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Runa

versión On-line ISSN 1851-9628

Runa vol.34 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2013

 

ARTÍCULOS

Max Uhle - Julio Tello: una polémica académico-política en la conformación de la Arqueología peruana

Alejandra Ramos*

 

* Licenciada en Ciencias Antropológicas. Becaria doctoral de CONICET. Sección Etnohistoria (ICA-FFyL-UBA). Correo electrónico: alejandraramos_@hotmail.com.

Fecha de realización: septiembre de 2012. Fecha de recepción: octubre de 2012. Fecha de aprobación: febrero de 2013.


Resumen

Max Uhle (1856-1944) y Julio Tello (1880-1947) realizaron destacadas contribuciones al desarrollo de la Arqueología peruana en la primera mitad del siglo xx, coincidiendo en algunos puntos y diferenciándose en otros. Los contrastes de sus propuestas académicas fueron vinculados a posicionamientos políticos, lo cual impactó en la forma de concebir el desarrollo de la Arqueología peruana. Analizamos de qué manera la interdependencia en sus caracterizaciones condujo a la conformación de una lógica espejada, situando a Uhle y a Tello en dos polos que condensan valoraciones negativas y positivas, respectivamente. Finalmente, exploramos el pasaje que se dio de la oposición de sus figuras a la construcción de formas de investigar excluyentes y dependientes de la nacionalidad.

Palabras clave: Max Uhle; Julio Tello; Arqueología Peruana; Nacionalismo; Historia de las Ideas

Max Uhle - Julio Tello: A political-academic controversy in the conformation of Peruvian archaeology

Abstract

Max Uhle (1856-1944) and Julio Tello (1880-1947) made prominent contributions to the development of Peruvian archaeology in the first half of the 20th century, coinciding at some points and differing in others. Their contrasting academic proposals were linked to political positions, which in turn impacted the way of imagining the development of Peruvian archaeology. The article analyzes how the interdependence in the characterizations of Uhle and Tello led to the formation of a mirrored logic, placing them in two poles that condense positive and negative assessments, respectively. Finally, we explore the passage from the opposition of both figures to the construction of exclusive and nationality-dependent ways of doing research.

Key words: Max Uhle; Julio Tello; Peruvian Archaeology; Nationalism; History of Ideas

Max Uhle - Julio Tello: Uma polêmica academico-politica na conformação da arqueologia peruana

Resumo

Max Uhle (1856-1944) e Julio Tello (1880-1947) fizeram importantes contribuições para o desenvolvimento da arqueologia peruana na primeira metade do século XX, concordando em alguns pontos e divergindo em outros. Os contrastes de suas propostas acadêmicas ligavam-se a suas posições políticas, e isso teve um impacto sobre a maneira de conceber o desenvolvimento da arqueologia peruana. Vamos analisar como a interdependência em suas caracterizações levou à formação de uma lógica espelhada, colocando Uhle e Tello em dois pólos que condensam críticas positivas e negativas, respectivamente. Por fim, vamos explorar a passagem da oposição dos dois atores para as maneiras excludentes de investigar, e dependentes da nacionalidade.

Palavras-chave: Max Uhle; Julio Tello; Arqueologia Peruana; Nacionalismo; História das Idéias


Introducción

En los estudios relativos a la Arqueología de Perú realizados entre fines del siglo xix y principios de la década de 1940 se destacaron las investigaciones de Max Uhle y Julio Tello, tanto por sus aportes individuales a la Arqueología peruana como por la interdependencia que sus figuras —y las representaciones asociadas a ellas— adquirieron con el correr de los años.1 Como veremos a lo largo de este trabajo, luego de una primera instancia en la que cada uno de estos autores fue reconocido por sus contribuciones, la caracterización de uno comenzó a depender de la caracterización del otro, de acuerdo a una lógica espejada, para finalmente erigirlos como representantes de formas de investigar excluyentes.

Max Uhle (1856-1944) nació en Dresde, Alemania. En 1880 obtuvo su doctorado en la Universidad de Leipzig, y en 1892 fue enviado como investigador a Sudamérica por el Real Museo Etnográfico de Berlín, institución a la que se había incorporado cuatro años antes. Uhle inició su recorrido en el noroeste argentino2; luego se dirigió a Bolivia y finalmente se instaló en Perú, donde obtuvo la financiación de la Universidad de Pennsylvania para realizar exploraciones en Ancón y en Pachacamac; allí excavó una serie de tumbas y efectuó un estudio de la estratigrafía en el que basó su propuesta para una cronología relativa. Posteriormente viajó a Estados Unidos y consiguió el apoyo financiero de la Universidad de California para realizar, entre 1899 y 1900, exploraciones intensivas en la costa y en la sierra norte peruana. En 1902 logró un nuevo contrato por tres años, esta vez para excavar en la costa central de Perú. En 1905 le fue encargada la dirección de la sección de Arqueología y Tribus Salvajes del recientemente creado Museo de Historia Nacional de Lima, puesto que ocupó hasta 1911. Al finalizar su labor en el Museo se dirigió a Chile para realizar investigaciones y dictar clases (1912-1919). Luego fue invitado a Ecuador por Jacinto Jirón y Caamaño, donde permaneció hasta 1933. En 1939 regresó por última vez a Perú para participar del Congreso Internacional de Americanistas.

Julio Tello (1880-1947) nació en Huarochirí, Perú. En su juventud viajó a Lima, donde ingresó a la Universidad Mayor de San Marcos, para luego continuar su educación en la Facultad de Medicina de San Fernando, desempeñándose, al mismo tiempo, como conservador en la Biblioteca Nacional. El gobierno de Leguía3 le otorgó dos becas de perfeccionamiento que le permitieron estudiar Antropología en Estados Unidos (1909) y en Europa (1911). En 1912 le fue asignado el cargo de Director del Departamento de Arqueología en el Museo de Historia Nacional, puesto que ocupó hasta 1915. Tello realizó cuatro grandes expediciones arqueológicas: al departamento de Ancash, en 1919; al departamento de Ica, entre 1925 y 1930; al río Marañón, en 1937; y al río Urubamba, en 1942 (Bueno Mendoza 1997, Morales Chocano 1998). Entre sus principales aportes se destacan los estudios sobre Chavín y Paracas4. En 1919, por iniciativa propia, se creó el Museo de la Universidad de San Marcos, y cinco años más tarde, el Museo de Arqueología Peruana5. En 1936 participó, junto a Alfred Kroeber, en la creación del Institute of Andean Research (IAR), organismo que financió numerosas investigaciones en Perú.

