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Apuntes de investigación del CECYP

On-line version ISSN 1851-9814

Apunt. investig. CECYP  no.21 Buenos Aires June 2012

 

OFICIOS Y PRÁCTICAS

Sociología y planificación en el primer peronismo. El caso del El Instituto de Sociografía y Planeación de Tucumán (1940- 1957)*

 

Diego Pereyra**

* Los temas de este artículo reiteran algunas ideas e hipótesis ya esbozadas en trabajos anteriores (Pereyra, 2005, 2007a, 2010). Una primera versión fue presentada en el Primer Congreso de estudios sobre el peronismo, Mar del Plata, 2008; la cual fue revisada a la luz de nuevas interpretaciones. Las fuentes citadas fueron recolectadas en sendos viajes a Tucumán (2004 y 2009) financiados respectivamente por el Programa Fundación YPF- British Council y fondos de un proyecto UBACyT.
** Investigador Adjunto del Conicet, Instituto Gino Germani, UBA y Coordinador de la Comisión Especial en Historia de la Sociología, IDIS, Consejo de Profesionales en Sociología, Buenos Aires [diegoepereyra@yahoo.com.ar].


 

"... (los) porteños de la Calle Corrientes, viven cegados por las luces del centro, ignoran cómo se vive en el Bajo Belgrano, y descubren la miseria y el dolor recién cuando rompen, en una excursión, el cerco rutinario de sus vidas..., se hace indispensable, por ello, estudiar seriamente la realidad social del país".
(Figueroa Román, 1943: 143-144).

 

Introducción

La relación entre el peronismo y los intelectuales ha sido un tema recurrente de los estudios sobre ese movimiento político; pero recientemente se ha comenzado a problematizar mejor ese vínculo al relativizar la idea del mero enfrentamiento y oposición. La idea de un divorcio irreconciliable está dando paso a una mejor comprensión de una relación compleja marcada por disputas, acercamientos, desentendimientos, confusiones y mutuas desconfianzas (Fiorucci, 2011). La complejidad del diálogo y la discusión de los círculos intelectuales con el primer peronismo requiere entonces estudiar con detenimiento el rol de las universidades frente a los cambios normativos e institucionales impulsados por el gobierno a partir de 1946. La dinámica universitaria de entonces demuestra que esa experiencia no significó un control estricto del mundo académico sino que existieron espacios de autonomía que posibilitaron la consolidación de proyectos universitarios novedosos y productivos. Uno de ellos fue el que desarrolló la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).

La historia política ha remarcado además los rasgos modernizadores del primer peronismo. Se avanzó entonces en un proceso de racionalización administrativa y se completó la construcción del estado. Ello permitió el desarrollo de una política de planificación estatal y la construcción de las primeras bases de un sistema científico nacional; pero, simultáneamente y en forma contradictoria, se generó un freno institucional en la medida que se consolidaron lógicas políticas basadas en la lealtad y el compromiso ideológico, que competían con el saber técnico especializado de las burocracias modernas (Sidicaro, 2002; Berrotarán, 2003). Asimismo, el debate sobre el peronismo fue dejando de lado las disputas sobre su naturaleza, origen y composición social de sus bases ideológicas y electorales para incorporar una reflexión sobre las diferencias regionales del proyecto peronista, la diversidad de su estructura partidaria y las desiguales alternativas y desafíos institucionales que debió enfrentar el peronismo en cada provincia (Macor, Tcach, eds, 2003).

Por otra parte, una importante producción académica ha comenzado a cuestionar el relato tradicional del predominio de una sociología católica y antipositivista dentro de la universidad peronista, el cual habría generado un clima hostil tanto para la investigación social como el desarrollo de la sociología científica. Sin dejar de reconocer la importancia del proyecto modernizador de la Carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) creada en 1957, la historia de la sociología nativa ha planteado rediscutir este relato rupturista proponiendo un análisis más provechoso de líneas de continuidad y procesos de largo plazo que vinculan diferentes etapas de la sociología en Argentina.

De este modo, siguiendo la tendencia iniciada por otros trabajos (González Bollo, 1999; Blanco, 2006, Pereyra, 2010), se propone aquí situar el nacimiento de la moderna sociología argentina a inicios de la década de 1940, cuando emergieron sus principales factores de institucionalización, especialmente la enseñanza de los métodos de investigación, la comprensión de la actividad sociológica como una practica profesional especializada y el uso político de sus resultados.

Este trabajo formó parte inicialmente de un proyecto más amplio sobre la historia de las ciencias sociales durante el primer peronismo, que incluyó la reconstrucción institucional de las experiencias universitarias en investigación social entre 1940 y 1955 (Pereyra, 2007a). Se estudió allí el proceso cognitivo e institucional que permitió el paso de un tipo de orientación intelectual, la sociografía académica, a la emergencia de una nueva tradición intelectual, la sociología científica. Los resultados y la agenda pendiente de ese trabajo derivaron en otro proyecto, actualmente en desarrollo, que busca comprender, en el marco de la compleja y problemática relación entre la sociología y el estado, como se fue configurando, a partir de 1960, un imaginario social de los primeros sociólogos como agentes del cambio social, y, por su saber técnico, en posibles orientadores hacia la planificación democrática (Pereyra, 2012).

De esta forma, este artículo presenta una reconstrucción histórica de una de las instituciones menos conocidas en la historia intelectual del período: El Instituto de Sociografía y Planeación (ISyP) de la UNT. Se quiere recuperar también la obra de Miguel Figueroa Román, quien fue su mentor y director durante todo el período considerado; y quien fue probablemente uno de los sociólogos que defendió con mayor énfasis el carácter científico de la sociología, e injustamente es uno de las figuras más desconocidas de la disciplina en Argentina.

Un primer antecedente institucional del ISyP fue creado en 1940 con otro nombre, y, tras varios cambios de denominaciones y vinculaciones, esta institución fue cerrada a fines de 1957. Esta experiencia institucional puede ser situada en un contexto de modernización universitaria, en el que diferentes universidades argentinas establecieron instituciones con capacidad para competir exitosamente por la producción legítima de información sociológica en un contexto de creciente demanda por nuevos datos de la realidad social; un proceso sostenido por la política del peronismo. La supervivencia de esta institución a lo largo del período puede ser explicada sobre la base del moderno modelo de organización adoptado y las estrategias de visibilidad y promoción impulsadas por sus autoridades.

Tanto las actividades del ISyP como la labor de Figueroa Román no han recibido la atención necesaria por parte de los investigadores, tanto de los historiadores de la sociología como de los estudiosos del peronismo y su política de planificación. Oyuela (1977) no hace ninguna mención a ellas en su historia de la planificación argentina. Germani (1968: 402403) declaró que el trabajo sociológico desarrollado allí no tenía ningún valor, ya que "el instituto desarrolló pocas actividades científicas", pero reconoció el mérito de una de sus investigaciones, aunque sin mencionar su propia participación en esa experiencia. Una breve descripción de su historia puede encontrarse en Barbé y Olivieri (1992: 383-386). También Blanco (2006: 55-56) alude a la obra del instituto y Figueroa Román pero la sitúa como una excepción dentro de un clima intelectual contrario al positivismo.

