SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.36 número2Una vuelta a la "casa bonita": Un bricolage interpretativo de las fuentes documentales sobre los rituales de menarquía de los pueblos originarios de la Patagonia argentina (Siglos xix y xx)Un acercamiento al estado de salud y enfermedad en las comunidades de valles y quebradas del Noroeste Argentino desde una mirada biocultural (ca. 1000-1550 AD) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Runa

versión On-line ISSN 1851-9628

Runa vol.36 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2015

 

ARTÍCULO

Desmercantilizando el concepto de trabajo: experiencias laborales en una planta social de clasificación de residuos

Cecilia Cross*

 

* Dra de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales, Investigadora Adjunta de CONICET en CITRA, Secretaria de Investigación UMET, Profesora Asociada Regular UNAJ. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Correo Electrónico: crosscecilia@gmail.com

Fecha de recepción: junio de 2015. Fecha de aceptación: febrero de 2016.

 

Resumen

En este artículo reflexiono acerca del concepto de empleabilidad considerando la experiencia de recicladores/as que se han desempeñado en una planta social de clasificación de residuos ubicada en el Complejo Ambiental Norte III de CEAMSE, cuya planificación y puesta en funcionamiento he estudiado desde 2003 hasta la fecha. Como resultado de este trabajo postulo la hipótesis de que el concepto de empleabilidad es eficaz como discurso que atenúa las expectativas de los/as recicladores/as en cuanto a los derechos que pueden reivindicar, afianzando su vulnerabilidad. En cambio, no permite explicar ni la constitución de estos colectivos ni el potencial de estas experiencias para configurar lazos sociales en las poblaciones marginadas del empleo formal. Los límites del concepto de empleabilidad no residen, a mí entender, solo en dicho concepto; sino en el supuesto de que la asignación y acceso a los lugares en el circuito productivo puede explicarse en términos de mercado.

Palabras claves: Mercado de trabajo; Empleabilidad; Articulación de experiencias; Capacidades colectivas; Reciclado

Towards a not-market oriented concept of work: labour experiences on a social plant for urban solid waste classification

Abstract

This paper presents a reflection on the concept of employability regarding the experience of a collective of workers who manage a "social recycling plant" placed on Environmental Complex Nº 3, placed on San Martin District in Buenos Aires Province. The research started on 2003 and continues, supported by Argentinean Ministry of Science and Technology. Our study shows that the discourse of employability is effective limiting the expectations of these workers about the social rights they are entitle of. Nevertheless, this concept fails to explain the nature of social bonds recreated by this experiences and the competences required to face the daily requirements of the business. Based on this evidence, I argue that the assignment of labor positions cannot be thought as a market deal, because labor market does not exist as so.

Keywords: Labor market; Employability; Experience articulation; Collective capacities; Recycling activities

Questionando a idéia de mercado de trabalho: experiências de trabalho em uma planta social para classificação de resíduos sólidos urbanos

Resumo

Este artigo apresenta uma reflexão sobre o conceito de " empregabilidade " em relação a experiência de um coletivo de trabalhadores do lixo que administram uma planta social localizada na Complexo Ambiental Nº 3, bairro de San Martin, provincía de Buenos Aires . A pesquisa começou em 2003 e continua apoiado pelo argentino Ministério da Ciência e Tecnologia. Nosso estudo mostra que o discurso da empregabilidade é eficaz limitar as expectativas desses trabalhadores sobre seus direitos sociais. No entanto, este conceito não conseguem explicar a natureza dos laços sociais recriados por esta experiência e as competências demandadas para enfrentar as necessidades diárias do negócio. Com base nessas evidências , defendo que a atribuição de postos de trabalho não pode ser pensado como um negócio de mercado, porque na mercado de trabalho não existe como tal.

Palavras chave: Mercado de trabalho; Empregabilidade; Articulação da experiencia; Capacidades collectivas; Reciclagem do lixo

 

 

Introducción

Este artículo presenta resultados de una investigación comenzada en 2003, acerca de la gestión cotidiana de programas sociales por parte de organizaciones de base territorial (Cross, 2010). Estas organizaciones, que muchas veces se conformaron en los 80s y 90s en tomas de tierra1 o en piquetes2 celebrados en demanda de "trabajo digno" o "genuino", se fueron especializando en la gestión de proyectos y programas orientados a fomentar el asociativismo, entre ellos el de reciclado de residuos, como modo de promover la economía social entre los sectores definidos como "vulnerables" debido a su "baja empleabilidad" (Cross, 2013).

En este artículo presento resultados que permiten poner en cuestión el concepto de empleabilidad y el supuesto de que la actividad laboral se organiza alrededor de un intercambio mercantil de fuerza de trabajo por dinero. Más allá de que es conocido y aceptado que este intercambio se encuentra regido por normas específicas, es un postulado extendido que su comportamiento se produce de un modo más o menos similar al de otros mercados (cfr. Solow, 1992, Moner, 2008, Quiroga Díaz, 2013; et al).

Las ostensibles diferencias en cuanto a las condiciones de vida y de trabajo que resultan de dicho intercambio se suele explicar a partir de la hipótesis ad hoc que sostiene la existencia de mercados primarios y secundarios de trabajo, planteada por primera vez en 1954 por Lewis. En este esquema, a la productividad relativa de las personas se le llama "empleabilidad", entendida en términos de las posibilidades que tiene un sujeto para colocar su fuerza de trabajo en un mercado primario, es decir aquel que asigna puestos de trabajo formales, con salarios elevados respecto al promedio y pleno reconocimiento de derechos sociales (cfr. Gazier, 1991; Gautié, 2002; Alonso, 2004; Salvia y otras, 2008; Albrieu y otros, 2008, et al)

En este marco, haciendo un quid pro quo, se suele asumir que quienes se desempeñan en mercados de trabajo secundarios lo hacen debido a su baja empleabilidad. De este modo, invirtiendo la carga de la responsabilidad, se asume que los salarios bajos y el insuficiente reconocimiento de derechos se explica por atributos personales de los/as trabajadores/as, opacando la responsabilidad estatal y empresarial en esta situación (cfr. Kaztman, 2000; Quiñones y Supervielle, 2009, et al). En el mismo sentido, conceptos como (déficit de) capital social o capital humano acentúan aquellos aspectos de las trayectorias, modos de vida, o redes de relaciones de estas personas que explicarían sus dificultades para acceder a puestos de trabajo con elevados salarios y plena garantía de los derechos sociales que reconoce la ley (cfr. Aronson, 2007; Formichella y London, 2005).

Como resultado del trabajo de campo que iniciara en 2003 en organizaciones de base territorial3 del Gran Buenos Aires, encontré que los supuestos del discurso de la (in)empleabilidad organizaban también los modos de referirse a la situación local de las instituciones que intervinieron en el desarrollo del programa de plantas sociales de reciclado, y hasta de los/as propios/as trabajadores/as (Cross, 2013).

No obstante, el supuesto de escaso desarrollo de las capacidades individuales y colectivas de estos sectores para el trabajo como explicación de sus dificultades para acceder a un empleo formal es más difícil de sostener al observar la cantidad y cualidad de esfuerzo, preparación y capacitación que requería llevar adelante la operatoria cotidiana de una "planta social de reciclado de residuos"4. A su vez, la idea de que la colocación en un puesto de trabajo respondía a una valoración racional de pros y contras de parte de los/as trabajadores/as, resultaba contradictoria con sus relatos acerca de sus recorridos laborales.

Esta aparente contradicción se supera al enfocar el análisis desde el concepto de experiencia, como sustrato en el que se puede pensar la propia vida en relación con los vínculos que se establecen con otras personas, y el modo en que nos pensamos como parte de un todo social, históricamente situado. Desde este enfoque es posible comprender que los discursos dominantes penetran las representaciones de sí de los sectores más postergados, atenuando sus expectativas acerca de los derechos a los que pueden aspirar legítimamente (Cross, 2013).

