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Runa

On-line version ISSN 1851-9628

Runa vol.29  Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jan./Dec. 2008

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Performatividad discursiva y espacio(s) social(es) liminar(es)
Una propuesta de aproximación a las prácticas comunicativas de migrantes indígenas quechua-bolivianos en Buenos Aires (Argentina)

Patricia Dreidemie*

* Profesora en Letras (UM). Cursó la maestría en Análisis del Discurso (Instituto de Lingüística, UBA). Actualmente es doctoranda en Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires,  Argentina). Se desempeña como investigadora en Lingüística Antropológica (UBACyT - IL, F.F.y L., UBA) y como docente de Semiología (CBC, UBA) y de Elementos de Lingüística y Semiótica del Departamento de Ciencias Antropológicas (F.F.y L., UBA).Correo electrónico: patriciadreidemie@yahoo.com.ar

Resumen

Desde la perspectiva de la Lingüística Antropológica y de forma exploratoria, el artículo propone, a través de una indagación empírico-conceptual, un acercamiento a prácticas comunicativas de migrantes indígenas quechua-bolivianos que habitan en Buenos Aires, Argentina. La pregunta que guía el recorrido es si, y cómo, en el espacio liminar de vulnerabilidad etno-cultural, estigmatización y migrancia que habita el grupo, las formalizaciones lingüístico-discursivas emergen como recursos particulares de apropiación, (re)significación o lucha por definir lugares sociales, territorios o jurisdicciones comunes. El artículo se estructura de la siguiente manera: en primer lugar, delimita las nociones teórico-metodológicas que adopta y sobre las que reflexiona; en segundo lugar, expone la situación etnolingüística encontrada en el trabajo de campo; en tercer lugar, lista y clasifica diferentes modos de habla identificados como operantes en la socialización de la comunidad discursiva y finaliza con la ejemplificación de la operatividad reflexiva del discurso con el análisis somero de una performance registrada en terreno.

Palabras clave: Prácticas comunicativas indígenas; Espacio social liminar; Performatividad discursiva; Indices de contextualización; Quechua boliviano.

Abstract

Through Anthropologist Linguistics and exploration, the article proposes a particular approach to the communicative practices of indigenous Bolivian-Quechua migrants that resides in Buenos Aires, Argentina. The guiding question is if and how, within the liminal space of cultural vulnerability, stigmatization and migration, the linguistic and discursive formal shapes emerge as particular resources of appropriation-ness, (re)signifying or fight to establish social places, territories or communal jurisdictions. The order of the essay is as follows: first, it references and reflects on its theoretical and methodological base-concepts; second, it exposes the ethno-linguistic condition found during field work; third, it lists and classifies different speech forms identified as functional in the discursive community at socialization; and, lastly, it offers an example with a brief analysis of a singing performance gathered in the field.

Key words: Indigenous Communicative Practices; Liminal social space; Discursive performativity; Contextualization cues; Bolivian-Quechua.

"(...) every society -and hence every mode of production with its subvariants- produces a space, its own space". 
Lefebvre, H. [1974] (2001: 31)

Introducción

Desde la perspectiva de la Lingüística Antropológica (Durante, 1997), a partir de una metodología etnográfica y mediante una indagación empírico-conceptual, el artículo presenta una forma posible de aproximación al habla de la población indígena quechua-boliviana que, proveniente del sur de Bolivia, migra hacia diferentes barrios de Buenos Aires (Argentina). Su recorrido toma sentido a partir de preguntar si, y cómo, la práctica comunicativa (Hanks, 1996) se configura en lugar privilegiado donde se dirimen cuestiones de poder e identidad, se actualizan tensiones sociales y se (re)producen cotidianamente estrategias (meta)pragmáticas (Silverstein, 1993) de resistencia, lucha y re-creación de la minoría etno-lingüística en relación con el espacio liminar en el que habita: un espacio procesual de conflicto cultural, vulnerabilidad territorial, estigmatización y migrancia.

Se parte de una concepción dinámica del espacio social como campo político regulado por múltiples economías de valor que compiten históricamente (Bourdieu, 1985; 1991). Desde allí, las prácticas culturales, lingüísticas y discursivas del grupo se conciben como participantes en la constitución de territorios comunitarios, tanto físicos como simbólicos, y operantes en su regulación jurídica (i.e., en el nivel de control de sus posibilidades y significaciones) (Foucault, 1970; 1973). Desde una concepción de la comunicación como práctica social, histórica y creativa, se propone entonces, un acercamiento a los patrones de interacción verbal de una población socio-políticamente minorizada entendiendo que las formalizaciones del habla, así como son parte de procesos de reconfiguración sociocultural en el contexto inmigratorio, a la vez, son constituyentesde ellos (Hymes, 1996). De forma complementaria, se considera a los hablantes como agentes en la negociación de formas, presupuestos y valores, por lo que ingresan en el análisis, como piezas fundamentales, la dimensión de las ideologías lingüísticas y la naturaleza dialéctica de las representaciones que actualizan las prácticas.

Dado que la mayoría de los migrantes hablantes de quechua vive su cotidianeidad condicionada por lugares de subordinación, sus prácticas culturales, que podríamos llamar "de resistencia", configuran procesualmente un sistema alternativo de significados e instituciones que lucha por establecer nuevos y diferentes órdenes (Foucault, 1970). Sistema que si bien, en muchos casos, es útil al orden dominante, en otros, se vuelve disruptivo, cuestiona o busca transformar (sin garantías a priori) estructuras de poder. De esta forma, las prácticas culturales de la población indígena actúan reflexivamente (de)construyendo ideologías y formas de ocupación dominantes, al mismo tiempo que las presuponen para poder posicionarse legítimamente en el tablero interétnico. En la dimensión intra-comunitaria, la configuración (re)creativa del complejo de prácticas, al actualizar y recrear "lo común" al grupo, promueve procesos de comunalización muy valorados en el contexto inmigratorio que se apoyan en diversas estrategias de territorialización (Grossberg, 1992). Definir al espacio emergente como de "liminaridad" (Turner, 1967) implica focalizar su inestabilidad (cultural, política, social, jurisdiccional): la construcción de territorialidades vulnerables sobre un campo conflictivo de fuerzas operantes y de asimetrías con respecto al poder social.

La reflexividad discursiva en la configuración política

Dentro de la dinámica de (re)producción cultural del grupo migrante, las prácticas lingüísticas o discursivas, en tanto actualizan en sus formas estrategias de "empoderamiento" o resistencia dentro de un campo relacional, emergen como recursos particulares de apropiación, (re)significación o lucha por definir lugares sociales, territorios o jurisdicciones comunes. En este sentido, para el análisis de la performatividad de las prácticas comunicativas (su poder socio-político), la contextualización discursiva (Gumperz, 1982; 1991) adquiere un valor fundamental, tanto en la comunicación intra- como intercultural.

