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Apuntes de investigación del CECYP

versión On-line ISSN 1851-9814

Apunt. investig. CECYP  no.21 Buenos Aires jun. 2012

 

LECTURAS EN DEBATE

Ser o no ser. Qué hacer con Perón y el peronismo *

 

José M. Casco**

*A propósito de la revista Pasado y Presente (2ª etapa). Una versión de este trabajo está publicada en Prismas vol. 18, nro. 2.
** Universidad Nacional de La Matanza.


 

Hacia fines de los años sesenta y principios de los años setenta a los sectores de la llamada "Nueva Izquierda" se les presentó un dilema difícil de resolver, que si bien venía de tiempo antes, cobró fuerzas en una coyuntura política muy peculiar. Dicho dilema podría ser traducido en la siguiente pregunta ¿Qué hacer con Perón y el peronismo? El predicamento del viejo caudillo sobre los sectores obreros y las masas populares los colocaba en una posición incómoda, de ahí que varios grupos de intelectuales así como diferentes partidos, se enfrentaron con ese elemento que se volvió crucial. En efecto, el dilema era difícil de resolver porque si se lo combatía, se corría el L riesgo de alejarse de las masas que era el objetivo primordial para darle cauce a un programa socialista, por otra parte, hacer seguidísimo de Perón y el peronismo tenía el riesgo de desnaturalizar el programa político y caer en las garras de un nacionalismo burgués que no cambiaría las bases de la sociedad. Así, las polémicas, no exentas de rupturas, vaivenes y ambigüedades aparecieron como una marca de época de ese sector ideológico.

Aquí recorremos algunas de las posturas que sobre ese problema se planteo la revista Pasado y Presente1 en la ardiente coyuntura política de 1973, cuando el Peronismo volvió al poder y derrotó a las Fuerzas Armadas que habían hecho lo imposible para borrarlo del mapa 2. político, y cuando las contradicciones dentro del movimientos se agudizaban de un modo dramático.

Pasado y Presente era una revista de una formación intelectual agrupada en el mundo ideológico de la "Nueva Izquierda", que tuvo una actuación saliente por esos años. Sus integrantes habían ganado fama cuando a principios de los años sesenta fueron expulsados del Partido Comunista por querer introducir innovaciones ideológicas en la orientación cultural del Partido.2 La revista editó nueve números entre 1963 y 1965 y en 1973, como parte de su segunda etapa, publicó dos números más. En la primera etapa, los temas teóricos tienen una importante resonancia en la publicación, como parte de ese impulso de renovación que señalamos. En 1973, en cambio, la cuestión política y la coyuntura van a ganar mucho espacio entre sus preocupaciones al punto que sus editoriales estarán dedicados exclusivamente a la cuestión política. Pero la forma en que Pasado y Presente va a enfocar la cuestión peronista ya estaba establecida en sus núcleos centrales en el final de su primera etapa. Como parte de ese programa de renovación de la cultura de izquierda que incluía una relectura del peronismo a contrapelo de la que hacían los partidos tradicionales.

En su primera época, la atención también se concentrará en la organización política dentro de la fábrica para examinar las condiciones de su potencial revolucionario. En esa dirección, la lectura de los nuevos "dellavolpianos"3, sobre todo los nucleados en la publicación Quaderni Rossi, van a torcer el rumbo de la mirada marxista tradicional acerca de las tareas que deben llevar a cabo la clase obrera y los intelectuales para una estrategia socialista, así como también el diagnostico sobre el proceso capitalista . Van a apartarse, de ese modo, de la teoría leninista tradicional sobre la vanguardia obrera y, en cambio, harán foco en las premisas de los teóricos italianos sobre el control de fábrica bajo la modalidad de células. En ese sentido, el Gramsci que en los años veinte editaba el Ordino Novo retratando la experiencia de control obrero en las fábricas del Turín, será una guía clave para la estrategia que, según Pasado y Presente, debían llevar adelante los grupos nucleados en la izquierda en Argentina para afrontar una coyuntura que se leía como pre revolucionaria aun cuando esta lectura no dejaba de estar exenta de reparos. En efecto, desde 1969 (por la irrupción del "Cordobazo"), según los pasadopresentistas, las luchas obreras se habían intensificado y las dictaduras militares habían llegado al fin de su ciclo político con el retorno del peronismo al poder. En esa coyuntura, los intelectuales nucleados en la revista volvían a la carga y buscaban erigirse como un centro de irradiación ideológico político para una estrategia obrera y socialista.4

