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Análisis filosófico

On-line version ISSN 1851-9636

Anal. filos. vol.37 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires May 2017

 

IN MEMORIAM

Félix Schuster: Realismo científico y compromiso político

Verónica Tozzi

Universidad de Buenos Aires - UNTREF - CONICET
veronicatozzi@gmail.com


El 21 de enero de 2017 falleció mi maestro, Félix Gustavo Schuster. Es imposible hablar de su trayectoria intelectual sin hacer referencia a la persona. Su ejemplo, su enseñanza, su cuidado, su generosidad, su respeto, su curiosidad, su compromiso político, su involucramiento institucional han dejado una marca imborrable en todos aquellos que tuvimos la fortuna de trabajar junto con él.
Uno de los hitos en la carrera académica de Schuster es el haber sido parte de la fundación de SADAF, institución en la que participó entre otras cosas liderando y promoviendo el estudio de la epistemología de las ciencias sociales y la historia, atrayendo a numerosos científicos sociales, muchos de ellos exalumnos, a ser parte de la Sociedad. Me atrevo a decir que el estilo de trabajo filosófico de SADAF, ejercido no de manera individual sino en grupos guiados por la búsqueda y ensayo de los mejores argumentos y no por jerarquías etarias o de carrera, influyó en el modo de llevar adelante su gestión en los establecimientos universitarios.
Schuster ha tenido un rol protágonico en la institucionalización de la vida académica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires luego de la vuelta a la democracia como director del Departamento de Filosofía, secretario de Investigación y Posgrado y decano. En 2010, junto con Cecilia Hidalgo, publicamos un volumen homenaje titulado Filosofia para la ciencia y la sociedad: Indagaciones en honor a Félix Gustavo Schuster. El título expresaba ni más ni menos que la labor que nuestro homenajeado llevó a cabo –en sus roles de profesor, investigador, director de investigación, director de becarios y tesistas, y, finalmente, funcionario universitario– para que las humanidades y los estudios sociales ocuparan un sitio equiparable al de las ciencias naturales, básicas y aplicadas, en el recuperado sistema científico y tecnológico de la UBA. Tal lugar implicaba que fueran financiadas y evaluadas de acuerdo con los estándares generales de evaluación científica al tiempo que instalaba la necesidad de que el sistema de ciencia y técnica se recreara para incluir los criterios propios de las disciplinas que se ocupaban de lo humano y lo social. El resultado concreto, sobre todo para las humanidades, significó que la investigación dejara de ser considerada una actividad individual, para así estimular la formación de grupos colaborativos que incluyeran investigadores formados y en formación orientados a la solución de problemas compartidos y al desarrollo de las especificidades de cada uno de los integrantes con el objeto de culminar estudios de grado y posgrado. En otras palabras, su actuación contribuyó al desarrollo de una investigación científica democrática e inclusiva.
Félix Schuster perteneció a esa clase de filósofos de la ciencia interesados no solo en la cuestión filosófico-normativa sobre qué es la ciencia sino profundamente entusiasmados con lo que la propia práctica científica podía enseñar a la filosofía. No es que no se preocupara por la cuestión general sobre el estatus del conocimiento científico y mucho menos que no tuviera una posición elaborada acerca de ello, pero siempre me pareció que esa búsqueda estaba motivada por el placer adicional que la familiaridad con la actividad investigativa nos puede suscitar. A lo largo de su vida trabajó en estrecha colaboración con numerosos científicos sociales y psicoanalistas, haciendo deél mismo un estudioso de estas ramas del pensamiento. La obra de historiadores y pensadores argentinos, así como de los padres de la teoría social moderna, la economía y el psicoanálisis –Marx, Weber, Durkheim, Adam Smith, Malthus y Freud por citar algunos– le era profundamente familiar e influía en su trabajo filosófico. En sus ya clásicos escritos epistemológicos como Explicación y predicción: La validez del conocimiento en ciencias sociales (1982, Buenos Aires, CLACSO) y El método de las ciencias sociales (1992, Buenos Aires, CEAL), las reflexiones sobre los estudios sociales e históricos estuvieron marcadas por la cuestión de su cientificidad y su conformidad con el método de las ciencias naturales.
Ya entrados los 90, avanzó en el estudio de la relación de la ciencia con su contexto social. Gran parte de su trabajo en los pasados 20 años ha contribuido al desarrollo de lo que en la filosofía de la ciencia se conoce como el "contexto de descubrimiento" (todo aquello que da cuenta de los procesos de producción y elaboración de las teorías científicas). Personalmente he tenido ocasión de entrenarme en esta línea de trabajo por mi participación como doctoranda e investigadora en el seminario de Filosofía de las ciencias sociales de SADAF (que Schuster convocó durante décadas y hasta poco antes de su muerte) y en el equipo subsidiado por el programa UBACyT dedicado a Descubrimiento, creatividad y heurística que codirigió con Gregorio Klimovsky en la Facultad de Filosofía y Letras. Mi participación en