La reconstrucción de esta experiencia institucional permitiría apreciar, por el contrario, una clara identificación entre investigación social, sociología y planificación con una fuerte impronta regional. Ciertamente, ello parece haber sido un programa funcional a las necesidades del peronismo emergente; por ello, merece destacarse que las actividades del ISyP no se subordinaron al proyecto peronista pero, sin oponerse a él, participaron del mismo sistema de demandas políticas intelectuales, buscando el grado de autonomía que los saberes técnicos le reclamaban. Por lo cual, este artículo quiere participar de un debate sobre el peronismo que aspira a relativizar en conjunto la ausencia de autonomía universitaria durante el período, el fuerte antipositivismo de los intelectuales y la falta de vocación empírica de los sociólogos peronistas. Esta historia muestra las contradictorias relaciones entre el campo político y el espacio académico de entonces y el proyecto modernizador del peronismo durante el período estudiado.

De esta manera, se busca realizar una reconstrucción de ese escenario institucional e intelectual y rediscutir el supuesto lugar marginal del ISyP dentro de la sociología local durante el peronismo, enfatizando que esa excepcionalidad constituiría un rasgo privilegiado al convertir este instituto de investigación en un centro que concentraba las tendencias de la modernización disciplinaria y le permitieron así cumplir un rol de liderazgo intelectual. Este trabajo permitiría además explorar algunas primeras hipótesis sobre la relación entre sociología y planificación en la medida que, durante el primer peronismo, un grupo de sociólogos argentinos comenzaron a comprender que la disciplina que practicaban debía cumplir un rol central en la planificación de postguerra.

De esta forma, este artículo presenta una reconstrucción institucional de las actividades del ISyP entre 1940 y 1957, como un ejemplo de los esfuerzos de legitimación frente al estado peronista, explorando sus relaciones con la política provincial y nacional y comprendiendo sus acciones en el marco del proyecto modernizador del peronismo. En una primera parte, se intentará situar esta experiencia dentro del contexto político provincial y la dinámica universitaria local. En una segunda parte, se presentará una reconstrucción histórica de la institución analizada, dividiendo su historia en tres fases diferenciadas. En la tercera sección, se describirá su dinámica institucional como un intento de satisfacción de una demanda intelectual y el establecimiento de vinculaciones con el poder político. De esta forma, se estudiarán la estructura de relaciones institucionales contradictorias que atravesaban al ISyP y la naturaleza de su acercamiento con el estado y el gobierno peronista. Por último, se esbozará una reflexión sobre las posibilidades de su accionar y las debilidades cognitivas e institucionales del proyecto.

El Contexto político y universitario de estas experiencias institucionales.

Indudablemente, la vida política, económica y cultural de Tucumán se constituyó a partir de la producción y comercialización del azúcar. La provincia fue gobernada por una elite política e intelectual que nunca renunció a la posibilidad de modernización económica y social de la región. La Universidad de Tucumán había sido creada en 1912, e inaugurada dos años después, como una institución de enseñanza superior de carácter provincial, capaz de desarrollar conocimiento científico tecnológico para uso de la industria azucarera y convertirse en un faro de modernización científica y cultural.

Luego de los sucesos de la reforma universitaria, la universidad fue nacionalizada en 1921. La UNT comenzó entonces una nueva etapa basada en el objetivo de conciliar docencia e investigación. Desde su origen, la universidad tuvo una fuerte vocación regional, ya que apuntaba a fortalecer la economía agroindustrial de la zona, lo que se traduciría en un sostenido crecimiento de la oferta académica y la consolidación de un espacio de liderazgo cultural en la región. Este esfuerzo se materializó hacia 1940 cuando la universidad comenzó a ser reconocida por su excelencia académica. Ello fue producto de una triple conjunción: una enérgica cultura humanista en la provincia, la llegada de talentosos jóvenes porteños y platenses y el arribo de emigrados de Italia y España (Naessen, Santillán, 1999: 9-21). Por otro lado, durante el peronismo, la UNT sufrió una serie de transformaciones institucionales que la posicionaron posiblemente como la universidad con mayor margen de autonomía durante el período.

Como resulta lógico, la relación entre sociedad civil y sociedad política en Tucumán también estuvo atravesada por la dinámica del cultivo del azúcar, a la vez que la economía provincial acompañaba los vaivenes de la inserción argentina en el mercado mundial, con fuertes presiones para impulsar una política proteccionista. Tanto los gobiernos conservadores como los radicales habían impulsado este tipo de políticas hasta 1930, cuando la crisis mundial y la caída de los precios internacionales obligaron a impulsar políticas reguladoras, que se afianzarían con políticas distributivas luego de 1943.

El período aquí considerado comienza con la administración radical de Miguel Critto (1939- 1943), que impulsó un amplio programa de inversión en obra pública, como era usual entonces en la mayoría de las provincias. Sin embargo, Critto debió sufrir simultáneamente las amenazas de intervención del Comité Nacional de la UCR y del gobierno central. Esta estabilidad política se cerró en 1943, cuando nueve interventores ejercieron la gobernación hasta 1946; entre quienes se destacó Alberto Baldrich, por las fuertes críticas que despertó su violento accionar. En 1946, el mayor Carlos Domínguez fue elegido gobernador por el partido laborista, gracias al apoyo de la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (FOTIA), que se convertirá en uno de los actores políticos privilegiados del período (Rubinstein, 2006). Domínguez era uno de los miembros del GOU y tras la revolución de junio de 1943 había sido nombrado Secretario General del gobierno provincial, concentrando todos los recursos del poder, incluyendo el control de la Dirección Provincial de Estadística. En 1950, entregó la gobernación a un sucesor también apoyado por el gobierno nacional, Pedro Fernando Riera, cuyo mandato duraría tan solo dos años, a fin de hacer coincidir su renovación con la del presidente. Sin embargo, las pujas políticas y sindicales obligaran al peronismo local a una continua negociación entre sus partes, siempre atento a los vetos del poder central. En 1952, fue elegido un nuevo gobernador, Luis Cruz, quien tenía un origen obrero y socialista. Estos tres últimos gobernadores, continuaron con el plan de obras públicas y apoyaron el desarrollo edilicio y académico de la universidad local. Finalmente, la provincia fue intervenida en marzo de 1955, iniciando otra serie de intervenciones de corto plazo.

Durante el peronismo, la UNT se convirtió en un importante centro académico y cultural. La llegada de Horacio Descole al gobierno de la universidad, primero como interventor (1946-1948) y luego como rector (1948- 1951), abrió una etapa de expansión institucional sin parangón en la región. Descole proyectó un modelo universitario innovador y su conducción marcó una intensa transformación de la UNT. Bajo su rectorado se hizo una profunda reforma de la organización institucional, se avanzó en un crecimiento de la infraestructura universitaria y del presupuesto y se contrató como docentes e investigadores a prestigiosos intelectuales, entre las que sobresalía la figura de Rodolfo Mondolfo. Además, se construyó la ciudad universitaria, y se crearon el Gymnasium, la Academia de Ciencias Culturales y Artes y el Instituto de Psicotecnia y Orientación Profesional. Se alentó entonces la configuración de espacios de difusión de las Artes y las Humanidades, promoviendo la misión científica de la universidad y convirtiendo a la UNT en un polo intelectual regional (Juarros, 2009).

