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On-line version ISSN 1851-9601

Postdata vol.20 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2015

 

TEORIA

Identidades políticas en el marco de la acción colectiva. Enfoques sobre la emergencia e institucionalización de la protesta piquetera en Argentina.

 

por Esteban Iglesias*

* Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR e Investigador del CONICET, Argentina. E-mail: estebantatiglesias@yahoo.com.ar.

 


Resumen

Este trabajo tiene como propósito analizar las potencialidades y limitaciones que presentan el enfoque de la movilización de recursos y la perspectiva de los movimientos sociales en la constitución y el desarrollo de una identidad política, la del movimiento piquetero en Argentina. Los autores escogidos así como su producción han respondido principalmente a dos criterios, por un lado, la innovación conceptual sobre el concepto de protesta social y, por otro lado, a los hallazgos en su investigación empírica. El análisis articulado de aspectos teóricos y hallazgos empíricos en la protesta piquetera permitió observar que el enfoque de la movilización de recursos privilegió la dimensión política de la acción colectiva en detrimento de la identitaria y la perspectiva de los movimientos sociales enfatizó los procesos de identificación desatendiendo la dimensión política de la acción colectiva. Este desequilibrio analítico entre los términos política e identidad en la acción colectiva brinda la posibilidad señalar orientaciones de análisis que atiendan el complejo campo de interacciones entre ambos términos. La mutua incidencia entre los términos política e identidad en la acción colectiva posibilitaría detectar nuevas situaciones así como explotar vacancias explicativas existentes.

Palabras clave protesta social - Estado - institucionalización - movimientos sociales - piqueteros

Abstract

This article seeks to analyze the potentials and limitations of the approach of the mobilization of resources and the perspective ofthe social movements in the constitution and the development of the political identity of the "piquetero" movement in Argentina. The selected authors as well as their production have answered to two criteria. On the one hand, the conceptual innovation on the concept ofsocial protest and, on the other hand, to the findings in their empirical investigation. The articulated analysis oftheoretical aspects and empirical findings in the "piqueteros" protest allowed to observe that the approach of the mobilization of resources favoured the political dimension of the collective action in detriment ofthe identity dimension. And the perspective of the social movements emphasized the processes ofidentification disregarding the political dimension of the collective action. This analytical imbalance between the terms politics and identity in the collective action offers the possibility to indicate orientations of analyses that should attend to the complex field ofinteractions between both terms. The mutual incident between the terms politics and identity in the collective action would make possible to detect new situations as well as to exploit explanatory existing vacancies.

Key Words social protest - State - institutionalization - social movements - piqueteros


 

I. Introducción

El movimiento piquetero en Argentina se constituyó en un modo relevante en que las clases trabajadoras se organizaron políticamente para disputar derechos y espacios de poder en un contexto signado por profundas transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales. En la descripción de las transformaciones políticas es posible determinar tres fenómenos que actuaron de forma complementaria y que se auto-reforzaron originando nuevas características en la organización política de la clase trabajadora y dando lugar a la constitución de nuevas identidades políticas forjadas al calor de la protesta. Por un lado, la desarticulación de la relación entre el Partido Peronista y el sindicalismo peronista, propiciada por el proceso de institucionalización partidaria desde mediados de los ochenta (Mc Guirre 1991, 1997, Mustapic 2002, Levitsky 2004, Torre 2004). Por otro lado, el viraje ideológico del peronismo con la asunción de Carlos Menem al gobierno nacional en 1989 (Palermo y Novaro 1996, Murillo 1997, Sidicaro 1998). Y, finalmente, la aparición de nuevos agrupamientos sindicales como la Central de Trabajadores Argentinos en 1992 (Falcón 1993, Armelino 2005, Ghiotto 2008).

Estas transformaciones políticas fueron capturadas por los estudios sobre acción colectiva, los que, desde mediados de los noventa del siglo XX en Argentina, han proliferado produciendo aportes teóricos importantes en el campo de la sociología política. Este trabajo tiene entre sus propósitos el de describir los enfoques teóricos que abordan la emergencia, constitución y desarrollo de una identidad política particular, la identidad piquetera. Otro objetivo es el de señalar aspectos que han quedado desatendidos por las perspectivas principales de la acción colectiva en la explicación de este fenómeno.

En las interpretaciones sobre el movimiento piquetero se juega una cuestión significativa en la problemática de la acción colectiva, la del complejo campo de interacciones que se suscita entre la dimensión identitaria y la dimensión política de los actores que protestan. En cuanto a los criterios metodológicos, cabe destacar, que las investigaciones se seleccionaron de acuerdo a la innovación conceptual que proponen acerca de la acción colectiva y a los resultados de investigación empírica que aportan a la temática. En el análisis del movimiento piquetero se privilegiaron los aspectos relativos a las concepciones de la acción colectiva y protesta social, el lugar del Estado y las políticas públicas en la acción de protesta, los procesos de institucionalización política de las organizaciones y la vinculación con el peronismo-kirchnerismo. Estos aspectos, tomados en conjunto, dan cuenta del modo en que una identidad política particular se constituyó y perduró a lo largo del tiempo en un período histórico de la Argentina.

II. Perspectivas de la acción colectiva y constitución de las identidades políticas

Las interpretaciones sobre la protesta piquetera, desde su emergencia, se organizaron en torno a dos perspectivas de la acción colectiva: el enfoque de la movilización de recursos y la perspectiva de los movimientos sociales. Cabe destacar que ambos enfoques mantienen un importante correlato respecto de los que tomaron forma en la literatura general sobre acción colectiva a mediados de los sesenta y comienzos de los setenta del siglo XX en Estados Unidos y Europa1. Así, el campo de análisis ha quedado virtualmente dividido en concepciones politicistas -enfoque de la movilización de recursos- y concepciones culturalistas -perspectiva de los movimientos sociales-. Al igual que en la literatura general sobre acción colectiva, en los abordajes acerca de la protesta piquetera en Argentina ha quedado pendiente una elaboración conceptual que equilibre el análisis de la dimensión política e identitaria de la acción colectiva. Esta tarea debiera realizarse asumiendo el complejo campo de interacciones de estas dimensiones conceptuales sin priorizar una de ellas.

