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Apuntes de investigación del CECYP

versão On-line ISSN 1851-9814

Apunt. investig. CECYP  no.21 Buenos Aires jun. 2012

 

OFICIOS Y PRÁCTICAS

El kirchnerismo y su estatuto como movimiento político (2003-2007)

 

Ana Natalucci*

* Investigadora Asistente del CONICET. Investigadora del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA).
anatalucci@gmail.com


 

Introducción

A partir de 2003, con la asunción de Néstor Kirchner como presidente se inauguró una etapa política, donde se reconfiguraron no sólo los regímenes de dominación política y de acumulación económica, sino también el espacio multiorganizacional militante. El 22,3% de votos positivos que recibió Kirchner y la imposibilidad de acceder al ballotage dotó al gobierno de una legitimidad de origen sumamente precaria (Pérez y Natalucci 2012) o de un déficit fundacional de apoyo en los términos empleados por Torre (2005). Este rasgo fue determinante para los posicionamientos del flamante presidente respecto de no reprimir la protesta social, la reivindicación de la militancia –en especial la setentista– y la convocatoria a organizaciones sociales para que participaran de la coalición de gobierno. Sin dudas, estas ideas conformaron una interpelación a los sectores militantes alterando los debates en torno a la participación y compromiso político. A su vez, favoreció la emergencia de nuevos colectivos militantes, repertorios de acción, espacios de coordinación y discusiones entre los modos de hacer política y de interactuar con el gobierno. Ante la nueva coyuntura, ninguna organización quedó sin reposicionarse frente al kirchnerismo, aparejando nuevos alineamientos organizacionales. Este proceso sucintamente relatado fue interpretado por la ciencia política privilegiando una mirada “desde arriba”, entre ellos Cheresky (2004); Torre (2005), Ollier (2005); Godio y Robles (2008); Cherny, Feirherd y Novaro (2010) y Lucca (2011). Contrariamente dichas mutaciones tuvieron una bi-dirección: consecuencia de la intención del gobierno y activados por los sujetos sociales y políticos.

La propuesta de este articulo es reflexionar sobre el proceso kirchnerista a partir de la convicción que su comprensión permitirá dilucidar un cambio de época. Específicamente, se abordará una dimensión sobre la cual aún queda mucho por investigar, esta es, su estatuto como movimiento político. Este análisis se fundamentará sobre dos nociones la de gramáticas y la de subcultura. El argumento central del articulo sostendrá la convivencia de tres afluentes, que convergieron en el kirchnerismo: las organizaciones sociales con trabajo territorial -como modo de absorber demandas insatisfechas-,1 la Confederación General del Trabajo (CGT) -para incluir a los trabajadores formales sindicaliza-dos como modo de compensar las presiones del capital- y por último, la política propiamente dicha conformada por la transversalidad y el PJ -con el fin de darle lugar a las demandas del 2001 de renovación política-. La reunión de esos tres afluentes quedó cristalizada hacia el tercer aniversario de gobierno en mayo 2006 y permitieron el triunfo de la fórmula Fernández de Kirchner-Cobos en 2007. La decisión de Kirchner de presidir el PJ en marzo de 2008 y el conflicto con las patronales agropecuarias ese mismo año trastocaron los realineamientos que convivían en el kirchnerismo. Esta es la razón por la cual el artículo toma hasta esa fecha. Esta decisión de periodizar se fundamenta en la convicción acerca que el kirchnerismo como proceso lleva nueve años donde ha habido cambios, puntos de inflexión y desplazamientos que es menester poder comprender en su particularidad para luego poder inscribirlos en el proceso mayor denominado "kirchnerismo".

El artículo se organizó de la siguiente manera. Una primera sección donde se expone cómo la ciencia política ha pensado este proceso, particularmente se analiza la propuesta de Juan Carlos Torre por la complejidad con que pensó ese primer momento del kirchnerismo. En segundo lugar, se explican las principales nociones -gramática y subcultura- con que se intentará comprender este proceso. Luego se describe el proceso político kirchnerista atendiendo a la dinámica de las organizaciones sociales, de la CGT y la Transversalidad y PJ. Por último, se presentan algunas conjeturas para pensar el futuro del kirchnerismo en perspectiva al peronismo.

Antes de finalizar, quisiera aclarar que los resultados expuestos tienen un carácter preliminar en tanto se deducen de una investigación en curso "La movilización en el kirchnerismo. Los dilemas políticos de las organizaciones sociales" en el marco del Grupo de Estudios sobre Protesta Social y Acción Colectiva radicado en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires. Esos resultados fueron elaborados en base a un trabajo de campo de tipo cualitativo donde se entrevistaron a dirigentes sociales, sindicales y del Frente para la Victoria; asimismo, se incluyen datos provenientes de una encuesta realizada en movilizaciones recientes (2011-2012) y de la prensa nacional. Ya que el interés del artículo es profundizar sobre la cuestión del kirchnerismo como movimiento y la transformación de las gramáticas como modo de entender la emergencia de sujetos políticos en vinculación con el régimen político de gobierno se proponen ciertas generalizaciones, que sin dudas no rescatan la singularidad de cada organizacion, empero ilustran el argumento del texto.

La política desde arriba

Para Torre la Transversalidad constituyó "una operación política con vistas a incorporar a su empresa política a sectores de la izquierda peronista2 y no peronista marginales a las estructuras del Partido Justicia-lista" (2005:13). Esta operación tenía dos objetivos:

El primero, dotar al presidente Kirchner de recursos partidarios propios para compensar el déficit de apoyos organizados [...] El segundo objetivo consiste en utilizar a los sectores de la izquierda peronista y no peronista para impulsar una transformación del Partido Justicialista desplazando las ramas viejas del aparato partidario y promoviendo un viraje ideológico y cultural hacia el centro, congruente con las credenciales setentistas levantadas por el presidente Kirchner. (2005:13)

Torre atribuye ese déficit de apoyos organizados a que Kirchner ganó la elección presidencial de 2003 con su liderazgo a medio construir, en el sentido que su candidatura era parte de su estrategia para instalarse como un "presidenciable" para 2007. Por diversas cuestiones, Duhalde y Kirchner hicieron un acuerdo por el cual este último contó con su apoyo para su campaña y, en consecuencia, con la maquinaria electoral de la provincia de Buenos Aires. Debido a la deserción de Menem, se consagró como presidente; sin embargo contaba sólo con un puñado de funcionarios y legisladores que le respondía; mayoritariamente del Grupo Calafate.3

En este sentido, para Torre la Transversalidad representa "un caso de construcción de poder político partidaria desde arriba" (2005:21). Esta premisa es la que permite pensar en algunos paralelismos con el peronismo clásico. Para esto propone algunas conjeturas, a saber. La primera, que tanto Perón como Kirchner compartían la idea sobre "construir desde las alturas del Estado poder político-partidario para ganar apoyos políticos organizados" (2005:21). Frente a este objetivo, ambos dirigentes se enfrentaron a dos dilemas, el potencial de demandas insatisfechas, por un lado; y la fluidez de las ofertas partidarias disponibles, por el otro. La segunda conjetura se orienta a "la existencia en el universo político de una masa de electores disponibles" (2005:25), entre los cuales Torre incluye a la centro izquierda, el progresismo y la clase media.

