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Runa

versión On-line ISSN 1851-9628

Runa v.29  Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./dic. 2008

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Implicancias tafonómicas de las composición faunística en la localidad arqueológica Meliquina, Parque Nacional Lanín, provincia de Neuquén, Argentina     

Pérez, Alberto* Smith, Marina** Grillo, Elizabeth***

*Lic. En Ciencias Antropológicas (UBA). FHN Félix de Azara, CIEDE, Neuquén. Dto. de Ciencias Naturales y Antropológicas, CEBBAD-Universidad Maimónides. Correo Electrónico: arqueo.meliquina@gmail.com
**  Estudiantes de Ciencias Antropológicas (UBA) FHN Félix de Azara, Dto. de Ciencias Naturales y Antropológicas, CEBBAD-Universidad Maimónides. Correo electrónico: arqueo.meliquina@gmail.com

Resumen

Presentamos una síntesis del estado actual del conocimiento acerca de las características tafonómicas de los ambientes boscosos patagónicos, con el objetivo de comprender los sesgos que pueden afectar la representación esqueletaria de los conjuntos faunísticos recuperados en nuestros estudios en la localidad arqueológica Meliquina, Parque Nacional Lanín, provincia del Neuquén. En concordancia con el postulado de que el bosque patagónico no es un ambiente homogéneo, se observa una gran heterogeneidad en cuanto a factores bioestratinómicos y fosildiagenéticos que afectan la representación faunística en distintos sectores del mismo. Pese a la supervivencia diferencial entre agregados depositados bajo reparo rocoso y a cielo abierto, todos los conjuntos brindaron información sobre la presencia, y en algunos casos, la importancia de recursos boscosos en la dieta.

Palabras claves: Tafonomía; Bosque patagónico; Representación esqueletaria; Supervivencia diferencial

Abstract

This paper presents a synthesis of the current knowledge status of taphonomic characteristics from patagonic forest environments, with the aim to understand the bias over skeletal representation of the faunal assemblages recovered in our studies in the archaeological locality Meliquina, National Park Lanín, province of Neuquén. In agreement with the postulate that support that patagonic forest is not a homogenous environment, it can be observed a great heterogeneity as far as biostratinomic and fossildiagenetic factors that affect the faunistic representation in different areas from this environment. In spite of the differential survival between assemblages under rock repair and open air sites, they all offered information of presence and importance of forest resources in diet.

Key words: Taphonomy; Patagonic forest; Skeletal representation; Differential survival

Introducción

La meteorización química ha sido considerada una de las principales causas de la representación baja y diferencial de conjuntos óseos del bosque patagónico. La acidez del suelo y la humedad actuarían en forma concurrente con otros factores naturales y culturales, otorgando una baja expectativa de supervivencia a los restos faunísticos, incluso en sitios bajo reparo rocoso (Arrigoni y Fernández, 2004). Sin embargo, debemos comprender que el bosque patagónico no es un ambiente homogéneo, y las implicancias tafonómicas de este bioma son prácticamente desconocidas (Pérez, 2006).

La localidad Arqueológica Meliquina, Parque Nacional Lanín, provincia de Neuquén, presenta agregados o conjuntos faunísticos cuya conservación es heterogénea, principalmente entre sitios a cielo abierto y bajo reparo rocoso. Sin embargo, ambos casos de estudio han resultado útiles para discutir aspectos sobre la subsistencia en general y la importancia de recursos específicos, como los cérvidos en ambientes boscosos de norpatagonia (Pérez, 2006).