En 1998, Peter Kaulicke publicó una compilación que incluía artículos sobre la vida y la obra de Max Uhle, junto a cuatro de sus textos traducidos al español6. La edición del libro había sido impulsada por el deseo de Kaulicke de rescatar la trayectoria de Uhle en un ambiente académico que, según consideraba él, desmerecía su obra. Esto estaría en estrecha relación con dos factores: por una parte, el desconocimiento de su obra; por otra, la contraposición de su figura con la de Tello. Para apoyar este último argumento, Kaulicke presenta —para luego discutir— la caracterización del arqueólogo Morales Chocano.

Tello y Uhle son indudablemente dos pilares opuestos de la Arqueología peruana. Tello representa el nacionalismo de una arqueología comprometida con el presente. Uhle es el investigador extranjero encerrado en un gabinete de trabajo, ignorando el presente, la identidad nacional y la conservación de los monumentos arqueológicos, actitud seguida hasta la fecha por todos los arqueólogos extranjeros que trabajan en el Perú. Más aun, creemos que son pilares distintos en la consecución de la Arqueología como ciencia (Morales Chocano [1993] 1998: 19)

De acuerdo a Kaulicke (1998a), estas líneas reflejan la opinión de muchos arqueólogos peruanos, las cuales podrían resumirse de la siguiente manera: Julio Tello y Max Uhle representan una "arqueología como antropología vs. arqueología como historia, arqueología teórica vs. arqueología analítica, evolucionismo vs. difusionismo, indigenismo vs. imperialismo" (Kaulicke 1998a: 69). Es a partir de la tesis de este autor que nos preguntamos si la contraposición de Uhle y Tello encuentra eco en otros investigadores, y de qué manera se los caracteriza. Para abordar este interrogante examinamos un conjunto de homenajes, obituarios y memorias en su honor, y textos que recorren la historia de la Arqueología peruana y/o andina.

A través de dicho examen notamos, por una parte, que el debate combinaba las diferencias en la interpretación de la información arqueológica con una asignación de posicionamientos políticos opuestos y, por otra, que la forma y el alcance que adquiere la contraposición se ha trasformado con el paso del tiempo, reactualizándose a partir de recientes publicaciones. Nuestro objetivo, entonces, será analizar la forma en que se ha gestado la oposición entre los autores, y desentrañar de qué manera esta oposición ha evolucionado con el paso de los años. Para tal fin expondremos una serie de comentarios y críticas sobre los autores, opiniones que fueron apareciendo con el correr de los años. Daremos cuenta de la evolución de estas caracterizaciones para luego focalizar cómo han sido abordadas las dos principales divergencias en las propuestas teóricas de Uhle y Tello —el origen de las sociedades andinas y los criterios de periodización—, con el objetivo de señalar de qué manera influyó el contexto político (y diferentes momentos del nacionalismo peruano) en el desarrollo de la contraposición de los investigadores. Finalmente, analizaremos cómo la construcción de esta contraposición ha impactado en las narrativas sobre las relaciones entre arqueólogos nacionales y extranjeros.

 

Representaciones sobre Uhle y Tello

Método científico y revalorización del pasado prehispánico

Durante las primeras décadas del siglo XX, las referencias a Uhle estuvieron mayormente ligadas al carácter pionero de su empleo del método científico en Arqueología: de ahí su importancia en el desarrollo de esta disciplina en Perú;7 mientras que la labor de Tello se vinculó principalmente a la revalorización del pasado prehispánico, en tanto origen de la nación peruana, y su figura fue también homologada con lo incaico y/o lo indígena.8

En el número homenaje que la Revista del Museo Nacional de Lima le dedicó a Uhle en su octogésimo cumpleaños, se afirmaba que éste "representa la introducción de los métodos científicos en el vasto campo de la prehistoria" (1936: 3). Veinte años más tarde, la misma revista conmemora el "Centenario de Max Uhle", designándolo como el "ilustre fundador de la Arqueología en el Perú" (1956: 4). En cuanto a Tello, en el homenaje realizado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos tras su fallecimiento, una de sus discípulas señaló que el autor había develado un capítulo de la historia de Perú que "nos era desconocido; no sabíamos quienes éramos, de dónde procedíamos y cuáles eran nuestros orígenes" (Carrión Cachot 1948: 7). En el discurso aparece también una identificación de Tello como indígena. Otro de sus discípulos lo definió con "el retoño del viejo árbol genealógico de los Inkas" (Mejía Xesspe 1948: 4); mientras que su obra fue descrita como "de factura incaica, después de la conquista no hay nada en su estilo con qué compararla. Fue de raza indígena pura e hizo ciencias como los Incas" (Weiss 1948, citado en Kaulicke 2006: 12).

La introducción del método científico en la Arqueología peruana, por una parte, y la revalorización del pasado peruano (estableciendo un vínculo con el presente), por otra, se constituyeron como las bases de las argumentaciones sobre la importancia de estos dos investigadores para la Arqueología nacional. Estos criterios se utilizarán para designar a uno u otro autor como padre de la Arqueología peruana. Sin embargo, en la década de 1920 se produjo un acontecimiento que luego inclinaría la balanza a favor de uno de ellos: el debate sobre el origen geográfico de los habitantes del actual Perú, en el que Uhle y Tello mostraron posturas contrarias. La presentación de estas dos tesis tuvo como escenario los Congresos Internacionales de Americanistas (CIA). En 1924, en el XXI CIA, Uhle presentó su tesis de que "las altas civilizaciones del Nuevo Mundo tenían un origen común en el área Maya" (Tantaleán 2008: 40). Cuatro años más tarde, en un nuevo encuentro de Americanistas, Tello discutió esta idea argumentando que, en realidad, los habitantes de Perú tenían un origen autónomo y amazónico (Astuhuamán Gonzáles y Daggett 2005, Rowe 1954, Tantaleán 2008). Como veremos en el siguiente apartado, la importancia que cobraría la distinción no se debe sólo a que las tesis son contrarias sino, y principalmente, a los significados secundarios que se les adjudicaron en relación a las posturas políticas que supuestamente venían a representar.