Para Torre la experiencia de la Transversalidad fracasó por cuatro razones:4 la primera, por la cantidad de grupúsculos que se reuniones en torno a ella; relacionada con la anterior, la segunda cuestión fue por las ambiciones muy personales de los setentistas donde se fundaron una excesiva cantidad de fundaciones y corrientes; situación graficada por Torre con el dicho popular "muchos caciques, pocos indios" (2005:26). Tercera, la dificultad de construcción política en sectores medios. Por último, su oportunidad en tanto los tiempos de la Transversalidad no se condecían con los electorales y la urgencia de un presidente para gobernar. Para el autor, la participación de Kirchner en el congreso partidario de marzo de 2004 y 2005 constituyen las evidencias de aquel fracaso.

Pese al aporte significativo de Torre para comprender esta experiencia por la cantidad de dimensiones que introdujo, son menesteres dos observaciones. La primera respecto que la convocatoria no sólo se realizó a sectores partidarios, sino también a dirigentes de organizaciones sociales, territoriales y piqueteras. En este sentido, varias se propusieron la construcción de frentes entre 2004 y 2005. La segunda cuestión es la apreciación del sociólogo acerca que eso implicó una utilización de dichos sectores, reforzando la tesis sobresaliente en la ciencia política respecto que los cambios en el kirchnerismo fueron operados básicamente "desde arriba".

Pensar el kirchnerismo

Gramáticas: un modo de pensar las experiencias políticas

La noción de gramáticas remite, sin dudas, a la obra de Wittgenstein, sin embargo, pueden identificarse tres acepciones: a) performatividad política de la acción (perspectiva pragmática); b) estructura motivacio-nal de los sujetos implicados (enfoque fenomenológico); y c) estructura organizativa de los movimientos sociales (en términos de movilización de recursos) (Natalucci 2010). La primera acepción es la más interesante para este artículo, fundamentada en la perspectiva pragmática inaugurada por Wittgenstein permite pensar en "la política [como] red de significados en acción, como juego de lenguaje" (Schuster 2006:106). Desde este enfoque, la gramática política refiere "a la definición de reglas y la formulación de problemas públicos a partir de conflictos, acotando las posibilidades de sus términos de referencia y búsqueda de soluciones" (Natalucci 2010:100). En este sentido, es diferenciable la noción de gramática con los estilos de construcción política en tanto aluden a la distribución interna del poder como las modalidades de construcción, espacios de deliberación y toma de decisiones.

La segunda acepción, la estructura motivacional, está fundada en la propuesta de Danny Trom, quien se refiere a gramáticas de movilización -y no políticas-. Para el sociólogo francés, los motivos son centrales en tanto constituyen "la instancia que liga acción y situación" (2008:34) al brindar los argumentos y fundamentos de las acciones. Relacionado con esto, Trom (2008) sostiene que en las gramáticas de la movilización se articulan una gama de actuaciones con un lenguaje específico; aquellas aportan un repertorio de argumentos, justificaciones y marcos para la interpretación de las acciones propias y de otros. En este marco, puede pensarse que una gramática delinea la manera en que un sujeto colectivo interviene en el espacio público, encuentra motivos de justificación y razones para actuar, establecer estrategias de coordinación o articulación política, inscribe a otros sujetos en interrelación y propone un modo de ordenamiento a partir de la consideración que la política tiene un sentido destituyente y también uno instituyente. Pese a lo sugerente de esta acepción, esta presenta dos inconvenientes. Primero, remite a la estructura motivacional de los sujetos, lo cual llevaría a la necesidad de un enfoque fenomenológico. Segundo, confunde la gramática política con la de movilización, inhibiendo la eficacia explicativa del concepto. Al respecto, es pertinente aclarar que desde la perspectiva adoptada en este artículo la noción de gramática política excede a la de gramática de la movilización en tanto esta última incluye modalidades de confrontación con el gobierno y otros sujetos colectivos, estilos organizativos y cuestiones relativas a su dinámica cotidiana referidos a la dinámica y construcción interna de una organización.

Relacionado con la anterior, se encuentra la tercera acepción de la gramática: como estructura organizativa de los movimientos sociales. Esta alude a las modalidades de construcción, espacios de deliberación y toma de decisiones; en definitiva a la distribución interna del poder.

En definitiva, atendiendo a la primera acepción, la noción de gramática política constituye el sistema de reglas de acción que liga el tiempo y espacio de la experiencia de los sujetos, definiendo formas válidas de resolver problemas de autoridad y asignación de recursos (Giddens 1994). En este sentido, por un lado, delimita las pautas de interacción de los sujetos y, en consecuencia, la conformación de un campo de acciones posibles, la manera en que los sujetos individuales y colectivos leen el proceso político. Por otro, establece las combinaciones de acciones para coordinar, articular e impulsar intervenciones públicas, dirigidas a cuestionar, transformar o ratificar el orden social. El formidable potencial de este concepto radica en que constituye una mediación para analizar los vínculos entre la dinámica de un ciclo de movilización y las transformaciones del régimen político de gobierno al remitir a las reglas y usos que dotan de un principio de inteligibilidad a las acciones de los sujetos políticos que emergen en los procesos beligerantes.

De acuerdo con esta definición, pueden identificarse tres gramáticas típicas: autonomista, clasista y movimentista. La primera se caracteriza por la centralidad otorgada a los mecanismos deliberativos, en especial el funcionamiento asambleario y horizontal, adoptando el consenso como modalidad de toma de decisiones. Sin que esto implique que todos los miembros de la organización tomen las decisiones, remite a que todos están en condiciones de hacerlo. Por ello, su estructura interna no goza de una disposición jerárquica, sino de una risomática. Sin representantes,5 aquellas designan de modo temporario referentes, en la jerga organizacional, o "portavoces", en la literatura especializada; mas allá de la denominación lo cierto es que el referente se ocupa de llevar la voz de la organización, de comunicar su decisión en instancias de coordinación organizacional o internas, sin que esto implique tomar resoluciones. Su concepción del cambio social apunta al trastocamiento de las relaciones cotidianas; de ahí que el barrio cobre suma importancia para la construcción política en tanto espacio donde se conjuga la mi-litancia, lo doméstico y lo la familiar. Este apego territorial constituye su potencial político al mismo tiempo que disminuye las posibilidades de establecer articulaciones interorganizacionales. El régimen político se concibe de un modo monolítico, "un dispositivo de captura de la autonomía colectiva y subjetiva que debe ser preservada rechazando cualquier forma de representación" (Pérez y Natalucci 2012:22). Tanto su expectativa de cambio social como su concepción del régimen político están orientadas por un fuerte sentido destituyente, con muchas resistencias a pensar en una dinámica instituyente que permita la cristalización de nuevas prácticas y reglas. Los Movimientos de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón constituyen un ejemplo de organización con esta gramática.

La organización clasista se reconoce como la vanguardia de la clase trabajadora a la que espera representar y conducir. En esta lógica, cobra presencia un vínculo pedagógico, orientado al fortalecimiento de la "conciencia clasista" a partir de discusiones de tipo ideológico-programático (Delamata 2004; Natalucci 2011). La estructura interna de este tipo de organizaciones -como el Polo Obrero (Partido Obrero), el Movimiento Sin Tierra Teresa Vive (Movimiento Socialista de los Trabajadores) o el Movimiento de Liberación Territorial (PC)- está dispuesta de un modo vertical y jerarquizada, donde los "ascensos" se definen por probados méritos en las luchas partidarias. Los conflictos generalmente quedan subsumidos en los de clase, las articulaciones con otras organizaciones se ven limitadas por la estrategia general definida por la cúpula partidaria. Incluso los vínculos con los movimientos sociales se ven acotados ya que tienden a reducir la pluralidad que los caracteriza. La confianza teleológica en el destino de la clase obrera restringe los márgenes de acción al momento destituyente de la política, especial para demostrar la veracidad del programa propuesto por la organización. El hecho que estas organizaciones se presenten sistemáticamente en elecciones -de ahí la denominación "concurristas"- es concebida como parte de su táctica de propaganda; en efecto, las coyunturas electorales son propicias para la difusión de su programa político. Esta gramática también tiene una visión monolítica del régimen político, por la cual este es igualado al Estado, concebido a su vez como mero instrumento de dominación de la clase dominante. Su expectativa de cambio es ambiciosa: una revolución que reorganice las relaciones entre clases sociales.

