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On-line version ISSN 1851-9601

Postdata vol.21 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2016

 

HACERSE MILITANTE: LA CONSTRUCCIÓN DEL VÍNCULO POLÍTICO EN UN PARTIDO EMERGENTE. EL CASO DE PROYECTO SUR

 

por Walter Francisco Ñique Franz*

* Doctorando en Ciencia Política en la Universidad Paris 1 Panthéon Sorbonne/ CESSP y CAPES Foundation (Brasil). E-mail:wniquefranz@gmail.com.

 

Introducción 1

¿Qué significado asume el compromiso militante en un pequeño partido emergente como Proyecto Sur? En una primera mirada, interrogarse por las formas de participación político-partidaria en este tipo de agrupación puede parecer paradójico. Si tenemos en cuenta su modelo originario (Panebianco 1982), de un partido asentado en el capital personal de su principal referente y que presenta un bajo nivel de estructuración, vemos que PSur no reúne las características organizativas susceptibles de impulsar el reclutamiento masivo de adherentes o para proveer un encuadramiento centralizado de sus activistas. Sorprende, pues, constatar la presencia de una militancia que, pese a lo poco numerosa, es activa y está fuertemente implicada incluso en períodos no electorales (Nique Franz 2011). Este contraste entre la intensidad de la participación y la debilidad organizativa de la agrupación hace del compromiso en PSur un interesante enigma a descifrar. ¿Cómo volverse militantes en una organización no estructurada, sin rutinas consolidadas y donde los roles no han sido previamente establecidos?

El objetivo de este artículo es comprender la manera en la que es construido el vínculo político en un partido que reúne estas características específicas. Orientar el enfoque hacia este objeto de estudio se justifica no por la amplitud de la movilización que él engendra sino por el tipo de fenómeno que permite observar. Podemos argumentar que nuestro análisis contribuye a la sociología política de los partidos argentinos haciendo un aporte en dos dimensiones. En el ámbito organizativo, pretendemos delinear un cuadro más preciso de las dinámicas intra-partidarias. La aprehensión del funcionamiento de los grupos militantes como parte integrante de los engranajes internos aporta elementos para un mejor entendimiento de las tensiones que sacuden a este tipo de agrupaciones políticas, así como de las relaciones de poder disimétricas entretejidas con el liderazgo. Este aspecto debe ser tomado en cuenta en el análisis de la inestabilidad de estos partidos y de su incapacidad para institucionalizarse.

A nivel general, buscamos contribuir al conocimiento acerca del fenómeno de politización que conoce Argentina luego de la crisis del 2001 y la posterior elección de Néstor Kirchner como presidente en 2003. Los trabajos producidos sobre esta problemática se interesaron, por razones evidentes, en aquellas organizaciones que gravitaron en el arco kirchnerista, fueran movimientos sociales o partidarios (Svampa y Pereyra 2009, Pérez y Natalucci 2012, Vázquez 2014, Manzano 2015). No obstante, aunque el oficialismo haya jugado un rol crucial para alentarla, una comprensión más amplia de esta dinámica requiere que se investigue también lo que sucede en otros espacios: ¿Cómo reaccionan a la crisis los militantes de antiguas organizaciones como el radicalismo y la izquierda? ¿Qué tipo de vínculos producen las nuevas agrupaciones emergentes, progresistas o conservadoras, en un escenario de fragmentación del sistema partidario? Creemos que el presente trabajo puede aportar una pieza más a este rompecabezas, contribuyendo al esfuerzo de renovación emprendido recientemente con estudios producidos sobre el PRO (Grandinetti 2015, Vommaro y Morresi 2015, Núñez y Cozachcow 2016) y, en menor medida, sobre la izquierda (Moreno 2012) y el PS (Cozachcow, Nuñez y Roizen 2015).

Marco teórico, hipótesis y metodología

En las últimas décadas, los especialistas han diagnosticado la incapacidad de los partidos argentinos en canalizar las demandas de la ciudadanía. El deterioro de su función de enlace con la sociedad contribuyó a la crisis de la representación cuyo paroxismo sería alcanzado con los hitos del 2001. Los análisis organizacionales señalaron el debilitamiento de los aparatos partidarios (Abal Medina 2006, Scherlis 2009), en una tendencia similar a la observada en democracias consolidadas (Lawson 1988, Katz 1990, Dalton y Wattenberg 2000), como el fortalecimiento de los liderazgos. Sean caracterizados como carismáticos liberales (Abal Medina 2006), liderazgos de opinión (Cheresky 2008) o como el nodo central en un entramado de redes (Scherlis 2009), los líderes de los partidos estarían asumiendo un rol preponderante en el establecimiento de vínculos directos con la opinión pública, autonomizándose así de las estructuras partidarias (Novaro 1998, Cheresky 2008). En consecuencia, disminuiría el número de militantes efectivos (la afiliación masiva a los partidos tradicionales no sería más que una “ficción”, Mustapic 2002: 176), mientras la distribución de incentivos materiales pasaría a figurar como el factor determinante de la adhesión (Scherlis 2009). En otras palabras, los partidos fueron suplantados en su rol de conexión con la sociedad: los vínculos políticos estarían siendo reestructurados en términos de una relación directa entre el líder y la ciudadanía como también, en determinados casos, reducidos a relaciones de clientela.

Con el proceso de reconstitución del tejido político emprendido a partir de la presidencia de N. Kirchner se observa una revalorización de la militancia, operada desde los espacios institucionales. Este fenómeno incitó a los investigadores a replantearse acerca de las modalidades de conexión entre el poder político y los actores sociales. Aprehendiendo los vínculos políticos “desde abajo”, en la línea de los trabajos seminales de Auyero (2000), sociólogos y antropólogos vienen revisando la problemática del clientelismo, demostrando como los intercambios materiales pueden fusionarse con la distribución de bienes colectivos, la politización y la activación de referencias identitarias (Manzano 2015, Quirós 2011, Ortiz de Rozas 2017). A su vez, investigaciones sociopolíticas han privilegiado otras dimensiones del trabajo político cumplido tanto por movimientos sociales como por partidos. Utilizando distintas herramientas analíticas, estos estudios comparten una serie de preocupaciones cuyo denominador común se encuentra en la tentativa de comprender la manera como son construidos los vínculos políticos: el interés puesto en la elaboración de los relatos, la conformación de un imaginario, la renovación del lenguaje político (Pérez y Natalucci 2012), los discursos identitarios (Schuttenberg 2011; Rocca Rivarola 2015), la utilización de memorias discursivas en la legitimación política (Montero 2012), la socialización política (Grandinetti 2015), la politización juvenil (Núñez y Cozachcow 2016) o aún el ethos político (Vommaro 2014). Precisamente en esta corriente se inscribe nuestra contribución.

Dicho esto, hay que aclarar que al rescatar la problemática de la acción militante no pretendemos ignorar las profundas transformaciones ocurridas en el sistema partidario argentino. Tampoco sugerimos aquí una vuelta al tipo de movilización otrora característico del modelo de los partidos de masas. Nuestro planteo consiste, más bien, en indagar las formas de producción de lo político en esta configuración específica de organizaciones debilitadas dirigidas por liderazgos fuertes, donde el acceso a los medios de comunicación constituye un importante recurso de poder.

Para abordar nuestra problemática, utilizaremos dos instrumentos de exploración: la socialización política y los repertorios de acción. De acuerdo con Dechezelles (2006) la constitución de colectivos militantes depende de la efectividad de un proceso de “homogeneización cultural” y de “homologación” de la agrupación. Según la autora, es indispensable para cualquier organización que sus activistas compartan un conjunto de referencias comunes (homogeneidad) que sean objetivadas en “un vocabulario, una retórica y en sus registros específicos” (Dechezelles 2006: 132). En la medida en que construye su estructura de significación, el colectivo pasa a reconocerse como una entidad propia (homologación), circunscribiendo el grupo que corresponde a un “nosotros” dentro de un sistema de posiciones que establezca quiénes son “ellos” (eventuales socios y adversarios). Para lograrlo, el partido necesita desarrollar un conjunto de principios de división del mundo social y de representaciones políticas (Bourdieu 1981) como también empeñarse en que sean asimilados por los militantes. Claro está, este proceso pone la socialización política en el centro del análisis. Por lo tanto, buscaremos esclarecer las “modalidades de interiorización —más aún de incorporación y/o de somatización— de saberes y de savoir-faire, de creencias y de los modos legítimos de hacer” (Fretel 2011: 196-197) a través de los cuales los activistas de PSur se constituyen como colectivo y forjan sus vínculos con la política. La noción aquí adoptada resulta interesante por hacer hincapié en dos dinámicas consubstanciales: la adquisición de esquemas de percepción y las prácticas militantes.

Dirigiendo el foco de análisis hacia las modalidades de acción utilizaremos el concepto de repertorios organizativos (Clemens 1993). Retomamos la idea de que frente a los condicionamientos contextuales —en el caso de PSur, la limitada incidencia en la política institucional— los grupos diversifican sus formas de actuar políticamente, “copiando” y “transformando” de manera “eclética” los “múltiples modelos de organización” (Clemens 1993: 792). Para dar cuenta del repertorio engendrado en PSur, exploraremos las actividades estrictamente partidarias, reuniones internas y tareas de propaganda política, tradicionalmente abordadas por la literatura (Heidar y Saglie 2003, Whiteley y Seyd 2002, Van Haute 2012). Al mismo tiempo, no podemos prescindir de un análisis de las actividades, formales o informales, desarrolladas más allá de las fronteras organizacionales, o sea, en el entorno partidario (Sawicki 1997).