A través de diversos índices (no referenciales) se actualizan y negocian marcos interpretativos, presupuestos culturales y significaciones en cada performance comunicativa (Bauman, 1975), en cada interacción verbal (más allá del grado de su formalización, ritualización o espontaneidad). Estos índices pueden ser composicionales (eg, de estructura textual o secuenciación), de tono (eg, de key o clave genérica), proxémicos, prosódicos, quinésicos, de elecciones gramaticales, de selección léxica, de registro, de selección o alternancia de código lingüístico (ya que se trata de una comunidad multilingüe), como de expresiones y fórmulas de apertura y/ o cierre conversacional. Su uso estratégico activa valores, significaciones y referencias que pueden ser compartidos o no por el interlocutor. De esta forma, los procedimientos de contextualización discursiva recrean fronteras identitarias, fortaleciendo estrategias de reconocimiento, solidaridad o resistencia, como así también de sustitución o transformación de recursos etno-culturales en función de necesidades contextuales. Se trata, entonces, de analizar la presencia de operadores (meta)pragmáticos cuyos valores son calibrados (Silverstein, 1993) durante la interacción sobre un escenario conflictivo; y cuya recepción e interpretación delimitan, desde la práctica comunicativa más cotidiana o más marcada, espacios discursivos donde se diseñan, modifican y legitiman posiciones, poderes (eg, quién impone el marco interpretativo/ cultural "adecuado") entablándose relaciones sociales, muchas veces duraderas, con diferente grado de dominación y subordinación.

Explorar tanto la significación referencial (aquello que se comunica denotativamente) como el nivel indicial de las performances (aquello que hacen, arrastran y connotan), coloca en el centro del análisis la reflexividad discursiva: el plano del significado que codifica convencionalmente la relación de cada nivel del evento discursivo con el marco interpretativo que se busca imponer y del cual cada estrategia discursiva extrae su fuerza ilocucionaria socio-política. En este sentido, las prácticas comunicativas colaboran en la conformación tanto de textos como de contextos, redefiniendo orientaciones interpretativas y relaciones sociales que trascienden lo circunstancial de los eventos comunicativos.

En el caso que nos convoca, los operadores meta-pragmáticos convencionalizados que regulan las prácticas comunicativas de la población indígena dentro del marco migratorio constituyen, entre otros, índices performativos (eg, lengua, vestimenta, circuitos de movimiento, ámbitos o redes organizativas o laborales, festividades u otras ritualidades), recursos disponibles a procesos de etnicización y/ o reposicionamiento socio-político que son empleados más o menos conciente e intencionalmente por parte de los individuos. En la dimensión comunitaria y entre diferentes estrategias de territorialización, los operadores meta-pragmáticos de la práctica comunicativa constituyen índices formales con consecuencias jurídicas en el espacio interaccional en el que se mueven las personas.

En este sentido, la perspectiva adoptada pone entre paréntesis el concepto restringido de "lengua" empleado en la mayoría de los departamentos de lingüística (donde es entendida como "gramática") para analizar el rol de la socialización en la lengua y a través de la lengua: la construcción de un tejido por el que el grupo se haceespacio en el nuevo contexto. Así, el  análisis lingüístico-discursivo conforma una vía (entre otras posibles) para acceder a la transformación etno-cultural de una minoría etno-lingüística, a través de incorporar no sólo el examen de los aspectos estructurales de la lengua sino también la significación socio-política de la competencia comunicativa (Hymes, 1972): los sentidos de pertenencia que son mediados por y, a la vez, mediatizan las formas y dominios de las prácticas comunicativas.

Desde el campo

Una primera aproximación socio-lingüística a las formas de habla de los migrantes indígenas quechua-bolivianos que circulan por Buenos Aires, permitió la observación de un fenómeno multidimensional que articula estrategias de poder social (disimulo, reivindicación, defensa o desafío) con prácticas lingüístico-discursivas que son re-significadas y transformadas en función de contextos dinámicos e intereses.

En primera instancia, pudo observarse, en la transmisión intergeneracional, el progresivo abandono del quechua en favor del español (una lengua política y económicamente más poderosa). Al mismo tiempo, es notorio el uso revalorizado de la lengua indígena, donde emergen fenómenos de contacto o sincretismo con la lengua dominante. Es decir, la presencia de las dos lenguas, el quechua y el español, y la interacción de la población boliviana con la sociedad global parecen promover en la lengua indígena procesos paralelos y, probablemente, interrelacionados: por un lado, el de retracción de la lengua de herencia; y, por el otro, procesos innovadores donde el español se introduce en el habla cotidiana de las personas, también cuando se expresan en quechua, lo que emerge como una especie de "sincretismo lingüístico" (Hill y Hill, 1986). Se intuye que mediante estos procesos de transformación lingüística que se documentan sistemáticamente en terreno, los hablantes renegocian indexicalmente en cada ejecución los significados político-identitarios que el código involucra (su pérdida, mantenimiento o transformación).

A su vez, en el nivel de las actitudes y valoraciones lingüísticas y dentro de la dinámica de una economía simbólica que involucra a ambas lenguas, los hablantes han construido una clasificación local de sus formas de habla que diseña un continuum valorativo de categorizaciones donde se distingue "quechua puro" (o "puro puro"), "quechua cerrado", "quechua legítimo", "quechua mezclado" y otras formas de base hispana. Entre todas, "el quechua mezclado" o "chapuSqa" (en quechua, "revuelto") es la categoría que refiere a la forma de habla que reconocen como propia los migrantes con los que se ha trabajado, la que dicen: "se entiende bien". Ellos, además, señalan este nuevo código comunicativo como "diacrítico comunitario": como rasgo que media el sentido de pertenencia al colectivo social (lo que constituiría un valor socio-político significativo).

También, se ha documentado que sobre este "nuevo modo de habla", se sostiene un variado repertorio de patrones genéricos (narraciones, chistes, canciones, duelos verbales, etc.) que conforma parte del  patrimonio cultural de la comunidad de habla local, por lo que moviliza su socialización lingüística (Ochs y Schieffelin, 1986). En este sentido, un aspecto clave en la dinámica de (re)creación socio-cultural y política de la población, tanto en los contextos intra- como inter- culturales, parece sostenerse sobre el (des)orden de los patrones de habla o "géneros discursivos" (y en las distancias intertextuales que sus formas imponen); los que, en terreno, adquieren un alto poder performativo en la promoción y (des)articulación de espacios comunitarios. En lo que sigue, se hará énfasis en este aspecto.

2.1. Sobre el concepto de género discursivo

El concepto de género discursivo establece lazos entre las prácticas discursivas (en sus dimensiones tanto verbales como no verbales) y la configuración de espacios sociales; lo cual es comprendido como una dinámica relacional "intertextual" que vincula sistemáticamente determinadas prácticas de producción de sentido con determinados espacios sociales, por lo que opera en la delimitación de lo propio/ lo ajeno a la comunidad discursiva.

En este sentido, en la indagación teórica sobre el concepto de género y en su exploración empírica adoptó una postura crítica en relación con aquellas perspectivas que afirman la existencia de rasgos inmanentes en los discursos y sostienen la presencia de invariantes integradas en sistemas genéricos de gran consistencia interna y, en general, mutuamente excluyentes. Siguiendo la propuesta de Bauman y Briggs (1992), de Hanks (1996) y actualizando conceptos claves de Bajtín (1982), el recorrido incorpora una perspectiva alternativa sobre el género que ubica sus distinciones "no entre los textos sino entre las prácticas utilizadas para la creación de relaciones intertextuales con otros cuerpos de discurso" (Bauman y Briggs, 1992).

A partir de este concepto y del de "distancia intertextual" (Bauman y Briggs, 1992), es posible analizar cómo, en la dinámica social, los rasgos emergentes y residuales (Williams, 1977) de las prácticas comunicativas indexicalizan (acercan/ alejan, cuestionan y modifican) lugares, fronteras y adscripciones a determinados colectivos sociales o "comunidades imaginadas" (Anderson, 1983) a través de legitimar presupuestos culturales (parcialmente) compartidos (operaciones de subjetivación, repertorios retóricos, valores y significados). Por medio de diferentes recursos formales y/ o funcionales, la selección de un "modo de habla", por un lado, habilita el acceso a un reservorio de recursos de entextualización (Briggs y Bauman, 1992)reconocibles entre ejecutantes y audiencias "autorizadas"; y, por el otro, recrea marcos de participación al delimitar posiciones sociales relativas y trayectorias políticas posibles entre interlocutores, con lo que a través suyo se define, finalmente, la pertinencia y validez de las interpretaciones en juego. Por ello, es posible decir que sus (ir)regularidades conforman la "arena conflictiva"donde la estructura formal de la práctica comunicativa reencuentra el carácter dinámico y heteroglósico, esencialmente social y cultural, que la trasciende.