La gramática movimentista, en cambio, da por supuesto que la acción política no sólo tiene un carácter destituyente del orden vigente, sino también uno instituyente; su predominancia depende de la coyuntura histórica. Al respecto, la historia se organiza en dos etapas: la de resistencia y la ofensiva. La primera se caracteriza por el retroceso político y económico para los sectores populares, generándose la fragmentación de las organizaciones, en este prima el carácter destituyente ya que principalmente se cuestionan las políticas perjudiciales para los sectores que representan. La segunda se guía por el acceso a derechos -lo cual habilita el uso de un lenguaje de derechos- que alienta la articulación interorganizacional para superar las posturas sectoriales. En el momento "ofensivo" las dimensiones destituyente e instituyente se combinan por el intento de cristalización en políticas públicas o derechos de reivindicaciones, apelando, al mismo tiempo, a plebiscitar el tratamiento de los asuntos públicos. Esa combinación expresa "una doble dimensión: conflicto y orden" (Rinesi y Vommaro 2007:460). La movilización no sólo es pensada como cuestionamiento sino como la condición de posibilidad para impulsar los cambios en el orden social instituido. Esta particularidad permite explicar, aunque sea parcialmente, el crecimiento que tienen estas organizaciones en determinadas coyunturas políticas. Su expectativa es la construcción de un movimiento nacional que impulse un proyecto popular fundamentado sobre una base policlasista. En este sentido, debe entenderse su vocación por representar al pueblo; sin embargo no hay que perder de vista que esta lógica puede volverse excesivamente dicotómica tensionando el espacio político y produciendo quiebres que pongan en cuestión la continuidad de la comunidad política. Por último, vale aclarar que esta gramática no reniega de la representación política ni al interior de una organización ni respecto del régimen político, en todo caso plantea algunos cuestionamientos al objeto de representación y a la naturaleza del vínculo que se establece entre representantes y representados.

Esta gramática en el caso argentino se erigió sobre la base del peronismo, esto es como la integración de los sectores populares a la vida política. Claro que en el peronismo clásico esto sucedió a partir de organizaciones obreras por la centralidad del trabajo en la organización de la vida cotidiana. De esta manera, el movimiento se organizó verticalmente a partir de la conducción de Perón, pero generando instancias de participación en los lugares de trabajo como en los barrios a partir del desarrollo de unidades básicas. Pese a los avatares de la política argentina, del mismo peronismo y de su asociación con el neoliberalismo en los noventa, muchas organizaciones se reconocían en dicha tradición. Por la coyuntura menemista, tuvieron una participación marginal en la movilización de ese entonces, recobrando su gravitación hacia 2002.

Esta reorientación no sólo puede ser atribuida a una "operación desde arriba", sino también a la voluntad de organizaciones de intervenir fuertemente en la comunidad política nacional.

Subcultura: las relaciones interorganizacionales al interior del espacio kirchnerista

La noción de subcultura fue tomada de Diani (2010) para pensar las lógicas de coordinación de acciones colectivas a partir de las diferentes respuestas a los dilemas básicos de la organización: asignación de recursos y la definición de los límites. Diani identificó cuatro tipos: movimientos sociales, coalición, organización y subcultura. Esta última es pensada como una lógica donde existe una manera de entender el mundo que permite identificar similitudes, proximidades, sin que por esto existan relaciones sistemáticas u orgánicas. En efecto, se trata de relaciones previas generadas a partir de compartir ciertos preceptos ideológicos y cosmovisiones que han facilitado en ciertas coyunturas consensos, la coordinación de acciones y la constitución de frentes políticos. En este marco, el kirchnerismo no sólo aparejó oportunidades políticas para el desarrollo de las organizaciones sino fundamentalmente oportunidades identitarias, en el sentido que espacios que hasta ese momento no se reconocían abiertamente peronistas (aun cuando lo hicieran bajo la entidad nacional y popular), empezaron a hacerlo de modo público, a generar interpelaciones desde esa identidad.

En tanto al concepto de oportunidades políticas se le ha atribuido generalmente una orientación estratégica es necesario hacer una aclaración con el fin de evitar confusiones respecto de que debe entenderse por oportunidades identitarias. Parafraseando a Wildemeersch y Leirman (citado en Klandermans 2001) dicha noción remita a "un marco de referencia que da significado a las aspiraciones y acciones [...] perspectivas que se dan por supuestas [y] se transmiten culturalmente.6

En cualquier caso, aquella noción de oportunidades identitarias no refiere a la acción de las organizaciones ni tampoco a las construcciones que estas realizan en pos de poder interactuar, sino a las condiciones de posibilidad que propician la actualización de tradiciones políticas. Por ello, no sería pertinente pensar que las oportunidades políticas e identitarias se erigieron de un modo excluyente entre sí, sino que por el contrario se fortalecieron mutuamente, aparejando consecuencias para la movilización como en los alineamientos políticos.

El proceso político K

El discurso de asunción de Néstor Kirchner constituyó un punto de inflexión del proceso que se desencadenó posteriormente. En este, el flamante presidente planteó los principales lineamientos de su gobierno, propuso una especie de pacto "para que todos sepan adonde vamos y a su vez puedan aportar su colaboración". Remarcando que debía hacerse por encima de barreras partidarias, la propuesta se orientaba a "construir prácticas colectivas de cooperación", marcando diferencias con un pasado inmediato que aún ponía en vilo al sistema político: "sabemos donde no queremos volver [...] dar vuelta la página de la historia ha sido una decisión consciente de la ciudadanía argentina". Esta idea marcaba una diferencia con el pasado cercano y sobre todo con la crisis de 2001 que había puesto en vilo al sistema político. En este sentido, el esfuerzo de "reconciliar la política con la sociedad" debía ser un esfuerzo mancomunado transversal de todas las fuerzas políticas Relacionado con las memorias actualizadas, hacia el final de su discurso mencionó su pertenencia a una "generación diezmada" en clara referencia a la setentista.

En términos de expectativas, marcó los contornos del programa de gobierno al que llamó varias veces "proyecto nacional": habló del Estado de derecho, de su orientación al bien común, de su rol de articulador social y de la vigencia de la democracia; de reconstruir el capitalismo nacional; de políticas de crecimiento económico; de proteger el trabajo, de distribuir la riqueza y reinstalar la movilidad social ascendente; de implementar políticas de protección a los sectores vulnerables, de repensar las políticas sociales; de recuperar la solidaridad, la justicia social y el acceso de derechos sociales; de fortalecer las instituciones, combatir la impunidad y la corrupción; de unir lazos con el MERCOSUR, de integración latinoamericana y de la finalización de las relaciones carnales con Estados Unidos. Contrariamente a "pedir cheques en blanco" ofreció

...reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales. Quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo. Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra. Muchas gracias. ¡Viva la patria! (Discurso de asunción, 25 de mayo de 2003)

Este discurso cobró forma en una serie de medidas que asentaron la legitimidad del presidente, entre ellas: el descabezamiento de la cúpula militar, la renovación de la Corte Suprema de Justicia, la resolución de un conflicto docente en Entre Ríos, la reapertura de las causas de delitos por lesa humanidad cometidos en la última dictadura y la redefinición de la política social con orientación a la producción y economía social, etc.