Bajo este prisma, la hipótesis que proponemos demostrar es que el compromiso militante es moldeado en la intersección entre, por un lado, la interiorización de las ideas partidarias y, por el otro, los modos de acción de los grupos militantes marcados por su inserción en espacios sociales extrapartidarios. Es en la confluencia de estas dos dimensiones que se constituye el ethos del militante PSur. La formulación “hacerse militante” asume entonces el sentido de un proceso de aprendizaje (Bargel 2009) que resulta tanto de los mecanismos socializadores puestos en marcha por el partido, como de la “improvisación” de los propios militantes. Dado el funcionamiento descentralizado de su organización, ellos disponen de autonomía para tomar sus iniciativas y definir su quehacer en la militancia territorial.

La demostración está apoyada por una investigación socio-etnográfica realizada en el marco de una tesis doctoral en curso. Al privilegiar la inmersión prolongada en el universo de estudio a fin de observar las interacciones desde su interior (Olivier de Sardan 2008)2, este método permite acceder al proceso de socialización política en el curso de su desarrollo (Bargel 2009). Nuestro corpus comprende entrevistas semi-dirigidas realizadas con dirigentes y militantes; la observación de actividades partidarias y de protestas sociales. La base de datos se nutre también de fuentes documentales (materiales partidarios impresos y electrónicos, reportajes de la prensa) y de datos cuantitativos. Una encuesta fue administrada a los participantes de la Asamblea de PSur Capital, del 17 de abril 2011, a la cual asistieran 120 personas. Con una tasa de respuesta de 32 por ciento disponemos de 38 cuestionarios explotables. Esta muestra es suficiente para objetivar ciertos fenómenos (debidamente corroborados por la triangulación con otras fuentes) pero no para proveer una significación estadística. Para los objetivos de este estudio, circunscribimos nuestro análisis a la Capital Federal, principal bastión electoral de PSur, seleccionando el período de 2009-2011, etapa que registra una importante afluencia de militantes.

I. Los contornos del partido emergente

PSur surge a fines del 2002, cuando un grupo de intelectuales cercanos al cineasta Fernando “Pino” Solanas inicia los trámites para la obtención del registro electoral3. No obstante, sería apenas en 2007 que disputaría su primera elección, bajo la etiqueta Alianza Movimiento Proyecto Sur (MPSur). Por este entonces, la coalición reunía al Partido Socialista Auténtico (un partido nacional con poco peso electoral) y Buenos Aires para Todos (partido distrital creado por ex dirigentes de la CTA Capital) y el propio partido en formación (PSur). Como gran sorpresa en las legislativas de 2009, la lista de MPSur es la segunda más votada en la Capital (24,3%), eligiendo cuatro diputados nacionales y ocho legisladores. Dos años más tarde, Solanas se lanzó como candidato para ser jefe de gobierno, llegando al tercer lugar (12,8%) y obteniendo otros cuatro escaños de legisladores, además de un electo en cada junta comunal. Solamente a fines de 2013 es que PSur logra reunir la cantidad suficiente de afiliaciones requeridas para la obtención del registro de partido político. Durante estos diez años el partido no estuvo formalizado, dependiendo jurídica y electoralmente del sello del PSA. En términos morfológicos, PSur aparece como un emprendimiento polimórfico. Reivindicándose como un “movimiento” a pesar de que su constitución no resulta de la reconversión de un movimiento social en la arena electoral (Kitschelt 2006), su etiqueta designa al mismo tiempo el partido emergente (PSur) y su coalición electoral (MPSur)4.

Lanzado a comienzos de noviembre (Página/12, 06/11/2002), el Acta de fundación del partido data del 28 de marzo de 2003.

Esta confusión entre las etiquetas del partido y de la coalición electoral son recurrentes en formaciones políticas poco institucionalizadas, como subraya Abal Medina (2006) para el caso del Frente Grande/Frepaso.

A nivel partidario, la dimensión programática es la que se encuentra más desarrollada. Esto no es casual puesto que su coalición dominante está conformada, fundamentalmente, por intelectuales oriundos de los medios cultural y académico5. Fruto de las experiencias en la militancia peronista de los ’60 y ‘70 que han marcado las trayectorias de estos líderes, el sistema de ideas elaborado por PSur tiene una profunda impronta nacional-popular. Desde su perspectiva, el mundo social está estructurado en torno a la oposición antitética entre el “interés nacional” y la “hegemonía neoliberal” promovida por el “imperialismo”. Frente a los “intereses extranjeros neocoloniales” que se cristalizan en el modelo “agro-minero-exportador” de “saqueo y endeudamiento”, el programa partidario propone un modelo Estado-céntrico que se dedique a la recuperación de la “soberanía económica” como vía para asegurar la “igualdad y la justicia social”6.

Este conjunto de representaciones y de proposiciones, formulados en ocasión de la campaña presidencial de 2007, se condensa dos años después en cinco ejes principales llamados las “5 Causas Nacionales”. Claramente, PSur comparte una misma matriz de referencias ideológicas con el kirchnerismo, lo que le exige un esfuerzo de diferenciación frente al gobierno: “¿El kirchnerismo es progresista, indaga Solanas, cuando reabre el canje de la deuda con los bonistas y mantiene el modelo de saqueo de nuestros recursos, modelo que comparten el PJ, la UCR, la Coalición Cívica y el Pro?”7. En este juego de posicionamientos, su agenda política, apoyada en cuestiones salientes de la coyuntura nacional, logra desmarcarse con el planteo de acciones de carácter rupturista: la nacionalización de la empresa YPF; la creación de una empresa estatal para gestionar la malla ferroviaria y la denuncia de la ilegitimidad de la deuda externa. De esta manera, a través de sus propuestas político-electorales PSur erige un marco de representaciones que son objetivadas en el uso de un léxico específico (recuperación de la industria nacional, emancipación, soberanía, oposición al saqueo, neocolonialismo, etc.). Compartido por dirigentes y militantes, este lenguaje confiere cierto nivel de homogeneización a la organización, mientras contribuye a fijar una distinción entre “nosotros” y “ellos”, sirviendo así como un punto de referencia identitaria (homologación).

En lo que concierne la membresía, las filas partidarias se expanden con la afluencia de una ola de nuevos integrantes atraídos por el éxito electoral de 2009 (presentido con la evolución en las encuestas y luego confirmado en las urnas). De hecho, a pesar de no existir formalmente como partido registrado, es PSur quien capitaliza este flujo de adherentes en detrimento de sus socios PSA y BAPT. Aún así, la dinámica de reclutamiento no alcanzaría volúmenes masivos, de manera que a duras penas PSur reuniría 4.200 afiliados en Capital a mediados de 20138. Incluso, hay que destacar que la militancia no implica una la afiliación automática al partido emergente. En ciertos casos, simpatizantes se acercan y participan activamente en tareas partidarias sin inscribirse formalmente como afiliados. También ocurre que militantes de otros partidos (como del PSA) se incorporan a los grupos de PSur, no obstante lo cual su afiliación partidaria permanece inalterada. En cuanto a la cifra de militantes activos, es difícil calcularla acertadamente dada las fluctuaciones en la adhesión. Una estimación aproximada puede obtenerse del cómputo de participantes a la asamblea partidaria de abril de 2011 que, en vísperas de las elecciones, congregó a cerca de 120 personas. Un público fundamentalmente joven (dos tercios tenían menos de treinta años) y masculino (66%)9. Sin embargo, la cantidad de colaboradores en las campañas electorales suele multiplicarse por el refuerzo de los simpatizantes que están en contacto con los grupos, pero sin implicarse regularmente, mientras que los militantes del conurbano también prestan apoyo en Capital. En contraposición, si la capacidad de movilización de PSur es evidentemente limitada, merece destacarse la intensidad con la que se involucran sus activistas. En nuestra encuesta, el 55 por ciento afirma dedicar diez horas semanales o más a la militancia, un nivel de compromiso corroborado por los datos cualitativos.

Igualmente, es a partir de 2009 que el desarrollo organizativo conoce cierto impulso. Contando con el aporte de una fracción de los honorarios recibidos por los diputados y legisladores electos10 se alquila una sede, para cuya gestión se contrata a un secretario administrativo, mientras se hace cargo de los gastos ligados a las tareas ordinarias. Con todo, la estructura organizativa de PSur no logrará sobrepasar el estado embrionario. En la Ciudad de Buenos Aires, donde se encuentra su principal bastión electoral, el máximo nivel de implantación territorial del partido comprenderá, a finales de 2011, nueve locales barriales que cubren fundamentalmente la zona central de la capital11.

La Casa Central de Proyecto Sur: local de trabajo y punto de referencia para la agrupación.

Ubicada en la avenida Corrientes al 2140, la Casa Central de PSur se sitúa cerca del Congreso, a tres cuadras de la avenida Callao y no lejos de los comercios populares que circundan la estación Once. La sede partidaria está asentada en una vieja residencia de dos pisos, en cuya planta baja funciona un pequeño mercado. En la fachada, la función política del local es indicada por un largo banner desplegado sobre el balcón. Estampado sobre un fondo verde, tiene en primer plano la imagen de Fernando Solanas, el nombre de la agrupación (Partido PSur) y su logotipo. Otro cartel ostentando la insignia del partido está fijado en la parte superior de la puerta de madera sobre cuyo marco en piedra han sido inscriptos grafitis callejeros.

