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Análisis filosófico

versão On-line ISSN 1851-9636

Anal. filos. vol.37 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires maio 2017

 

RESEÑAS

Tomás Balmaceda, Psicología de Sentido Común: Pasado, presente y futuros, Buenos Aires, Título, 2014, 376 pp.


Un nuevo libro en español se suma a la escasa bibliografía en este idioma sobre un tema apasionante. Psicología de Sentido Común: Pasado, presente y futuros de Tomás Balmaceda avanza un paso más en las discusiones clásicas acerca de la naturaleza, el alcance y las funciones de la psicología de sentido común introduciendo los nuevos enfoques acerca de la psicología ordinaria para evaluar de un modo integral el estado actual de la controversia.
En un estilo, diría descontracturado y no tradicional, se sumerge de lleno en algunas cuestiones conceptuales en torno a la psicología de sentido común teniendo en cuenta aportes que provienen de la filosofía de la mente, de la psicología del desarrollo y de las neurociencias, avanzando en el recorrido de las tesis fundamentales de la psicología de sentido común de la mano de los aportes principales de los autores que protagonizan algunas de las discusiones claves.
El autor revela una notable preferencia por presentar y analizar la diversa y múltiple evidencia empírica que proviene de la psicología del desarrollo, particularmente en relación al test de la falsa creencia y, en un nivel neuronal, en relación al aporte de los estudios sobre las neuronas espejo proveniente de las neurociencias, concentrándose en evaluar si la evidencia respectiva representa la piedra de toque en favor de uno u otro enfoque y en favor o no de un modelo particular del mismo, efectuando reflexiones conceptuales de manera constante a lo largo de todo el libro.
En sus trescientas setenta y seis páginas, que incluye nueve capítulos divididos en dos partes, gráficos y una extensa bibliografía, se dedica a un análisis pormenorizado de lo que denomina "la capacidad con la que contamos los seres humanos para relacionarnos cotidianamente con los demás, asumiendo en esta interacción que los otros son similares a nosotros" (p. 29).
En la primera parte del libro presenta los modelos de la psicología de sentido común que el autor considera comparten una misma tradición: la que denomina "el enfoque cartesiano"; en tanto que en la segunda parte, presenta un conjunto de propuestas reunidas bajo el rótulo de"los nuevos enfoques".
En el primer capítulo se dedica a introducir y a circunscribir de qué hablamos cuando hablamos de la psicología de sentido común, asumiendo que una propuesta satisfactoria de la misma tiene que explicar cómo se relacionan cotidianamente unas personas con otras y tiene que explicar qué procesos entran en juego para desarrollar tal capacidad. Según el autor, conocer la ontogénesis, el modo de desarrollo y los mecanismos puntuales involucrados en la psicología de sentido común desde una perspectiva evolucionista y naturalista, incluyendo su vinculación con la cognición social y su diferenciación de la llamada"lectura de mentes", son algunos de los desiderata de un modelo adecuado de psicología de sentido común. Con esta noción de "psicología de sentido común" presente es que Balmaceda tiene en cuenta algunos modelos explicativos que desarrolla en los siguientes tres capítulos.
El capítulo segundo lo dedica a los modelos que conciben a la psicología de sentido común como una teoría, en algún sentido particular del término teoría, y que nos permite la comprensión cotidiana de nuestros comportamientos. El autor se aboca exclusivamente a dos modelos de la Teoría de la Teoría presentados desde la psicología del desarrollo: el de Wellman y el de Gopnik y Meltzoff. Estos son, para el autor, paradigmáticos de la concepción de la psicología de sentido común concebida como una teoría. En su evaluación crítica Balmaceda nota que en ciertos casos hacemos uso de generalizaciones para dar cuenta, desde una perspectiva de tercera persona, de algún tipo de comportamiento tal como lo describe la Teoría de la Teoría. Sin embargo, una de las desventajas que (sostiene) se presenta en este tipo de teorías es que no hay claridad conceptual respecto de la noción de teoría a tener en cuenta ni de la evidencia empírica que sostendrían los modelos del desarrollo desde la niñez de tal capacidad, en sus dos diversas versiones.