Con el propósito de dar cuenta del recorrido analítico que permite sostener esta hipótesis, comenzaré por ofrecer una contextualización del proceso de construcción y análisis de los datos. Luego efectuaré una presentación del programa de plantas sociales, situándolo en relación con las condiciones de vida cotidiana en los barrios que rodean el Complejo Ambiental Norte III5, para finalmente analizar el relato de Camila6, una joven trabajadora, acerca de su vinculación con la planta de reciclado.

 

1. Enfoque teórico metodológico de la investigación

La investigación que dio lugar a este texto se ha desarrollado desde los supuestos del paradigma interpretativo, utilizando metodología cualitativa, lo cual lleva a analizar el sentido de las prácticas y discursos insertos en el mundo de la vida de los sujetos que las llevan a cabo (Vasilachis de Gialdino, 2009). En cuanto a las técnicas y procedimientos utilizados para el relevamiento de los datos hemos trabajado con dos enfoques, dentro de los métodos cualitativos, que se han alternado y complementado a lo largo de estos más de diez años de trabajo: los estudios cualitativos clásicos y la investigación acción participativa (Gustavsen, 2008).

Dentro del primer enfoque trabajé con fuentes secundarias y primarias. Las fuentes secundarias constaron de referencias bibliográficas y revisión de informes –fundamentalmente la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y la base del Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales (SIEMPRO) dependiente del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. Las fuentes primarias incluyeron la observación de asambleas plenarias, actividades en el barrio, movilizaciones y actos, e instauración de pautas organizativas en los emprendimientos asociativos. Además, entre 2003 y 2014 realicé 63 entrevistas en profundidad (Taylor y Bogdan, 1996) a personas vinculadas a las organizaciones territoriales estudiadas, algunas de las cuales fueron actualizadas a lo largo del período analizado. Para la realización de las entrevistas elegí personas que ocupaban roles diferentes7 en las organizaciones estudiadas y se habían integrado en distintos momentos a estos procesos, con variadas condiciones de género, edad y experiencias políticas y laborales. Asimismo, realicé entrevistas a 14 informantes clave, entre dirigentes políticos/as y sindicales, funcionarios/as y trabajadores/as del Complejo Ambiental Norte III. También analicé documentos tales como boletines, folletos, discursos, declaraciones, volantes y publicaciones vinculadas a los procesos estudiados.

Respecto del segundo enfoque, realicé junto a un grupo de colegas una investigación acción a partir de 2004, frente a la demanda efectuada por la líder de una organización territorial de la zona quien, frente a la posibilidad de construir una planta social de clasificación de residuos, solicitó ayuda para "convertir un grupo de quemeros en un colectivo de trabajadores". Se conoce como quemeros o quemeras8 a quienes se dedican en forma más o menos esporádica a recoger materiales y/o alimentos en el relleno sanitario. Esta actividad estaba formalmente prohibida, a pesar de su amplia difusión en la zona, lo cual llevaba a frecuentes conflictos y situaciones de violencia institucional. Por otra parte, el oficio del quemero, que se ejerce en grupos pequeños o en forma individual, supone el ingreso -más o menos subprepticio por entonces, mucho más organizado hoy- por períodos de no más de una hora durante el que debían efectuarse los mayores esfuerzos por obtener la mayor cantidad posible de recursos y a la mayor velocidad. La venta o consumo de los obtenido es, en la mayor parte de los casos, casi inmediata. Asimismo, cabe destacar que muchas de estas personas tienen además otros oficios y ocupaciones. El desafío era, entonces, generar las condiciones de posibilidad para que un grupo de personas habituadas a realizar una tarea casi solitaria, sin mas imposición que su propia necesidad o deseo, por la que percibían ingresos sumamente variables cada semana, pudieran gestionar asociativamente una planta que les exigía no menos de 6 horas de trabajo cotidiano, con tareas prestablecidas similares en algún caso y muy diferentes en otros a las que acostumbraban a realizar, por las que además percibirían ingresos quincenales y frente a la cual debían plantearse la posibilidad de dejar de lado o al menos relegar otras actividades que llevaban a cabo desde hace años (Cross, 2013).

En este contexto, utilizamos las investigaciones previas como pre-investigación para poder avanzar en las etapas subsiguientes, conforme al diseño que propone Ander Egg (1990). El corpus de datos así constituido fue analizado desde su producción, y retomado en diferentes momentos. Así, tanto las entrevistas, los registros y las fichas, como las reflexiones suscitadas en el primer análisis y los subsiguientes, fueron recuperados en diversas ocasiones y desde distintas preguntas y marcos analíticos (Raymen, 2009). El desafío consistió en considerar cada testimonio, registro, declaración pública e interpretación académica –propia y ajena- en su contexto de producción, sin dejar de repensarlo en función de los acontecimientos que se sucedieron con posterioridad y los rastros de la experiencia previa de quien hablaba (cfr. Ricœur, 2000).

De este modo, al analizar los registros busqué comprender los procesos de disputa en torno a los sentidos que adquirió la implementación del programa de plantas sociales, dando cuenta además de cómo se transformaron las posiciones subjetivas de las personas involucradas en el proceso, y los vínculos que entablaron mientras llevaban a cabo las distintas actividades que demandan dicho programa.

A lo largo de estos años observé que este programa requirió en su implementación el reconocimiento de criterios de justicia en el uso y adjudicación de los recursos, lo cual permitía establecer prioridades al adjudicar un puesto de trabajo a la vez que distribuir áreas de competencia entre instituciones intervinientes: agencias estatales, ONG’s y organizaciones sociales o de base. A su vez, en la gestión cotidiana de este emprendimiento se fueron reconfigurando los marcos de sentido desde los cuales articulaban sus experiencias (Throop, 2003) quienes intervinieron en la implementación, tanto trabajadores/as y líderes locales como funcionarios/as de instituciones públicas y privadas, gubernamentales y no gubernamentales.

El debate acerca de la experiencia tiene una larga tradición en la teoría social, pero más allá de la postura que se adopte, el concepto de experiencia alude a ese punto –inaccesible en modo directo, aunque imaginado- en el que las percepciones –aquello que nos pasa como organismo vivo- se simbolizan y por tanto pueden hacerse conscientes. Esa simbolización se produce contraponiendo esa percepción con marcos significativos constituidos a lo largo de nuestra vida, que no pueden pensarse a priori de los vínculos establecidos con quienes nos rodean. Por eso, desde este enfoque la subjetivación no ocurre sólo frente a nuestra consciencia –como en el cogito cartesiano- sino también frente a ese conglomerado difuso al que llamamos sociedad, integrada precisamente por otros/as semejantes y diferentes (Ricœur, 2004).

Ahora bien, si la experiencia es inaccesible en modo directo ¿cómo será posible relevarla? Recuperando a Ricœur (2000), consideramos que en el acto de narrar se ponen de manifiesto los marcos de sentido que permiten articular la experiencia humana, situándola temporalmente a través del proceso de elaboración de la trama de un discurso. En esa articulación las personas se sitúan unas frente a otras y frente a los objetos estableciendo su modo específico de ser-en-el-mundo a través de las representaciones que construyen acerca de sí y de aquello que las rodea. Estas representaciones no son "ideas flotantes que se mueven en un espacio autónomo", sino "mediaciones simbólicas que contribuyen a la instauración del vínculo social" (Ricœur, 2004:175).

Las referencias a estos marcos de sentido se ponen de manifiesto, particularmente, en la justificación y en la puesta en juego de pruebas de calificación mediante las cuales la acción se evalúa en contraposición con principios que rigen la moral de ese sujeto, reconociendo o negando sus capacidades, y por tanto su responsabilidad -más allá de su intención- (Ricœur, 2004:174). Por ello, al articular nuestra experiencia nos situamos frente a otros/as quienes nos confirman como sujetos, pero también como desiguales (Throop, 2003). Los datos con los que he trabajado en este artículo, en síntesis, han sido producidos y analizados desde estos supuestos.