Aloctonismo y Autoctonismo

A partir de la segunda mitad del siglo xx comienzan a editarse trabajos inéditos de los autores, sus figuras son difundidas por la prensa y los textos educativos (en el caso de Tello) y sus seguidores reactualizan el debate sobre el origen geográfico de las sociedades andinas. Veremos cómo paulatinamente se da un corrimiento de los criterios iniciales empleados para reseñar la obra de cada autor —el método científico y la revalorización del pasado prehispánico— hacia la confrontación a partir de sus tesis sobre el origen de las sociedades andinas.

Desde mediados de la década de 1950, y durante la década siguiente, Toribio Mejía Xesspe se dedicó a publicar parte de los documentos inéditos que Tello había donado a la Universidad de San Marcos.9 Las referencias halladas durante este período lo señalaban como "indio al ciento por cierto" (Puga Arroyo 1960: 13) o "descendiente legítimo y directo de aquellos que levantaron Sacsahuaman y Majchuoijchu, que tallaron Tiahuanaco y Cumbemayu, que delinearon Chavín y Chan Chan…" (Puga Arroyo 1960: 14).

A pesar de que en la década de 1940 se había intentado confirmar —sin éxito— la hipótesis de Uhle respecto del origen de las poblaciones andinas (Collier y Murra 1943), y de que en su homenaje de 1954 Rowe la identificara como "one of the worst he ever wrote" (1954: 17), durante los '60 Linares Málaga continuó explorando y desarrollando esta idea. En el prólogo que Valcárcel realizó a su libro Friedrich Max Uhle. Padre de la Arqueología andina (1964), se afirma que el autor, al apoyar la tesis de Uhle, "parece inclinarse por la corriente que, de tiempo en tiempo, reaparece para persuadirnos del origen extranjero de nuestra cultura" (1964: 10). Nótese que el comentario no hace referencia a si existe evidencia o no para la tesis presentada, sino en si la región identificada como lugar de origen se encuentra dentro o fuera de los límites de Perú.

En 1970, en dos destacados estudios de la Arqueología peruana —Arqueología peruana: visión integral, de Federico Kauffmann Doig; y 100 años de Arqueología en el Perú, de Rogger Ravines—, se identificaba a los dos autores como "padres" de la Arqueología peruana. En un trabajo posterior, Kauffmann Doig se refería a la posición aloctonista de Uhle y a la autoctonista de Tello; en cuanto a esta última, consideraba que se encontraba atravesada por una fuerte carga ideológica que ponía de manifiesto su pasión por "lo peruano de raíz ancestral" (1987: 15). Además, indicaba un paralelismo con distintos países de Latinoamérica en el que "cada cual [remitía] a su país una raigambre cultural propia" (1987: 11). En lo concerniente a la posición de Uhle, escribió:

le ha valido diatribas póstumas recientes, de L. Lumbreras, en el sentido que "no era favorable al indio peruano", y que ello se "deduce" por cuanto Uhle llegó a plantear la tesis que "la alta cultura peruana fue de origen foráneo". Según la posición referida se "deduce" que Uhle consideró "incapaz" a los antiguos peruanos de haber gestado una alta cultura (Kauffmann 1987: 15)

En una reciente publicación, Lumbreras reactualiza esta posición y afirma que de la teoría de Uhle se deduce que "fue una gran cosa para Perú que llegaran primero 'los mayas' y después los españoles, pues aquí el pueblo peruano en su proceso, sólo había demostrado tendencia a la decrepitud y decadencia" ([2006] 2007: 8). En las próximas páginas retomaremos estas consideraciones con el fin de examinar el pasaje que se da desde el planteo de un origen alóctono a la justificación de la dominación extranjera.

Coexistencia y reactualización de los criterios de valoración

En el libro Ellos también hicieron Perú (1989-1990), el periodista Jorge Donayre Belaunde reúne biografías de científicos, artistas y empresarios (tanto nacionales como extranjeros) que "ayudaron a formar este crisol de razas, de espíritus y voluntades que es el Perú" (Preble 1989-1990: 8). Allí encontramos "La Arqueología como ciencia", subtítulo que acompaña la biografía de Max Uhle (Donayre Belaunde 1989-1990: 56), mientras que el nombre de Tello es seguido de "Siglos de historia bajo la arena" (Donayre Belaunde 1989-1990: 60). Vemos así cómo se legitima a uno y otro investigador, desde argumentos de base independiente y mediante la reactualización de los criterios impuestos en la primera mitad del siglo xx.

En esa misma línea, Matos Mendieta afirma: "La Arqueología peruana como ocupación académica se inició con Max Uhle (…) empezó a valerse de una metodología científica" que la distingue de las "prácticas de excavadores aficionados", y luego Tello "le imprime su propia característica personal" (1990: 507). Qué significa esto último quizás pueda aclararse, al menos en parte, a partir de la comparación que el autor realiza de los dos investigadores:

Uhle y Tello pertenecieron a dos escuelas diferentes, a dos nacionalidades, a dos culturas y quizás aquello motivara diferentes perspectivas al acercarse a la cultura y el objeto de sus estudios. Tello, notablemente comprometido con la historia indígena y sujeto a la influencia de su origen serrano, se esforzó por entender el proceso desde una óptica nacional. Uhle, por su lado, se esforzó por reconstruir la cronología de los principales acontecimientos de la historia preoccidental. Tello, militante del influyente movimiento indigenista de su época, y Uhle, convencido de la existencia de un largo proceso preinka" (Matos Mendieta 1990: 507-508).