PSur no tiene el sostén de ninguna organización sponsor, mientras que por no tener registro partidario (hasta mediados de 2013) no se beneficia de recursos del fondo partidario permanente para financiar sus actividades ordinarias. Se trata de: Casa Rodolfo Walsh (Palermo); Casa-biblioteca Comuna 4 (Nueva Pompeya); Patria al hombro (Balvanera) y El Plumerito (Villa Mitre); los Centros Culturales Las Juanas (Montserrat); La Fragua (Caballito), El Bastión (Villa Ortúzar); la Usina Cultural del Sur (Almagro) y el espacio El avispero (Flores). A finales de 2012 se abrirá el Centro Cultural El Aiquén (La Boca) pero la biblioteca de la comuna 4 había cerrado hace poco tiempo.

Penetrando en el edificio, una escalera conduce del atrio directamente al primer piso donde se ingresa al salón principal. En una pequeña sala, a la derecha de la entrada, fue instalado el gabinete del secretario del partido quién está encargado de la administración de la sede. Equipada muy sencillamente, la oficina dispone apenas de una computadora con internet, línea telefónica y una pequeña biblioteca. En total, el local de PSur cuenta con otras siete habitaciones que le permite acoger distintas actividades simultáneamente.

La estética partidaria es bastante sobria, superponiéndose a la decoración original de la casa. El salón principal exhala un aire de antaño. Espacioso y desprovisto de mobiliario, conserva el estilo inspirado del academicismo francés de fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX característico de las viviendas destinadas a las prósperas clases medias de la época. Un gran espejo reposa sobre la chimenea, enrasada en el muro, envuelto por un retablo finamente tallado en madera. El conjunto se combina con la boiserie de las paredes y el suelo revestido en parquet. Tendido en el hogar, un banderín verde con el emblema de PSur anuncia que la casa ahora sirve como local partidario. En la pared, decenas de retratos en blanco y negro componen un mural histórico donde están reunidas distintas figuras políticas como San Martín, Hipólito Yrigoyen, Alfredo Palacios, Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, John W. Cooke, Che Guevara, Agustín Tosco, Germán Abdala y, en el centro, Perón y Evita. En los demás espacios de la casa se encuentran algunos afiches de películas de Solanas decorando salas de reunión mientras un pasillo es ornado con tapas del periódico Infosur colgadas como cuadros. En el segundo piso, un gran mural estampa las siluetas de los militantes Darío y Maxi, iconos de las movilizaciones del 2002 (Observaciones de campo, marzo-abril de 2011).

La inauguración de la sede, en febrero de 2010, responde a la voluntad de dar una materialidad propia a PSur quien venía realizando sus actividades en la casa del PSA. Desde entonces, será ocupada por una vida interna relativamente dinámica12, albergando encuentros periódicos de los distintos niveles de dirigencia y de militancia. Sus salas reciben las reuniones mensuales de la mesa coordinadora de la coalición electoral (MPSur) y las reuniones semanales de las mesas ejecutivas de PSur Capital y de Provincia de Buenos Aires. También es ahí donde las comisiones temáticas del Instituto de Proyectos de PSur desarrollan las propuestas programáticas. En el segundo piso está instalado el equipo de comunicación, responsable del manejo de los medios digitales (Infosur, InfosurTV, página de Facebook). A su vez, el salón principal, con capacidad para recibir más de un centenar de personas, es utilizado para la realización de asambleas militantes. Inclusive, hay suficientes rincones para almacenar el material de propaganda (banderas, banners, bombos, volantes) permitiendo operar como base logística durante las campañas electorales. Mientras tanto, la Casa Central también tiene la vocación de acoger encuentros de formación (jornadas, talleres, charlas-debate, proyecciones de cine) y otras instancias de convivencia (peñas, comidas, veladas). Por consiguiente, al favorecer la rutinización de las interacciones entre cuadros partidarios y, en menor medida entre los militantes, el sitio se convierte en un punto de referencia común para los actores.

Por otra parte, la iconografía presente en el local materializa el relato identitario de PSur. El mural instalado en el salón principal simboliza la confluencia de las distintas matrices políticas (radicalismo, socialismo, peronismo) que el partido pretende expresar. Una hagiografía a través de la cual PSur narra su génesis, inscribiendo el tiempo corto de su existencia en la continuidad histórica de la tradición nacional popular cuya representación reivindica. En el imaginario del partido, la amalgama entre las distintas tradiciones, los diferentes personajes y los hitos que evocan se produce en la figura de Solanas quién, por su trayectoria militante y su producción cinematográfica, encarnaría esta síntesis13. De esta manera, el partido emergente se dota de un repertorio simbólico que le permite instituirse como un lugar de memoria (Hastings 2001), homologar su identidad (Dechezelles 2006) y producirse como un ente colectivo.

En suma, podemos constatar que el partido emergente invierte en su desarrollo programático, simbólico y organizativo aun cuando no erige una estructura burocrática. Los efectos de este modo de construcción sobre las formas de participación de los activistas son ambivalentes. Indiscutiblemente, el partido provee un bajo nivel de encuadramiento de los militantes, dificultando la consolidación de una lealtad organizativa. Pese a ofrecer algunas actividades de formación y de promover encuentros del colectivo, lo esencial de la socialización política se hace de forma descentralizada, quedando en manos de las siete corrientes internas14. Pero, al mismo tiempo, esta modalidad de funcionamiento otorga un gran margen de autonomía a los grupos militantes para la toma de iniciativas, para la definición de su repertorio de acción y, en definitiva, para modelar la manera de hacerse militantes.

II. Formación y politización. La dimensión intelectual de la militancia

Contrariamente a lo que suele pasar en los partidos de masas burocratizados, en PSur el trabajo de formación no sigue un esquema delimitado por la dirección partidaria. Esta característica trae la ventaja de propiciar una gran autonomía de organización a los grupos y corrientes internas. Pero la ausencia de rutinas de trabajo previamente determinadas conlleva algunos problemas prácticos: ¿Cómo llevar adelante el proceso de “introducción” a las ideas partidarias y de politización de los militantes?

La solución encontrada ha sido aprovechar la obra cinematográfica de su principal dirigente como una tecnología organizativa destinada a la formación y a la politización, posteriormente también a la difusión externa del partido15. Un uso pedagógico que se difunde entre los diversos núcleos en Capital y en las provincias. En efecto, los documentales de Solanas permiten abordar los principales ejes de la agenda partidaria, desde el diagnóstico hasta las soluciones planteadas. El lenguaje del cine documental, aportando datos y el testimonio de actores sociales, favorece tanto una comprensión intelectual como una percepción emotiva de las representaciones sostenidas por PSur. Su efectividad puede ser medida por la elevada tasa de militantes que vieron las películas. Cerca de los tres cuartos de quienes respondieron a nuestra encuesta afirma haber visto Memorias del saqueo, mientras el 84 por ciento vio La próxima estación. Incluso, una proporción importante de ellos se ha interesado por las películas de los ‘60; casi el 60 por ciento asistió a La hora de los hornos. De esta forma, el partido emergente adquiere un considerable nivel de homogeneización de sus ideas y propuestas, pese la ausencia de encuadramiento y de rutinas comunes preestablecidas por el partido.

Juntamente con la proyección de documentales, el debate ocupa un lugar central en el repertorio organizativo. La discusión puede ser fomentada por una película (cine-debate), por textos publicados en el diario digital Infosur o por artículos seleccionados en la prensa16. A veces, se invitan expertos para conducir la charla y profundizar las diferentes temáticas. En estas ocasiones el carácter “técnico” de la formación se acentúa y, tal como un curso universitario, no es raro ver a los militantes tomando apuntes en sus cuadernos. Esta dimensión intelectual de la militancia es reforzada por las actividades coordinadas desde la dirección del partido, como ilustran los dos “Foros por un Proyecto Emancipador” realizados en agosto y septiembre de 2010. Para empezar, las jornadas tienen lugar en las instalaciones de las facultades de Medicina, Derecho y de Economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sobre todo, el método de trabajo adoptado es eminentemente académico, como pone en evidencia el balance hecho por dos cuadros de PSur,

…A lo largo del día 7, funcionaron dieciocho paneles con la presencia de más de ochenta intelectuales y técnicos que disertaron sobre

En estas ocasiones son abordadas cuestiones de coyuntura nacional (como el conflicto desatado por la resolución 125) y latinoamericana (el socialismo del siglo XXI; la creación del Banco del Sur). También son discutidas las principales propuestas de la agenda partidaria (matriz energética, transportes y ferrocarriles, mega-minería, deuda externa, la soberanía en las Islas Malvinas). A partir de la elección de diputados, la reflexión de algunas corrientes se extendió también a las posiciones adoptadas por los bloques parlamentarios de PSur en el Congreso y en la Legislatura de la Capital. También la forma de organización del partido es una temática recurrente en las reuniones.

cada uno de los temas propuestos, a partir de las Cinco Causas programáticas del Movimiento. Las aulas estaban colmadas de participantes que deseaban escuchar, preguntar y dar a conocer sus inquietudes, dando lugar a muy interesantes ponencias y a la elaboración de propuestas, que luego deberán ser canalizadas para convertirse en planes y proyectos de ley” (Mariano Bibolini y Héctor Tepper, referentes de la corriente Participación Urbana en PSur. “Foro de debate del Movimiento Proyecto Sur, los grandes problemas del país (Revista América XXI, 26/08/2010, subrayado nuestro).