Pese a lo trascendente de estas decisiones, lo cierto es que Kirchner no sólo no tenía legitimidad de origen, sino tampoco de ejercicio en cuanto era un gobierno compartido entre el Grupo Calafate y el duhaldismo tanto en el poder Ejecutivo como en el legislativo, donde sólo unos pocos legisladores le respondían directamente (Godio y Robles 2008). De ahí que uno de los objetivos centrales del período 2003-2005 -es decir entre la asunción y las primeras elecciones parciales- fuera la constitución de una fuerza política propia "kirchnerista peronista y transversal" (2008:51).

Ese proceso resultó victorioso en las legislativas de 2005 y encontró su coronación el 25 de mayo de 2006, fecha en que se conmemoró (además de la asunción de Héctor Cámpora en 1973) el tercer aniversario del gobierno. En dicha oportunidad, se realizó una multitudinaria movilización a plaza de Mayo conocida "como la plaza del Si"; las principales consignas fueron: "El pueblo ya sabe de que se trata" y "La Patria somos todos". Los organizadores calcularon la participación de 120 mil personas, entre sindicatos, organizaciones territoriales, piqueteras, sociales, partidarias e intendentes del Conurbano bonaerense.

El propósito de este acto, como de otros venideros, no solamente era legitimar las decisiones políticas tomadas hasta entonces sino "contar fuerza", esto es, elaborar un mapa de los aliados y comprometidos con el proyecto. De alguna manera eso quedó claro: el kirchnerismo en 2006 se constituía de las organizaciones sociales y territoriales, la CGT moyanista y el PJ junto con sectores de la izquierda peronista, progresismo y radicales.

Las organizaciones sociales

Muchas organizaciones y dirigentes recibieron con beneplácito el discurso de asunción y las primeras medidas del flamante presidente sobre todo la convocatoria que les hizo a principio de junio en la Casa Rosada. Varias de esas organizaciones repensaron su relación con el gobierno, empezaron a reconocerse kirchneristas y revisaron su estrategia de articulación política. Así entre mediados de 2003 hasta 2006 ensayaron la constitución de una serie de frentes que les permitieran cobrar protagonismo en la coyuntura política en general, y en el kirchnerismo en particular.

El primero de esos ensayos tuvo lugar en junio de 2004 cuando la Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV), el Movimiento Barrios de Pie, el Frente Transversal Nacional y Popular y el Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita (MTD Evita) elaboraron el documento "La Hora de los Pueblos",7 donde manifestaban "el hecho trascendente del cambio de rumbo, que encarna un verdadero punto de inflexión en el derrotero de las últimas décadas".8

En ese contexto y con esa expectativa de representar las demandas de los sectores populares, convocaron a la constitución de un espacio kir-chnerista, que adoptó el nombre de Frente de Organizaciones Populares (FOP). El 21 de junio, se realizó un encuentro de delegados en el cual se acordaron los principales ejes del documento "Por la recuperación del Trabajo y la Justicia Social. Fuerza Cro. Presidente Néstor Kirchner!!!".8 En este, el FOP sintetizaba su posición respecto del gobierno nacional y de la coyuntura política: "nueva oportunidad histórica que tiene el campo popular, comparable a la que vivimos en los '40". Para los organizadores, la etapa de resistencia había finalizado, había que aprovechar la experiencia acumulada y pasar a la ofensiva. Un debate que luego contribuyó a la inestabilidad de estos frentes era la posición respecto del PJ. La mayoría de las organizaciones (FTV, Barrios de Pie y el Frente Transversal Nacional y Popular) eran reticentes a mantener relaciones con dirigentes pejotistas, la excepción era el MTD Evita quien abiertamente se reconocía peronista. Asimismo, identificaban las dificultades que habían tenido las experiencias progresistas, en especial el FREPASO para relacionarse con las organizaciones de trabajadores organizados.9

Lo cierto es que más allá de cómo se resolviera la participación del PJ y del progresismo en el kirchnerismo, el FOP se ubicaba como un sujeto central en dicha construcción.

En septiembre de 2004, los principales dirigentes del FOP (D'Elía, Ce-ballos, Depetri y Pérsico) realizaron una reunión en la cual redactaron el documento "Declaración Política del Frente de Organizaciones Po-pulares"10 y acordaron la realización de un acto para octubre en el Luna Park, bajo la consigna "Junto al Presidente Néstor Kirchner por una Patria para todos". Como invitados participaron dirigentes con funciones legislativas o ejecutivas: Miguel Bonasso (Partido de la Revolución Democrática), Francisco "Barba" Gutiérrez (Polo Social) y Eduardo Luis Duhalde (Memoria y Movilización Social y secretario de Derechos Humanos de la Nación) respectivamente. Durante el encuentro se decidió la conformación de otro frente en el que no sólo participaran activamente los dirigentes de las organizaciones piqueteras. Así se decidió la conformación del Frente Patria para Todos, este debía ocuparse de "poner de pie una fuerza política nueva, con nuevos dirigentes, capacidad de movilización y profunda inserción social, para convertirse en sostén del rumbo emprendido el 25 de mayo de 2003".

El acto inaugural del Frente Patria para Todos tuvo lugar en diciembre. El principal tema discutido fue la apertura de oportunidades políticas luego de la asunción de Kirchner y las posibilidades que se presentaban a partir de la integración en la gestión de gobierno. La meta era llegar como fuerza consolidada a las elecciones legislativas de 2005 para poder integrar las listas del Frente para la Victoria.

Estos frentes sufrieron muchas adversidades, en la posibilidad de su estabilización incidieron negativamente las dificultades para reunirse bajo una misma identidad, las diferencias respecto del proceso político y la excesiva necesidad de protagonismo de cada organización. La primera cuestión se relacionaba con el peronismo y si era posible elaborar una interpelación a partir de dicha identificación. Relacionada con esta, se encontraba la segunda dificultad, mientras algunas organizaciones (principalmente el MTD Evita) pensaban que se trataba de un estado en transición, en cual quedaban elementos neoliberales residuales; otras (como Libres del Sur) sostenían que era un gobierno en disputa, donde aquellos tenían suma presencia por lo que la estrategia de los Frentes debía incluir su eliminación. El PJ encarnaba esa disputa, de ahí que fuera tan importante consolidar una alternativa partidaria como la Transversalidad.

Hay otros dos factores que considerar. El primero de tipo estratégico, probablemente que muchas organizaciones promovieran la conformación de un frente sin el PJ pueda atribuirse a que se incrementaban sus posibilidades de participar en la toma de decisiones y en cargos ejecutivos que en un escenario de competencia con dirigentes pejotistas. El segundo, de tipo ideológico, remitía al lugar que se le otorgaba al partido en la construcción política; mientras aquellos que se reconocían parte del nacionalismo popular tenían una concepción instrumental, por lo que aquel no cumplía un rol determinante en la definición de la estrategia política; los ligados a la tradición de izquierda leninista lo consideraban una herramienta fundamental. Estas cuestiones, sumadas a las mencionadas anteriormente, dinamitaron las posibilidades de los frentes. En este marco, en 2005 se conformó el Movimiento Evita nu-cleando a las organizaciones del nacionalismo popular; en 2006 lo hizo el Movimiento Libres del Sur con aquellas organizaciones referenciadas en la izquierda nacional.11

Retomando la cuestión de las organizaciones a la luz de su participación en el kirchnerismo, estas lograron -con vaivenes coyunturales-posicionarse como sujetos políticos con capacidad de intervenir en el espacio público, instalar demandas y debates, generar nuevas formas de participación y discutir algunos supuestos respecto de la representación política. Es cierto que el kirchnerismo brindó esas oportunidades identitarias y favoreció la apropiación del peronismo de organizaciones,12 pero también lo es que la recreación de la gramática movimentista fue posible por la decisión de aquellas.

