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Análisis filosófico

versión On-line ISSN 1851-9636

Anal. filos. vol.34 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo 2014

 

ARTICULOS

Realismo y antirrealismo1
Comentarios a José Zalabardo

Realism and Anti-realism.1
Commentaries to José Zalabardo

Manuel Liz

Universidad de La Laguna


Resumen

Existen tres grandes estrategias para intentar combinar realismo y antirrealismo: una distinción de niveles, una distinción de aspectos y una distinción de partes. En el trabajo se analizan estas tres estrategias. La primera de ellas ha sido desarrollada por numerosos autores. Comentamos en detalle los planteamientos recientes de José Zalabardo a propósito de ciertas tesis de John McDowell, Crispin Wright y Wittgenstein. Esta estrategia plantea graves dificultades. La segunda estrategia parece poder escapar a ellas. Sin embargo, no puede ser adoptada en un sentido máximamente general. Proponemos una combinación basada en la tercera estrategia. Realismo y antirrealismo podrían combinarse de una manera muy natural cuando son adoptados en un sentido local.

PALABRAS CLAVE: Realismo; Antirrealismo; Niveles; Aspectos; Partes.

Abstract

There are three main strategies to try to combine realism and anti-realism: a distinction of levels, a distinction of aspects, and a distinction of parts. In the paper, these strategies are analysed. The first one has been elaborated by many authors. We discuss in detail the approach of José Zalabardo concerning some theses of John McDowell, Crispin Wright and Wittgenstein. This strategy entails important problems. The second strategy seems to be capable of offering a way out of them. However, it cannot be adopted in a maximally general sense. We argue for a combination based on the third strategy. Realism and anti-realism can be combined in a very natural way when they are adopted in a local sense.

KEY WORDS: Realism; Anti-realism; Levels; Aspects; Parts.