Combinadas, las distintas herramientas de formación (proyección de cine, debate, foros partidarios) transmiten a los militantes “un universo de argumentos que funcionan como puntos de referencia y signos de reconocimiento” (Hastings 2001: 29). De esta manera, la socialización política promueve la incorporación de un léxico y de una sintaxis que operan como indicadores simbólicos de su pertenencia al colectivo partidario.

Aprender, analizar y discutir: competencias políticas ligadas a los atributos sociales de los militantes

El trabajo de politización llevado a cabo en PSur, sea en los grupos locales o en las actividades propuestas por la dirigencia del partido, tiende a valorizar un cierto número de aptitudes. Por un lado, el espíritu crítico y la capacidad de reflexión sobre las problemáticas. Por otro, el ejercicio de la toma de la palabra y de la retórica. A través la práctica de la discusión, los militantes son incitados a exponer una argumentación coherente y fundamentada, frecuentemente haciendo uso de datos estadísticos o históricos, así como de los aportes teóricos de las ciencias sociales y económicas. Incluso, el conjunto de actividades de comunicación, complementarias a aquellas de formación política, exigen en grados variables otros saberes específicos: la animación de los blogs, de las páginas de Facebook y del informativo Infosur demanda cierta desenvoltura en la expresión escrita; la publicación de un volante supone un trabajo de redacción, de síntesis de las ideas clave y de diagramación; la producción de videos documentales incluye tareas de concepción, de filmación y de edición.

Ahora bien, el desarrollo de estas actividades es indisociable del perfil sociodemográfico de los militantes17. El aprendizaje del programa, el análisis y la discusión política son competencias directamente relacionadas con el volumen de capital cultural que ellos detentan. Nuestros datos identifican la sobrerrepresentación de estudiantes universitarios y de diplomados del nivel superior en la composición de los militantes activos. En efecto, el 52,7 por ciento de ellos sigue una carrera universitaria o terciaria, una proporción casi tres veces más elevada que en la población de la Ciudad de Buenos Aires donde representan el 18 por ciento (DGEC, 2009. Encuesta Anual de Hogares). Mientras tanto, el número de diplomados se eleva a 42,1 por ciento (11 puntos arriba del promedio de CABA). Así siendo, por medio de su dinámica de funcionamiento, PSur favorece la integración de individuos que disponen de un elevado nivel escolar, estimulando y retribuyendo su participación al ofrecerles espacios a la expresión de sus ideas, donde utilizan y complementan competencias y saberes adquiridos en sus carreras académicas.

Este fenómeno apunta a una circularidad en los mecanismos de reclutamiento. Tanto por medio de sus discursos como de sus actividades profesionales y partidarias, los dirigentes oriundos de medios intelectuales favorecen el acercamiento de estudiantes universitarios y clases medias diplomadas18. A su vez, estos se convierten en agentes de reclutamiento en sus propias redes de sociabilidad19. Paralelamente, la sub-representación de

Cabe recordar que los datos utilizados en este estudio se basan en una muestra demasiado reducida para proveer significación estadística. Sin embargo, el perfil joven, masculino y universitario de clases medias que obtuvimos en la encuesta está corroborado por la observación de actividades partidarias y por la caracterización del partido hecha por militantes y dirigente durante las entrevistas. Podemos trazar un paralelo entre nuestro hallazgo y las conclusiones de Grandinetti (2015) acerca de la agrupación “Jóvenes PRO”. Habiendo vivido experiencias de “voluntariados solidarios en ámbitos católicos” los actores interiorizaron una concepción específica de la política como “servicio” dedicado a la gestión de los problemas “de la gente” y en la cual desestiman los “condicionamientos ideológicos”. Este esquema de percepción, demarca la especificidad asumida por su militancia política. En ambos los casos de PSur y de PRO, el tipo de conexión establecida con diferentes medios sociales tiene importantes consecuencias sobre el modo de funcionamiento de los partidos y las prácticas militantes.

Para dimensionar el peso de las redes de sociabilidad en el reclutamiento, nuestra encuesta indica que casi el 70% de los activistas afirma haberse codeado con algún militante o dirigente antes de su ingreso a PSur.

individuos poco diplomados20 indica la incapacidad del partido emergente de conectarse con los sectores populares. Sea por su mecanismo de reclutamiento, anclado en los espacios sociales de pertenencia de dirigentes y miembros activos, o bien por el modo de funcionamiento de los grupos, basado en el debate y valorización de competencias escolares, se establece tácitamente un umbral que dificulta, quizás incompatibiliza, la participación de las clases desfavorecidas, desprovistas de conocimientos y títulos académicos.

La falta de inserción de PSur en sectores sociales de menor poder adquisitivo no es ajena a los debates internos21, lo cual ha dado lugar a iniciativas para mitigarla. En cierta medida, una nueva etapa se desdibuja luego de la elección de las juntas comunales en 2011. Durante la campaña electoral, se abrieron locales partidarios en los barrios de Flores y Nueva Pompeya (pero este último no tardaría a cerrar), posteriormente también en La Boca. A partir de entonces, estos espacios abrigan un trabajo territorial desarrollado por los comuneros que intentan acercarse a las franjas populares. Por otro lado, a menudo los vínculos con segmentos desfavorecidos son establecidos a través de las interacciones con organizaciones sociales. Por ejemplo, cuadros y militantes del Movimiento Territorial de Liberación (MTL) y de seccionales de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) participan en la campaña electoral del MPSur en 2011. Pero estos enlaces son indirectos, operados en el ámbito de la coalición MPSur en la cual las organizaciones disponen de sus propios interlocutores partidarios, respectivamente BAPT y el Partido del Trabajo y del Pueblo (PTP). Estas formas de conexión impiden el completo aislamiento de PSur, a pesar de que no sean suficientes para cambiar el tipo de anclaje sociológico que acuña el partido.

La parte de los declarantes que afirma tener como máximo grado de estudio el nivel secundario ronda el 5,3% (la tasa de CABA es de 32,7%) mientras no se registra ninguna ocurrencia para el nivel primario (en cambio, en CABA son 18,5% de la población).

Como muestra este extracto de un documento elaborado por la corriente Participación Urbana. La problemática es evocada en el texto donde se explican las razones de su salida de PSur: “Es necesario recuperar el discurso transformador apuntando a llegar con nuestras ideas a los trabajadores y al resto de los sectores populares, alejándonos de esa equivocada idea expresada en distintas reuniones, que es con la clase media con lo que Proyecto Sur crecerᔠ(Celina Andreassi y Héctor Tepper, “Carta a Proyecto Sur ¿Dónde quedó la tercera causa?”, en Revista América XXI, 30/03/ 2011).

Encontrarse, debatir y estar juntos: la formación como lugar de sociabilidad

Todavía cabe señalar que el rol socializador cumplido por las actividades de formación no se reduce únicamente a su función de difusión del programa y de los valores partidarios. Alrededor de las reuniones se constituyen espacios de sociabilidad, “ámbitos de interacción más o menos regulados, con sus criterios morales y estéticos” (Vommaro 2015: 161), que fortalecen los vínculos en el grupo. Estos momentos de entre-soi, que son las comidas compartidas, las charlas, las amistades y los encuentros amorosos, propician retribuciones simbólicas al compromiso (Gaxie 1977). Al activar mecanismos cognitivos y afectivos, el cara a cara entre militantes opera como un potente estímulo a la participación de alta intensidad (Whiteley y Seyd 2002).

En este sentido, el “Encuentro Nacional de Jóvenes” revistió de gran importancia para la construcción de lazos entre los activistas. Promovida por la conducción de MPSur, la actividad se realizó en un contexto marcado por el éxito obtenido en las elecciones legislativas del 2009 y la euforia respecto a las posibilidades de crecimiento del movimiento. Por primera vez los líderes reagruparon el conjunto de los militantes para suministrar una formación centralizada, generando además un ámbito particularmente propicio para la multiplicación de interacciones informales.

El Encuentro Nacional de Jóvenes en Luján: sentirse parte de un proyecto colectivo.

