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Runa

versión On-line ISSN 1851-9628

Runa vol.36 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul. 2015

 

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ARTÍCULOS

"El que no se la banca, mejor que se dedique a otra cosa". Riesgo, masculinidad y clase social entre trabajadores paraguayos en la industria de la construcción del Área Metropolitana de Buenos Aires

Álvaro Del Águila*

 

* Licenciado en Ciencias Antropológicas (FFyL, UBA). Licenciado en Higiene y Seguridad en el Trabajo (Universidad de Morón). Doctorando en Antropología (FFyL, UBA). Becario Tipo II del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET - IDAES, UNSAM). Correo Electrónico: alvarodelaguila@hotmail.com

Fecha de recepción: septiembre de 2014. Fecha de aceptación: diciembre de 2014.

 

Resumen

Este trabajo analiza la relación existente entre las representaciones del riesgo laboral que priman entre trabajadores paraguayos en la industria de la construcción del Área Metropolitana de Buenos Aires y el proceso de explotación de su fuerza de trabajo. Parte de considerar que las nociones de riesgo emanadas de instituciones y organismos de salud pública dan cuenta de un "saber experto" que contrasta con las representaciones que los obreros construyen en su experiencia cotidiana. Asimismo, se postula que los discursos y prácticas que los trabajadores sostienen respecto a los riesgos que entraña el trabajo en las obras se encuentran anclados en representaciones más amplias sobre la masculinidad y la clase, dando por resultado construcciones que resultan funcionales al proceso productivo. A partir de datos etnográficos, sostendremos que esta situación constituye una dimensión insoslayable a la hora de explicar los elevados índices de siniestralidad e informalidad que caracterizan al sector.

Palabras clave: Industria de la construcción; Masculinidad; Clase social; Accidentes de trabajo; Paraguay

"If you are not a man, you should better work on something else": risk, masculinity and social class among Paraguayan workers in the construction industry of the Metropolitan Area of Buenos Aires

Abstract

This paper analyzes the relationship between the representations of occupational hazard that prevail among Paraguayans workers in the construction industry of the Metropolitan Area of Buenos Aires and the process of exploitation of their labor force. It begins by considering that the notions of risk emanating from institutions and public health agencies report an "expert knowledge" that contrasts markedly with the representations that workers built through their everyday experience. Furthermore, it is postulated that the discourses and practices that sustain workers about the risks involved in work are linked to broader representations of masculinity and class, resulting in schemes that are functional to the production process. From ethnographic data, we will argue that this situation is a central dimension to explaining the high accident rates and informality that characterize the sector.

Key words: Construction industry; Masculinity; Social class; Work accidents; Paraguay

"Aquele que não é o homem, é melhor que não trabalhe": risco, masculinidade e classe social entre os trabalhadores paraguaios na indústria da construção da Grande Buenos Aires

Resumo

Este artigo analisa a relação entre as representações de risco ocupacional que prevalecem entre os paraguaios trabalhadores do sector da construção de AMBA eo processo de explotação do seu trabalho. Ele começa por considerar as noções de risco que emanam de instituições e agências de saúde pública relatam um "conhecimento especializado", que contrasta acentuadamente com as representações que os trabalhadores construíram através de sua experiência cotidiana. Além disso, postula-se que os discursos e práticas que os trabalhadores sustentam sobre os riscos envolvidos no trabalho nas obras são ancoradas em representações mais amplas de masculinidade e de classe, resultando em construções que são funcionais para o processo de produção. A partir de dados etnográficos, vamos argumentar que essa situação é uma dimensão incontornável para explicar as altas taxas de acidentes e informalidade que caracterizam o setor.

Palavras-chave: Indústria da Construção; Masculinidade; Classe social; Acidentes de trabalho; Paraguai

 

 

Introducción

El propósito de este trabajo es el de realizar algunas contribuciones desde la antropología al problema de la alta siniestralidad laboral que caracteriza a la industria de la construcción argentina. Las obras en construcción representan actualmente los espacios laborales que verifican la mayor incidencia de accidentes de trabajo en nuestro país, particularmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).1 Al mismo tiempo, por diversos motivos, la construcción representa un sector productivo que, desde hace algunas décadas, capta la inserción laboral de un gran número de migrantes limítrofes.2 A través del análisis específico del caso de los trabajadores paraguayos, buscaremos llamar la atención sobre la importancia que adquiere el análisis de ciertas dimensiones socioculturales del trabajo a la hora de intentar revertir procesos de vulnerabilidad frente al riesgo laboral.

En las últimas décadas, la categoría de "riesgo" ha aparecido en la escena pública "como factor susceptible de ser evaluado -risk assesment-, administrado -risk management- y asociado a la toma de decisiones para reducir su efecto" (Suárez et al., 2006: 127). El discurso subyacente (que legitima el interés por mensurar y controlar los riesgos) se vincula a una serie de supuestos que establecen, acríticamente, una relación causal entre ciertos comportamientos y determinados efectos (Susser, 1998). En este sentido, al enfocar en las causas "inmediatas" del accidente, los programas de prevención y análisis del riesgo lo han entendido como producto de "acciones inseguras" (ocasionadas por el ser humano), de "condiciones inseguras" (originadas en su ambiente laboral) o como producto de la confluencia de ambas.

A partir del trabajo de campo realizado en obras edilicias, sostendremos que persiste cierto desfase entre lo que el conocimiento experto concibe como riesgo "real" y "objetivo" y las representaciones que de éste construyen localmente los sujetos (Giddens, 1995; Suárez et al., 2006). De acuerdo a algunos autores, el problema radica en el hecho de que las personas aprehenden el sentido del riesgo anclándolo a ideas previas de significado cultural muy elaborado (Giddens, 1995, 1996; Lupton y Tulloch, 2002; Suárez et al., 2006). Si bien esta idea resulta acertada, no es menos cierto que existen condiciones materiales que estructuran de forma diferencial la exposición al riesgo de acuerdo al grupo social del que se trate.