A continuación se revisará el modo en que las principales producciones del enfoque de la movilización de recursos y de la perspectiva de los movimientos sociales conciben la acción, la protesta y las dimensiones conceptuales que definen la misma. Esto, cabe destacar, impacta en modo en que se explica el desarrollo del fenómeno piquetero.

Protesta y política: el enfoque de movilización de recursos

Las investigaciones de Farinetti (1999), Schuster y Pereyra (2001), Auyero (2002a, 2002b), Delamata (2002, 2004), Schuster (2005) y Pereyra, Pérez y Schuster (2008) enfatizan la dimensión de la "acción", en tanto acción política, en su definición de la protesta social en Argentina. Schuster y Pereyra (2001) plantean que la noción de movimientos sociales ha perdido su capacidad explicativa. Consideran que sería "necesario y hasta deseable" que esta noción sea reemplazada por la de "redes de protesta" en tanto herramienta conceptual para la comprensión de las movilizaciones sociales de la última década del siglo XX en Argentina. Así, las redes de protesta aluden a "acontecimientos visibles de acción pública contenciosa de un colectivo, orientados al sostenimiento de una demanda (en general con referencia directa o indirecta al Estado). En este sentido, cabe remarcar que el concepto se limita a partir de su carácter contencioso e intencional, por un lado, y de su visibilidad pública, por el otro. Las manifestaciones, las concentraciones o movilizaciones públicas son ejemplos de tipos de protesta aprehendidos desde este punto de vista" (Schuster y Pereyra 2001: 47).

Supuestamente el concepto "redes de protesta" atendería los problemas que el enfoque de la movilización de recursos presentaba en sus planteos originarios2 entre los términos "política" e "identidad" en el marco de la acción colectiva, dotando a la "acción de protesta" de la cualidad de transformar "categorías sociales" en "identidades políticas"3. Así, el término "red" constituye "de algún modo, el eslabón perdido entre protestas y movimientos" (Schuster 2005: 57, destacado en el original).

Por otra parte, las investigaciones de Auyero, Delamata y Farinetti caracterizan la protesta social priorizando el concepto de "repertorio de protesta". Para Auyero, la importancia de este concepto radica en que "una nueva era ha comenzado no cuando una nueva elite toma el poder o cuando aparece una nueva constitución, sino cuando la gente común comienza a utilizar nuevas formas para reclamar por sus intereses" (Auyero 2002a: 206). En sintonía con este autor, Farinetti plantea que entiende "por protestas las manifestaciones colectivas de carácter público, directo y discontinuo que expresan desacuerdo y reclaman soluciones frente a un cierto estado de cosas" (Farinetti 1999: 1). Y Delamata considera en el análisis de la protesta laboral: "Lo que denominamos «la modalidad» de la protesta laboral en Argentina se refiere a un tipo histórico o tradicional de constitución de las demandas en torno del trabajo, ligado, por un lado, a la adquisición de la identidad política de los trabajadores, y por el otro, a la institucionalización de su acción dentro de los mecanismos de regulación y distribución del poder económico y social vigentes en Argentina desde mediados del siglo pasado" (Delamata 2002: 123).

Desde lo cultural a lo ideológico, pasando por el conflicto en la perspectiva identitaria

La principal referencia de la perspectiva de los movimientos sociales en Argentina tal vez sea la producción de Maristella Svampa. La autora sugiere que lo distintivo de las sociedades en América Latina4 radica en la heterogeneidad de las situaciones sociales (Svampa 2005). En razón de ello, entiende que el referente empírico del movimiento social histórico no ha sido la clase obrera sino, más bien, las clases populares, en plural y en un sentido amplio, cuyo contenido designa "mundos heterogéneos, entre los que se cuentan indígenas, campesinos, trabajadores informales y clase obrera urbana. Por ello mismo, la acción colectiva ha estado marcada desde el inicio por una multiplicidad de dimensiones y llamados, en nombre de la clase, la nación y el antiimperialismo, sin que ninguno de ellos lograra un primado estructural sobre los otros. Ya hemos dicho que tocaría al populismo dar expresión política a esta abigarrada realidad popular, a través de la noción unificadora de pueblo, concepto que designaba tanto un sujeto colectivo imaginario homogéneo, como un sector social real heterogéneo" (Svampa 2005: 161). En definitiva, el análisis de la acción de las clases trabajadoras, en tanto actor político, debe tener un sentido relacional -en oposición a la burguesía o clase dominante- y multidimensional, en el que se articulen, junto a la dimensión económica, la cultural y la política.

Para Svampa, en Argentina desde mediados de los setenta y durante la década de los noventa del siglo XX, el análisis de las clases populares ha experimentado una profunda mutación, la que es caracterizada en términos de descolectivización del mundo popular forjado durante el primer peronismo (1946-1955). En este sentido, la autora señala que los cambios en la subjetividad popular reconocen tres puntos de inflexión. El primero, con la dictadura militar de 1976, implicó que los trabajadores formales de baja calificación fueran expulsados del mercado formal, lo que en el plano de la acción colectiva se expresó en la toma de tierras y asentamientos irregulares en el conurbano bonaerense, destacándose la inscripción territorial de las clases populares. El segundo, con el primer gobierno de Carlos Menem, afectó tanto a los trabajadores industriales como a los empleados públicos dependientes de la órbita del Estado, lo que se expresó en movilizaciones colectivas de empleados del Estado, docentes y jubilados, acompañados por los estallidos sociales en el interior del país. El tercero, con el "efecto tequila" reforzó una crisis económica que acrecentó la inestabilidad laboral y terminó forjando nuevas formas de lucha e identidades políticas -la identidad piquetera-.

