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On-line version ISSN 1851-9601

Postdata vol.22 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2017

 

BREXIT

 

por Antonio A. Martino*

* Profesor Emérito de la Universidad del Salvador, profesor contratado de la Universidad de Lanús. Ex profesor de Ciencia Política de la Universidad de Pisa. E-mail: aamartino@gmail.com.

Resumen

Brexit es una contracción de Britain y exit, vale decir salida (de Europa). El primer ministro Cameron quiso resolver los dos problemas de la vida política inglesa: la tendencia independentista escocesa y la amenaza del euroescepticismo. Parece que los ingleses se hubiesen autolesionado con el referéndum: caída de la libra, peor calificación de Standard & Poor’s, fuga de empresas, huida de los bancos de Londres, amenaza de secesión de Escocia. La UE y su toma de posiciones son hijas de una narración que ha pintado el azul con las estrellas en círculo como símbolo de paz, amistad, prosperidad y unión. Pero hay tensiones y distintas maneras de ver un sujeto colectivo nuevo que aún tiene entidades opacas. El Brexit propone nuevos escenarios económicos en una situación mundial difícil y obliga un nuevo planteo político a Occidente amenazado por actos terroristas y populismos nacionalistas y xenófobos.

Palabras clave
Brexit – euroescepticismo – Unión Europea – referéndum - participación política

Abstract

“Brexit” is a contraction of “Britain” and “exit” (from Europe). Prime Minister Cameron wanted to solve the two problems of English political life: the Scottish independence trend and the threat of Euro-scepticism. It seems that the English had harmed themselves with the referendum: drop of the pound, worse rating from Standard & Poor’s, companies and banks leaving London and threatened secession of Scotland. The EU and taking positions are daughters of a narrative that has been painted blue with stars in a circle as a symbol of peace, friendship, prosperity and unity. But there are tensions and different ways of seeing a new collective subject that still has opaque entities. The Brexit proposes new economic scenarios in a difficult world situation and requires a new political proposal to the West threatened by terrorist acts and nationalist and xenophobic populism.

Key words
Brexit – euroscepticism – European Union – referéndum - political participation

 

I. El caso

La pregunta si Inglaterra debe dejar la Unión Europea (UE) fue formulada el 23 de junio de este año y arrojó los resultados siguientes: participaron en el referéndum el 72 por ciento de los ingleses con un total de 33.577.342 votos. A favor del Brexit votaron 17.410.742 (51,9%). A favor de permanecer en la UE 16.577.342 (48,1%). Votos válidos: 33.551.983 (99,92%), votos en blanco o nulos 25.359 (0,08%).

“Brexit” es una contracción de dos palabras inglesas: “Britain” o sea Gran Bretaña y “exit” vale decir, salida. Esta palabreja tuvo mucho éxito tanto en Inglaterra como en el exterior, a diferencia de su contrapuesto “Bremain” compuesta de Gran Bretaña y “remain”, o sea permanecer. Ya desde el nombre tuvo más éxito la salida. La expresión se acuñó en 2012 a propósito de la posible salida de Grecia de la Unión con el término Grexit1. Ver el Gráfico 1 la consulta concreta.

Hace 43 años, en 1973, Inglaterra decidió participar del Mercado Común Europeo pues aún no se había logrado una unidad política. Pero mientras se tejían las tramas para esta unión en 1975 Inglaterra llamó a un referéndum para saber si quería permanecer en el Mercado Común. De Gaulle siempre se había opuesto a una entrada de Gran Bretaña, por lo que era una situación de privilegio en la cual los ingleses votaron a favor de permanecer. Como puede verse en la Tabla 1, hubo una mayoría aplastante, pero eran otros tiempos en el cuadro internacional, y en el nacional, con un Partido Laborista en el poder que discutía los grados de adhesión y un Partido Conservador en el que Harold Wilson dio libertad de conciencia a sus simpatizantes.

