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Runa

versión On-line ISSN 1851-9628

Runa vol.34 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2013

 

ARTÍCULOS

Interrogar la desigualdad. Imágenes de los grupos subalternos en los medios de comunicación argentinos contemporáneos

María Graciela Rodríguez*

 

* Dra. en Ciencias Sociales, Fac. de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aieres.

Versión escrita de la conferencia pronunciada en el X Congreso Argentino de Antropología Social, organizado por el Instituto de Ciencias Antropológicas, el Departamento de Ciencias Antropológicas, la Maestría en Antropología Social y el Doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires conjuntamente con el Colegio de Graduados en Antropología de la República Argentina. Buenos Aires, del 29 de Noviembre al 2 de Diciembre de 2011.

Fecha de realización: Setiembre de 2012. Fecha de recepción: Octubre de 2012. Fecha de aprobación: Diciembre de 2012


Resumen

Esta presentación da cuenta de una investigación que focaliza sobre las modalidades a través de las cuales se encuadra y pone en circulación, en la Argentina de los últimos años, un tipo particular de representaciones mediáticas: las de los sectores socialmente relegados, que son, a su vez, aquellos que no construyen esas representaciones. La cuestión del poder aparece entonces instaurando una relación que es, fundamentalmente, asimétrica: los sectores poseedores de los recursos de producción representacional extendida, ponen en circulación imágenes y narrativas de aquellos que no los poseen. A partir de tres casos, se describen las retóricas específicas que capturan y estetizan las alteridades en la Argentina contemporánea, encuadradas en un formato mediático que celebra un tipo de contrato realista, donde queda diluida la posición de enunciación. Este elemento refuerza la construcción simbólica de las fronteras, marcadas por el polo enunciador en una operación de naturalización legitimante de la desigualdad.

Palabras Clave: Representaciones; Medios; Fronteras; Poder; Grupos Subalternos

Questioning inequality. Images of subaltern groups in contemporary Argentine media

Abstract

This article examines the ways in which a particular set of media representations are framed and presented in contemporary Argentina. Specifically, attention is paid to representations of socially relegated people, who are not the producers of media representations. Thus, the question of power is crucial in the setting of a fundamentally asymmetrical relationship: owners of representational production resources construct and present images and narratives of actors who do not possess these resources. Through the study of three cases, the article describes specific rhetorics that capture and aestheticize otherness in contemporary Argentina, framed in a realistic media format where the enunciation position is blurred. This element reinforces the symbolic construction of borders, through a mechanism that naturalizes and legitimizes inequality.

Key words: Representations; Media; Borders; Power; Subaltern Groups

Questionar a desigualdade. Imagens dos grupos subalternos nos meios de comunicação argentinos contemporáneos

Resumo

Este trabalho retrata uma pesquisa sobre as maneiras pelas quais se posiciona e circula, na Argentina dos últimos anos, um tipo particular de representações midiáticas: o dos setores socialmente relegados, que são, por sua vez, aqueles que não constroem essas representações. A questão do poder aparece, então, ao se estabelecer uma relação fundamentalmente assimétrica: os setores que possuem os recursos da produção, como representação extensa, fazem circular imagens e narrativas daqueles que não os possuem. A partir de três casos, descrevem-se as retóricas específicas, que apreendem e estetizam as alteridades na Argentina contemporânea, enquadradas num formato midiático que celebra um tipo de contrato realista no qual se dilui a posição da enunciação. Esse elemento reforça a construção simbólica das fronteiras, marcadas pelo polo enunciador, em uma operação de naturalização que legitima a desigualdade.

Palavras-chave: Representações; Meios; Fronteiras; Poder; Grupos subalternos


En los últimos ocho años, y en el marco de continuados proyectos de investigación que dirijo y dirigí,1 nos hemos dedicado a rastrear, relevar y analizar un extenso corpus de textos (gráficos y audiovisuales) mediáticos que tienen por objeto de representación a los sectores populares, es decir, grupos en posiciones asimétricas respecto de los sectores dominantes.2 Tomamos como premisas básicas dos cuestiones: en primer lugar, que en las sociedades mediatizadas como las contemporáneas, las representaciones mediáticas son piezas claves en el proceso de comunicabilidad y puesta en común de las diversas experiencias humanas en el encuadre del espacio público;3 en segundo lugar, que nos ubicamos aquí en una perspectiva socio-semiótica-cultural, que entiende a las representaciones como aquellas producciones simbólicas destinadas socialmente a dar a conocer un recorte de 'realidad'.4

Teniendo en cuenta estas consideraciones, la investigación focaliza sobre las modalidades a través de las cuales se encuadra y pone en circulación, en la Argentina de los últimos años, un tipo particular de representaciones mediáticas: las de los sectores socialmente relegados, los sin voz, los no-productores, es decir, aquellos que no construyen esas representaciones. La cuestión del poder aparece entonces instaurando una relación que es, fundamentalmente, asimétrica: los sectores poseedores de los recursos de producción representacional extendida, ponen en circulación imágenes y narrativas de aquellos que no los poseen.