En marzo de 2010, se congregaran en el campus de la Universidad de Luján entre 500 y 700 jóvenes del MPSur llegados de distintas provincias. “Lo más increíble, comenta un militante, fue encontrarse con un montón de compañeros de todos lados, personas que estaban haciendo lo mismo que nosotros pero en la otra parte del país”22. El evento fue precedido por una preparación laboriosa que tuvo en cuenta desde la organización logística hasta la producción de un video para su

Las expresiones entre comillas reproducidas en los párrafos siguientes fueron extraídas de los siguientes blogs de PSur: Lanús, “Crónica del Encuentro Proyecto Sur”, 12/03/2010; La Matanza, “Multitudinario campamento de jóvenes de Proyecto Sur”, 15/03/2010; Luján, “Resumen de una jornada inolvidable”, 18/03/2010.

difusión en internet. Cada corriente confeccionó su kit militante y enarbolaba “con orgullo” sus banderas. La llegada al campus se hizo al ritmo de la murga y de las canciones entonadas. Durante el fin de semana, los militantes debatieron el programa partidario en las sesiones temáticas, asistieron a la proyección de películas, tuvieron talleres de preparación de materiales (rameras, pintadas) y pudieron intercambiar con dirigentes del MPSur y referentes de movimientos sociales. El acto central contó con la presencia de flamantes personalidades como Fernando Solanas, Adolfo Pérez Esquivel y Mirta Baravalle (Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora). Las actividades también promovieron una reflexión acerca de la organicidad y la identidad propia que correspondería asumir a la agrupación: “¿Qué tipo de fuerza política se debe construir? ¿Con que métodos? ¿Cómo nos debemos relacionar con el movimiento y la conflictividad social? ¿Qué es ser un militante de Proyecto Sur?” Paralelamente, las jornadas proporcionaban una sociabilidad festiva: la convivencia en el campamento, los partidos de fútbol, las muestras artísticas y la peña nocturna, la choripaneada y las rondas de mate, fueron momentos de confraternización en los cuales se tejieron lazos de camaradería.

En tanto acto solemne que pone en escena a PSur como unidad de acción, el evento proporciona una circunstancia sin igual para que los militantes reconozcan su pertenencia común. Sumergiendo al grupo en una fuente abundante de emociones, la reunión nutre fuertemente el compromiso partidario, más allá de los beneficios indudablemente cosechados en materia de homogeneización de las ideas políticas. En este marco, las jornadas favorecen el establecimiento de un contacto de proximidad con los dirigentes, especialmente con Solanas. Paralelamente, estimulan la intensificación de las interacciones entre el conjunto de los activistas: “mirar(se) a la cara”, “debatir”, “enojarse”, encontrar compañeros de otras localidades y de otras fuerzas del MPSur, intercambiar experiencias, hablar de las expectativas y de las dificultades enfrentadas. En estos intercambios son generados toda una serie de transacciones simbólicas que permiten cristalizar la existencia de un “nosotros”. Sin duda, este proceso es similar al que se desarrolla en el eslabón de las corrientes internas, como lo hemos destacado. Pero la dimensión unificadora que reviste el evento es completamente novedosa y actúa como un catalizador en el proceso de fabricación del colectivo. Al reagrupar los diferentes núcleos militantes en “una convocatoria multitudinaria”, para los estándares del partido, PSur pudo objetivar la amplitud de la movilización en la cual los jóvenes están comprometidos y, simultáneamente, afianzar el sentimiento de que ellos contribuyen a un proyecto colectivo, “un Movimiento que se planta a nivel nacional”. Así pues, al fortalecer el “espíritu de unidad” y producir una “mística” militante, el encuentro constituyó un momento privilegiado de homologación de PSur como entidad propia23.

III. El activismo territorial. La dimensión práctica del compromiso

De manera complementaria a la dimensión formativa, la actuación de los grupos locales de PSur se extiende en dirección al espacio público. En un primer momento, las actividades externas se inscriben en la continuidad de las tareas realizadas durante la campaña electoral, perpetuando las “mesas de difusión” como la principal modalidad de acción. Las distintas corrientes se esfuerzan en asegurar que estos dispositivos sean rutinariamente armados en algún espacio barrial de gran circulación (una esquina o una plaza). En momentos de intensificación de actividades, como durante una campaña de afiliación o de búsqueda de firmas para el petitorio por un “Tren para To -dos24”, la instalación de mesas puede alcanzar una frecuencia semanal, con cada corriente poniendo al menos una mesa durante parte de la jornada de un sábado o domingo. Herramientas de propaganda partidaria y de reclutamiento de afiliados, las mesas también desempeñan roles significativos en la socialización política de los militantes. En primer lugar, ellas cumplen una función de afirmación identitaria. Sea en su estética, donde las banderas y banners estampan el logotipo envuelto en los colores verdes característicos de PSur (conteniendo, a menudo, una imagen de Solanas), o en el vestuario de los activistas, compuesto por las remeras confeccionadas artesanalmente, por los pins del partido abrochados en la ropa, pasando por los mates adornados con stickers, los militantes exhiben en público un conjunto de signos que los distinguen de los demás actores políticos25.

En segundo lugar, la distribución de volantes, la interpelación a los transeúntes, invitados a afiliarse o a firmar una petición, hace de la mesa de difusión una oportunidad valiosa de interacción con la ciudadanía. La conquista de la adhesión del “vecino” requiere la instauración de un diálogo en el cual se les explica la visión de mundo del partido y sus propuestas. En este trabajo de argumentación y de convencimiento, el proselitismo aparece como un ejercicio práctico de exposición de los saberes adquiridos en las reuniones. La difusión se vuelve complementaria a la formación26.

En esta instancia, el quehacer de los grupos en el espacio público está consagrado a la promoción de las ideas partidarias y al reclutamiento de afiliados, asumiendo una faceta exclusivamente política. Pero estas actividades son insuficientes para satisfacer la voluntad de acción de los militantes quienes buscarán diversificar su repertorio organizativo. Para algunas corrientes la intervención social tiene lugar con la apertura de centros culturales que ofrecen a la comunidad una gama de clases y de talleres a precios accesibles. Otras corrientes adoptan un repertorio más politizado que les reorienta hacia problemáticas locales:

En los primeros meses de militancia a nivel barrio, intensivo, seguíamos con la dinámica de la promoción de las ideas de PSur. O

De manera similar, Vommaro (2015) destaca la importancia que asume en el PRO el despliegue de actos partidarios en el espacio público. Exhibiendo su estética propia, con globos amarillos y sombrillas multicolores, en un ambiente festivo, estos rituales expresan “el modo en que el grupo desea definirse hacia adentro, así como en el que pretende ser visto y percibido por el público” (Vommaro 2015: 133). El repertorio de acción los grupos de PSur se completa con otras actividades, aunque menos frecuentes. Además de las proyecciones de cine-debate en las plazas, las salidas nocturnas para la realización de pintadas conjuga la difusión de la “marca” partidaria y la ocupación del espacio público, agregando una dimensión transgresora y aventurera.

sea: mesitas, volantes… hicimos un diario comunal (…) Esto fueron los primeros meses. Muchas reuniones, que giraban alrededor de militancia en lo práctico, difundir ideas. Y en la reunión se discutía, cuáles eran los problemas del barrio. Que esto fue un descubrir de reunión a reunión (…) Y ahí fuimos armándonos una idea de…, o sea de conocer el barrio, de pensar propuestas y de cómo las propuestas nacionales se relacionaban al nivel barrial (…) Y bueno, una vez que tuvimos claro este programa, que nos tardó un par de meses, empezamos a militar ya no en cuanto a las ideas generales de Proyecto Sur, sino cosas más del barrio (Militante, líder de grupo barrial. Entrevista con el autor, CABA, 19/04/2011, subrayado nuestro).

Involucrarse en los conflictos barriales

El pasaje a una militancia territorial tal como la conciben los actores, implicó un estudio de los problemas salientes del barrio y la adaptación del discurso partidario a las cuestiones locales. En esta dinámica, el quehacer asume una faceta “social” y fuertemente politizada, en la cual los grupos pasan a interactuar con otros actores no partidarios (organizaciones sociales, sindicatos) mientras el activismo será direccionado hacia acciones no institucionales. El ejemplo de la participación de un grupo barrial en el conflicto desencadenado en el Hospital Rivadavia es ilustrativo.

El conflicto en el Hospital Rivadavia: una lucha sectorial

En los años noventa, con la transferencia de la administración de los hospitales públicos desde la nación hacia las provincias y la Ciudad de Buenos Aires, el Hospital Rivadavia sufrió un proceso de degradación. Desde entonces, se han acumulado los problemas por la falta de mantenimiento de los pabellones, la carencia de personal y recurrentes retrasos en la provisión de insumos. Las obras de recuperación de la maternidad y de los quirófanos anunciadas por el gobierno de Jorge Telerman, en 2007, nunca fueron concluidas. En 2008, la gestión de Mauricio Macri consideró el predio irrecuperable, planteando la construcción de un nuevo complejo hospitalario. Pero este proyecto ha encontrado la resistencia de los trabajadores nucleados en la junta interna de ATE. El sindicato desconfía de una maniobra para destinar los terrenos del hospital, localizados en una zona valorizada de Barrio Norte, a los “negocios inmobiliarios27”. Frente al impase, la situación edilicia permaneció sin solución. A comienzos de 2010, el gremio denuncia que apenas el 20% de los servicios estaban en operación, señalando la falta de gas entre los principales problemas.

A mediados de febrero, los trabajadores deciden tomar medidas de fuerza abriendo una nueva etapa de conflicto. A las cuestiones de infraestructura se agregan reclamos específicamente gremiales. La junta interna apunta a los retrasos en la liquidación de los sueldos, exige la reincorporación de los trabajadores licenciados paralelamente a la exigencia del suministro de insumos y de la reforma del edificio. En el transcurso de los meses, son realizados diversos actos con cortes de calle en defensa del hospital que contarán con la presencia del secretario general de ATE Capital y con el apoyo de la CTA. En marzo, el personal se suma un paro “de la salud” convocado por Sutecba y ATE, al cual adhieren todos los 33 hospitales porteños. Mientras tanto, se desarrolla un trabajo de sensibilización de la comunidad a través de la distribución de volantes, de un petitorio por la ejecución de obras de renovación y se arma una carpa a la entrada del predio. La movilización se extenderá hasta fines de mayo cuando el gobierno pondrá en marcha un plan de renovación del hospital.