Nuestro objetivo es caracterizar algunos aspectos tafonómicos de los conjuntos óseos de la localidad arqueológica Meliquina (Pérez 2005a). Postulamos que las condiciones para la preservación de restos faunísticos responden a las características singulares de los agregados y la matriz sedimentaria. Para contrastar esta hipótesis analizaremos la representación de especímenes procedentes de conjuntos bajo reparo rocoso y a cielo abierto. La representación taxonómica y esqueletaria será discutida en virtud de aspectos tafonómicos como desorganización esqueletal, fragmentación, alteración térmica, y análisis sobre química de los suelos que permiten comprender el rol de la matriz sedimentaria en la conformación de nuestros conjuntos arqueológicos. Finalmente, integraremos nuestros resultados con el de sitios conocidos para este tipo de ambiente.

Recursos del bosque e implicancias tafonómicas

El bosque norpatagónico presenta una gran variedad de oferta de recursos faunísticos, pero la mayor cantidad de especies corresponde a animales de pequeño porte, al tiempo que las de mayor tamaño presentan hábitos etoecológicos singulares para la explotación humana (Pérez, 2005b). El incremento del tamaño del cuerpo de los taxones es correlativamente inverso a su densidad numérica (Eisenberg, 1989) y al tamaño de su rango de acción (Eisemberg, 1989).

En cuanto a factores tafonómicos, tanto bioestratinómicos como fosildiagenéticos, podemos decir que los taxones de pequeño porte tienen oportunidades de presentar mejor integridad que los de mayor tamaño, ya que pueden ser transportados enteros al sitio residencial desde su lugar de captura. Generalmente, el procesamiento y consumo de las especies pequeñas y de individuos poco desarrollados de mediano y gran porte implica menor desorganización esqueletaria, aportando mayor integridad esqueletal a los agregados arqueofaunísticos (Hayden, 1981; Klein, 1989; Stahl, 1995; Yellen, 1991). Los animales de mayor tamaño suelen sufrir una mayor desorganización para su transporte durante el procesamiento para su consumo y su manejo como  parte de la estructura residual,  lo que afectará la integridad esqueletaria de los sitios (Binford, 1981; Beherensmeyer, 1991; Lyman, 1994). En suma, la desorganización esqueletaria varía en función del tamaño de las presas (Binford, 1981; Stahl, 1995).

Entre algunas propiedades del registro arqueológico del bosque patagónico se destaca la baja visibilidad por cobertura vegetal (Belardi y Champán, 1999; Bellelli et al., 2003; Borrero y Muñoz, 1999; Scheinsohn, 2004), una frecuencia variable de enterramiento de huesos por características topográficas y ambientales (Bellelli et al., 2003), preservación ósea heterogénea (Borrero y Muñoz, 1999) y potencialmente expuesta a factores postdepostacionales como incendios forestales (Arrigoni y Fernández, 2004). En cuanto a la preservación, los trabajos publicados sugieren que varía desde condiciones malas en el norte de Chubut (Arrigoni, 1991; Arrigoni y Fernández, 2004; Bellelli et al., 2003), condiciones variables y muy buenas en Santa Cruz (Borrero y Muñoz 1999; Favier Dubois 1995), muy buenas en concheros de Última Esperanza, Tierra del Fuego (Lanata, 1996) y reparos rocosos de la patagonia septentrional como Alero Marifilo 1, IX Región, Chile (Velásquez y Adán, 2004), El Trébol (Hajduk et al., 2004) en Río Negro, Alero Los Cipreses y Alero Cicuta (Silveira, 1999) en la localidad Trafúl, Neuquén.

Los bosques templados patagónicos presentan suelos cubiertos por restos vegetales que entran en descomposición en forma muy lenta (Godeas, 1988). En ciertos casos, este proceso puede generar condiciones micóticas o bacterianas que actúan en la descomposición del colágeno. Sin embargo, las hojas de Nothofagus no son acidificantes (Favier Dubois, 1995), y por lo tanto, no se puede hacer una correlación directa entre bosque y mala preservación ósea (Tappen, 1994). El contenido mineral de los huesos tiende a disolverse en sedimentos con pH ácidos (Hedge y Millard, 1995), pero también en los alcalinos (Linse, 1992). Según White y Hannus (1983) la hidroxapatita de los huesos en ambiente líquido presenta baja solubilidad en pH alcalinos (pH >7.5) y levemente ácidos (pH 6.0), y alta solubilidad en ambientes de alta acidez (pH < 6.0).