Dos años más tarde, Nava Carrión declaraba "las naciones requieren héroes y valores étnicos culturales, que estimulan y permiten el desarrollo de su nacionalidad y la identificación ancestral de los pueblos; Julio C. Tello nos proporcionó estos valores a través de su monumental obra científica" (1992: 1331), gracias a la cual "hemos encontrado nuestro ancestro étnico cultural tan importante para el desarrollo de la nacionalidad e identificación de nuestro pueblo" (1992: 1334). Apenas con un año de diferencia, Morales Chocano publicó el tomo dedicado a la Historia de la Arqueología, perteneciente al Compendio Histórico del Perú. Allí se encuentra la cita que comentamos en la introducción y que para Kaulicke representa la posición de muchos investigadores peruanos: una valoración negativa de Uhle como extranjero, y una positiva de Tello en tanto defensor de la identidad nacional. Complementando esta cita, reproducimos a continuación la caracterización que realiza el autor de ambos investigadores:

JULIO C. TELLO (…) Al regresar a Perú emprendió una vastísima tarea de exploración y excavaciones a lo largo de la costa, la sierra y la montaña nororiental, donde estudió a profundidad la cultura Chavín, planteando la genial idea de que las culturas andinas tenían sus orígenes en la amazonía peruana, lo cual cobra mayor vigencia en nuestro tiempo. Su máximo descubrimiento fue la gran cultura Paracas, al sur de Ica.

MAX UHLE (…) Es otro gran fundador de la Arqueología peruana. Inició sus trabajos en Tiawanako, a fines del siglo xix; aplicó el método vertical, contrario a la estratigrafía horizontal de Tello. Uhle era partidario de realizar una arqueología de sitio para buscar el ordenamiento cronológico de tipos y estilos con fases y períodos. Uhle trabajó arduamente a lo largo de la costa peruana, planteando, equivocadamente, que las culturas protoides eran anteriores a Chavín y que derivaban de la cultura Maya de Centroamérica; esta teoría difusionista aún tiene algunos seguidores (Morales Chocano [1993] 1998: 18)

Morales Chocano deja en claro que no acuerda con aquellos investigadores que establecen el inicio de la Arqueología científica a partir de los trabajos de Uhle, ya que considera insuficiente lo que describe como simple incorporación de técnicas y métodos: para él resulta necesario, además, "trascender el objeto de estudio, es decir, modificar la mirada y pasar de un interés exclusivo en el material arqueológico a una preocupación por la conexión entre pasado y presente [siendo justamente este el aporte de Tello]" (Morales Chocano [1993] 1998: 19). De esta manera se reactualiza el paulatino eclipse de los criterios previos de valorización (el aporte científico y la revalorización del pasado, ambos considerados positivamente) por una caracterización de los investigadores dependiente de su postura autoctonista o aloctonista, evaluada como positiva y negativa respectivamente. Nótese que la valoración que se aplica a la teoría es inmediatamente trasladada al investigador en sí.

Siguiendo esta línea, Amat Olazábal designó a Tello como el "forjador del Perú auténtico", titulando así su trabajo de 1997. También se refirió al investigador como "Amauta", "indio de raigambre" (1997: 10) y "aborigen que supo compenetrarse con su glorioso pasado" (1997: 6), cuyo mayor aporte habría sido el de "sostener la tesis correcta de la génesis autóctona de la civilización andina" (1997: 6). En la misma obra, publicada al centenario del fallecimiento de Tello, Chávez Valenzuela asegura que muchos peruanos eran seguidores de Uhle a causa "de su prestigio de teutón" (1997: 10); mientras que Tello habría sido la "revancha indígena contra los Ávila de San Damián y los Avendaños de Cajatambo y Yauyos [extirpadores de idolatrías]" (1997: 12).10 En estos casos podemos apreciar cómo la contraposición de los investigadores a partir de la tesis sobre la proveniencia de las sociedades andinas se ve reforzada por la nacionalidad de cada autor; y en el caso de Tello, incluso por su identificación con lo indígena.

En 1999, Alberto Bueno Mendoza reclamaba un análisis enfocado en los aspectos teórico-metodológicos de la obra de Tello, ya que consideraba que los homenajes realizados a lo largo del siglo xx se habían centrado principalmente en la persona del investigador. En la misma línea, casi una década después, Tantaleán argumentaba:

Julio C. Tello ha sido y será una figura importante para la Arqueología peruana, pues su trabajo impactó la práctica arqueológica actual en diferentes aspectos; también deberemos entenderlo como un actor político que participó de los movimientos ideológicos de su tiempo que buscaban (y lograron) cambiar la historia del país, incorporando al "indio" dentro de la agenda del Estado, un tema aún vigente en un país socialmente fragmentado como el Perú. Tello también deberá ser visto de una forma más objetiva y menos emotiva. Lo que nos queda a lo/as investigadore/as sociales es dejar de hablar por Tello y comenzar a hablar acerca de Tello como reflejo de su tiempo y gestor del cambio de la manera de ver a la sociedad peruana (2008: 45)

Entre las fechas en que fueron realizadas las observaciones de Mendoza y Tantaleán se iniciaba la publicación de las obras completas de Tello. Primero con Arqueología de Cajamarca: expedición al Marañón – 1937 (2004), y un año después con Paracas, primera parte, que incluye una biografía de Tello realizada por César Astuhuamán y Richard Dagget. Este último autor escribió también una introducción a las investigaciones de Tello sobre Paracas, y Jürgen Golte presentó una reflexión sobre el aporte del libro a los estudios de iconografía.11 Paralelamente, en 1998, se publicó la compilación de Kaulicke que mencionamos en la introducción y que de alguna manera se convirtió en el punto de partida de nuestra investigación; mientras que una nueva compilación de Kaulicke, junto a Fischer, Masson y Wolff, sobre la obra de Uhle fue publicada en 2010. Además de las traducciones de cuatro trabajos de Uhle, el primer trabajo presentaba una serie de artículos que tocaban temas más bien generales (la idea de tiempo, su percepción geográfica, excavaciones en la costa sur, la teoría aimarista y el Museo de Historia Nacional); la segunda compilación, en cambio, contiene una mayor cantidad de artículos y priman los trabajos referidos a determinadas áreas geográficas investigadas por Uhle. El presente siglo se inicia entonces con grandes esfuerzos de difusión y revisión crítica de la obra de estas dos personalidades, que vendrán a reactualizar sus caracterizaciones, recuperándose, en distinta medida, la contraposición establecida a lo largo del siglo xx.