 

2. Las plantas como programa social.

El sistema de disposición de los residuos en la zona metropolitana de Buenos Aires está vigente desde 1977, basado en un sistema de rellenos sanitarios que es centralizado por la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE). Cuando el sistema fue instaurado se prohibió terminantemente el desarrollo de actividades de reciclado, a pesar de lo cual dichas actividades nunca cesaron. A partir de 2002, en un contexto de fuerte movilización social, esta prohibición fue revisada y CEAMSE acordó con el estado provincial una serie de medidas destinadas tanto a atender los conflictos locales, como a adecuarse al nuevo contexto institucional y político (Carenzo y otros, 2013). Una de ellas fue la promoción de plantas de clasificación de residuos, emplazadas en el complejo ambiental Norte III. Se les llamó "plantas sociales" para distinguirlas de las "privadas" concesionadas a empresas. Así fue presentado este proyecto en un documento web de CEAMSE:

En las inmediaciones del Complejo Ambiental Norte III surgieron organizaciones de base, que representan a la gran cantidad de familias humildes que viven de la separación y venta de residuos. La consecuencia fue el ingreso ilegal de personas indigentes al frente de operaciones del relleno que, además de generar diversas dificultades en la disposición final de los residuos, se exponen a contraer infecciones o sufrir cortes o heridas. Y, lo que es más grave, ponen en riesgo sus vidas al desplazarse entre maquinarias de gran porte. Los equipos interdisciplinarios formados por CEAMSE están trabajando para orientar y dar un marco de contención social a estas personas que se encontraban en el mayor desamparo, para que dieran los pasos a fin de constituirse en asociaciones civiles. Y que así sus integrantes encontraran en las plantas sociales su acceso al sistema formal de trabajo (CEAMSE, 2005).

Este fragmento muestra la caracterización que se efectuaba desde CEAMSE acerca de las organizaciones barriales constituidas en la zona. La población era caracterizada en términos de "familias humildes que viven de la separación y venta de residuos" que se "encuentran en el mayor desamparo". La principal fuente de vulnerabilidad, el "desamparo" en que vivían las familias, se asociaba con su incapacidad de "acceder al sistema formal de trabajo". Las "organizaciones de base" eran responsabilizadas por el ingreso de estas personas al relleno, con los consabidos riesgos que esto importaba a su integridad física, sobre todo frente a las "máquinas de gran porte" que operaban en ese sitio.

A través de esta caracterización se construía al sujeto de esta política como vulnerable, y se presentaba la inserción de estas personas en el colectivo de trabajadores/as de la planta -asi como la asistencia técnica prestada por los "equipos interdisciplinarios" a las organizaciones-, como antídotos a esa vulnerabilidad. Así se instalaba la contraposición formal-legal-seguro vs informal-ilegal-peligroso, presentando a la empresa CEAMSE como agente que promovía el mejoramiento de las condiciones de vida en el barrio a través del programa de plantas sociales. Se suponía que estas plantas facilitarían el acceso al "sistema formal de trabajo" de los/as "indigentes" que accedían al relleno.

Las plantas fueron construidas con apoyo de los gobiernos provincial y nacional, según fuera el caso. CEAMSE cedió las plantas en comodato a asociaciones civiles conformadas por organizaciones territoriales de la zona. Una vez establecido el comodato, los colectivos de trabajadores/as convocados a través de estas asociaciones pudieron comenzar a operar. El estatus jurídico de ese vínculo era bastante difuso: CEAMSE se reservaba para sí el poder de controlar el acceso al predio de los/as trabajadores/as, y para hacerlo exigía que las asociaciones civiles contrataran un seguro de vida para cada trabajador/a. Esta suerte de habilitación provisoria se establecía a la espera de que se constituyera, en un plazo no mayor a seis meses, una cooperativa de trabajo en cada planta, presidida por quien lideraba la asociación civil. Los conflictos en torno al cumplimiento de estas premisas fueron permanentes en los primeros años, y en ningún caso se cumplieron los plazos de formalización de cooperativas (Cross, 2014).

Otro factor que añade complejidad a la comprensión del vínculo entre trabajadores/as, cooperativas, asociaciones civiles y CEAMSE es la cuestión del control del proceso de trabajo. La operatoria del Complejo Norte III estaba concesionada a Roggio Ambiental, por lo que esta empresa, ajena en principio a los acuerdos que regían la implementación del programa de plantas sociales, controlaba de hecho la asignación de la "materia prima" del proceso, es decir los camiones recolectores que ingresaban al relleno. Dado lo heterogéneo de la "calidad de los residuos" -y su potencial económico- esta facultad le otorgaba una enorme capacidad de presión sobre las plantas.

A grandes rasgos existen dos tipos de camiones que transportan residuos urbanos reciclables: los "privados" y los "domiciliarios". Los primeros corresponden a servicios de recolección contratados por empresas y habitualmente acarrean cartón, papeles y plásticos secos Los domiciliarios, en cambio, transportan una enorme diversidad de residuos secos y húmedos mezclados, y por eso requieren mucho más esfuerzo para obtener un resultado económico menos atractivo. He tenido ocasión de presenciar situaciones en las empleados/as de Roggio advertían a encargados/as de una planta que no iba a recibir más "privados" hasta tanto no limpiaran el "volado"9, o hasta que no comenzaran a trabajar los sábados. Esa capacidad de control explica por qué, a pesar de los diversos procesos políticos y sociales que dieron lugar a las asociaciones y cooperativas que operan las plantas, todas se gestionaban con procesos similares (cfr. Suárez y otros/as, 2011, Carenzo y otros, 2013).

 

3. Las plantas sociales como lugar de trabajo

Las plantas sociales del relleno Norte III operan con entre 80 y 120 trabajadores/as en dos turnos, de lunes a sábado. La mayor parte de los/as trabajadores/as residen en las inmediaciones de la planta, tienen entre 18 y 55 años y la cantidad de varones y mujeres es similar.

Si bien cada planta tiene sus peculiaridades en cuanto a la organización del trabajo es posible reconocer tres figuras. Además de los/as trabajadores/as, todas las plantas tienen un/a "presidente", principal referente, que es la persona que mantiene las relaciones con el CEAMSE y con los compradores que se acercan a adquirir los materiales procesados. La denominación de presidente se debe a que el/la líder suele ser además el/la presidente de la asociación civil y/o de la cooperativa. La tercer figura son los/as "encargados/as", uno/a o dos por turno, designados/as por los/as presidentes que organizan el trabajo y toman las decisiones que exige el normal desempeño del trabajo10.

El proceso de trabajo está organizado en dos circuitos denominados "domiciliario" y "privado", en función del tipo de camión recolector que le da inicio, como ya he mencionado. El circuito "domiciliario"comienza cuando un camión de recolección descarga su contenido en la tolva. En ese lugar dos trabajadores –habitualmente de menos de 30 años, siempre varones- acomodan las bolsas con tridentes para que se eleven a través de una cinta transportadora, ubicada a unos cuatro metros de altura. Cuando las bolsas ingresan en la cinta dos o tres trabajadores/as las desgarran y comienzan con el primer proceso de clasificación que es bastante poco detallado. A lo largo de la cinta hay varios recipientes huecos– entre cuatro y ocho a cada lado- en cuya salida externa se ubican carros con ruedas. Cada trabajador/a tiene a su cargo dos bocas, ubicadas una a su izquierda y otra a su derecha. Dos personas, habitualmente varones, se encargan de reemplazar los carros cuando se llenan, trasladando los que están completos a las posiciones del piso en las que sigue el proceso. Lo que no es recogido, el "rechazo", es conducido por la cinta a unos contenedores ubicados fuera de la planta. En el interior de estos contenedores, llamados "roll off", se ubican dos varones, usualmente menores de 30 años, que "acomodan el rechazo" para aprovechar al máximo la capacidad de cada roll off.11 Una vez llenos, los contenedores son trasladados por personal de Roggio Ambiental al relleno donde se los vacía.