La CGT

En los primeros años del kirchnerismo, por la efervescencia transversal y la situación interna en la Confederación General del Trabajo, el gobierno se relacionó estrechamente con la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA). A su vez, dirigentes como Edgardo Depetri quien tenía una relación estrecha con Kirchner desde su militancia en el sindicato de mineros de Santa Cruz y pertenecía a la Central abogaban por la consolidación de dichas relaciones (Da Silva 2012). Para Lucca este "reconocimiento preferencial de la CTA como interlocutor sindical" (2011:9) se evidenciaba en varias cuestiones: la designación de Daniel Filmus en el ministerio de Educación, la buena relación mantenida con CTERA (CTA) y la apertura de la discusión sobre el histórico reclamo de libertad sindical con la consecuente "reforma de la estructura sindical vigente en la Ley de Asociaciones Sindicales para modificar la unicidad sindical de la personería gremial por rama de actividad" (2011:9).

Sin embargo, esta situación cambió en 2005 a propósito de la asunción de Hugo Moyano -dirigente de la Federación de Choferes de Camioneros- a la secretaría general de la CGT. Si bien con este la relación siempre había sido buena, las controversias internas al interior de la central obrera habían dificultado la construcción de un vínculo entre ambos.

Recapitulando, en 2004 se produjo el proceso de unificación de las dos CGT: la oficial comandada por el sector conocido como "los gordos" y la CGT Rebelde. En el primer grupo se incluían: Armando Cavalieri (Comercio), Oscar Lescano (Luz y Fuerza), Carlos West Ocampo (Sanidad), Rodolfo Daer (Alimentación), José Pedraza (Unión Ferroviaria), Vicente Mastrocola (Plásticos), Reynaldo Hermoso (Químicos) y Domingo Petrecca (Sindicato de Cementerios) (Godio y Robles, 2008). Estos habían apoyado las políticas neoliberales, mediando los intereses de las grandes empresas privatizadas, incluso contra los de sus representados. La CGT Rebelde se componía básicamente del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTA); esta se constituyó a mediados de los noventa como una corriente interna hasta su escisión en 1998 a propósito de la reticencia de "los gordos" de oponerse enérgicamente a los proyectos de precarización laboral impulsados por el menemismo en su ocaso. En este sentido, el MTA había entablado relaciones con la CTA, con quien llevó adelante varios planes de lucha contra el neoliberalismo. El MTA estaba conformado por: Juan Manuel Palacios (Unión Tranviaria Automotor),13 Jorge Viviani (Peones de taxis), Julio Piumato (Judiciales), Gerónimo Venegas (Unión de Trabajadores Rurales), Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), Omar Maturano (La Fraternidad), Patricia Mártires (Entidades Deportivas y Civiles), Amadeo Genta (Municipales Porteños), Luis Pérez (Seguros), Abel Frutos (Panaderos), Omar Suárez (Obreros Marítimos) y Natalia Baso (Madera). La posibilidad de la unificación fue producto de la estrategia de conciliación llevada adelante por el sector conocido como "independiente", integrado por José Rodríguez (SMATA), Antonio Caló (UOM), Gerardo Martínez (UOCRA) y Andrés Rodríguez (UPCN). Un cuarto sector, denominado "menemista" se constituía por Luis Barrionuevo (Gastronómicos) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias).

En julio de 2004, y como parte del proceso de reunificación, se conformó una conducción tripartita "de transición"14 integrada por Susana Rueda (secretaria de Prensa y Propaganda de la Federación de Sanidad), Hugo Moyano y José Luis Lingeri, en representación de "los gordos", el MTA y menemistas respectivamente. El objetivo del triunvirato era resolver en el plazo de un año el proceso de elecciones internas que contuviera a todos los sectores. Pocos días después, el triunvirato y dirigentes del Secretariado se reunieron con Kirchner y los ministros Carlos Tomada (Trabajo), Julio De Vido (Planificación) y Alberto Fernández (Jefe de Gabinete). Los sindicalistas le pidieron "la convocatoria al Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil para aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores",15 a cambio Kirchner solicitó que la CGT se ocupara de capacitar a los desocupados beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados para contribuir a su reincorporación al mundo del traba-jo.16 Más allá de estos gestos, lo cierto es que había reticencias tanto del kirchnerismo como de algunos sectores sindicales (especialmente de "los gordos") en fortalecer los vínculos (Godio y Robles 2008).

Un año después, el 7 de junio de 2005 y pese a las reticencias de "los gordos", se realizó una reunión de la CGT donde se decidió que Moyano asumiera la secretaría general a partir del 14 de julio. Esta expresaba la alianza entre el MTA y los "independientes".17 Por su parte, los "gordos" no asistieron, indicaron que no ocuparían cargos directivos, pero no hablaron de una ruptura. De manera que el moyanismo ocupó la secretaría general, esta y los otros dos sectores (menemistas e independientes) el Secretariado, mientras todos siguen perteneciendo al Comité Central Confederal (CCC).

En este contexto, e indudablemente por la presencia de Moyano, se profundizó el acercamiento que la CGT unificada había tenido con Kirchner. Así se revirtió el proceso identificado por Lucca (2011) respecto que en los dos primeros años de gobierno la relación del entonces presidente con el mundo sindical había sido distante. La alianza con Moyano permitió integrar a los trabajadores formales sindicalizados en el proceso político kirchnerista.

PJ y Transversalidad

Si bien ya en 2003 Kirchner había iniciado su convocatoria a dirigentes sociales, políticos y sindicales, 2004 fue clave para la Transversalidad. Son indicativos tres acontecimientos: el encuentro nacional de la mi-litancia (11 de marzo), el acto por la memoria (24 de marzo) y el congreso partidario del PJ Nacional (26 de marzo). Si se recapitulan estos acontecimientos, la hipótesis que indicaba la pretensión de Kirchner de construir una fuerza política sin el PJ no puede sostenerse, más bien se orientaba a la construcción de una coalición "de cuerpo peronista (¡renovado!) con varias patas de otra procedencia" (Kirchner en Kirchner y Di Tella 2003:19). En este sentido, el propósito de Kirchner no consistía en la desaparición del PJ, sino en subordinarlo a su proyecto. Veamos porqué.

