.500 millones de dólares (es decir, el 3% del PIB y 10% del presupuesto ordinario). En la actualidad existen 33 Misiones en todo el territorio.

31    De acuerdo a Uribe "recuperar el control de las carreteras fue como la liberación en masa de un secuestro colectivo. Y tuvo un efecto multiplicador que superó nuestras expectativas más optimistas" (2012: 178).

32    Ángela Pinzón. Entrevista con el autor.

33    Según Modesto Guerrero: "La existencia fáctica de un Partido Militar que desde adentro del régimen tiene una tentación al Bonapartismo tiende inevitablemente a la restricción de derechos. De todas formas esta manifestó castigando a los medios de derecha o izquierda que critican al gobierno desde 2008. Pero ¿cuánto casos? De 660 medios comunitarios hubo 74 casos y de 182 medios privados, fueron 17. Estos castigos implicaron que esos medios se vieron afectados en la publicidad oficial, en subsidios en derechos de financiamiento; en la competencia del espectro... Pero luego de un tiempo el gobierno se los devuelve". Entrevista con el autor.

34    Se denominó de esa forma a los asesinatos cometidos por los militares y anotados como bajas en combate. La emergencia de los "falsos positivos" puso al descubierto prácticas sistemáticas de homicidios de jóvenes convocados con la falsa promesa de encontrar empleo, y que después eran reportados como miembros del paramilitarismo o la guerrilla según la situación y el caso, para incrementar los resultados en la lucha militar contra los grupos ilegales.

Según González Fernán "La concentración personalista del poder en Uribe representa la ruptura con la anterior historia política del país, aunque con algunos rasgos de continuidad con el pasado basada en una rearticulación de poderes regionales y locales y de la fusión de estilos políticos" (2010: 14).

 

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Entrevistas

Ángela Pinzón. Periodista acreditada en la Casa del Nariño

Carlos Rivero. Sociólogo y ex viceministro de economía de Chávez

Jaime Bermúdez. Ex canciller de Uribe

Modesto Guerrero. Biógrafo de Chávez

Norberto Bacher. Profesor y especialista en temas económicos de PDVSA

Paola Holguín. Biógrafa de Uribe

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