El circuito domiciliario continúa en el piso con tareas de clasificación más detallada. En algunos casos esto implica separar materiales por color, en otros "limpiarlos" (por ejemplo, quitando tapas y etiquetas a las botellas). Dependiendo del material del que se trate (o del cliente al que esté destinado), ese puede ser el final del proceso o una etapa previa al prensado. Las plantas cuentan con prensas manejadas por varones –generalmente mayores de 30 años- quienes no sólo se ocupan de operarlas sino de chequear que los procesos de clasificación previa hayan sido efectuados adecuadamente.

Por su parte, el circuito "privado" comienza con la llegada, mucho más irregular y aleatoria, de camiones contratados por empresas. La carga de estos camiones no se vuelca en la tolva para preservar la calidad de los materiales12, por lo que la descarga es realizada manualmente por grupos de entre 5 y 10 personas. Esta tarea debe efectuarse en el menor tiempo posible, porque los choferes de los camiones tienen horarios que cumplir y deben descargar completamente sus cajas antes de retirarse. Luego de esa pre-clasificación se pasa al trabajo de "piso" y, de ser necesario, a la prensa.

Este circuito "privado", que suele ser un poco más "limpio", es también el que aporta los mejores ingresos a la planta13, y por eso la demanda a los empleados que manejan la logística en Roggio Ambiental para recibir este tipo de camiones es constante, y una prenda de negociación bastante recurrente, como ya ha sido explicado. La contracara de esta situación han sido las sospechas acerca de acuerdos espurios entre el personal del relleno y algunos/as "presidentes/as", generando conflictos interminables entre ellos/as.

Pese a estos conflictos, cuando en 2011 empezó a extenderse el rumor de que el relleno iba a ser cerrado por estar agotada su capacidad, se conformó la "mesa de presidentes/as" para articular acciones conjuntas que siguió reuniéndose, aún después de disiparse los rumores. La articulación de acciones conjuntas se profundizó frente a la expectativa de que se implantara un sistema de Tratamiento Mecánico Biológico (MBT), dado que este tipo de instalación requiere muchos menos puestos de trabajo para operar. En este contexto, se llevó a cabo un "piquete" en la Autopista del Buen Ayre en junio de 2012, cuyos reclamos se difundieron a través de una carta abierta a la Presidenta de la Nación que, entre otras cosas, decía lo siguiente:

(…) nuestra región es reconocida por ser una zona en la que el cirujeo ha sido desde hace décadas un refugio constante frente a la pobreza (...) Las plantas fueron entonces presentadas como una posibilidad de generar fuentes de trabajo genuino y digno para muchos compañeros. Sin embargo, luego de casi 9 años de lucha, este objetivo no se ha concretado (…) Nosotros somos los que sabemos acerca de cómo manejar los residuos. El reciclado no llegó a la Argentina de la mano de ninguna empresa u ONG internacional ecologista, que hoy nos invita a admirarlos y a aprender de cómo hacen en Europa, pretendiendo implantar sus conceptos, como "basura cero". El reciclado no llegó tampoco por los millonarios presupuestos de plantas modernas de valoración energética o MTB. -Tratamiento Mecánico Biológico (…) Pero ahora queremos también que se nos reconozcan nuestros derechos como trabajadores calificados que somos, con legítimas pretensiones de participar del esfuerzo colectivo que hacen todos los argentinos para mantener limpia su casa, su ciudad, su provincia. Si CEAMSE cobra por contaminar, nosotros queremos cobrar por reciclar (Carta abierta a Cristina Fernández de Kirchner, Grito Cartonero, José León Suárez, 11 de junio de 2012).

En este texto se ponía de manifiesto la resistencia al discurso que colocaba a los/as trabajadores/as de las plantas sociales como vulnerables, incapaces, dependientes de la buena voluntad institucional de CEAMSE, a través del reconocimiento del reciclado como oficio. Reclamar este reconocimiento permitía, asimismo, dar un nuevo sentido a la historia de la región y a la trayectoria de sus habitantes. De este modo, la condición "quemera" ya no es presentada como un atributo de vulnerabilidad sino como lo que legitimaba su posición de conocimiento -"somos los que sabemos"-, como intelocutores/as en la definición de las políticas públicas que regían la actividad.

El análisis de este párrafo también nos permite comprender el sentido que adquiría el programa de plantas sociales en este proceso, al ser resaltado como momento en el que el oficio adquiría su cariz colectivo. Para caracterizar el momento previo a la creación de las plantas, el texto refería a trabajadores/as que han "transitado todas las formas del cirujeo", como estrategia permanente de subsistencia o como modo de afrontar una determinada emergencia. A partir de la creación de las plantas sociales pueden reivindicarse como prestardores/as de un servicio público cuya centralidad es imposible desconocer. Esta cualidad habilitaba su equiparación con Roggio Ambiental. Sin embargo, mientras a esta empresa se le pagaba un canon por llevar a cabo un proceso que a la larga contamina, a los/as trabajadores de las plantas sociales no se les quería pagar por reciclar. Asimismo, poniendo de relieve la tradición recicladora de la región exigían que su opinión fuera tenida en cuenta al planificar las políticas de higiene ambiental, rechazando "conceptos implantados" como el MTB.

La formulación de las demandas estuvo dirigida plenamente al Estado; sin embargo la respuesta al conflicto implicó otros actores. El 9 de julio de 2012 representantes de las plantas sociales, autoridades del gobierno provincial, de la Ciudad y del CEAMSE firmaron un acuerdo por el cual la última institución se comprometió a: "implementar un mecanismo de estímulo pecuniario al reciclaje consistente en el pago de un canon por cada tonelada de residuo recuperado, por un valor suficiente para alcanzar una retribución justa" (Acta acuerdo firmada entre CEAMSE, GCBA, GBA y presidentes de plantas sociales, 9/7/2012). El control de la cantidad de toneladas procesadas se efectuaría a partir de la supervisión de los empleados de Roggio Ambiental, quienes debían monitorear el desplazamiento de camiones "domiciliarios" en el relleno.

El acuerdo mencionaba dos criterios para establecer el pago del canon: la cantidad de materiales procesados, y la justicia en la retribución percibida por los/as trabajadores. El primero de estos criterios subrayaba la supuesta autonomía de estos trabajadores respecto de CEAMSE y Roggio Ambiental. El segundo diluía dicha autonomía, haciendo responsable a las autoridades del Complejo por el ingreso que percibían los/as trabajadores/as del reciclado. De todos modos, el criterio de autonomía prevaleció de hecho, ya que el grueso del ingreso de los/as trabajadores/as siguió estando vinculado a la venta de materiales. El ingreso de los/as trabajadores/as de las plantas pasó así a tener tres componentes: el pago del canon, el subsidio otorgado a través del Programa "Argentina Trabaja", y la participación en el producto de la venta de los materiales procesados, siendo éste último componente el más significativo. En este contexto, los privados siguieron siendo cruciales a la hora de redondear una buena quincena y las autoridades del relleno siguieron teniendo fuerte capacidad de disciplinamiento sobre los/as trabajadores/as, sin que haya aumentado significativamente su compromiso en pos de garantizarles una "retribución justa".