Estas transformaciones, que reconocen diversos puntos de partida, intervienen en la conceptualización que Svampa hace del movimiento piquetero. En polémica con el enfoque de la movilización de recursos, particularmente con la noción de "redes de protesta" propuesta por Schuster y Pereyra (2001), que para los autores presentaría ventajas operativas en la captura de la dimensión política de las identidades, Svampa subraya el énfasis de las dimensiones culturales, ideológicas o específicamente subjetivas en el análisis de la acción colectiva, como del reconocimiento de escalas donde se originan los conflictos -local, regional, nacional o global-. Para la autora no es deseable "escatimar cierta mirada analítica presente en la teoría de los movimientos sociales, pues más allá de sus lecturas, por momentos excesivamente normativas -aunque jamás reduccionistas-, continúan siendo notablemente enriquecedoras, en la medida en que nos permiten explorar cuestiones de orden cultural e ideológico, relativas a los procesos de construcción de las identidades colectivas" (Svampa 2005: 318).

Otras investigaciones destacadas son las de Adrián Scribano. El autor se apoya al igual que Svampa en la perspectiva que desarrollada por Melucci y elabora el concepto de "redes de conflicto", contribuyendo a complejizar la perspectiva identitaria. En este sentido, indica que las redes conflictuales remiten a un proceso "que precede y opera como un trasfondo de las protestas que actúan en el tiempo reconvirtiendo y redefiniendo las posiciones de los agentes y el sentido de las acciones. En ese tiempo es importante observar y distinguir los episodios del conflicto, la manifestación de la acción colectiva y las distintas expresiones que asumen las aludidas redes de conflicto. Los episodios del conflicto son las acciones donde se concentra la pugna de los intereses y valoraciones en juego que tienen las características de re-orientar la red conflictual. En los episodios los agentes extienden o restringen las áreas de intereses afectados, recomponen las fuerzas de las alianzas que existen entre ellos, etc., por lo que estos episodios se caracterizan por dejar una "marca" en la orientación del conflicto. Las expresiones del conflicto son los resultados de los episodios que concentran públicamente las acciones de los contendientes; mientas que las movilizaciones son acciones colectivas resultado de la redefinición del espacio público de las expresiones del conflicto. En este sentido, la protesta puede ser entendida como la interconexión de "momentos" que evidencian la relación entre episodios, manifestaciones y expresiones que involucra la acción colectiva" (Scribano 2005a: 9, destacado en el original).

Finalmente, hay que mencionar las investigaciones de Denis Merklen (1991, 2005) sobre las clases populares en la argentina democrática. Este autor aborda la dimensión cultural de la acción colectiva desde la perspectiva de la integración social. Ubicar la movilización popular en el marco de la integración social le permite determinar la "politicidad" de las clases populares, que en Argentina, "se encuentra representada con la inscripción territorial en el centro del cuadro. En este marco que nos interesamos en el movimiento de los piqueteros" (Merklen 2005: 73).

III. ¿Quién es piquetero?

Sujeto a las concepciones y definiciones de la protesta social interesa indagar ahora sobre las dimensiones conceptuales que intervienen en la determinación de identidades políticas particulares en el marco de la acción colectiva. En este sentido, se entiende que un interrogante que orienta la delimitación conceptual de las identidades políticas es: ¿qué criterios y elementos nuevos y viejos intervienen en su constitución? En las respuestas teóricas a este interrogante, el enfoque de la movilización de recursos señala, con diversos matices, que la "acción de protesta" constituye el principal elemento que explica la constitución de las identidades políticas. En cambio, la perspectiva de los movimientos sociales enfatiza el modo en que diferentes tradiciones y culturas políticas forjan, al calor de la lucha, la emergencia de actores políticos.

Al parecer, en el enfoque de la movilización de recursos aparece sobredimensionado el lugar de la acción política en detrimento de los elementos culturales; mientras que en la perspectiva de los movimientos sociales aparece sobredimensionado el de las "tradiciones culturales de lucha política" desatendiendo la intervención de las iniciativas estatales en la acción colectiva. Desarrollamos esta idea a continuación.

De desocupados a piqueteros, el lugar de la acción política

¿Qué genera nuevas identidades políticas? El enfoque de la movilización de recursos explica el modo en que "categorías sociales" -trabajadores industriales, trabajadores rurales, desocupados- se transforman en "identidades políticas" a partir de privilegiar el análisis de la acción de protesta. Schuster, guiado por el enfoque de Laclau, señala que "se los llamó piqueteros, título que no derivó de su condición social (desempleados) o de sus demandas, sino de su acción misma" (Schuster 2005: 52, destacado en el original). En este sentido, agrega que "se transformaron en su acción; su capacidad de hacer trascendió a su condición previa, definida por la negatividad en relación con el empleo (desempleados o desocupados). Fueron lo que hicieron, porque en función de lo que fueron capaces de hacer, pudieron ser. Su identidad social (desempleados) se transformó por fuerza de su identidad política (piqueteros). El hecho que estamos intentando indicar es que la acción misma es, en esta clase de casos, un salto contingente que tiene un puente entre las condiciones sociales preexistentes y un nuevo escenario, en el que los sujetos están implicados en una manera en que no lo estaban antes. Podemos denominar político a este salto"5 (Schuster 2005: 52). Es precisamente Schuster quien se encarga de remarcar que es un enfoque que enfatiza la "potencialidad de la acción" (Schuster 2007: 21).

Esta atribución, cuasi virtuosa o extraordinaria, que se le asigna a la acción política de protesta no se halla en las otras investigaciones. Así, con otra mirada, pero en el marco del mismo enfoque teórico, se inscriben los análisis de Auyero, Farinetti y Delamata. En términos generales demuestran con sus respectivos análisis que los cambios en el "repertorio de confrontación" dan cuenta de la emergencia de nuevas identidades políticas. Retomando a Charles Tilly sostienen que en las transformaciones sociales de largo plazo pueden constatarse cuando el repertorio de la protesta social se ha modificado. Por su parte, Auyero indica que las oportunidades políticas, los intereses y lo identitario operan como "una suerte de máquina traductora de las presiones creadas por los cambios de ajuste estructural" (Auyero 2002a: 190). En efecto, para Auyero, "estamos, si Tilly está en lo cierto, en el comienzo de una nueva era" (Auyero 2002a: 207).

