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Análisis filosófico

versión On-line ISSN 1851-9636

Anal. filos. vol.22 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires nov. 2002

 

NOTAS CRITICAS

Emociones y clases naturales. Contrapunto entre Griffiths y Elster1

Diana Pérez

Universidad de Buenos Aires - CONICET


En Strong Feelings. Emotion, Addiction and Human Behavior, Jon Elster defiende la idea de que las adicciones son clases naturales pero las emociones no lo son. Para ello, señala las relaciones existentes entre dos tipos de análisis de estos fenómenos, el análisis conceptual (que él denomina "fenomenológico"), y el análisis causal: en tanto es posible ofrecer sólo el primero en el caso de las emociones, el segundo está bastante exhaustivamente estudiado para el caso de las adicciones (químicas). Y sin la posibilidad de proveer un análisis causal de un fenómeno no es posible incorporarlo en una pintura científica del mundo y tratarlo como una clase natural, esto es como un concepto que permite "cortar al mundo por sus articulaciones", como suele decirse. De acuerdo con el análisis conceptual, las emociones se caracterizan por los siguientes rasgos: (1) poseen un sentimiento (feeling) cualitativo único o específico, (2) aparecen súbitamente, (3) ocurren espontáneamente, (4) poseen una duración breve, (5) pueden ser disparadas por un estado cognitivo, (6) exhiben direccionalidad hacia un objeto intencional, (7) inducen cambios fisiológicos (excitación), (8) poseen expresiones fisiológicas y fisionómicas especiales, (9) inducen específicas tendencias a la acción, (10) tienen una determinada valencia (i. e., son acompañadas o bien de placer o bien de dolor).
Según Elster, los rasgos más robustos de las emociones son: 3, 5, 6, 7, 9 y 10; por su parte los rasgos 2, 4 y 8 están relacionados con las emociones que también se observan en algunos animales y son propias de lo que algunos científicos (P. Ekman, por ejemplo) denominan "emociones básicas"2: miedo, sorpresa, ira, asco, tristeza y alegría3.
Por su parte, el análisis conceptual de las adicciones permite caracterizarlas por los siguientes rasgos: (1) euforia y placer; (2) disforia y displacer; (3) deseo vehemente/ansia (craving); (4) tolerancia (porque cada vez se necesita más para el mismo efecto); (5) dependencia de indicios (cue dependency): no sólo se estimula el deseo por la presencia de la droga, sino por los lugares, olores, recuerdos, etc.; (6) dependencia de las creencias: se cree que hay droga cerca y se desea; (7) daño objetivo; (8) abandono de toda otra actividad; (9) alteración del humor; (10) deseo de abandonar; (11) incapacidad de abandonar; (12) negación; (13) lucha por el autocontrol; (14) recaída (relapse).
Elster propone considerar estrictamente como adicciones a lo que se suele denominar "adicciones químicas", esto es adicciones causadas por alguna sustancia, como por ejemplo drogas, y prefiere no contar como adicción genuina a otras conductas como la compulsión a apostar, etc., que no son causadas por sustancias químicas. Ahora bien, en tanto las adicciones químicas tienen mecanismos causales que las explican y que son conocidos por las ciencias médicas, las emociones, tomadas en su conjunto, no tienen un único mecanismo causal explicativo subyacente. Y este hecho -que atañe, en principio, a nuestro conocimiento actual- es sostenido por Elster no sólo como una limitación epistémica, sino como un hecho propio de las emociones mismas. Elster fundamenta esta idea en las siguientes razones. En primer lugar, hay una ambigüedad en los términos de emoción ya que pueden referirse a estados de dos tipos, a estados ocurrentes emocionales, o a disposiciones emocionales. Para los primeros suelen buscarse los caminos neurofisiológicos por los cuales la percepción y la cognición causan las emociones ocurrentes. Para las disposiciones emocionales suelen tratar de identificarse los mecanismos evolutivos que las han producido. Pero, señala Elster, ninguna de las dos estrategias ha permitido obtener una comprensión unificada de las emociones.
En segundo lugar, Elster ofrece razones para sostener que no puede haber un estudio científico exhaustivo de las causas de las emociones: primero, porque hay problemas éticos y prácticos con la experimentación; segundo, porque hay estados cognitivos complejos que están ellos mismos involucrados en la emoción, y cuya base neurofisiológica es imposible de identificar; tercero, porque las emociones conforman (shape) la cognición, que a su vez altera la emoción (pp. 44-45).
La conclusión que extrae Elster hacia el final del capítulo 2, es que las emociones menos cognitivas son mejor conocidas causalmente pero hay problemas con las más cognitivas, por eso el análisis causal no da una explicación unificada de las emociones. Nótese que para legitimar su tratamiento de las adicciones como clases naturales Elster no tiene empacho en dejar de lado las adicciones no químicas cuestionando que deban ser entendidas como adicciones.
Ahora bien, como es sabido el modus ponens de un filósofo es el modus tollens de otro y, a partir de los mismos hechos que reconoce Elster, otro autor ha extraído recientemente conclusiones opuestas. Tal es el caso de P. Griffiths en su libro What emotions Really Are? en donde defiende la idea de que hay diversos mecanismos causales, estudiables mediante diversas disciplinas científicas (la biología evolutiva por un lado, y la antropología, psicología y/o sociología por el otro), que subyacen a (o implementan) los diversos tipos de emociones. La idea de que hay diversos tipos de emociones no es extraña a Elster, ya que él acepta que hay emociones en las que lo cognitivo parece estar casi ausente, hay una fuerte relación con la neurofisiología de base y una fuerte conexión con nuestros antepasados evolutivos, en tanto que hay otras emociones en las que lo cognitivo es mucho más fuerte. Pero la conclusión de Griffiths a partir de la aceptación de esta diversidad, es la contraria a la de Elster: dado que para él los términos de emoción son términos de clase natural, y dado que hay diversidad de mecanismos subyaciendo a los diversos tipos de emociones, entonces el término general "emoción" debe ser descartado (o, si se prefiere, eliminado) como categoría científicamente relevante aunque deben conservarse los términos de emociones particulares, por ejemplo miedo, alegría, asco, amor, culpa, en la medida en que alguna u otra disciplina científica encuentre una u otra base causal que dé cuenta de los fenómenos subsumidos en ellos.