 

4. Trabajar, aprender, pasarla bien: La planta vista desde la experiencia de Camila

Cuando ingresó en la planta en 2009, Camila tenía 23 años y dos hijas de 5 y 2 años a su exclusivo cargo. Su mamá y una de sus hermanas cuidaban a sus hijas mientras ella trabajaba. Habitualmente trabajaba en el nylon pero a veces también estaba en la cinta. Vivía con su papá Roberto -que también trabajaba en la planta-, su mamá, sus hermanos y hermanas, y dos de sus sobrinos/as. No obstante vivir con parientes Camila tenía "cierta privacidad": gracias a su trabajo en la planta se pudo "hacer una pieza" para ella y sus hijas en la parte posterior del terreno en el que se erigía la vivienda familiar. El comienzo en la planta fue muy duro para ella:

A mí en sí, no me gusta nada, pero al principio no quería saber nada de la planta. Porque… eh… mucho no aguantaba el olor, la mugre… que hay ahí (...) Y ahora como que ya me acostumbré y bueno… ya… Me empezó a gustar a trabajar ahí. Me empezó a gustar a trabajar ahí ahora. los encargados son muy buenos, no te vigilan tanto… y… vos estás tranquila que no te molestan para nada. Y bueno, por esos motivos. Además son muy buenos amigos… Ahí me hablo con todos (Camila, entrevista realizada en un bar, 2009)

Lidiar cotidianamente con la basura es una de las cuestiones que hace más difícil el trabajo en la planta: la exposición constante a los malos olores, durante varias horas, se menciona frecuentemente como fuente de malestar. Sin embargo, Camila logró acostumbrarse a ese aspecto del trabajo transcurrido un tiempo, y lo que hoy resalta es el clima que ha encontrado en "el galpón", como ella se refiere a la planta14. Valoraba tanto la buena relación que estableció con compañeros/as, como el que recibía de parte de los/as encargados/as.

Este aspecto, que podríamos llamar disciplinario, aparece de modo bastante peculiar y con mucha insistencia en los discursos de los/as trabajadores/as de la planta social. En los talleres participativos que realizamos eran habituales las protestas contra ciertas arbitrariedades en la asignación de tareas y cierto maltrato, sobre todo verbal. Paradójicamente, en la mayor parte de las entrevistas lo que recogía era exactamente el testimonio opuesto, como en este caso. Interpreto que esto se debe a que la cuestión del "compañerismo" y del "tratarse bien" formaba parte de los objetivos declarados y los compromisos asumidos por parte de los/as "encargados/as" y, por lo tanto, un punto sensible sobre el que negociar ciertos apoyos y/o explicitar los límites a la supuesta homogeneidad que debe asumir un colectivo de trabajo que busca identificarse como cooperativa. A su vez, la valoración del ámbito de trabajo como espacio de creación de lazos sociales comenzaba a permear los marcos de sentido desde los cuales los/as trabajadores/as articulaban sus experiencias, extendiendo esta evaluación a otras experiencias laborales previas, como se puede observar en este fragmento en el que Camila relataba sus ocupaciones anteriores:

C: Y yo dejé la escuela definitivamente cuando me quedé embarazada y ya cuando nació ella me puse a laburar, empecé de volantera. Tenía dieciocho. Bueno, estuve de volantera un mes en capital (…) Por una amiga de mi madrina, que trabajaba. Que necesitaba… una chica para repartir los volantes y… me llevó a mí. Era de diez a tres de la tarde. Era re poco, doscientos pesos por mes. Y ahí estuve un mes, porque me dijo que ya no necesitaba. Y después acá cerca de mi casa… atendía una panadería. Ahí conseguí por mi prima… Mi prima también trabajaba ahí entonces… era… dos… turnos… Era a la mañana y después a la tarde. A mí me tocaba a la mañana. Y era porque a mi prima no le gustaba levantarse temprano. Que estuve… sí… dos meses estuve. Ahí me pagaban…creo que ciento cincuenta… Sí, igual, doscientos pesos por mes. Era poco. Bueno y después… fábricas… Una fábrica de reglas… que queda por allá, por… Libertad… por ahí. Que conseguí porque a la vuelta vive mi tío. … Un miércoles… el viernes ya me llamaron para el lunes. Era la primera fábrica que… mirá que yo había dejado en fábricas y nunca me llamaba…Ahí eran muchas mujeres, más grandes que yo… hablábamos… había buen compañerismo. Había mujeres y había… Había más mujeres que hombres. Yo me acuerdo que eran muy respetuosos. No te faltaban el respeto, te… hablaban bien. Tenían mucha paciencia en explicarte las cosas, cómo tenés que hacer, como no… Ahí estuve los tres meses de contrato. Ahí… cobraba novecientos pesos por mes. Y no me renovaron, mirá que nunca faltaba. Iba a plena lluvia…pero no… No, no sé por qué… Capaz que no les gustaba como trabajaba. Bueno, después de ahí…una fábrica de textil. Y después la textil era por una amiga de mi amiga… que le había dicho que estaban tomando chicas. Entonces ellas fueron… Bueno, entonces me dijeron a mí para que yo vaya. Entonces fui y me tomaron… Y… no me gustó porque tenía que… hacer unos nudos que eran re difíciles… Yo lo hacía con el dedo…Tenía que cruzarlo, tenía que darlo vuelta… no sé…Yo mucha paciencia no tengo. En la textil me fui yo… porque no… no aguanté. Era todo de lana. Empecé… en verano. Cuando venía en el colectivo parecía que tenía sarna… cómo me picaba el cuerpo. Porque a la vez que va el rodillo… sale las pelusitas… Y cuando se pega en el cuerpo, se te pegan en la cabeza… Y ahí dejé porque no me gustaba, no… Me volvía loca… ahí con la lana me volvía loca. Aparte, eran todos apagados. No te hablabas con nadie. Vos querías hablar con uno… y era como que estaba como apagado, ¿viste? Bueno, y yo a mí no me gusta así… A mí me gusta joder con todos… me gusta joder, me gusta… tampoco pasarme de la raya… Primero confianza de a poquito, después ya bueno, yo ahí tenía diecinueve años. Y estuve ahí una semana, porque no aguantaba. Después de ahí ya no… no conseguía…Hasta hace poco que estoy en galpón, no…(Camila, entrevista realizada en la planta, 2011).

Como les ha sucedido a muchos/as otros/as de nuestros/as entrevistados/as, para Camila la llegada de su primera hija supuso el comienzo de la vida laboral y, como casi siempre ocurre, las posiciones laborales las fue consiguiendo a través de relaciones más o menos estrechas de afinidad, amistad o parentesco. Su primer trabajo fue como "volantera", y el modo en que se refería a esa posición refleja la escasa demanda de calificaciones del puesto: "necesitaban una chica". Sin embargo, esto no era un obstáculo para que ella fuera a trabajar y, si dejó de hacerlo, fue porque no la necesitaban. Luego, fue a trabajar a una panadería, como parte de un arreglo casi en términos personales con su prima: Camila iba a la mañana porque a su prima no le gustaba levantarse temprano. Una vez más, los motivos a los que aludía para señalar la asignación de horarios y tarea nada tenían que ver con sus habilidades, competencias o capacidades.

Otro aspecto saliente del relato de Camila es el modo en que valora sus experiencias laborales. Lejos de la idea de que las posiciones laborales son evaluadas racionalmente en términos del criterio costo-beneficio, que lleva a muchos/as cientistas sociales a pensar que quienes acceden a posiciones laborales precarias son quienes no pueden acceder al salario, Camila valoraba sus posiciones laborales en función de cuánto le gustaba o no la tarea, y el tipo de vínculos que le permitía desarrollar. Así, la metáfora del mercado de trabajo como modo de explicar el modo en que se accede a una posición laboral se muestra insuficiente para comprender esta trama.

Es posible observar, asimismo, que para ella no todos los trabajos representaban lo mismo, de hecho hacía una pausa para destacar su primera colocación en una fábrica: "Bueno, y después, fábricas". Esta inflexión parece ser más bien de sentido, ya que esta primera experiencia en fábrica no implicó en su caso una colocación más estable que las anteriores: estuvo apenas tres meses. A su vez, la incomodidad que experimentó en la empresa textil la llevó a abandonar rápidamente esa posición. Sin embargo, al menos idealmente, esta colocación era mucho más valorada que las demás que había obtenido: en los casos anteriores en los que llegó a ocupar un puesto había sido porque alguien le propuso tal o cual actividad, en cambio para acceder a las fábricas ella misma se ocupó de hablar con sus allegados/as acerca de su interés.