Por otra parte, Farinetti (1999) describe el modo en que, durante la década del noventa del siglo XX en Argentina, el formato de la huelga realizada por trabajadores sindicalizados va perdiendo relevancia a instancias de los estallidos sociales en provincias del interior del país y los de cortes de ruta efectuados por organizaciones de desocupados. Para la autora "el lenguaje del 'estallido' y del 'corte' no es casual. Lo que ha estallado o lo que se ha cortado, si el razonamiento desplegado en este trabajo es sustentable, es un repertorio de reclamo. Esto es, un esquema cognitivo en el cual se definían los límites de lo tolerable y las pautas a seguir cuando ese límite era traspasado. Si el lenguaje de la protesta del 'movimiento obrero' se inscribía en una tradición y un proyecto político, el lenguaje del 'corte' o del 'estallido' sugiere la agonía y la reacción sin nada por delante" (Farinetti 1999: 30). Finalmente, Delamata (2004) interpreta que el quiebre del monopolio de la representación sindical, con base en el partido peronista, brindó aristas novedosas a la protesta laboral. A diferencia de la organización de trabajadores sindicalizados, en los primeros cortes de ruta no se habían constituido dirigentes y los vínculos entre los participantes era horizontal.

Explicaciones ancladas en la cultura

La perspectiva de los movimientos sociales de la acción colectiva ha centrado su interés en el modo en que las tradiciones de lucha política pasadas se han fusionado y han posibilitado la emergencia de nuevas identidades políticas. Lo cierto es que en la constitución de una misma identidad política, a su entender, es posible distinguir la coexistencia de diversas culturas políticas y prácticas que orientan el accionar colectivo de las organizaciones piqueteras.

Los trabajos de Giarraca y Grass (2001) han sido pioneros en lo que respecta a darle dimensión histórica a los piquetes y cortes de ruta. Así, señalan que como forma de actuar el "corte de ruta" no es una modalidad nueva ya que había sido utilizado por chacareros a comienzos del siglo XX en Argentina. Tampoco lo es la del piquete ya que fue utilizado por los sindicatos como medida táctica destinada a tornar efectiva la forma de protesta principal: la huelga. Entonces, la novedad radica en quién realiza el corte de ruta: los piqueteros. Para las autoras, esta identidad política ha devenido en un sujeto político a partir del cual se pueden depositar las esperanzas de cambio social en la argentina democrática.

Para Scribano en el análisis de la identidad piquetera considera que "los cortes son medidas de fuerza cuando la ciudadanía ha institucionalizado un colectivo y quiere demostrar su fuerza, o sea, pegar un grito y que sea escuchado" (Scribano 2005b: 42).

Los trabajos de Svampa y Pereyra (2003) y Svampa (2005, 2008) resultan ser reveladores acerca del modo en que la dimensión cultural de la acción colectiva define a los actores que protestan. Así, y en relación con los cortes de ruta en el interior del país, sostienen que "esos conflictos representan el punto inicial en el cual una nueva identidad -los piqueteros-, un nuevo formato de protesta -el corte de ruta-, una nueva modalidad organizativa -la asamblea-, y un nuevo tipo de demanda -el trabajo- quedan definitivamente asociados, originando una importante transformación en los repertorios de movilización de la sociedad argentina" (Svampa y Pereyra 2003: 23). Ahora bien, se destaca que esta nueva identidad no es uniforme, pudiéndose distinguir un importante campo organizacional en el que coexisten diferentes formas de concebir la acción de protesta y la política. Así se señala que "las organizaciones de desocupados más importantes pueden comprenderse a partir de tres lógicas principales: una lógica sindical, una lógica político-partidaria y una lógica de acción territorial" (Svampa 2005: 242). Este planteo teórico presenta un campo fértil para observar la coexistencia de diferentes culturas políticas6 y prácticas políticas en una misma identidad.

Esta forma de pensar las identidades políticas reaparece en Svampa (2008) bajo la nominación de "corrientes político-ideológicas". Así, el arco de organizaciones se haya dividido en tres vertientes, las que inscriben su accionar en el campo nacional y popular -Federación de Tierra y Vivienda, Barrios de Pie, etc.-; las vinculadas a los partidos de izquierda -Partido Obrero, Corriente Clasista y Combativa, etc.- y las organizaciones que provienen de una tradición de "izquierdas" y que plantean la autonomía respecto de los partidos y del Estado -Movimiento Teresa Rodríguez, Coordinadora Aníbal Verón, Frente Darío Santillán, etc.-.

La innovación teórica de Denis Merklen radica en señalar la "inscripción territorial" de las clases populares en Argentina. En esta dirección aborda la dimensión cultural de las organizaciones piqueteras señalando que el barrio constituye una fuente relevante de propiedades, siendo una de las principales la de la cohesión social. Dicha cohesión social posee una forma de manifestación que es la identitaria. A su parecer "lo local puede ser fuente de cohesión. Un lugar puede ser una fuente importante -o incluso la fuente principal- de identificación de un grupo. Los individuos se definen a sí mismos como pertenecientes a un grupo: "nosotros" explicita su apego territorial" (Merklen 2005: 158). Los ejemplos que menciona son: soy porteño, soy plomero, soy abogado, etc. De modo que el "barrio" sirve como soporte de integración simbólica posibilitando y originando la formación de una identidad social. Este autor llega a afirmar que los actores que fueron posteriormente denominados piqueteros eran los mismos que hace veinte años se movilizaban para la toma de tierras en el conurbano bonaerense (Merklen 1991 y 2005). Entiende, de este modo, que "la movilización social se organiza sobre la base de una identidad territorial. No sólo porque a menudo son dirigentes barriales quienes la implementan, sino principalmente porque es sobre esta base local que se afirma la participación de los piqueteros y se entablan las negociaciones con las autoridades. Estos sectores se movilizan en buena medida sobre la base de barrios organizados" (Merklen 2005: 74, destacado en el original).