Poética e interacción social: la conformación de un "espacio trenzado" en común entre los migrantes hablantes de quechua-boliviano en Buenos Aires

La formulación de una posible tipología de géneros discursivos que den cuenta del arte verbal de la población hablante de quechua-boliviano en Buenos Aires (que a pesar de ser una población historicamente migrante, haberse esparcido geográficamente y de tener profundas diferencias en su interior, posee una clara conciencia de su pertenencia identitaria) es una tarea pendiente. A pesar de la gran diversidad de orígenes de sus miembros, la migrancia, la acción evangelizadora de distintas iglesias, la accidentada escolarización de los niños y la pobreza generalizada que acecha sistemáticamente, la población quechua-boliviana residente en zonas semi-urbanas de Buenos Aires y posee una importante producción verbal relativamente formalizada que es (re)transmitida, en su mayoría de forma oral, en los numerosos ámbitos que se territorializa el encuentro entre paisanos. A su vez, la mayoría de las formas genéricas observadas se manifiesta cotidianamente en diferentes estilos y versiones. En conjunto, se configura un repertorio amplio que, dada su alta capacidad de adaptarse y recrearse según intereses pragmáticos específicos, posee vigencia actualmente y mediatiza la socialización lingüística del grupo.

Si bien la existencia de los diferentes géneros y el reconocimiento de los significados sociales implicados no es un conocimiento extendido (además difícilmente explicitado) en el sentido de conformar "la conciencia nativa" de todas las personas, la habilidad y la destreza en la ejecución de los diferentes modos de habla, son cualidades valoradas y reconocidas en diferentes ámbitos. Por ejemplo, son competencias claves para la configuración de líderes (políticos, religiosos, recreativos o de asistencia social), quienes con frecuencia adquieren habilidad para re-significar recursos tradicionales y crear nuevas estrategias contextualizantes con el fin de beneficiar intereses pragmáticos situados. En este sentido, en la práctica discursiva, los individuos ejecutantes recurren a su propia creatividad, al tiempo que se apoyan en recursos presupuestos y tradicionales que posee la lengua y la cultura de sus comunidades: léxico, gramática, normas de interpretación pragmática, conocimiento cultural y simbolismo, sistemas de géneros y estilo, reglas para la efectiva ejecución.

2.3. Formas de comunicar, formas de significar, formas de posicionarse. El corpus

A continuación se listan particulares eventos interaccionales que, dada su recurrencia formal (estructural, temática y/ o estilística) fueron documentadas en terreno, mediante la observación y participación en contextos naturales de comunicación. En la selección de los materiales se priorizó la emergencia de formas públicas, en que experiencias colectivas configuraron espacios discursivos comunes en el contexto migratorio argentino. Su identificación se fundamentó en el examen de las "claves genéricas", estrategias formales que, en el proceso de su estructuración, indexicalizan marcos interpretativos y presupuestos culturales. En el caso analizado, se percibió que ellas se apoyan fuertemente en la estructura retórica de los discursos: en especial, a través del componente prosódico, la marcación modal, la unidad textual de la línea, la proxemia y el uso diferencial de las lenguas y del código sincrético.

Los géneros que son presentados son tipos de discursos que si bien, son reconocidos colectivamente, no siempre reciben una denominación específica en quechua ni en quechuamezclado. Por otro lado, si bien en conjunto forman una taxonomía propia, son relativamente propios de contextos específicos y poseen valor en sí mismos en cuanto a la finalidad de su uso. Entre ellos, las distinciones no son fijas o excluyentes, más bien, forman espacios textuales, en muchos casos, superpuestos e interconectados, ambiguos y "mezclados" que, en la práctica comunicativa se presentan altamente permeables. El material constituye sólo una exploración inicial y circunstanciada sobre un mundo discursivo, rico y desconocido, en el que será necesario ahondar en próximas investigaciones. Finalmente, es relevante señalar que con el objetivo de registrar modos de habla no se realizó una pre-selección de hablantes en el sentido de intentar encontrar aquel ejecutante "más competente para la performance", lo que podría favorecer la reproducción de prejuicios e ideologías propias (del lingüista) y ajenas al grupo. Los materiales fueron ejecutados por personas "comunes" que no se consideran (ni son consideradas por sus pares) "las mejores" en la representación genérica pero que en su quehacer cotidiano tienen incorporadas estas prácticas. (ver imagen 1)

2. 4. Hacia una clasificación etno-política de las prácticas comunicativas

A partir de la documentación y al análisis de los diferentes modos de habla, se han distribuido los materiales en tres clases (como se observa en el cuadro anterior) según el eje del "control" que alcanzan los participantes. Este ha sido definido analizando fundamentalmente, dos dimensiones interrelacionadas en la interacción: por un lado, el proceso de entextualización y, por el otro, la calibración interaccional de los significados (Silverstein, 1993). Es decir, se ha analizado primero "la competencia en la ejecución" (Briggs, 1988):la habilidad de uso de estrategias retóricas intertextuales a través de las cuales los hablantes delimitan unidades significativas a partir de actualizar presupuestos culturales. En segundo lugar, se ha observado el acceso que logran los participantes del evento al rol político de agencia y poder en la negociación dramática por la imposición de marcos interpretativos. Mediante ambas operaciones, los migrantes (re)definen lugares sociales y "crean contexto(s)".

En la clase I, se reunieron algunos patrones genéricos que, si bien ingresan en la conflictividad política que todo género codifica, poseen una orientación relativa hacia la presuposición cultural, reforzando, a partir del uso de diferentes estrategias tradicionales de entextualización, "contextos" o marcos interpretativos compartidos y aceptados por la comunidad. En la clase II se reunieron eventos comunicativos que ingresan en la "arena de performance" orientándose tanto hacia la presuposición cultural como a la (re)creación contextual del espacio comunitario. Estos eventos, por un lado, promueven la continuidad de prácticas tradicionales (especialmente, en marcos de participación, patrones retóricos, rítmicos, modales y proxémicos) pero por otro lado, también modifican el medio en el que las personas viven sus cotidianeidades introduciendo sutiles desplazamientos jurídicos (a través de tópicos, referencias contextuales inmediatas, re-significaciones, etc.). Se trata de prácticas comunicativas que atraviesan una diversidad de campos experienciales y una pluralidad de representaciones, pero que, en conjunto, proyectan indexicalmente una coherencia dinámica que unifica bajo un modelo cultural (parcialmente) homogéneo "el lugar" donde las personas se posicionan. Finalmente, en la clase III fueron expuestos eventos comunicativos donde las claves de contextualización se constituyen en estrategias fundamentales que los participantes utilizan para imponer marcos de interpretación sobre una arena políticamente conflictiva de calibración interaccional. El poder reflexivo de su uso muestra a estas estrategias como mecanismos profundamente (re)creadores de prácticas sociales de control, de (re)definición de relaciones identitarias y de procesos comunalizantes.