No obstante, esta dinámica no estuvo exenta de conflictos, ya que Descole aprovechó los resquicios de autonomía que le permitía la ley universitaria para impulsar sus propios proyectos y establecer un diálogo con canales culturales ajenos al oficialismo y con intelectuales liberales de Tucumán. Ello permitió que fuera criticado simultáneamente por los funcionarios de la gobernación que lo acusaban de deslealtad y por la oposición al peronismo que veía a Descole como un títere del gobierno. Esta posición intermedia posibilitó un entramado de relaciones más complejas que afianzaron su liderazgo independientemente de la dinámica del peronismo tucumano.

Un primer antecedente: El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociológicas. (1940- 1945).

Si bien, en Argentina, las cátedras de sociología y ciencia política habían contribuido, a principios de siglo, a generar un debate sobre la necesidad de estudiar la sociedad argentina e impulsar la investigación empírica, las universidades no desarrollaron esa tarea en las primeras décadas del siglo veinte (González Bollo, 2004). El estado había monopolizado la investigación social hasta entonces; pero, a partir de 1940, surgieron institutos universitarios que comenzaron a combinar la enseñanza de teorías con la formación en la práctica de investigación. La UNT impulsó uno de ellos.

La historia institucional del Instituto de Sociografía y Planeación comenzó en 1939 cuando la UNT creó un Departamento de Investigaciones Regionales con el objetivo de estudiar sistemáticamente la provincia desde campos tan diferentes como Medicina, Historia, Folclore, Relaciones Industriales, Economía, Sociología, Antropología, Biología y Geología. Sobre esta base, se estableció un Instituto de Investigaciones Económicas, Sociológicas y Financieras, que editó una revista y organizó una serie de conferencias sobre la economía planificada, tanto en la Rusia Soviética como en los Estados Unidos. Pero, un año después, este instituto cambió ligeramente su nombre, quitándole la referencia a las finanzas y se reconvirtió en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociológicas (IIES), dividido en dos secciones Sociología y Economía.

Este acto de creación fue parte de un proceso de innovación institucional en el área de las ciencias sociales en Argentina. Entre 1940 y 1948, se crearon una serie de instituciones universitarias destinadas a promover la investigación empírica y formar recursos humanos en investigación social. Ellas fueron el resultado de una doble demanda. Por un lado, la advertencia de ciertos intelectuales argentinos (Ricardo Levene, Renato Treves, Francisco Ayala, entre otros) que las universidades locales podían cumplir un papel destacado en la producción de conocimiento empírico. Por otro lado, el fuerte reclamo socio- político sobre la escasez de datos sobre población y estructura social ante el atraso evidente de la investigación censal y el debate producido por la necesidad de planificación de un modelo económico que había entrado en una nueva fase de acumulación. Se reclamaba (Figueroa Román, 1943: 144), por ejemplo, la necesidad de estudiar la realidad social con "imparcialidad objetiva, con técnica científica". Además esta investigación debía estar a cargo de las universidades, ya que solamente ellas podían "ofrecer las tan indispensables garantías de seriedad y de imparcialidad". Ayala (citado en Escobar, 2011: 141- 149) también sugería en 1941 que la enseñanza de sociología no debía tratarse de una simple exposición de los contenidos programados, sino que era necesario que los estudiantes se acercaran a la investigación.

El primero y más conocido de estas organizaciones universitarias fue el Instituto de Sociología (IS) de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Esta institución fue creada en 1940 por impulso de Levene, quien fue su director hasta 1947 (Gonzalez Bollo, 1999). Otro Instituto de Sociología fue creado en la misma fecha en la Universidad Nacional del Litoral; y fue dirigido por Ayala hasta 1945 (Escobar, 2011). A éstos se sumaron en 1948 el Instituto de Sociología en la Facultad de Ciencias Económicas, UBA y el Departamento de Investigaciones Sociográficas de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, de la misma universidad (Pereyra, 2005). Cada una de ellas contribuyó a la expansión de la investigación social en el país, pero sus historias y aportes fueron muy disímiles.

Estas instituciones se establecieron en medio de un debate intelectual sobre las transformaciones estructurales de la sociedad argentina tras la crisis de 1930, la creciente industrialización y la pregunta sobre la modernización de los diferentes sectores sociales. En 1940, el Congreso de la Población realizado en Buenos Aires, había reclamado una reorientación en la investigación social, la creación de instituciones especializadas y la realización de un censo nacional.1 Por otro lado, la edición del libro de Alejandro Bunge (1940) había consolidado en el debate intelectual local el problema de las tasas de natalidad y la necesidad de la planificación (González Bollo, et al, 2010). Por último, en la misma época, el debate sobre el Plan Pinedo sirvió para que las universidades puedan participar como fuentes legítimas de conocimiento y oferentes de soluciones técnicas. De esta manera, por un lado, las instituciones creadas tomaron como modelo el tipo moderno de instituto universitario de investigación, una organización administrativa y la aplicación de estrategias promocionales; y, por otro lado, los grupos intelectuales asumían como propio el camino de la industrialización, una critica al latifundio y al monocultivo y una defensa de los intereses gremiales.

En el contexto de los cambios institucionales e intelectuales mencionados, el IIES surgió como una alternativa para pensar los problemas de la planificación desde una perspectiva regional. Desde el primer momento su objetivo fue entrenar a los jóvenes estudiantes en el uso de la información estadística.2 Un ingeniero, Iván Fontana, lo dirigió formalmente. El área de Sociología fue encargada a Renato Treves (19071992), un sociólogo italiano que recién había llegado al país; pero fue su asistente, Miguel Figueroa Román (1901-1963), quien impulsó un proyecto investigativo claro y definido. Treves fue uno de los muchos refugiados políticos que habían escapado del fascismo tras la sanción de las leyes raciales discriminatorias. Arribó a Tucumán en 1939 tras un paso por Montevideo y Buenos Aires. Llegaba al país con una sólida formación en Sociología del Derecho, pero ninguna experiencia en investigación empírica. A pesar de ello, se lo nombró director de la sección de Sociología del IIES. También fue profesor de sociología en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT hasta 1948, cuando las nuevas condiciones internacionales le permitieron regresar a Italia. En su país, completó una carrera académica destacada en su área de especialización. Sus memorias no registran, de su paso por Tucumán, más que el recuerdo lejano por una experiencia de exilio, la evocación del clima cultural de la universidad local y las amistosas relaciones con otros exiliados españoles e italianos (entre otros, Luis Jiménez de Asúa, y los ya nombrados Ayala y Mondolfo), que también habían abandonado sus países para escapar del totalitarismo. Pero, Treves (1990) no hizo referencia a que las tareas que les requirieron no se ajustaban a sus habilidades intelectuales previas, ni que las ideas formuladas entonces no fueran recuperadas en sus escritos posteriores.