IV. Las interacciones entre Estado y políticas públicas con la acción colectiva

Descriptas las concepciones sobre la protesta y mencionadas las dimensiones conceptuales que las definen, parece conveniente avanzar sobre el lugar del Estado, sus acciones y prácticas, en el marco de la acción colectiva. Como se mencionó, la problemática de la acción colectiva se interroga sobre los diversos modos en que se organizan políticamente diferentes categorías sociales actuantes en la sociedad civil. A este interrogante, se encuentran dos tipos de respuestas, las que a su vez sintetizan explicaciones "desde arriba" y "desde abajo" de la acción colectiva. Por su parte, el enfoque de la movilización de recursos sostiene que las "oportunidades políticas" determinan el momento y el modo que asume la acción colectiva. Así, el grado de apertura del sistema político y las iniciativas estatales terminan configurando una mirada "desde arriba" de la acción de protesta. Por otra parte, la perspectiva de los movimientos sociales considera que la organización política de la sociedad civil se explica por la interacción de los mismos grupos de la sociedad civil, entendiendo la intervención de las iniciativas estatales en términos contextuales o como un trasfondo necesario para la explicación. La relevancia asignada a la trayectoria y constitución identitaria de los grupos que protestan termina delineando una mirada "desde abajo" de la acción colectiva.

Al parecer entre ambas perspectivas se abre un importante espacio de análisis: entre considerar al Estado como eje explicativo -movilización de recursos- y como mero contexto -movimientos sociales- se abre un campo a explotar que es el de la mutua incidencia entre la implementación de iniciativas estatales y el accionar de los movimientos sociales. Vale la pena detenerse en este punto.

El Estado y oportunidades políticas como principio explicativo

Las investigaciones de Auyero, Farinetti y Delamata brindan la pauta acerca del momento y el modo en que la acción -de protesta- cobra sentido de acuerdo a determinada estructura de oportunidades políticas que brinda el grado de apertura o no el sistema político y el Estado7. En primer término, Auyero cuando analiza las puebladas de Cutral-Co y Plaza Huincul en 1996 plantea que "las disputas internas dentro del entonces partido de gobierno, el Movimiento Popular Neuquino (MPN), y en particular las acciones del ex intendente Grittini (Línea Blanca), quien llevaba a cabo su lucha interna y personal contra el intendente Martinasso y contra el gobernador Sapag (Línea Amarilla), estaban en la raíz, no sólo del marco de injusticia con el que se presenta la cancelación del contrato con Agrium, sino también de la movilización de recursos que ocurre durante ese primer día de la "pueblada"(Auyero 2002a: 197).

En segundo término, Farinetti cuando analiza las transformaciones que experimentó el repertorio de protesta en Argentina entiende que el concepto de "oportunidades políticas" debía ser operacionalizado contempla las siguientes variables: "1) la posición del Partido Justicialista en el sistema político, la cual condiciona sus expectativas y sus estrategias políticas y es relevante dado que este partido ha sido históricamente el principal referente político del sindicalismo y del reclamo laboral en general. 2) Los alineamientos políticos (o propiamente sindicales) dentro del sindicalismo; 3) las estrategias tradicionales de las autoridades y de los miembros relevantes del sistema político respecto de los desafiadores en el campo laboral, las cuales definen la medida en que las acciones colectivas desafiantes serán facilitadas o reprimidas y, en consecuencia, las posibilidades de éxito que puedan tener las acciones de protesta" (Farinetti 1999: 7).

En tercer término, Delamata (2002) plantea que el gobierno de la "la Alianza, medida como la distancia entre ese espacio público potencial que marcaba la restitución de la ciudadanía republicana al (control del) Gobierno y el espacio real que ocupó, fue la estructura de oportunidad, primero, para el recrudecimiento y la extensión de la lógica de las movilizaciones con cortes de ruta, y luego para la generalización de las protestas" (Delamata 2002: 134).

Finalmente, el equipo de investigación que dirige Federico Schuster brinda pautas acerca de cómo analizar la protesta social en Argentina. En este sentido, Pereyra, Pérez y Schuster (2008), confirman que "hay cuatro elementos principales que deben ser analizados para caracterizar el proceso que atravesaron las organizaciones piqueteras entre la crisis de 2001 y la actualidad. El primer elemento se vincula con la protesta; el segundo con la política social; el tercero con las elecciones y el cuarto, con el posicionamiento en términos de oficialismo y oposición' (Pereyra, Pérez y Schuster, 2008: 20, destacado en el original). En esta interpretación las oportunidades políticas estarían estrictamente delimitadas por el proceso eleccionario y por la dinámica que se da entre oficialismo y oposición en el período kirchnerista.

Cabe destacar que este enfoque ha ganado complejidad analítica. Es el caso del aporte de Marcelo Gómez, quien plantea que "los impactos del PJJHD (Plan de Jefas y Jefes de Hogar Desocupado) sobre las acciones colectivas no se hicieron esperar: no solamente se reduce la cantidad y la proporción de conflictos por otorgamiento, por pérdida planes, o por atrasos en los pagos, mientras comienza a instalarse el tema de la insuficiencia de los montos" (Gómez 2009: 127). Este análisis se funda en la intención de desentrañar la politización de los movimientos sociales producto de la incidencia recíproca entre organización estatal y organización de los movimientos sociales.

El Estado como contexto y la explicación de la protesta desde abajo

Desde la perspectiva de los movimientos sociales, en particular los trabajos de Maristella Svampa, se concibe a las iniciativas estatales y a la implementación de políticas públicas como un marco necesario para el análisis de la acción colectiva. Desde esta mirada teórica no es posible discernir el grado de incidencia de las mismas en el accionar colectivo.