el "seminario de los martes" en SADAF me permitió acercarme al programa fuerte en la Sociología de la ciencia y educarme en una apertura positiva a las reflexiones que otorgan un rol crucial a la ciencia como empresa social, colectiva y situada históricamente. Asimismo, la participación en los equipos UBACyT hizo posible la aproximación intelectual a los desarrollos filosóficos de "los amigos del descubrimiento", gracias a lo cual aprendí que la filosofía de la ciencia no tenía que limitarse a evaluar la admisibilidad de las teorías científicas en términos de ser reconstruibles lógicamente. Es este potente y novedoso background el que me ha acompañado todos estos años en mi trabajo específico en la nueva filosofía de la historia. Concretamente me ha guiado en la indagación de los procesos o recursos creativos socialmente disponibles (de naturaleza retórica y figurativa) que intervienen en la producción de interpretaciones del pasado. La impronta de Schuster me advirtió que la aproximación social a la indagación en los procesos creativos no conduce llanamente a un antirrealismo o idealismo fácil, sino que, por el contrario, nos exige una continua apertura y persistencia en la búsqueda de estrategias que hagan posible la discusión científica en torno a la mejor interpretación. Este camino filosófico de la mano de Schuster me permite hoy releer su obra y repensar desde la perspectiva de la nueva filosofía de la ciencia sus tempranos aportes a la filosofía de la historia hechos en el marco de la filosofía clásica de la ciencia.
Una idea varias veces sostenida en la literatura filosófica afirma que el conocimiento histórico es sui géneris, es decir, es de un tipo característicamente distinto al de otros tipos de conocimiento, específicamente al conocimiento científico no solo natural sino también social. Consecuentemente, se asevera que el historiador se propone primordialmente descubrir lo que sucedió en el pasado y comprender los hechos en toda su particularidad, variedad y riqueza. En su versión extrema esta posición llega a afirmar que la tarea del historiador es descubrir los hechos, dejando al científico social la tarea de explicarlos mediante alguna teoría general.
Schuster ha combatido directamente este achatamiento de la tarea del historiador, pensándolo más bien como quien no solo se interesa por registrar lo que sucedió sino también por dar cuenta de por qué sucedió y, aún más importante, por ofrecer una consideración "significativa" para su audiencia contemporánea de lo que sucedió. En el capítulo final de Explicación y predicción, "Un ejemplo concreto", reconstruye en términos hempelianos una explicación de un suceso histórico concreto o, más específicamente, de una secuencia de sucesos históricos concretos. Para ello, se centra en un período de la historia argentina, la Revolución de Mayo (en especial en el papel protagónico de Mariano Moreno), para analizar, entre otras cosas, la noción de causalidad, la relación entre los individuos y las fuerzas económicas, políticas y sociales y la posibilidad de aplicar en la historia leyes de otras disciplinas. Schuster nos describe los antecedentes históricos previos a la aparición de la figura de Moreno y a su obra La representación de los hacendados, escrita a pedido de los propios hacendados, clase interesada en expandir sus frutos y por tanto aumentar su poder político, por lo cual se presentan como los representantes de los intereses de los americanos, defendiendo los suyos propios. El protagonismo de Moreno, explicará Schuster, es posible por la convergencia en 1809 de una serie de fuerzas y acontecimientos de tipo económico: expresados en la lucha del comercio libre contra el monopolio mercantil; políticos: manifestados por el enfrentamiento entre el partido patriota y el español (y en cierto sentido el francés) con el proyecto de la independencia comenzando ya a entrar en escena; y sociales: a través del ascenso de la clase de los hacendados en detrimento de los monopolistas. Su conclusión será que es posible formular explicaciones nomológicas deductivas en historia así como también formular predicciones. Específicamente Schuster hace explícita las generalizaciones subyacentes (del tipo "siempre que una clase afirma su poder político, y lo hace en nombre del conjunto de la sociedad, está representando en realidad sus propios intereses–al margen de que esto pueda ser, o no, progresivo–") que le permiten justificar la conexión entre los antecedentes y los sucesos a explicar. Finalmente, indica cómo esta explicación podría ser corroborada empíricamente, dando cumplimiento de este modo a todas las condiciones exigidas por Hempel. En definitiva, Schuster se propone con este ejemplo ir más allá de Hempel y defender la posibilidad efectiva y ya alcanzada de dar explicaciones nomológico-deductivas en historia.