Miguel Figueroa Román, en cambio, permaneció en el Instituto y le dedicó toda su actividad académica. Nacido en Tucumán en 1901, se recibió de abogado a los 24 años y fue juez hasta 1943; pero, a diferencia de muchos de sus colegas, su interés por la comprensión de las relaciones sociales no tenía un carácter jurídico. Prontamente, se especializó en economía e investigación social. Sus viajes a Estados Unidos y Europa, lo hicieron comprender rápidamente sobre las transformaciones de la sociedad y el estado en la postcrisis del 30. Fue uno de los pocos intelectuales locales que había visitado tanto Moscú como Washington antes de la guerra, por lo cual podía comparar la experiencia del New Deal y los planes de control de recursos aplicados en la Unión Soviética. Luego de cumplir diferentes funciones de asistencia, Figueroa se hizo cargo de la dirección del IIES entre 1943 y 1944.3

El IIES tenía una clara orientación de indagación empírica. Su principal actividad fue la investigación. Esta vocación se plasmó en un plan de trabajo firmado por Treves, aunque, por el tono y el léxico utilizado, se pueda suponer la redacción de Figueroa Román. Allí puede leerse que:

"La sección (de sociología) deberá dirigir sus trabajos y actividades teóricas sobretodo al estudio de la naturaleza y de las relaciones entre sociología general e investigaciones sociales (sociografía), así como la búsqueda de la historia de las ideas sociales en general y de la región y nación en particular. Los trabajos y actividades prácticas o sociográficas deberán ser dirigidas al estudio objetivo de la realidad social de la provincia de Tucumán y posiblemente del norte argentino.

Para estos trabajos sociográficos, creo que la sección deberá tomar como modelo los trabajos hechos por los institutos de socio- mensura científica y de búsqueda de ciencia social que en la actualidad tienen gran importancia en EEUU y creo que son acá muy poco conocidos. Para no faltar al rigor científico, no disponiendo de los grandes institutos, la sección deberá presentar y desarrollar las investigaciones sociográficas en la forma más prudente y modesta de los ejemplos y trabajos prácticos. Aún en esta forma creo que la investigación sociográfica resultará de gran utilidad no solamente por contribuir al conocimiento objetivo de la región, sino también, desde el punto de vista pedagógico y científico, para poner en contacto al estudiantado tucumano con la realidad social de la región y para vincular los estudios teóricos con la experiencia práctica".4

Este proyecto institucional se amparaba así en la tradición sociográfica. Esta corriente intelectual fue la dominante en la sociología empírica hasta la década de 1940; pero luego permaneció aislada de la historia de la sociología desde prácticamente la segunda postguerra (es decir, desde la consolidación del "consenso ortodoxo") hasta fines de la década de 1980, cuando una serie de investigaciones comenzó a revalorizar dos variables clave en el surgimiento de la investigación social y la sociología moderna: el nacimiento de la burocracia estatal y la vocación reformista de la elite intelectual (Bulmer, et al, eds, 1991).

En sentido amplio, la sociografía pertenecía a una compleja y, muchas veces heterogénea, tradición positivista, que consideraba la existencia de una realidad objetiva a la que es posible acceder mediante de la observación. A partir de la obra de Fredéric Le Play (1806- 1882), y sus continuadores, se evidenció una búsqueda por comprender la realidad social desde un método sistemático. Por lo cual, las investigaciones sociográficas recortaron tópicos demográficos y de la estructura social con una metodología empírica e inductiva, bajo la premisa que el paradigma matemático era válido para medir el hecho social. Su principal herramienta era la encuesta y su principal unidad de análisis, la familia, a través del estudio de los presupuestos y el consumo familiar. Si bien, se ha criticado la debilidad teórica de sus afirmaciones, la sociografía resultó un aporte fundamental al desarrollo de la sociología moderna, especialmente en su carácter metodológico (Lazarsfeld, 1971).

De este modo, el IIES estableció un plan de investigaciones basado en el uso de encuestas sociales y la provisión de información estadística para uso de las políticas públicas; pero ello se articuló eficientemente con las entonces recientes innovaciones de la sociología norteamericana. Figueroa Román dirigió así una investigación sobre la clase obrera de Tucumán. Ésta comenzó con un estudio sociográfico sobre los conventillos, en el que combinaron la aplicación de un cuestionario estructurado a una muestra de 100 familias y observaciones cualitativas realizadas por un equipo de estudiantes de la UNT (Treves, 1942: 47-64). El proyecto fue auspiciado por el gobierno provincial que ofreció la colaboración de la administración pública local, especialmente de la oficina de Estadística provincial y el financiamiento de los resultados.5

Posteriormente, el IIES desarrolló una investigación más amplia sobre 3.000 familias obreras de Tucumán. Los cuestionarios incluían preguntas y variables vinculadas a la antropometría, la alimentación, la salud, la sindicalización, el uso de los presupuestos familiares y tests de inteligencia infantil. El número de entrevistados era tan grande que el instituto debió recurrir a la colaboración de los propios sindicatos y las empresas para asegurar la entrega de las encuestas y la exitosa recolección de los datos. Los resultados obtenidos fueron satisfactorios, por lo que luego se intentó reproducir en menor escala este estudio en Catamarca y Santiago del Estero.6

Estas actividades significaron un aumento del presupuesto del IIES, que pasó de 3.000 pesos en 1940 a más de 21.000 pesos en 1945.7 Estas cifras son significativas, pero eran menores al presupuesto de otros institutos de la UNT. Los salarios representaban los gastos más importantes, aunque los mismos eran inferiores a los salarios pagados en otras universidades. En 1940, el único empleado del Instituto era su director (Fontana), pero el personal se multiplicó muy rápidamente en un par de años: 1 Asistente de Dirección (Figueroa Román), 1 Oficial y 3 Asistentes de Estadística, un Jefe de la sección Sociología (Treves) y 5 empleados para limpieza y bedelía. Una misión del Comité de Estudios Latinoamericanos de Consejo Norteamericano de Investigaciones en Ciencias Sociales visitó el IIES en 1944 y expresó su sorpresa por calidad de los datos allí encontrados (Pereyra, 2006: 5-6).

Pero los cambios políticos e institucionales que acontecieron tras la emergencia del peronismo afectaron la dinámica del IIES. En realidad, Fontana ya había renunciado en 1943. Figueroa Román lo reemplazó entonces sin mucho convencimiento en forma ad- honorem; pero en 1944 infructuosamente presentó dos veces la renuncia a la dirección. Cuando la UNT trasladó el Instituto a la Facultad de Derecho en 1945, el director interino finalmente renunció a su trabajo, y la mayor parte del personal lo siguió. El IIES fue reorganizado meses más tarde.