De esta forma, un eje graduable organiza la clasificación. Su polos señalan cada una de las dos orientaciones (siempre relativas y conjunturales) que implica el concepto performance: por un lado, la de presuposición, que acentúa el valor de la ejecución como despliegue de competencias estéticas que se sostienen sobre significados y valoraciones culturales compartidos por un grupo social; y por el otro, la orientación creativa, que focaliza la ejecución en tanto práctica social emergente que genera y transforma identidades y relaciones sociales en el marco de procesos históricos en marcha. Sobre este eje imaginario, fueron organizados los modos de habla identificados según tres clases diferenciales (I, II y III) que se ubican en lugares (no excluyentes) dentro de un continuum: según sus procesos de contextualización se orienten (o tienden) hacia la presuposición -cultural/ política- (clase I) o hacia la creación, el cuestionamiento o la transformación de los lugares socio-políticos (clase III).

La presente investigación se realizó en el marco de dos proyectos de investigación: UBACyT F049 (programación científica 2001-2003) y UBACyT F172 (2004-2007), ambos dirigidos por Lucía Golluscio.

Se trata de una población que proviene mayoritariamente del Departamento de Potosí, que a través de la migración, traspasa varias fronteras: nacionales (de Bolivia a Argentina), étnico-identitarias (eg, de "indígenas" o "campesinos" a "paisanos"), residenciales (de vivir en áreas rurales pasa a vivir en zonas semi-urbanas), y, lingüísticas (según varios investigadores el desplazamiento lingüístico, del quechua en favor del español, está en marcha) (Hornberger y King, 2001; Dreidemie, 2006; entre otros).

El concepto de liminaridad es desarrollado por Turner (1967 y ss.), un antropólogo preocupado por el rol de la simbología, el ritual y la performance en la reproducción cultural y en el mantenimiento de la solidaridad social. Desde su conceptualización dialéctico-estructural, la liminaridad se define como una zona que reúne intersticios y márgenes de la estructura, es decir, posicionamientos sociales que no participan del orden imperante y que se relacionan con los niveles inferiores de las jerarquías de poder. Lo liminar constituye un espacio social móvil e inestable, de "pasaje", desde donde se pueden deconstruir clasificaciones y generar nuevos modelos/sistemas culturales capaces de reconfigurar las relaciones sociales.  Configura un "espacio de frontera" (no una "línea" sino una zona) tanto geográfico como simbólico que no necesariamente responde a topografías estatales pero que, en su dinámica, altera las fronteras del tipo que sean (nacionales, regionales, étnicas, lingüísticas, u otras). La noción favorece al estudio de las prácticas comunicativas "liminares" o "mezcladas" (quechua/español) y emergentes en tanto "contextualizantes" (Gumperz, 1991): funcionales a la producción del espacio interaccional.

Siguiendo a Foucault, jurisdicción refiere aquel espacio dominado por reglas establecidas desde ciertos lugares de poder y sistemas de control que posibilitan la emergencia de subjetividades específicas, lugares sociales, posibilidades políticas y determinan los efectos que adquieren las prácticas cotidianas de las personas.

Se interpreta la noción de ideología lingüística no sólo como el análisis de la tematización en el discurso sobre el vínculo entre lengua y vida social sino, además, como la consideración de significados implícitos, no dichos, que se reproducen en las prácticas discursivas y que permiten inscribir los significados como parte de prácticas sociales: "el lenguaje y la significación son inseparables de la materialidad y la acción" (Woolard, Schieffelin y Kroskrity, 1998: 319).

La variedad del quechua hablada por la población seleccionada es conocida como "quechua cuzqueño-boliviano", también clasificada como "meridional" o "sureño". Es identificada como QIIC según la clasificación más aceptada (Torero, 1964; citado en Cerrón Palomino, 1987). Habitualmente se identifica a sus hablantes como "quechua-bolivianos", donde "bolivianos" no hace directa referencia a la nacionalidad "oficial" de las personas, que puede ser variada dada la tradicional migrancia. Los hablantes, en general, de todas formas adscriben a la identidad boliviana por identificarse con la colectividad, sus lugares de origen, creencias y costumbres.

En la investigación que se presenta, el concepto de "órdenes" responde más al de "(des)órdenes" ya que se focaliza la pluralidad posible y la lucha por la imposición de reglas. Se interpreta el concepto en el sentido foucaultiano pero no hablando "de" o "desde" los límites de los sistemas sino tomando posición (en el lugar más cercano posible al de los mismos hablantes) "en" el espacio que construye el límite mismo entre sistemas que se superponen

La concepción del "poder" que se emplea sigue a Grossberg (1992), no refiere una lógica universal ni una experiencia subjetiva. Es al mismo tiempo limitada y productiva: produce diferencias, da forma a relaciones, estructura identidades y jerarquías, delimita complejidades, diseña fronteras, reduce contradicciones, y también habilita prácticas, identificaciones y potencia individuos sociales.

El término "comunalización" pertenece a Brow (1990). El autor lo define como el proceso que interviene en la constitución de "sentidos de pertenencia" de personas culturalmente situadas, a partir de compartir, por ejemplo, un sentimiento de solidaridad, un entendimiento (afectivo y cognitivo) de una identidad común, patrones de acción cuya forma es determinada históricamente, valoraciones específicas del pasado y proyecciones y expectativas sobre el  futuro (su devenir "común").

Para este trabajo se toma en el concepto de maquinarias de territorialización desarrollado por Grossberg, quien tomando de base la teoría foucaultiana (1970, 1973 y ss.), las define como procesos de construcción de regímenes de jurisdicción o poder que sobre una dinámica conflictiva y a partir de habilitar "modelos de identidad y diferencia social", prescriben lo que los sujetos pueden hacer (sus mapas de posibilidades), sus procedimientos, orientaciones y efectos. Del mismo autor, la noción de "movilidad estructurada" permite pensar, espacialmente, la dinámica de esta maquinaria en función de los condicionamientos que impone habilitando a unos y deshabilitando a otros en la adquisición de ciertos recursos.

"Una acción comunicativa que involucra a los ejecutantes, una forma artístico-ritual y un público en un espacio específico" (Bauman, 1975: 4). Su análisis permite focalizar "el nexo entre tradición, práctica y emergencia" (íd. 48).

La perspectiva teórico-metodológica que se adopta en esta investigación tiene como antecedente "de la casa" lo desarrollado por Ramos (2003).

Desde una perspectiva comunicacional, tanto Grimson (1999) como Caggiano (2005) analizan varios de los aspectos señalados.

Diferencialmente, según cargo, liderazgo, posicionamiento, legitimación comunitaria.

Es pertinente analizar el código lingüístico, su gramática, pero también patrones y pautas de interacción comunicativa, la "gramática interaccional y socio-lingüística", que involucra, por ejemplo, el análisis de aquellos índices (prosódicos, modales, corporales, etc.) que señalan cómo deben ser interpretadas las palabras (o los silencios) en una situación particular, cuándo es pertinente el habla, cuándo la risa, cuando lo que se espera es el silencio, cómo se regulan los "permisos" para la toma del turno de habla y los valores que adquieren los diferentes recursos. Con frecuencia, los "desencuentros" en este nivel (eg, entre personas que no participan de la misma comunidad de habla) devienen en evaluaciones peyorativas que usualmente se sostienen sobre parámetros actitudinales (eg, se dice que los bolivianos son "parcos, "desconfiados", "cerrados").