En este marco, nuestro trabajo buscará aportar a dos cuestiones. En primer lugar, al alejarse de miradas esencializantes que adjudican comportamientos prototípicos a los distintos grupos nacionales/étnicos, nuestra investigación pretende contribuir al análisis de los modos por los cuales los distintos grupos sociales (re)crean activamente representaciones sobre sus propias prácticas y modos de vida, en marcada contraposición a las que llegan "desde arriba" a través del discurso hegemónico. De esta forma, mostraremos que en las obras en construcción del AMBA, las nociones de riesgo manejadas por los trabajadores sólo pueden ser comprendidas como conceptos construidos socialmente, en contextos que son a la vez intra e interétnicos, y que dan lugar a yuxtaposiciones complejas de significados, intereses y valoraciones. En segundo lugar, y de forma complementaria, buscaremos interpretar los discursos y las prácticas referidas al riesgo en los términos en que los propios sujetos los conciben y los practican. En este sentido, intentaremos mostrar a partir de datos de campo que la disposición de algunos trabajadores a asumir ciertos riesgos en su trabajo cotidiano se vincula estrechamente a construcciones sociales que descansan en modelos complejos de masculinidad y de pertenencia de clase. Si bien estas disposiciones no se verifican exclusivamente entre los obreros provenientes de Paraguay, dado que el trabajo de campo enfocará en ellos, nos preguntaremos acerca de si existe alguna relación entre la pertenencia nacional y la exposición al riesgo. Veremos entonces que algunas imágenes hegemónicas del varón paraguayo3(a través de las cuales se le adjudican capacidades distintivas para el trabajo duro, el esfuerzo físico y una actitud "valerosa" frente al riesgo), resultan funcionales al proceso productivo, al reforzar las disposiciones de los sujetos a aceptar el riesgo y, por tanto, deslindar al sector empleador de ciertas responsabilidades en materia de prevención.

El trabajo consta de tres partes. En la primera se presentan los antecedentes de la investigación, focalizando en los referidos a la industria de la construcción y a los distintos discursos sobre el riesgo laboral. En la segunda parte se presentan datos construidos en base al trabajo de campo efectuado en obras en construcción de edificios del AMBA entre 2006 y 2014. Por último, se esbozan las consideraciones finales, que servirán para interpretar el recorrido realizado y para dejar planteadas nuevas preguntas.

 

Consideraciones metodológicas

Como Licenciado en Higiene y Seguridad en el Trabajo, el autor de la investigación ha trabajado en obras en construcción a lo largo de más de una década. En este sentido, y desde el punto de vista metodológico, es preciso decir que el rol del investigador no se correspondió con lo que comúnmente se considera el modo "canónico" de acceso al campo.4 Consideramos que esta situación repercutió tanto positivamente (dando lugar a una observación-participante "privilegiada") como negativamente, condicionando las disposiciones de los sujetos a participar de la investigación como entrevistados. A partir de la introducción de la reflexividad en el campo (Guber, 1999), buscamos desarrollar una actitud de "vigilancia epistemológica" (Bourdieu, 1993) permanente, que atendiera a los condicionantes a partir de los cuales el investigador y los entrevistados producían la investigación. En este sentido, y puntualmente en relación a las entrevistas realizadas, esta situación demandó un esfuerzo particular por captar e interpretar las valoraciones que los entrevistados hacían de la propia situación comunicativa, sobre todo al considerar que la asimetría entre entrevistador y entrevistado, en la mayor parte de los casos, se encontraba legitimada de antemano, a través de su objetivación en los distintos roles que uno y otro cumplían frente al proceso productivo.

Con respecto a la construcción de la "muestra" de obras, el criterio que se utilizó fue el de realizar trabajo de campo en aquellas obras en las que la fuerza de trabajo mayoritaria fuera de origen paraguayo. El recorte inicial así planteado fue central y acotó en gran medida los ámbitos de indagación posteriores. Entre 2006 y 2014, se desarrolló observación-participante en unas 30 obras que reunían estas características, distribuidas en distintos puntos geográficos del AMBA. En este trabajo se incluyen datos de campo y fragmentos de algunas de las más de treinta entrevistas realizadas en esas obras y/o sus inmediaciones.

 

Antecedentes de la investigación

La industria de la construcción: antecedentes globales y locales

Los trabajadores de la construcción representan entre el 5 y el 10 por ciento del total del mercado de trabajo en casi todos los países del mundo (Thiel, 2012: 3). La construcción se caracteriza por ser un sector que conjuga muy diversos tipos de trabajos y oficios, lo que ha llevado a algunos autores a afirmar que debe ser considerado como un conjunto relacionado pero relativamente heterogéneo de sub-industrias, caracterizado por cierta "fragmentación estructural" (Pink, Tutt y Dainty, 2012: 2) respecto de los modelos de trabajo y de organización a los que da lugar. Esto resulta del hecho de que, en la construcción, las tareas deben siempre coordinarse entre distintos "especialistas" o "gremios" (plomeros, albañiles, carpinteros, herreros, armadores, gasistas, pintores, etc., pero también arquitectos, ingenieros, calculistas y técnicos), situación que en las últimas décadas ha dado lugar a cierta primacía de la "subcontratación" (de la Garza Toledo, 2012; Harvey, 2003) por la cual las distintas especialidades representan, a su vez, a distintas empresas. A pesar del alto grado de especialización que desarrollan los trabajadores, y como criticáramos en otras oportunidades (Del Águila, 2014a),algunos enfoques (Rivermar Pérez, 2013) han entendido que el bajo nivel educativo alcanzado por los trabajadores constituye la explicación central de la "minorización" que sufren en las obras. 5 Buscaremos dar cuenta de procesos que parecen exceder estas miradas.

Pese a la importante proliferación de estudios que en los últimos años se han dedicado a analizar la construcción (Chan y Raisanen, 2009; Cremers y Janssen, 2006; Pink, Tutt y Dainty, 2012; Ribeiro, 2006) y los trabajadores que allí se desempeñan (Ness, 2011; Thiel, 2012), puede decirse que es poco aún lo que se ha estudiado desde la Argentina. Si bien existen trabajos que han analizado la presencia de trabajadores migrantes en la industria (Aruj y Di Santo, 2002; Aruj, 2012; Galín, 2000; Mármora, Gurrieri y Aruj, 2000; Pérez Vichich, Herrería y Baer, 2000), éstos se han enfocado en las características más generales de la cuestión, fundamentalmente en cómo la presencia de mano de obra migrante impacta en el mercado de trabajo argentino. Una excepción a lo anterior la constituyen los trabajos de Panaia (1995, 2008) y de algunos miembros de su equipo (Silva, 2000) quienes, desde la Sociología del Trabajo, se han dedicado durante años a la temática y cuyo análisis resultará de suma utilidad para nuestro abordaje. Desde la Antropología, la industria de la construcción prácticamente no ha sido abordada. Los antecedentes etnográficos de nuestra investigación se circunscriben al trabajo de Vargas (2005) y a algunos de nuestra autoría (Bruno y Del Águila, 2010; Del Águila, 2011, 2014a, 2014b) a los que referiremos en apartados subsiguientes.