¿Cómo combinar una posición que se declare a favor de A con otra posición que se declare en contra de A? ¿Se puede estar, a la vez, a favor de A y en contra de A? Sí que se puede. Existen tres importantes estrategias para intentar llegar a una combinación tal: los niveles, los aspectos y las partes. Ser partidario de A y declararse al mismo tiempo anti A son cosas que, en principio, pueden llevarse a cabo en diferentes niveles de pensamiento o discurso; o pueden ser posiciones referidas a diferentes aspectos del objeto, tema o problema considerado; o también pueden ser posiciones locales que solo afecten a partes propias de ese objeto, tema o problema. Y, por supuesto, caben muchas mezclas entre estas tres posibilidades.
Consideremos el realismo y el antirrealismo. Y comencemos planteando un caso muy simple: el supuesto mapa de un cierto territorio. Asumamos que ser antirrealistas respecto de un mapa implica verlo como una completa construcción nuestra. Y que ser realistas implica tomarlo como representando algo que realmente existe. ¿Se puede ser a la vez realista y antirrealista respecto de un mapa? Hay varias maneras destacadas de serlo. la primera de ellas consiste en distinguir diferentes niveles en los que puede plantearse la cuestión del realismo y del antirrealismo. Intuitivamente, la noción de niveles está estrechamente conectada a la noción de puntos de vista o perspectivas. Desde cierto punto de vista, podemos decir que un mapa así siempre será una construcción nuestra2. Desde otro punto de vista, en cambio, podemos llegar a considerarlo una representación más o menos adecuada de cierto territorio. Acaso el primer punto de vista sea sumamente especulativo y el segundo punto de vista muy práctico. en cualquier caso, lo importante es que cada uno de esos puntos de vista define un determinado nivel de pensamiento o discurso, un nivel desde el que damos una u otra respuesta a la cuestión del realismo y del antirrealismo, y que esas respuestas pueden ser diferentes. en el caso de nuestro mapa, el primer punto de vista nos sitúa en un nivel desde el cual podría resultar sumamente convincente una posición antirrealista. Sin embargo, el segundo punto de vista nos sitúa en un nivel desde el cual puede llegar a ser muy convincente el realismo.
Otra combinación bastante común de realismo y de antirrealismo es la siguiente. Podemos decir que nuestro mapa es capaz de representar, más o menos adecuadamente, algunos aspectos de un cierto territorio, pero que no es capaz de hacer lo mismo con otros aspectos. Los aspectos serían aquí, simplemente, maneras de ser de algo. Nuestro mapa en cuestión podría representar perfectamente las distancias relativas entre los principales accidentes geográficos, sin representar en absoluto el tamaño ni el color de las cosas. Podemos, así, ser realistas respecto de las distancias relativas que aparecen en el mapa y ser antirrealistas respecto a los tamaños y colores que vemos en él.
Nuestro mapa también podría, por ejemplo, ser tan solo un mapa administrativo, o un mapa exclusivamente físico, o un mapa solo demográfico, etc. En estos casos, sigue siendo plausible ser realistas respecto a las representaciones de ciertos aspectos de un territorio y, al mismo tiempo, ser antirrealistas respecto a las representaciones de otros aspectos. realmente, no habría en sentido propio ninguna representación de estos últimos aspectos.
Aún cabe otra combinación muy frecuente de realismo y antirrealismo. nuestro mapa puede representar con gran fidelidad muchos aspectos relevantes de ciertas partes del territorio sin pretender siquiera representar otras partes. El mapa se centra únicamente en ciertas regiones dejando ampliamente indefinidas otras. El mapa, por ejemplo, representa adecuadamente las partes que han sido exploradas, rellenando imaginativamente, con construcciones fantásticas, el resto. En estos casos, es plausible ser realistas respecto a las representaciones de ciertas partes de un territorio y, al mismo tiempo, ser antirrealistas respecto a las representaciones de otras partes. Realmente, tampoco habría en sentido propio ninguna representación de estas últimas partes.
En ocasiones puede ser muy opcional hablar de niveles, aspectos o partes. Pero la mayoría de las veces hay claras diferencias. Las diferentes regiones en las que dividimos un territorio, por ejemplo, son partes suyas en el sentido de que el propio territorio no sería más que cierta composición, cierta suma, de todas esas partes. este es uno de los rasgos que permite distinguir partes y aspectos. Si agregamos todas las partes de un objeto, y lo hacemos de la misma forma, tenemos al objeto mismo. Pero esto no vale para los aspectos. Podemos tener todos los aspectos de un objeto, organizados de la manera que se quiera, sin tener el objeto. En otras palabras, mientras que cabe distinguir conceptualmente entre un objeto y todos los aspectos que puede llegar a presentar, no es nada fácil distinguir entre el objeto y todas sus partes. No toda agregación de partes vale para constituir el objeto, claro. Pero una de ellas, sí.
Otro de los rasgos, sin duda conectado con el anterior, que permiten distinguir partes y aspectos es el siguiente. mientras que no es contradictorio —o al menos no lo es directamente, sin una argumentación que reduzca los objetos a los aspectos— afirmar que dos objetos diferentes pueden presentar siempre los mismos aspectos y aun así ser dos objetos numéricamente diferentes, sí que lo es afirmar que dos objetos pueden tener exactamente las mismas partes, compuestas de la misma forma, y no obstante ser dos objetos numéricamente diferentes. Al menos, si se quiere, asumir el carácter contradictorio de esto último no requiere tanta argumentación como la que se necesitaría para asumir el carácter contradictorio de lo primero. en otras palabras, compartir aspectos y compartir partes significan cosas distintas.
Como hemos indicado, los distintos niveles surgen desde diversos puntos de vista o perspectivas. Un cambio de nivel siempre implica un cambio de punto de vista. Y con ese cambio de punto de vista, también pueden llegar a considerarse diferentes aspectos y partes de los objetos. Sin embargo, una cosa son los niveles, otra los aspectos, y otra las partes. Una buena analogía la ofrece un edificio: hay distintas plantas y en cada una de ellas podemos encontrar diversos objetos teniendo diferentes aspectos y diferentes partes. Pero podría ocurrir que el edificio fuera radicalmente reformado. Podría ocurrir que los niveles se modificaran. Podría ocurrir que solo acabáramos teniendo una planta, que el resto de las plantas, con todos sus objetos, partes y aspectos, fueran completamente eliminadas; o acaso que muchos de sus objetos, con sus aspectos y partes, total o parcialmente, fueran resituados en esa única planta resultante. En tal caso, la combinación adecuada de realismo y antirrealismo ya no podría apelar a un cambio de punto de vista que nos sitúe ante distintos niveles. Solo podría resolverse teniendo en cuenta los aspectos o las partes.
Es necesario decir algo sobre la idea de combinar el realismo y el antirrealismo. Combinar es una manera de "conciliar". Otra manera de conciliar es buscar posiciones intermedias. Se pueden combinar unos días de vacaciones en el mar con unos días de vacaciones en la montaña. Así se concilian esos dos intereses contrapuestos. Y también se pueden conciliar buscando destinos turísticos intermedios entre el mar y la montaña. ¿Tiene sentido la búsqueda de posiciones intermedias entre el realismo y el antirrealismo? Definitivamente, no. no tiene sentido si realismo y antirrealismo se entienden de cierto modo. Si el antirrealismo sobre un cierto ámbito se entiende como la tesis de que "todo" en eseámbito es una construcción nuestra, y el realismo se entiende como la tesis de que "no todo" lo es, entonces no es posible ninguna posición intermedia del tipo "un destino turístico entre el mar y la montaña". Podrían, claro, buscarse redefiniciones de realismo y de antirrealismo. Pero la manera habitual de entender estas posiciones es a través de la contraposición "todo es una construcción nuestra"/"no todo lo es"3. Y siendo esto así, la única opción conciliadora es la de la combinación. No cabe conciliar el realismo con el antirrealismo buscando "un destino turístico entre el mar y la montaña". Solo cabe hacerlo "combinando unos días de vacaciones en el mar con unos días de vacaciones en la montaña". Y los tres recursos señalados (los niveles, los aspectos y las partes), ofrecen tres posibilidades de combinación. Solo si la expresión "posiciones intermedias" se entiende como una combinación de realismo y de antirrealismo, tendrá un sentido adecuado la búsqueda de posiciones intermedias.4
Pero, ¿por qué empeñarse en buscar combinaciones adecuadas de realismo y de antirrealismo? Surge una razón muy clara según vamos ampliando nuestro horizonte epistémico. La decisión entre el realismo y el antirrealismo resulta cada vez más difícil a medida que ampliamos elámbito sobre el que nos planteamos esas opciones. Sobre un mapa particular, es relativamente sencillo decidir si es tan solo una construcción imaginativa nuestra, una mera fantasía, o algo más (desde algún punto de vista, en relación a algún aspecto, o respecto a alguna parte de la realidad). Resulta mucho más complicado tomar una decisión así cuando se trata de una teoría. Mucho más respecto de una disciplina científica completa. Y muchísimo más respecto de todas nuestras posibilidades epistémicas. Aunque ciertamente baste con "un poco" de realismo para ser realistas, nuestros juicios cambian mucho a medida que ampliamos nuestros horizontes. Descubrimos que no es nada fácil dar respuestas tajantes y concluyentes. Y que lo más sensato es intentar combinar realismo y antirrealismo.
Los niveles, los aspectos y las partes sugieren tres importantes estrategias o recursos para combinar posturas que parecen irreconciliables. Como he dicho, tales recursos pueden a su vez mezclarse. Pero vamos a seguirlos considerando por separado. Y vamos a preguntarnos cómo podrían aplicarse esos tres recursos al problema del realismo en su sentido filosófico más general, es decir con una ampliación máxima de nuestro horizonte epistémico.
¿Cómo pueden los niveles, los aspectos y las partes sugerir combinaciones de realismo y de antirrealismo con un alcance máximo? Generalicemos la clase de realismo y de antirrealismo que hemos introducido intuitivamente más arriba. Pensemos en toda la realidad. Pongámonos completamente al margen, frente a toda la realidad en su conjunto. Y preguntemos si esa realidad es una completa construcción nuestra o no. El antirrealismo afirmaría que sí lo es. Y el realismo lo rechazaría5. ¿Cabe aquí alguna combinación de realismo y antirrealismo? Creo que, nuevamente, debemos decir que sí. Pero tal vez, como a continuación veremos, ya no puedan emplearse sin problemas los tres recursos anteriores.
La cuestión que estamos discutiendo es, sin duda, importante.¿Construimos todo lo que nos rodea, acaso nos construimos también a nosotros mismos? ¿O más bien nos encontramos con un mundo con cierta entidad propia, aunque sea mínima, y nosotros mismos también tenemos una cierta entidad propia, no construida, y todo ello lo conceptualizamos de diversas formas? Una combinación de realismo y antirrealismo parecería lo más sensato6.
Pero examinemos los recursos disponibles. El primer recurso, una distinción de niveles, ha sido empleado abundantemente a partir de Kant. Es común distinguir entre un "idealismo trascendental" y un "realismo empírico". En el nivel más básico y profundo de nuestra reflexión epistemológica, el nivel "trascendental", hemos de reconocer que toda realidad es construida por nosotros. Incluso la experiencia perceptiva más elemental, o la experiencia introspectiva supuestamente más directa, está configurada por nuestra mente. Desde ese punto de vista en el que nos imaginamos frente a toda la realidad en su conjunto, la posición correcta sería el antirrealismo. en cambio, cuando pasamos de ese nivel sumamente básico y profundo a otros niveles más superficiales, cuando nos situamos dentro de los niveles "empíricos", no podemos ya decir algo así. Desde dentro de nuestra experiencia y desde dentro de nuestras creencias, comprometidos con ellas, distinguimos realidad y ficción; o, en cualquier caso, queremos hacerlo. Desde este punto de vista interno, involucrados en unas determinadas experiencias y en unas determinadas creencias, debemos decir que hay cosas que sí construimos pero también cosas que no construimos. Y aquí, la posición correcta sería la realista.
Las dudas sobre la inteligibilidad última de este primer recurso, cuando se trata de un realismo y de un antirrealismo de máximo alcance, tienen peso. Pensar y hablar sobre ese nivel sumamente básico y profundo, el nivel trascendental, parece exigir una suerte de absoluto "exilio cósmico", salir completamente fuera de todo nuestro pensamiento y de todo nuestro lenguaje. Ponernos, como más arriba decíamos, "al margen" de todo. Ponernos "frente a toda la realidad". Y esto, por mucho que nos empeñemos en imaginarlo o en suponerlo, tal vez no pueda hacerse.7
En contraste con la primera estrategia, los recursos segundo y tercero pueden moverse en un solo nivel. No necesitan subir ni bajar sofisticadas escaleras reflexivas. Sin embargo, llegando a cierto punto, el segundo recurso también puede tener graves problemas. De acuerdo al segundo recurso, el realismo sería la posición correcta respecto a algunos aspectos de la realidad y el antirrealismo lo sería respecto de otros aspectos. Pero esto deja pendiente la cuestión del realismo o del antirrealismo en relación justamente a aquello que tiene todos esos aspectos.
Los aspectos, en el sentido en el que estamos empleando esta noción, son siempre maneras de ser de algo. Y el problema nos lo plantea ahora ese "algo". La cuestión del realismo o del antirrealismo, cuando se trata de un realismo y de un antirrealismo de alcance máximo, no puede quedar abierta en este punto. el segundo recurso no puede ser aplicado ya en este caso máximamente general.8
Nos queda el tercer recurso. Una combinación de realismo y antirrealismo entendidos ambos en un sentido local. Tal vez, con algunas relaciones de dependencia entre esos ámbitos locales. Pero en cualquier caso, sin que dichos ámbitos locales sean tan solo aspectos de alguna clase de realidad últimamente subyacente. Y por supuesto, sin que tengamos que establecer ninguna distinción de niveles.
En mi trabajo, voy a proponer justamente una combinación local de realismo y antirrealismo en su alcance más amplio. Creo que algo así es tan necesario como suficiente. Y voy a articular mi propuesta comentando los sugerentes planteamientos de José Zalabardo sobre estos temas. me centraré principalmente en Zalabardo (2011)9, donde se desarrollan algunas de las ideas de John McDowell en su crítica a la interpretación que hace Crispin Wright del tratamiento por parte de Wittgenstein del problema relativo al seguimiento de reglas. Por sí mismo, este entramado de interpretaciones y críticas es sumamente interesante. Tal vez, un pequeño buen ejemplo de progreso filosófico. Pero no voy a detenerme en los detalles de esta historia10. Solo quiero fijarme en un detalle que me parece importante.
Zalabardo no considera el tercer tipo de recurso que acabo de presentar. Y esto resulta sorprendente. Pues si descartamos las otras dos opciones, y si descartamos además la opción eliminativista que rechazaría el sentido mismo que pueden tener los problemas que estamos tratando, esta tercera opción esboza una salida muy natural al problema de encontrar una combinación adecuada de realismo y antirrealismo en el caso máximamente general. es más, la salida sugerida es sumamente esclarecedora y plausible.11
El plan de mis comentarios es sencillo. Comenzaré analizando algunos puntos del planteamiento de Zalabardo (2011) y, después, desarrollaré brevemente mi propuesta. Pero antes, debo decir algo más sobre la propia definición del problema de realismo de alcance máximamente general que estamos queriendo abordar.

1. ¿Dónde debe situarse el problema del realismo?
Condiciones de satisfacción y satisfacción efectiva