En un registro de análisis, el otorgamiento de planes de empleo es considerado el "núcleo duro que estructuró la política de contención del gobierno, convirtiéndose con el correr de los años, en el centro de la negociación para poner fin a los cortes de ruta" (Svampa y Pereyra 2005: 345). En otro registro, y de forma complementaria al primero, esta modalidad de comprender el lugar del Estado en la forma que protesta la sociedad es suple-mentada con una mirada que deposita en los grupos que protestan la explicación última de su accionar. En esta dirección, cuando Svampa expone la periodización del movimiento piquetero centra su atención en los cambios que experimentaron las organizaciones piqueteras y sus modos de relacionarse entre sí. De acuerdo con esto, señala que su etapa fundacional 19961999, momento de formación de las organizaciones y la heterogeneidad político-ideológica actuante en las organizaciones piqueteras; una segunda etapa desde 1999-2001, considerada de crecimiento y desarrollo organizacional; una tercer etapa desde 2001-2003 caracterizada por los intentos -infructuosos- de agrupamiento de las organizaciones de mayor envergadura; una cuarta etapa, desde 2003 en adelante, signada por los intentos de integración, cooptación y disciplinamiento por parte del gobierno que encabezaba Néstor Kirchner (Svampa 2005).

Desde esta mirada, la explicación acerca de las transformaciones que experimentaron las políticas sociales a lo largo del tiempo, las respuestas - favorables y de resistencia- al llamado por participar del gobierno de Néstor Kirchner así como el mejor funcionamiento del mercado de trabajo hasta llevarlo a un dígito no ha modificado el accionar colectivo de las organizaciones, ni las oficialistas ni las opositoras. La explicación última del accionar colectivo termina descansando en algún elemento o factor propio de las organizaciones.

V. La institucionalización de los movimientos sociales

Revisada las concepciones teóricas, las delimitaciones conceptuales y su operacionalización así como el lugar que se le asigna a las iniciativas estatales en el análisis de la acción colectiva, presenta relevancia abordar una dimensión del fenómeno piquetero que se consolidó en los primeros años del siglo XXI: el modo en que un movimiento se perpetúa a lo largo del tiempo a través de sus organizaciones.

La temática referida a la institucionalización, en la literatura de la acción colectiva, remite a los diversos modos en que los movimientos sociales se vinculan -articulada o tensionalmente- con el Estado. En el caso del enfoque de la movilización de recursos esto aparece como un problema y a su análisis no le asigna una carga valorativa. En cambio, en la perspectiva de los movimientos sociales se entiende que los diversos puntos de contacto entre sociedad política o Estado con la sociedad civil generan procesos de cooptación, burocratización o cosificación que se activan desde la esfera gubernamental hacia los movimientos sociales que se originan y propagan en la sociedad civil8.

Cabe destacar que en los intentos de análisis del proceso de institucionalización de los movimientos sociales se abre un importante espacio para explicar que la "rutinización" de los movimientos no sólo compete al análisis de su vinculación con el Estado sino, también, y por qué no principalmente, en su perduración en el tiempo en la sociedad civil.

El desarrollo político de las organizaciones piqueteras amerita que la temática relativa a la institucionalización sea ampliada y no se restrinja a la cuestión del Estado. Sería importante lograr capturar la compleja dinámica e interacciones que se establecen entre la esfera gubernamental y la sociedad civil en el período democrático. Un abordaje amplio del concepto de "institucionalización" en los regímenes políticos actuales implicaría dos dimensiones, una que remita a la esfera gubernamental posibilitando así el análisis de la incorporación de organizaciones a la gestión pública y, otra, que aluda a la rutinización de fenómenos que se originan en sociedad civil y que producto de su perduración en el tiempo derivan en la constitución de organizaciones.

La esfera estatal como momento del proceso político: el enfoque de la movilización de recursos

El análisis de la institucionalización de los movimientos remite a la incorporación de las organizaciones -piqueteras- a la gestión gubernamental. Massetti (2009) entiende que con la asunción de Néstor Kirchner al gobierno las organizaciones tuvieron una interlocución privilegiada en este aspecto. Este autor define la institucionalización como un proceso de politización que experimentaron los movimientos sociales y que se traducen en tres momentos lógicos: "confrontación", "ongización" (Massetti 2009: 126) e "institucionalización" propiamente dicho. En este sentido, la institucionalización alude a "un momento dentro de una trayectoria de politización en el cual determinadas organizaciones sociopolíticas se insertan en alguna instancia del Estado. Esta inserción en tanto que un punto en una trayectoria implica un doble desafío: por un lado, la reconversión de las prácticas de las organizaciones sociopolíticas; que anteriormente habían basado su relación con el Estado en la dinámica de confrontación/negociación. Por el otro, el desafío de modificar desde el interior mismo del Estado las propias "tradiciones en materia de función pública heredadas del proceso de transformaciones del Estado iniciado por Carlos Menem principios de la década del '90" (Massetti 2009: 131).

En el estudio de caso que analiza Massetti (2009) concluye que la incorporación al gobierno de la ciudad de Buenos Aires, presidido en ese entonces por Jorge Telerman, constituyó un proceso de institucionalización infructuoso, principalmente, porque estuvo fuertemente signado por un contexto de electoral de renovación de jefe político en la ciudad de Buenos Aires. En cambio, Gómez (2009) plantea la cuestión en términos más amplios: de "incorporación selectiva" de los movimientos a la política institucionalizada. A su parecer Kirchner recibió a las organizaciones piqueteras, apenas haber asumido, con una actitud sorpresivamente amistosa. Sin embargo, las diferencias políticas en el arco organizacional de los piqueteros y los posicionamientos se explican por las políticas sociales desarrolladas por las autoridades públicas. "La expansión de la oferta oficial de recursos a través de múltiples programas incentivaba la búsqueda de vinculación con las nuevas autoridades no sobre la base de la protesta y de la negociación sino sobre la base de entendimientos políticos y lealtades que sin duda contribuyeron a reducir el caudal disruptivo del accionar de estas organizaciones y su autonomía política, su capacidad de reclutamiento y su tamaño" (Gómez 2009: 128).