El Encuentro Nacional de la Militancia se realizó en una fecha clave para la izquierda peronista: la asunción presidencial de Héctor Cámpora en 1973. Este acto fue el primero de reunión del espacio kirchnerista luego de la asunción de Kirchner y se repetiría sucesivamente en los años venideros. Inicialmente no estaba prevista la participación de dirigentes peronistas; sin embargo por iniciativa del entonces presidente fueron invitados los gobernadores Felipe Solá (Buenos Aires), Eduardo Fellner (Jujuy), José Alperovich (Tucumán), Mario Das Neves (Chubut), Sergio Acevedo (Santa Cruz) y Carlos Rovira (Misiones); los intendentes del Conurbano: Julio Pereyra (Florencio Varela), Julio Alak (La Plata), Hugo Curto (Tres de Febrero), Gerardo Amieyro (San Fernando), Sergio Villordo (Quilmes), Baldomero Álvarez (Avellaneda), Alberto Descalzo (Ituzaingo) y Alberto Balestrini (La Matanza). Como parte de un ritual que se repetiría en otros actos asistieron los funcionarios: Oscar Parrilli (secretario general), Daniel Filmus (ministro de Educación), José Pampuro (ministro de Defensa), Carlos Tomada (ministro de Trabajo), Alicia Kirchner (ministra de Desarrollo Social), Gustavo Beliz (ministro de Justicia), el vicecanciller Jorge Taiana, Eduardo Luis Duhalde (secretaria de Derechos Humanos). Legisladores del bloque del Frente para la Victoria: Miguel Bonasso, Carlos Kunkel y Marcelo Fuentes.18

El acto de apertura estuvo a cargo de Cristina Fernández de Kirchner. Luego de un homenaje a Cámpora, se organizaron comisiones para discutir los siguientes temas: "la calidad institucional de la República", "el rol del Estado en la nueva realidad argentina", "el rol del legislador en la emergencia política", "Nación, provincias y municipios: la Argentina que viene". La composición de estas era mixta, es decir participaron funcionarios, dirigentes políticos e integrantes de organizaciones. Kirchner pronunció el discurso de cierre donde ratificó el rumbo del gobierno respecto la quita de la deuda externa que se estaba negociando con acreedores internacionales privados.

El segundo acontecimiento, fue el 24 de marzo. Por la mañana, Kirchner encabezó un acto en el Colegio Militar donde presenció el retiro de los cuadros de los genocidas Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone. Por la tarde y por un convenio con el entonces Jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, la ciudad le cedió al gobierno nacional el predio donde funcionara el Centro Clandestino de Detención de Personas "Escuela de Mecánica de la Armada" (ESMA) para la construcción de un sitio de la memoria y de promoción de derechos humanos. La iniciativa había surgido del propio Kirchner que se lo había planteado a los organismos de Derechos Humanos. Además de estos, participaron organizaciones sociales, territoriales, culturales y la CTA. Durante el acto, luego de la intervención de H.I.J.O.S. en representación de los organismos históricos19 y de Juan Cabandié, nieto restituido y nacido durante el cautiverio de su madre en la ESMA, tomó la palabra el entonces presidente, allí pronunció palabras que marcarían un antes y un después respecto del tratamiento de los derechos humanos por parte del estado argentino, por un lado, y constituyó un hito para el kirchnerismo como movimiento, por el otro. Tal vez la frase que sintetiza ese punto de inflexión es la siguiente: "vengo a pedir perdón en nombre del estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades".20

Si bien Kirchner había pensando en una convocatoria amplia que incluyera a los gobernadores del PJ, los organismos de derechos humanos exigieron a cambio de su presencia que aquellos no estuvieran presentes.21 A raíz de la concesión a dicho requerimiento, se agudizó el conflicto con dirigentes pejotistas a días del congreso normalizador. Concretamente, el 24 de marzo los gobernadores Jorge Obeid (Santa Fe), Felipe Solá (Buenos Aires), José Manuel De La Sota (Córdoba), Carlos Verna (La Pampa) publicaron la solicitada "Nunca Más", donde denunciaban que no habían sido invitados a la inauguración del sitio de la memoria en la ex ESMA y adujeron "discriminación ideológica".22

En ese contexto, tuvo lugar el 26 el congreso partidario del PJ Nacional acordado entre Kirchner y Duhalde. Siguiendo a Godio y Robles, el PJ para ese entonces "era un partido dividido entre dos grandes polos: conservadores populistas y neodesarrollistas" (2008: 29). Por ello, el acuerdo implicaba el llamado a elecciones internas, la depuración de los padrones, pero fundamentalmente el desplazamiento de los dirigentes menemistas de los espacios de conducción; en este sentido, ambos habían acordado que el jujeño Eduardo Fellner asumiera la presidencia partidaria.23 Aun cuando había comprometido su presencia, Kirchner finalmente no asistió justificando que "tenía preocupaciones más importantes";24 en su lugar lo hizo Cristina Fernández.

Del encuentro participaron congresales de doce de las catorce provincias que gobernaba el PJ, a excepción de Santiago del Estero y San Luis, que acusaron problemas internos. Durante el acto, dirigentes kirch-neristas y especialmente Fernández de Kirchner fueron abucheados por participantes que le gritaban: "Traidores, infiltrados, viva Perón",25 esos descalificativos iban a colación de la reivindicación de Kirchner respecto de la militancia setentista, especial de la Juventud Peronista, alineada a Montoneros, y en consecuencia opuesta al peronismo de derecha, reivindicado por dirigentes duhaldistas. Incluso, Hilda de Du-halde advirtió lo siguiente: "no podemos dejar una puerta abierta para que ningún compañero trasnochado crea que puede tener un proyecto serio fuera del justicialismo".26 Además de la elección de Fellner como presidente, se eligieron cuatro vicepresidentes: Obeid, Solá, Das Neves y Juan Carlos Romero; como vocales fueron designados Scioli -en ese entonces vicepresidente-, De La Sota, María Inés Torrontegui y Luis Barrionuevo. La conducción se integró por los secretarios General, Juan Carlos Camaño; Político, Jorge Busti; de Interior, Gildo Insfrán; de Relaciones Internacionales, José Luis Gioja; de Derechos Humanos, Sergio Acevedo; de Finanzas, José Alperovich; de la Mujer, el Menor y la Familia, Hilda "Chiche" González; de Relaciones Institucionales, Carlos Verna; de Organización, Olga Ruitort; de Asuntos Parlamentarios, José María Díaz Bancalari; y de regionalización, Angel Mazza.27

Las tensiones generadas entre duhaldistas y kirchneristas fueron determinantes para el alejamiento de Kirchner y su intervención para que Solá, Gioja, Das Neves, Busti, Insfrán y Alperovich presentaran sus renuncias.

Respecto de este proceso, hay que hacer algunas observaciones. La primera es que la ausencia de Kirchner en el congreso partidario no debe interpretarse como un desinterés ni tampoco atribuírseles a las tensiones emergentes a propósito del acto realizado el 24 de marzo, sino en un sentido más amplio por la conducción partidaria. En otras palabras, los conflictos entre el entonces presidente y los gobernadores deben entenderse también por la progresiva declinación de la gravitación de la Liga de Gobernadores, que había cobrado relevancia durante la presidencia provisional de Duhalde en el contexto de un sistema político en crisis. Los gobernadores no sólo reclamaban participar de las principales decisiones sino que intentaban boicotear la buena relación que Kirchner mantenía con Hermes Binner y Luis Juez opositores a Obeid y De La Sota en Santa Fe y Córdoba respectivamente. Asimismo, el duhaldis-mo se rehusaba a declinar de los lugares políticos que mantenían en el ejecutivo. La segunda observación, es que ante la imposibilidad de conducir el PJ, Kirchner decidiera su "vaciamiento" como estrategia para aislar a sus adversarios políticos. Si bien ambas cuestiones contribuyeron a reforzar el imaginario en torno a la importancia de la transversa-lidad, no implicaban apartar al PJ de su estrategia para 2005. No hay que ignorar que, Kirchner legitimaba su posición de cara a la sociedad cuestionando al PJ al caracterizarlo como intolerante, reacio al debate y al cambio que requería la sociedad desde 2001.