Griffiths parte de la idea de que el análisis conceptual solo no alcanza para dar cuenta de las emociones y sobre todo para explicar en qué difieren éstas de los estados intencionales no-emocionales como las creencias y los deseos4. Elster concluye su libro (cap. 9) mostrando que el término "emoción" posee una referencia dividida. En el caso de las emociones básicas la esencia de las emociones particulares puede identificarse con un cierto programa de afectación (affect program) que permite explicar cómo es que las respuestas emocionales (al miedo, al asco, a la alegría, etc.) son (1) coordinadas, porque varios elementos ocurren juntos en patrones reconocibles; (2) automáticas, porque se dan sin necesidad de una dirección conciente; y (3) complejas, dado que incluyen varios elementos, a saber: (a) cambios en las expresiones faciales, (b) respuestas musculoesqueléticas como alejamiento o cambios de orientación del cuerpo, (e) cambios de expresión vocal, (d) cambios en el sistema endocrino y consiguientes cambios en el nivel de hormonas, y (e) cambios en el sistema nervioso autónomo5. Esta explicación sólo alcanza a las emociones que no varían de cultura en cultura; para estas últimas, por el contrario, Griffiths acepta una explicación de tipo construccionista social, donde las emociones se entienden a partir de la idea de la asunción de un cierto rol social (y no a partir de la idea de un construccionismo social basado en conceptos sociales)6. Como se puede ver, desde esta perspectiva, el análisis conceptual de las emociones debe ser acompañado por el estudio científico (biológico, antropológico, etc.) de los fenómenos emocionales.
Este "modus tollens" de Griffiths permite solucionar un problema que presenta la posición de Elster y que quisiera señalar. Elster tiene dificultades para decidirse acerca de la cuestión de la universalidad de las emociones. Con respecto a las adicciones, no tiene dudas: se trata de un fenómeno "artificial" (p. 197), por cuanto es producido por la acción de sustancias químicas, no por percepciones o creencias, y "no universal" (p. 205), puesto que no se manifiesta en todas las culturas. En efecto, porque nuestros cerebros son como son en virtud de su historia evolutiva, es que puestos en contacto con ciertas sustancias químicas producen ciertos mecanismos, que en algún momento se conceptualizaron como vicios (capítulo 4, parágrafo 3), y hoy se conceptualizan como una enfermedad que debe ser tratada. En el caso de las emociones, por el contrario, Elster se muestra más indefinido. En el capítulo 2 dice que no son fenómenos universales, pero más adelante, en los capítulos 4 y 6, las considera como fenómenos naturales y universales, fuertemente ligadas a nuestra red de creencias y percepciones (en oposición a las adicciones, que son casi inmunes a ellas) y por lo tanto altamente involucradas en la génesis de las conductas humanas. Para compatibilizar esta idea con el hecho de que no hay los mismos conceptos de emociones en todas las culturas, Elster distingue entre protoemociones (o emociones no conceptualizadas) versus emociones propias o conceptualizadas (en p. 105, aunque en p. 114 dice de nuevo que no puede responder a la pregunta por la universalidad de las emociones).
La idea de Griffiths de distinguir entre emociones básicas (que serían las que todos los humanos compartimos porque están ya presentes en nuestros antepasados, los monos, y que tienen una fuerte base neurofisiológica y una explicación evolutiva) y otras no-básicas, más cognitivas (como dice Elster), permite entender más claramente el problema de la universalidad: hay algunas emociones universales que son las que tenemos por ser miembros de la especie homo sapiens sapiens y por la historia evolutiva de nuestra especie, y otras que dependen de la cultura en la que nos hemos criado, y de los roles sociales que nuestra cultura es capaz de asignar. (Este hecho permite entender, además, por qué estas otras emociones no-básicas deben ser estudiadas no por la biología, sino por disciplinas cognitivas o sociales, como la psicología, la sociología, la antropología, etc.)
Ahora bien, ¿cuál es la razón por la cual Elster descarta la idea de considerar a las emociones como clases naturales? A mi juicio esto está relacionado con una idea demasiado tradicional de la noción de "clase natural" que ha sido cuestionada, correctamente a mi entender, en los últimos años. La idea mínima de clase natural que creo razonable sostener es la siguiente. Observamos que se dan en diversas ocasiones un cúmulo de fenómenos o de propiedades conjuntamente. Y nos preguntamos qué hay detrás de estos fenómenos o propiedades, qué los ata, y los hace presentarse juntos. Así, vemos algo incoloro, inodoro, bebible, etc., y nos preguntamos qué es eso; la química nos enseña que es H2O y que estas propiedades observadas son explicables por las micropropiedades del oxígeno y del hidrógeno.