En esta presentación voy a dar cuenta de las retóricas específicas que han capturado (y, en esa captura, estetizado) las alteridades en la Argentina contemporánea, y de las modalidades 'espectacularizadas' que adoptan esas representaciones al ser encuadradas en un formato mediático que celebra un tipo de contrato realista (denominado en la jerga como 'periodismo de investigación'). Para ello, en primer lugar, señalaré algunos puntos de arranque que enmarcan la investigación; luego me detendré en la presentación del detalle de lo investigado; y por último, recuperaré algunas líneas de análisis para proponer algunas conclusiones.

 

La doble violencia simbólica de las representaciones

Las representaciones de los medios de comunicación adquieren un papel relevante en las actuales sociedades mediatizadas (Verón, 1987), y tienen una importancia crucial en los modos en que los sujetos incorporan a sus proyectos identitarios significados, imágenes y narrativas provenientes de los textos mediáticos (Thompson, 1998). No obstante, y como ya se señaló, la relación entre las producciones mediáticas y sus consumidores es esencialmente asimétrica. Quienes realizamos esta investigación entendemos, con De Certeau (1996), Bourdieu (1985), y Bourdieu y Wacquant (1995), que esa relación implica una doble violencia simbólica. Por un lado porque toda representación es, por definición, algo que está en lugar de otra cosa, o, en palabras más simples, el mapa no es el territorio: la cosa representada no es 'la cosa' ni el sujeto de la representación es el sujeto empírico; por ende, toda representación es el resultado de la obligada síntesis de un discurso que opera sobre otra cosa. Por el otro lado, porque las representaciones de los sectores subalternos no son socialmente construidas por ellos mismos sino por los que poseen los medios y los recursos para producirlas; de modo que sobre la primera y constitutiva violencia simbólica de toda representación, aquella que pone en cuestión su capacidad y su legitimidad para hablar en nombre de otro, se monta un segundo gesto de violencia simbólica que proviene de la imposibilidad de los sectores sin voz de producir sus propias representaciones, de la ausencia de medios y recursos para dar a conocer su voz (de Certeau, 1996), de la obligación de ser tomados por la voz del otro, en este caso concreto, la de los medios de comunicación

En ese sentido, cabe preguntarse por las relaciones de poder y de asimetría que se legitiman con la circulación ampliada que producen los medios de comunicación. Importante cuestión esta puesto que, en su circulación, toda representación, si bien no 'refleja' de modos transparentes lo que quiere representar, sí produce 'efectos de realidad' que, aunque no se vinculan mecánicamente con los referentes, ponen en juego lo que una sociedad considera verdadero en un momento dado. Asimismo, consideramos que estas representaciones no son 'inventos' de los medios, que no surgen de la nada, sino que trabajan insertándose en estructuras de sentido pre-existentes, portadoras de una densidad histórica (Arancibia y Cebrelli, 2005) y por eso mismo capaces de condensar sentidos con valencias pregnantes para la sociedad.

De modo que no puede haber correspondencia absoluta entre 'realismo' (o, más bien, textos realistas) y una problemática particular. Y acaso si hubiera una correspondencia plena debería ser comprendida como un logro y no como un dato. Pues, en definitiva, toda correspondencia naturalizada responde, en verdad, a una relación históricamente concreta. En todo caso, es más pertinente abordar la idea de 'lo real' en un sentido foucaultiano, es decir no como una instancia global a ser restituida sino como la trama de objetos sociales (un tipo de racionalidad, una forma de percibir, una tecnología, una práctica, un discurso, etcétera) cuya equivalencia fundamental es similar y donde, por lo tanto, lo esencial no consiste en distinguir entre grados de 'realidad' sino en comprender la articulación de los regímenes de práctica y las series de discursos que producen lo que es lícito designar como la 'realidad' en un momento dado (Chartier, 1999).