Pienso en ciertas cosas como siendo de determinadas maneras. Y expreso mis pensamientos mediante ciertos enunciados de un lenguaje. O tal vez, ciertos enunciados representan algunas cosas como siendo de determinadas maneras, y gracias a ello puedo tener pensamientos con esos mismos contenidos semánticos, que dichas cosas son de esas determinadas maneras. En cualquier caso, consideremos la siguiente explicación de estos fenómenos. En los casos más básicos, en mis pensamientos habrá conceptos generales combinados con pensamientos referenciales, y en mis enunciados habrá términos predicativos aplicados a términos referenciales. Y el que mis pensamientos, o ciertos enunciados, puedan representar la realidad como siendo de determinadas maneras se deberá a que ciertos conceptos generales, en el caso del pensamiento, o ciertos términos predicativos, en el caso de los enunciados, tienen unas determinadas condiciones de satisfacción. Tener unas condiciones de satisfacción implica que esos conceptos generales y esos términos predicativos se asocian, de alguna forma, con determinadas propiedades que suponemos estructuran la realidad con independencia de nuestro pensar o hablar del modo como lo hacemos.
En la anterior explicación, la noción de condiciones de satisfacción es crucial. ¿Cómo se asocian nuestros conceptos generales y nuestros términos predicativos con ciertas propiedades de la realidad de manera que puedan obtenerse unas condiciones de satisfacción? Hay dos alternativas en principio claras y una tercera alternativa más problemática, también en principio. Las alternativas claras son: 1) la asociación se lleva a cabo a través de ciertos episodios mentales conscientes, y 2) la asociación surge de relaciones informacionales o causales que involucran a los sujetos y al mundo que los rodea. La alternativa problemática, que según Zalabardo es la adoptada por Wright y atribuida a Wittgenstein, es la siguiente: 3) la asociación surge de las inclinaciones y sentimientos de coerción de los sujetos, acaso siempre en un contexto social, a utilizar ciertos conceptos generales y a aplicar ciertos predicados en lugar de otros. la tercera alternativa es problemática en la medida en que debería distinguirse adecuadamente de las otras dos. Pero dejemos de lado este problema.
Con esto explicaríamos el poder representar algo, en el pensamiento o en el lenguaje, como siendo de determinada manera. Pero poder representar algo incluye tanto poder representarlo correctamente como poder representarlo incorrecta o erróneamente. ¿Qué es representar"correctamente" algo como siendo de determinada manera? Representar correctamente algo implica poder representarlo y, por supuesto, estarlo representando. Pero también requiere algo más. la representación correcta requiere que las condiciones de satisfacción fijadas sean"efectivamente satisfechas" por aquello sobre lo que tenemos nuestros pensamientos referenciales, o por aquello a lo que se aplican los términos referenciales involucrados en nuestros enunciados.
En este punto, quiero enfatizar una importante distinción entre dos problemas de realismo muy diferentes. Las condiciones de satisfacción siempre pueden variar. Muchas veces, en dependencia estrecha de nuestro pensar y hablar del modo como lo hacemos. Y ciertamente, esto origina un problema de realismo. Pero tal problema de realismo no es de alcance máximo. Frente a él, sí sería posible emplear el recurso de los aspectos a la hora de combinar el realismo y el antirrealismo. Algunas condiciones de satisfacción podrían estar determinadas por aspectos de la realidad independientes de nuestro pensar o hablar del modo como lo hacemos, y otras condiciones de satisfacción podrían estar determinadas por otros aspectos de la realidad que no mantienen dicha independencia. Sin embargo, aun así, quedaría pendiente el problema de decidir si el realismo, o el antirrealismo, es la posición adecuada en relación a los hechos relativos a la "satisfacción efectiva" de esas condiciones.
Mientras no se aborde el segundo problema del realismo, el problema concerniente a la satisfacción efectiva de las condiciones de satisfacción, no habremos abordado el problema del realismo en su alcance máximo. Dicho de otro modo, el problema del realismo en su alcance máximo no surge porque las condiciones de satisfacción puedan ser unas u otras. No surge, por ejemplo, porque dichas condiciones tal vez estén determinadas exclusivamente por las inclinaciones y sentimientos de coerción de los sujetos en un contexto social. El problema general del realismo surge cuando se plantean posibilidades como la de que la "satisfacción efectiva" de cualesquiera condiciones de satisfacción esté completamente determinada por el simple hecho de que los sujetos estén inclinados, acaso sentimentalmente inclinados, a asumir tal satisfacción efectiva.
Lo último puede dar pie al abandono mismo de las nociones de satisfacción efectiva y de condiciones de satisfacción. en esto consistiría justamente el eliminativismo en este campo. Y también puede dar pie a un antirrealismo que se esfuerce en mantener ambas nociones bajo la forma reducida de una serie de inclinaciones y sentimientos de coerción en un contexto social. A su vez, empeñarse en mantener las dos nociones anteriores (satisfacción efectiva y condiciones de satisfacción) en base a la existencia de conexiones estables entre nuestros pensamientos, o los enunciados de cierto lenguaje, por un lado, y ciertas propiedades objetivas de la realidad, por otro lado, sí constituiría una posible posición realista en su alcance máximo. Sin embargo, otras posiciones realistas de alcance igualmente máximo podrían no necesitar tanto.
Una posición realista de alcance máximo podría perfectamente admitir grandes dosis de inestabilidad en el establecimiento de las condiciones de satisfacción, manteniendo un realismo tan solo respecto a la "satisfacción efectiva" de cualesquiera condiciones de satisfacción. Tal satisfacción efectiva sería vista como una manera de ser de la realidad que no siempre depende de nuestros pensamientos o enunciados. Este tipo de realismo tendría también un alcance máximo, afectaría a todos nuestros pensamientos y enunciados, pero sería un realismo mucho más modesto que el anterior. Sería compatible con cualquier alternativa acerca de cómo se asocian nuestros conceptos generales y términos predicativos con ciertas propiedades de la realidad de manera que puedan obtenerse unas condiciones de satisfacción. es compatible con afirmar, por ejemplo, que las condiciones de satisfacción están determinadas exclusivamente por las inclinaciones y sentimientos de coerción de los sujetos en un contexto social.
Este segundo realismo de alcance máximo no se obsesiona con las condiciones de satisfacción. Únicamente lo hace con la "satisfacción efectiva" de cualesquiera condiciones de satisfacción. Pero tendría, justamente por ello, un alcance también máximo. Lo tendría porque promete pronunciarse, por decirlo así, sobre la manera de ser de cualquier cosa que pueda estar a nuestro alcance epistémico, al alcance de nuestros pensamientos o al alcance de nuestros enunciados. Las condiciones de satisfacción de nuestros conceptos generales y términos predicativos podrán establecerse de muchas y muy variadas formas. Pero la"satisfacción efectiva" de esas condiciones constituiría una manera de ser de la realidad que no siempre dependería de nosotros. no siempre sería una construcción nuestra.12
Afirmar que las condiciones de satisfacción son una construcción nuestra, que por ejemplo están determinadas por las inclinaciones y sentimientos de coerción de los sujetos, más o menos modulados socialmente, puede integrarse en un antirrealismo de alcance máximo. Sin embargo, no basta para ser antirrealistas en su alcance más general.
Existe una importante ambigüedad en textos como el siguiente:

Según esta postura [se trata de la postura antirrealista que, según Zalabardo (2011, p. 13), Wright (1980) defiende y atribuye a Wittgenstein], no hay una función que empareje a cada predicado con un universal que determina sus condiciones de satisfacción. Lo único que hay, la única realidad a la que podemos apelar en nuestra explicación de las propiedades semánticas de los predicados, son las inclinaciones de los hablantes a atribuir los predicados a unos objetos y no a otros, junto con la dimensión fenomenológica de estas inclinaciones.
Si esto es todo lo que hay y queremos conservar la idea de que los predicados tienen condiciones de satisfacción, parece que la única posibilidad es reducir las condiciones de satisfacción a las inclinaciones de los hablantes, decir que si un objeto satisface un predicado o no viene determinado de alguna manera por si los hablantes están inclinados a atribuírselo.

Es sobre todo en la última frase del texto donde se equiparan dos ideas que deben distinguirse. No es lo mismo afirmar que se tendrían que "reducir las condiciones de satisfacción a las inclinaciones de los hablantes" que decir que "si un objeto satisface un predicado o no viene determinado de alguna manera por si los hablantes están inclinados a atribuírselo". Únicamente la segunda idea representa una amenaza seria para el realismo en su alcance más general. Aunque las inclinaciones de los hablantes, más o menos teñidas de fenomenología, determinaran las condiciones de satisfacción, se podría seguir manteniendo un realismo máximamente general mientras esas inclinaciones no determinen siempre también (¡y aquí la palabra clave es este "también"!) si se satisfacen o no esas condiciones.
Lo que decide la cuestión de un realismo de alcance máximo es si hay maneras de ser o partes del mundo, al menos en algún nivel, tales que, siendo constitutivamente independientes de nuestras consideraciones y juicios acerca de la satisfacción de nuestros predicados, determinen la satisfacción efectiva de dichos predicados. La manera cómo se generen las condiciones de satisfacción de los predicados, o de los conceptos, generales correspondientes es un problema muy distinto.
Hablar genéricamente de "hechos acerca de la satisfacción" puede resultar muy confuso. Y los argumentos de Zalabardo usan abundantemente esta expresión. Por ejemplo, en Zalabardo (2011) se dice:

Para evitar este conflicto con la concepción de la práctica que sancionan nuestras inclinaciones [el conflicto generado por que nuestra práctica determine "los hechos acerca de la satisfacción" y a la vez sancione una concepción de acuerdo a la cual los veredictos comunitarios siempre son revisables], los antirrealistas podrían intentar modificar este análisis básico de la satisfacción introduciendo la idea de que los hechos acerca de la satisfacción cambian cada vez que la comunidad revisa uno de sus veredictos. Según este análisis modificado, si la comunidad decide revisar su veredicto anterior de que un objeto satisface un predicado, el objeto dejará de satisfacer el predicado. Y si decidimos revisar nuestro veredicto de que un predicado tiene condiciones de satisfacción, el predicado dejará de tener condiciones de satisfacción. (Zalabardo 2011, p. 65).