Fotografía 1. Obra en construcción en el barrio de Caballito.

 

En la Argentina, de acuerdo al Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (IERIC),6 se estima que la cantidad de trabajadores registrados en la construcción hacia el mes de Noviembre de 2012 alcanzaba los 400.626. Entre ellos, el AMBA representaba casi el 40% de los puestos registrados. Si bien las cifras presentadas ya de por sí tornan relevante un análisis en profundidad del sector, a esta situación deben sumarse los aportes de autores (Panaia, 1995; Silva, 2000) que interpretaron a la construcción como un ámbito productivo donde algunas condiciones de informalidad (Portes, 1995) se encuentran casi naturalizadas.

Fotografía 2. Cartelería de prevención.

 

Panaia describe a la construcción como un sector sujeto a ciclos pronunciados, muy expuesto a las crisis económicas y altamente propenso a estructuraciones específicas de la mano de obra.7 Al mismo tiempo, el escaso empleo de tecnologías mecanizadas, junto al predominio de procedimientos manuales tradicionales, hacen de la construcción de edificios un "submercado económico" en el que aún "prevalece eluso intensivo de la mano de obra"8 (Panaia, 1995: 3).

De acuerdo a Galín (2000), la incidencia del no registro en la construcción durante muchos años duplicó las proporciones del no registro en el empleo total. Uno de los aspectos señalado por los autores (Panaia, 2008; Galín, 2000; Silva, 2000) relaciona esta situación con la fuerte fragmentación del sector empleador, que en la mayoría de los casos era unipersonal, y muchas veces no poseía formalización institucional. De esta manera, por pertenecer a empresas informales, "la mayor parte de los siniestrados del sector de la construcción trabajan ´en negro´, no tienen ni contrato, ni libreta, ni ningún tipo de cobertura, y en la mayor parte de los casos están contratados por el trabajo o por el día" (Panaia, 2008: 372).

Silva (2000) ha afirmado que "la forma de actuar de un grupo social frente a los factores de riesgo se explica desde cómo los percibe, los categoriza y les otorga sentido" (Silva, 2000: 149). De acuerdo a la autora, para comprender el perfil de los trabajadores en el ramo de la construcción es preciso analizar su grado de escolaridad y su carácter migrante.9 De esta forma, al igual que Rivermar Pérez (2013), Silva relaciona así la alta siniestralidad en la industria con la alta concentración de trabajadores con niveles de instrucción por debajo de la media. Según esta visión, el grado de instrucción de los obreros representa "un enorme freno en la capacitación técnica y/o preventiva, tanto si se basa en material escrito como si se extiende a explicaciones orales" (Silva, 2000: 146).

 

Fotografía 3. Carpintero realizando tareas con exposición a riesgo de caída desde altura.

 

Si bien los abordajes presentados revisten gran importancia, nuestro enfoque buscará complejizar algunas de las afirmaciones sostenidas por los autores a partir de la introducción de la mirada etnográfica en las obras. Esto nos permitirá relativizar algunas afirmaciones, así como destacar dimensiones no consideradas por el enfoque estadístico. A nuestro entender, existen diversos supuestos presentes en estas miradas respecto al trabajo en las obras, los trabajadores y las representaciones del riesgo que priman entre éstos. Intentaremos demostrar que, si bien la vulnerabilidad que atraviesa a los sujetos es indiscutible, ésta no puede serles adjudicada "mecánicamente", sin la consideración complementaria de su "agencia"10 (Giddens, 1995; Grimberg, 1991). Al mismo tiempo, intentaremos demostrar que existen factores socioculturales que exceden la explicación que apela al bajo nivel educativo. Así, cuestiones tales como la socialización de los trabajadores en otra lengua (guaraní), no suelen ser consideradas por dichos enfoques, a pesar de revestir una importancia crucial.

 

Miradas sobre el riesgo y el accidente de trabajo

Los accidentes de trabajo son tan antiguos como el trabajo mismo. Sin embargo, el significado que se les ha atribuido parece haber cambiado con el correr del tiempo. Con anterioridad al siglo veinte, el accidente era considerado como producto del azar y, por lo tanto, como un daño que debía ser reparado (Panaia, 2008). Luego, con la llegada del siglo veinte, la extensión de la sociedad salarial y el avance de la industrialización, el accidente empieza a aparecer como un hecho que destaca por su regularidad. Si bien continúa siendo considerado producto del azar y la imprevisión, comienza ahora a revelar cierta constancia de año a año. Es esta regularidad la que "ha permitido hablar de tipos de accidentes y ha permitido realizar su recolección estadística" (Panaia, 2008: 380). Dicha regularidad, asimismo, ha sido la que crecientemente ha ido adjudicando al Estado distintas responsabilidades respecto de la reducción de riesgos.

 

Fotografía 4. Carpintero armando encofrado con riesgo de caída.

 

Actualmente, la mayor parte de los países ha abandonado las interpretaciones centradas en la reparación del daño. Como señala Panaia (2008: 374) se ha pasado de "la responsabilidad extra contractual basada en la culpa a la responsabilidad contractual fundada en la obligación del empleador de brindar seguridad al trabajador". Este cambio de enfoque surge a partir de una transición hacia la idea de riesgo creado (Panaia, 2008: 7), entendido como riesgo que no se le presenta al trabajador por causas naturales, sino a partir de que unempleador lo contrata para tareas determinadas y obtiene con esto ciertos beneficios. En este sentido, se entiende que es el compromiso contractual el que coloca al trabajador en situación de exposición al riesgo, riesgo que le sería extraño de no mediar el vínculo laboral(Panaia, 2008).