En el número uno de su segunda etapa, apuntados sobre ese diagnóstico, en un largo editorial5 "La larga marcha al socialismo", afirmaban que el triunfo del 11 de marzo del camporismo abría la posibilidad para la instauración de un poder revolucionario y socialista. Pero al mismo tiempo, señalaban que no se podía dejar de estar alerta. El Peronismo contenía en su seno todas las contradicciones caras a un movimiento nacionalista, porque allí se alojaban tanto el ala derecha como el ala izquierda en la puja por el poder. Para los editorialistas, de lo que se trataba era de crear las condiciones para la construcción de un poder obrero autónomo erigido sobre la base de un nuevo bloque histórico revolucionario donde convergieran todas las tendencias anti capitalistas. Pero las masas populares, y la clase obrera en particular, adherían al peronismo. Pasado y Presente partía de esa constatación reconociendo que allí la clase obrera había hecho su entrada al escenario político y había alcanzado sus reivindicaciones por tanto tiempo postergadas.6

Con ese diagnostico, lo que postulaban era la construcción una dialéctica política que diera como resultado una síntesis en una futura sociedad socialista que acompañara el curso mundial en esa dirección. Pasado y Presente venía a discutir en detalle las formas que debía cobrar esa dialéctica. Y esto en virtud de que el movimiento peronista era caracterizado desde una doble perspectiva. Por un lado, como el movimiento que durante su proscripción y desde su base de sustentación, los trabajadores, había sido el centro aglutinante de la resistencia al capital monopolista y al imperialismo que penetró con fuerza luego de 1955 en el país. Por otro, sosteniendo que la adhesión de la clase obrera al peronismo debía ser entendida como un momento de su desarrollo hacia la consolidación de su autoconciencia como alternativa política autónoma, ese proceso hacia posible que ese movimiento nacional deviniera de liberación y de signo socialista. Pero si antes la clase obrera había estado subordinada a los sectores hegemónicos del Partido y a las negociaciones de la burocracia sindical durante "la resistencia", el triunfo del 11 de marzo abría las puertas para que "la lucha de clases arranque de nuevos niveles, para que los sectores populares puedan lanzar en mejores condiciones, aprovechando el contraste que sufrió el enemigo, una etapa de ofensiva hacia la revolución socialista".7 Pero ese abre puertas no debía ser tomado como un triunfo sin más, porque las fuerzas derrotadas, advertía el editorial, a pesar de su retroceso se reagruparían incluso con sectores que participaron de la coalición triunfante en las elecciones del 11 de marzo.

 

Esa prudencia, sin embargo, no empaña en nada el juicio que este largo editorial político sobre el que nos basamos nos deja advertir: que los tiempos se habían vuelto rápidos, hecho que la lectura de la revista muestra de modo elocuente por el optimismo que denota al referirse al potencial de las fuerzas de izquierda. Por otro lado, que ese optimismo hacía creer que la larga marcha hacia el socialismo, a pesar de sus retrocesos y contramarchas, era inexorable. Y no solo lo mostraba el grupo aglutinado en torno de Pasado y Presente, tanto las polémicas hacia dentro como hacia fuera de los sectores de izquierda con el peronismo, muestra como ese arco ideológico protagonizaba lo que se consideraba la antesala del socialismo.8

Volviendo al núcleo que nos ocupa, hacia el final de su largo editorial Pasado y Presente dará un paso más en el diagnóstico que describimos. Sostendrá, por un lado, que el FREJULI, la coalición triunfante el 11 de marzo, encontrará un límite a sus ambiciones políticas por mantenerse dentro de los márgenes que los sectores dominantes y sus aliados le trazaron a la política nacional; pero por el otro, dirá también que sus núcleos más activos y combativos en la búsqueda de profundizar la impugnación a los sectores imperialistas y monopolistas, avanzan tras la consigna de que gobernar es movilizar, buscando acentuar los contenidos socialistas que se venían desplegando desde 1966.