Solo el primer aspecto de ese análisis modificado (esto es, "si la comunidad decide revisar su veredicto anterior de que un objeto satisface un predicado, el objeto dejará de satisfacer el predicado") resultaría problemático respecto a la cuestión del realismo. Por sí mismo, el segundo aspecto ("si decidimos revisar nuestro veredicto de que un predicado tiene condiciones de satisfacción, el predicado dejará de tener condiciones de satisfacción") no lo es. Dejar de tener condiciones de satisfacción porque la comunidad así lo decida, o incluso porque nosotros mismos así lo decidamos, no supone ningún problema serio de realismo. Ni afecta tampoco a su alcance en relación a lo que pueda afirmarse sobre la manera de ser de las cosas. es algo perfectamente aceptable desde una perspectiva realista en un sentido máximamente general.13
En la última parte de mi trabajo defenderé la posibilidad de que algunas partes del mundo sí sean constitutivamente dependientes de nuestros veredictos acerca de la satisfacción de algunos de nuestros conceptos y predicados. En otras palabras, defenderé la posibilidad de que algunas partes del mundo sí sean construcciones nuestras. Algunas, pero no todas. entre estas últimas, estarían aquellas partes del mundo que consisten en cosas como asumir algo, tomar decisiones epistémicas, juzgar que algo es de un cierto modo, etc. Estas partes del mundo no son precisamente "hechos", sino "cosas que hacemos". Y no podemos considerarlas simplemente hechos porque dependen crucialmente de nuestras descripciones y juicios. Dependen de que aceptemos la corrección de ciertas descripciones llevadas a cabo en nuestro pensamiento o en nuestro lenguaje.
Asumir algo, decidir algo, etc., son cosas que requieren poder ser descritas de esa forma (justamente como estados en los que algo es asumido, algo es decidido, etc.). Hay partes del mundo que sí dependen constitutivamente de que consideremos que son efectivamente satisfechos algunos de nuestros conceptos o predicados. Son construcciones nuestras. Algunas partes del mundo son así. Pero también hay otras muchas partes del mundo que no mantienen tal dependencia. no son construcciones nuestras. Y algunas de estas últimas partes del mundo podrían determinar la satisfacción efectiva de nuestros conceptos y predicados sin ser constitutivamente dependientes de nuestras descripciones y juicios acerca de tal satisfacción.
Puede que esas partes del mundo, de un tipo u otro, se encuentren de hecho muy mezcladas. Puede que la distinción entre unas y otras sea muchas veces extremadamente borrosa. Pero todo esto son ya otras cuestiones. Cuestiones que no podemos decidir de antemano. En cualquier caso, en principio cabe distinguir esas dos grandes clases de cosas que hay en el mundo. Y esto es precisamente lo que permitiría, al menos de manera tentativa, combinar el realismo y el antirrealismo entendidos en su máxima extensión.
Las distinciones de niveles siempre acaban siendo enigmáticas. Y el recurso a los aspectos solo sirve cuando el problema del realismo no llega a tocar la cuestión de fondo relativa a la satisfacción efectiva de nuestros conceptos y predicados. Esto añade aún más atractivo a la búsqueda de una posición combinada basada en el recurso de las partes. Como acabo de decir, no podemos asegurar de antemano el éxito de esta estrategia. Pero, menos aún, podemos descartar de antemano su viabilidad. Mi opinión es que hay partes de la realidad respecto a las cuales la posición más adecuada es el antirrealismo y partes de la realidad respecto a las cuales la posición más adecuada es el realismo. Y ello a pesar de todas las mezclas que puedan de hecho darse entre dichas partes, a pesar incluso de la borrosidad que puede llegar a presentarse en muchos casos, y a pesar también de la indeterminación que acaso siempre llegue a existir respecto a cuáles puedan ser las combinaciones plenamente aceptables.14

2. Buscando una cierta combinación de realismo y antirrealismo

En los últimos años, importantes filósofos han declarado defender posturas combinadas de realismo y antirrealismo. Donald Davidson y Hilary Putnam están entre ellos15. Y también estaría John McDowell. La faceta de la posición de McDowell que aquí me interesa tiene como punto de partida su crítica a la interpretación hecha por Crispin Wright del tratamiento dado por Wittgenstein al problema del seguimiento de reglas.16
Según McDowell, la concepción que Wright encuentra en Wittgenstein sobre nuestra práctica de adscribir predicados a objetos se reduce a una serie de inclinaciones psicológicas a aplicar determinados predicados en lugar de otros, acompañadas de ciertos sentimientos de coerción. No existirían otros hechos relevantes acerca de nuestra práctica predicativa.
Lo anterior nos dejaría con dos opciones abiertas y un claro rechazo. La primera opción abierta es la de un eliminativismo que niega que realmente haya hechos acerca de qué objetos satisfacen nuestros predicados. La satisfacción efectiva de predicados sería simplemente una ilusión. La segunda opción abierta es un antirrealismo que hace que la realidad sobre la que pensamos y hablamos sea siempre constitutivamente dependiente de nuestra actividad intencional. La opción que claramente se rechaza es la de un realismo que afirme que sobre la satisfacción efectiva de nuestros predicados existen hechos que son constitutivamente independientes de los hechos acerca de nuestra práctica predicativa. Este realismo defendería la existencia de estándares respecto a la satisfacción efectiva de nuestros predicados. Y entendería esos estándares como algo"externo" a nuestra práctica predicativa. en general, los entendería como algo "externo" a toda actividad intencional, y con ello como algo plenamente "objetivo". Esa variedad particular de realismo es llamada por Wright "platonismo". Para el platonismo, existen propiedades objetivas y condiciones de ejemplificación de esas propiedades, y además ejemplificaciones concretas de las mismas, que determinan tanto las condiciones de satisfacción de nuestros predicados como su satisfacción, o no satisfacción, efectiva. Según McDowell, una vez rechazado el platonismo, Wright adoptaría la opción antirrealista.17

¿Qué propone McDowell? Al igual que Wright, rechaza la opción eliminativista según la cual la satisfacción de predicados sería tan solo una ilusión. Y también rechaza la versión platónica del realismo. Pero esto no implica, argumenta McDowell, que debamos adoptar una postura antirrealista. Pues tal antirrealismo, sostiene McDowell, ¡es imposible de afirmar con sentido!
Según McDowell, el antirrealismo de Wright sería un intento de decir algo que no se puede decir, sino solo mostrar. Zalabardo (2011, p. 32) describe esta postura de McDowell como estando "tan cerca de aceptar la concepción de Wright como lo permite la inefabilidad del pensamiento que expresa". De manera más precisa,

Para McDowell, rechazar el platonismo no nos obliga a rechazar el realismo. No cree que sea necesario invocar las imposiciones externas descartadas por la concepción de Wright para vindicar los hechos concernientes a la satisfacción sin reducirlos a los hechos que figuran en esa concepción. De acuerdo con McDowell, el realismo es compatible con una cierta forma de aceptación de la concepción de Wright (Zalabardo 2011, p. 33).

¿Cómo se puede, más concretamente, rechazar el platonismo sin abandonar el realismo? McDowell utiliza de manera muy explícita el recurso de la distinción de niveles. La caracterización que hace Wright de nuestras prácticas predicativas podría ser, nos dice, "en el fondo" correcta. En los niveles más básicos de dichas prácticas solo parecen existir inclinaciones psicológicas y ciertos sentimientos de coerción, u otros componentes fenomenológicos, desarrollados en un contexto social. En otras palabras, no parece haber hechos propiamente semánticos. Y siempre acaba siendo arrinconada, y a la postre desplazada, cualquier clase de normatividad. A fin de generar los hechos semánticos, con todos sus componentes normativos, el realista platónico quisiera encontrar en los niveles más básicos de nuestras prácticas predicativas hechos diferentes de esas inclinaciones psicológicas y sentimientos de coerción en un contexto social. Acaso, si es que no puede simplemente encontrarlos, también podría llegar a asumir que "deben existir" tales hechos capaces de generar una semántica18. Todo esto es rechazado por McDowell. Y lo que argumenta es que ese nivel descriptivo supuestamente tan básico no es ya el nivel en el que se desarrolla nuestra práctica predicativa.
Nuestra práctica predicativa está llena de hechos semánticos, y en general de hechos normativos19. Y esto define el nivel más profundo en el que podemos ver nuestra práctica del lenguaje como una "empresa en marcha".20 el nivel más profundo no puede estar "tan abajo" como piensa el antirrealismo. Justamente por ello, y este es el paso crucial de la argumentación de McDowell, es completamente innecesario el realismo platónico.
Een este punto, McDowell y Zalabardo se hacen eco de la conocida terminología kantiana. Por un lado, ver nuestra práctica del lenguaje como una "empresa en marcha" nos sitúa en una perspectiva empírica; en una perspectiva empírica que nos involucra y nos compromete con un cierto realismo. Por otro lado, tanto la concepción antirrealista de Wright como la concepción realista platónica son perspectivas trascendentales. Y, de las dos, tan solo la primera parece ser la correcta.
McDowell sostiene que, desde una perspectiva trascendental, la concepción de Wright seguramente debería ser adoptada como la concepción correcta. Así es como parece que se tendrían que "ver" las cosas desde la perspectiva del "exilio cósmico". Pero, estrictamente, no se puede"decir" cómo son las cosas desde esa perspectiva. La concepción antirrealista solo tiene sentido como una descripción que, siendo acerca de lo que hacemos al adoptar una perspectiva empírica, es llevada a cabo"desde fuera" de toda perspectiva empírica. Pero no puede tener para nosotros mismos tal sentido. No puede tener ese sentido porque no podemos dejar de adoptar una perspectiva empírica y comprometida ante la realidad. Y desde dicha perspectiva empírica, involucrada, el antirrealismo es simplemente falso. Sí hay hechos acerca de la satisfacción efectiva de nuestros predicados que no se reducen a inclinaciones psicológicas y sentimientos de coerción socialmente contextualizados.21
En su único sentido inteligible, es decir como afirmación empírica, el antirrealismo es falso. Y esto permite reivindicar el realismo en ese nivel empírico. El antirrealismo solo podría ser verdadero como afirmación trascendental. Pero, estrictamente, no es inteligible para nosotros en este nivel. Su verdad trascendental no puede decirse, no puede enunciarse. Tan solo puede, si acaso, mostrarse. o en algún sentido, "verse".
Con todo esto, McDowell pretende hacer hueco al realismo. Y presentarlo en compatibilidad con el antirrealismo. Aunque en algún sentido el antirrealismo parezca ser aceptable a un nivel trascendental, no podemos acceder a tal nivel en nuestras prácticas predicativas. Aunque el antirrealismo parezca ser verdadero, estrictamente no podemos pensar ni expresar su verdad. No podemos salirnos de nuestras prácticas predicativas para pensar o expresar la verdad del antirrealismo. No podemos salir fuera de ese nivel empírico en el que nos reconocemos como pensando o expresando que las cosas son de un modo u otro. Y en este nivel empírico, el realismo es la única posición aceptable.
El problema grave, como muy bien señala Zalabardo22, sería ahora distinguir esta mezcla de realismo empírico y posible antirrealismo trascendental de otra posición que adoptaría también el realismo en ese nivel trascendental: de la posición del "realismo trascendental". El realismo trascendental sería igualmente inteligible tan solo como afirmación empírica. Pero como afirmación empírica, sería tan verdadero como lo es el realismo empírico. Y, además, por las mismas razones. lo que distinguiría la anterior mezcla de realismo empírico y posible antirrealismo trascendental de este realismo trascendental sería, de nuevo, algo que tan solo puede "mostrarse". La distinción no podrá estrictamente "decirse".
La fuerza de este problema disminuiría mucho si el antirrealismofuera claramente, sin ningún titubeo, la posición trascendental correcta. en tal caso, el realismo trascendental no sería ya una posible verdad ininteligible, no sería una posible verdad que puede llegar a mostrarse pero nunca decirse. El realismo trascendental sería simplemente falso. Y podría justificarse su falsedad. McDowell, y también Zalabardo, a veces sugieren justamente esto. Que el antirrealismo, y no el realismo, es la posición trascendental claramente correcta23. Sin embargo, sugerir es tan solo un modo del mostrar. no es un "decir". Literalmente, no podemos decir que el antirrealismo, y no el realismo, sea la posición trascendental correcta.Lo único que podemos decir, y pensar, con pleno sentido, es que el realismo es la posición empírica correcta.
Pero, ¿cómo podrían mostrarse, o manifestarse, las diferencias entre, por un lado, ser realista empírico pero antirrealista trascendental y, por otro lado, ser simplemente realista trascendental? Zalabardo analiza dos propuestas.
La primera propuesta, nos dice Zalabardo, es que esas diferencias podrían manifestarse en