A pesar de lo anterior, persiste actualmente una situación por la cual este enfoque convive contradictoriamente con la idea de que es el trabajador el que libre y voluntariamente acepta el riesgo, como dimensión que inevitablemente traen aparejadas determinadas tareas, y de la cual el trabajador es consciente de forma previa a su inserción laboral. Si bien no podremos extendernos en su análisis, es preciso decir que esta situación contribuye a ocultar el proceso de transferencia de riesgo de parte del sector empresario hacia los trabajadores. A través de estos mecanismos, nace una mirada moderna del riesgo, entendida como la mirada probabilística sobre la ocurrencia del accidente en un contexto que es percibido como racional. El accidente es entendido entonces como algo previsible, calculable y, por tanto, asegurable, 11 aunque "esta regularidad no se conozca ni se compute para todas las poblaciones por igual"(Panaia, 2008: 380).

 

Fotografía 5. Tres generaciones de obreros paraguayos en una obra.

 

A pesar de ello, algunas miradas han captado dimensiones más profundas del accidente de trabajo. De esta forma, para algunos autores, el accidente laboral "es el final visible de una sucesión de acontecimientos que describen un entorno penoso para determinados individuos" (Bilbao, 1997 citado en Benencia, 2009). Esto parece cierto para muchos trabajadores migrantes. Sin embargo, al día de la fecha, la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRT) aún no elabora estadísticas que relacionen la siniestralidad laboral con la nacionalidad del trabajador. A causa de que los accidentes de trabajo son hechos multi-causados (que siempre se vinculan a la calificación del personal y a la inversión que en éste se hace en términos de recurso humano) intentaremos demostrar que el statusmigratorio del trabajador trae aparejado, en gran parte de los casos, una mayor precarización en las relaciones sociales de producción y, por ende, una situación de mayor exposición relativa a riesgos y/o condiciones perniciosas de trabajo.

Para clarificar nuestra afirmación, destacaremos algunos aspectos no contemplados por la normativa laboral. En nuestro país, la Ley de Higiene y Seguridad Nacional Nº 19.587 exige el asesoramiento y la capacitación de los trabajadores en relación a los riesgos a los que se encuentran expuestos, y a los modos eficaces para atenuarlos o eliminarlos. Al mismo tiempo, la Ley Nacional de Migraciones N° 25.871 en su decreto reglamentario 616/10 estipula que deberá proveerse de un intérprete en aquellos casos en los que el migrante no comprenda sus derechos y obligaciones. Luego de varios años de trabajo en la construcción, no hemos conocido ningún caso en el que un intérprete haya sido convocado a la hora de brindar capacitaciones sobre riesgo a los trabajadores migrantes. Durante estos encuentros, en más de una oportunidad, pudimos percibir que algunas indicaciones dadas a los obreros en materia de prevención, sencillamente, no estaban siendo comprendidas por ellos.

A causa de que la normativa referida a prevención del riesgo laboral concibe a todos los trabajadores como sujetos idénticos frente al riesgo (con la excepción de distinciones de género, para determinadas cuestiones específicas), suele ser común el surgimiento de "cortocircuitos" en la aplicación efectiva de la ley a los ámbitos de trabajo reales.

En este sentido, y frente a los cíclicos rebrotes xenófobos que aquejan a nuestra sociedad (asociando la migración a la delincuencia, por ejemplo), resulta interesante destacar el hecho de que rara vez el migrante es pensado como trabajador. A pesar de que el status migratorio de las personas es asunto relevante ante la ley,12 sólo es considerado por el código laboral con la finalidad de garantizar el mismo trato que se da a los nacionales. De esta forma, y si bien el espíritu de la normativa es bienintencionado, al no considerar la dimensión sociocultural del trabajo, sencillamente pierde eficacia a la hora de su aplicación. Sería entonces, a nuestro entender, deseable el establecimiento de una relación más estrecha entre la normativa migratoria y la normativa laboral.

A continuación, presentaremos algunas reflexiones surgidas a partir del trabajo de campo con obreros paraguayos en las obras del AMBA.

 

Masculinidad y representaciones de clase entre trabajadores paraguayos en las obras de construcción del AMBA

La investigación que aquí se presenta es producto de la intersección de dos dimensiones de análisis.13 En primer lugar, se enfoca en una fuerza de trabajo específica -los trabajadores paraguayos en la construcción del AMBA- caracterizada por ser una fuerza de trabajo migrante, es decir, "no - nativa". Si bien, en principio, esta particularidad no nos habilitaría a plantear cuestiones distintivas respecto de la experiencia de otro grupo de trabajadores, en otras oportunidades (Del Águila, 2011, 2014a, 2014b) hemos mostrado que el proceso de extracción del plusvalor en la construcción del AMBA adquiere características específicas para el caso de los migrantes paraguayos.

En segundo lugar, caracterizaremos a estos trabajadores como varones. Aún cuando resulta conocida la sobre-representación masculina que prima en la industria de la construcción a nivel mundial, no debe perderse de vista que existen estudios que demuestran que la mayor parte de las tareas en una obra en construcción bien podría ser realizada por mujeres (Ness, 2011). En este sentido, buscaremos desnaturalizar el fenómeno de la presencia cuasi-exclusiva de varones en las obras, para comenzar a pensarla como indicio de procesos menos evidentes de segmentación del mercado laboral.

 

Fotografía 6. Asador "oficial".

 


Uno de los aspectos que destacaremos se vincula a la existencia de un "modelo hegemónico de masculinidad latinoamericana" (Cáceres, 2005) a través del cual se presenta a los varones como "importantes, autosuficientes, competentes y poco emotivos, al tiempo que promueve el ideal del soldado guerrero que nunca se rinde, además del de conquistador que gana espacios públicos y es seductor con las mujeres" (Cáceres, 2005: 27). A lo largo del ciclo de vida de los varones, estos elementos sientan las bases para el desarrollo de una identidad masculina, exigiendo ciertos comportamientos a la vez que prohibiendo otros (Connell, 2000). La antropología ha documentado procesos culturales a través de los cuales la socialización masculina demanda sucesivas pruebas de virilidad para ser aceptada como tal (por citar sólo algunos clásicos, Malinowski, 1975 o Turner, 1967). A través de diversos mecanismos, la hombría es evaluada en su proceso y nunca es alcanzada de forma irreversible, sino que, por el contrario, siempre subsiste el riesgo de perderla (Cáceres, 2005).