En la misma línea, conceptualizamos por lo tanto a las representaciones mediáticas no sólo en su aspecto meramente representacional, en el sentido simple de "algo que está en lugar de", sino también en la plenitud de su capacidad productiva de las condiciones en que se organiza lo social. De allí que el objetivo de la investigación no haya sido ponderar los grados de correspondencia entre la representación y su referente empírico, sino interrogarlas en su carácter productivo, y más aun, en su potencialidad para co-producir las condiciones que hacen posible la reproducción de la desigualdad. Por eso mismo, la investigación pretende internarse en discusiones que ponen en juego cuestiones relacionadas con la cultura, la política, la sociedad, el poder, enfatizando particularmente en el carácter co-productor y legitimador de la desigualdad que poseen las representaciones mediáticas.

En este sentido, adoptamos una perspectiva multidimensional de la desigualdad (Reygadas, 2008) que no agota su explicación en las instancias económicas productoras de desigualdades persistentes, sino que intenta articular éstas con las categorías hegemónicas y subalternas que las ordenan y legitiman, así como con las agencias y competencias de los sujetos para atribuir sentidos a sus propias situaciones y prácticas. Dicho en otras palabras, la desigualdad tanto posee una base material que la organiza, como también es resultado de una construcción colectiva que opera en el encuentro entre la vida cotidiana y los circuitos de producción cultural. La desigualdad, entonces, se reproduciría persistentemente a través de las estructuras, pero también por la reproducción del significado que tanto las instituciones (y entre ellas los medios) como los sujetos le dan a la desigualdad (Tilly, 2000).5 Es justamente sobre este carácter socialmente productivo del proceso de circulación, sujeto a "convenciones culturales, marcos institucionales y relaciones de poder" (Reygadas, 2008: 68), donde la investigación busca producir una apertura y eventual profundización de una zona relativamente inexplorada por las Ciencias Sociales: la que interroga al núcleo de la interfase entre representaciones mediáticas y experiencia social. En este marco se han realizado las investigaciones cuyos resultados se presentan aquí.

Justamente, en esta línea, los trabajos iluminan las estrategias enunciativas y retóricas utilizadas por los medios de comunicación en la Argentina de los últimos años para construir sesgos de clase "ocultos" tras la "culturalización del conflicto" (Grimson, 2007). En ese sentido, el análisis de los modos de procesamiento mediático de las categorizaciones sobre la desigualdad, apunta a desmontar las operaciones de naturalización de la nominación y delimitación de grupos subalternos, que son así co-construidos en el mismo acto de su tematización por parte de los medios.

En suma, la mediatización es un proceso dialéctico y disimétrico, en el cual los medios participan de la circulación general de símbolos y de la atribución de valoraciones, hacia el interior de las sociedades contemporáneas. Cuando se trata de sujetos subalternos, estas atribuciones son producidas en una situación de radical desigualdad estructural entre productores y consumidores (de Certeau, 1996). Es en ese preciso sentido en que le estamos concediendo importancia a las representaciones, y particularmente a aquellas que ponen en circulación a los sujetos subalternos, porque entendemos que en ellas se precipitan y se destilan elementos de la diferencia que co-construyen las alteridades contemporáneas.

 

Miradas antropológicas: los 'otros' en los medios de comunicación

A lo largo de estos años, hemos acumulado una importante cantidad de resultados y hallazgos acerca de las modalidades retóricas y enunciativas de las representaciones mediáticas cuando ponen en escena a sujetos y/o grupos subalternos. Para el análisis específico, hemos tomado el período 1989-2009, porque en el transcurso de esos años se produjeron en la Argentina procesos significativos en la dimensión cultural, que sin duda deben colocarse en paralelo con las fuertes transformaciones sociales, económicas y políticas comenzadas con la dictadura (1976-1983) y profundizadas durante el menemato.

En efecto: el contexto jurídico-político de la década de los noventa, ha generado en el ámbito del mercado de la cultura, y específicamente en el de los medios de comunicación hegemónicos, la conformación de conglomerados de empresas de medios, una hipercomercialización de los contenidos (Mastrini, 2005), y el consecuente descenso de las condiciones de democratización cultural de los sectores populares.6 Bajo ese marco regulatorio, simultáneamente la producción mediática se fue transformando de modos radicales. Se observa en ese sentido un desplazamiento de las producciones hacia una fuerte presencia de documentales periodísticos 'de investigación' que pretenden 'mostrar la realidad' a través de una espectacularización que combina información, ficción y entretenimiento (Vilches, 1995). En ese contexto, y según datos del COMFER (2008) —reemplazado a partir de 2009 por la actual Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA)—, la tematización de la pobreza y la marginalidad ha crecido considerablemente en la programación audiovisual argentina, tanto en los noticieros como en aquellos ciclos que se basan en la 'vida real' como referente (Scannapieco, 2007).7