Los filósofos han propuesto diversas teorías para dar cuenta de este hecho. Y varias cuestiones filosóficas se entrecruzan al tratar de explicar qué son las clases naturales. En un extremo del espectro podríamos ubicar a un realista científico, como el Putnam de"The Meaning of 'Meaning"'; en el otro extremo podemos ubicar a un construccionista social como Hacking. En el medio de estas dos posiciones hay un continuo de opciones interesantes, donde creo que sería prudente ubicarse.
Recordemos brevemente la propuesta de Putnam (1975): el significado de los términos de clase natural está constituido por una n-tupla que incluye marcadores sintácticos, marcadores semánticos, estereotipos, y un elemento indexical. El estereotipo está constituido por el conjunto de creencias que el hablante comparte con otros hablantes y que posibilitan la comunicación, son los criterios que exhiben los hablantes de acuerdo con los cuales se incluyen objetos bajo el alcance de tal o cual término. (El estereotipo se corresponde con el listado de rasgos provistos por el "análisis fenomenológico" que Elster ofrece para el caso de las emociones.) Por otra parte, el componente indexical apunta, para Putnam, a la esencia del fenómeno nombrado por el término de clase natural, es en este punto en que el mundo se inmiscuye en el significado del término de clase natural, dando lugar a la tesis externalista que hizo famoso este trabajo. Para Putnam (1975) la esencia se conoce científicamente; el caso paradigmático es "agua" cuya esencia descubierta científicamente es H20. Ese aspecto del significado del término permite entender la búsqueda de mecanismos causales subyacentes que explican la ocurrencia de los aspectos fenomenológicos del objeto o sustancia en cuestión, esto es, los rasgos que constituyen el estereotipo: la química, supuestamente, permite entender por qué el agua, que sabemos que es H20, posee las propiedades que constituyen su estereotipo: ser incolora, ser inodora, aplacar la sed, entrar en ebullición a cien grados centígrados, etc.
Yo creo que podría defenderse una posición similar a, aunque menos comprometida metafísicamente que, la de Putnam en la que su esencialismo metafísico se transforme en un esencialismo psicológico7, esto es en una tendencia de los seres humanos a tratar de responder por qué ciertas propiedades que se nos presentan juntas están realmente juntas (a pesar de no encontrarse relacionadas de modo lógico o conceptual). En esta búsqueda los humanos tendemos a ofrecer hipótesis, algunas mejores que otras, que son confrontadas con el mundo, y rechazadas o mantenidas como resultado de tal confrontación. Puede ocurrir que encontremos una microestructura subyaciendo al cúmulo de propiedades observables, puede que encontremos alguna función escondida, o que encontremos alguna explicación cultural acerca de por qué percibimos juntas ciertas propiedades. El hecho de que nuestra cognición manifieste esta tendencia a buscar más allá no significa que lleguemos a encontrar algoúnico, ni supone que ese algo deba ser estudiado por una disciplina científica determinada (la que estudia el microcosmos, la química, por ejemplo) y no por otra, por ejemplo la antropología o la biología evolutiva. Sólo supone que tenemos la tendencia a buscar más allá de lo observable8. Si volvemos sobre los argumentos propuestos por Elster mencionados más arriba que concluían la imposibilidad de estudiar científicamente las emociones, podremos darnos cuenta de que en ellos el concepto de ciencia involucrado es mucho más acotado y que excluía varias de las disciplinas científicas que de acuerdo con esta propuesta es posible tomar en cuenta para determinar las "esencias" de las clases naturales.
Si adoptamos esta manera más laxa que la de Putnam de entender las clases naturales creo que podemos poner en duda la afirmación de Elster de que las emociones no son clases naturales. No es necesario encontrar un mecanismo causal descriptible a nivel microfísico, como parece pretender Elster, para que un cierto término denote una clase natural. Observamos una serie de fenómenos que usualmente se presentan juntos, por ejemplo, la palidez del rostro, la aceleración del ritmo cardíaco, un aumento en los niveles de adrenalina, ciertas acciones concomitantes de huida, ciertas emisiones características ("iTengo miedo!"), y decimos que la persona observada tiene miedo. Y queremos averiguar qué es lo que hace que lamayoría de las personas al experimentar miedo exhiba estas conductas y estos cambios. Y tenemos derecho a buscar una respuesta. Si suponemos que esa respuesta sólo la puede dar una determinada disciplina científica, y no la encontramos, entonces tal vez nos veamos tentados a decir que no estábamos ante una clase natural después de todo. Pero si somos un poco menos exigentes metafísicamente y aceptamos que la búsqueda de la explicación deseada no debe restringirse a un cierto conjunto limitado de disciplinas científicas, entonces tal vez logremos un avance en la comprensión de ciertos fenómenos mentales como las emociones, que Elster parece considerar imposible, sosteniendo que no hay mejor lugar que la literatura para comprender esta parte de nuestra vida mental.
Pensar a los conceptos mentales como conceptos de clase natural tiene, en mi opinión, una serie de ventajas importantes: alienta la investigación científica de los fenómenos mentales; permite dar cuenta de la continuidad entre la psicología de sentido común y la psicología científica; y a partir de la idea de esencialismo psicológico que mencioné arriba, se da cuenta de la posibilidad de buscar las "esencias" de los fenómenos mentales en diferentes teorías científicas, tanto naturales como sociales; además, se deja abierta laposibilidad de explicar cierta heterogeneidad que existe entre los diversos fenómenos mentales por cuanto resulta difícil encontrar un rasgo común a todos ellos, atribuyendo esta heterogeneidad a la subyacente heterogeneidad de esencias postuladas por las distintas disciplinas científicas9.