Por otra parte, en sus palabras se ponía de manifiesto cuáles eran los requisitos que a su entender, permitían conservar un puesto de trabajo de esas características: no faltar a trabajar, ser respetuosa, ser buena compañera. Sin embargo, a pesar de que ella intentó cumplirlos, no le renovaron el contrato. Ese "no sé por qué", esa formulación en términos personales, la colocaba a ella en posición de responsabilidad; de hecho su reflexión final era que podía ser que la razón por la cual no le habían renovado el contrato fuera que "no les gustó cómo trabajaba". Esa perplejidad muestra de qué modo disciplinan los discursos, como el de la inempleabilidad,a los/as trabajadores/as precarios/as.

Otro aspecto que sobresale en el relato es que el salario en la fábrica era notablemente más elevado que el obtenido en las ubicaciones previas, casi cuatro veces más. Seguramente, ese era uno de los principales aspectos que la hicieron ilusionarse cuando recibió el llamado que la convocaba a trabajar. Sin embargo, desde su posición en el momento de la entrevista, se ponían de relieve otros aspectos de la experiencia laboral que parecían tener mucho más peso en el relato: el "buen compañerismo", tanto de parte de las mujeres que eran mayores como de los varones que "no te faltaban el respeto", "te hablaban bien", la "paciencia en explicarte las cosas, cómo tenés que hacer, como no". Estos dos clivajes varones/mujeres, jóvenes/mayores también muestran rastros de su experiencia presente, ya que en las plantas, como hemos explicado, jóvenes y mayores, varones y mujeres son los clivajes que organizan los grupos.

Sin embargo, como queda de manifiesto cuando Camila aborda su experiencia en la empresa textil, acceder a un empleo en una fábrica no garantizaba de por sí la satisfacción. En este punto resaltó tanto lo difícil que le resultaba la tarea encomendada, como el malestar general que le provocaban las condiciones de trabajo: hacía mucho calor y debía trabajar con lana, las "pelusitas" se le "pegaban" en el cuerpo y le daban comezón. Es decir, una vez más, asumía por completo la responsabilidad por no haber podido conservar el trabajo, porque ella "no aguantó". Además, al mencionar los aspectos que le desagradaban de esa experiencia aludió a su falta de entendimiento con los/as compañeros/as de trabajo, a quienes describió como "apagados". De todos modos, dado que trabajó solo una semana, lo que parece más notable de este fragmento es el hecho de que al valorar una experiencia laboral, la relación con los/as compañeros/as de trabajo tenga un peso tan importante respecto a otras cuestiones, y que además este sea presentado como un aspecto exigible. Camila no se quejaba de que no le brindaran los elementos de protección adecuados para trabajar, ni de la falta de refrigeración: si esas cuestiones la molestaron, fue ella la que no aguantó. En cambio, el clima laboral sí le parecía algo exigible, un motivo para dejar el trabajo respecto al cual ella no se hacía ningún reproche, sino que por el contrario se sentía habilitada: tenía diecinueve años, era razonable que se le ofreciera un clima de trabajo más amigable. En todo caso, después de estas primeras experiencias fallidas, nuestra entrevistada comenzó a trabajar en el galpón, como cuenta a continuación:

Acá en la planta… yo… supuestamente… sabía de nylon. Yo no sé mucho de nylon. Porque… en la planta tenés que entrar con experiencia, pero lo que yo tengo es que yo soy de aprender rápido las cosas. Cuando me gusta soy de aprender rápido. Y bueno, ese día… había entrado… bueno, mi viejo… así nomás, ¿viste?, por pasada… me dijo: esto es así y así. Y bueno, después de ahí… miraba la cinta, miraba lo que se juntaba, lo que no se juntaba… ¿Cómo se trabajaba? Todos los días aprendés un poco. Aprendí mirando. Porque cuando Sara me decía… andá a la cinta juntar bazar, yo decía: ¿qué es bazar?, decía yo. Agarré y le preguntaba... a Carla, le preguntaba, porque como yo ya tenía más experiencia la Carla… Ella trabajaba en los chinos… Ella ya trabajó. ¿Carla qué es bazar? Plástico. ¿Qué era tetra? El tetra ya sabía… Después qué era… el PET… ¿qué es el PET?, le decía. Son las cosas blancas… creo que… Bueno, después ya está… ya la cinta ya sé que… para qué lado se junta esto o aquello… Ya está ya sé todo (Camila, entrevista realizada en la planta, 2011).

A diferencia de lo que señalaba acerca de sus colocaciones previas, Camila mencionaba que para ingresar a trabajar "en el galpón" se tuvo en cuenta su supuesto conocimiento acerca del nylon15, material que solo se procesa cuando viene en los privados. El nylon, cuyo valor de reventa si está limpio es muy elevado, es uno de los productos que se trabaja meticulosamente "en el piso". Su tratamiento requiere mucha habilidad motriz, pero también capacidad para reconocer los distintos tipos. Para poder "entrar", Camila aseguró que sabía realizar esta tarea, aunque no era cierto. Esperaba que su padre pudiera ayudarla a sortear esa situación. Sin embargo, dado que Roberto estaba en la prensa, alejado de las zonas de clasificación de nylon, apenas pudo explicarle "a la pasada". Entonces tuvo que recurrir a Carla, quien ya conocía el trabajo, por haber estado en el "galpón de los chinos"16. Dado que el trabajo con nylon depende de la afluencia de "privados", Sara (la encargada) la enviaba eventualmente a trabajar en la cinta, clasificando otro tipo de materiales como "bazar"17 o "tetra"18. Para poder hacer esta tarea Camila debía preguntar otra vez a Carla, otra trabajadora como ella pero con más experiencia, como proceder.

Este relato pone de manifiesto un error de apreciación bastante habitual en el diseño de los programas que buscan promover el trabajo asociativo en quemeros/as y/o cartoneros/as, que es el de asumir que la diferencia entre llevar adelante la tarea por cuenta propia o hacerlo colectivamente, es una cuestión de grado. El supuesto es que si los quemeros pueden hacer la tarea cada uno por su lado, pueden asociarse y hacerlo colectivamente para así mejorar sus perspectivas laborales. Sin embargo, del relato surge que esto no es así de ninguna manera. Algunas de las personas que trabajaban en la planta iban a la quema a buscar alimentos, otras a buscar elementos con los que luego elaboraban productos que comercializaban más tarde (Cross, 2013). A su vez, en la quema lo que más se busca es "la tierrita", los metales. Esto es debido a que los tiempos de recolección son muy acotados, es muy difícil subir con carros a la montaña que forman los camiones que vierten residuos, hay mucha competencia, arrebatos, peleas. Entonces, lo más conveniente es quedarse solamente con lo que se puede llevar en las manos, o a lo sumo en una bolsa pegada al cuerpo. En cambio, en la planta es posible tratar y trabajar distintos tipos de materiales, por lo que hubo que establecer pautas organizativas para los distintos circuitos, y definir tareas que configuraron especialidades dentro del oficio que no existían previamente. Por ende, la puesta en funcionamiento de la planta supuso un enorme esfuerzo de desarrollo de capacidades, no solo organizativas sino técnicas, de las que los/as integrantes de las organizaciones carecían por completo, pero que tampoco los promotores del programa habían anticipado (Cross, 2014)

De este modo el proceso de trabajo en la planta fue producto del encuentro entre distintos tipos de saberes y lógicas organizativas: las que aportaron los/as trabajadores/as con experiencia en empresas privadas que realizaban actividades similares, las que impulsaron los/as dirigentes de la organización; la que impuso el sistema de gestión de residuos que distingue entre el circuito privado y el circuito domiciliario, y las que se van creando en la gestión cotidiana del trabajo.