En suelos ácidos, la velocidad de disolución depende de factores naturales como la cantidad de agua de percolación, la porosidad del hueso, etc., y culturales como la fragmentación, alteración térmica, etc. La relación entre tiempo de depositación y disgregación de conjuntos zooarqueológicos no es lineal y depende de factores naturales y culturales interactuando en forma concurrente.

En el caso de materiales arqueológicos, el grado de fragmentación de los especímenes es un agente catalizador de destrucción ósea, ya que ofrece más superficies vulnerables de disgregación (Gordon y Buiktra, 1981; Von End y Ortner en Lyman, 1994). Los especímenes alterados térmicamente se degradan más lentamente por diagénesis debido a la pérdida de material orgánico (Stahl, 1995), aunque Knigth (1985) observa que huesos quemados se disuelven más rápido que aquellos no quemados cuando son colocados en soluciones ácidas. En general, los huesos carbonizados o calcinados sobreviven más a perturbaciones postdepositacionales, ya que son menos interesantes para los carnívoros y roedores (Stahl, 1995), importantes agentes de desorganización esqueletaría natural.

La localidad arqueológica Meliquina

La localidad arqueológica Lago Meliquina (en adelante LAM) se encuentra ubicada a 18,5 km sureste de la localidad de San Martín de los Andes, dentro del Departamento Lácar y Parque Nacional Lanín, provincia del Neuquén (ver figura 1). Sus coordenadas aproximadas son 40º 19´ latitud Sur y 71º 19´ longitud Oeste. Se encuentra a una altura de 970 msnm. El clima que caracteriza al área es frío y húmedo, típico de la cordillera patagónica. Las precipitaciones se producen mayormente durante el invierno y el promedio varia entre 1500 a 2000 mm anuales.


Localidad arqueológica Lago Meliquina

Nuestra unidad de análisis está constituida por un total de cinco agregados faunísticos, tres procedentes de un reparo rocoso (Cueva Parque Diana), dentro del cual se discriminan tres Componentes: Inferior, Medio y Superior, cuyos agregados faunísticos suman un NISP de 958 especímenes en total. Los restantes agregados corresponden a la Faja Superior y Media de un sitio unicomponente emplazado a cielo abierto a orillas del Lago Meliquina, cronológica y tecnológicamente equivalente al Componente Superior de Cueva Parque Diana, fechado en ca. 730±80 años AP (LP 1559). Este componente está asociado a ocupaciones más estables y recurrentes en contextos plenamente alfareros, y el número agregado de arqueofaunas se corresponde a un NISP de 444 especímenes. El Componente Medio, fechado en ca. 1090±60 años AP (LP 1727), presenta características de una etapa temprana de la ocupación efectiva del área, donde se destaca el uso heterogéneo de alfarería entre sitios. El Componente Inferior, solo registrado en la Cueva Parque Diana, ha sido datado en forma más próxima en 2370±70 AP (LP 1704).

Acumulación  y características de los depósitos y agregados faunísticos

Cueva Parque Diana  presenta hasta el momento una potencia mínima de 1,50 m de sedimento. Dada la ubicación del reparo, el principal agente de acumulación proviene de la disgregación natural y artificial de la roca de caja y, en menor medida, del aporte externo a partir de la depositación eólica de partículas pequeñas. Otros factores importantes han sido el uso recurrente del reparo por grupos cazadores-recolectores y otros animales que han utilizado el lugar como vivienda, madriguera, cubil o nido. Particularmente, entre los componentes Inferior y Medio, se registró un hiato en la representación de artefactos arqueológicos asociado a un desmoronamiento de rocas que tornó poco habitable el sitio, hasta que el aporte de sedimentos eólicos y vestigios animales (huesos y excrementos de roedores) regularizaron la superficie del mismo. Este proceso parece haber sido relativamente lento, ya que tardó más de 1000 años en reocuparse (ver figura 2).  Si bien se infiere cierta actividad de roedores dentro del sitio a partir de atributos de mantenimiento dental y excremento de chinchíllidos, la gran cantidad de rocas que compone la matriz de la cueva, muchas provenientes de desmoronamiento,  ofrece poco interés para permanencia de los animales de hábitos fosoriales.