De esta forma, pese el respaldo recibido de actores del campo político, podemos decir con Dobry (1992) que el conflicto en el Hospital Rivadavia permanecerá sectorizado. En otras palabras, los recursos esenciales para la dinámica de la protesta son provistos por el gremio y tanto las reivindicaciones como las conquistas obtenidas se hacen inteligibles a partir de las lógicas propias del campo sindical. La movilización es dirigida por la junta interna de ATE (no se constituye una coalición contestataria multisectorial) y su estrategia de lucha no puede ser disociada del juego de posicionamientos al interior del campo sindical. De hecho, aunque muy activo en el hospital Rivadavia, cuya junta gremial conduce, ATE es un gremio minoritario en el sector de salud dominado por Sutecba y UPCN, en un contexto donde el gobierno de la ciudad mantiene relaciones privilegiadas con la Asociación de Médicos Municipales.

La Nación, 21/06/2008.

El grupo local de PSur se entera de la lucha en el Hospital Rivadavia por medio de otro grupo barrial movilizado por el Hospital Oftalmológico Pedro Lagleyze28. La situación crítica enfrentada en el Rivadavia no es desconocida para los militantes, ya que durante la campaña electoral de 2009 los candidatos de PSur habían concurrido a sus instalaciones. En esta ocasión, la comitiva había sido guiada por Rodolfo Arrechea, delegado gremial en el hospital y secretario general de ATE Capital29. Es a través de estos contactos con la junta interna que los militantes abren camino a su participación en la movilización de 2010. Este proceso de acercamiento ilustra bien dos mecanismos recurrentes en la dinámica de inserción de la militancia de PSur en los barrios.

En primer lugar, se trata de una relación de cooperación con movilizaciones en curso. En virtud de su limitado desarrollo territorial y de la escasez de los recursos disponibles, los grupos son incapaces de desencadenar acciones contestatarias u ocupar un rol protagónico en su despliegue. En segundo lugar, su inserción en el conflicto social se produce de manera autónoma e informal, sin la intervención de las instancias dirigentes del partido en las distintas fases del proceso (información, acercamiento, puesta en contacto, incitación a la participación). Sin embargo, la ausencia de una estructura centralizada no significa un efecto nulo de la organización sobre el actuar de los grupos. Pero estos efectos son indirectos y horizontales: la información circula de un grupo al otro, los contactos fueron adquiridos en el marco de la campaña electoral y el partido provee una identidad y un marco legítimo de intervención en la problemática.

Presentes desde la aparición del movimiento, el aporte del grupo de PSur consiste en el acompañamiento a los cortes de calle y a las volanteadas así como en la difusión del conflicto. A través de su blog, son retransmitidas las informaciones acerca de la situación del hospital y de la evolución de la protesta. Los militantes también implementan sus propias iniciativas, haciendo un video para denunciar el estado de desidia del edificio, recorriendo los quioscos de diarios y los bares en la zona pidiendo firmas para el petitorio,

La inundación del Hospital Oftalmológico Pedro Lagleyze desencadena una movilización del personal en la cual toma parte el grupo barrial de PSur. En esta ocasión, Pino Solanas filmó un cortometraje para denunciar la política de salud de la gestión de Mauricio Macri: “Pino visita el hosptial de Macri”, 07/06/ 2009.

o contactando a los delegados sindicales de la línea del colectivo 60 para pegar en los vehículos carteles a fin de sensibilizar a los pasajeros que circulan por la zona. Con toda evidencia, el apoyo brindado por el grupo de PSur no es esencial al desarrollo de la protesta. Su rol es limitado incluso en términos de articulación con el bloque parlamentario al cual pertenecen. De hecho, el legislador porteño Jorge Selser (PSA/ MPSur), habiendo recién asumido la presidencia de la Comisión de Salud, tiene sus propios canales de interlocución con la dirección de ATE Salud. El diputado dispone de un equipo de asesores responsables por encaminar las demandas a la esfera parlamentaria sin que sea necesario consultar al grupo local de PSur30.

Las lógicas del activismo territorial

¿Cuáles son las consecuencias partidarias de la inversión territorial del grupo de PSur? ¿Las interacciones con los actores locales son susceptibles de agregar recursos al partido? Por lo que hemos expuesto, dadas las características de un conflicto sectorizado y el limitado aporte realizado por el grupo de PSur, podemos sostener que difícilmente se obtengan beneficios directos, sea en términos de reclutamiento de nuevos militantes, o bien en términos de capitalización electoral. Dicho esto, en la percepción de los militantes, el activismo territorial puede repercutir indirectamente en el desempeño electoral del partido ocupando una función complementaria a la estrategia mediática de su dirigente:

O sea, ninguna pintada hace que alguien vote. Ninguna mesita hace que alguien vote [tareas típicas de difusión política en el espacio público]. Pero, verle a Pino Solanas en la televisión y no ver nada… te da una sensación de que es algo que, bueno, no tiene gestión, no tiene

Selser es el único legislador de MPSur directamente involucrado en los conflictos hospitalarios. Él solicitó informes al Ministerio de Salud para que ellos esclarecieran la situación de los hospitales Lagleyze y Rivadavia. Luego, organizó una conferencia de prensa en la legislatura para comienzos de junio (suspendida por decisión del vicepresidente primero de la Legislatura por tratarse de un día de sesión ordinaria). Además, el diputado ha participado en las manifestaciones de apoyo a los hospitales, tomando la palabra en cada acto, y con frecuencia siendo entrevistado por los medios locales y nacionales.

gente, no tiene… Pero cuando vos lo has visto en la tele, y tiene una alta imagen positiva, lo puedes transformar en un voto cuando hay desarrollo barrial. Que es verdad, no es por el desarrollo barrial el voto. Pero es por tu desarrollo barrial que parte de esta imagen positiva se transforma en voto (Militante, líder de grupo barrial. Entrevista con el autor, CABA, 19/04/2011, Subrayado nuestro).

Más allá de la cuestión electoral, sobresale en este testimonio otra gama de consecuencias que repercuten en la construcción del emprendimiento partidario. De hecho, el trabajo territorial contribuye no solo a “materializar” la imagen del dirigente como también confiere una existencia social al partido, objetivada por la participación de los grupos en los conflictos del barrio y por las interacciones que se desarrollan con distintos actores sociales. Paralelamente, el pasaje a un activismo territorial permite a los grupos tejer sus redes en el medio asociativo, sindical y también en el campo político, razón por la que, en cierta medida, el grupo se hace conocer en un medio contestatario, constituyendo así su propio capital colectivo y su propia reputación. En este sentido, nuestras evidencias van al encuentro de la intuición de Scarrow (2000) de que los activistas pueden actuar como “embajadores [del partido] en la comunidad”.

Por lo tanto, si bien es cierto que los recursos intercambiados con el grupo de PSur no son indispensables para la movilización mientras que las posibilidades de capitalización electoral son ínfimas, esta dinámica proporciona a los grupos de PSur el sentimiento de intervención en la realidad social, la objetivación de sus competencias políticas y la satisfacción de conquistar “pequeñas victorias31”. En otras palabras, el activismo barrial procura a los militantes un conjunto de retribuciones simbólicas que constituyen un potente instrumento de incitación a la continuidad de su compromiso, al mismo tiempo que permite redefinir el quehacer militante:

Esto generó una dinámica muy interesante en ¿cómo se generaba qué militar? O sea, porque en general siempre te dicen que “militar es ir a repartir volantes en los parques y plazas. Demos un salto cualitativo entre 2009 y 2010 de qué era militar. Y la idea era que, en cada área temática de la ciudad, o sea, salud, educación, transporte, basura, seguridad, haya, un análisis de la ciudad, un análisis del barrio y propuestas concretas (Militante, líder de grupo barrial. Entrevista con el autor, CABA, 19/04/2011).

La experiencia del trabajo territorial32 se transforma en un espacio aprendizaje y de práctica, complementario a la formación política “teórico-abstracta” provista por los debates, seminarios y foros partidarios, cuya legitimidad se incrementa por su modo de adquisición en interacción directa con los actores sociales. Discutiendo con profesionales, informándose de las especificidades del conflicto, vivenciando la cotidianidad de la lucha social, los militantes adquieren un cúmulo de conocimientos técnicos (datos sobre los problemas del hospital o del sistema de salud, el historial del conflicto, las propuestas formuladas) y de saberes prácticos (la cooperación con sindicatos, la participación en las manifestaciones) que pueden ser reinvertidos en su repertorio organizativo. A tal efecto, el grupo local retoma la temática de la salud en su agenda, realizando sus propias actividades independientemente del ciclo conflictivo sindical33. Posteriormente, la expertise incorporada se traduce en la actuación política del comunero de PSur electo en 2011, quien se empeñará en darle un tratamiento institucional en el consejo consultivo, solicitando informes a los ministerios de Salud y de Desarrollo Urbano. Igualmente, él evocará la problemática del hospital en diversas entrevistas dadas a los medios locales y alternativos. A lo largo de este proceso sobreviene una redefinición del ethos militante cuyo sentido se afirma, a partir de entonces, en el continuum del compromiso político y la acción social.