 

Reflexiones finales

La cuestión de la empleabilidad ha organizado la puesta en funcionamiento de diversos programas sociales a lo largo de la última década y media. Las plantas sociales formaron parte de estos programas de un modo peculiar: recuperando un saber local restringido por las normas vigentes hasta 2002 y convirténdolo en un oficio que permitió a los/as recicladores/as constituirse en actores relevantes dentro de las políticas que regulan el tratamiento de residuos domiciliarios. El desarrollo de competencias y capacidades individuales y colectivas que propiciaron estas plantas permite desnudar los límites del concepto de empleabilidad, aún cuando dicho concepto permeó las representaciones de sí de las personas vinculadas al programa

La asociación entre trabajo asalariado e integración social es un punto en común en los discursos institucionales, en los posicionamientos políticos de los/as líderes locales, en el discurso de quienes trabajan en las plantas. La vulnerabilidad a la que queda sometido quien no accede al salario, también. E inclusive, es compartida la noción de que hay algo negativo en la persona de estos/as trabajadores/as precarios/as que les impide acceder a esos puestos de trabajo.

El concepto de empleabilidad, sin embargo, adolece de pobreza heurística frente a esta experiencia: las competencias técnicas y organizativas que requirió el establecimiento de la planta están muy por encima de las que suelen requerir muchos puestos de trabajo formal mejor remunerados. Sin embargo, al hacer responsables a los sectores más vulnerados de su propia vulnerabilidad, coadyuva a sostener el proceso de reproducción de la pobreza y la desigualdad.

Observar este proceso nos vuelve a colocar frente a la pregunta de qué es lo que hace que ciertos sectores permanezcan marginados del empleo, ya que queda de manifiesto que la explicación no puede ser meramente económica. Estos/as trabajadores/as, quienes prestan un servicio público, son remunerados/as con fondos públicos: reciben un canon de parte de CEAMSE, que se sostiene con fondos fiscales y perciben un subsidio del Programa "Argentina Trabaja", que también es estatal. Sin embargo, es el modo en que esos fondos se transfieren lo que refuerza su situación de precariedad: se les paga por tonelada procesada, a destajo, o bien a través de un programa pensado para desocupados/as. Así queda de manifiesto el carácter no instrumental sino profundamente político de esta exclusión: como el ejército industrial de reserva descripto por Marx en el siglo XIX o los semibárbaros de los que habla Castel (1997) en el siglo XX, estos/as trabajadores/as inempleables vienen a recordarnos las bondades de someternos a la dominación capitalista.

Finalmente, al analizar el relato que tanto los/as lideres como Camila hacen acerca de su oficio, queda de relieve que lo que se valora en un puesto de trabajo no es solo el ingreso que se percibe, sino las relaciones que permite entablar, lo bien o lo mal que se la pasa, el respeto que se recibe, lo que se aprende, las capacidades que se reconocen a quienes están incluidos/as en un colectivo de trabajo. Para "entrar" en la planta hay que saber, hay que tener oficio –o decir que se lo tiene- y eso ya es de por sí diferente a tener una changa o rebuscárselas en la calle o en la quema. Y de este modo es posible ver que lo que se valora respecto del hecho de estar integrado a un colectivo de trabajo es ser reconocido/a como una parte importante y significativa de la sociedad, poder entablar vínculos, asumir responsabilidades, aprender tareas. En cambio, estar por fuera es "estar de más". Por eso, sostenemos que las relaciones entre quienes ofrecen y demandan fuerza de trabajo no constituyen una simple transacción mercantil.

 

Notas

1. Las "tomas de tierra" corresponden a un modo de acción directa característico en los sectores populares urbanos consistente en la apropiación de un terreno fiscal o privado con el fin de constituir un "asentamiento". Los asentamientos son barrios populares que intentan ajustarse a las reglas municipales en cuanto a trazado de calles, dimensiones de los lotes y disposición de espacios verdes de modo de poder conseguir, eventualmente, la regularización catastral. Esta modalidad se consolidó en los años 80 favorecida por la intervención de Comunidades Eclesiales de Base de inspiración eclesiástica, pero tiene plena vigencia en la actualidad (Calvo, 2003; Cross, 2008; Santillán y Woods, 2005).

2. Mediante la categoría "piquetes" se alude a corte de rutas o calles en demanda de intervención estatal. Esta modalidad de protesta se generalizó a fines de los 90, asociada con la "lucha" contra el desempleo y la pobreza, dando lugar a procesos de organización territorial que no sólo transformaron a los movimientos sociales que encabezaron estas "luchas", sino al propio estado (Manzano, 2013).

3. A los fines de delimitar el alcance de nuestro trabajo de campo, definimos organizaciones de base territorial como aquellas que tienen como referencia un barrio popular y organizan sus actividades cotidianas en torno a la gestión y administración de programas sociales, de origen gubernamental y no gubernamental.

4. Si bien volveremos sobre esto más adelante, estas plantas consisten en un galpón preparado para la clasificación de residuos domiciliarios que se procesan en vista a su posterior comercialización. Se les llama "planta social" a aquellas que son gestionadas desde una organización territorial. La planta a la que hacemos referencia en este texto fue construida en el predio que rodea uno de los rellenos sanitarios más grandes de la Provincia de Buenos Aires que recibe en nombre de Complejo Ambiental Norte III.

5. El Complejo Ambiental Norte III se ubica en la intersección de dos municipios San Martín y Tres de Febrero en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. Esta zona ha sido históricamente sede de basurales a cielo abierto, de hecho muy cerca del complejo se encuentra el predio en el que se produjeron los Fusilamientos de de José León Suárez en 1956, que dieron lugar a la crónica Operación Masacre de Rodolfo Walsh (1957).

6. Camila, como todos los otros nombres propios utilizados en los registros de campo y entrevistas, es un nombre de fantasía, conforme al compromiso asumido con las personas entrevistadas.

7. Si bien a lo largo del tiempo y considerando diversas organizaciones es posible distinguir tres figuras en casi todas las experiencias. La del/la "dirigente", habitualmente varones, que corresponde a quienes suelen encabezar las relaciones con autoridades, organismos financiadores y medios de comunicación. La del/la referente, generalmente mujeres, que se ocupan de la gestión cotidiana de los recursos vinculados a los programas. La de los/as "participantes de base" o "beneficiarios/as" quienes limitan su compromiso con la organización a la realización de las tareas puntuales. Entre quienes están en los bordes de la organización, es decir entre quienes a veces son considerados parte y a veces no, se pueden distinguir otras dos figuras: los/as vecinos/as, quienes circunstancialmente se benefician de la oferta de servicios culturales, sanitarios, alimentarios o recreativos que ofrecen las organizaciones y los/as "amigos/as" de las organizaciones que conforman los "equipos técnicos", habitualmente profesionales de diversas actividades que prestan servicios a bajo costo o sin percibir honorarios. Como veremos más adelante estas figuras se pueden encontrar en la planta aunque con otras denominaciones.

8. "Quemero" provenía de "Quema" que es el nombre con el que se denominaba al Complejo Ambiental entre los habitantes de la zona. Quema se utilizaba aquí como sinónimo de basural. A su vez esta denominación proviene del sistema de tratamiento anterior a la implantación de rellenos que era la incineración. A quienes recogían materiales de la basura en las ciudades o previo a su ingreso al relleno se les llamaba "cartoneros/as" o "cirujas". A la acción de quedarse para sí con algún material encontrado en la basura se le dice "cirujear". Por ejemplo, "cirujear" estaba permitido en la planta cuando se trata de objetos en buen estado, aunque según del tipo de elemento del que se tratare esta práctica era fuente de conflictos. A su vez, muchas personas se quejaban de que "por andar cirujeando" muchos/as de sus compañeros/as se distraen de sus tareas.

9. Este es el modo en que se designa a los residuos que "se vuelan" con el viento y quedan adheridos en la cerca perimetral que rodea las plantas.

10. Como puede observarse, las tres figuras que encontrábamos en las estructuras de las organizaciones territoriales, se podían encontrar en la planta aunque con diferente denominación. El presidente era el equivalente al dirigiente, los/as encargados/as se podían equiparar a los/as referentes y los/as trabajadores/as a los/as beneficiarios/as.

11. Cuando éstos se llenan hay que detener la cinta y pedir su reemplazo a personal del CEAMSE, de ahí que la productividad de todo el proceso dependa en buena medida de que este trabajo sea bien realizado.