Durante el trabajo de campo, hemos presenciado situaciones en las cuales los trabajadores más jóvenes eran sometidos a lo que podría entenderse como un "rito de iniciación". En uno de los casos, Lorenzo, un joven paraguayo de veinte años, recibió un golpe de pala intencional propinado por el capataz, de 31 años, hijo de paraguayos. Cuando pregunté por los motivos del golpe, el capataz me dijo que lo hizo porque "contesta mal y uno va acumulando". Dijo que "la otra vez vino amanecido o no sé qué y se tiró a dormir todo el día... yo no le dije nada, le pasé las horas como si hubiera trabajado". Sin embargo, la versión que nos dio el joven era distinta. Cuando estábamos presente, Lorenzo discutió con el capataz, diciéndole: "¡no podes hacerme eso!" mientras aquél le respondía: "ahora, porque está él (por nosotros) no me respondas mal, no me hables mal". De acuerdo a la visión de Lorenzo, con quien luego pudimos hablar, el capataz lo había mandado a palear durante horas, mientras los demás muchachos se reían de cómo le costaba hacerlo. Cuando yo pregunté porqué al capataz, él me respondió "¡que se haga hombre! ¡Tiene que aprender a no ser maricón!".

En este punto, quisiéramos presentar una reflexión surgida a partir de una nota de campo realizada en el momento del hecho. Tal vez, para Lorenzo, yo sea la única persona que cumple en la obra algo parecido a un rol protector (que suele adjudicarse a la figura femenino-maternal). Dado que yo no trabajo con herramientas como el resto de los muchachos y, a su vez, me ocupo de la "seguridad-prevención-cuidado" de la salud de los trabajadores, tal vez Lorenzo me vea como la única persona que le recuerda la sensación de protección y seguridad del ámbito materno, de donde tuvo que irse para comenzar a trabajar en una obra rodeado de varones mayores que él. El golpe de pala del capataz quiso decir "¡hacete hombre!". Palear durante horas, a pesar de ser sumamente perjudicial para el cuerpo, suele ser una de las tareas que normalmente cualquier obrero debe realizar. En este sentido, aquél que se muestra cansado o se queja de dolores en la espalda es, ante los ojos de los demás, un "maricón", y así se lo hacen saber. Lorenzo es flaquito, desgarbado, "carilindo", no tiene la fisonomía de un obrero. Durante la hora de almuerzo, cuando el resto de los muchachos come asado, él casi no come, o come pan y algún guiso. Es percibido por los demás como "distinto", porque es joven, nuevo en la empresa y no ha adquirido aún el habitus del obrero.

Dado que el golpe que le propinó el capataz fue bastante importante, el capataz llamó a la Aseguradora de Riesgo de Trabajo (ART) y advirtió a Lorenzo que diga que "se había tropezado" porque sino no lo iban a atender. Se me presentó la duda de cómo comportarme frente a esta situación ya que, en caso de levantar en peso al capataz, lo estaría desprestigiando frente al grupo y también frente a Lorenzo. Estaría socavando su autoridad. Esto podría dar lugar a que, tarde o temprano, y por cualquier pequeño motivo, el capataz tome represalias contra él, pidiendo al ingeniero que saque a Lorenzo de la obra. Con alguna excusa cualquiera, hablaría con la gente de la oficina y pediría que se lo dé de baja porque no lo necesitaba más. Dos semanas después, por propia decisión, Lorenzo renunció a la empresa.

 

Fotografía 7. Joven aprende el oficio junto a su tío.

 

Diremos que el caso analizado representa una situación "extra-ordinaria". En general, los trabajadores jóvenes suelen sobrellevar este proceso de adecuación a la lógica de los obreros mayores de otro modo. Al indagar, casi todos recordaban haber sido objeto de burlas durante las primeras experiencias en la construcción. Algo de esto todavía queda a algunos en los apodos que les fueron dados por otros trabajadores mayores (por ejemplo, a un joven le decían "Í", que en guaraní es un sufijo que se coloca a las palabras para denotar que algo es "chiquito". Otro trabajador era llamado por sus compañeros "Peque", en relación a su corta estatura). Sin embargo, estas burlas mutuas suelen ser moneda corriente en los ámbitos de trabajo masculinizados y, a la larga, forman parte del clima de trabajo "normal" de una obra. Al trabajador que es objeto de dichas burlas solamente le queda aceptarlas y reírse de ello. De otra forma, en caso de tomarlo seriamente y enojarse, estaría faltando a cierto código compartido que legitima el derecho de los más experimentados a mofarse de los novatos.

 

Fotografía 8. Después del asado.

 

Esto se vincula directamente al hecho de que no cualquier hombre es varón. La masculinidad, como fuera comentado, debe ser demostrada, y nunca es dada por sentada. A pesar de ello, en las entrevistas a los obreros el pasaje de novato a profesional no era presentado como algo traumático. De hecho, muchos de ellos lo recordaban llenos de orgullo, como un momento fundacional a partir del que, gracias a la ayuda y tutela generosa de otro varón con mayor experiencia, fueron poco a poco aprendiendo el oficio de construir. En este sentido, también suelen ser comunes las referencias a que los ingenieros y arquitectos (que sólo poseen un conocimiento "formal" de la construcción, adquirido en una universidad) necesitan de gente como ellos, que sabe cómo solucionar los problemas prácticos, aún a pesar de no tener ningún "papelito" que así lo diga. Se diferencian claramente en esto, ya que el modo en que ellos han aprendido ha sido copiando a un mayor y, en general, siendo "caradura" para preguntar lo que no se sabe.

Yo creo que el paraguayo siempre…ha sido muy buen laburante…muy buen obrero…si…a veces surge ese inconveniente de que como lo decía, "por qué no te vas a tu país, muerto de hambre" a veces se escuchan esas frases, pero generalmente no…a mi en una oportunidad…un gran hombre me habló y me dijo: "Andrés, hacele caso a alguien superior a vos… tenele en cuenta, ahora si es inferior a vos, hacé de cuenta que te entra por un oído y te sale por el otro"… eso depende de quién provenga, no? (Entrevista a Andrés, Febrero de 2011).