Notas

1 Agradezco los comentarios de Liza Skidelsky a una versión previa de este trabajo, que me han permitido mejorarlo sustancialmente.

2 Emociones "básicas" como opuestas a las emociones superiores o cognitivas.

3 3 y 10 son característicos de lo que Elster denomina "estados viscerales", no son específicos de las emociones.

4 Las críticas de Elster al análisis conceptual están desarrolladas en el capítulo 2.

5 El capítulo 4 está dedicado a desarrollar estos hallazgos.

6 El capítulo 6 está destinado a desarrollar estas ideas.

7 "Esencialismo psicológico" está tomado de Medin, D. (1989), "Concepts and Conceptual Structure", American Psychologist, Vol. 44, Nº 12 y de Murphy y Medin (1985),         [ Links ] "The Rol of Theories in Conceptual Coherence", reimpreso en Laurence y Margolis (1998), Concepts. Core Readings, MIT Press,         [ Links ] y apunta a un fenómeno estudiado dentro de la psicología de conceptos que parece indicar que muchos de nuestros conceptos funcionan de la manera que se describe en el cuerpo del texto, y no, como sostiene la teoría prototípica de conceptos, por un conjunto de rasgos superficiales solamente, ni por condiciones necesarias y suficientes. Esta teoría psicológica de los conceptos es conocida como "visión teórica" o "visión explicativa" de los conceptos. Para una presentación de esta teoría en contraposición con otras, puede consultarse la excelente "Introducción" del libro de Laurence y Margolis (1998).

8 Griffiths dedica los capítulos 7 y 8 de su libro a desarrollar una noción de clase natural no esencialista (metafísicamente hablando) dando apoyo a este desarrollo atendiendo sobre todo a las clases naturales propias de la biología y, en menor medida, de la psicología.

9 Hay un par de consecuencias adicionales de este punto de vista, relativas a discusiones recientes en el ámbito de la filosofía de la mente, que desarrollo en "'Mental Concepts as Natural Kind Concepts" (en prensa).

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