La característica principal de este 'nuevo' género a medio camino entre el documental y la ficción que Ciamberlani (1997) ha denominado tempranamente como neo-periodismo, es el contrato de lectura realista (Palma, 2008) que lo motoriza. Es decir que, en concordancia con la estructura actual del sistema de medios, habilitada a su vez por las condiciones regulatorias de la Ley 22.285, las industrias culturales han ido incorporando en sus agendas diversos formatos narrativos "realistas", cuyas representaciones de "otredades'" operando desde un aparente pluralismo que se autoproclama como "diverso", han ido conformando gran parte de la estructuración del discurso hegemónico actual. El período 1989-2009 emerge así como crucial para analizar las relaciones que se establecen entre las representaciones de los medios de comunicación y las experiencias de los sectores populares.

A su vez, y por simples razones de orden, hemos producido un recorte en las figuras a analizar, que focalizó en tres grupos sociales: migrantes regionales, jóvenes en situaciones de marginalidad y actores que defienden sus derechos sexuales. En todos los casos, nos ha motivado la pretensión de construir una suerte de 'mirar antropológico' sobre estos procesos, es decir, adoptar una perspectiva que no se limite a realizar análisis inmanentes de los textos, sino que busque reconstruir las concepciones hegemónicas de la alteridad y, en particular, la de los discursos mediáticos, para señalar su potencia en la reproducción y legitimación de la desigualdad. Un acercamiento a las investigaciones posgraduales de Mauro Vázquez (2011), Mariana Álvarez Broz (2010) y Sebastián Settanni (2013) permitirán dar cuenta de estas cuestiones.

 

Tres casos

En su investigación sobre las representaciones de sujetos migrantes regionales en los medios de comunicación locales contemporáneos, Vázquez aborda los vínculos entre la construcción de alteridades y la visibilización de inmigrantes regionales. Tres grandes características resaltan en esos productos del realismo televisado: la territorialización; la primera persona (ubicada en el cuerpo del conductor o el notero); y la celebración de las costumbres. Sobre estos tres aspectos se desarrollará la definición, por parte del medio, del sujeto inmigrante regional.

En estos relatos del neo-periodismo, se pone en escena la necesidad de viajar, de realizar un desplazamiento, de ir hacia al territorio del 'otro'. Y ese mismo desplazamiento, no sólo delimita la construcción de un viaje, sino también la figura de un viajero particular: el notero. El que tiene la voz, el notero, es también el que tracciona la cámara, es quien habla, el que nombra al otro como bolita, peruca o paragua8 y obliga a la cámara a registrarlo con insistencia: no casualmente, cuando son así nombrados, la cámara muchas veces ejemplifica ese discurso, lo complementa, con la imagen de los inmigrantes. Más que un sujeto, es un dispositivo discriminador. Sin embargo, ese dispositivo discriminador no necesita llegar al racismo cuasi explícito para funcionar: esa alterización aparece también con las buenas intenciones. Y ante el silencio de ese otro, emerge la 'cultura', donde, claro está, el conflicto desaparece. Las costumbres relevantes de esos otros, aparecen ante la movediza cámara: la danza de los caporales bolivianos, sus noches de karaoke, la sopa paraguaya, el culto a la virgencita, el jugo de durazno, costumbres simpáticas que son legitimadas por el notero, gran mediador, que, tolerante, no sólo pisa el territorio sino que además degusta, prueba y aprueba. Y, en ese camino, el cronista direcciona las preguntas, marca la agenda, señala lo que es posible decir y lo que no e ilumina una ausencia: la política.