La mayor parte de los roedores pequeños habrían sido transportados al sitio desde otros lugares por aves rapaces strigiformes en forma de egagrópilas, cuyo contenido parece haberse disociado y enterrado rápidamente (Stahl, 1995). La presencia de atributos macroscópicos como hoyos, perforaciones, acanaladuras, etc. característicos de carnívoros (Lyman, 1994) es muy baja o nula. Los humanos fueron también importantes agentes de acumulación y formación del depósito, principalmente a partir del Componente Superior, donde se observa en estratigrafía la sucesión de estructuras de combustión y una importante potencia derivada de su mantenimiento -carbón vegetal, ceniza, etc. De acuerdo a las modificaciones superficiales observadas en varios especímenes, como atributos de corte, percusión y la alteración térmica singular de algunos de los mismos (Lyman, 1994; Mengoni Goñalons, 1999) se sugiere que buena parte del resto de los especímenes recuperados, excluidos los micromamíferos, fueron transportados al sitio por cazadores-recolectores. También se observa la presencia de lentes de tefra en la cumbre del Componente Superior, colmatando depresiones en el suelo. Finalmente, una acumulación de rocas proveniente del saqueo de las paredes y contorno de la cueva cubre buena parte del centro de la misma.

En el caso de Lago Meliquina, las fajas altitudinales analizadas corresponden a antiguas terrazas del lago o capas frontales deltaicas, por lo que el depósito fue conformado por procesos hidrológicos (Schiffer, 1987; Lyman, 1994). La presencia de artefactos arqueológicos se encuentra restringida a sedimentos limosos entre 0,15 a 0,40 m de profundidad, y arcillosos por debajo de los  0,40 m. La matriz sedimentaria parece ser más homogénea y la presencia de rocas (gravas de tamaños menores a 5 cm de diámetro) comienza hacia los 0,60 m, donde el sedimento es muy húmedo y compacto. La ausencia de rocas esquistosas de origen metamórfico y volcánico, que predominan en el faldeo del cordón Chapelco, sugieren que el sitio no ha sido afectado por procesos gravitacionales (Tarbuk y Lutgens, 2005) en los últimos 1100 años, ya que el lugar no se trata de un abanico aluvional sino, de un delta lacustre formado por el contacto de la corriente del arroyo Las Cachañas con el Lago Meliquina. 

Debido a la distancia del sitio respecto de la desembocadura de la corriente principal (arroyo Las Cachañas), los limos y arcillas que sedimentan en este sector parecen corresponder a capas de techo (Tarbuk y Lutgens, 2005) que conforman estratos muy homogéneos (ver figura 2). Si bien el sitio está expuesto a inundaciones -por eventos fuera de lo común-, se trataría de un ambiente de baja energía (Behrensmeyer, 1975), el cual presenta sectores denudados cuya excavación expuso estructuras de combustión (rubefacción, vegetales carbonizados, rocas termóforas, huesos quemados), limitantes (postes de madera y  rasgos negativos alineados y separados por distancia de 0,40 m), estructuras de contención de arcilla, y concentraciones de artefactos cerámico y líticos que presentan secuencias de producción y remontajes que permiten inferir una buena conservación, en general, del contexto arqueológico. El ser humano, entonces, ha sido un importante agente de acumulación de artefactos en el sitio, destacándose las arqueofaunas, las cuales presentan marcas de corte, percusión, alisado y pulido, etc. El rol de agentes naturales, como la depositación fluvial, carnívoros y animales de hábitos fosoriales (Lyman, 1994) no parecen haber sido importantes en la acumulación de estos conjuntos. La vegetación habría sido un agente de alteraciones diagéneticas (desorganización y colapsación de algunos especímenes) a partir de improntas dendríticas y vestigios de raíces (que invaden intersticios, orificios, etc.) que pudimos observar en algunos especímenes. (ver figura 2


Perfiles de Lago Meliquina y Cueva Parque Diana

tabla 1. NISP  de la Localidad Arqueológica Meliquina

tabla 2 Valores de densidad mineral ósea de los cérvidos.
DO: tomado de  Lyman (1994)

 


 figura 3

 


figura 4

Los restos faunísticos de pequeños vertebrados de Cueva Parque Diana presentan una excelente conservación en todos sus componentes. Se destaca la presencia de elementos enteros de animales pequeños, principalmente roedores cricétidos y en menor medida, aves, lagartijas y murciélagos depositados por aves Strigiformes (búhos y lechuzas), valvas de moluscos de agua dulce como Diplodon chilensis y, en menor proporción aves, roedores y peces de posible procedencia antrópica.

A pesar de la fragmentación diferencial entre componentes, las valvas conservan su contenido mineral y buena parte de su cobertura proteica o periostraco. En los sitios a cielo abierto como Lago Meliquina, los animales pequeños más abundantes corresponden a Diplodon chilensis, pero en este caso, el periostraco ha sobrevivido más que las partes duras.

Entre los animales de talla más importantes se destacan los cérvidos y, en menor medida, carnívoros, con mayor variedad específica en los componentes superiores. La representación esqueletal es muy heterogénea en cuanto a sectores del esqueleto (apendicular y axial), pero presenta diferencias en cuanto a densidad mineral y alteraciones superficiales entre conjuntos a cielo abierto y bajo reparo rocoso.

La principal diferencia entre conjuntos a cielo abierto y bajo reparo rocoso, en cuanto a representación taxonómica, es la presencia de numerosos roedores cricétidos en Cueva Parque Diana. Al igual que otros reparos rocosos de la Patagonia, ha sido utilizado recurrentemente como nido o apostadero de aves rapaces (Pardiñas, 1998), quienes regurgitan las partes no digeribles (huesos, pelos, plumas, elitros de insectos, etc.) de sus presas (roedores, marsupiales, aves, lagartijas, insectos, etc.) en forma de cápsulas denominadas egagrópilas. Estas cápsulas, según condiciones particulares como ciertos reparos rocosos que ofrecen limitantes naturales, se acumulan en sectores específicos asociados a apostaderos y nidos, donde se concentra una gran cantidad de derivados de su singular coprocenosis (Andrews, 1990; Fernándes-Jalvo, 1999). La presencia de deyecciones carbonáticas en la pared de la cueva es indicador de su uso reciente (Crivelli et al., 1996), aunque en la actualidad estas aves (principalmente búhos) son ahuyentadas por el hombre por predar las crías recién nacidas de cabras alpinas introducidas para la caza en proximidades al sitio. Los cráneos, las costillas, las escápulas y los huesos coxales de los pequeños roedores son los elementos más afectados (ausentes o poco representados) como producto de los procesos digestivos, observándose una mayor proporción de ramas mandibulares con respecto al número de maxilares superiores y otros restos craneanos, así como una mejor preservación de los fémures, las tibias, los húmeros, los radios y las ulnas, representación esqueletaria característica de conjuntos depositados por estos depredadores (Kusmer, 1990). En todos los componentes se observó además, la presencia de corrosión en las epífisis de húmeros y fémures y el alisamiento de bordes de fractura sobre diáfisis de huesos largos y otras modificaciones superficiales características estas rapaces (Andrews, 1990; Fernández-Jalvo, 1999).