1 V. Convocados por el líder, comprometidos con la causa. La relación entre militancia y liderazgo

En los apartados anteriores analizamos el repertorio organizativo por medio del cual operan los mecanismos de homogeneización y de homologación que dan forma al compromiso militante. Asimismo, al tratarse PSur de un partido personalista, debemos estar atentos a las implicancias del tipo de liderazgo sobre las formas de participación. La cuestión central planteada en la presente sección es saber si, en este tipo de configuración, los militantes depositan en el líder la “esencia” de la organización, estableciendo su vínculo político exclusivamente con la personalidad. El ejemplo del Frente Universitario PSur posibilita explorar los matices de esta relación.

La disputa por la conducción de centros universitarios será uno de los primeros espacios extra-partidarios en el cual se insertan los jóvenes militantes. Una vez concluidos los comicios legislativos del 2009 algunos grupos buscan aprovechar la mediatización de Proyecto Sur para presentar candidaturas en distintas carreras. En la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la lista de PSur resulta la cuarta más votada entre las nueve competidoras (10,25%), con lo cual accede a una secretaría. En Ciencias Exactas y Naturales logran 11,97 por ciento de votos (el tercer lugar entre cinco), eligiendo

2 vocales. Si bien estos resultados son suficientes para alentar la preparación de listas para 2010, el desempeño en los tres años siguientes será bastante parco y discontinuo34. Sin embargo, a pesar de la reducida eficacia del emprendimiento, la experiencia del Frente Universitario puede, a través del análisis del material de campaña producido, ayudar a comprender cómo los militantes plasman su vínculo con la política, moldeándolo una relación dialéctica entre el liderazgo y la ideología del partido emergente.

En los panfletos resalta la imagen de Fernando Solanas impresa en gran formato en la primera carilla (Imagen 1). ¿Tendríamos aquí un indicador de la devoción de los militantes al liderazgo, quizá del culto a la persona? Un examen atento del marco en el cual es utilizada esta imagen invita a relativizar tal intuición. Primeramente, hay que subrayar que la conformación del Frente Universitario no se inscribe en una estrategia de desarrollo partidario por penetración (Panebianco 1982)35 debido a que no es ni concebida ni articulada desde la mesa dirigente36. Lo que sí es cierto es que el partido emergente funciona como una especie de incubadora al constituir el ambiente en el cual por un lado, se forjan los grupos militantes, crean sus lazos y se organizan, mientras que por otro, se actualizan las competencias políticas de sus miembros. Más que nada, la entrada en la arena estudiantil deriva de la iniciativa propia de ciertos grupos que, dada la importante presencia de estudiantes universitarios en su composición deciden orientar su acción hacia uno de sus espacios sociales de pertenencia.

de PSur (Las Juanas/La Fragua) crea su propia agrupación estudiantil para disputar la conducción del centro de Ciencias Sociales aliándose a la lista “Sur” en 2010 y al MST en 2011. Los resultados de elecciones universitarias aquí citados están recopilados en el sitio web “Juventud Informada”.

La noción de penetración sirve para explicar una de las estrategias de inserción territorial de un partido (en contraposición a la “agregación espontanea”). El empleo del término en este análisis parece fecundo si pensamos en la naturaleza multinivel del desarrollo organizativo partidario, no solo en términos de inserción territorial sino también de inserción en espacios/ sectores sociales (asociativo, estudiantil, sindical, religioso, patronal, etc.).

El apoyo brindado por la dirección del partido al Frente Universitario es ambivalente, pasando de la aquiescencia a la desconfianza, sin desembocar en un esfuerzo claro de implantación de PSur en la arena estudiantil. Por un lado, los problemas de coordinación generados por la multiplicación de corrientes partidarias se ven reflejados en la disputa estudiantil, impidiendo la articulación de una estrategia unificada y dispersando el apoyo de la dirigencia. Por otro lado, muy tempranamente los militantes del Frente revindicarán la necesidad de que el partido contemplase la representación de los diferentes sectores (estudiantil, gremial) en su mesa ejecutiva. Este planteo deviene en fuente de tensiones por la negativa de los dirigentes a involucrar estas distintas instancias en la toma de decisiones.

La ilustración de los panfletos con la foto de Solanas cumple la función estratégica de asociar la empresa estudiantil a la imagen del dirigente, intentando capitalizar su reputación. Si es cierto que al hacerlo se refuerza la dimensión personalista de PSur, es significativo que ocurra sin la coordinación del partido ni la expresa voluntad del líder, quien incluso no tomará parte en la campaña ni siquiera interviniendo en charlas o discusiones, como lo había hecho durante las legislativas. Es decir, los militantes han reinvertido la imagen del líder en un espacio social que no es el original (campo político, medio cultural), donde él no compite directamente y no tiene un interés inmediato. Este uso estratégico explicita el carácter interactivo del vínculo con el liderazgo aun cuando se trata de una relación extremamente asimétrica.

Podemos sostener que la utilización de la foto de Solanas implica su transmutación en un bien simbólico37 que se agrega al conjunto de símbolos partidarios: el logotipo, el color verde y la denominación PSur. Por esta razón, instrumentalizar la imagen del líder se vuelve tan “natural” y legítimo como el uso de las demás referencias partidarias. Así, paradójicamente, el uso de la imagen reviste una dimensión dual: al mismo tiempo que produce un efecto de “personificación” poniendo al líder en evidencia, la despoja de su carácter puramente individual para insertarla en un sistema de valores colectivos.

Además, esto se hace juntamente con la reinversión de una parte del capital colectivo del partido. En efecto, el Frente Universitario moviliza ampliamente el conjunto de bienes simbólicos producidos y acumulados colectivamente bajo el “sello” de PSur y al cual los militantes, en cuanto partícipes de la campaña legislativa, han contribuido a desarrollar. Para empezar, la agrupación se inscribe como “Proyecto Sur”, revindicando su identidad partidaria, mientras una parte de sus contrincantes adoptan etiquetas autónomas diferenciándose del campo político. Enseguida, el material de campaña estampa el logotipo del partido sobre un fondo en tonos verdes, e incluso en algunos volantes se hace referencia a consignas de la campaña legislativa de 2009.

Más que todo, la plataforma presentada por el Frente Universitario hace un ensamblaje de las temáticas clave defendidas por PSur en la esfera nacional con cuestiones sectoriales típicas de la política estudiantil. Así, se fija un doble objetivo de “luchar por los derechos estudiantiles y discutir, desde nuestras carreras, un Proyecto Nacional de Desarrollo”. En Ciencias

Ciertamente, un bien simbólico especifico que posee una existencia autónoma a la empresa partidaria.

Económicas, paralelamente a las propuestas dirigidas a la mejora de las condiciones de los estudiantes (instalación de bibliotecas y comedores en todas las sedes de la facultad, discusión de una nueva Ley de educación superior), el programa evoca cuestiones ligadas al desarrollo económico y social del país: “Tenemos capacidad de terminar con la pobreza y la desocupación recuperando los recursos estratégicos y relanzando la industria”. En el folleto de la facultad de Ingeniería se preconiza “una facultad con más presencia en el sector público, el desarrollo y defensa del patrimonio nacional, y accesible a todos los habitantes del pueblo argentino”. La página siguiente, ilustrada con íconos emblemáticos de la industria nacional, recuerda los grandes logros del Estado desarrollista.

Esta reapropiación de las propuestas de PSur y su reinversión en otra arena social consagran no solo la interiorización del lenguaje partidario, sino que además demuestran la importancia atribuida al componente ideológico en el establecimiento del vínculo con el partido. En efecto, en diversas entrevistas los militantes resaltan la identificación con las “causas” partidarias como uno de los elementos clave del compromiso. Como demuestra esta joven al poner en relieve el carácter “propositivo”, la importancia de la “convocatoria” y del “programa político” de PSur para explicar por qué se “sumaban” los compañeros, sus “ganas” y su “entusiasmo”:

La gente que se sumaba a Proyecto Sur tenía muchas ganas de que este Proyecto Sur fuera real. Es decir, la convocatoria era una convocatoria muy importante. Primero por el programa político que tenía. Segundo por la idea de renovación, con una nueva forma de hacer política. El hecho de que era un proyecto con propuestas, no sólo de críticas y declamativo. Entonces había mucho entusiasmo, de decir “y bueno, ¡vamos a construir!” Vamos llevar a la práctica este programa en una construcción política real, de base. (Mujer, joven militante. Entrevista con el autor, CABA, 14/04/2011, subrayado nuestro).

La centralidad adquirida por el componente programático en la militancia de PSur presenta similitudes con lo que especialistas revelaron para otros partidos38. Para el caso argentino, la ideología asume gran relevancia en el discurso identitario de la Izquierda tradicional, donde entre los militantes se destacan el “clasismo”, el ideal “revolucionario”, o la “condición de vanguardia” como rasgos diferenciales en la concepción de sus organizaciones (Moreno 2012). Vázquez y Vommaro (2012) enfatizaron en la importancia del “relato militante” elaborado por la agrupación La Cámpora en el cual se reivindica la continuidad de la tradición peronista sesentista y se pone énfasis en los de hitos que marcaron la experiencia kirchnerista. Incluso en el PRO, que enuncia un discurso post-ideológico, más allá del clivaje entre los partidos tradicionales (Vommaro y Morresi 2015), el reclutamiento de militantes no puede ser disociado de la atracción generada por los valores y el esquema interpretativo (voluntariado, valorización el espíritu emprendedor, liberalismo, gestión eficaz del Estado) vehiculizados por el partido (Grandinetti 2015).