A medida que la urdidumbre de la Unión Europea se hacía más fuerte se afianzaban las cuatro libertades fundamentales: libre movimiento de bienes, servicios, capitales y personas, pero el liberalismo nunca fue una opción muy británica. En 1985 se creó el espacio Schengen. El acuerdo fue firmado en la ciudad del mismo nombre en Luxemburgo por veintiséis países que han abolido sus fronteras internas y comenzó a funcionar en 1995, creando un espacio por el que puede circular libremente toda persona que haya entrado regularmente por una frontera exterior o resida en uno de los países que aplican el convenio. Inglaterra puso reparos y condiciones. Conjuntamente con Irlanda no participa del espacio Shengen, si bien colabora con medidas policiales y judiciales de la lucha contra los estupefacientes. El 1 de noviembre de 1993, con el tratado de Maastricht, se hizo efectiva la Unión Europea como un sistema supranacional con poderes ejecutivo como la Comisión, legislativo como el Parlamento Europeo y judicial como la Corte de Justicia2. El 1 de enero de 1999 nació el euro, moneda internacional de actualmente diecisiete países, del cual Inglaterra no quiso participar.

II. Los antecedentes próximos

En la elecciones generales del Reino Unido en 2010 los conservadores obtuvieron la mayor parte de los representantes pero no la mayoría absoluta en el Parlamento, lo que los obligó a pactar con los liberales para formar gobierno y proclamar a David Cameron como primer ministro.

Camino a las elecciones de 2015 el ala conservadora del partido tory comenzó a aguijonear al electorado diciendo que debían irse de Europa y retomar todos los controles del país, sobre todo en materia de inmigración y de comercio exterior. Cameron prometió que si ganaban las elecciones propondría ese referéndum y los resultados fueron muy buenos: el partido tory ganó la mayoría absoluta del Parlamento, mientras que los liberales pasaron de 56 a 8 diputados. Niger Farage, líder del partido antieuropeo UKIP, no pudo lograr el escaño que ansiaba para sacudir a la Cámara de los Comunes.

No es de extrañar el bajo europeísmo inglés. Su historia se resume como una tángana constante con las potencias continentales: las campañas contra Napoleón, las dos guerras mundiales contra Alemania, una guerra fría contra la Unión Soviética. Imperio global en el siglo XIX, los británicos se jactaban de su “espléndido aislamiento” y de su originalidad, que llega hasta las medidas y los carriles de tránsito. “Viven en la ilusión equivocada de que pueden mantener lo que tienen sin cambiar”, se lamentaba Jean Monnet, el llamado padre de Europa3.

Cameron quiso resolver los dos problemas de la vida política inglesa: la tendencia independentista escocesa que en 2015 ganó 56 de los 59 escaños y la amenaza del euroescepticismo. La jugada le salió bien en Escocia, pero tenía que resolver el caso europeo y consideró que explicando a los electores que se podían conseguir mejores condiciones en Europa asustándolos con un resultado negativo en el referéndum, ganaría finalmente la permanencia. Pero la politica es una cosa seria y no se pueden hacer pronósticos seguros de ninguna elección4.

Es sumamente interesante seguir los avatares de las elecciones al Parlamento Europeo, sea a nivel supranacional con la existencia de partidos europeos, sea a nivel nacional, donde se siguen recorridos diferentes en los diferentes países europeos. Para ello recomiendo un texto único por su capacidad expositiva y que tendré particularmente en cuenta en este articulo: Donatella M. Viola (comp) (2006) Routledge Handbook of European Elections. El libro, de 786 páginas, contiene una parte teórica inicial con tres capítulos de Donatella Viola. La segunda parte contiene 27 monografías sobre las elecciones europeas en cada uno de los países hechas por autores nativos. El libro cierra con los dos capítulos finales, a cargo de la compiladora: el análisis comparativo de las elecciones europeas, donde se vuelven a retomar los puntos sugeridos en la primera parte luego de los análisis individuales y el epílogo con viejas y nuevas tendencias de las elecciones europeas de 2014, de gran actualidad en nuestros días.