En relación a esto, un trabajador con 35 años de experiencia nos respondió sobre los jóvenes paraguayos que vienen a trabajar en las obras: "son sapo de otro pozo", "ni saben agarrar una pala", haciendo referencia a su origen rural. Afirmaba que la mayoría se inserta en la construcción porque "es el mercado más fácil de adaptarse", en relación a que tanto el trabajo del campo como el de la obra comparten el hecho ser "trabajo duro" (Entrevista a Ponciano, plomero paraguayo. Julio de 2008).

 

Fotografía 9.Siesta después del asado.

 

En las obras, la ausencia de lo "femenino" parece resaltar y reforzar la construcción de lo masculino. Así, la hombría, la valentía, el trabajo duro, el chiste con referencia al sexo, el placer por la comida abundante y el alcohol representan cuestiones que suelen estar presentes en las conversaciones que los trabajadores sostienen entre sí y que forman parte de los modos de llevar adelante de forma menos pesada el trabajo. Estas construcciones particulares de masculinidad no deben ser consideradas como exclusivas de las obras en construcción, sin embargo, en tanto ámbito donde prima casi exclusivamente el trabajo masculino, se presentan hipervisibilizadas.

Distintos autores (Bonino, 1989; Viveros, 2001) han demostrado que la prescripción de conductas por parte del modelo hegemónico de masculinidad da lugar a cierta diversidad de conductas, de acuerdo a patrones de clase, culturales o relativos a adscripciones rurales-urbanas. Siguiendo a Figueroa Perea (2006), los valores "burgueses" (status, decencia, importancia del progreso personal, el rechazo a lo "vulgar", la educación para la vida pública, todo ello en un contexto de necesidades básicas relativamente satisfechas y con muchas necesidades simbólicas a satisfacer) sostienen importantes diferencias respecto a patrones de masculinidad promovidos en sectores populares (en los que en general se prioriza la supervivencia en un mundo entendido como "duro", valorándose aspectos como la fortaleza física, la habilidad manual, entre otras). Como sugiriéramos, en el contexto de las obras en construcción, esta diferenciación se actualiza en las miradas contrastantes que obreros e ingenieros sostienen respecto de los distintos modos de vivir la masculinidad (con eje en la oposición trabajo manual versus trabajo intelectual).14 Dicho de otro modo, y si bien existen nodos simbólicos que unos y otros comparten en tanto varones, las diferencias de clase claramente poseen un correlato en diferentes prácticas de masculinidad.

Al igual que lo afirmado por algunos autores para otros ámbitos de la vida social (Figueroa Perea, 2006), sostenemos aquí que una de las principales causas de la siniestralidad laboral en la industria de la construcción se vincula a la existencia de un modelo de identidad masculina "que celebra la vivencia de situaciones de riesgo" (Figueroa Perea, 2006: 47) y "el descuido y abuso de las capacidades corporales" (Bonino, 1989). Se ha llegado a proponer la hipótesis del mito del héroe como explicación de las razones que llevan a los varones a exponerse intencionalmente a situaciones que ponen en riesgo su integridad física en procura de legitimarse como varones (Fagundes, 1995 citado en Figueroa Perea, 2006: 48).

 

Consideraciones finales

Desde sus inicios el capital ha pretendido adaptar la fuerza de trabajo a los procesos productivos (Gaudemar, 1991; Harvey, 2003; Ribeiro, 2006). Algunos autores han afirmado que la explotación de la fuerza de trabajo no sería posible sin la existencia de cierto "consentimiento" (Burawoy, 1989) por el cual el capital consigue organizar a los grupos subordinados "con el fin de que acepten una imagen de sus propios intereses emanada desde arriba" (Palermo, 2012: 43). Este enfoque es consonante con la visión más general de cultura en Gramsci (1992), quien la entendió como manera de experimentar y vivir la clase. También Willis (1988) destacó los procesos por los cuales cada nuevo miembro de la clase obrera internaliza imágenes de clase y modos de acción acordes a su posición frente al capital.

En relación a esto, los modelos de masculinidad que oponen a los trabajadores de la construcción de otros varones que ejecutan trabajos no manuales en la industria pueden ser pensados como parte de cierta "exaltación de la masculinidad" (Marques, 2010 citado en Palermo, 2012: 75) que se expresa en la exacerbación del cuerpo del trabajador varón en ciertos contextos laborales. "Se afianza un ideal de musculatura que es glorificado e impulsado por medio de valores ligados al esfuerzo y la disciplina, consolidándolos como atributos ‘propios’ de la masculinidad" (Palermo, 2012: 75). De esta forma, el esfuerzo físico, la potencia y la disciplina aparecen como índices del "ser trabajador de la construcción", resultando sumamente funcionales a la explotación de la fuerza de trabajo.

 

Fotografía 10. Mensajes escritos en las paredes de una obra en las cuales nativos y migrantes se burlan mutuamente.

 

En el caso puntual de los trabajadores paraguayos, estos mandatos se ven reforzados por su condición de "no-nativos". Si bien las diferenciaciones nacionales (interpretadas en clave étnica) no aparecen como culturalmente homogéneas, muchas veces los mismos trabajadores las utilizan en la industria de la construcción como un instrumento retórico para interpretar las jerarquías y el escalafón laboral (Thiel, 2012). De esta forma, se espera que un trabajador paraguayo acepte más el riesgo que entraña el trabajo en las obras dado que, en su carácter de migrante, es percibido por el empleador como más subalterno que los subalternos.

Sin embargo, la dimensión del riesgo es entendida por los trabajadores paraguayos en términos amplios, diferenciando entre quienes utilizan el cuerpo y quienes utilizan la "mente", entre quienes hacen trabajo "sucio" y quienes "no ensucian su ropa" al trabajar. De esta forma, la experiencia de los trabajadores paraguayos también aparece inmersa en un modelo de "masculinidad física" atravesado por un discurso de clase vinculado a la organización de la industria. La identidad étnica no es rechazada pero, en este punto, aparece sobrepasada por la identidad de clase. En este sentido, un capataz paraguayo no es considerado más vulnerable frente al riesgo que un capataz nativo. Y esto porque la masculinidad de los obreros constituye en sí misma un sistema de valores que, en torno al riesgo, establece diferencias entre quienes trabajan con su cuerpo y quienes no lo hacen. En este sentido, las diferencias nacionales sólo representan una diferenciación secundaria, que poco dice sobre el riesgo a los ojos de los obreros.