Desde el año 2001, se realiza trabajo de campo, recolectando materiales de primera mano, en diferentes barrios donde los migrantes hablantes de quechua-boliviano se han ido asentando (eg, Liniers, Morón, Villa Soldati, Flores, Puente La Noria). Actualmente, el análisis se concentra en la zona de "quintas" ubicadas en los partidos de Escobar y Pilar: en los sembradíos de producción fruti-hortícola que conforman parte del "cordón verde" de la ciudad y donde la mano de obra la aportan mayoritariamente los inmigrantes bolivianos, mayoritariamente indígenas que viven y trabajan en condiciones muy precarias.

Por ejemplo, son frecuentes los préstamos, la relexificación, la refonologización, la convergencia estructural o funcional, la reinterpretación de formas, la re-semantización, la recreación de pautas productivas vernáculas; en el nivel discursivo, la alternancia entre códigos, la emergencia de estrategias de seguimiento referencial vernáculas y la re-configuración de patrones genéricos tradicionales incluso más allá del uso del español. Por otro lado, históricamente las estrategias interétnicas a las que acudieron muchas de las poblaciones indo-americanas se basaron predominantemente en la "negociación", que se planteó tanto en el campo militar, en el económico y cultural (Golluscio, 2006). Por ejemplo, muchos testimonios señalan que la adquisición precoz del español y de sus pautas comunicativas junto a estrategias de resistencia -mimetización, invisibilización, la enseñanza "clandestina" de pautas culturales de herencia o el disimulo- se practicaron como medios para mejorar las condiciones desventajosas de lugares sociales y (des)prestigios en los que se encontraban fijadas las personas.

En el "chapuSqa" convergen, se "mezclan" y compiten en la interacción cotidiana dos sistemas lingüísticos: el español y el quechua, conformando un código de solidaridad intra-grupal (en apariencia) ininteligible para los extraños o vecinos. Según la muy incipiente investigación lingüística sobre lenguas surgidas en situación de contacto/ conflicto socio-cultural, la función de ser marcador saliente de una identidad étnica grupal parece ser prototípica del tipo de "lenguas mixtas surgidas en contextos de multilingüísmo". Probablemente sean estas, además, las razones sociales de su génesis (Thomason, 1996: 4).

El término hace referencia a la operación de "acomodar en texto o producir textualidad" a partir de elementos de diversa naturaleza.

Como sucede en la re-funcionalización de las formas de canciones tradicionales para usos políticos actuales (eg, tal como se efectivizó en la campaña electoral del actual presidente de Bolivia, Evo Morales).

Los modos de habla citados son analizados en profundidad en Dreidemie (2006).

Ambas orientaciones están perfiladas en los planteos que Foucault proyecta para el aálisis de los dispositivos discursivos que, según él, sostienen "la historia política del conocimiento". En términos de este filósofo, se trataría de prácticas orientadas hacia "el comentario" meta-cultural (Urban, 1991): aquellos textos orientados hacia "la disciplina" (el primer polo o clase I al que se hizo referencia); u orientadas hacia la instalación de nuevos órdenes jurídicos de control sobre el "poder pensar/ hacer", lo que se identifica con el segundo polo de este eje de clasificación (o clase III). (ver imagen 2)

Eje utilizado para la clasificación del corpus

Como ambas orientaciones conforman una dinámica de contextualización que siempre posee las dos caras y que se sostiene sobre marcos de participación que (también siempre) están en juego, no se implica con esta clasificación la posibilidad de que un género, por aparecer como menos/ más flexible en relación con "lo tradicional", excluya categóricamente la otra orientación; sino, más bien, se intentó organizar el corpus evaluando en cada caso cuál de las dos orientaciones, inherentemente pragmáticas, tiene más peso (relativo) en el modo de habla tal como se ha registrado en terreno. Por otro lado, también se interpreta que cualquier índice de contextualización, en función de su operación reguladora o "enmarcadora" de las significaciones del discurso, es "multifuncional"; es decir, como "signo triple" (Silverstein, 1976; Briggs, 1986). Además de orientar ciertos referentes, actualiza asociaciones paradigmáticas, actualizando marcos interpretativos y usos convencionales de las formas dentro de un espacio de relaciones sociales -conflictivas- donde cada grupo, sobre la profundidad de usos y significaciones posibles, intenta acentuar "el decir" (tanto énfasis como silencios) de manera que exprese sus experiencias y aspiraciones sociales. A partir del criterio expuesto, quedan configuradas las siguientes clases:

Clase I, modos de habla donde el rango de variación de las pistas expresivas es menor: se trata de ejecuciones asociadas con tipos recurrentes de situaciones (Hymes, 1977) y donde las interpretaciones de los participantes están fuertemente orientadas en sentidos específicos y especializados. Formalmente, son modos de habla definidos por fenómenos lingüísticos, retóricos, estilísticos, paralingüísticos y situacionales que, en todos los casos, implican una ruptura con el devenir discursivo ordinario y no marcado. Cuando el hablante recurre a un modo de hablar de esta clase, remite a textos descontextualizables, "más fijos", que se transforman, en el transcurso de la ejecución, en textos interaccionales, pero donde las ambigüedades y lagunas del ejecutante pueden ser decodificadas y completadas fácilmente por audiencias competentes comunicativamente (Hymes, 1972; Gumperz, 1984). La ejecución, siempre condicionada hegemónicamente, introduce en estos textos una "fuerza centrípeta" que acerca a los hablantes a un modo de hablar común y "monoacentuado" (Voloshinov, 1929) que refuerza el "patrimonio común" del grupo social. Del corpus que fue registrado, se reúnen en este grupo las historias de los abuelos (textos narrativos tradicionales), las rutinas de requerimiento (duelos verbales ritualizados), el evento de despedida (práctica fúnebre), y un relato experiencial que sigue un pautamiento altamente convencional.

En el otro polo del eje (clase III) reúne modos de habla donde el rango de variación de las pistas expresivas es máximo: se trata de textualidades interaccionales donde quedan representadas las "fuerzas centrífugas" de la diferenciación que hacen visible y evidente la multiplicidad de acentos e intenciones que portan los signos (Bajtín, 1982). En esta clase de textos "menos fijos" o "más flexibles", la interrelación entre distintos eventos discursivos pone en evidencia que diferentes voces y puntos de vista, intervienen renegociando significados y relaciones sociales más allá de los límites acotados a una determinada interacción. Por ejemplo, de este corpus, ingresan en este grupo: las bromas. Ellas constituyen recursos discursivos valiosos que las personas emplean para resaltar los límites y las contradicciones de contextos que, aún conflictivos, regulan sus prácticas y condicionan sus posibilidades de movimiento. Estos contextos, sostenidos sobre marcos de interpretación específicos, se hacen ostensibles en la reflexividad de los modos de habla de clase III por lo que, desde el discurso, queda habilitado su cuestionamiento. Finalmente, a través de estos modos se expresan deseos y rebeldías sobre el orden hegemónico con lo que, por el carácter subversivo que constituye la naturaleza de la clase III, los hablantes proyectan y operan cambios posibles, desde la performatividad de la práctica discursiva.

Entre la primera clase y la tercera, la clase II se configura por aquellos modos de habla que apoyándose fuertemente en recursos tradicionales que se repiten en cada ejecución, introducen solo parcialmente innovaciones que afectan el posicionamiento social de los participantes, y modifican sutilmente "el mapeo de sus posibilidades" como miembros de un grupo social específico. Se trata de una clase que adquiere fundamental importancia porque sus modos son extendidísimos y hacen a la normalidad de la vida de las personas. Es decir, de las tres clases, ésta es la que reúne las prácticas genéricas de mayor presencia/ frecuencia en la cotidianeidad de los migrantes. Son, en estos términos, las "menos marcadas" desde una perspectiva nativa.

En resumen, el criterio de clasificación que ha sido construido para organizar el corpus, evalúa en los modos de habla su orientación (relativa) hacia la (re)producción tradicional (clase I), "del contexto hacia el texto": donde las claves de contextualización -esperables- operan como asistentes para alcanzar la interpretación "legítima"; o inversamente, hacia la interacción social (clase III), "del texto hacia el contexto" con foco en la performatividad territorial sobre el mapa de posibilidades de los participantes, donde las claves de contextualización (menos referenciales y más sostenidas por presupuestos) se constituyen en herramientas fundamentales de lucha política capaces de modificar marcos de participación, lugares y territorios sociales.

Tejiendo espacio(s) a través del canto. Un ejemplo de performance. Clase II

El siguiente registro pertenece a un género frecuente en la comunicación entre migrantes quechua-bolivianos que residen en el Gran Buenos Aires. Se trata de una canción que fue seleccionada de un corpus de performances ejecutadas "a capella" en situaciones de encuentro comunitario, y que se registraron durante el trabajo de campo.

Como práctica, el "cantar" o "taki-y" pone en evidencia la vitalidad lingüística y cultural de etno-poéticas comunitarias que se (re)crean continuamente en diferentes contextos: en eventos sociales (al finalizar el día de trabajo, en casamientos, cumpleaños, fiestas patronales, etc.), también acompañan actividades cotidianas (eg, las  mujeres cantan mientras tejen, tiñen o producen pan para el grupo). A través del canto y mediante la recreación continua de un patrimonio común de particulares, modos de ejecución que sobre ciertos moldes se renueva constantemente, las personas comparten experiencias individuales o colectivas (eg, improvisando wayñus que narran lo acontecido en el día), interpretan situaciones cotidianas, entregan energía a la naturaleza (eg, por medio de las canciones de siembra), participan en prácticas rituales (eg, la celebración de un casamiento, de paskuwa -oratorias-), transmiten la memoria colectiva e incluso, se enfrentan en competencia mediante el takipayay, una especie deduelo cantado. Como resultado performativo, la práctica actualiza patrones de interacción dentro de la comunidad de habla local y refuerza lazos de pertenencia social recurriendo a recursos variados: desde la música, apoyándose en moldes rítmicos y estructuras de versos tradicionales que distinguen los diferentes tipos de canciones; y desde las letras y sus formalizaciones, incorporando tópicos y recursos tradicionales junto a referencias contextuales próximas a los participantes. Esto sucede más allá de la migración, en muchos casos, a pesar del cambio de código (hacia el español); lo que se observa, en el ejemplo transcripto, desde el título del texto: Laqiyakamanta.

1. Partitura de la performance registrada:

*Se trata de tiempos aproximados (no exactos).

2. Texto:

'La.qi.'ya.ka.-mán.ta ´
La Quiaca-ABL              
La Quiaca
cru.sar.-qa.-.-ni.
cruzar-TOP-TRANSLOC-1S
yo me crucé
´kuskan ´pu.in..-pi    
medio      puente-LOC 
en el medio del puente

´sa.ya.-chi.-.-sha-n.
parar-CAUS-1O-ASP/DUR-3S
me está deteniendo

'du.cu.men.tú-y.-ta   
documento-POS1-AC 
mi documento

'wa.tu.-wa.-sha-s.qá-n.-ku
preguntar-1O-ASP/DUR-PAS-3S-MEDIOPAS
me estaba preguntando

´pa.sa.pur.tí-y.-ta       
pasaporte-POS1-AC     
mi pasaporte

´ma.ña.-wa.-shá-s.qa-n
pedir-1O-ASP/DUR-PAS-3S
me estaba pidiendo

a.su.pay  a.ka-š.qa-n  
diablo       estiércol-PAS-3S  
maldito (insulto)

jin.dár.mi
gendarme
gendarme

´ku.ti.-chi-y.-ta.-taj
volver-CAU-NOM-AC-ENF
hacer volver

mu.na.-wa.-shá-s.(qa)
querer-1O-ASP/DUR-PAS
(encima) cachorro me quería'

"Laqiyakamanta" que significa "desde La Quiaca", refiere a uno de los dos pasos "oficiales" que se encuentran en la frontera entre Bolivia y Argentina (los que unen las ciudades de La Quiaca-Villazón y Pocitos-Yacuiba) donde las personas enfrentan, en general de forma conflictiva, los controles de migración. En el título de la canción, ya se observa cómo los migrantes "se apropian" del nombre de la ciudad argentina adaptándolo al molde fonológico y silábico de la lengua vernácula, donde no se permiten diptongos, y sufijándolo según la morfología quechua (en este caso, con -manta: morfema alativo).

El wayñu -tal como nos fue presentado- fue ejecutado por una señora quechua-hablante en el ámbito de un taller de costura, durante un descanso del trabajo. Ella canta, de a ratos, a dúo acompañada por su marido. La colocación de la voz en un tono agudo distingue una cualidad particular de modificación de la voz destacable en la performance analizada que ancla en formas andinas de expresión. Por otro lado, siguiendo un patrón genérico tradicional quechua, la ejecución se sostiene sobre un sistema escalar (tonal) pentatónico y un patrón rítmico (dominante) de pie binario.

Si se analiza la métrica de la canción y su estructuración retórica, se observa que mediante diversos recursos (sostenidos fundamentalmente sobre la repetición, el paralelismo, la regularidad de las pausas y el movimiento melódico), son las líneas las que estructuran el género analizado. En este sentido, concuerda con lo que proponen numerosos autores que han estudiado diferentes lenguas indígenas de América (Tedlock, 1983; Hymes, 1987; Sherzer, 1983; Woodbury, 1985, 1992; Messineo, 2003; Mannheim, 1999 -este último sobre textualidades andinas-; entre otros) quienes postulan, desde diferentes perspectivas, que el arte verbal amerindio está organizado según unidades discursivas que llaman "líneas" por lo que constituye una especie de "poesía" (Hymes, 1987).

Su entextualización se acomoda a una estructura cerrada, de unidad temática y límites establecidos. En este sentido, la macro-estructura de la canción, su estructura retórica (Woodbury, 1985), se organiza en dos secciones: una primera sección que abarca las primeras ocho frases fonológicas (cuatro coplas o frases entonacionales) y una segunda sección o "coda" que reúne las cuatro últimas frases (dos últimas coplas). Entre sí, las diferentes secciones poseen grillas acentuales diferenciales y, en la transcripción musical, puede observarse que entre ellas se produce un cambio de compás, de cifrado 4/8 a cifrado 4+2/8. Siguiendo las recomendaciones de Vega (1941), en el tema transcripto se reconocen en la primera sección "frases perfectas" y en la segunda, una alternancia entre frases perfectas e imperfectas. Esta (ir)regularidad funciona en concordancia expresiva con lo que el texto de la canción verbaliza.

En la canción, el patrón acentual de la lengua, tal como se lo describió en trabajos previos (Dreidemie, 2006), se sobrepone a los beats (golpes rítmicos) esperados según la estructura musical. La demanda rítmica de ambos moldes genera "zonas de conflicto" (Hayes, 2005) en la intersección de frases fonológicas (e incluso entre frases entonacionales), lo que encuentra soluciones diferenciadas al problema de la entextualización (Bauman y Briggs, 1990) que parecen competir entre sí. Sin embargo, en ningún caso, el patrón acentual de la lengua es transgredido. Por el contrario, estas últimas soluciones favorecen la coincidencia de la sílaba de mayor intensidad (por requerimiento lingüístico de acento) con la que adquiere mayor duración (por requerimiento musical predeterminado) lo que ha sido analizado como una tendencia "preferida" en estudios sobre folklore de otros lugares (Hayes, 2005).