A través de su análisis de las representaciones de los migrantes regionales, Vázquez da cuenta entonces de los modos en que se fueron trazando, en la última década, dos líneas de sentido en las miradas hacia el otro inmigrante que circulan, en términos generales, entre la amenaza y el exotismo, entre el miedo, el deseo y la fascinación; con las características particulares mediadas por el momento y el lugar donde aparecen. Estas transformaciones, que se dieron luego de una década del noventa marcada por un fuerte racismo institucional y cierta complicidad de los medios de comunicación, están ligadas a un aspecto de la aparición de esas alteridades: la construcción de una frontera simbólica y social; una frontera metaforizada y hecha carne en cuerpos, espacios, prácticas, imágenes, costumbres y que se construye a través de elementos retóricos como el uso del cuerpo, la primera persona del conductor del programa, la conformación de espacios como peligrosos y amenazantes. El cenit de esta fronterización simbólica es la toma del Parque Indoamericano a fines de 2010 y sus secuelas: el asesinato de dos inmigrantes, la reproducción geométrica de los discursos xenófobos en la prensa y a través de los funcionarios públicos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Si Vázquez identificó los modos específicos de construir, reproducir y en este caso reforzar los bordes sociales que permiten identificar y marcar grupos de pertenencia étnico-nacionales, Álvarez Broz realiza una investigación que pivotea sobre la dimensión simbólica-cultural de la desigualdad en el discurso televisivo. Analizó las representaciones televisivas de los usuarios de sustancias psicoactivas en los últimos años, lo que le permitió reconstruir no sólo los imaginarios que construye la televisión en torno de la diversidad de usuarios, sino también los mecanismos y dispositivos que emplea el medio televisivo para representar la diferencia sesgada por la clase social. Lo interesante del caso es la perspectiva relacional adoptada por Álvarez Broz al poner en diálogo representaciones de sectores marginales o en situación de vulnerabilidad, con representaciones de sujetos ligados a las clases más favorecidas. Su trabajo reconstruyó las estrategias enunciativas con las cuales la televisión coloca las notas en marcos cognitivos que (re)producen procesos de exclusión y desigualdad social. Si tanto los usuarios de paco, de Poxi Ran o de drogas de diseño son igualmente sujetos pasibles de infringir la ley, las representaciones televisivas enmarcan estos consumos de modos diferenciales. Y lo hacen a través del encuadre cromático (color), los escenarios y las nominaciones.

Respecto de estos sesgos, Álvarez Broz observó que cuando los usuarios son aquellos que toman drogas de diseño, aparecen en grupo, o bien bailando en escenarios cerrados rodeados de detalles que los ligan a la fiesta, o bien abandonando los boliches en sus camionetas 4 x 4. Nunca hay primeros planos. Los graphs o zócalos comentan, a lo sumo, la posibilidad del 'exceso'. Y estos 'excesos' van acompañados de imágenes de botellas vacías, señalando que el consumo debe equilibrarse bebiendo mucha agua. La operación retórica es la metonimia: la botella vacía es índice de haber bebido su contenido. Además, los comentarios de los noteros parecen 'comprender' a estos sujetos; de hecho los encuadran en sectores de la juventud que se divierten, que concurren a fiestas multitudinarias y que ocasionalmente pudieran excederse en algunos consumos. Estos sujetos son nombrados como 'jóvenes'.

Contrariamente, los escenarios que enmarcan a los 'paqueros' y a los 'pibes-poxi', son muros despintados o escalinatas de edificios públicos. Sus rostros en primer plano están pixelados, para proteger sus identidades, a pesar de lo cual muchas veces el cronista les pregunta nombre y apellido. La televisión invariablemente los muestra recostados y de noche, y como habitualmente las tomas se hacen con cámaras ocultas o infrarrojas, las imágenes se vuelven opacas y amarronadas. Los zócalos hablan de delincuencia, abandono y prostitución, amarrados a una cadena significante casi fatalista. Se los nombra como 'pibes de la calle', señalando así una pertenencia antes que una situación ('en la calle'), y una des-institucionalización. Por otro lado, la operación retórica privilegiada para mostrarlos, es la metáfora: una cámara cenital muestra una escena nocturna; un coche se detiene en un semáforo; varios chicos salen de las sombras; en grupo, asaltan al conductor; luego, así como vinieron, se van. El zócalo dice: "Pirañas", haciendo alusión a la manera en que estos peces atacan a sus presas.

En ambos casos se trata de sujetos de la misma franja etaria realizando el mismo tipo de actividad prohibida. Sólo que los elementos retóricos proveen un marco interpretativo que encuadra las acciones de ambos grupos, orientando la recepción a la producción de sesgos de clase. En ese sentido, el análisis de las estructuras simbólicas y las representaciones televisivas como una de las tantas formas que adopta lo simbólico, resulta un territorio propicio donde indagar cómo se naturaliza la desigualdad. Este análisis reconstruye un aspecto muchas veces soslayado en las ciencias sociales, como el que se desprende de la producción de categorías hegemónicas a partir de las cuales se califican y clasifican 'los otros', y se construyen imaginariamente las relaciones entre diversos actores, que legitiman y reproducen las relaciones de poder.

Por su parte, Settanni se encuentra en un proceso de culminación de una indagación sobre la apropiación de los espacios públicos 'tradicionales' (como la Plaza de Mayo y la Plaza de los Dos Congresos) de grupos que defienden sus derechos sexuales. Focaliza sobre dos cuestiones: por un lado, las operaciones mediáticas de secuestro de la voz de los demandantes; y las estrategias de los grupos en sus esfuerzos por desmarcarse de la trampa que surge de la obtención de visibilidad, lograda a través de las operaciones de los medios (lo cual, además, señala la distancia existente entre representaciones mediáticas y experiencia). De estas dos cuestiones interesa, a los efectos de esa presentación, la primera, si bien la segunda se enlazará de algún modo con aquella.