la actitud hacia la exigencia de una explicación en términos extrasemánticos de la relación que empareja cada predicado con la propiedad que determina sus condiciones de satisfacción. Para el realista transcendental, nuestro derecho a hechos irreducibles acerca de la satisfacción está sujeto a la existencia de una relación entre predicados y propiedades de la que los predicados obtienen sus condiciones de satisfacción. (...) Para el partidario de la postura intermedia, por el contrario, nuestro derecho a postular hechos irreducibles acerca de la satisfacción no depende de si podemos encontrar una relación que juegue este papel. Nuestro derecho a esta postulación surge, en cambio, de la reflexión de que la cuestión solo se puede dilucidar desde el punto de vista de las inclinaciones que subyacen a la práctica. Desde este punto de vista, la búsqueda de la relación entre predicados y propiedades que da lugar a los hechos acerca de la satisfacción sería una empresa sin sentido (Zalabardo 2011, p. 83).

Ya hemos llamado la atención sobre la ambigüedad entrañada por expresiones como "hechos acerca de la satisfacción". Lo crucial para distinguir realismo de antirrealismo, en su máximo alcance, no es cómo se obtengan las condiciones de satisfacción de los predicados, o en su caso de los conceptos, sino cómo se satisfacen efectivamente esas condiciones. Obviando este tema, el texto citado contiene una propuesta interesante. La exigencia de una explicación en términos extrasemánticos de los hechos relevantes acerca de la satisfacción parece ofrecer un criterio positivo para ser considerado realista trascendental24.
Sin embargo, señala Zalabardo, para distinguir realismo de antirrealismo, en su máximo alcance, no es necesario aspirar a tales explicaciones en términos extrasemánticos desde la perspectiva de un"exilio cósmico". Además, en un sentido muy importante que acaba complicando las cosas, no solo el realismo trascendental se mostraría en la exigencia de esas explicaciones extrasemánticas. Pues, desde dentro de nuestras teorías y desde dentro de nuestros lenguajes, como"empresas en marcha", también podemos aspirar legítimamente a dichas explicaciones25.

La segunda propuesta que analiza Zalabardo es que lo distintivo de la postura combinada que estamos analizando (una cierta combinación de realismo empírico y antirrealismo trascendental), frente a un realismo trascendental, se manifiesta en sus respectivas actitudes ante el problema del escepticismo. El escepticismo pone en cuestión la justificación, podemos decir externa y objetiva, de nuestras prácticas predicativas. Frente a este desafío, el realista trascendental se empeñaría en argumentar, con mejor o peor fortuna, que nuestras prácticas predicativas sí se corresponden con una cierta manera de ser del mundo. Sin embargo, el partidario de la postura combinada basada en la distinción de niveles, combinando un realismo empírico con un antirrealismo trascendental, podría aceptar la conclusión escéptica sin verse afectado por ello. no tendría por qué tomarse en serio el desafío escéptico. Y aquí estaría la diferencia.
De acuerdo al escepticismo que estamos considerando, nuestras prácticas predicativas efectivamente carecerían de justificación externa y objetiva. Y los hechos empíricos relevantes sobre la predicación podrían ser de un tipo muy diferente a como son. La predicación, por ejemplo, podría satisfacer criterios meramente estéticos o expresivos. Pero todo esto sería compatible con el antirrealismo trascendental asumido por la postura combinada. Y nada de ello implicaría renunciar en la práctica a la noción de justificación epistémica. Pues, de hecho, nuestras prácticas predicativas incluyen criterios internos de justificación epistémica ligados a una objetividad que va más allá tanto de los límites de nuestra subjetividad como también de los límites de nuestra comunidad.
Simplemente, algunas predicaciones son epistémicamente correctas y otras no. Algunas han sido tomadas por correctas y no lo eran. Otras han sido tomadas por incorrectas y eran correctas. es más, esto también se aplicaría a nuestras prácticas predicativas de segundo orden, o reflexivas, desarrolladas sobre nuestras prácticas predicativas de primer orden. Por esta razón26, la postura combinada que estamos examinando no tendría por qué tomarse en serio el desafío escéptico.

3. Otra posible combinación

Tenemos dos posiciones enfrentadas. Un realismo que afirma que la satisfacción efectiva de nuestros predicados puede estar determinada por maneras de ser del mundo constitutivamente independientes de nuestras consideraciones y juicios acerca de que nuestros predicados, o conceptos, se satisfagan o no. Y un antirrealismo que afirma que esa satisfacción siempre está determinada por maneras de ser del mundo que no son constitutivamente independientes de nuestras consideraciones y juicios acerca de que nuestros predicados, o conceptos, se satisfagan o no. En último término, esas maneras de ser del mundo serían dependientes de nuestras inclinaciones psicológicas, más o menos teñidas de fenomenología, y más o menos comunitariamente estructuradas.
La propuesta combinada de McDowell, desarrollada por Zalabardo, se basa en una distinción drástica de niveles, uno trascendental y otro empírico. El primero sobrepasa toda experiencia posible. Y en este nivel tal vez puede mostrarse, o sugerirse, pero no propiamente decirse, o enunciarse, que el antirrealismo sería la posición correcta. El nivel empírico es el nivel en el que se desarrolla nuestra experiencia, nuestro pensamiento y nuestro lenguaje. Es el nivel en el que estamos inmersos en el lenguaje como en una "empresa en marcha". En este nivel, la posición correcta es la realista. Desde dentro del lenguaje, evaluamos algunas predicaciones como correctas y otras como incorrectas. Y esa corrección o incorrección en la satisfacción de nuestros predicados no la concebimos como algo meramente reducible a nuestras inclinaciones, ni individuales ni comunitarias.27
Zalabardo señala con agudeza que el problema crucial con esta propuesta es distinguirla de un simple realismo trascendental. Tal distinción no se puede establecer explícitamente desde dentro de nuestro uso del lenguaje. No puede "decirse". Desde dentro, solo hay realismo "a secas", sin ninguna cualificación. La distinción entre realismo empírico y realismo trascendental es externa. Por lo tanto, de existir finalmente, esa distinción únicamente podrá "mostrarse". Y según Zalabardo, podría manifestarse, sobre todo, en las diferentes actitudes que se adoptarían frente al desafío escéptico radical.
Como hemos indicado, si pudiera establecerse conclusivamente la corrección trascendental del antirrealismo, si pudiera simplemente decirse que el realismo trascendental es falso, dejaríamos de tener el anterior problema. Pero esto es algo que "estrictamente" no puede hacer una concepción combinada basada en la distinción de niveles como la que promueve Zalabardo.
Una concepción combinada basada en el tercer recurso mencionado al comienzo de nuestro trabajo, el recurso de las partes, se ve libre del anterior problema. También se vería libre una concepción combinada basada en el recurso de los aspectos. Sin embargo, como hemos visto, en la medida en que esos aspectos sean aspectos de "algo" tendremos otro problema de fondo igualmente crucial. La concepción combinada más plausible es la basada en las partes. Si el realismo y el antirrealismo pudieran entenderse como siendo "localmente" verdaderos, verdaderos sobre ciertas parcelas de la realidad, sin ninguna distinción de niveles, ni tampoco de aspectos, podríamos tener una concepción combinada libre de los anteriores problemas. ¿Cabe formular una posición combinada de este tipo? en lo que sigue, voy a explorar esta posibilidad.
Cualquier posición combinada necesita reconocer de algún modo tanto al realismo como al antirrealismo. El recurso a los niveles se encuentra con el realismo en nuestra práctica predicativa ordinaria. Y quiere situar al antirrealismo en el "exilio cósmico" de un nivel trascendental inefable. La pregunta es, ¿podría situarse también cierto antirrealismo en el nivel empírico? ¿Podría encontrarse cierto antirrealismo relevante, e iluminador, en nuestra práctica predicativa como una "empresa en marcha"? En caso de poder hacerse esto, creo que cabría considerar que el nivel trascendental es simplemente prescindible.
Voy a defender una postura combinada de ese tipo. Está basada en tres ideas:

1. La primera de ellas, obviamente, es la tesis de que el tercer recurso para obtener una combinación de realismo y antirrealismo es en sí mismo viable. Un realismo local es compatible con un antirrealismo local.

2. La segunda idea es que también podemos encontrar ese antirrealismo local dentro de nuestras propias prácticas predicativas como una "empresa en marcha".

3. La tercera idea es que dicho realismo puede ser sumamente relevante e iluminador, pues tal vez solo sea posible afirmar cualquier realismo local desde la base de ese antirrealismo local.

Si estas tres ideas son plausibles, cabe una muy directa combinación de realismo y antirrealismo. No sería una combinación basada ni en una distinción de niveles ni en una distinción de aspectos. En particular, no sería una combinación basada en la distinción entre un nivel superficial, empírico, y otro nivel supuestamente mucho más profundo, básico o trascendental. la combinación se desarrollaría en unúnico nivel. En tal nivel, tanto el realismo como el antirrealismo serían aceptables. Pero serían aceptables no involucrando diferentes aspectos, o maneras de ser, de una realidad que puede permanecer siempre más allá de todas sus apariencias. Serían aceptables, lisa y llanamente, en relación a diferentes partes, regiones o parcelas, de la realidad. Ambos, realismo y antirrealismo, serían posiciones correctas en un sentido local.
El recurso de las partes no suele ser tenido en cuenta. No es tenido en consideración ni por Zalabardo, ni por McDowell, ni por Wright. Tal vez sí por Wittgenstein28. En cualquier caso, tal recurso ofrecería una manera muy sugerente de intentar una propuesta combinada diferente.
Fijemos ahora nuestra atención en la segunda de las anteriores ideas. ¿Sancionan nuestras prácticas predicativas alguna concepción según la cual ciertas partes del mundo dependen constitutivamente de nuestras consideraciones y juicios acerca de la satisfacción efectiva de determinados predicados? Creo que sí.
Pensemos en nuestras decisiones epistémicas: aceptar o rechazar una proposición, asumir algo, apostar por una determinada hipótesis, catalogar un cierto estado como un estado de creencia, o de conocimiento, etc. el campo de las decisiones epistémicas es muy amplio. Y dentro de ese campo, describir propiamente algo como una decisión epistémica implica que no es descrito como el resultado de ningún tipo de"mecanismo ciego", en un sentido sumamente amplio que abarcaría cualquier clase de mecanismo causal, informacional, sociológico, metafísico, etc. Tal vez la decisión epistémica también pueda ser descrita en esos términos. Pero lo que no podemos "admitir" es que sea completamente descrita de ese modo y que, también, al mismo tiempo, pueda ser descrita como una cierta decisión epistémica. Esto es lo importante. Simplemente, por ejemplo, no podemos aceptar que mientras estemos tomando una decisión epistémica, nuestra decisión no sea más que el resultado de un "mecanismo ciego". Esto no sería tomar una decisión epistémica (aceptar o rechazar una proposición, asumir algo, apostar por una determinada hipótesis, catalogar un estado como un estado de creencia, o conocimiento, etc.).
Lo que acabamos de decir entraña algo muy importante. Nuestras consideraciones y juicios acerca de la satisfacción de ciertos predicados relativos a nuestras decisiones epistémicas constituyen en este caso los propios "hechos epistémicos" relevantes. El que existan estos hechos epistémicos implica que algo del mundo, una cierta parte del mundo, es constitutivamente dependiente de nuestras consideraciones y juicios acerca de la satisfacción efectiva de algunos de nuestros conceptos o predicados. Si no existieran estas últimas cosas, no podrían existir esos hechos epistémicos.29
Tal vez esta observación no pueda extenderse mucho más allá del campo de las decisiones epistémicas. Tal vez incluso las decisiones morales, estéticas, políticas, gastronómicas, etc., sí puedan ser vistas como un mero resultado de "mecanismos ciegos" (causales, informacionales, sociológicos, metafísicos, etc.). Pero lo crucial, en cualquier caso, es que no podemos hacer esto mismo con las decisiones epistémicas.
Es más, la condición para llegar a "considerar" que esas otras cosas no son más que el resultado de "mecanismos ciegos" es que no lo sean las decisiones epistémicas que conducen justamente a esas apreciaciones30.
Aquí es donde entraría en juego la tercera idea introducida más arriba. Podría verme a mí mismo como una simple "marioneta" en temas morales, estéticos, políticos, gastronómicos, etc., podría llegar a "aceptar" eso, solo a condición de no verme a mí mismo como una mera "marioneta epistémica". Y puedo contemplar un mundo de hechos, de hechos de todo tipo, incluyendo hechos sobre mis inclinaciones predicativas, hechos sobre mi fenomenología, hechos sobre mi inserción en una comunidad de hablantes, de sujetos epistémicos, de agentes, etc., solo a condición de no verme a mí mismo como una mera "marioneta epistémica" mientras estoy llevando a cabo las anteriores "consideraciones". Esto último es algo que, simplemente, ¡no puedo hacer! mi práctica predicativa me lo impide. Me lo impide desde dentro, justamente como una "empresa en marcha".
Nuestra práctica predicativa contiene abundantes elementos realistas. Pero también contiene poderosos ingredientes antirrealistas. Solo podemos llegar a "conocer hechos objetivos", hechos que sean"constitutivamente independientes de todas nuestras consideraciones y juicios acerca de que ciertos predicados se satisfagan o no", si algunos hechos "sí son" constitutivamente dependientes de tales consideraciones y juicios. Y estos últimos hechos son, como mínimo, los hechos relativos a nuestras decisiones epistémicas.
Estos hechos no son tan solo locales, sino también muy"contingentes". No es necesario que realmente existan seres capaces de tomar decisiones epistémicas. Esto también pertenece a la concepción de nosotros mismos sancionada por nuestras prácticas predicativas. Parece que nosotros somos seres de ese tipo. Y cualquier "decisión epistémica" al respecto exigirá que lo seamos. Pero podríamos no ser así. o dejar de serlo. Como no lo son muchos otros seres que conocemos. o como nosotros (o mejor dicho, algunos de nuestros ancestros) no lo fuimos (no lo fueron) en el pasado. el escepticismo se alimenta de todas estas contingencias.
La concepción combinada que estoy esbozando explicaría el atractivo del escepticismo. ¡Y hace completamente innecesario el nivel trascendental! Con ello, evitaría el problema de tener que encontrar diferencias con un realismo trascendental. Se rechazaría tanto el antirrealismo trascendental como el realismo trascendental. Simplemente,¡no se requiere ningún profundo nivel trascendental!
Cabría discutir un último problema. ¿Cómo podría esta concepción combinada, basada en las partes, no rendirse en último término al canto de las sirenas platónicas? ¿Cómo puede evitar cierto residuo de"realismo platónico" al tratar las propias decisiones epistémicas (las que adoptamos en primera persona)? ¿Pueden explicarse los hechos relevantes concernientes a estas decisiones epistémicas sin necesidad de recurrir a un mundo de propiedades epistémicamente independientes y estructurantes de la realidad, propiedades que, sean o no captadas por nosotros, y determinen o no las condiciones de satisfacción de nuestros predicados, sí determinen su satisfacción efectiva?
Creo que también puede evitarse este último problema si volvemos a proceder por partes. la satisfacción efectiva de la mayoría de nuestros predicados la decidimos en función de la ejemplificación de propiedades en el mundo que vamos explorando y conociendo. Sin embargo, no ocurre lo mismo con la satisfacción efectiva de predicados relativos a nuestras decisiones epistémicas. Podemos decir que estos predicados se satisfacen¡solo si se considera que se satisfacen! Sin duda, esto genera una importante circularidad. Y suscita fuertes inquietudes normativas. Pero no será una circularidad perniciosa, ni nos veremos obligados por ello a buscar un fondo de realismo normativo platónico, si "considerar que se satisfacen" incluye en sí mismo suficientes elementos de corrección.
¿Puede ser así? ¿Cuáles podrían ser esos elementos de corrección? Sabemos que no pueden ser exclusivamente individuales. Las tesis de Wittgenstein en este punto son plenamente convincentes. Una corrección puramente individualista deja de ser corrección. También sabemos que los veredictos de la comunidad a la que pertenecemos son siempre revisables. Por ello, el recurso a una idealidad en este sentido, a cualquier idealidad comunitaria, siempre acaba siendo muy problemático. Pero, de nuevo, hay otras opciones.
Para esbozar una de esas otras opciones, una que me parece particularmente prometedora, necesito decir algo sobre "las fuentes del valor". Se trata simplemente de unas pinceladas, pero pueden sugerir un cuadro interesante. Muchas veces valoramos algo únicamente por su valor instrumental. Otras veces suponemos un valor intrínseco, que sin embargo generalmente puede ser revisable. Otras veces, valoramos algo porque es valorado por otros sujetos. Esto ocurre, por ejemplo, en la "moda". Y otras veces, lo valoramos simplemente porque "podría" ser valorado. Valorado por otros sujetos, o por nosotros mismos en otras circunstancias, o por otros sujetos en nuestras mismas circunstancias. Las dos últimas formas de valorar algo (valorarlo porque "de hecho" es valorado por otros sujetos, o valorarlo simplemente porque "podría" ser valorado) raramente han sido tematizadas. Pero son muy importantes. Y sumamente frecuentes.
Centremos nuestra atención en la última de ellas. ¿Qué hacemos cuando valoramos algo porque "podría" ser valorado? Cabe decir que se pone en juego nuestra imaginación y nuestros compromisos. Imaginamos posibilidades y nos comprometemos con algunas de ellas. En este proceso no hay exactamente "individualismo". La imaginación y los compromisos sobrepasan continuamente nuestros límites individuales. Pero tampoco se apela a una "comunidad ideal". En realidad, no hay ninguna "idealidad" predeterminada. No hay ninguna situación ideal que sirva como punto fijo de referencia. Lo que simplemente hay es un proceso. Una serie de posibilidades cambiantes hacia las que nuestros compromisos se adhieren en mayor o menor medida. Algunas de esas posibilidades nos son dadas, personal y culturalmente. otras son completamente inéditas. Son, en su sentido más literal, productos de nuestra imaginación.
Creo que esta doble fuente para el valor, imaginación y compromiso, está presente en numerosos ámbitos. Y que también inspira crucialmente nuestras decisiones epistémicas y los elementos de corrección operantes en ellas. La satisfacción efectiva de los predicados relevantes, concernientes a nuestras decisiones epistémicas, participa plenamente en este juego.
Los predicados relevantes concernientes a nuestras decisiones epistémicas se satisfacen solo si consideramos que se satisfacen. Esto parece muy individualista. Sin embargo, puede haber corrección. Y puede haberla sin que tengamos que recurrir a la comunidad de hablantes, o de seres racionales, en algún sentido más o menos ideal. Y sin que tengamos que recurrir tampoco a algún conjunto "platónico" de propiedades epistémicamente independientes y estructurantes de la realidad. El"realismo platónico", un realismo trascendental profundamente normativo, no es la única opción no comunitarista para explicar dicha corrección.
La metafísica de la concepción combinada que he introducido es muy simple. Algunas cosas son "hechos" que están ahí, siendo producidos por otros hechos y produciendo a su vez más hechos. Otras cosas, en cambio, son "cosas que hacemos". Ambos géneros de cosas pertenecen a un mismo mundo. Y pueden dar lugar a fenómenos donde cosas de ambos géneros se encuentren de hecho muy mezcladas. Tal vez las fronteras mismas entre los dos géneros sean a menudo muy borrosas. Y acaso no acabe pareciéndonos completamente adecuada ninguna combinación sistemática. nada de esto, sin embargo, es aquí lo importante. Sea como sea, algunos hechos no parecen existir si no los hacemos. Y el generar esos hechos no puede ser visto, mientras estamos"involucrados en tal empresa", simplemente como algo en lo que unos hechos estén siendo producidos por otros hechos, y produzcan a su vez más hechos. ¡esta es la idea crucial!
Podemos también emplear una fórmula wittgensteiniana para ilustrar esta metafísica. nos parece estar en un mundo de hechos. Pero tal vez no sea un simple mundo de hechos. Pues el hecho de que esos hechos lleguen a ser "considerados" todos los hechos del mundo, o el hecho de que no "admitamos" más hechos que esos, no pueden ser tomados como meros hechos al lado de los demás hechos. Esos hechos peculiares son cosas que solo pueden hacer sujetos como nosotros.