La creación del Instituto de Sociografía como centro privado y el proyecto de la planificación (1945- 1948).

La emergencia del peronismo implicó una reorganización de la UNT. De esta forma, el IIES fue trasladado primero a la órbita del Instituto de Finanzas del Departamento de Ciencias Económicas, recreándose como Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales y se le asignó un generoso presupuesto, pero luego fue cerrado a fines de 1947.8. Res. 533- 125- 946, Exp. 446-Sin embargo, el peronismo no detuvo las actividades institucionales de Figueroa Román. Tras renunciar a la universidad, creó en 1946 un Instituto de Sociografía, y asumía su dirección. Esta operación contó con el auspicio y financiamiento del Colegio Libre de Estudios Superiores (CLES), que se había convertido en aquel momento en un refugio para los intelectuales antiperonistas (Neiburg, 1998: 137-182). El instituto se movió entonces con la lógica de un centro privado, declarándose políticamente neutral y productor legítimo de conocimiento sistemático sobre la realidad social argentina.

Entre sus objetivos se proponía "realizar y difundir investigaciones tendientes a lograr un mejor conocimiento de la realidad social como medida previa indispensable..." para la acción de la política pública y promover la planificación con contenido científico. Además, procuraba "divulgar los conocimientos generales necesarios para formar una conciencia colectiva acerca de la necesidad del estudio ordenado y metódico de las ciencias sociales". Se declaraba además enteramente neutral e independiente de toda orientación política, negándose la posibilidad de recibir ayuda oficial o privada (citado Figueroa Román, 1948: contratapa).

Esta vinculación con el CLES permitió la publicación del trabajo más importante de Figueroa Román, Planificación y Sociografía (1946). Se describía aquí, siguiendo el camino iniciado por Karl Mannheim, un proceso de transición crítico del capitalismo en el que se pasaría del liberalismo a la economía planificada. En este trayecto, tras la segunda guerra mundial, el mundo tenía disponibles tres legados para emprender la reconstrucción de la economía industrial: La planificación comunista, la planificación fascista y la planificación democrática. Las tres ofrecían el grado de racionalidad y previsión necesario para disponer eficientemente de los recursos; sin embargo, la primera, más allá de cierta participación democrática, era impuesta desde una lógica burocrática centralizada; la segunda resultaba de un proyecto político totalitario; mientras que la última era la única alternativa que conciliaba eficientemente la herencia liberal con la necesidad de planificación. Por lo que no quedaba otra opción que mirar a los Estados Unidos para orientar la economía del país. En un contexto donde fascismo y peronismo eran sinónimos, estos comentarios expresaban una elección intelectual alternativa al oficialismo.

En esta obra, Figueroa Román aspiraba a integrar en un mismo esquema analítico la sociografía, la sociología y la planificación, ya que la primera no era algo muy diferente a la sociología aplicada que buscaba identificar y solucionar los problemas sociales. De esta forma, la investigación sociológica se convertía en una herramienta indispensable para orientar la política pública y la planificación democrática; pero ello no era una creencia compartida en las universidades argentinas. Este libro también denunciaba el atraso de la investigación empírica en Argentina y reclamaba seguir el ejemplo de la sociología estadounidense donde la historia de la investigación social había alcanzado un punto culminante.

A su vez, este Instituto de Sociografía era parte de un proyecto más amplio para estudiar el noroeste argentino como una región integrada. Vinculado al instituto, se constituyó el programa de un Instituto Permanente de Planificación Integral del Noroeste Argentino (PINOA), constituido por profesionales de diversas áreas preocupados por la promoción y la modernización de esa región (Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán y zonas de Chaco, Formosa, Santa Fe y Córdoba). Uno de los líderes del grupo, junto a Figueroa Román, era Bernardo Canal Feijóo, quien promovía actividades artísticas y culturales de contenido regional, especialmente en torno al grupo La Brasa (Arias Saravia, 2007). Otro partícipe importante fue el arquitecto de origen húngaro Jorge Kalnay. Sin embargo, este grupo se convirtió pronto en un polo opositor al peronismo. Lo integraban un conjunto heterogéneo de intelectuales y políticos: liberales como José Castiglione, radicales como Arturo Bustos Navarro y socialistas como Horacio Rava.

La acción principal del PINOA fue la organización del Primer Congreso Regional del PINOA, realizado en septiembre de 1946 en Santiago del Estero. El congreso fue presidido por Canal Feijóo y fue auspiciado por la gobernación local y el gobierno provincial de Tucumán, expresando el cruce entre intelectuales opuestos al gobierno y políticos que defendían el proyecto oficial de planificación (Pantaleón, 2005). Figueroa Román se encargó de coordinar la comisión económica- social. El objetivo del congreso fue estudiar los "problemas físicos, económicos culturales de la región" y proponer legislación tendiente a promover la iniciativa privada y la cooperación social.

Esta propuesta advertía claramente la necesidad de una planificación democrática de carácter regional y científica, que permitiera el desarrollo de una región a la cual consideraban postergada, aunque potencialmente rica. Reclamaban entonces una mejor planificación de los transportes y una descentralización fiscal y administrativa, ya que el estado nacional absorbía los recursos que las provincias necesitan para su desarrollo, además de amenazar su autonomía a través del ejercicio irresponsable de las intervenciones federales y el presidencialismo extremo. La solución a este problema era la planificación integral desarrollada desde las mismas provincias (CLES, 1947).

El nacimiento del ISyP y el regreso a la universidad (1948- 195/)

A pesar por este reclamo de autonomía política e institucional, Figueroa Román hizo un sorpresivo movimiento al transferir las actividades de su instituto a la órbita de una universidad nacional. En 1948, fue nombrado profesor extraordinario de Sociología en la Facultad de Derecho de la UNT, y simultáneamente se lo nombró director del recientemente creado Instituto de Sociografía y Planeación (ISyP). La similitud del nombre con la obra de su director y la iconografía institucional (el logo con El manantial de Ingres era también usado previamente por el PI-NOA y el CLES) marcaba indudablemente el definido carácter político institucional de la operación. La UNT le abría la puerta a un grupo de intelectuales anti- peronistas.