Por supuesto, existen numerosas dimensiones del fenómeno que se expresan en cuestiones que no pudimos abordar aquí vinculadas, por ejemplo, al rol de proveedores que los obreros sostienen al interior de sus núcleos domésticos, el envío de remesas de dinero a sus familias, entre muchos otros. En este sentido, y al igual que como afirmamos para el caso de la lengua de origen, la vulnerabilidad particular a la que se exponen los trabajadores paraguayos no podrá evidenciarse hasta tanto no se la piense en términos más amplios, términos que por su propia naturaleza exceden al enfoque y los objetivos de este trabajo. Serán seguramente buenos puntos de partida para futuras investigaciones.

 

Notas

1. De acuerdo a la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRT), el año 2013 muestra a la construcción como el sector con mayor incidencia en accidentes (135,1 accidentados cada mil trabajadores), el que presenta la mayor incidencia en muertes (273,3 por millón de trabajadores) al tiempo que es uno de los sectores con menor número de accidentes notificados a las Aseguradoras (62.780 frente a, por ejemplo, 144.629 en la industria manufacturera). Durante 2013, se registraron 113 trabajadores fallecidos a causa de accidentes de trabajo en la construcción, la mayor parte de ellos en obras del AMBA. Fuente: www.srt.gov.ar. Algunos casos recientes de accidentes fatales sufridos por paraguayos en la construcción del AMBA: http://www.hoy.com.py/fotoblogs/nacionales/obrero-paraguayo-muere-aplastado-en-argentina. http://www.ultimahora.com/muere-obrero-paraguayo-caida-una-grua-un-edificio-buenos-aires-n601457.html. http://www.telam.com.ar/notas/201407/71906-obrero-muerto-construccion-parque-patricios.html. http://www.cronica.com.ar/article/details/11146/muere-obrero-en-una-construccion

2. De acuerdo a los procesamientos realizados por Bruno (2008), cuatro de cada diez varones paraguayos con residencia en el AMBA se desempeñan como obreros de la construcción. Al mismo tiempo, y de acuerdo al mismo autor, sólo uno de cada diez argentinos nativos trabaja actualmente en una obra. Los motivos que explican la importante presencia de migrantes paraguayos en las obras del AMBA son múltiples. Si bien, por cuestiones de espacio, no podremos detenernos en un análisis pormenorizado de los factores que participan de la estructura de decisiones que llevan a los sujetos a migrar, sí nos interesará destacar algunos aspectos que en este sentido resultan centrales. En primer lugar, y como destacáramos en otras oportunidades (Bruno y Del Águila, 2010), el grado de desarrollo de las cadenas migratorias ha demostrado ser de una importancia fundamental para los sujetos a la hora de concebir su proyecto migratorio. En este sentido, destacamos el importante papel de las asociaciones paraguayas (Del Águila, 2013), como organizaciones que contribuyen a que los recién llegados puedan encauzar algunas de las necesidades que surgen durante sus primeras experiencias en Buenos Aires (hospedaje, acceso a un primer trabajo en la construcción, apoyo emocional, entre otras). A nivel más amplio, y a partir de que a mediados de 1950 adquiere vitalidad un proceso de sustitución de importaciones en Argentina (casi en paralelo a la llamada "Guerra Civil Paraguaya" de 1947 y una coyuntura que luego daría lugar a una importante retracción del empleo agrícola en Paraguay), comienza por esos años a insinuarse una migración importante hacia Buenos Aires. A pesar de ello, el gran número de paraguayos en las obras se vincula tanto a factores expulsivos en distintas zonas del Paraguay como a demandas de mano de obra barata surgidas en Buenos Aires en el marco de los sucesivos "booms" de la construcción. Sin duda, el tipo de cambio monetario durante la década de 1990 también cumplió un papel relevante a la hora de explicar la importante afluencia de migrantes durante esos años.

3. La legitimidad del "machismo paraguayo" parece comenzar alrededor de la década de 1870, con la finalización de la Guerra de la Triple Alianza. La nación paraguaya debía hacer frente a las consecuencias del enfrentamiento bélico, y una de las primeras cuestiones para los sobrevivientes fue intentar recuperarse "en número". Teniendo en cuenta esto, el promedio de 5 a 10 mujeres por cada hombre se vuelve, para algunos, la legitimación "demográfica" del machismo en Paraguay. Algunos estudios recientes: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/locales/el-machismo-forma-parte-de-la-cultura-paraguaya-153177.html

4. Para estas y otras cuestiones referidas a las particularidades del enfoque etnográfico, se recomienda la lectura de Guber (1999). En los fragmentos de entrevistas que se presentan a continuación se han modificado los nombres de los entrevistados. La inclusión de fotografías se realiza con la expresa autorización de los trabajadores involucrados.

5. Con esta afirmación no buscamos ocultar un rasgo característico de la construcción como es el bajo nivel de instrucción de sus trabajadores. Por el contrario, se busca relativizar el alcance de explicaciones de tipo "lineal", que analizan la cuestión a partir de un número reducido de "variables". En Argentina, es cierto que, mientras que en la industria y en los servicios el porcentaje de trabajadores (asalariados) que no completaron sus estudios primarios son el 5% y el 6% respectivamente, en la construcción alcanza un 16%. Del mismo modo, sólo el 13% de los trabajadores de la construcción ha terminado sus estudios secundarios, mientras que en la industria y los servicios los valores ascienden a 24% y 21% respectivamente. (Valores a mayo de 2006. Fuente: IERIC).

6. Entidad pública no estatal sin fines de lucro, creada con el objeto de ofrecer variables de previsibilidad por regiones y caracterizada por la gestión compartida entre gremios obreros, patronales y el gobierno, a fin de administrar el aporte obligatorio al fondo de desempleo.