En el capítulo tercero se dedica a explicitar los dos modelos principales de la Teoría de la Simulación, postura que surgió como una alternativa para superar los problemas presentados por la Teoría de la Teoría. En sus variantes introspeccionista, conductista e híbrida presenta las diferencias de los modelos de Goldman, Gordon y Heal rescatando específicamente la propuesta simulacionista basada en la introspección como camino hacia la comprensión tanto de uno mismo como de los otros. La ventaja de los simulacionistas se centra en un intento de deflacionar el aparato teórico de los Teóricos de la Teoría para la comprensión intencional reemplazando a este por una práctica más sencilla, la de "ponerse en el lugar del otro" o "en sus zapatos". Una de las desventajas que Balmaceda encuentra en la simulación mental estriba en si efectivamente en este modelo se prescinde de la teoría, como sus partidarios afirman, ya que, en otras palabras, existe la dificultad de que efectivamente, en algún momento se requiera de un cuerpo teórico que organice el conjunto de simulaciones para efectuar la atribución intencional. Finalmente, existe evidencia tanto teórica como conceptual que mostraría que la simulación mental es penetrable cognitivamente. Si este fuera el caso, entonces, algún cuerpo de conocimiento teórico y/o de información sería necesario para llevar a cabo la simulación, fenómeno que no es aceptado por los simulacionistas, al menos por aquellos que no representan una versión híbrida.
El capítulo cuarto lo dedica a las teorías modularistas. A diferencia de la posición canónica al respecto, Balmaceda concibe a las teorías modularistas como una posición autónoma y separada de los modelos descriptos de la Teoría de la Teoría en el capítulo segundo. Las propuestas de Leslie y de Baron-Cohen son las elegidas para representar las teorías modularistas de lo mental. Estas posiciones sostienen que los conceptos necesarios para efectuar interpretaciones respecto de uno mismo y de los demás dependen de la maduración de mecanismos modulares, en otros términos, de ciertas estructuras neurocognitivas cerebrales, particularmente del módulo de la teoría de la mente (ToM, ToMM). El autor también evalúa el rol que tiene el medio ambiente para su maduración. Rescata como acertada la idea de que la psicología de sentido común sea entendida como un mecanismo de atención selectiva en la que hay elementos de base innatos que van madurando y quedan explicitados en los diversos mecanismos que describen fenómenos más básicos como el fenómeno de la atención conjunta o el rol de los juegos de ficción.
El último capítulo de la primera parte está dedicado a delinear lo que Balmaceda denomina "el enfoque cartesiano". Este autor concibe como uno de los ejes conceptuales fuertes de su posición filosófica un entramado de tesis coincidentes en todas las posiciones relevadas en los capítulos anteriores que conllevan lo que se podría concebir como una posición cartesiana respecto del autoconocimiento y el conocimiento de las otras mentes. Que estos modelos se dediquen a la atribución de estados intencionales o a la "lectura de mentes", particularmente para explicar y predecir los comportamientos de las otras personas y los de uno mismo, que asuman la postura cognitivista para dicho análisis, entendiendo a los estados intencionales como estados psicológicos internos que son procesados siguiendo los cánones ampliados de la tesis funcionalista de lo mental, a través de mecanismos puntuales, y, finalmente, el análisis conceptual de la evidencia empírica que muestra nuestra capacidad en la infancia de resolver el test de la falsa creencia, revela, para Balmaceda, un enfoque en común de todos ellos, continuación contemporánea de las ideas cartesianas respecto de lo mental.
La segunda parte del libro centra su artillería en proponer modelos alternativos al enfoque cartesiano anteriormente relevado. Muy diferentes entre sí, algunas de las posiciones presentadas se centran en retomar algunos vacíos conceptuales de los enfoques anteriores. Interesarse en el rol del cuerpo para nuestra comprensión ordinaria y en las interacciones puntuales desde una perspectiva de segunda persona son algunas de las cuestiones que los nuevos enfoques pretenden abordar. Las prácticas narrativas en sí, como así también tenerlas en cuenta junto con el rol de la conciencia fenomenológica en clave neurocientífica, son otros modos de abordaje de los nuevos enfoques.
En el capítulo sexto presenta la teoría de la interacción de Gallagher quien sostiene que a partir de las prácticas corporizadas, esto es, de ciertas habilidades primarias que se mantienen a lo largo de toda la vida, tenemos un conocimiento directo de las intenciones de las otras personas plasmadas en sus prácticas corporeizadas y reflejadas en nuestras capacidades de acción. La evidencia empírica que presenta el autor en estadios tempranos evolutivos en relación a la lectura de cuerpos se articula con la competencia narrativa a partir de la adquisición del lenguaje y el refinamiento de las prácticas comunicativas. El autor avanza en el camino propuesto por Hutto quien asienta las prácticas de la psicología de sentido común en habilidades socioculturales, habilidades narrativas en un proceso escalonado en etapas, en donde las