12. Por ejemplo, dado que el papel seco y limpio vale 10 veces más que si está mojado, se trata de evitar que se contamine con los líquidos que suele haber alrededor de la tolva

13. Es difícil efectuar un cálculo preciso, pero lo habitual es que el procesamiento de un privado rinda hasta 100 veces más que un domiciliario, primero por la calidad de los materiales, segundo por el estado en que llegan, tercero porque de los materiales que transportan los privados se puede recuperar entre un 70 y un 100%, en cambio de los camiones domiciliarios se recupera entre un 8% y un 10%.

14. Lo habitual es que los/as trabajadores/as se refieran a las plantas de clasificación de residuos como "galpón". Esta designación remite al proceso de trabajo "quemero" en el que se designa como galpón el establecimiento en el que se comercializan los materiales recuperados. De alguna manera esta designación denota cierta exterioridad porque "el galponero" siempre es otro que, además, impone condiciones –por ejemplo el precio al que va a comprar, pero también el modo en que quiere recibir los materiales: compactados o no, limpios o no, clasificados de uno u otro modo, etc.- Al mismo tiempo, señala cierta continuidad alrededor del oficio, al conservarse los significantes para designar cosas diferentes, lo cual también ocurre en otras situaciones, como cuando se le llama "quema" al relleno sanitario, por ejemplo.

15. Se denomina genéricamente como nylon a las poliamidas y otros materiales plásticos blandos y flexibles, que generalmente se usan para embalar o para preservar alimentos frescos.

16. Con ese nombre se designaba a una de las plantas privadas que funcionaba en el terreno lindero de la planta donde trabaja Camila, y recibía ese nombre porque los compradores que se acercaban a adquirir los materiales clasificados eran de esa nacionalidad –no así los/as trabajadores/as, ni los/as dueños/as reconocidos/as como tales, al menos-.

17. Se conoce como "bazar" al polietil polipropileno que es un material plástico de alta densidad que se utiliza, por ejemplo, para fabricar sillas, pero también se encuentra en tapitas de botellas.

18. Se le llama "tetra" a los envases tipo "tetrabrik" que se utilizan para envasar alimentos como leche, vino o conservas de frutas y verduras.

 

Bibliografía

1. ALBRIEU, Ramiro et al (2007). "Dinámica del mercado laboral postdevaluación. Un enfoque del mercado de trabajo segmentado" Revista de Economía Política de Buenos Aires, Vol.7, pp. 7-31        [ Links ]

2. ALONSON, Luis Enrique. (2004). ·"Las políticas del consumo: transformaciones en el proceso de trabajo y fragmentación de los estilos de vida". Revista Española de Sociología, Vol.4(1), pp. 7-50.         [ Links ]

3. ANDER-EGG, Ezequiel (1990). Repensando la Investigación- Acción- Participativa. Comentarios, críticas y sugerencias (4ta ed.). Buenos Aires: Lvmen Humanitas.         [ Links ]

4. ARONSON, Perla. (2007). "El retorno de la teoría del capital humano" en Fundamentos en humanidades, Nº16, pp. 9-26.         [ Links ]

5. CALVO, Dolores. (2003). "Organización política auto-referenciada en sectores populares. El caso de la Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat". Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/becas/levy/07calvo.pdf [Recuperado el 24 de noviembre de 2009]         [ Links ]

6. CARENZO, Sebastián; ACEVEDO, Ramiro; BARBARO, Julián. (2013). "Construyendo oficio: experiencias laborales de integrantes de una Planta Social de Separación en el CEAMSE" Trabajo y sociedad, Nº20, pp. 221-238.

7. CASTEL, Robert (1997) La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado. Buenos Aires: Paidós.

8. CROSS, Cecilia. (2008). "Las huellas de las tomas: La articulación de la experiencia en procesos de asentamiento en el conurbano bonaerense". Margen, Nº51. Disponible en: http://www.margen.org/suscri/margen51/cross.html

9. CROSS, Cecilia. (2013). "Vulnerabilidad social e inempleabilidad: Reflexiones a partir del estudio de un programa de reciclado de residuos sólidos urbanos". Trabajo y Sociedad, Nº21, pp. 475-494.

10. CROSS, Cecilia. (2014). "Organizarse, trabajar y luchar: Políticas sociales focalizadas y la construcción de capacidades colectivas en una organización territorial de Buenos Aires". Memorias, Vol.12, pp. 55-72

11. FORMICHELLA, María Marta y LONDON, Silvia. (2005). "Reflexiones acerca de la noción de empleabilidad". En Anales de la AAEP.

12. GAUTIÉ, Jérôme (2002). "De l’invention du chômage à sa déconstruction". Revista Genèses, Vol. 46(1), pp. 60-76.

13. GAZIER, Bernard. (1991). Economie du travail et de l’emploi. Paris: Dalloz.

14. GUSTAVSEN, Bjørn (2008). "New forms of knowledge production and the role of action research". Revista Action Research, Vol 1(2), pp. 153-164

15. KAZTMAN, Rubén. (2000). "Notas sobre la medición de la vulnerabilidad social". BID-Banco Mundial-CEPAL-IDEC, Nº5, pp.275-301.

16. LEWIS, W. Arthur. Unlimited Supplies of Labour. Manchester school, 1954.

17. MANZANO, Virginia (2013). "Tramitar y movilizar: etnografía de modalidades de acción política en el gran Buenos Aires (Argentina)". Papeles de trabajo, Nº25, pp. 60-91.

18. MONER, Ramón Alós. (2008). "Segmentación de los mercados de trabajo y relaciones laborales. El sindicalismo ante la acción colectiva". Cuadernos de relaciones laborales, Vol. 26(1), pp. 123-148.

19. QUIÑONES, Mariela y SUPERVIELLE, Marcos. (2009). "¿Es posible concebir políticas de inclusión social alternativas?". Psicoperspectivas, Vol.8 (2), pp. 57-79.

20. QUIROGA DÍAZ, Natalia (2013). "Economías feminista, social y solidaria. Respuestas heterodoxas a la crisis de reproducción en América Latina". Íconos-Revista de Ciencias Sociales, Nº 33, pp. 77-89.

21. RAYMEN, Analissa (2009). "Big returns for a little more investment: Mapping theory in emergent research". Revista Action Research, Vol 7(1), pp. 49-68.

22. Ricœur, Paul (2000). "Narratividad, fenomenología y hermenéutica". Revista Anàlisi, N° 25, pp. 189-207.

23. RICŒUR, Paul (2004). Caminos del Reconocimiento: tres estudios. México: FCE.

24. SALVIA Y otros/as (2008). "Cambios en la estructura social del trabajo bajo los regímenes de convertibilidad y post-devaluación. Una mirada desde la perspectiva de la heterogeneidad estructural" en Mercado de Trabajo, Distribución del Ingreso y Políticas públicas. Buenos Aires: EUDEBA.

25. SANTILLÁN, Laura; WOODS, Marcela. (2005) "Iglesia y cuestión social: la intervención de la Iglesia Católica en la construcción de demandas de educación, tierra y vivienda en el Gran Buenos Aires" en Revista de Antropología, vol. 48 (1), pp. 281-314.

26. SOLOW, Robert. (1992). El mercado de trabajo como institución social. Madrid: Alianza

27. SUÁREZ, Francisco et al. (2011) "Del barrio al relleno, del relleno a las Plantas Sociales" en Suárez, F. y Schamber, P. (eds.) Recicloscopio II. Buenos Aires: PROMETEO-UNGS

28. TAYLOR, Steven y BOGDAN, Robert (1996). Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Barcelona: Paidos.

29. THROOP, C. Jason. (2003). "Articulating experience". Anthropological Theory, Vol 3(2), pp. 219-241.

30. VASILACHIS de GIALDINO, Irene. (2009). "Los fundamentos ontológicos y epistemológicos de la investigación cualitativo". Revista Forum: Qualitative Social Research, 10(2).

31. WALSH, Rodolfo. (1957) . Operación Masacre. Buenos Aires: de La Flor, 1984.

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons