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Runa

versión On-line ISSN 1851-9628

Runa vol.34 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jul. 2013

 

ARTÍCULO

Construcción de la identidad en las nuevas organizaciones de pueblos indígenas originarios. Continuidades y cambios

 

Josefina Racedo*

* Psicóloga y Psicóloga Social. Directora del Instituto de Rescate y Revaloración del Patrimonio Cultural. Universidad Nacional de Tucumán. Correo electrónico: josefinaracedo14@gmail.com. Versión escrita de la conferencia pronunciada en el X Congreso Argentino de Antropología Social, Organizado por el Instituto de Ciencias Antropológicas, el Departamento de Ciencias Antropológicas, la Maestría en Antropología Social y el Doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires conjuntamente con el Colegio de Graduados en Antropología de la República Argentina. Buenos Aires, del 29 de Noviembre al 2 de Diciembre de 2011.

Fecha de realización: Setiembre de 2012. Fecha de recepción: Octubre de 2012. Fecha de aprobación: Diciembre de 2012.

 


Resumen: Este trabajo presenta los resultados de la participación en el Equipo Técnico Operativo de la Universidad Nacional de Tucumán a los efectos del tratamiento de los considerandos de la Ley 26160 de Relevamiento Territorial. Las reflexiones que aquí se vuelcan provienen de investigaciones de larga data en la región del NOA realizadas desde la perspectiva de la Psicología Social.

Palabras clave: Pueblos Indígenas; Ley 26160; Relevamiento Territorial; Identidad Compleja; Psicología social

Construction of identity in the new organizations of indigenous peoples. Continuities and changes

Abstract: This paper presents the results of participation in the Technical Operation Teams of the National University of Tucumán to the effects of the treatment of the Law 26160 and the Territorial Survey. The reflections that are turning here come from research of long standing in the NOA region from the perspective of Social Psychology.

Key words: Indigenous Peoples; Law 26160; Territorial Survey; Complex Identity; Social Psychology

A construção da identidade nas novas organizações dos povos indígenas. Continuidades e mudanzas

Resumo: Este artigo apresenta os resultados da participação no Equipes Técnico-Operativas da Universidad Nacional de Tucumán, para os efeitos do tratamento dos considerandos da Lei 26160 de levantamento territorial. As reflexões que estão girando aqui vêm de pesquisas de longa data na região NOA desde a perspectiva da Psicologia Social.

Palavras-chave: Povos Indígenas; Lei 26160; Levantamento Territorial; Identidade Complexa; Psicologia Social


 

Al elaborar mi aporte, pensé cómo era la construcción de la identidad en las nuevas organizaciones de los pueblos originarios en Tucumán en los últimos años. La formulación "continuidades y cambios" es una de las posibilidades de acercar al Congreso algunas de las situaciones que nos preocupan hoy, no solamente en el terreno de las comunidades, sino también a nivel nacional.

Agradezco, además, que con esta actividad podamos poner de manifiesto lo interdisciplinario, ya que es una necesidad compartir saberes e incorporar lo nuevo de cada disciplina para así mejorar lo que queremos resolver: los procesos y las necesidades de nuestro pueblo. Quienes trabajamos en este campo tenemos no solamente una posición, sino también una decisión y una participación real. Lo sepamos o no, siempre estamos a favor de algunos de los sectores que tienen intereses propios acerca de las condiciones de vida, culturales y sociales, de los Pueblos Originarios. Por eso reafirmo que quienes trabajamos con esta convicción, tenemos una posición muy clara y que es a favor de contribuir a la resolución de las necesidades profundas de nuestro pueblo.

El marco teórico desde el que voy a hablar es el de la psicología social; y el tema de la identidad se apoya en una definición elaborada durante mucho tiempo, que la entiende como un proceso de construcción permanente, un proceso histórico, dialéctico y social. Por lo tanto es un concepto complejo, pero no sólo complejo en tanto concepto, sino también por tratarse de una construcción individual y colectiva compleja, plena de contradicciones y de cambios.

Podemos preguntarnos: "¿Por qué hablar de construcción de la identidad en nuevas organizaciones de los pueblos originarios?". Y además: "¿Por qué continuidades y cambios?".

Creo que la construcción de la identidad en esta etapa tiene que ver con la recuperación, con el afianzamiento de los propios protagonistas de estos procesos. Sin embargo, también contiene el descubrimiento, en cierto modo, del fracaso por parte de aquellos sectores dominantes que, hasta hace muy poco tiempo, plantearon la inexistencia de los pueblos originarios en nuestra Provincia.

¿Por qué continuidades y cambios? Porque en realidad, si hablamos de los procesos sociales como configuradores de la identidad en nuestra región, en nuestra provincia, estas relaciones sociales y los modos de producción tienen una larga historia, y no hubo cambios esenciales en lo que se refiere a las relaciones sociales de producción. ¿Y por qué los cambios? Porque algo cambió: los nuevos procesos sociales, políticos y económicos plantearon también modificaciones en las formas de comprensión de quiénes somos, qué queremos ser y qué no queremos ser.

Desde el comienzo de la dominación a través de la conquista y de la colonización, los aspectos históricos están marcados por la lucha. La dominación fue cruel y, para imponerse, procuró la desaparición de los valores y de los sostenes comunitarios. La adaptación o sumisión de nuestros pueblos, en realidad, fue con respecto a situaciones que sólo cambiaron de aspecto pero no en su esencia; y que por lo tanto nos permite hablar de esta identidad compleja, y no de una suma de identidades, o de superposición de varias de ellas, a lo largo de la historia de los pobladores de los valles y de las sierras en la provincia de Tucumán.

Si decimos, desde la Psicología Social, que los procesos subjetivos van de la mano de la práctica social en un orden social que es histórico; y que por lo tanto estos procesos inciden mutuamente en la configuración de la identidad, reconocemos por lo tanto también que la identidad actual es un emergente de esta relación dialéctica. Entonces, indagar los inicios de la construcción de la identidad de los pueblos originarios probablemente sea un camino que necesita de una intervención multidisciplinaria; ya que la devastación producida por la historia, por la cultura, por los procesos sociales que han sido y que son el eje de las formas de la dominación, fue ejercida sobre las distintas poblaciones a lo largo de su proceso de desarrollo. Todo esto sin olvidar la innumerable cantidad de contradicciones que rigen estos procesos, sus resoluciones, y a veces también los largos períodos en los que no se resolvieron. Me refiero a aquellos procesos que podemos considerar, por ejemplo, a partir de los datos de los registros históricos.

En este planteo, un primer abordaje necesario serían los procesos iniciados por el incario a mediados de siglo XV al apropiarse de esta región, incorporando al NOA a su dominio político y económico. ¿Qué quiere decir "apropiarse"? Nos referimos a la suspensión de procesos, a la asunción de nuevas identidades y modalidades, de aspectos que fueron convirtiendo a la región del NOA en una zona de dominio incaico. ¿Dónde está la identidad previa de aquellos a los que que han sido dominados? ¿Cuáles eran sus características, sus modos de configuración, la participación de su comunidad?

La resistencia a los nuevos modelos de imposición de violencia simbólica y material marca esos procesos identitarios hasta el presente. Son poblaciones que, organizadas en su desarrollo, organizan a su vez los contenidos subjetivos en relación a sus condiciones concretas de existencia y que luchan por sobrevivir.

Aquí tendríamos los conflictos, los acuerdos, la incorporación de los contenidos de los vencedores, etcétera, en un proceso totalmente comprensible desde el punto de vista del análisis científico a partir de la dialéctica materialista, y que podemos iniciar en investigaciones necesarias que aún no fueron realizadas.

Podría decir que tenemos necesidad de investigar cuáles fueron los procesos constitutivos de nuestra arqui-identidad, ya que ir hacia los orígenes -en un país dependiente, sometido tantas veces a dominaciones consecutivas- es un camino difícil para reconstituir, recuperar o conocer aquello que dio origen a quiénes somos hoy.

Hubo un debilitamiento de esos caracteres y existe una asimilación de modelos dominantes que están expresados en la cultura material. Por ejemplo, la ciudad de Shincal, en el Departamento de Belén, Catamarca, es una prueba de cómo se implantó el modelo constructivo material de lo que es una ciudad incaica, que tuvo persistencia hasta la llegada de los españoles dos siglos después.

La lucha, la resistencia y la derrota a manos de los españoles también incorporaron nuevas categorías del dominador, que pugnaron mediante diversas estrategias ideológicas para ser asimiladas. El modelo del dominador provocó y provoca rechazo. Sin embargo, la adaptación pasiva y la configuración de una identidad dependiente fueron el mejor logro para quienes se apoderaron de las tierras y de las riquezas de nuestros pueblos.

Quiero decir con esto que la imposición de los modelos dominantes fue generando esa ruptura con pautas anteriores grupales, mediante el modo de producción feudal que trajeron los españoles, la imposición brutal de la evangelización, o sea el nuevo pensamiento, la glotofagia. La aniquilación de la población se dio no solamente por la muerte en las luchas de resistencia de 130 años, particularmente en el Valle Calchaquí y hasta el sur de Catamarca, sino también mediante la necesidad de sobrevivir de los pueblos dominados.

Y en estas contradicciones y en estas resistencias fundamos la definición de una identidad en un país dependiente como Argentina, que se configuró en procesos de alta resistencia a los modelos dominantes, con luchas subjetivas -además de las materiales- por mantener viva una condición de dignidad. Estas luchas y resistencias, no siempre visibles en el campo subjetivo, afloraron, por ejemplo, cuando las guerras de la independencia convocaron a luchar en contra de los españoles, y quienes acudieron masivamente fueron los indígenas, porque consideraron que la libertad perdida podía ser recuperada en nuevas condiciones surgidas de la guerra revolucionaria independentista.

No solamente fueron llevados como peones por los estancieros patriotas, sino que también se sumaron por la noción real de ser aquellos negados en su identidad por la colonia española. También porque había una conciencia de poder sobrevivir con el silencio pero con la transmisión en secreto de algunas de las pautas comunitarias como forma de resistencia. Esto lo hemos trabajado en el Valle Calchaquí (Racedo, 2002).

Si se produce una desorganización sociopolítica y económica de los pueblos, como lo contaba Eduardo Menéndez en una de las conferencias magistrales de este Congreso, también hay una desorganización psíquica, donde la identidad, como parte de esa subjetividad, sufre a veces lesiones que a lo largo de los siglos configuran, a la mirada del dominador, esa pasividad y esa "inutilidad" para resolver su condición de dominado.

Pero creemos nosotros que a pesar de la incidencia de las nuevas instituciones de la República como el sistema educativo, los sistemas legales, la persistencia de los rasgos de identidad tiene una posibilidad de ser entendida en el presente cuando, de aquel proceso que se inicia a mediados de los 70 del siglo pasado, es silenciado en la dictadura y se retoma en los 80 en la región de los Valles Calchaquíes, rápidamente aflora la identidad o el aceptar la noción de que somos pueblos indígenas ahora, pero no por ahora sino porque ahora podemos serlo.

La noción de quién forma parte de un pueblo originario se mantuvo a pesar de los innumerables métodos para acallar totalmente esa pertenencia, principalmente porque la vida de los miembros de las hoy recuperadas Comunidades Originarias, sigue ligada al trabajo en la tierra. De la encomienda colonial, que se apropió de los distintos lugares de los Valles -particularmente me referiría en este caso a Tafí del Valle-, en las postrimerías de las guerras de la independencia a mediados del siglo XIX; la apropiación de las tierras pasó a manos de aquellos que se denominaron estancieros, terratenientes y que usufructuaron el Valle como antes lo habían hecho jesuitas y encomenderos, gracias a la mano de obra indígena -y prácticamente esclava- que mantuvieron en la región en condición de peones.

Esa mano de obra, va a ser obligada a finales del siglo xix a trabajar como peones de la zafra. Sintéticamente: se trató de peones que rindieron tributos anuales, que pagaron las obligaciones al patrón de la estancia, que fueron llevados al "bajo", a la cosecha de la caña de azúcar, a pelar caña, y donde algunos ingresaron a la condición de obreros de esa industria semi-capitalista en medio del campo que fueron los ingenios azucareros. Los dueños de los ingenios y de las grandes fincas fueron también los dueños de las estancias en los valles. Metafóricamente, podríamos decir: "Bajar como peón y volver a subir como obreros".

Pensamos que ésta es una de las posibilidades de comprender cómo la adquisición de nuevos conocimientos y de mayores grados de conciencia de la relación de explotación que se sufre, así cómo la experiencia gremial en la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (FOTIA) y en los sindicatos, sumado al regreso a la antigua condición cada año - vuelta al valle durante la mitad del año para trabajar las tierras para el patrón, criar la hacienda vacuna u ovina-, los puso en una situación de altísimo grado de contradicción y, por lo tanto, también en altísimo grado de represión cada vez que se plantearon reivindicaciones.

Hoy se constituyó la Unión de los Pueblos Diaguitas en 17 comunidades tucumanas con reconocimiento de personería jurídica. Me pregunto: "¿Por qué para ser indio hay que tener personería jurídica y no para ser italiano o coreano"? Creo que inteligentemente los dirigentes indígenas en la década del 80 lograron leyes para tantas reivindicaciones postergadas, lo que explica también en gran medida que rápidamente ahora haya indios en Tucumán, y que además cada día habemos más. Quiere decir que la lucha dio sus frutos.

Y en este difícil proceso aparecieron, y dan continuidad al mismo tiempo, las represiones por parte del estado provincial que avala los desalojos violentos con órdenes de jueces que niegan -por ejemplo, en este momento-, la imposibilidad de la aplicación de la Ley 26160, y sí avalan la fragmentación de los territorios y la venta espúrea de las tierras que reivindican las comunidades indígenas.

Como partícipe del Equipo Técnico Operativo (ETO) de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), durante un año y medio, puedo asegurarles que la tarea no ha sido nada fácil, porque al interior de la Universidad no todos los que están dentro de la institución tienen la misma cabeza, los mismos criterios y los mismos compromisos. Nosotros asumimos un compromiso que no es mayoritario. Por lo tanto, las dificultades han tenido que ver también con la estructura y con las ideas que dominan el gobierno de la UNT y también con los intereses de quienes necesitan que esto se produzca como un enfrentamiento y en Tafí del Valle no quede prácticamente una hectárea para ser entregada territorialmente a la comunidad indígena.

Un ejemplo de las tensiones encontradas en nuestro trabajo como integrantes del ETO de la UNT fue presentado por la profesora Lucila Galíndez en el debate de esta mesa redonda. Cuando hemos presentado como parte del informe socio-antropológico una síntesis de veinte páginas de historia que sustentaban los procesos que dieron lugar a las actuales conformaciones territoriales de la zona del Valle de Choromoros, en Trancas, al norte de Tucumán, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) nos dijo que para qué tanta historia si lo que interesaba era el territorio actual. Ahí nos pusimos a pensar qué era el territorio actual. Paralelamente se había relevado el territorio de la comunidad de Casas Viejas, del Valle de Tafí, que está vinculada históricamente a un cerro que se llama Pelado, que siempre se usó como territorio de pastoreo, y que en el día de hoy hay un alambre que fue colocado en 1976, coincidente con el Operativo Independencia en Tucumán,1 con la presencia de los militares en el Valle durante la dictadura militar, y que lo divide por la mitad.

La mitad para el lado de Las Carreras está bajo dominio de la familia Frías Silva, dueños de la Estancia Las Carreras, al pie de estas poblaciones, y que han tratado a la población durante generaciones bajo formas de explotación de trabajo semi-feudales, o con resabios coloniales. La Comunidad actualmente reclama todo el Cerro Pelado.

El INAI y parte del ETO dijeron que esa mitad no correspondía a la comunidad porque no era territorio actual. Este territorio está siendo vivido por los comuneros como un territorio despojado, siendo además territorio de memoria; e incluso actualmente hay comuneros que abren la tranquera cuando ya no hay pasturas para pasar algunos de sus animales porque se mueren de hambre y todavía no es tiempo para ir al monte.

Por eso entonces tenemos necesidad de preguntarnos: "¿qué es actual?", "¿qué es tradicional?". Todos son procesos en los cuales las Comunidades están fortaleciéndose, iniciando procesos políticos en torno a la lucha. Esta realidad quedó expresada con el asesinato de Javier Chocobar, un comunero de Chuschagasta. Entonces, a pesar de haber leyes que protegen a los comuneros, con el asesinato de Chocobar se demuestra que no es así. Hoy por hoy los asesinos están libres. Ahí se activó, en este episodio, el modus operandi de los sectores que dominan la provincia, porque este conflicto tiene larga data.

Había una cantera de la cual el gobernador José Alperovich iba a ser el padrino, pero el terrateniente Darío Amín, el asesino de Javier Chocobar, litigaba para apropiarse de la misma. Este terrateniente también tiene vinculaciones con sectores de la policía de la provincia y con el Poder Judicial; los dos ex policías que acompañaban a este terrateniente están vinculados a grupos de tarea de la dictadura, al Malevo Ferreira, y estuvieron vinculados a piratas del asfalto. Tienen un montón de causas, pero las autoridades judiciales no investigan que esto fue premeditado, armado, que Darío Amín sabía que días antes la Cámara había revocado la medida cautelar que protegía ese territorio que estaba en litigio. Esto lo sabía por sus conexiones dentro del Poder Judicial.

En la actualidad, mientras los asesinos de Javier Chocobar están libres, cada dos por tres cae un dirigente indígena preso, o tienen demandas que al final no prosperan y demás. Esa es la realidad de Tucumán.

***

Para finalizar, diría que la consolidación de las comunidades indígenas hoy en Tucumán, también se encuentra en el ejemplo de varios asistentes a este Congreso. Sabemos lo que significó el éxodo obligado por el cierre de los ingenios en la década de los 60, el despoblamiento del Valle, que quedaron los ancianos, los jóvenes se fueron. Esa situación donde ser de Tucumán en Buenos Aires, en Córdoba, en Rosario, era y es ser indio, negro, etcétera.