La meteorización en reparo rocoso resulta ser baja, mientras que los sectores a cielo abierto presentan meteorización media/alta y alta (Beherensmeyer, 1978). En cuanto a la alteración térmica, observamos diferencias entre el sitio bajo reparo rocoso y los sectores a cielo abierto. En el primero, el 19,2% de los especímenes presenta atributos de alteración térmica, mientras que en los sectores a la intemperie los porcentajes son de 66,7% especímenes alterados, principalmente calcinados y en menor medida carbonizados. La correlación entre la densidad ósea y las unidades anatómicas mínimas presenta un resultado positivo y significativo para los conjuntos a cielo abierto (r = 0,64387,  p= 0,08) y positivo pero poco significativo en conjuntos bajo reparo rocoso (r = 0,34858, p = 0,65).

Discusión

Al considerar factores de alteración post depositacionales (como serían los incendios forestales) es importante destacar que estos corresponden a procesos que deben ser analizados en cada contexto, ya que el bosque no es un ambiente homogéneo, y los locus que concentran actividad humana pueden ser muy distintos en cuanto a la estructura del paisaje en general. En el caso de Lago Meliquina, los elementos óseos con atributos macroscópicos de alteración térmica se encuentran asociados directamente a estructuras de combustión identificadas en estratigrafía. Además, la alteración térmica ha afectado predominantemente a especies de importancia económica, y se encuentra prácticamente ausente en especímenes de microvertebrados recuperados en asociación directa. Esto permite inferir que este proceso responde más a un patrón antrópico que a uno natural, como sería la exposición a incendios forestales, propuesta para otros sitios emplazados en ambientes boscosos (Arrigoni y Fernández, 2004). En el caso de Lago Meliquina (Faja Superior, sector 1) la recuperación de artefactos óseos, tanto fragmentos de instrumentos, como residuos alimenticios, han sido realizados en asociación a estructuras de combustión, lo que sugiere un patrón de descarte o reducción de residuos in situ.

Es importante aclarar que a pesar de ser Lago Meliquina un sitio a cielo abierto, está emplazado en sector de bosque sobre un delta lacustre cuya erosión natural favorece una pobre cobertura vegetal que ofrece un espacio abierto en proximidades a la costa del lago. Este mismo parece haber sido utilizado recurrentemente por sociedades cazadoras-recolectoras, al menos durante momentos finales del Holoceno Tardío; la asociación entre artefactos y estructuras, remontajes, etc. indican que durante los últimos 1100 años no habría sufrido alteraciones significativas. Otras materias primas, como el lítico, son concordantes con el registro óseo. Si bien los índices de alteración térmica en artefactos líticos son significativos, su mayor número corresponde a ciertas materias primas asociadas al acondicionamiento de estructuras de combustión, como los basaltos y las andesitas (Pérez y Cirigliano, 2007). La obsidiana es la materia prima más utilizada para la manufactura de instrumentos en Lago Meliquina. A pesar de ser muy susceptible de sufrir stress térmico (sensu Nami et al., 2000) y conservar atributos diagnósticos del mismo, su presencia es muy baja frente a otras materias primas utilizadas con el mismo fin, como las sílices. Estas últimas se encuentran en menor cantidad, pero presentan índices más elevados de alteración térmica en relación a la obsidiana. De esta manera, los vestigios que presentan atributos de alteración térmica discriminan materias primas en cuanto al lítico, especies en cuanto a óseo, y dentro de este último, se distinguen determinados grupos de tamaño. Finalmente, su distribución espacial en contextos estratificados es restringida y se concentra en asociación a estructuras o vestigios como rubefacción, rocas termóforas y vestigios con atributos de alteración térmica de variada composición que denotan la presencia de estructuras de combustión o fogones.