4. Apuntes de cierre

Un primer acercamiento al discurso natural muestra indicios de la perdurabilidad de los moldes genéricos, en particular retóricos y fonológicos, de la lengua nativa que se actualizan sobre las formas sincréticas de habla o incluso, que emergen sobre las emisiones producidas en la lengua que avanza y de la que se apropia la población indígena (eg, el español).

En la dimensión discursiva, el análisis de las performances se constituye en una vía de acceso a poéticas (independientes de las relaciones de contenido -incidental o eventual-) que dan forma y ritmo a prácticas comunicativas, que se (re)producen, transforman y (re)significan en relación con contextos de conflictividad político-cultural.

Se considera que la organización estructural del habla -que contiene un conjunto recurrente de patrones o moldes-, sirve a procesos de comunalización en el contexto inmigratorio. En este sentido, cada actuación implica una doble relación con el contexto (Briggs, 1986); por un lado, de presuposición cultural, ya que "arrastra" sentidos superpuestos y marcos de participación determinados históricamente que fueron (re)actualizados en numerosas ejecuciones previas. Por otro lado, diseña un movimiento hacia futuro: de (re)creación y transformación productiva del espacio comunitario coherente con la nueva "arena de ejecución" (Foley, 1995) y sus conflictividades. En todos los casos, la recurrencia formal de las performances constituye, como señala Urban, "una evidencia de la continuidad de la cultura, de la habilidad de los individuos de replicar a través del tiempo conductas socialmente aprendidas, y de replicarlas fielmente" (Urban:1991: 93). Su presencia proyecta un paradigma en forma sintagmática: la definición jakobsoniana de poesía.


Fiesta de la Patria en Escobar (Buenos Aires, Argentina, agosto de 2004). En la imagen, se (re)producen varios encuentros: de símbolos nacionales (a través de las banderas argentina y boliviana), de generaciones (parámetro clave para interpretar la variabilidad de la comunidad de habla), de vestimentas (que indexicalizan procedencias regionales diferenciales, re-significadas en el contexto inmigratorio pero siempre presentes), de poderes (por la mediación de la cámara, nuestro registro y entextualización final). (Foto: Patricia Dreidemie).

Notas al pie:

1 La presente investigación se realizó en el marco de dos proyectos de investigación: UBACyT F049 (programación científica 2001-2003) y UBACyT F172 (2004-2007), ambos dirigidos por Lucía Golluscio.

2 Se trata de una población que proviene mayoritariamente del Departamento de Potosí, que a través de la migración, traspasa varias fronteras: nacionales (de Bolivia a Argentina), étnico-identitarias (eg, de "indígenas" o "campesinos" a "paisanos"), residenciales (de vivir en áreas rurales pasa a vivir en zonas semi-urbanas), y, lingüísticas (según varios investigadores el desplazamiento lingüístico, del quechua en favor del español, está en marcha) (Hornberger y King, 2001; Dreidemie, 2006; entre otros).

3 El concepto de liminaridad es desarrollado por Turner (1967 y ss.), un antropólogo preocupado por el rol de la simbología, el ritual y la performance en la reproducción cultural y en el mantenimiento de la solidaridad social. Desde su conceptualización dialéctico-estructural, la liminaridad se define como una zona que reúne intersticios y márgenes de la estructura, es decir, posicionamientos sociales que no participan del orden imperante y que se relacionan con los niveles inferiores de las jerarquías de poder. Lo liminar constituye un espacio social móvil e inestable, de "pasaje", desde donde se pueden deconstruir clasificaciones y generar nuevos modelos/sistemas culturales capaces de reconfigurar las relaciones sociales.  Configura un "espacio de frontera" (no una "línea" sino una zona) tanto geográfico como simbólico que no necesariamente responde a topografías estatales pero que, en su dinámica, altera las fronteras del tipo que sean (nacionales, regionales, étnicas, lingüísticas, u otras). La noción favorece al estudio de las prácticas comunicativas "liminares" o "mezcladas" (quechua/español) y emergentes en tanto "contextualizantes" (Gumperz, 1991): funcionales a la producción del espacio interaccional.

4 Siguiendo a Foucault, jurisdicción refiere aquel espacio dominado por reglas establecidas desde ciertos lugares de poder y sistemas de control que posibilitan la emergencia de subjetividades específicas, lugares sociales, posibilidades políticas y determinan los efectos que adquieren las prácticas cotidianas de las personas.

5 Se interpreta la noción de ideología lingüística no sólo como el análisis de la tematización en el discurso sobre el vínculo entre lengua y vida social sino, además, como la consideración de significados implícitos, no dichos, que se reproducen en las prácticas discursivas y que permiten inscribir los significados como parte de prácticas sociales: "el lenguaje y la significación son inseparables de la materialidad y la acción" (Woolard, Schieffelin y Kroskrity, 1998: 319).

6 La variedad del quechua hablada por la población seleccionada es conocida como "quechua cuzqueño-boliviano", también clasificada como "meridional" o "sureño". Es identificada como QIIC según la clasificación más aceptada (Torero, 1964; citado en Cerrón Palomino, 1987). Habitualmente se identifica a sus hablantes como "quechua-bolivianos", donde "bolivianos" no hace directa referencia a la nacionalidad "oficial" de las personas, que puede ser variada dada la tradicional migrancia. Los hablantes, en general, de todas formas adscriben a la identidad boliviana por identificarse con la colectividad, sus lugares de origen, creencias y costumbres.

7 En la investigación que se presenta, el concepto de "órdenes" responde más al de "(des)órdenes" ya que se focaliza la pluralidad posible y la lucha por la imposición de reglas. Se interpreta el concepto en el sentido foucaultiano pero no hablando "de" o "desde" los límites de los sistemas sino tomando posición (en el lugar más cercano posible al de los mismos hablantes) "en" el espacio que construye el límite mismo entre sistemas que se superponen

8 La concepción del "poder" que se emplea sigue a Grossberg (1992), no refiere una lógica universal ni una experiencia subjetiva. Es al mismo tiempo limitada y productiva: produce diferencias, da forma a relaciones, estructura identidades y jerarquías, delimita complejidades, diseña fronteras, reduce contradicciones, y también habilita prácticas, identificaciones y potencia individuos sociales.

9 El término "comunalización" pertenece a Brow (1990). El autor lo define como el proceso que interviene en la constitución de "sentidos de pertenencia" de personas culturalmente situadas, a partir de compartir, por ejemplo, un sentimiento de solidaridad, un entendimiento (afectivo y cognitivo) de una identidad común, patrones de acción cuya forma es determinada históricamente, valoraciones específicas del pasado y proyecciones y expectativas sobre el  futuro (su devenir "común").

10 Para este trabajo se toma en el concepto de maquinarias de territorialización desarrollado por Grossberg, quien tomando de base la teoría foucaultiana (1970, 1973 y ss.), las define como procesos de construcción de regímenes de jurisdicción o poder que sobre una dinámica conflictiva y a partir de habilitar "modelos de identidad y diferencia social", prescriben lo que los sujetos pueden hacer (sus mapas de posibilidades), sus procedimientos, orientaciones y efectos. Del mismo autor, la noción de "movilidad estructurada" permite pensar, espacialmente, la dinámica de esta maquinaria en función de los condicionamientos que impone habilitando a unos y deshabilitando a otros en la adquisición de ciertos recursos.

11 "Una acción comunicativa que involucra a los ejecutantes, una forma artístico-ritual y un público en un espacio específico" (Bauman, 1975: 4). Su análisis permite focalizar "el nexo entre tradición, práctica y emergencia" (íd. 48).