La institucionalización como problema: entre la cooptación y la colonización

Al igual en el otro enfoque, para la perspectiva de los movimientos sociales los procesos de institucionalización de las organizaciones piqueteras reconocen un punto de inflexión con la asunción de Kirchner al gobierno nacional. En efecto, se mencionan dos modos de integración, que fueron interpretados en términos de cooptación, la aceptación de gestión programas gubernamentales y cargos políticos en la función pública.

Por su parte, el de la participación de las organizaciones en la gestión de programas gubernamentales se concretó con los programas "El hambre más urgente", "Manos a la obra" y "Plan arraigo"9. Y por otra parte, entre los ofrecimientos de cargos políticos10 en diversas áreas del gobierno se puede mencionar a los de mayor relevancia: Luis D'Elía fue nombrado Subsecretario de Tierra y Vivienda de la nación en el año 2003; Jorge Ceballos11 del Movimiento Barrios de Pie, fue nombrado director de Asistencia Comunitaria del Ministerio de Desarrollo Social en el año 2004; Emilio Pérsico, titular del Movimiento Evita, fue nombrado Subsecretario de Políticas Públicas del gobierno de la provincia de Buenos Aires en noviembre de 2005; menos conocido fue el nombramiento, en el año 2006, de "Lito" Borello, que presidía el "Comedor los Pibes" y Juan Pablo Cusa, designado por el Movimiento Evita, en el Ministerio de Derechos Humanos y Sociales del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, quienes eran los encargados de la "Unidad de Coordinación de la mesa de enlace con Organizaciones Territoriales Urbanas", etc. Se entiende que el principio de cooptación se activa cuando los líderes y miembros de las organizaciones piqueteras realizan acciones que socaban y atentan con la identidad política construida al calor de la lucha. La aceptación de cargos políticos, lejos de favorecer la organización, la desvirtuaría desde sus cimientos.

Para Svampa y Pereyra (2005) "la hipótesis de la integración e institucionalización comenzó a instalarse como una tendencia importante a partir del gobierno de Kirchner, alimentada por el accionar de ciertas organizaciones sociales que vieron en el nuevo presidente la posibilidad de un retorno a las 'fuentes históricas' del justicialismo. Por último, a la integración e institucionalización hay que sumar la estrategia de control y disciplinamiento, dirigida sobre todo hacia los grupos más movilizados, entre los que se encuentran aquellos que componen el Bloque Piquetero Nacional y el MIJP" (Svampa y Pereyra 2005: 357).

VI. Conclusiones

Este trabajo se planteó describir los enfoques que interpretan la protesta piquetera en Argentina, desde su emergencia hasta la actualidad. Ello permitió determinar los alcances y las limitaciones teóricas de cada una de las perspectivas e identificar vacancias explicativas. Planteado esto es posible avanzar en orientaciones teóricas que aborden de modo equilibrado las interacciones entre la dimensión identitaria y la política de la acción colectiva. Si ello fuera factible, sus implicancias serían diversas. Por un lado, ante el lugar sobredimensionado de la "acción política" o de las "tradiciones de lucha" que plantean los enfoques sería posible reorientar la mirada teórica hacia vinculaciones de "mutua incidencia" entre lo que podríamos denominar aspectos políticos y culturales de la acción colectiva y, en consecuencia, de los sujetos que protagonizan la protesta. Así, se abre un campo que permite explicar el accionar diferencial de las organizaciones que integran el espacio político piquetero. Las respuestas de las organizaciones a participar o a oponerse a un gobierno o a iniciativas estatales de diverso tipo no se explicarían a partir de las cualidades extraordinarias que se le asigna a la acción ni exclusivamente por las "lógicas de acción política" sino a partir de la relación sistemática de mutua incidencia entre culturas políticas -nuevas y viejas- existentes en la sociedad y el impacto de las iniciativas estatales en el modo que asume la acción contenciosa (Iglesias 2010, 2012). Se abonaría un terreno tendiente a explorar de otro modo las modificaciones producidas en las identidades políticas, tornando más sensible las herramientas conceptuales.

Por otro lado, la temática de la institucionalización ha suscitado un importante interés entre los investigadores. La razón de ello radica en que se juega la perdurabilidad en el tiempo de las identidades políticas. Los enfoques que abordan la problemática de la acción colectiva han interpretado esta temática ubicando en un lugar privilegiado a la vinculación -de tensión o de articulación- con el Estado en cualquiera de sus niveles -nacional, provincial o municipal-. El lugar que se ha dejado vacante es el de la sociedad civil, precisamente, el ámbito desde el cual se gestaron las organizaciones. Por ello, se aboga avanzar en un planteo de los procesos de institucionalización de las identidades políticas, siempre particulares, que no sea unidireccional y que reconozca al menos dos dimensiones; la de la institucionalización en sentido estricto que explique la incorporación de las organizaciones a la esfera gubernamental -gestión de programas o aceptación de cargos políticos en diferentes áreas de la administración- y la de la rutinización que remita a su constante regeneración gracias a su accionar en la sociedad civil (Iglesias y Di Filippo 2011).

Los enfoques teóricos de la acción colectiva se han enriquecido notablemente desde mediados de los noventa del siglo XX en Argentina. A pesar de ello fue posible detectar vacancias explicativas relevantes si se considera el desarrollo de la identidad política escogida para su análisis. Finalmente, cabe destacar que la deuda pendiente de los estudios sobre la protesta piquetera remite a la ausencia en el análisis de las condiciones de vida de los miembros de las organizaciones, sus concepciones políticas y, obviamente, con la posibilidad de mensurar si estos se ven perjudicados o beneficiados con las acciones políticas que emprenden.