Entre los que querían que Inglaterra quedara en Europa está el propio Cameron, 16 de los 21 miembros de su gabinete, el Partido Laborista, los liberales, el Partido Nacionalista Escoses (SNP) y el galés Plaid Dymru. Argumentaban que el Reino Unido ganaba quedándose en la UE gracias a que puede vender bienes y servicios a otros países europeos en forma más fácil, y que es el introductor de Estados Unidos en Europa. Insistían en que la llegada de inmigrantes (que es constante desde finales de los años 50) favorece el crecimiento económico, ayuda a financiar los servicios públicos y liberaba a los ingleses de aquellas tareas que aborrecen. Otro argumento era que Gran Bretaña en un club europeo podía mucho más que estando sola.

De la parte de los que querían salir de Europa estaban el UKIP, partido nacionalista que en las últimas elecciones obtuvo el 13 por ciento de los votos. Aproximadamente la mitad del Partido Conservador, el popular ex alcalde de Londres, Boris Johnson, y algunos parlamentarios laboristas. Los defensores de esta opción sostienen que la pertenencia a la UE es un obstáculo para el desarrollo del Reino Unido, que pone en la caja común más de lo que recibe, que las regulaciones europeas —consideradas excesivas— perjudican a las empresas británicas y sobre todo que recuperando el control completo de las fronteras se puede reducir el número de extranjeros que llegan al país porque son una amenaza a las fuentes de trabajo y la tranquilidad pública. Los resultados dieron lo que Hegel llamaba “las duras réplicas de la historia” y el referéndum obtuvo éxito positivo para la salida de Inglaterra de Europa.

III. Las primeras consecuencias

El mercado único es un gran pilar de la UE y su corazón está en el libre mercado sin tasas ni aranceles comerciales. Pero el mercado único es mucho más que eso pues incluye el movimiento libre de bienes, personas y capitales. A los vientos que permitieron pasar de un acuerdo sobre el carbón y el acero de pocos países hasta lograr una compleja organización de los tres poderes en veintiocho países europeos, desde la crisis del 2008, una desconfianza nueva aletea sobre Europa: la de los que quieren salir pensando que de ese modo serán más fuertes. El Brexit ha sido el golpe más duro, porque muchos partidos alimentan el espejismo de la grandeza nacional en soledad, una suerte de populismo nacional.

Recuerde el lector el caso de Ilona Staller, la estrella del porno conocida como “Cicciolina” que el Partido Radical italiano quiso presentar en 1985 para contrarrestar la oleada de política espectáculo que hacían otros partidos proponiendo jugadores de fútbol como Gianni Rivera o boxeadores como Patricio Oliva. El Partido Radical la propuso en el lugar 48 en la lista del Lazio (Roma) donde normalmente obtenían a lo sumo 2 representantes. Y bien, Ilona Staller recibió más de 20.000 preferencias con lo cual alcanzó el segundo lugar en la lista y fue elegida diputada.

A 43 años del ingreso del Reino Unido, no se ha tomado conciencia de lo que significa el Brexit para la UE e incluso para los mismos ingleses. Exacerbación de nacionalismos potenciado por la crisis migratoria, efecto “arrastre” para otros países que consideren no necesario un gobierno bajo el marco normativo comunitario, desplome del andamiaje institucional, funcionamiento del “sálvese quien pueda”, fin de las solidaridades comunitarias, enfrentamientos entre países, grave crisis económica, recesión e incertidumbre.

Parece que los ingleses se hubiesen auto-lesionado con el referéndum: caída de la libra, peor calificación de Standard & Poor’s, fuga de empresas, huída de los bancos de Londres, amenaza de secesión de Escocia5, Gales y hasta Irlanda del Norte, falta de fondos para afrontar el gasto público. Pero no cambiará demasiado para Europa pues la Gran Bretaña no participaba ni en el dinero común, ni en la carta de los derechos fundamentales, ni de la justicia común, ni de los negocios internos, no forma parte de Schengen y en sustancia participaba en el mercado único como Noruega y Suiza, que están fuera de la UE pero están obligadas a respetar las normas y contribuir al balance europeo.