7. En la industria de la construcción argentina, la pericia se expresa a través de "categorías" (ayudante, medio oficial, oficial, oficial especializado) que a su vez tienen un correlato en el salario. A modo ilustrativo, en Julio de 2014, el monto que se pagaba la hora de trabajo de un ayudante ascendía a $27,42 (Julio 2014) y a $32,85 la de un oficial. Fuente: UOCRA.

8. Galín (2000) ha analizado los datos referentes a la tasa de desempleo específico de la construcción, arrojando que la misma pasó de 2,9% en 1980 a 33% en 1995.

9. La composición según origen de nacimiento para los trabajadores del sector arrojaba en 1994 para el AMBA un total de 44% de bonaerenses, un 39% de trabajadores procedentes de otras provincias y un 16,5% de extranjeros, de los cuales el 13,1% eran limítrofes (Vargas, 2005: 26).

10. De acuerdo a Giddens (1995), el momento de producción de la acción también es un momento de reproducción en los contextos en los que se lleva a cabo la vida social cotidiana. Al reproducir las propiedades estructurales, los agentes sociales también reproducen las condiciones que hacen esa acción posible. Las estructuras entonces no son independientes del conocimiento que tienen los agentes acerca de lo que hacen en su actividad cotidiana. El conocimiento que tienen no es casual, sino "integral a la persistente estructuración de la vida social" (1995: 48).

11. Si bien no podremos extendernos en la cuestión, resulta interesante destacar que la "preocupación preventiva" del sector empresario surge históricamente a partir de una coyuntura por la cual éste debe hacer frente a ciertos obstáculos de índole legal que se le presentaban a la hora de estimar los costos de un proyecto de inversión. Es así que la sanción de leyes y decretos destinados a "organizar" el riesgo laboral se vincula directamente a presiones surgidas desde las cámaras empresariales para reglamentar la cuestión, principalmente por tratarse de un costo de producción que, ante una demanda surgida por un accidente, podía ocasionar gastos "inestimables". Esta situación fue presentada por algunos medios como la "industria del juicio laboral". Con anterioridad a la sanción de la Ley 24.557, el trabajador que sufría un accidente podía iniciar acciones a su empleador en el marco del Código Civil, siempre que pudiera demostrar negligencia o dolo en la aplicación de las medidas de seguridad elementales para eldesarrollo de sus tareas (que antes de la ley no estaban estipuladas y quedaban libradas a la "buena fe" del empresario). Es entonces que, a partir de estas leyes se crea la Superintendencia de Riesgos del Trabajo como organismo de gobierno encargado del control del sistema de prevención de riesgos. También nacen las ART (Aseguradoras de Riesgo de Trabajo) que pasan a ser las empresas privadas, generalmente asociadas a capitales bancarios, que aseguran a los trabajadores. En caso de accidente, las ART se hacen cargo de los costos de tratamiento médico del accidentado y/o de las indemnizaciones correspondientes a los familiares en caso de resultar éste fatal o inhabilitante. A partir de este momento, los empresarios quedan obligados a contratar un seguro de riesgos de trabajo que responda económicamente ante un siniestro, y a cambio, la inversión en seguridad laboral se torna estimable y mejora el cálculo de costos de un proyecto edilicio determinado.

12. La "Convención Internacional sobre Protección de los Derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares" fue adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1990 y ratificada por la Argentina en 2007. La norma contempla la situación de vulnerabilidad de los trabajadores migrantes irregulares, afirmando que "son frecuentemente empleados en condiciones de trabajo menos favorables que las de otros trabajadores y que para determinadas empresas ello constituye un aliciente para buscar ese tipo de mano de obra con el objeto de obtener los beneficios de una competencia desleal".

13. Si bien en este caso enfocaremos puntualmente en cuestiones vinculadas a la masculinidad y la clase social, en otras oportunidades (Del Águila, 2011, 2014a, 2014b) hemos analizado otras dimensiones (étnicas, jurídicas, vinculadas al uso de la lengua, al proceso de proletarización en sí mismo, entre otras) que también participan en la configuración de la vulnerabilidad que afirmamos para los trabajadores paraguayos en la industria de la construcción. Sirva de aclaración al lector que no pretendemos bajo ningún punto de vista limitar el análisis de la siniestralidad laboral en la construcción a explicaciones exclusivamente vinculadas al género y la clase, sino simplemente, destacarlas como dimensiones relevantes de análisis. A su vez, no nos será posible aquí abordar en toda su complejidad la dimensión de género entre estos trabajadores. Solamente podremos enfocar en las relaciones que existen entre masculinidad y exposición a riesgos laborales. De esta forma, serán dejadas para futuras investigaciones cuestiones tales como: las actitudes respecto de las mujeres, la mirada sobre la homosexualidad, las construcciones respecto de la infidelidad masculina y femenina, el rol de proveedores que están llamados a cumplir los varones, entre muchos otros aspectos a considerar.

14. No podremos extendernos en los múltiples motivos por los cuales el trabajo manual se presenta de forma desvalorizada frente al trabajo intelectual. Diremos, sin embargo, que este proceso se ha acentuado a partir de la fragmentación y el debilitamiento que han impuesto a la identidad obrera la globalización y las nuevas relaciones laborales (De la Garza Toledo, 2012). "Se espera de nosotros que aspiremos a ser clase media, que vayamos bien vestidos a trabajar", nos han dicho algunos trabajadores durante el trabajo de campo. A esta situación se agrega el hecho de que el conocimiento formal se basa en la existencia de "credenciales" que habilitan al ejercicio de la profesión y que, en muchos casos, se vuelven el objetivo del aprendizaje. Por el contrario, el conocimiento práctico se legitima a través de la acción. Dicha acción aparece así como la única fuente de evidencia de la pericia del trabajador. Estos procesos también se vinculan al nacimiento del management en la década de 1980, a partir del cual comienza a pensarse a los managers como científicos y a los obreros como intuitivos. De acuerdo a Ness (2011), el Management en la construcción surge a partir de la apropiación de una parte del conocimiento de los obreros, a través de un proceso gradual de larga data por el cual se fragmenta lo que solía ser el conocimiento global del trabajador. Lo primero en separarse y "profesionalizarse" es el diseño. El conocimiento comienza a codificarse y a transmitirse en universidades en forma de management.

 

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