destrezas imaginativas e interpersonales se van desarrollando cada vez más hasta comprender razones, tesis que socava los modelos tradicionales expuestos en la primera parte del libro. Finalmente, se dedica a la perspectiva de la segunda persona, representada entre otros por Gomila y Scotto, posición que ha surgido de la insatisfacción respecto a los términos de la discusión en el debate entre la Teoría de la Teoría y la Teoría de la Simulación Mental, lo cual implica además una insatisfacción respecto de las perspectivas desde las cuales nos relacionamos unos con otros. Balmaceda apunta a que la perspectiva de la segunda persona concibe a la psicología de sentido común en una dimensión recognoscitiva interactiva, compatible con la evidencia empírica vigente apuntando a habilidades recíprocas presentes en contextos interactivos, públicos, sociales y prácticos. El diálogo entre las posturas clásicas, la fenomenológica y la narrativa es uno de los puntos en lo que se centra la crítica de Balmaceda a la viabilidad conceptual y empírica de estas posiciones, acotando el área de aplicación de la novedosa perspectiva de la segunda persona.
El capítulo séptimo se dedica a presentar cuáles serían los supuestos en común que el autor encuentra a la base de los nuevos enfoques, a saber, insatisfacción por la posición canónica respecto de la psicología de sentido común, ampliación de sus funciones, no requerimiento de habilidades metarrepresentacionales para captar las intenciones del otro, para algunos la corporeización de la psicología de sentido común y finalmente el uso de la perspectiva de la segunda persona. Estos supuestos teóricos profundizan la brecha entre las primeras propuestas de la psicología de sentido común y los diversos caminos de los nuevos enfoques.
El capítulo octavo está dedicado a evaluar más a fondo las contraposiciones presentadas entre ambos enfoques partiendo de la diferencia respecto de cómo cada enfoque concibe la psicología de sentido común y por ende sus funciones: el enfoque cartesiano se centra en sus funciones explicativo-predictivas en tanto que los nuevos enfoques postularían objetivos más generales como, por ejemplo, la comprensión de razones mediante narraciones y la interacción cara a cara, entre otros. Así, el enfoque cartesiano se centra en la atribución de estados intencionales mientras que en los nuevos enfoques las acciones, los gestos y expresiones son percibidos en base a la percepción del comportamiento involucrando la respuesta del propio cuerpo.
En el capítulo final, Balmaceda evalúa el futuro de la psicología de sentido común explicitando su idea personal. La concibe como un fenómeno tan heterogéneo y complejo como la interacción entre las personas que no puede ser abarcado explicativamente por ninguna de las estrategias presentadas de manera única aunque sí esboza la posibilidad de la coexistencia de mecanismos puntuales para entender cómo nos comprendemos. Propone avanzar en modelos corporizados que dejen de lado posiciones intelectualistas y ampliar el menú de las actitudes proposicionales incluyendo a las emociones para dar una respuesta adecuada a la problemática presentada en el libro.
La lectura de este libro es estimulante tanto por su propia visión de la reubicación de algunas problemáticas en torno a la psicología de sentido común y las reflexiones conceptuales en torno al mismo como para retomar algunas de las múltiples problemáticas abiertas.
Muchas reflexiones quedan pendientes para continuar siendo profundizadas en esta temática, a partir de los aportes de Balmaceda en su libro: desde los criterios para diferenciar los modelos puntuales de atribución intencional, a la posibilidad conceptual de la coexistencia de modelos dentro del enfoque cartesiano, hasta la posible integración de algunas propuestas de los nuevos enfoques a la misma y, finalmente, el análisis de los supuestos conceptuales de los enfoques planteados. Pero el punto fundamental que merece continuar reflexionándose recae en el modo y en la posibilidad de la articulación de los diversos fenómenos intersubjetivos presentados a lo largo de estas páginas en una amplia noción de la psicología de sentido común. Explicitar y evaluar desde dónde se efectúan las atribuciones y /o las interacciones en cada modelo, los aspectos cognitivos y emotivos presentes de manera conjunta en cada uno de los fenómenos psicológicos intervinientes y la reubicación del alcance e importancia del contexto en función de una mente corporizada (o extendida posibilitando un funcionalismo extendido) son algunos de los debates impostergables de cara al futuro de la psicología de sentido común. (Patricia Brunsteins, Universidad Nacional de Córdoba, patriciabrunsteins@gmail.com)

Recibido el 8 de marzo de 2016; aceptado el 19 de marzo de 2016.

 

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