La investigación de Settanni focalizó sobre las marchas de orgullo LGBT realizadas antes de la aprobación del matrimonio igualitario. En ese momento, el movimiento de la diversidad sexual, integrado por varios grupos que reclaman por sus derechos sexuales, operaban en una suerte de tándem en dos grandes escenarios públicos: la Plaza de Mayo, y la Plaza de los Dos Congreso. Durante la jornada del orgullo LGBT, en la primera realizaban una suerte de feria, donde no sólo vendían souvenirs sino que también se difundían los diversos grupos. Dos características aparecían en este escenario: el ambiente festivo (con disfraces, cantos, desfiles espontáneos, música, etcétera), y la diversidad 'dentro de la diversidad' (cada grupo era identificable). Sobre el final de la jornada, los grupos realizaban la marcha propiamente dicha, recorriendo las cuadras que separan la Plaza de Mayo de la del Congreso. Allí, el escenario cambiaba: los grupos perdían sus identificaciones para pasar a ser un colectivo, y el ambiente festivo se tornaba 'serio': discursos y reclamos a los legisladores eran leídos en clave 'política'. Los medios se regodeaban en el primero de los escenarios, y desestimaban el segundo, diluyendo, así, las acciones políticas de las convocatorias. Y no sólo eso: sino que los modos en que los discursos mediáticos (tanto televisivos como gráficos) representaban a estos sujetos durante la feria en la Plaza de Mayo, tendían a superponer la voz de los cronistas a las múltiples voces que allí se encontraban. Ante preguntas casi tontas de los noteros, como: "¿Es una fiesta?", los demandantes intentaban replicar que no, que se trataba de una convocatoria para reclamar por sus derechos, etc. Invariablemente los reporteados eran interrumpidos por los cronistas que volvían a la carga con preguntas tales como "¿De qué te disfrazaste?, ¿Estás de levante?", etcétera.

La investigación de Settanni pone de relieve la construcción específica que los medios realizan de la alteridad, a través de una operación de silenciamiento y secuestro de la voz de sujetos que en ese entonces se encontraban en una posición de asimetría respecto de algunos de sus derechos.

 

Fronteras simbólicas

En las tres investigaciones se han indagado ciertas modalidades de construcción de fronteras simbólicas (Barth, 1976), que se solapan con los bordes sociales. Mientras que los bordes sociales aluden a formas objetivadas de asimetrías en el acceso y la distribución de recursos y oportunidades, las fronteras simbólicas señalan distinciones conceptuales elaboradas por los actores para categorizar objetos, personas, prácticas, etcétera (Merenson, 2012). Al ser amplificadas por los medios de comunicación, y "viajar" por diversos soportes (orales, escritos, electrónicos, institucionales, informales, etcétera), las fronteras simbólicas se transforman en herramientas que les permiten a los sujetos operar sobre la realidad en su vida cotidiana. De este modo, se establecen, refuerzan, mantienen y racionalizan marcaciones sociales a través de dimensiones culturales.

No obstante, cabe hacer una advertencia: analizar la forma en que se representa la desigualdad, su forma de circulación y sus encuadres de interpretación no implica suponer que los medios de comunicación "inventan" o "crean" las representaciones de la nada. En verdad, las representaciones mediáticas de las formas contemporáneas de relacionamiento social, emergen, antes que nada, como una ratificación simbólica de matrices históricas de construcción de desigualdad. Y si esas matrices aparecen relativamente naturalizadas, es porque poseen una densidad histórica (Arancibia y Cebrelli, 2005) que aceita el camino para la apropiación acrítica por parte de los sujetos. De este modo, son reproducidas, poco cuestionadas y —presumiblemente— ratificadas en las interacciones de la vida cotidiana.9

En ese sentido, las intenciones del equipo, plasmadas en nuevos proyectos de investigación, se encaminan a dilucidar los vínculos entre procesos discursivos hegemónicos y configuraciones de sentido inter-subjetivas que reproducen / discuten / ponen en tensión los consensos acerca de las desigualdades, focalizando sobre las atribuciones de sentido que se co-construyen en la intersección entre las experiencias de los sujetos y los discursos de los medios, a través del estudio de las zonas de cruce entre la circulación de representaciones masmediáticas y las experiencias populares cotidianas. Consideramos que la hegemonía se construye de modos complejos y que los significados, imágenes y narrativas de los textos mediáticos son permanentemente mediados por la experiencia vivida en el devenir cotidiano (Tomlinson, 1991); no obstante, los sentidos emanados de esta mediación no necesariamente se condicen con la producción mediática, por lo que la hegemonía cultural se co-produce en una "sutil combinación de mediaciones" (Barker, 2003: 27).