Recapitulando, podríamos decir que, en un principio, los rasgos seleccionados para recordar a Uhle y Tello eran independientes y se valoraban positivamente; pero con el paso del tiempo las narrativas sobre estos autores comenzaron a centrarse en el debate sobre el origen geográfico de los habitantes de Perú, consideradas como una posición deseable y reivindicatoria (Tello: autoctonismo) enfrentada a una postura que menoscaba la autonomía y enaltecía lo foráneo sobre lo nacional (Uhle: aloctonismo). Esta paulatina transformación se encuentra, además, atravesada por los intereses en torno al título de "padre de la Arqueología peruana". En un principio, los argumentos empleados fueron:12 aquel que investigó por primera vez en el país de acuerdo a estándares teórico-metodológicos de una naciente Arqueología científica, o aquel que fue símbolo y a la vez facilitó el desarrollo de una Arqueología nacional. Luego, el foco en aloctono vs. autóctono, y su asociación con posturas políticas presentadas como inherentes a cada teoría, no sólo colocaron a Tello en una mejor posición en la disputa por el título, sino que iniciaron la lógica espejada que, a partir de ese momento, marcaría las caracterizaciones de estos autores. De la concepción de la teoría como "buena" o "mala" se pasará a la valoración de los investigadores en esos mismos términos; luego, al posicionarlos como representantes de una forma de investigar —atravesada por las asociaciones previas en torno a nacionalismo e imperialismo—, la polarización se trasladará a investigadores nacionales vs. extranjeros. Con el fin de comprender cómo se produjeron estas sutiles pero significativas transformaciones, en el siguiente apartado nos centraremos en dos temas sobre los que Uhle y Tello tuvieron ideas contrarias y en las narrativas producidas en torno a ellos.

 

Releyendo las diferencias

Existen dos grandes temas en los que las propuestas de Uhle y Tello se contraponen: uno es el ya mencionado origen de las sociedades andinas; el otro, que no aparece tan recurrentemente en las fuentes trabajadas los apartados anteriores, es el modelo de periodización del material arqueológico. Entendemos que el protagonismo que adquirió el primer tema se encuentra fuertemente ligado a procesos de construcción de la identidad nacional peruana. Mientras que el segundo tema, a primera vista menos emblemático, nos permitirá rever una de las principales consecuencias del juego de espejos que se ha establecido con las figuras de Uhle y Tello: la producción de estereotipos enfrentados de arqueólogos nacionales y extranjeros.

El problema del origen de las sociedades andinas y su impacto en la construcción de la identidad nacional

Como mencionamos anteriormente, ambos investigadores se refirieron al origen de las sociedades andinas presentado tesis opuestas. Si bien tanto Morales Chocano ([1993] 1998) como Kaulicke (1998a) y Astuhuamán Gonzáles y Daggett (2005) identifican sólo las ideas de Uhle como difusionistas, coincidimos con Tantaleán (2008) en que las dos posturas responden a una pregunta eminentemente difusionista: ¿De dónde provienen espacialmente las sociedades andinas, cuál es su lugar de origen?13 De acuerdo a Lumbreras y a Morales Chocano, la propuesta de Uhle "justificó la presencia foránea como causa del desarrollo cultural" (Morales Chocano [1993] 1998: 19). De esta manera, la tesis de Uhle parece cargada de una valoración negativa que le sería inherente; sin embargo, Astuhuamán Gonzáles y Daggett plantean este tema a partir de cómo fue recibida en la época en que fue formulada:

Las ideas de Uhle y anteriores propuestas difusionistas, habían sido bien acogidas por el minoritario grupo étnico dominante para justificar su supuesta superioridad y procedencia foránea, y plantear que históricamente los indígenas eran dependientes y sin capacidad de crear civilización propia (2005: 27)

Es importante entonces señalar la diferencia que existe entre el hecho de que una interpretación arqueológica sea tomada por un grupo de poder para avalar su discurso, y que la misma surja de la intención de justificar una postura política. No se discute aquí que los grupos de poder hicieran suya la postura de Uhle: no fue la primera ni será la última vez que se produzca una apropiación selectiva de conocimiento científico según los intereses políticos imperantes. Pero sí destacamos que el lazo que se establece entre la idea "el origen de las sociedades andinas es mesoamericano", y la conclusión "eso justifica la dominación extranjera" es ajeno a Uhle.

La propuesta de Tello, en cambio, ha sido enaltecida en Perú por discursos fuertemente atravesados de reivindicaciones nacionalistas que recuperan y sustentan la identidad en el pasado indígena, así como también lo han estado las referencias a su persona y a su procedencia, tal como hemos visto en el apartado precedente. Dado que el nacionalismo se justifica a partir de la antigüedad de un grupo en un territorio, primero la Historia y luego la Arqueología peruana se embarcaron en la búsqueda de características comunes que permitieran establecer una línea de continuidad entre las sociedades pasadas y la presente (Tantaleán 2010). Es en este sentido que cobra relevancia política el debate sobre el origen o proveniencia de las sociedades andinas. Se vuelve necesario "construir una nación con personajes descollantes nacidos en el suelo patrio. Por eso, veremos que el 'padre de la Arqueología peruana' tendrá que ser alguien que encarna tanto física como ideológicamente dicho propósito" (Tantaleán 2010: 143). Más allá de qué tan "significativos y fundantes" (Tantaleán 2010: 143) puedan resultar los aportes de Uhle, el padre de la Arqueología peruana debía encontrarse entre los intelectuales nacionales (Tantaleán 2008). Tello encaja perfectamente en este esquema: un arqueólogo nacional que argumenta en pos de una "cultura peruana autóctona" y cuya propia persona se ha identificado fuertemente con lo indígena.