No obstante, esta creación institucional no estuvo exenta de conflictos. Rápidamente, la prensa local se hizo eco de la noticia. En septiembre de 1948 aparecieron una serie de artículos periodísticos que hacían referencia al ISyP como un "instituto fantasma".9 Por un lado, desde la oposición liberal, Descole fue acusado de usufructuar en beneficio de la universidad el prestigio de investigaciones privadas; mientras que Figueroa Román fue tildado de oportunista. Este proyecto de cooptación institucional fue leído como un intento de la UNT para ocultar y disfrazar sus propias falencias

"... cabe observar que se trata de de la creación de un nuevo instituto fantasma realizada al margen de la Ley Nacional 13.031 con el propósito manifiesto de continuar simulando la ejecución de trabajos de investigación científica en esa institución o cuanto menos de la expropiación igualmente ilegítima de un instituto privado existente. el esfuerzo por capitalizar el trabajo ajeno y confundir los institutos homónimos constituye un avance más de una tarea del fraude y la simulación científica...".10

Los argumentos centrales en contra de esta situación irregular eran, por un lado, que Figueroa Román había recibido notificaciones públicas de la universidad aún antes de ser nombrado oficialmente; y, por otro, que aún después de crearse el instituto en el marco de la universidad, la institución previa del CLES seguía publicando sus cuadernos. Esta secuencia de supuesta existencia simultánea duró sólo algunas semanas. El ISyP fue creado el 21 de agosto de 1948 y la publicación del Instituto de Sociografía apareció a principios de septiembre. La situación era tan compleja que El Trópico, el propio periódico de la universidad, publicó a fines de agosto una noticia sobre una investigación del instituto en la cual no se mencionaba su pertenencia a la UNT pero tampoco hacía referencia al CLES. Sin embargo, todo se aclararía una semana más tarde cuando el mismo diario convocaba a una licitación para la compra de un inmueble en el centro de la ciudad y las instalaciones correspondientes para el funcionamiento del ISyP. La rápida realización de este trámite burocrático permitió trasladar el instituto del domicilio particular de su director a una nueva y cómoda sede (previo paso por un local cedido por el Centro Universitario). Además, la nueva institución fue presentada oficialmente en una conferencia pública del director.11

La celeridad en la operación confundió a los propios observadores de la vida universitaria local, pero mostraba evidentemente un acuerdo previo entre un rector innovador y un académico que, sin renunciar a su independencia, aspiraba a mejores fondos y comodidades para desarrollar un proyecto académico propio. Un mes después de su creación, el ISyP ya era un instituto oficial de la universidad y su relación formal con el CLES ya no existía.

En el acta de creación se realzaba tanto su carácter científico como su semejanza con el modelo institucional de la sociología norteamericana, abogándose por un instituto autónomo y especializado que pueda dar cuenta de la realidad social en el noroeste argentino.12 Sus objetivos principales eran la promoción de la planificación, el establecimiento de redes institucionales entre los investigadores sociales, la enseñanza de sociología a estudiantes de grado y postgrado, la formación de investigadores y el desarrollo de técnicas de investigación, la realización de proyectos de planificación "a requerimiento de las oficinas del estado o de particulares", a cambio de una "retribución que ingresará al tesoro de la universidad" y la investigación de los problemas regionales.

Este plan suponía que era necesario modernizar las ciencias sociales en Argentina y que la sociología daba una visión integral de los problemas sociales; pero debía insistirse que los estudios sociológicos tenían un "sentido práctico y pragmático". Se pensaba entonces que la sociografía proporcionaba un "conocimiento ordenado y metódico de la realidad social", que la teoría de la planeación era una "herramienta indispensable" para la modernización social, que se requiere una "conciencia colectiva" sobre la necesidad y alcance de la planificación democrática y que América Latina requería con urgencia una política de planificación integral"

Los temas de investigación eran muy variados, desde estudios sobre las prisiones y el mercado de las viviendas populares hasta el estudio de las vocaciones profesionales sobre la base de encuestas. Pero uno de los proyectos debe ser mencionado en especial (Figueroa Román, Mulet, 1949). El trabajo sobre la Planificación integral del Valle de Amaicha fue probablemente el mejor ejemplo del propósito y las tareas del ISyP, ya que combinó una serie de técnicas etnográficas de campo, encuestas, muestreo, entrevistas cualitativas, el uso de información estadística y mapas sociales, el estudio de los recursos naturales y el análisis demográfico. Otra importante investigación (Figueroa Román, Serebrinsky, 1951) estudió la correlación entre el coeficiente intelectual infantil y las condiciones económicas de sus familias. Este trabajo resumió los datos del trabajo de campo iniciado en 1943 y completado a fines de esa década, cuando Germani la consideró como un serio trabajo de investigación, y la incorporó como una de sus fuentes principales sobre el comportamiento diferenciado de las clases sociales. Toda esta actividad fue reconocida y aclamada también por la UNESCO, cuando uno de sus representantes afirmaba que el ISyP era uno de los mejores institutos de investigación de la región ya que desarrollaba un "sólido programa de investigación" (Gillin, 1953: 15).

De esta forma, el ISyP se constituyó luego de 1948 como una red integrada de investigadores que pretendía ejercer un liderazgo académico regional en investigación social durante el peronismo. Agrupaba entonces a sociólogos, psicólogos, médicos y economistas comprometidos con la investigación empírica y la vocación científica de la sociología. Pero ello no significaba el establecimiento de una institución oficialista que excluyera a los intelectuales ligados al CLES, aunque tampoco se proponía crear un club de fanáticos opositores al gobierno. Uno de sus principales animadores fue Germani, quien figuraba como miembro adscripto y desarrolló una importante actividad en el instituto.14 La presencia de intelectuales anti-peronistas se completaba con Norberto Rodríguez Bustamante, que dio clases en la UNT como profesor invitado de sociología en 1948, y los permanentes contactos con Rava y Canal Feijóo, ambos ya mencionados. Ello permitía difundir sus actividades en circuitos culturales no peronistas como la Biblioteca Alberdi de Tucumán y la Biblioteca Sarmiento en Santiago del Estero.15 Allí también inició sus actividades académicas Lázaro Barbieri, de origen radical, quien sería posteriormente gobernador. Pero lo que le daba un sentido académico más amplio era el intercambio frecuente con sociólogos residentes en América Latina así como con académicos norteamericanos.16

Empero, el instituto planteaba al mismo tiempo un acercamiento con el peronismo. El trabajo conjunto entre el ISyP y el Ministerio de Asuntos Técnicos de la Nación permitió que varios docentes dictaran, en Tucumán y otras provincias, cursos sobre investigación social; así como la posibilidad de traducir un manual sobre planificación (Figueroa Román, 1954: 9).17 También se intentó conciliar la investigación con los objetivos de la política de neutralidad geopolítica del gobierno (Mulet, 1951) y se invitó a técnicos de la burocracia estatal a dar conferencias públicas, como es el caso de Pedro Almonacid.18 Se privilegió así el contacto con académicos peronistas como Lorenzo García, y no se descuidaron los vínculos con sociólogos más afines con el peronismo (y menos liberales que el director), como Alfredo Poviña y Rodolfo Tecera de Franco, inclusive con el mismo Baldrich que había dejado un mal recuerdo entre los liberales tucumanos. Con ellos, Figueroa Román participó de las experiencias de la Academia Nacional de Sociología y la Asociación Latinoamericana de Sociología.