Al poner en evidencia el peso del sistema de ideas de PSur en las prácticas de sus militantes comprendemos mejor cómo ellos construyen su vínculo con el partido y la política39. Al hacerlo no estamos negando la preponderancia del liderazgo en la organización pues, ciertamente, la fascinación generada por la retórica y la personalidad de Fernando Solanas tiene un papel innegable en el acercamiento de los militantes. Precisamente esos dos componentes, ideología y liderazgo, encuentran su síntesis en el rol de portavoz. El líder es reconocido como el actor capaz de difundir el programa partidario instalando “la comunicación con la sociedad”40 aunque para hacerlo movilice sus recursos personales (su trayectoria como fuente de legitimidad, su visibilidad mediática como potencial electoral). En esta configuración, pese a que el sistema de poder organizativo resulta fuertemente asimétrico y vertical, el vínculo que se establece entre militantes y el liderazgo no puede de ninguna forma ser reducido a una creencia puramente “emotiva” en las “facultades extraordinarias” del líder, como supone el principio carismático weberiano (Weber 1964). Podemos decir entonces que los militantes son convocados por el líder, pero adhieren a la causa.

Bien entendido, el énfasis puesto en la dimensión ideológica no es incompatible con la obtención de retribuciones materiales. Para la finalidad de este artículo decidimos no profundizar en la cuestión de la distribución de los cargos públicos (asesores legislativos) que alude más bien a la lucha entre las corrientes internas. Secretario de PSur. Entrevista del autor, CABA, 11/03/2011.

Conclusión. Un ethos militante forjado en el continuum de la acción política y social

Nuestro estudio revela un paisaje más complejo de lo que sugiere una primera mirada a este objeto. No obstante sus debilidades organizativas, el partido emergente tiene una incidencia significativa en la politización de sus militantes. La evidencia empírica revela un trabajo de socialización política que combina iniciativas más o menos esporádicas tomadas desde la conducción del partido con un repertorio de acción concebido en el ámbito de las corrientes internas. En este modo de funcionamiento descentralizado, PSur opera como una “incubadora” en la cual son conformados los grupos de militantes y donde se les provee tanto de recursos simbólicos como de un marco legítimo de intervención en la realidad social. Un panorama que es mejor captado por el método socio-etnográfico, dirigiendo la investigación a la observación in situ de la manera como son producidos los vínculos políticos.

Constatamos que paulatinamente PSur desarrolla rasgos propios, con sus registros lingüísticos e iconográficos, sus creencias y valores, su relato originario, y sus experiencias prácticas. En otras palabras, el partido emergente constituye un marco en el cual sus militantes se reconocen entre sí, atribuyen significado a su compromiso, y se distinguen de los demás espacios políticos. Así pues, comprobamos la puesta en marcha de un proceso de homogeneización y de homologación (Dechezelles 2006) a través del cual la agrupación empieza a tomar forma como colectivo. Es importante puntualizar aquí que este proceso de fabricación está lejos de ser lineal y permanece inacabado. De hecho, los esfuerzos invertidos para forjar la unidad de la agrupación están atravesados por ambivalencias. Por un lado, las distintas actividades (foros, charlas, encuentros, actos o marchas) son convocadas desde el MPsur, reuniendo sus diversos componentes y activando la doble identificación entre el movimiento y el partido. Por otro lado, el repertorio partidario padece por su discontinuidad, el encuentro nacional de jóvenes, por ejemplo, nunca fue reeditado. De igual modo, aún cuando el partido emergente elabora un marco de acción que, generador de alteridad, le provee de un recurso de diferenciación en la competencia electoral y permite a sus militantes reconocer su pertenencia, todavía no se establece una distinción hermética entre PSur y los demás actores del campo político. Al contrario, en lugar de fronteras identitarias claramente definidas, lo que se produce es un conjunto de rasgos que funcionan como balizas de referencia41. Empezando por el sistema de ideas que, echando raíces en la matriz nacional y popular, comparte una serie de elementos con otros actores políticos como el kirchnerismo.

A su vez, el análisis de los mecanismos de socialización y del repertorio organizativo permitió comprender cómo los militantes de PSur construyen sus vínculos políticos y dan sentido a su compromiso. Demostramos que la interiorización de las propuestas partidarias se ve facilitada por el elevado nivel de capital cultural de los activistas y por el uso del cine documental como herramienta pedagógica. La homología entre el capital escolar detenido por los dirigentes y activistas propicia una oferta organizativa intelectualizada, ajustada a las competencias y “gustos” de éstos, pero al mismo tiempo, inadecuada para atraer y retener sectores populares menos escolarizados. Asimismo, el repertorio reviste una dimensión concreta al desplegarse en el espacio público. Las tareas cumplidas, exclusivamente políticas en un primer momento, se diversifican progresivamente en la medida en que los actores invierten en sus espacios sociales de pertenencia (la universidad, el barrio). A partir de entonces, el quehacer es resignificado en un continuum entre el involucramiento político y el activismo social42. Esquemáticamente, este modo de acción puede ser representado en una matriz de cuatro células estructurada por dos ejes bidimensionales: un eje intelectual– práctico y un eje institucional–no institucional (Diagrama 1). Más allá de las especificidades del caso de PSur, este hallazgo ofrece una grilla interesante para explorar las lógicas del compromiso militante en otros partidos políticos43.

Esta permeabilidad es sacada a la luz en los contextos electorales cuando PSur necesita fijar su estrategia de alianzas. O sea, cuando el partido actualiza su universo de aliados potenciales reformulando su proximidad con “los otros” y la naturaleza que él atribuye al “ellos”. Precisamente porque estas decisiones no implican solamente la maximización del resultado electoral sino que ponen en juego la esencia misma de lo que significa el “nosotros” es que se desencadenan violentos choques internos entre corrientes “pragmáticas” e “intransigentes” sometiendo a prueba la cohesión del partido emergente.

La hipótesis del continuum es defendida por Combes (2011). Para un balance crítico de la literatura reciente ver Nique Franz (2016).

No afirmamos con esto que un repertorio de acción desdoblado en el continuum de la acción política y social sea un fenómeno exclusivo de PSur. Rocca Rivarola (2015) identificó modos de pertenencia parciales, múltiples y superpuestos en la militancia kirchnerista mientras Vommaro (2014) y Grandinetti (2015) han destacado la importancia del trabajo voluntario entre los militantes del PRO.

Esta configuración engendra un compromiso de alta intensidad que se despliega en una pluralidad de espacios de acción. Aquí, el multi-posicio-namiento no implica necesariamente la afiliación a distintas organizaciones, aunque también sea observado este fenómeno44. Este se constituye en términos de la inserción simultánea de los grupos militantes en múltiples redes sociales (universitarias, barriales, políticas) cada una con sus problemáticas, sus actores de referencia y sus sistemas de cooperación y de competencia. Aunque estas relaciones sean flexibles y en constante reconfiguración ellas moldean el sentido del vínculo político constituyendo además importantes fuentes de retribución al compromiso militante.

En definitiva, pudimos verificar que a pesar de sus limitaciones el partido emergente logra producir un ethos militante. En la medida en que incorporan un “conjunto de representaciones y de prácticas específicas” (Mazeaud 2012) reapropiándose de ellas en sus “discursos y presentaciones públicas” (Vommaro 2014), los militantes de PSur adquieren el “sentimiento de pertenencia a un grupo social” (Fusulier 2011)45. Queda el interrogante sobre la estabilización de este proceso, es decir, sobre si el marco de acción del partido se sedimenta y si el vínculo establecido con los militantes es duradero.

Para los objetivos del presente trabajo, elegimos no abordar aquí el multi-posiciona-miento bajo el prisma de las trayectorias militantes.

En su análisis, Fusulier (2011) emplea el concepto de ethos para interpretar efectos producidos por estructuras sociales previamente consolidadas. El uso menos restrictivo que hacemos aquí, aplicado a una organización poco estructurada que no está institucionalizada, parece heurístico precisamente por permitir la observación del proceso de construcción de un ethos.

IMAGEN 1
Folletos elaborados para la disputa de la conducción de centros de estudiantes de la UBA en 2010 (páginas seleccionadas). Facultad de Economía (izquierda), Facultad de Ingeniería (derecha).

Fuente: archivo Frente Universitario.

DIAGRAMA 1

Repertorio de organizativo de los grupos militantes PSur

Eje

Institucional - No institucional

Dimensión

Dimensión no-institucional

Institucional

Acción social y/o

Acción política

contestataria

Ponencias realizadas por

Reuniones de formación/

Espacio

3

referentes de movimientos

\

Debates/ Foros

Partidario

i

sociales

o 1

ÜT T

Peticiones/ Participación en

•§

Campaña electoral/

Espacio

manifestaciones/ Centros

i

Mesas de Difusión/

Publico

Culturales/ Involucramiento en

Afiliaciones

los problemas barríales

 

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