La construcción de la oposición entre los autores se ahondó en el contexto de un significativo resurgir del sentimiento nacionalista que tuvo lugar en la década de 1940 en el marco del conflicto limítrofe con Ecuador, y tras la declaración de guerra a Alemania hacia la finalización de la Segunda Guerra Mundial.14 Fue justamente durante el gobierno nacionalista pro-indígena de Manuel Prado (1939-1945) que "el mito 'del peruano Tello que derrotaba al alemán Uhle' comenzó a crearse hasta convertirse en el discurso oficial del Estado. Tello fue considerado héroe nacional y símbolo del grandioso pasado del Perú" (Astuhuamán Gonzáles y Daggett 2005: 47). Es entonces a partir de la década de 1940 que las relaciones entre arqueólogos nacionales y extranjeros se perciben cada vez más polarizadas, cuando Uhle y Tello son concebidos menos como dos grandes arqueólogos con meritos de distinto orden que como dos polos que condensan valoraciones negativas y positivas, respectivamente.

Periodización: diferencia soslayada y polarización nacional-extranjero

Ordenado de acuerdo a una cronología, el material arqueológico hace posible la delimitación de períodos, de modo que las relaciones establecidas entre ellos posibilitan una narrativa del pasado. En el caso de Uhle y de Tello, sus narrativas enfatizaban dimensiones contrarias; mientras "Uhle enfatizaba en la dinámica del proceso, Tello en la permanencia. El primero remarcó las subdivisiones, el segundo las soslayó (y confundió)" de manera que el término "horizonte"adquiere significados opuestos: "para Uhle resulta de una unificación efímera, para Tello ratifica la unidad andina" (2005: 10-11). Se inician así dos tradiciones de "periodificar o clasificar temporalmente el material arqueológico: la evolutiva y la cronológica" (Ramón Joffré 2005: 8). En la primera se establecen etapas a partir de rasgos culturales, mientras que en la segunda se identifican períodos en términos de unidades temporales.

Tanto Morales Chocano ([1993] 1998) como Astuhuamán Gonzáles y Daggett (2005) consideran que, tras la muerte de Tello, los arqueólogos extranjeros —principalmente norteamericanos— monopolizaron las investigaciones desplazando la producción peruana. Como consecuencia, en las décadas de 1940 y 1950 se habría impuesto una línea teórica norteamericana —primero de corte histórico-cultural, luego evolucionista— que no deja lugar a los investigadores peruanos, quienes recuperaran espacio recién en los '60, gracias al impulso dado por los trabajos de Lumbreras.15 Sin embargo, para esas décadas Ramón Joffré (2005) reconstruye un escenario en el que tanto arqueólogos extranjeros como peruanos participan activamente de los debates del momento. De hecho, y como veremos a continuación, la principal línea que divide a los investigadores no es relativa a su nacionalidad, sino que se establece entre partidarios de una cronología organizada según etapas evolutivas y de otra basada en períodos de contemporaneidad.

La discusión de criterios cronológicos y evolutivos de periodización que tuvo lugar en 1946, en el marco de la Mesa Redonda de Chiclín, reunió a los miembros del Proyecto del Valle Virú16 junto a Rafael Larco Hoyle. Primaron allí las posiciones a favor de una periodización según etapas evolutivas. En la década siguiente se desarrollaron cuatro encuentros: 1) La primera mesa sobre Terminología Arqueológica (1953), que contó con la participación tanto de especialistas peruanos —Jorge Muelle, Toribio Mejía, Augusto Soriano y Luis Valcárcel— como de norteamericanos —Richard Schaedel, Louis Stumer y William Strong. La discusión que se dio en este contexto retomó los sistemas de clasificación propuestos por Tello y por Larco Hoyle, arribando a una terminología uniforme; 2) La Mesa Redonda de Ciencias Antropológicas (1958) en la que Jorge Mulle, Eugene Hammel y Edward Lanning trataron el concepto de "horizonte", tomando distancia de las secuencias de tipo evolutivo de los años previos e inclinándose por la propuesta de períodos basados en la contemporaneidad de John Rowe;17 3) La Mesa Redonda de Terminología Arqueológica18 (1958), en la cual Schaedel presentó las conclusiones de la reunión de 1953 y defendió el sistema de estadios allí consensuado, mientras que Lumbreras discutió la secuencia evolutiva y apoyó la propuesta de Rowe; 4) La Semana de Arqueología Peruana (1959), en la cual se confrontó la secuencia maestra de Rowe con la nueva propuesta de estadios de Choy (Ramón Joffré 2005). Vemos entonces que en estos encuentros que giraban en torno a un tema clave de la época, la periodización, los investigadores peruanos ocupaban un lugar central, en tanto arqueólogos de distinta nacionalidad respaldaban uno u otro modelo.19

Reconstruyamos entonces la trama que enlaza, por medio de las periodizaciones, el par Uhle-Tello con la producción arqueológica nacional vs. el predominio extranjero. En primer lugar, tenemos un tema en el que los autores tratados en este trabajo mantuvieron propuestas contrarias. ¿Por qué este tema no cobró una relevancia similar al de la discusión sobre el origen de las sociedades andinas? Si antes consideramos que un contexto político cargado de reivindicaciones nacionalistas tomó la bandera de la tesis autoctonista, ¿por qué no habría de pasar lo mismo con la idea de continuidad y de unidad andina, que se desprenden de la propuesta cronológica de Tello? Una posible respuesta es que el problema del origen geográfico era una batalla zanjada, en la que Tello había salido victorioso, mientras que la periodización continuó discutiéndose sin un claro ganador.

En segundo lugar, encontramos una narrativa que nos presenta la siguiente secuencia: producción nacional de la mano de Tello; predominio norteamericano (escuelas histórico-cultural y evolucionista); vuelta a la producción nacional de la mano de Lumbreras.20 ¿Qué ocurre con los arqueólogos peruanos en el segundo momento?, ¿acaso no están participando activamente en su disciplina? Lo están haciendo, como hemos visto a través del debate sobre la periodización. Entonces, ¿se estará confundiendo la ausencia de una Arqueología fuertemente nacionalista con la de una Arqueología nacional? Por ejemplo, cuando Astuhuamán Gonzáles y Daggett (2005) se refieren al período en que predominan las escuelas norteamericanas, afirman que éstas llenan el vacío originado tras la muerte de Tello, quien no deja discípulos con formación universitaria. Pero la existencia de una producción arqueológica nacional no se reduce a la continuidad de una línea iniciada por Tello. De hecho, en el trabajo de Jorge Muelle (1972) podemos encontrar una descripción de las investigaciones realizadas desde mediados del siglo xx por arqueólogos peruanos, donde el autor da cuenta de su relevancia y su diversidad.21

A diferencia del discurso que, infiriéndolo de sus teorías alóctonas y autóctonas, sitúa —y a la vez reduce— a Uhle como representante del imperialismo y a Tello del nacionalismo, en el caso de la periodización no podemos poner de un lado a los arqueólogos peruanos y confrontarlos con los extranjeros. En síntesis, lo interesante de la periodización es que no permite una división de aguas por nacionalidad: es por ese motivo que creemos que ha sido soslayado en las narrativas sobre Uhle y Tello.