No obstante, estos contactos no impidieron el trabajo conjunto entre Germani y Figueroa Román. El primero se había inscripto en un concurso docente en la UNT, que finalmente no tuvo resolución.19 Aún antes, Germani (1946) había reconocido la influencia de la sociografía en la historia de la investigación sociológica y había predicado por la planificación democrática como una única vía posible para la sociedad industrial. Al final de ese texto, Germani recomendaba la obra de Figueroa Román, detalle que omitió en las ediciones posteriores. Esta afinidad radicaba en un léxico teórico y metodológico común y en una mirada compartida tanto de los problemas y el desarrollo de la sociología como sobre los problemas científicos de la sociedad contemporánea. Ello permitió que ambos emprendieran, entre 1950 y 1952, una investigación inédita sobre las clases medias en Tucumán desde un enfoque sociográfico.20

Pero Germani también estuvo presente en una de las actividades más importantes organizadas por el ISyP: el II Congreso del PINOA. Según Pantaleón (2005), el primer congreso de 1946 había enfrentado a los teóricos de la planificación peronistas con los planificadores liberales, como era el caso de Figueroa Román. Sin embargo, no se ha tomado en cuenta que este nuevo encuentro construyó un mismo escenario de diálogo y enfrentamiento. El congreso se realizó en Salta con un fuerte apoyo oficial y el sostenido trabajo del director del ISyP, que luchó incansablemente para su realización a pesar del desinterés de las propias universidades nacionales. En un principio, el mismo estaba programado para noviembre de 1949 y, después de varias dilaciones, se inauguró el 9 de mayo de 1950. El gobierno de Salta financió su realización y contó con representantes de las provincias y el poder central. Este auditorio, en el cual la delegación de la UNT era mayoritaria, escuchó los discursos de apertura del ministro Carrillo y del gobernador de la provincia anfitriona. Tras las sesiones, se aplaudió la labor de planificación del gobierno y se reclamó por una mayor periodicidad para estas reuniones, algo que no ocurrirá.21

En este congreso, Germani había presentado una ponencia sobre la enseñanza de la sociología. Afirmaba allí que "las íntimas conexiones entre planificación y estudios sociológicos", hacían necesarias la constitución de una "Asociación Argentina de Sociología", con el objetivo de:

"promover el conocimiento de la realidad social argentina, pues la constitución de una sociología nacional basada sobre la investigación concreta y sistemática de los diferentes aspectos de la vida del país constituye sin duda un antecedente necesario para la planificación" (citado en Germani, A, 2004: 132).

Sin embargo, esta propuesta no se efectivizará al igual que la idea frustrada de una revista de sociología que publicaría el ISyP con un comité editorial integrado por el mismo Germani, Figueroa Román, como director, más la presencia de Poviña, Serebrinsky y Canal Feijóo. La falta de publicación de las actas del congreso del PINOA, así como el fracaso de las iniciativas recién mencionadas marcaban los límites del proyecto.

En todo caso, la disrupción política de la Revolución Libertadora detuvo este desarrollo institucional. El ISyP fue cerrado en 1957, no antes que se publicara un último trabajo dónde Figueroa Román volvía a explicitar su programa de investigación y su concepción de la sociología científica (Dalma, 1957). La UNT creó en su reemplazo varias instituciones vinculadas a la planificación urbana, pero que no tenían ninguna relación de continuidad institucional. Más tarde, en 1963, se creó un Centro de Investigaciones Sociológicas en la universidad, pero el mismo no reconocía ningún legado con la rica experiencia del ISyP. Figueroa Román ganó por concurso la cátedra de sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT en septiembre de 1956, pero renunció a su cargo en agosto de 1957, para viajar a Estados Unidos donde residió junto a su familia hasta su fallecimiento en 1963.

Las relaciones con el Peronismo. Balance de un proyecto institucional.

Como se ha visto, la historia de esta institución puede ser claramente dividida en tres etapas (1940- 1945; 1945- 1948; 1948- 1957). La primera de ellas comprende desde casi el inicio de la gestión radical en la provincia hasta la finalización de las intervenciones federales. La segunda se desarrolla desde aproximadamente el ascenso de Domínguez a la gobernación provincial hasta la mitad de su mandato. La tercera tiene lugar desde este último momento hasta la Revolución Libertadora, incluyendo las gestiones de Riera, Cruz y las sucesivas intervenciones políticas del poder central.

A pesar de estas interrupciones institucionales y políticas, el proyecto del instituto no cambió en ningún momento. Se reivindicó así a la universidad como un espacio de racionalidad científica y a la práctica de investigación como un valuarte de imparcialidad y neutralidad, en un contexto de fuertes reclamos al aislamiento de la universidad y una legislación que atentaba contra la autonomía universitaria. Sin embargo, el ISyP fue capaz de obtener recursos y apoyos públicos y privados. Como ya se ha dicho, la gobernación radical financió la investigación sobre las clases obreras en el período 1941-1943, aunque el golpe de estado truncó la ejecución de la partida presupuestaria destinada a las publicaciones. También el CLES aportó recursos para el congreso y las publicaciones de 1946 y el gobierno peronista de Salta subsidió el congreso de 1950. El salto institucional de 1948 no afectó al discurso del instituto, El cambio de un centro privado a una institución universitaria implicó la reorientación del origen de los fondos pero de ninguna manera trastocó los objetivos institucionales. Sólo se observa cierto abandono de la política que negaba la recepción de financiamiento externo y una apertura a aceptar fondos públicos y privados en forma de consultoría.

El reingreso del ISyP a la UNT significó la decisión de su director para participar más activamente en el programa intelectual sobre la planificación, ofreciendo sus servicios desde el mismo estado. Su programa vinculaba claramente el rol profesional de los sociólogos con el asesoramiento técnico y la planificación. Por ello, en 1948, la gestión de Domínguez en la provincia reactualizó sus vínculos con Figueroa Román, que se podían rastrear desde sus intercambios en la Oficina de estadística local, y posicionarlo como un experto capaz de dialogar y negociar con los técnicos del poder central, garantizando la autonomía necesaria que el gobierno provincial necesitaba.

Figueroa Román (1952: 24) celebraba que la planificación había "sido puesta en el primer plano de la atención pública y. (mebrecía entonces) la consideración que corresponde a una ciencia nueva, cuya elaboración está directamente vinculada al progreso del país". Pero, a pesar que se cuidó de criticar la política planificadora del peronismo, su diagnóstico no era muy positivo. Por el contrario creía que existía una evidente falta de coordinación entre la planificación estatal y privada. Criticaba solapadamente la ineficacia de los funcionarios y de los organismos públicos y reprochaba a los empresarios que tenían una mirada cortoplacista de la planificación, ya que la veían como un lastre y un costo que influye en la reducción de la ganancia. Por este motivo, ofrecía un programa alternativo de planificación racional alejada de las tensiones, intrigas e intereses políticos. Su crítica a la planificación peronista radicaba en que ella no era otra cosa que un proyecto teórico sin ninguna base empírica; problema que se podría solucionar a través del programa de investigación social que él ofrecía.