La situación interna del PJ mantuvo su ritmo agitado. Por un lado, y relacionado con la alianza Kirchner- Duhalde, si durante 2004 habían emergido las primeras tensiones, el 2005 fue el año de rupturas y realineamientos. Según Lucca (2011) esto se evidenció en el prematuro lanzamiento de la candidatura de Hilda de Duhalde en marzo de ese año en el sector auto definido "Lealtad" mientras que en junio se oficializó la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner por el "Frente Peronista para la Victoria", impulsada por el entonces gobernador Solá. Aunque esa polarización no fue homogénea a nivel nacional,28 lo cierto es que la victoria del kirchnerismo en las elecciones de 2005 en la provincia de Buenos Aires contra la fórmula duhaldista irradió al resto de los distritos y a aquellos sectores que hasta entonces habían "jugado" con Du-halde empezaron a realinearse con el gobierno nacional. Por otro lado, sectores que habían quedado afuera de la alianza Kirchner- Duhalde presionaban por la reorganización partidaria. El dirigente más activo en este sentido, fue Rodríguez Saa, quien realizó varias presentaciones judiciales con el fin de reanudar la actividad partidaria, especialmente en lo concerniente al llamado de elecciones internas, la depuración de los padrones y la apertura del proceso de afiliación. Incluso, en abril de 2006, Rodríguez Saa organizó un plenario con dirigentes justicialistas, en el cual se elaboró el documento "Por una conducción legítima del Partido Justicialista".29

Las elecciones legislativas de 2005 en este marco fueron fundamentales para la construcción de un liderazgo unificado en torno a la figura de Kirchner y la posibilidad de concretar ese proyecto de un movimiento político que con cuerpo peronista reuniera a dirigentes de otros sectores políticos.

Reflexiones provisorias

El objetivo de este articulo ha sido reflexionar sobre el proceso kirch-nerista, específicamente en su estatuto como movimiento político. Para pensar en esto, se consideraron dos cuestiones. La primera es que en el kirchnerismo confluyeron tres afluentes: las organizaciones sociales y territoriales, la CGT y la político-partidaria. La primera fue fundamental para contener las demandas insatisfechas que habían surgido en el ciclo de movilización contra el neoliberalismo; la segunda para incluir a los trabajadores formales sindicalizados y así acentuar el modelo K neo-desarrollista compensando fuerzas entre los trabajadores y el capital. Y el último, conformada por la transversalidad y el PJ con el objetivo de incluir las demandas orientadas a la renovación política luego de la crisis de legitimidad de 2001.

Estos afluentes se organizaron bajo la conducción de Kirchner, quien se había propuesto conformar un espacio político de cuerpo peronista pero con patas de diversas procedencias. En este sentido, es apresurado concluir el fracaso de la Transversalidad aduciendo como único argumento que Kirchner asumió la conducción del PJ. Por el contrario, visto en perspectiva, dicho proyecto fue exitoso ya que permitió reor-denar el espacio militante tanto para las organizaciones sociales como sindicales generando nuevos alineamientos. Asimismo, favoreció que la herramienta electoral kirchnerista, el Frente para la Victoria, incluyera a diversos partidos. Por último, y no menos importante, nutrió al gobierno de funcionarios y legisladores, esenciales para cualquier administración del estado y necesarios para reemplazar a funcionarios pertenecientes al duhaldismo.

Ese espacio quedó cristalizado como se mencionó para el tercer aniversario del gobierno en mayo de 2006. Ese día en la plaza confluyeron: organizaciones sociales, frentes kirchneristas, organismos de derechos humanos, sindicatos, partidos políticos e intendentes del Conurbano bonaerense que se pasaron al kirchnerismo luego de la victoria electoral de 2005. La importancia de este acto no sólo fue legitimar la acción de gobierno, instalar la idea de relección o, al menos, de continuidad del proyecto político sino también contar fuerza, delinear el mapa de la tropa propia. En definitiva, fue este espacio el que propició el triunfo electoral en las presidenciales de 2007.

En este marco, se asistió a la recreación de la gramática movimentista en el sentido de revisar las formas de participación, los mecanismos de representación y los dispositivos de legitimación. Respecto de las primeras, las organizaciones (sociales y sindicales) acuñaron una frase que sintetiza el cambio de época: el salto a la política en el sentido de la posibilidad de salir del reclamo sectorial y universalizar sus demandas. En otras palabras, se trata de la posibilidad de institucionalizar los cambios bajo la forma de derechos o de políticas públicas. Sobre los mecanismos de representación, la idea fue la de puente, es decir la constitución de las organizaciones como mediaciones de los sectores que representan. Por último, los dispositivos de legitimidad algo se mencionó en vinculación al acto de mayo de 2006, la característica que se identificó perfectamente podría trasladarse a otros actos. Lo cierto es que el kirchnerismo puso en escena un ejercicio eminentemente plebiscitario, donde los avales y críticas se plasmaron por fuera del sistema político, en general en manifestaciones callejeras o en actos públicos. De todas maneras, esto no debe entenderse como un rechazo de las organizaciones a las instituciones, su participación en elecciones, definición y ejecución de políticas públicas demuestra lo contrario. En todo caso, podríamos concluir que se trató de un cuestionamiento a una manera de entender la institución como la preponderancia de la representación por sobre las otras dos dimensiones.

Estas transformaciones no sólo hubiesen sido posible por la sola interpelación de Kirchner, sino que tuvieron lugar por la decisión de las organizaciones involucradas.

Por último, una mención a la relación entre el kirchnerismo y el peronismo. Algunas semejanzas son identificadas por Torre, entre ellas que tanto Perón por el modo en que llegaron al gobierno intentaron la construcción de poder político desde arriba; su instalación como outsiders de la política, una serie de demandas insatisfechas, la fluidez de las ofertas partidarias, la cooptación de dirigentes (sindicales en el caso de Perón, piqueteros en el de Kirchner). Algunas de estas cuestiones han sido revisadas en el artículo; por lo que quisiera detenerme en una diferencia sustancial: el peronismo clásico no tenía "como competencia" a una tradición tan arraigada en los sectores populares como si la tuvo el kirchnerismo. Es decir, este último se encontró con sujetos sociales que reconocían en el peronismo una performatividad política significativa, este aún activaba el imaginario de la integración de los sectores populares a la vida política y en este sentido, aquel se constituyó como el espejo con el cual sopesar las decisiones del gobierno, sus avances y retrocesos. A raíz de esta cuestión, es atribuible que Kirchner no haya planteado la conformación de un nuevo movimiento, incluso que más de una vez haya dicho que los tildaban de kirchneristas para bajarles el precio.

Antes de finalizar, y a modo de breve epílogo, cabe señalar que durante 2008 se produjeron cambios significativos. Por lo menos dos. El primero, la decisión de Kirchner de asumir la presidencia del PJ. Los corolarios fueron importantes, por un lado, se fortaleció su alianza con el moyanismo y con las organizaciones nacional-popular; por otro, se resquebrajaron los lazos con los sectores más desconfiados, como Libres del Sur, CTA, etc. El segundo cambio, fue el conflicto a partir de la resolución 125/08 que reorganizaba las retenciones para el sector agropecuario. La reacción de las patronales fue de tal magnitud que puso en vilo la continuidad del gobierno pero también del propio kirchnerismo en tanto se produjeron deserciones y realineamientos. Parcialmente estos permiten explicar la derrota electoral en 2009 aun cuando Néstor Kirchner liderara la lista de diputados por la provincia de Buenos Aires. La agilidad política con que el kirchnerismo se reactivó instalando nuevos problemas y la repentina muerte del ex presidente trastocaron la dinámica política.