Dado que constitucionalmente los referéndums no son obligatorios en Inglaterra, la idea es presentar la opción del artículo 50 del tratado de Lisboa6 lo más tarde posible. Cameron lo dejó para su sucesor y la primera ministra May ha dicho que de ninguna manera antes de fines de 2016.

Algunos expertos constitucionales han argumentado que, en virtud de la ley de Escocia de 1998, el Parlamento de Escocia tiene que dar su consentimiento a las medidas que eliminen la aplicación del Derecho de la UE en Escocia, otros sostienen que Westminster lo puede anular.

El artículo 50 del tratado de Lisboa prevé que todo Estado miembro podrá decidir retirarse la Unión de conformidad con sus normas constitucionales. Esto puede hacerse de dos maneras: a) el Estado miembro notifica su decisión de retirarse y la Unión celebra con él un acuerdo sobre la forma del retiro y las relaciones futuras; el acuerdo se negocia conforme el art. 318 del tratado de Lisboa; b) pasados dos años de la notificación el país

Seguramente los acuerdos llevaran más de dos años —Canadá y la UE están tratando desde hace siete años un tratado— pero la prolongación requiere el consenso de ambas partes y podría ser que Gran Bretaña se encuentre en dos años con un acuerdo tipo “tomar o dejar”.

Lo interesante de la UE es que no se trata de un acuerdo desde el vértice de la pirámide como el Mercosur o la Alianza del Pacífico, que miran sustancialmente acuerdos comerciales. La UE es un entramado sumamente complejo que comprende acuerdos de máxima pero también una miríada de trabajos sobre los más variados temas de la vida cotidiana7.

Una consecuencia económica del referéndum es la caída de los bonos británicos hasta su mínimo en 1703 y la libra a niveles de 1985. Un estudio de la Bertelsmann Stiftung en colaboración con el IFO Institute de Múnich anuncia que la salida de la Unión podría costar al contribuyente inglés alrededor de €313.000.000.000 con un PBI en contracción del 14% en 12 años. El estudio prevé dos escenarios: uno más benigno y otro más severo. En el primero la pérdida per cápita del PBI se estabilizaría en €220 mientras que en el segundo se llegaría a €1.025.

A su vez, la salida del Reino Unido permitiría la cancelación de los gastos de la UE en la participación del balance europeo consistente en el 0,5 por ciento del PBI. El sector financiero perdería un 5 por ciento y podría perder más en el caso en que los muchos institutos financieros con base en Londres decidieran trasladar sus sedes a capitales de la eurozona, como por ejemplo Frankfurt. El sector químico sufriría las pérdidas más altas, estimadas en un 11 por ciento, y luego el automóvil, el mecánico y la ingeniería, porque están demasiado radicadas en las economías europeas con un aumento de la desocupación del orden del 2 al 3 por ciento8. Un país sin

sale, a menos que el Consejo amplíe el plazo. Es la primera vez que se verifica y por lo tanto no hay antecedentes, pero todo parece indicar que se seguirá el primer método, sobre todo teniendo en cuenta que lo principal será negociar las relaciones económicas y qué hacer con las 36 agencias europeas que toman decisiones sobre medicamentos, seguridad aérea, investigación científica, el programa Erasmus, etc.

7     El autor, que ha sido miembro del Ediforum Europa durante doce años, recomienda al lector que recorra los sitios de Internet de la UE para ver cuánto se hace y cuánto cuentan las decisiones supranacionales en los estados miembros.

plomeros polacos obligado a ir de vacaciones a la República de Kosovo (ex Yugoslavia) es lo que pronosticaba con humor el diario británico The Guardian.