Finalmente, como el proceso de investigación está siempre en curso, numerosas preguntas nos han ido surgiendo además de las ya expuestas. Preguntas que intentaremos responder con más investigación, pero que en esta instancia pretendemos comenzar a puntear. Concretamente, hay dos cuestiones que sobrevuelan el trabajo del equipo: una del orden de lo conceptual y otra de tipo procedimental. Respecto de la primera, nuestros interrogantes se orientan a centralizar sobre los procesos donde la diferencia cultural es una producción social, pero no para acumular especulaciones teórico-filosóficas, sino para introducir hallazgos empíricos en los debates respecto del multiculturalismo. En función de esto, nos interesa reflexionar sobre el multiculturalismo como categoría productiva o mera coartada de tolerancia forzada, y su posible reemplazo por la categoría de interculturalidad, orientada a preguntarse qué del 'otro' hay en la propia existencia y, por lo tanto, a relativizar la mismidad.10

En relación con la segunda, quisiéramos seguir pensando acerca de la (compleja) relación —poco explorada hasta el momento, si bien explotada por diversos grupos sociales— entre obtención de visibilidad (mediática) y acceso a la ciudadanía plena. Los pocos trabajos que hemos relevado sobre esta cuestión tienden a extremar los argumentos, o bien negando el papel de los escenarios mediáticos en la construcción del pasaje de grupo práctico a grupo instituido (Bourdieu, 1985), o bien celebrando la visibilidad mediática sin cuestionar la capacidad de los medios de expresar 'fielmente' sus voces. En verdad, reconocer la presencia de distintas 'voces' no equivale a intentar comprenderlas en su irreductibilidad, así como tampoco implica una ubicación diáfana en el supuesto 'concierto' polifónico de la diversidad de experiencias humanas. De hecho, la visibilidad sería, acaso, un primer paso en el trayecto que va desde la aparición y la puesta en circulación pública, al reconocimiento y otorgamiento de derechos. Es decir, resta aún aquello que implica la atribución compartida de entidad política. Como afirma Hall, "la pluralidad de voces no tiene sentido a menos que sean escuchadas y comprendidas" (Hall, 1981: 160). Y, agregaríamos, reconocidas en su carácter político.

 

Notas

1 Se trata de los siguientes proyectos: "Imágenes y experiencias de la subalternidad". (IDAES-UNSAM, 2011-2012); "Formas contemporáneas de legitimación de la desigualdad. Imágenes de la subalternidad en los medios de comunicación" (UBACyT, 2011-2012); "Jóvenes, territorios y prácticas culturales" (IDAES-UNSAM, 2009-2010); "Representaciones de la protesta. Sujetos, memoria y medios de comunicación (Argentina 1921-2007)" (UBACyT, 2008-2010); "Nuevas identidades políticas y culturales en espacios urbanos de Argentina" (IDAES-UNSAM, 2007-2008); "Del evento al acontecimiento: memoria popular y representaciones mediáticas" (UBACyT, 2004-2007); y "Cartografías del otro: representaciones populares y memoria social" (UBACyT, 2003).

2 Reponer las cuestiones relacionadas con los conceptos de subalternidad, dominancia y/o subordinación requeriría una ponencia aparte. Baste con decir que, ante la complejidad conceptual de 'sectores populares' y la dificultad de una nítida referencia empírica, asumimos aquí que el concepto responde a una caracterización social que agrupa a sujetos en diferentes posiciones de subalternidad. Para ampliar sobre esta problemática, ver Añón y Rodríguez (2010).

3 Aun cuando es innegable que el espacio público no puede reducirse a los medios, estos co-participan de su construcción (Caletti, 2006) poniendo en circulación tópicos y narrativas a través de unos mecanismos retóricos peculiares orientados por la lógica mediática. Caletti incluso sostiene que la tecnologización actual del espacio público señala a los medios como portadores co-responsables tanto de los tópicos como de las gramáticas por las cuales una sociedad se piensa a sí misma dado que "la tecnologicidad que atraviesa el espacio público puede ser entendida como otro de sus componentes constitutivos. El espacio público es tal en virtud de los procesos de comunicación de amplia escala que los instauran". Y aclara a la vez que "no son los procesos sociales de comunicación de amplia escala quienes construyen lo público, ni como causalidad ni como demiurgia. Pero tampoco podrá construirse lo público sin ellos" (Caletti, 2006: 64). Para una perspectiva relativamente distinta, ver Ferry, Wolton y otros (1998).