Notas

1 Para un análisis sintético de la literatura general sobre las perspectivas de la acción colectiva puede consultarse Tarrés (1992), Raschke (1994), Revilla Blanco (1994), Iglesias (2008) y Gohn (2009).

Un importante, pero infructuoso, intento de solucionar estos problemas se hallan en la publicación compilada por McAdam, McCarthy y Zald (1999). En esta obra la dimensión cultural de la acción colectiva aparece bajo los términos de "procesos enmarcadores" o "marcos interpretativos", los que se hallan orientados a mediar entre la "estructura de oportunidades políticas" y la dimensión subjetiva de los que protestan. A pesar de los esfuerzos la orientación estratégica de la acción colectiva sigue primando a tal punto de quitarle entidad a la cuestión identitaria.

En las dimensiones que definen la protesta social se encuentra la prioridad de la acción de protesta: 1) Identidad: categoría de pertenencia (trabajador, vecino, etc.) que es base para el pasaje a la acción, hasta la constitución de redes de conocimiento mutuo e interacción entre los miembros de un colectivo, o entre ellos y otros actores del mundo social; 2) Estructura: indica las condiciones externas como internas a la constitución de un agente de acción colectiva. Ello remite a las condiciones sociales, económicas, políticas o culturales en las cuales el agente colectivo se modela y puede incluir referencias al modo subjetivo en que los actores interpretan tales condiciones. El análisis de las condiciones estructurales de la acción incluye también la consideración del marco de oportunidades (o amenazas) en el que la acción tendrá (o no) lugar. Finalmente, se estudian también la condiciones de organización que posibilitan la acción vía movilización de recursos; 3) Demanda: qué pide el sujeto de acción colectiva; 4) Formato: el modo en que la acción colectiva aparece en la escena pública; 5) Impacto político: son las condiciones estratégicas de eficacia de la acción como condiciones de aceptabilidad públicas de un discurso práctico (Schuster y Pereyra 2001).

4 De la mano de Touraine asume que "en las sociedades dependientes, las luchas suelen ser multidimensionales. Esto es, la acción de los sectores populares no estaría determinada de manera exclusiva por el conflicto de clase, sino también por las luchas por la integración nacional y, al mismo tiempo, contra la dominación extranjera" (Svampa2005: 161).

5 A esta misma operación analítica puede aplicarse a otras categorías sociales, por ejemplo, el concepto de "trabajador", así señala que "la identidad política de los trabajadores (probablemente la mayor identidad política del último siglo y medio) es una construcción contingente, surgida históricamente como una notable ruptura en las rutinas sociales establecidas" (Schuster 2005: 53). Sin embargo, la gran diferencia entre la identidad del "trabajador" y la del "piquetero" radica en que la del "desempleado" es mucho más difícil encontrar un conjunto de rutinas sociales comunes que coloquen a los cuerpos juntos en una serie continua. "La única diferencia entre la acción ejercida por un movimiento social preexistente y un nuevo sujeto es que la acción puso a este último en el mundo, mientras que el primero ya estaba allí." Y, agrega: "creación o recreación, tal es la diferencia entre los ejemplos que consideramos" (Schuster 2005: 54/55).

6 Así, el entramado organizacional se presenta, ciertamente, diverso. "En primer lugar, las formas de organización de los piqueteros reconocen una impronta sindical marcada ya sea por la intervención directa de sindicatos en la organización de desocupados -como es el caso de la FTV, ligada a la Central de Trabajadores Agentinos- o, simplemente por la presencia de referentes que han tenido una trayectoria de militancia sindical. En segundo lugar, los partidos políticos de izquierda que han aportado sus estructuras a los movimientos marcan la presencia de otra lógica distinta de organización. Así, el Polo Obrero (dependiente del Partido Obrero, de raíz trotskista), Barrios de Pie (Partido Patria Libre), Movimiento Territorial de Liberación (Partido Comunista Argentino) o el Movimiento Teresa Vive (ligado al trotskista Movimiento Socialista de los Trabajadores), representan ejemplos paradigmáticos en los cuales, la organización de desocupados es subsidiaria de sus orientaciones políticas. Aquí la política en sentido institucional y electoral aparece como un objetivo claro a ser alcanzado. En tercer lugar, muchas organizaciones piqueteras se generaron en torno de liderazgos de tipo barrial, en general también con antecedentes militantes, pero desvinculados de las lógicas sindical y partidaria. Por ejemplo, los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) que integraron hasta 2003 la Coordinadora Aníbal Verón o, incluso, los diferentes movimientos de desocupados que se conformaron en el interior del país -como la emblemática Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de General Mosconi en Salta- y que decidieron no integrar ninguna de las grandes corrientes de nivel nacional" (Svampa 2005: 242/243).

Para Tarrow las dimensiones que definen el concepto "estructura de oportunidades políticas" son: "(1) la apertura del acceso a la participación de nuevos actores; (2) las pruebas de nuevas alianzas políticas en el seno del gobierno; (3) la aparición de aliados influyentes; (4) la aparición de divisiones entre los dirigentes; y (5) una disminución en la capacidad o la voluntad del Estado de reprimir la disidencia" (Tarrow 2004: 116).

8 En la literatura general sobre acción colectiva, con diversos matices, esto puede detectarse desde las teorizaciones de Habermas (1989) hasta Touraine (1995), Melucci (1999) y Cohen y Arato (2000).

El primero es un programa de ayuda alimentaria lanzado el 7 de julio de 2003, el segundo es de construcción de viviendas comunitarias lanzado el 8 de agosto de 2003 y el tercer de emprendimientos productivos.En Escudé (2008) se puede encontrar la serie de líderes e integrantes de organizaciones piqueteras que forman parte de distintas esferas gubernamentales.

Fue ex montonero y dirigente de Quebracho. Además de pertenecer a Barrios de Pie fue cofundador del movimiento Libres del Sur. En mayo de 2006 fue ascendido a subsecretario de Organización y Capacitación Popular del Ministerio de Desarrollo Social, encabezado por Alicia Kirchner.

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