Notas

1 Este trabajo se ha llevado a cabo bajo el proyecto de investigación FFI2011-24549, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España. Agradezco enormemente a los evaluadores de la revista sus comentarios a una primera versión del mismo. Ello me ha permitido reformular de manera más adecuada algunos puntos centrales.

2 Tal vez no todo mapa lo sea. Pero esta cuestión no afecta a nuestro ejemplo, ni a los planteamientos de nuestro trabajo.

3 De un modo parecido, para que una puerta esté abierta basta con que esté un poco abierta. Las puertas cerradas han de estar completamente cerradas, pero las puertas abiertas no necesitan estar completamente abiertas. El antirrealismo funciona como una puerta cerrada y el realismo como una puerta abierta. Para ser realistas basta con asumir que "no todo" es construido por nosotros. Hay otros contrastes filosóficos sumamente importantes que comparten este comportamiento de "las puertas cerradas y abiertas". Por ejemplo, los contrastes entre coherentismo y fundamentalismo, determinismo y antideterminismo, reduccionismo y antirreduccionismo, o materialismo y antimaterialismo. En los segundos elementos de todos estos contrastes, "un poco" implica ganar ya la partida.

4 En una versión anterior de este trabajo, utilizaba sin todas estas precisiones las nociones de "posición intermedia" y de "combinación de realismo y antirrealismo". Debo a los evaluadores de la revista el haber llamado mi atención sobre este importante punto.

5 Aun en su máximo alcance, el antirrealismo no podría incluirlo todo. No puede incluir al propio sujeto. A menos que se sienta cómodo con nociones como"autoposicionamiento del yo", "autocreación", etc., el antirrealismo tiene aquí un límite que no parece tenerlo el realismo. Prescindiremos de este detalle. El realismo, claro, tiene otros límites. Sería muy ingenuo afirmar, por ejemplo, que realmente no hay nada construido. Y por ello, el realismo no suele definirse como la afirmación de que no haya"nada" construido, sino como la "simple negación" del antirrealismo. Todo esto fomenta la búsqueda de combinaciones plausibles de realismo y antirrealismo.

6 Comparto plenamente la valoración hecha por Zalabardo (2011), al final de su introducción: "Considero que la articulación de una postura coherente en esta dirección [se refiere a lograr una adecuada combinación de realismo y antirrealismo] es una de las tareas pendientes más importantes de la filosofía contemporánea". Y lo es no solo en semántica, o en el terreno común a la semántica y la metafísica, como sugiere el título del libro del que hemos extraído la anterior cita, sino también en campos aparentemente tan dispares como la filosofía moral o la filosofía de las matemáticas.

7 La expresión "exilio cósmico" procede de Quine. Y es utilizada muchas veces por McDowell (1981). Como veremos, a pesar de ser McDowell uno de los autores que, al igual que Quine, más han cuestionado la inteligibilidad de esta idea, él mismo sí parece poder ir y venir con bastante agilidad de tal exilio cósmico para mostrarnos lo que desde allí podría "verse" que hay pero no puede "decirse" que haya. Aunque claro, ya sabemos desde Platón que tan solo unos pocos privilegiados (filósofos) pueden salir de la caverna.

8 Boghossian (2006, cap. 3) analiza en detalle este problema. Y critica el constructivismo de Goodman y de Putnam por presuponer una realidad sobre la cual la cuestión del realismo no se plantea. Según esta variedad de constructivismo, "our concepts work like cookie cutters: they carve the world up into facts by drawing boundaries one way rather than another" (Boghossian 2006, p. 34). El problema crucial es que tiene que haber siempre "algo", algún "material dado", alguna "masa pastelera", que vaya a ser cortada y moldeada por nuestros conceptos.

9 Zalabardo (2011) es la publicación en forma de libro, acompañada de una introducción, de Zalabardo (2000). En Zalabardo (1996) y (2001) se presentan con ligeras variaciones los mismos planteamientos.

10 Sobre la idea de una filosofía académica capaz de llegar progresivamente a resultados, véase el ya imprescindible libro de Rabossi (2008). Creo que pocos textos logran estimular el autoanálisis profesional como lo consigue hacer este libro. Cabría decir que, respecto a la filosofía, consigue el mismo efecto que el que produce, respecto a la religión, el libro de Unamuno San Manuel Bueno, mártir. Por mi parte, tiendo a ver la filosofía como "el arte de dar sentido", una variedad de arte conceptual que utiliza conceptos y argumentos para dar sentido a las cosas. Esto me sitúa fuera del canon descrito por Rabossi, tal vez muy cerca de Nozick, y me permite asumir grandes dosis de pluralismo, incluso de relativismo, y de crisis de identidad, sin preocuparme obsesivamente por justificar que la filosofía merezca la posición académica que actualmente ocupa. No se pide eso al arte. Ni siquiera pedimos ya eso al arte contemporáneo.