Tres millones de ciudadanos de otros países de la UE viven en Gran Bretaña mientras que un millón trescientos mil ingleses viven en la eurozona. Todos viven y trabajan con los mismos derechos de los ciudadanos del país en que se encuentran. En la última década la inmigración fue un tema frecuente. Hay británicos que consideran el 2004 como un punto de quiebre: es el año en que entraron diez países del este de Europa. El incentivo para migrar hacia países más ricos en búsqueda de mejores salarios es evidente y ya en 1914 los polacos eran la primera nacionalidad de europeos viviendo en el Reino Unido.

Para los países de la UE el Brexit tendría un impacto mucho menos significativo, si bien incisivo. Tomando como referencia la economía más fuerte, la alemana, el aislamiento por intercambio con GB en el supuesto más favorable quemaría €8,7 miles de millones y en el caso más desgraciado €50.000.000.000 —per cápita en el primer caso costaría €100 y en el peor €700—. Los sectores más vulnerables serían el del automóvil con pérdidas del 2 por ciento , el electrónico, el siderúrgico y el alimentario.

En el segundo semestre de 2017 a Gran Bretaña le tocaría ejercer la presidencia de la Unión, que es rotativa pero en este clima es impensable que los demás países acepten algo semejante, y ya hay tratativas. Actualmente, la presidencia recae en Eslovaquia, y Estonia debería presidir en el primer semestre de 2018. Pero al parecer la primera ministra May, que nombró como ministro de relaciones exteriores a Boris Johnson, anunció que Inglaterra renuncia a la presidencia de 2017 por lo cual Estonia se adelantaría un semestre, dejando desguarnecido un turno de los fijados hasta el 2020, que seguramente será cubierto por Croacia, que se incorporó recientemente a la Unión y aún no tenía un turno asignado.

I V. Los aspectos políticos

En verdad el Brexit tiene más aspectos políticos que económicos. La salida del Reino Unido podría despertar los sueños latentes en los países del sur cansados de políticas de austeridad, de Austria, con un presente político incandescente, de Francia con el éxito de Marine Le Pen u Holanda con el pedido de referéndum y en general el resurgir de las derechas nacionalistas xenófobas y autoreferentes. El populista de derecha holandés Geert Wilders dijo que los Países Bajos deberían seguir el ejemplo de Gran Bretaña: “Al igual que en la década de 1940, una vez más, Gran Bretaña podría ayudar a liberar a Europa de otro monstruo totalitario, esta vez llamado Bruselas”.

El complejo funcionamiento de los tres poderes, la enorme dificultad de seguir los vericuetos de la legislación y la necesidad de dar respuestas federales a países de tradición unitaria dificultan a los ojos del desprevenido ciudadano la visión de la pujanza de una Europa unida, por eso es importante revisar los datos que implacablemente se van acumulando sobre las realidades nacionales9. En las elecciones al Parlamento Europeo pueden apreciarse las pérdidas, fue decayendo del 62 por ciento en 1979 hasta el 42 por ciento del 2014, con un espectacular 14 por ciento en las elecciones eslovacas10 .

Es claro que la UE y su toma de posiciones son hijas de una narración que ha pintado el azul con las estrellas en círculo como símbolo de paz, amistad, prosperidad y unión entre los pueblos como quisieron sus padres fundadores. En realidad es evidente que este objetivo no se ha logrado totalmente. Es cierto que en Europa no hay más guerras pero la Unión es administrada por instituciones opacas, lejanas al ciudadano, cuyos vínculos pueden resultar opresores para la vida democrática (caso griego) y pueden ser el exacto contrario de los requisitos para la justicia social.

Para los norteamericanos, la UE es simplemente un área de libre intercambio para ligar entre ellos a los países occidentales en función antisoviética. Con la sucesiva extensión hacia oriente, la Unión se ha transformado en un nuevo sujeto político entre el Estado nación y el imperio, un Estado supranacional mucho más fuerte que cualquiera de los estados integrantes pero también con tensiones nacionales que se reflejan en la Unión y con la incapacidad de no tener una opinión pública de un sentimiento compartido por todos.

En octubre de 2015, el presidente chino Xi Jinping declaró su apoyo a Gran Bretaña para que permanezca en la UE, diciendo “China espera ver una Europa próspera y unida, y a Gran Bretaña, como un miembro importante de la UE, dado que ésta puede desempeñar un papel constructivo en la promoción de las relaciones entre China y la UE”. El primer ministro de Escocia Nicola Sturgeon dijo que es “democráticamente inaceptable que Escocia deba ser sacado de la UE cuando votó quedarse y por ello ahora es altamente probable la realización de un segundo referéndum escocés sobre la independencia de ese país”. Existe el peligro de que la reivindicación de autonomías locales desgarren los estados nacionales, pero eso, como el caso ejemplar de Escocia y Cataluña, redundaría en beneficio de la Unión. Hay algunos, en cambio, que prefieren hacer notar las diferencias para proponer volver a un mercado común, lo que sería la muerte de tantos años de trabajo para un Estado supranacional compartido.

El ámbito político de un Estado supranacional significa también cosas tangibles para los individuos, como los trabajadores que pueden circular libremente por un ámbito multiestatal para conseguir mejores condiciones. El sistema sanitario es un punto muy a favor del Estado supranacional que interesa a trabajadores, estudiantes y turistas. Existe un sitio de la Unión que explica que “en cuanto ciudadano UE, si te enfermas inesperadamente durante una visita en vacaciones, estudio o trabajo tienes derecho a los cuidados médicos inmediatamente”. Los estudiantes pagan las mismas prestaciones que los locales y tienen derecho a solicitar un préstamo de hasta diez mil euros para gastos de alojamiento. Existe además el sistema europeo Erasmus, que permite a los estudiantes de un país pasar un semestre o un año académico en otro país y cursar allí las materias de su programa de curso que les son reconocidas en el país de origen. Este proyecto comprende también becas para neorecibidos.

Washington se va a ver obligado a buscar un aliado en la Unión y Alemania tiene todos los números para ocupar el lugar de Londres. Esa es en Estados Unidos la sensación generalizada. Esa relación lleva tiempo trabajándose y es muy simbólico que Obama llamara a Cameron y Ángela Merkel tras el Brexit. El problema es que son socios distintos. En la OTAN, Berlín es mucho menos partidario de la acción militar que Londres, y en Bruselas su apuesta por la austeridad o su rechazo por una mayor integración fiscal difieren de la posición de Washington. A la hora de cooperar en inteligencia, Alemania parece tener más remilgos respecto de la privacidad. Francia e Inglaterra, potencias con armas nucleares y miembros permanentes del Consejo de Seguridad, desean mantener una estrecha relación en beneficio de ambos y de toda Europa. “Nos vamos de la Unión Europea, pero no de Europa ni de nuestra cooperación con socios europeos”, dijo May.

El Brexit propone nuevos escenarios económicos en una situación mundial que aún no se ha repuesto de la crisis de 2008, pero sobre todo obliga a situar un nuevo planteo político en un Occidente amenazado por actos terroristas y populismos nacionalistas y xenófobos. La existencia de un Estado supranacional muestra la realidad de una Europa compleja y con fallas a la hora de las obligaciones comunes, pero siempre un punto de referencia para los países que la componen y para toda la comunidad internacional como un experimento de convivencia multicultural, multirracial, multi-religiosa y multi-creencias, pero consciente de un destino de grandeza y consideración que ninguno de los estados nacionales ha podido lograr en un ámbito de convivencia hacia la paz organizada.

GRÁFICO 1

TABLA 1

Resultados de referendum británico de 1975

Votos del sí

Sí(%)

Votos del no

No(%)

Participación (%)

17.378.581

67,2

8.470.073

32,8

64,5

 

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