 

Consideraciones finales

A lo largo de este trabajo analizamos el alcance y las formas que ha adquirido la caracterización de dos prominentes arqueólogos, como lo fueron Max Uhle y Julio Tello; nos centramos en la contraposición que se estableció entre ellos y dimos cuenta de la incidencia del contexto sociopolítico en dicho desarrollo. Para ello focalizamos en dos debates en los que tomaron parte Uhle y Tello y exploramos el pasaje que se dio de la oposición de sus figuras a la construcción de formas de investigar dependientes de la nacionalidad. Los rasgos priorizados a la hora de caracterizar las obras de Uhle y Tello, así como los criterios empleados para su valorización, han atravesado significativas transformaciones con el correr de las décadas, desarrollándose una marcada interdependencia entre las representaciones de cada uno. De esta manera, las descripciones que enfatizaban la introducción de la Arqueología científica y la revaloración del pasado prehispánico como principal contribución de cada autor a la Arqueología peruana fueron dando lugar a aquellas que los enfrentaban a partir de la tesis aloctonista de uno y a la autoctonista del otro. Los criterios de valoración apoyados en el debate sobre el origen geográfico de las sociedades peruanas no reemplazan necesariamente a los criterios previos, sino que estos pueden convivir y ser reactualizados. Así, las referencias iniciales a la procedencia andina de Tello, asociadas en un primer momento a la revaloración del pasado, fueron retomadas en un segundo momento para reforzar la oposición con Uhle en tanto investigador extranjero.

Tal como lo desarrollamos, para la construcción de dichas representaciones se ha apelado tanto a las investigaciones producidas por los autores abordados como también a sus características personales; paralelamente, ciertas coyunturas históricas han contribuido a que su desarrollo se diera principalmente en una dirección: la de la contraposición. Las referencias a las diferencias académicas que tuvieron Tello y Uhle —principalmente respecto al origen de la civilización andina— se encuentran fuertemente atravesadas por posicionamientos ideológicos y disputas por espacios de poder en un marco de cambios más generales en la política nacional. Las circunstancias en las que se desarrolló dicha contraposición contribuyeron a resaltar sus diferencias, mientras que los puntos comunes que los atraviesan, como las preocupaciones por el patrimonio y los presupuestos difusionistas que encierran sus obras, se encuentran notoriamente soslayados.

La trayectoria de cada investigador resulta prácticamente reducida a una de las tesis que defendieron cuando las valoraciones positivas o negativas asociadas a ellas se trasladan a los investigadores en sí mismos e incluso llegan a convertirse en representantes de formas de investigar distintas y dependientes de la nacionalidad. Una vez producido este pasaje, las figuras de estos investigadores pueden ser utilizadas para reafirmar argumentos más generales sobre las características de la investigación arqueológica en Perú. De esta manera, Tello se convirtió en develador y a la vez en representante de la identidad nacional, mientras que Uhle encarnó un "otro" en el cual reflejarse por oposición, que condensaba aquellos atributos considerados negativos. Esta lógica espejada y de inversión toma el sentido de formas excluyentes de "ser investigador": una línea divisoria entre arqueólogos nacionales y extranjeros se trazó como el punto máximo de desarrollo de esta lógica de clasificación. Por supuesto, esto deja de lado las diferencias teórico-metodológicas que existen en el interior de la comunidad académica de cada país y las redes profesionales de las cuales los investigadores forman parte más allá de las fronteras nacionales.

Las figuras de estos autores comenzaron a ser examinadas en los últimos años; debemos situar esta revisión crítica en el contexto de un creciente interés por los vínculos entre poder estatal, nacionalismo e investigaciones arqueológicas. Se torna entonces relevante analizar de qué manera lo que ocurre en el mundo académico se vincula con otras esferas de la vida social. Esto implica, entre otras cosas, examinar cómo se construye la historia de una disciplina, qué autores se erigen como referentes y cuáles son los criterios empleados para ese fin. El presente trabajo busca ser un aporte en este sentido.

Uno de los interrogantes que queda pendiente para futuros trabajos es explorar otras formas en que pueda manifestarse la contraposición entre arqueólogos nacionales y extranjeros, más allá de lo estrictamente vinculado a Uhle y Tello. Por otra parte, si la nacionalidad ha resultado un criterio significativo en la construcción de los relatos sobre la historia de la Arqueología peruana, tal como lo afirmamos aquí, entonces resultaría de interés indagar en otros criterios no académicos que se hayan tornado relevantes para tal fin.

 

Notas

1 Para comprender cabalmente el desarrollo de la Arqueología peruana resulta necesario tomar en cuenta también la figura de Luis E. Valcárcel, he abordado algunas de sus contribuciones en mi tesis de Licenciatura (Ramos 2011). Para una referencia a su relación y confrontación con Tello puede verse Prieto (2010), allí también se encontrará información de interés sobre el proceso de institucionalización de la arqueología en Perú y sobre otro actor clave para su desarrollo, Emilio Gutiérrez de Quintanilla.

2 Sobre las investigaciones de Uhle en el noroeste argentino se puede consultar Nastri (2010).

3 Augusto Leguía (1863-1932) fue presidente de Perú en dos períodos: entre 1908 y 1912, y entre 1919 y 1930. Tello fue diputado durante el segundo gobierno de Leguía. Un examen de su rol en el parlamento puede encontrarse en Guzmán Palomino (1997); Mesía Montengero (2006), por su parte, desarrolla interesantes consideraciones en relación al vínculo entre Tello y el entonces presidente peruano.