En esas coyunturas, la discusión respecto de la relación entre el peronismo y el kirchnerismo sigue latente, incluso muchos conflictos intra espacio podrían explicarse a partir de cómo piensan al peronismo y en que medida es posible construir una interpelación política sobre él. Por ello, es importante avanzar con siguientes periodizaciones que permitan dilucidar los puntos de inflexión y sus correlativos desplazamientos discursivos y políticos.

Notas

1. Cabe destacar que se tratarán, por el período abordado, aquellas organizaciones de tradición piquetera con trabajo territorial que se adhirieron al kirchnerismo.

2. El término izquierda peronista sirve para referenciar a un conjunto de organizaciones que tuvieron lugar en los años sesenta y setenta. En general, se reivindicaban peronistas pero sostenían algunos postulados propios de la izquierda, como el socialismo.

3. El Grupo Calafate se conformó en 1998, a partir de 1999 empezó a reunir a sectores del justicialismo disconformes con el duhaldismo y sobre todo con la gestión de Carlos Ruckauf en la gobernación de Buenos Aires. Muchos de los grupos que se nuclearon no tenían funcionarios o legisladores aunque si trabajo territorial y relaciones con otras organizaciones. En tal sentido, se produjo una amalgama entre sectores con representación política institucional y otros de trabajo territorial que permitió delinear la posibilidad de construir un proyecto político con la ambición de gobernar la Argentina.

4. Vale aclarar que el autor escribió el artículo antes de las elecciones legislativas de 2005.

5. Las palabras propias de las organizaciones, denominadas nativas, están en cursiva para su clara identificación.

6. Esta noción de oportunidades identitarias ha sigo pensada bajo conceptos diferentes en los estudios de la acción colectiva y la protesta social, a saber: representaciones colectivas, mundosvida, mundos-pensamientos, creencias colectivas.

7. Además de las cuatro organizaciones mencionadas, también firmaron el documento una serie de agrupaciones que pueden encontrarse en Pérez y Natalucci (2012).

8. Este documento fue firmado por el Frente De Organizaciones Populares, aclarando que organizaciones lo integraban, a saber: Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV), Movimiento Barrios de Pie, Frente Transversal Nacional y Popular, MTD Evita, Movimiento por la Victoria del Pueblo, Partido Comunista Congreso Extraordinario, Frente de Trabajadores Desocupados Eva Perón, POR Posadista, Movimiento 26 de Julio, Encuentro Social y Solidario y Movimiento Barrial Octubres.

9. "Creemos que nada de esto se podrá alcanzar al amparo de la vieja política y la práctica clientelar de los viejos partidos. Que es necesario superarlas y avanzar hacia la construcción de una nueva representación de las mayorías populares. Que hay que construir lo nuevo incluyendo también lo mejor de lo viejo. Pero nada nuevo podrá nacer en la política argentina reciclan-do una vez más a los protagonistas de siempre, cuestionados por la mayoría del pueblo argentino. Ni puede ser tarea de ensayos progresistas impedidos de comprender la naturaleza del movimiento popular. Por eso resulta imprescindible reconocer el papel de los dirigentes y las fuerzas sociales moldeadas durante la resistencia al modelo neoliberal, a la hora de encarar una nueva construcción política que nos permita avanzar en la transformación de nuestra sociedad" (Documento "Por la recuperación del Trabajo y la Justicia Social. Fuerza Cro. Presidente Néstor Kirchner!!!").

10. El documento fue firmado por el FOP y por las siguientes organizaciones: Federación de Tierra y Vivienda (FTV), Movimiento Barrios de Pie, Frente Transversal Nacional y Popular, MTD Evita, Movimiento por la Victoria del Pueblo, Partido Comunista Congreso Extraordinario, Encuentro Social y Solidario, POR Posadista, MP 20, Movimiento 26 de Julio, Primero la Patria, Movimiento Barrial Octubres.

11. Por una cuestión de espacio no podré explayarme en esas experiencias, se sugiere la lectura de Natalucci (2012) para el primer caso y de Natalucci (2011) y Schuttemberg (2012) para el segundo.

12. En una entrevista a la autora en 2011, un dirigente mencionó que "así como Kirchner le devolvió la política a la juventud, a nosotros nos devolvió el orgullo de ser peronistas".

13. Palacios se retiró de la UTA en 2006. Su sucesor, Roberto Fernández, nunca tuvo buena relación con Moyano, por lo que la UTA se separó del MTA y luego del moyanismo.

14. http://www.lanacion.com. ar/6l8429-se-unifico-la-cgAcceso el 6 junio de 2012.

15. http://www.lanacion.com. ar/620162-la-nueva-cgt-le-reclamo-a-kirchner-aumento-de-salarios Acceso el 6 junio de 2012.

16. http://www.lanacion.com. ar/620390-kirchner-pidio-a-la-cgt-que-capacite-a-los-desocupados Acceso el 6 junio de 2012.

17. Hasta entonces existía una conducción tripartita luego de la reunificación producida en 2004, compuesta por Susana Rueda, Moyano y José Luis Lingeri, en representación de los gordos, MTA y menemistas respectivamente. En junio de 2005, se produjo una reunión de la CGT; aunque los "gordos" no asistieron e indicaron que no ocuparían cargos directivos no hubo menciones a una posible ruptura. En este contexto, el 7 de junio durante una reunión se decidió que Moyano asumiera la secretaría general. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-52122-2005-06-08. html Acceso el 7 junio de 2012.

18. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-32530-2004-03-11.html y http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-32581-2004-03-12. html#arriba [Acceso el 7 junio de 2012].

19. Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, CELS, SERPAJ y APDH.

20. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-33243-2004-03-25.html [Acceso el 7 junio de 2012].

21. Hebe de Bonafini de la Asociación Madres de Plaza de Mayo declaró a la prensa: "Si van ellos, no iremos nosotros". Disponible en: http://edant.clarin.com/diario/2004/03/24/p-00301.htm [Acceso el 8 junio de 2012].

22. Disponible en: http://edant.clarin. com/diario/2004/03/24/p-00301. htm [Acceso el 8 junio de 2012] y http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-33231-2004-03-25. html [Acceso el 7 junio de 2012].

25. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/el-pais/1-33333-2004-03-27.html [Acceso el 7 junio de 2012].

26. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/el-pais/1-33333-2004-03-27.html [Acceso el 7 junio de 2012].

27. Disponible en: http://www.pa-gina12.com.ar/diario/elpais/sub-notas/33333-11746-2004-03-27. html [Acceso el 7 junio de 2012].

28. Para una reconstrucción de ese mapa consultar Cherny, Feierherd y Novaro (2010) y Lucca (2011).

29. Entre otras cuestiones, el dirigente se reunió con Kirchner y denunció al Estado Argentino ante Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) aduciendo que el gobierno nacional proscribía al PJ.Esta reconstrucción fue realizada a partir de una presentación que Rodríguez Saa presentó ante la CIDH y que consta en el expediente "RODRIGUEZ SAA ADOLFO s/ SOLICITA CONVOCATORIA A ELECCIONES INTERNAS - P.J. - ORDEN NACIONAL" (EXPTE N° 1-735-07) a cargo de la jue-za Servini de Cubría. Disponible en:http://www.mnypcapital.com.ar/sitio2/reorganizacion/doc_reclamos/070123 pres CIDH.htm [Acceso el 4 junio de 2012].

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