4 Cabe aclarar que no desconocemos los trabajos sobre representaciones sociales de la escuela francesa de psicología social (particularmente los desarrollados por Jodelet y Moscovici) y, en ese sentido, entendemos que las representaciones mediáticas colaboran en la construcción de las representaciones sociales inter-subjetivas proveyendo discursos, textos, imágenes y narrativas, y aportan además encuadres y marcos cognitivos a esa construcción (Hall, 1981).

5 Esto implica que, en esta perspectiva, existe un lugar destinado a la agencia de los sujetos, aun cuando se trate de zonas "intersticiales". En efecto: tanto Tilly (2000) como Reygadas (2008) ponen el acento equilibradamente en las estructuras y en los agentes, corriéndose tanto de los determinismos extremos como de los "voluntarismos" radicales.

6 En efecto: la Ley 23.696 de Reforma del Estado de 1989, permitió flexibilizar puntos claves de la Ley de Radiodifusión (22.285/81) de la dictadura, que hasta entonces impedía la constitución de monopolios multimediales y de propiedad extendida. Desde ese momento, esta flexibilización posibilitó que empresas dueñas de medios gráficos accedieran a licencias de canales de televisión privatizadas, situación que se ha mantenido hasta la reciente sanción de la Ley de Servicios Audiovisuales que reemplaza a la anterior. El consecuente descenso de las condiciones de democratización cultural de los sectores populares es un resultado que la promulgación en 2009 de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales (Ley 26.522) intenta, justamente, re-equilibrar. La ley contiene la voluntad de ampliar la democratización del acceso y la participación de todos los sectores de la sociedad.

7 El corpus fue construido tomando tanto ciclos documentales como Cámara Testigo, Crónicas Extremas, La Liga, GPS, Blog. Periodismo de autor, Punto Doc, Ser Urbano, Fuera de Foco; como noticieros periodísticos, especialmente aquellos difundidos durante el horario central: Telefé Noticias; Telenueve, Visión Siete, América Noticias y Telenoche.

8 Calificadores con que se nombran a los inmigrantes boliviano, peruano y paraguayo respectivamente, en gran parte de la Argentina.

9 Así, para poner un ejemplo concreto, que un inmigrante regional aparezca representado desarrollando prácticas laborales acordes a las que el mercado laboral le ha reservado como parte de la matriz de desigualdad en la Argentina, puede aparecer no como una denuncia acerca de la etnicización de las relaciones sociales de producción en la Argentina, sino como una ratificación de esa estructuración. En ese sentido, y como sugiere Halpern (2009), se vuelve comprensible que el hecho de que esa representación no sea en el campo "delictual", ámbito privilegiado que la prensa gráfica le ha reservado a los migrantes regionales, tal como mostró Caggiano (2005), sea celebrado por los representados como un reconocimiento a su membresía social legítima. Lo que ello no resuelve es cómo la efectiva representación del inmigrante está limitada por las aspiraciones legítimas que la desigualdad le permite. Vale decir, cuál es el límite hasta el cual puede imaginarse a un inmigrante regional en los medios, más allá de ese campo delictual. La respuesta, en principio, pareciera no contemplar la legitimidad del ascenso social.

10 Los debates entre la opción por el multiculturalismo o por la interculturalidad, son numerosos, sugerentes y acalorados. Un interesante resumen crítico de las posturas es el de Wieviorka (2003). Allí el autor afirma que el multiculturalismo es una noción relacional alejada de la de interculturalidad, que en efecto reenvía a relaciones directas entre culturas diferentes, sin la mediación institucional o del estado. Siempre siguiendo a este autor, el peligro del multiculturalismo que, 'desde arriba', asegura no sólo el reconocimiento de diferencias culturales sino también la implementación de medidas sociales reparatorias para sus miembros, es que tiende a fijar las mismas diferencias culturales que reconoce. Asimismo, cabe señalar que las condiciones sociales de los países de nuestra región exigen ir más allá de estas reflexiones y re-ubicar en el centro de la problemática la cuestión de la desigualdad estructural. Dicho en palabras más simples, no es lo mismo ser homosexual que ser pobre. Para proponer acciones afirmativas y reclamar reconocimiento en el espacio público, es necesario contar con capital cultural y social. Las posibilidades de reafirmarse públicamente están, en la región, mal repartidas desde la base.

 

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