La autonomía provincial y la vocación regional del proyecto protegieron y fortalecieron al ISyP, pero al mismo tiempo su director tenía una posición ambigua frente al peronismo. Su vocación de neutralidad política lo alejaba de un gobierno que estaba construyendo su identidad ideológica. Por otra parte, el modelo teórico ofrecido para la planificación, basado en las ciencias sociales norteamericanas, no cuajaba del todo con el proyecto político de la Tercera Posición y la tradición nacional y popular. Asimismo, su oferta de un programa alternativo no fue percibida como superadora sino como una competencia para un conjunto de cuadros burocráticos que venían construyendo una tradición y un poder relativo dentro del estado desde tiempo atrás.

A lo largo del período analizado, el ISyP, con sus varias denominaciones, tuvo un plan definido de investigación que recuperaba la tradición sociográfica. Ella se basaba en la utilización de las variables demográficas clásicas (el análisis del volumen numérico y la distribución espacial de la población, así como las tendencias de natalidad y mortalidad), el estudio de los presupuestos familiares y el impacto del ambiente cultural en el desarrollo intelectual. Estas variables serán el nexo que permitirán luego, especialmente por la obra de Germani, pasar de la sociografía a la sociología científica. Pero todo ello se combinaba con una vocación por impulsar la planificación integral de los recursos materiales y simbólicos para impulsar el desarrollo. Las investigaciones del instituto dieron cuenta entonces de la modernización de una provincia periférica, que evidenciaba signos de secularización, por la baja de la natalidad, y planteaba la industrialización del sector azucarero como una manera de superar los rasgos tradicionales de la vida rural.

El ISyP contribuyó, además, en la comprensión de la actividad práctica de la sociología y la especialización de los sociólogos. A su vez, desarrolló una importante acción promocional de sus actividades. Ello no sólo ocurría a través de la publicación de sus libros, sino con el intento de divulgar los temas de su interés en resúmenes de los trabajos en castellano, inglés y francés, y la difusión de un folleto institucional bilingüe que daba visibilidad y legitimidad a sus proyectos. Pero, sobre todo, el instituto basaba su funcionamiento en una organización administrativa de las tareas, que permitió la constitución de una red integrada de investigadores con un plan de docencia e investigación común, pautado y controlado. Sin embargo, estas tareas no fueron solamente producto de la vocación intelectual de sus impulsores, sino por la institucionalización de las expectativas de producción, reproducción y consumo de ciertos productos intelectuales que aparecían como imprescindibles en el proceso de emergencia y consolidación del peronismo.

Las estrategias institucionales del director del ISyP estuvieron signadas por la creación de redes de influencia mutua entre el estado y la universidad, capaces de atender una demanda de mayor conocimiento social y mejor predicción de los efectos de la acción pública, aunque los resultados no fueran satisfactorios en términos de consolidación institucional y concentración del propio poder simbólico. Su idea de planificación formaba parte de un proyecto intelectual complejo atravesado por emprendimientos en marcha que competían y se diferenciaban entre sí, y que tenían como escenario un conjunto de transformaciones de las estructuras estatales desarrollado en los años previos al peronismo. Su promesa de racionalidad técnica competía con el asesoramiento técnico de la burocracia estatal.

Sin embargo, su comprensión de la postguerra como una fase de desintegración social, que requería un control político científico de la sociedad, preanunciaba los desarrollos teóricos del desarrollismo y el reclamo por una reorientación hacia la planificación democrática. Este sería el único horizonte donde era posible conciliar la libertad y la igualdad, es decir, el destino civilizatorio de la sociedad industrial con valores democráticos y pautas modernas de inversión, productividad y racionalidad económica. Paradójicamente, sus relaciones contradictorias con el peronismo no contribuyeron a identificarlo como un intelectual antiperonista, sino como un personaje ubicado en la etapa anterior a la modernización intelectual iniciada por Germani.

Notas

l. Boletín del Museo Social Argentino, Buenos Aires, 221-222, 1940.

2. Plan del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociológicas, 7 de marzo de 1940, Res. 110/ 80/ 40.

3. La biografía de Figueroa Román es tan desconocida como incompleta. Algunos datos básicos se pudieron reconstruir a fuentes varias (Revista Mexicana de Sociología, México, XIV, 3, 1952: 462-463; Gómez, 1953: 126-127; Estudios de Sociología, Buenos Aires, 3, 1963: 378-381; La Gazeta, Tucumán, 21 de agosto de 1963: 7; Las calles de San Miguel de Tucumán, La Gaceta de Tucumán, 2005: 127).

4. Renato Treves, "Carta a Adolfo Piossek,", 13 de diciembre de 1940, Archivo de la Oficina de Personal, Rectorado, UNT, (AOP), Legajo 950, Expediente. 4774/ I/ 40, Doc. 1.

5. Decreto provincial 1.013/ 41, citado en el Boletín del Instituto de Sociología, Buenos Aires, 1, 1942: 265-266.

6. La siguiente sección fue reconstruida a partir de los informes institucionales del IIES y en diferentes memorias de la UNT (1939-1960). La referencia a la investigación sobre la clase obrera, Memoria de la UNT, 1943: 101- 104.

7. Estimación propia sobre la base del presupuesto de gastos de la Universidad y los informes anteriormente citados.

9. "Nace un nuevo instituto fantasma", "Aprovechan un trabajo científico pero ajeno", La Gazeta, 15 de septiembre, "Estudio sobre la situación sanitaria", La Gazeta, 18 de septiembre de 1948.10. Resaltado en el original, "Aprovechan...", op. cit.

L. "Determinación comparativa de la población...", El Trópico, Tucumán, 27 de agosto de 1948: 12, "Licitación", El Trópico, 4 de septiembre de 1948: 11, "Anuncio de conferencia", El Trópico, 15 de septiembre de 1948: 5.

12. Acta Nro. 13, sesión extraordinaria del Consejo Universitario, 21 de Agosto de 1948, Actas y resoluciones, UNT, 1948: 82-86.

13. Resumen del Folleto institucional publicado por ISyP, circa 1953,

14- "Gino Germani", AOP, Legajo 3.319, Resolución 4695/ I/ 951, 21 de mayo de 1951.15. Catálogo General, UNT, 1948: 86. Figueroa Román, Informe al senado, 15 de noviembre de 1948.16. Entre los miembros se encontraban, entre otros, los siguientes nombres Roger Bastide, Mario Lins, Moisés Troncoso Pobrete y Laszlo Radvanyi, entre los latinoamericanos, y Luther L. Bernard (University of Pennsylvania) Robert C. Jones (UNESCO), Walter Blucher (American Society of Planning) y Leonard Logan (University of Oklahoma), entre los norteamericanos.17. Véase también Memoria de la UNT, 1950: 27.18. Véase, "Conferencia de Pedro Almonacid", La Gazeta, 4 de mayo de 1950: 5.

19. "Concurso", Archivo de Mesa de Entradas, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Doc. 1.570.

20. Memoria de la UNT, 1950: 27.

21. Ley 1.085/ 1949, que otorgó una contribución de $ 10.000 para la realización del congreso, www.camdipsalta.gov.ar/LEYES/leyesv/l085.htm; Memoria de la UNT, 1950: 27; El Trópico, 2 de agosto de 1949: 8; La Gazeta, 7 al 9 de mayo de 1950.

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