12 La perspectiva teórico-metodológica que se adopta en esta investigación tiene como antecedente "de la casa" lo desarrollado por Ramos (2003).

13 Desde una perspectiva comunicacional, tanto Grimson (1999) como Caggiano (2005) analizan varios de los aspectos señalados.

14 Diferencialmente, según cargo, liderazgo, posicionamiento, legitimación comunitaria.

15 Es pertinente analizar el código lingüístico, su gramática, pero también patrones y pautas de interacción comunicativa, la "gramática interaccional y socio-lingüística", que involucra, por ejemplo, el análisis de aquellos índices (prosódicos, modales, corporales, etc.) que señalan cómo deben ser interpretadas las palabras (o los silencios) en una situación particular, cuándo es pertinente el habla, cuándo la risa, cuando lo que se espera es el silencio, cómo se regulan los "permisos" para la toma del turno de habla y los valores que adquieren los diferentes recursos. Con frecuencia, los "desencuentros" en este nivel (eg, entre personas que no participan de la misma comunidad de habla) devienen en evaluaciones peyorativas que usualmente se sostienen sobre parámetros actitudinales (eg, se dice que los bolivianos son "parcos, "desconfiados", "cerrados").

16 Desde el año 2001, se realiza trabajo de campo, recolectando materiales de primera mano, en diferentes barrios donde los migrantes hablantes de quechua-boliviano se han ido asentando (eg, Liniers, Morón, Villa Soldati, Flores, Puente La Noria). Actualmente, el análisis se concentra en la zona de "quintas" ubicadas en los partidos de Escobar y Pilar: en los sembradíos de producción fruti-hortícola que conforman parte del "cordón verde" de la ciudad y donde la mano de obra la aportan mayoritariamente los inmigrantes bolivianos, mayoritariamente indígenas que viven y trabajan en condiciones muy precarias.

17 Por ejemplo, son frecuentes los préstamos, la relexificación, la refonologización, la convergencia estructural o funcional, la reinterpretación de formas, la re-semantización, la recreación de pautas productivas vernáculas; en el nivel discursivo, la alternancia entre códigos, la emergencia de estrategias de seguimiento referencial vernáculas y la re-configuración de patrones genéricos tradicionales incluso más allá del uso del español. Por otro lado, históricamente las estrategias interétnicas a las que acudieron muchas de las poblaciones indo-americanas se basaron predominantemente en la "negociación", que se planteó tanto en el campo militar, en el económico y cultural (Golluscio, 2006). Por ejemplo, muchos testimonios señalan que la adquisición precoz del español y de sus pautas comunicativas junto a estrategias de resistencia -mimetización, invisibilización, la enseñanza "clandestina" de pautas culturales de herencia o el disimulo- se practicaron como medios para mejorar las condiciones desventajosas de lugares sociales y (des)prestigios en los que se encontraban fijadas las personas.

18 En el "chapuSqa" convergen, se "mezclan" y compiten en la interacción cotidiana dos sistemas lingüísticos: el español y el quechua, conformando un código de solidaridad intra-grupal (en apariencia) ininteligible para los extraños o vecinos. Según la muy incipiente investigación lingüística sobre lenguas surgidas en situación de contacto/ conflicto socio-cultural, la función de ser marcador saliente de una identidad étnica grupal parece ser prototípica del tipo de "lenguas mixtas surgidas en contextos de multilingüísmo". Probablemente sean estas, además, las razones sociales de su génesis (Thomason, 1996: 4).

19 El término hace referencia a la operación de "acomodar en texto o producir textualidad" a partir de elementos de diversa naturaleza.

20 Como sucede en la re-funcionalización de las formas de canciones tradicionales para usos políticos actuales (eg,tal como se efectivizó en la campaña electoral del actual presidente de Bolivia, Evo Morales).

21 Los modos de habla citados son analizados en profundidad en Dreidemie (2006).

22 Ambas orientaciones están perfiladas en los planteos que Foucault proyecta para el análisis de los dispositivos discursivos que, según él, sostienen "la historia política del conocimiento". En términos de este filósofo, se trataría de prácticas orientadas hacia "el comentario" meta-cultural (Urban, 1991): aquellos textos orientados hacia "la disciplina" (el primer polo o clase I al que se hizo referencia); u orientadas hacia la instalación de nuevos órdenes jurídicos de control sobre el "poder pensar/ hacer", lo que se identifica con el segundo polo de este eje de clasificación (o clase III).

23 Esta clasificación se construye sobre una propuesta de Briggs (1988: 223) que ha sido adaptada, recreada y modificada en función de operativizarla para el análisis de estos materiales.

24 En ningún caso, se intenta definir características inmanentes a modos de habla (no se cuenta con material suficiente de comparación intra-genérico para concluir algo así) sino señalar -descriptivamente- rasgos emergentes en los registros obtenidos, es decir, rasgos que deben ser considerados "contingentes".

25 Canciones a las semillas, a la papa, a los animales, al pastoreo, al trabajo en general.

26 Canciones de boda, de herencia, de ch´alla de casas, de festividades religiosas, de amor, de bronca. Las canciones de boda se caracterizan por su estribillo que expresa: "ay urpillitay" ("ay palomita mía", que refiere la figura de la novia, tal como se observa en uno de los registros que es reporducido).

27 La palabra proviene del verbo takiy: cantar. Takipayay: lit. "provocar con canciones". Las competencias pueden tener tanto tono de juego como de agresión o insulto. En los casamientos, por ejemplo, el desafío (que puede ser una indagatoria) se establece entre la familia del novio y la de la novia.

28 La canción fue registrada en Devoto (Buenos Aires, Argentina), el 12 de septiembre de 2004.

29 Agradecemos a la etnomusicóloga Nancy Sánchez (Conservatorio Superior de Música A. Buchardo, I.U.N.A. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires) quien realizó la notación musical según las postulaciones teórico-metodológicas del folklorista Carlos Vega.

30 Es Carlos Vega (1941 y ss.), reconocido folklorista, quien observa la peculiaridad del "fraseo" en el folklore (latino)americano y propone un método apropiado para su transcripción musical, que se basa en la identificación de "frases musicales" (que siguen un conjunto cerrado de tipos o patrones posibles) y que, colocadas una debajo de otra, reproducen la estructuración comunicativa de cada performance: "ejecutada en verso". La notación que es presentada en 1) se basa en su propuesta.

31 Según Carlos Vega (1941) se llama "frase perfecta" a aquella que organiza igual suma de valores en ambos compases. El primer compás se clasifica como "de movimiento", el segundo, "de reposo".

32 El quechua de la variedad QIIC manifiesta una representación métrica según "pie trocaico", es decir, según un constituyente prosódico mínimo en el que la primera sílaba lleva el acento. En este nivel, el acento se distribuye iterativamente y rítmicamente en dirección izquierda a derecha, lo que deviene, normalmente, en que la última sílaba de la palabra no se acentúe (hay excepciones sistemáticas). Posee tres niveles recursivos de asignación acentual: pie, palabra fonológica y frase fonológica; y dos direcciones: acento principal asignado de derecha a izquierda en el nivel de la frase y donde el límite relevante para la asignación del acento principal es el derecho, y acento secundario asignado de izquierda a derecha en el nivel del pie.

33 En el original: "an evidence of the continuity of culture; of the ability of individuals over time to replicate socially learned behaviors and to replicate them faithfully".

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Fecha de recepción: 03/08/07-
Fecha de aceptación: 16/10/07

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