Ahora bien, habilitar al historiador a hacer "algo más" que registrar hechos ocasiona una serie de problemas. Basta que cada uno de nosotros piense en lo que involucra iniciarse en la historia de cualquier acontecimiento o proceso pasado para rápidamente encontrar que la supuesta "historia" de algún acontecimiento no es otra cosa que el desfile de una serie de versiones (sucesivas o contemporáneas) sobre el mismo; versiones conflictivas y no inmediatamente susceptibles de complementación. Es más, la historia se escribe bajo el signo de los intereses del presente, los cuales resultan ajenos y distantes de los intereses que rodearon la ocurrencia de los acontecimientos mismos. El reconocimiento del carácter contextual de una práctica científica, histórica o de cualquier tipo, ¿sume a científicos e historiadores en un caos de intereses distorsivos y paralizantes de la investigación o, por el contrario, puede ser apreciada positivamente como una expresión de pluralismo y un motivo indispensable para continuar la investigación?
Los textos publicados por Schuster en los alrededores del cambio de siglo nos lo muestran explorando el pluralismo metodológico e indagando en la propia noción de contexto de investigación. De la mano del filósofo Thomas Nickles, quien viniera a la Argentina invitado en el marco de las actividades del UBACyT mencionado, cuestiones de descubrimiento y creatividad en ciencia adquieren máximo interés, habilitando pensar una práctica científica, incluida la propia disciplina historiográfica, pluralista y racional.
En "Los laberintos de la contextualización en ciencia" (1999, en Althabe, G. y Schuster, F. (eds.), Antropología del presente: Ciencia política y sociedad, Buenos Aires, Edicial) distingue tres tipos de contextualización: situacional, relevante y determinante. Es la segunda, la "contextualización relevante", la que permite el análisis de aquello que plantee, de modo explícito o implícito, problemas atinentes a consecuencias metodológicas que podrían manifestarse en el proceso de justificación o incluso de aplicación de las teorías. En el caso específico de la práctica histórica, la diversidad, pluralidad y conflictividad de las interpretaciones históricas ameritan pensar cuestiones concernientes al análisis de los modos de producción del conocimiento y el punto al cual ello podría encerrarnos en posiciones relativistas. Schuster da una lista de los elementos a tener en cuenta: presión de autoridad, modos de distribución de los recursos, establecimiento de prioridades de investigación, formas de manejo institucional, tipos de vínculos, pautas de publicación, etc. Para evitar caminos inconducentes, la cuestión, según Schuster, es analizar si estos elementos aportan o no al conocimiento tanto en lo que respecta al contenido de las teorías como en sus aspectos instrumentales y metodológicos. La identificación de esos aportes será guiada por la aplicación de lo que denomina la estrategia de "analogías cognitivas", esto es, la apropiación de resoluciones exitosas en un campo y su transferencia a campos nuevos.
En su artículo "Ciencia y presuposiciones" (2000, en Klimovsky, G. y Schuster, F. (eds.), Descubrimiento y creatividad en ciencia, Buenos Aires, EUDEBA), Schuster señala que la empresa de adquirir conocimiento está informada por presuposiciones ontológicas, metodológicas, lógicas y terminológicas o conceptuales. Estas presuposiciones pueden cambiar a lo largo de la historia de una disciplina, por lo cual la cuestión filosófica relevante es si los cambios en estas presuposiciones hacen incomparables teorías informadas por presuposiciones diversas. En particular, Schuster plantea la relevancia y urgencia de la cuestión acerca de si a través de la variación del significado de ciertos términos que se mantienen constantes podemos decir que continuamos "hablando de lo mismo". Es notable que la solución sugerida sea la indagación en la historia de la ciencia para detectar cambios y continuidades o permanencias parciales en contextos específicos concretos.
Hoy puedo releer el capítulo final de Explicación y predicción bajo una nueva perspectiva gracias a este camino de la mano del Schuster maduro por diversas contribuciones teóricas y filosóficas en los estudios de la ciencia que consideran insoslayable abordarla como una práctica social, lo cual implica atender a una racionalidad contextual, con la consecuencia de que producción, creatividad y aceptación no se medirán en términos atemporales sino históricamente situados. ¿Cómo conciliar el Schuster pluralista y contextualista de los últimos años con el Schuster historiador de los años 70 y 80 que defendía una explicación del protagonismo de Moreno en términos de fuerzas y acontecimientos de tipo económico? El Schuster epistemólogo y el Schuster historiador navegan entre el pluralismo y el marxismo. Dicha combinación es posible en la medida en que su compromiso metahistórico pluralista no le impide que, en tanto historiador, no pueda sostener y defender, con la ayuda de los mejores recursos disponibles, cierta interpretación de ciertos acontecimientos como "la" mejor o mejor que otras alternativas. Y su pluralismo tolerante, sumado a su curiosidad por nuevas concepciones filosóficas, estuvo siempre tamizado con su compromiso con el realismo. Su fidelidad al realismo científico, creo, era más político que metafísico o filosófico. Tenía que ver con su convicción de que la investigación científica y filosófica tiene que contribuir a la transformación de la realidad social, una realidad que, a pesar de todos nuestros denodados esfuerzos por conocerla, no solo no se deja domesticar sino que a veces es a golpes que devuelve sus objeciones.

 

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