4 Un desarrollo de las investigaciones realizadas por Tello en Paracas puede encontrarse en Dagget (2005). En cuanto a Chavín, hallamos referencias recientes en Mesía Montenegro (2006).

5 En 1931, éste y otros museos darán origen al nuevo Museo Nacional, conformado por una serie de institutos y departamentos que fueron cobrando cada vez más independencia. En 1945 se crea un Consejo Nacional de Museos y cuatro museos nacionales, siendo uno de ellos el de Antropología y Arqueología. Finalmente, en 1992 este último se fusiona con el Museo Nacional de Historia, dando lugar al actual Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú.

6 Los trabajos reunidos en la compilación habían sido presentados durante 1994 en un coloquio organizado por la Especialidad de Arqueología de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, conmemorando los cincuenta años del fallecimiento de Uhle. Dos años después, en el I Encuentro Internacional de Peruanistas, Kaulicke propuso que 1996 fuera designado el "Centenario de la Arqueología Peruana", conmemorando la excavación de Pachacamac realizada por Uhle en 1896. Al no encontrar aprobación, Kaulicke decidió publicar los documentos que se habían presentado en el coloquio de 1994, junto a la traducción de algunos trabajos de Uhle.

7 En 1908, Max Uhle estableció la primera cronología relativa para Bolivia y Perú a partir de la identificación de estilos, la puesta en relación de los mismos y su posterior secuenciación, valiéndose principalmente de la cerámica asociada a enterratorios. Luego, incorporando secuencias locales, enlazadas por dos estilos de amplia distribución —Inca y Tiahuanaco—, propuso un esquema de alternancia que designó como horizontes y los períodos de estilos locales.

8 Tello realizó numerosas exploraciones y excavaciones en Perú, interpretando sus hallazgos en términos de una unidad andina —un conjunto de características compartidas— que se extendería hasta el presente. Se interesó por la conservación del patrimonio arqueológico, articulando el apoyo nacional con el internacional, e insistió en que los museos impulsaran investigaciones, publicaciones y conferencias.

9 Entre las obras publicadas se encuentran: Arqueología del Valle de Casma. Culturas Chavín, Santa o Huaylas Yunga y Sub Chimú (1956); Paracas vol. 1(1959); Chavín, cultura matriz de la civilización andina (1960); Historia de los museos nacionales del Perú. 1822-1946 (1967); y por último, el volumen 2 de Paracas (1979). En 1983, tras la muerte de Toribio Mejía Xesspe, las publicaciones se detuvieron.

10 Referencias similares se encuentran en el homenaje realizado por la Municipalidad Provincial de Huarochirí, lugar de nacimiento de Tello. Allí se resalta la importancia que cobró Huarochirí en distintos momentos históricos, desde tiempos prehispánicos hasta la Guerra del Pacífico (1879-1883), como si de alguna manera eso atravesara la obra y la persona de Tello (Yovera Ballona 1998).

11 También en estos años Burger (2009) edita The Life and Writings of Julio C. Tello: America's First Indigenous Archaeologist

12 Otro criterio más puede desprenderse de la lectura de Gänger (2006), cuando sugiere que el título de padre de la Arqueología peruana podría ser asignado a Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz, por ser el primero que se interesó en el pasado precolombino. Es preciso aclarar aquí que con este ejemplo la autora no está proponiendo a Rivero y Ustaríz como nuevo "candidato", sino, justamente, señalando que hay diferentes criterios y que algunos cobran más relevancia que otros: por ejemplo, se prioriza que las contribuciones tengan algún grado de vigencia en la actualidad (Gänger 2008).

13 El carácter difusionista de algunas ideas de Tello también ha sido señalado por Mesía Montenegro (2006). Tal como señala Tantaleán (2008), el lugar en el que aparece la postura evolutiva de Tello es en la formulación de un modelo que explique las transformaciones sociales a largo plazo. Trataremos brevemente este punto en el apartado dedicado a las periodizaciones.

14 En 1939 Uhle se encontraba en Perú, había sido invitado al Congreso Internacional de Americanistas y, al iniciarse la guerra, tuvo que permanecer en este país. Esa situación se extendió hasta 1942, cuando el gobierno peruano —tras declararle la guerra a Alemania— decidió deportar a todas las personas de origen alemán que se encontraban en el país (Rowe 1954).

15 Durante la década de 1960 tuvo lugar un "re-avivamiento del movimiento ideológico de izquierda" (Tantaleán 2010: 150). Si a través del gobierno populista de Augusto Leguía el indigenismo encontró un lugar en la política nacional, una nueva incorporación y recreación de este discurso como "nacionalismo indígena" tuvo lugar bajo el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado (1968-1975). Lumbreras halló en este último un espacio propicio para el desarrollo de sus investigaciones, así como Tello lo había tenido en el gobierno de Leguía. De modo que Lumbreras "asumiría el rol de Tello al definir tendencias y prioridades en la prehistoria andina" (Schaedel y Shimada 1982, citado en Tantaleán 2010: 151).

16 Organizado por el Institute of Andean Research y el Instituto de Estudios Etnológicos de la Universidad Mayor de San Marcos, se llevó a cabo en 1946 y se propuso como una investigación geográfica, arqueológica y etnográfica (Silva-Santisteban 2002).

17 Para una discusión del autor sobre el empleo de etapas y un desarrollo de su propuesta basada en períodos, ver Stages and periods in archaeological interpretation (Rowe, 1962).

18 La mesa contó con la participación de J. Castro, T. Catanzaro, B. Flornoy, G. Fuentes, L. Lumbreras, J. Matos, T. Mejía Xesspe, O. Núñez, A. Rossell, R. Schaedel, L. Stumer y P. Villar.

19 Pueden encontrarse referencias a posteriores vínculos entre investigadores nacionales y extranjeros en Kauffmann (1987) y en Matos Mendieta (1990).

20 Los extremos de la secuencia asociados a gobiernos nacionalistas y el sector medio vinculado al gran flujo de financiación norteamericana en la segunda posguerra.

21 Una caracterización de las particularidades de la Arqueología peruana y sobre todo de los desarrollos más recientes puede encontrarse también en Shimada y Vega-Centeno (2011).

 

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