11 Una pausa especulativa. Pensemos en Dios frente al mundo. Y en lo que supondría para Dios tener que combinar las posiciones del realismo y del antirrealismo. El recurso a los aspectos sin duda le dejaría muy insatisfecho, por las razones aludidas más arriba. También, creo, debería dejarle insatisfecho la combinación basada en una distinción de niveles. esta estrategia, que es la de McDowell y también la de Zalabardo, no puede valer para Dios. ¿Por qué no? la razón es importante. Tal posición no podría valer porque si hay construcción en algún nivel, entonces simplemente el antirrealismo gana en todos los niveles. En la medida en que Dios sea distinto de sus creaciones, no podría adoptar ningún punto de vista "interno" a esas mismas creaciones. Sin duda, la posición más "divina" es la del antirrealismo. Situado frente al mundo, Dios tendría que ser antirrealista. Y si por alguna razón Dios viera limitada su omnipotencia, y tuviera así que adoptar una posición combinada (por ejemplo, en base a la existencia de una materia no creada que de algún modo acotara su poder), seguiría sin poder recurrir a los niveles. Estrictamente, seguiría sin poder adoptar ningún punto de vista "interno" a lo creado. Tendría que buscar una combinación de realismo y antirrealismo a través del recurso de las partes. Esta sería para él la única opción viable. Como argumentaré a lo largo de mi trabajo, aún dentro del mundo, seguramente también lo sea para nosotros.

12 Imaginemos que para describir el mundo empleamos tan solo seis predicados: A, B, C, D, e y F. Establecemos sus condiciones de satisfacción. El predicado A resulta aplicable si lanzamos cierto dado y sale un 1, el predicado B resulta aplicable si lanzamos el anterior dado y sale un 2, el predicado C resulta aplicable si sale un 3, etc. Sin duda, se trata de unos predicados con unas condiciones de satisfacción muy poco"naturales". Pero, ¿cómo afecta esto a la cuestión del realismo? Tal vez, nos cueste ser realistas respecto a los predicados A, B, C, D, e y F como describiendo maneras de ser del mundo. Esos predicados parecen generar simplemente clasificaciones aleatorias completamente arbitrarias (el propio dado sería a veces A, otras veces B, otras C, etc. El salir un 1 en el dado implicaría que el dado es A, el salir un 2 que el dado es B, el salir un 3 que el dado es C, etc.). Sin embargo, seríamos realistas, y lo seríamos en un sentido máximamente general respecto a todo lo que podemos decir del mundo, si consideráramos que la satisfacción de esas condiciones (el que en el dado salga un 1, o un 2, o un 3, etc.) sí constituye una manera de ser del mundo que no siempre depende de nuestros pensamientos y enunciados. Y siendo esto así, también podríamos ser realistas respecto a los propios predicados A, B, C, D, e y F si interpretáramos ahora esos predicados como describiendo, respectivamente, por ejemplo, el hecho de estar en un mundo en el que ha salido un 1 al lanzar ese dado particular, el hecho de estar en un mundo en el que ha salido un 2 al lanzar ese dado particular, el hecho de estar en un mundo en el que ha salido un 3 al lanzar ese dado particular, etc. Nuestros predicados pueden ser así más o menos arbitrarios, más o menos útiles, más o menos afortunados, etc. Podemos atribuir a nuestros predicados condiciones de satisfacción de lo más pintorescas y artificiosas. Podemos incluso desconfiar de todos nuestros predicados y declararnos profundamente "ignorantes". Pero para ser realistas, y para serlo además en un sentido máximamente general, basta con asumir que la "satisfacción efectiva" de las condiciones de satisfacción de nuestros predicados no es algo que siempre construimos nosotros, sino una manera de ser del mundo.

13 De nuevo, es conveniente añadir que declararse realista, incluso en un sentido máximamente general, es compatible con declararse "ignorante" respecto a cómo sea el mundo. El realismo en su sentido más general puede convivir con la más completa ignorancia (véase de nuevo la nota 12). También podría expresarse de forma condensada esta idea diciendo que la actitud antirrealista no se sigue necesariamente de la ignorancia.

14 Sin duda, todas estas posibilidades plantean problemas importantes. Pero es destacable que, sobre todo, serían problemas importantes en el contexto de una postura basada en la estrategia de las partes. En el contexto de las otras dos estrategias, dichos problemas tienen una significación muy diferente.

15 Véase, por ejemplo, Davidson (1990) y Putnam (1994). Sus intentos en este sentido son brevemente comentados por Zalabardo (2011).

16 Véase mcDowell (1981), Wright (1980) y Wittgenstein (1953).

17 Debe señalarse que el análisis de Wright, y las opciones contempladas, coinciden a grandes rasgos con el análisis del problema de seguimiento de reglas en Wittgenstein que debemos a Kripke (1982).

18 Esta sería la opción platónica llamada por Field (1972) "semanticismo". Consistiría en la tesis de que "han de existir", de manera irreducible, hechos semánticos primitivos. Véase Zalabardo (2011, pp. 37-39).

19 El tema que estamos tratando no solo afecta a la normatividad semántica. Afectaría a cualquier clase de normatividad. Respecto a la cuestión del realismo y antirrealismo moral, por ejemplo, se repetirían la mayoría de los problemas que aquí estamos examinando. Y también, creo, las soluciones.

20 Esta expresión de McDowell acerca del lenguaje como una "empresa en marcha" (véase por ejemplo McDowell 1981, p. 248) es utilizada repetidas veces por Zalabardo. Y la idea que se expresa realmente es importante. los hechos semánticos y normativos del lenguaje solo serían visibles, identificables, reconocibles, desde esta perspectiva.

21 Zalabardo (2011, pp. 54-61) contrasta la manera cómo describiríamos las prácticas predicativas de un lenguaje "marciano" con la manera cómo describiríamos nuestras propias prácticas predicativas. Respecto a las primeras, podríamos adoptar una perspectiva externa, análoga a la perspectiva trascendental de un "exilio cósmico". Respecto a las segundas, nuestras propias prácticas predicativas, no podemos sino adoptar una perspectiva interna, involucrada, la perspectiva del lenguaje como una "empresa en marcha". Y desde esta perspectiva interna, sería completamente adecuado el diagnóstico de McDowell (1981): si la concepción de Wright es una verdad, ha de tratarse de una verdad trascendental.

22 Dedica a esta cuestión la última parte del trabajo que estamos comentando, véase Zalabardo (2011, pp. 76-92).

23 Llama la atención esta insistencia en que, desde la perspectiva de un "exilio cósmico", se quiera mostrar al antirrealismo como la posición que "parece ser correcta". Una pregunta que a veces se suscita en este punto es la siguiente: ¿Ha de tomarse el antirrealismo como la posición que podría ser correcta por lo que nuestra ciencia actual"nos dice acerca de nuestra situación real en el mundo"? Mi opinión es que en la medida en que sea ininteligible "decir" que el antirrealismo es la posición correcta, también ha de ser ininteligible "mostrar que lo es sugiriendo esos decires ininteligibles".

24 Un criterio "positivo", y no tan solo negativo, señala acertadamente Zalabardo (2011, nota 19). Rechazar la búsqueda de explicaciones extrasemánticas de los hechos semánticos no implica ser idealista trascendental. El "semanticismo" de Field (la tesis que considera como primitivos ciertos hechos semánticos, véase nota 18) también rechazaría la exigencia de una explicación tal en términos extrasemánticos.

25 La observación procede nuevamente de Field (1972), defendiendo el naturalismo en semántica frente al rechazo quineano de la perspectiva trascendental de un "exilio cósmico".

26 Y esta razón vuelve a ser una razón "interna" a nuestras prácticas predicativas. La idea de que los metadiscursos han de estar sometidos a la misma normatividad básica que los discursos de primer orden está muy presente en Nagel (1997). En varios sentidos importantes, las tesis de nagel sintonizarían muy bien con estos planteamientos defendidos por Zalabardo.

27 Siguiendo a Putnam (1981), podríamos decir que, incluso sin salirnos de nuestras prácticas predicativas, incluso sin recurrir a ningún nivel trascendental, la razón es a la vez "inmanente" y "trascendente". La relevancia de las distintas posiciones que ha llegado a adoptar Putnam respecto a los problemas de realismo que estamos tratando es obvia. Y sería sumamente enriquecedora su discusión. Pero adentrarnos en este terreno excede las pretensiones del presente trabajo.

28 Argumentar esto en detalle nos llevaría demasiado lejos. Pero no puedo resistirme a la tentación de evocar este punto. Muchas de las ambigüedades y vacilaciones del Wittgenstein posterior a las Investigaciones, especialmente del Wittgenstein de On Certainty, podrían interpretarse desde esta perspectiva "localista".

29 Sin duda, podrían existir hechos epistémicos concernientes a nuestra condición animal, hechos pertenecientes a lo que Ernesto Sosa ha llamado "conocimiento animal". Ciertamente, muchos hechos epistémicos no son dependientes de nuestras consideraciones y juicios acerca de la satisfacción efectiva de algunos de nuestros conceptos o predicados. Pero otros hechos epistémicos sí lo son. Y decir esto, por cierto, no tiene consecuencia directa alguna respecto a si todo lo que existe es o no natural, o material, o físico.

30 El contraste entre describir las prácticas predicativas "marcianas" y describir nuestras "propias" prácticas predicativas, aludido anteriormente y utilizado por Zalabardo, es aquí plenamente pertinente. Estoy simplemente extrayendo algunas implicaciones de ese tipo de descripción interna, involucrada en el lenguaje como"empresa en curso", que estamos obligados a hacer de nuestras prácticas en el caso de nuestras "propias decisiones epistémicas" (las que adoptamos, podemos decir sin reparos, "en primera persona").

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Recibido el 9 de abril de 2013; aceptado el 21 de mayo de 2014.

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