Esa des-identidad para poder sobrevivir, ha tenido efectos tremendos en la subjetividad, en el comportamiento; pero muchos de ellos han regresado, por las crisis económicas y hoy los valles reciben nuevamente a aquellos a que hace treinta o cuarenta años se fueron sin familias. Vuelven con la familia que fueron armando en los barrios del Gran Buenos Aires y que es lo único que tienen. La inestabilidad laboral y la inseguridad lleva a muchos tafinistos, ya sea porque quedan sin trabajo o porque se jubilaron, a la decisión del retorno. Y, ¿a dónde vuelven? Al antiguo núcleo familiar, donde son recibidos por los que se quedaron; y retoman antiguas prácticas campesinas, aunque las situaciones que los habían expulsado hace décadas sigan casi iguales.

Una cuestión a destacar es una nueva complejidad para la comunidad: en muchos casos los que tienen mayor identidad como indígena casualmente son los que retornan, y son los que comienzan a dirigir y organizar las distintas comunidades con los aprendizajes, las adquisiciones políticas, ideológicas, en las distintas experiencias que han vivido en las zonas de trabajo industrial.

En los últimos años hemos trabajado con la comunidad indígena de La Angostura, que tiene personería jurídica provincial y nacional, y que está constituida por 89 familias. En este momento está en curso otro trabajo a pedido de otra comunidad, la de Casas Viejas, Ñaupa Huasi. La tarea fue elaborar su historia, que pidieron para afianzar su identidad como comunidad; una historia que no estaba escrita, que no figuraba en ningún papel y que se hizo entre un equipo multidisciplinario de estudiantes avanzados y egresados de la universidad y la comunidad.

La elaboración del libro se hizo a partir de la indagación en archivos provinciales, de textos elaborados por diferentes autores y de la transcripción de los trabajos, de las observaciones, de la convivencia con las familias, de los distintos aspectos que hacen a los saberes de los adultos mayores. Por lo tanto, podemos decir que la historia de la comunidad de La Angostura la han escrito sus propios protagonistas.

Nosotros entregamos un ejemplar a cada familia con un disco de las fotos del lugar que fueron registrando los distintos pasos de la tarea; y entendimos que de esa manera estábamos contribuyendo a reforzar esa identidad. ¿Quiénes son los que proporcionaron los datos? La mayor parte los proporcionaron los jóvenes, los estudiantes de la escuela secundaria que funciona a cuatro kilómetros del lugar, que hablaron con sus abuelos, con sus mayores, que escucharon las historias de cómo se fue configurando esta comunidad y que transcribieron esos textos, mientras que nosotros los pusimos en papel.

Entendemos que de esta manera contribuimos de alguna forma a romper esa barrera de la distancia que hace a la instancia académica con los otros. No hay "otros". En Tucumán, somos "nosotros"; porque todos tenemos parte de esa historia que no conocíamos y que pudimos adquirir.

En las dos comunidades hay pocos abuelos, pero son respetados, escuchados y siguen siendo útiles hasta el fin de sus días. Encontramos que hay una nueva reunión de voluntades para resolver el presente. Vimos que esas concepciones, a las que es necesario abandonar, también están en las propias comunidades, que se definen y que se asumen por sí mismas como "comunidad indígena". Para nosotros, el mayor aporte estuvo en los jóvenes, que buscan participar, conocer, entender, y que traen cosas nuevas.

Por eso decimos que hay que animarse a aceptar las posibilidades, las condiciones en las que trabajamos y elaboramos nuestras tareas; y que tenemos que estar alertas sobre las nuevas ofertas de los viejos intereses de dominación.

Me gustaría, para terminar, decir que es muy difícil abandonar viejas ideas porque las tenemos desde que empezamos a conocer el mundo. Desde el inicio de nuestra experiencia se nos ha transmitido determinadas ideas, porque vivimos aún en una sociedad que trasmite las nociones desde la dominación para mantenernos dominados. Nosotros hablamos en ese sentido de una identidad que reclama despojarnos de esas viejas dominaciones e ir construyendo los nuevos aspectos independientes, para liberarnos de una vez y para siempre en tanto pueblos.

 

Notas

1 El Operativo Independencia marcó el inicio de las actividades militares en Tucumán en febrero de 1975, un año antes del golpe militar de 1976. Tenía como finalidad resolver el problema de la guerrilla, y durante su vigencia se realizaron además las acciones que relatan los campesinos.

 

Bibliografía.

1. RACEDO, Josefina. 2002. Crítica de la vida cotidiana en comunidades campesinas. Doña Rosa, una mujer del norte argentino. Buenos Aires: Ediciones Cinco.         [ Links ]

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