En suma, los sitios bajo reparo rocoso presentan mayor integridad faunística que se refleja en una baja meteorización y alteración térmica sobre especies que varían significativamente en tamaño. En cambio, los emplazados a cielo abierto se caracterizan por la sobre-representación de elementos y segmentos de elementos óseos de alta densidad ósea, los que presentan además, índices elevados de meteorización. Los escasos elementos de baja densidad mineral se encuentran en mayor medida carbonizados o calcinados. Los desechos óseos (astillas y otros vestigios no diagnósticos) presentan un patrón similar, lo que significa que los especímenes recuperados son los que por cualidades naturales como su densidad mineral o por atributos culturales, como la alteración térmica, han sobrevivido a factores bioestratinómicos y diagenéticos con más éxito. Esto significa que el proceso de disgregación ósea es relativamente lento, afectando en forma progresiva a los elementos en relación a su densidad mineral y su contenido orgánico. Es importante destacar la supervivencia de astillas pequeñas no diagnósticas y elementos diagnósticos de baja densidad mineral gracias a su alteración térmica, estando su mayoría carbonizados o calcinados. Probablemente, la baja humedad estacional del suelo, sumada a su alta permeabilidad, habrían permitido una disolución relativamente lenta de los minerales.                                        

tabla 3. pH y Fosfato del sitio Lago Meliquina

Conclusiones

Arrigoni y Fernández (2004) han postulado que la acidez de algunos suelos húmedos boscosos (como lo es su caso de estudio) redundan en baja visibilidad y resolución de los agregados faunísticos. Sin embargo, otros sitios en reparos rocosos, como Cueva Parque Diana (Pérez, 2006), Alero Los Cipreses (Silveira, 1996), y Alero Marifilo 1 (Velásquez y Adán, 2004) presentan una excelente conservación ósea, incluso en sitios con secuencias que comienzan en el Holoceno Temprano. En el caso de sitios a cielo abierto, como Lago Meliquina, Fajas Superior y Media (Pérez, 2006), los materiales faunísticos estaban en proceso de destrucción. El 90% de los especímenes recuperados se encuentran por encima de los 30 mg/cm3 de densidad mineral, umbral que divide especímenes y sectores de elementos óseos en más y menos propensos a su degradación natural (Binford, 1981; Lyman, 1994; Stahl, 1999), y buena parte de estos se han conservado por estar carbonizados o calcinados (Pérez, 2006; Pérez y Smith, 2007). Los sitios a cielo abierto de LAM presentan niveles bajos (pH 5,98 a 6.0), pero destructivos de acidez, que habrían afectado a los especímenes óseos de menor densidad mineral (ver tabla 3) que no se encontraban carbonizados o calcinados. De esta manera, la solubilidad parece ser relativamente baja. La presencia de niveles importantes de fosfato en la matriz sedimentaria confirma la disgregación de huesos. La disgregación de los especímenes de menor densidad podría acompasadamente regular los valores del pH del suelo en dirección de niveles más neutros o al menos más leves, permitiendo que los huesos más densos sobrevivan más (Pérez et al., 2007).
Finalmente, deseamos destacar que a pesar de la baja supervivencia de algunos conjuntos, y las diferencias en integridad entre conjuntos a cielo abierto y bajo reparo rocoso, el análisis de los especímenes de alta supervivencia nos ha permitido caracterizar la presencia de conjuntos originados por procesos nutritivos (sensu Marean y Cleghorn, 2003). Por lo tanto, estos elementos resultan útiles para realizar hipótesis sobre aspectos de la subsistencia y la importancia de recursos del bosque en la dieta.

Agradecimientos: Los autores desean agradecer a Estancia Parque A. Diana S.A. por su gran colaboración, especialmente a Fernando y Joaquín de Santibañes por su inestimable apoyo. A Daniel Batres por las imágenes, y a nuestro evaluador anónimo, cuyas observaciones fueron de gran utilidad para mejorar este trabajo. Los autores son los únicos responsables de los comentarios presentados.

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Fecha de recepción: 17/09/2007-
Fecha de aceptación: 29/11/2007

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