Y este diagnostico avanzaba en esa dirección debido a que en lo que respecta a la izquierda, incluido el sindicalismo clasista que hacía su experiencia mas fuerte en Córdoba, era visto como un movimiento que, al no acompañar las opciones políticas que se daba la clase obrera en su lucha contra el capital monopolista, arribaba al fracaso de todas sus opciones. En efecto, en un largo análisis la experiencia de Sitrac Sitram, así como la de los grupos de izquierda revolucionarios que se hallaban por fuera del peronismo, son sentenciados por sus estrategias vanguardistas y externas respecto de los sectores obreros. De ahí que el peronismo debía ser la base por donde comenzar a construir la estrategia socialista, una política por fuera del movimiento liderado por Perón no tendía a otra cosa que no fuera al fracaso. Sostenían finalmente, que no podía irse contra las multitudes, que toda estrategia política que no acompañara sus elecciones estaba destinadas al fracaso, como la táctica del voto en blanco que pusieron en marcha en las elecciones y que no hizo otra cosa que aislarlos de las masas peronistas.9 Una vez más, el grupo se asignaba el papel de guía ideológico político de la izquierda, al modo de un intelectual esa metáfora sobre el Partido que habían aprendido de Gramsci quedaba colocada en sus sentencias.

En el siguiente número, doble, que abarcaba la segunda mitad del año, se registran los acontecimientos que van desde la asunción de Campora y su caída, hasta la vuelta de Perón a la presidencia y los acontecimientos del mes de diciembre de 1973. La primera afirmación contundente que se desliza en su (nuevamente) largo editorial, es que la lucha de clase se ha desplazado al interior del peronismo. Tanto la renuncia de Campora como la "matanza de Ezeiza" mostraban, de acuerdo con los editores, como las contradicciones estallaban dentro del movimiento nacionalista y como el peronismo alojaba una derecha que pugnaba por renegociar los términos de la dependencia y una izquierda con contenidos revolucionarios y socialistas. En ese sentido, el papel de Perón era decisivo, ya no podía sostenerse la hipótesis de que éste era "usado" por la burocracia o estaba cercado por su entorno más íntimo.10 Para ello el editorial reproducía los discursos en donde Perón mostraba, a su juicio, la coherencia de un programa de reconstrucción nacional tanto político como económico. Por ello, Perón buscaba una salida intermedia que le arrancara concesiones a las clases dominantes y para ello desmovilizaba a los sectores radicales del movimiento más activos que luchaban por una salida socialista. Así, todo lo progresista y todo lo que se había ganado en dirección a romper la dependencia iba cediendo poco a poco con el accionar del viejo caudillo. Y no solo por esto se estaba frente a una difícil situación coyuntural, el golpe de Estado perpetrado poco antes en Chile ponía a las claras un adverso contexto regional donde los grupos de la derecha dominaban la escena política. Con todo, quedaba del otro lado una salvaguarda a esta situación de debacle, pero esta era responsabilidad del viejo líder que se acercaba a una encrucijada y en ella ponía en esa situación al país "para quien hizo del "juego pendular" un sabio de dirección de un movimiento internamente contradictorio no puede resultarle ajeno un elemental principio de conducción política: si se destruye a la izquierda se queda prisionero de la derecha y la derecha es el golpe. O se avanza hacia el socialismo o se retrocede a la fascistizacion de la vida nacional”.11 Socialismo o fascismo era la consigna de la hora de los editores como de tantas otras tendencias amparados en la teoría de la dependencia. Frente a este lapidario dictamen, Pasado y Presente le otorgaba un papel central a los sectores revolucionarios dentro del peronismo. Estos debían ahora evitar dilapidar el capital que habían acumulado, porque: “los grupos revolucionarios del peronismo corren en la dirección de las masas, expresan los nuevos contenidos de su presencia en la sociedad”.12 Ese convencimiento iba a llevar al grupo a seguir apostando a ser la guía intelectual y moral del proceso revolucionario. Pero esos grupos revolucionarios no debían caer en el sectarismo ni en el “izquierdismo”, sino profundizar la identidad socialista de las masas obreras e imprimirle una dirección consciente. El prisma Gramsciano volvía a desplegarse para colocarse en el lugar del intelectual colectivo del movimiento. En ese sentido, lo que proponen los intelectuales de Pasado y Presente es construir un frente de masas donde la clase obrera hegemonice la dirección política y los grupos del peronismo revolucionario jueguen un papel central. De ahí que es celebrada la unificación de FAR y Montoneros por considerar a estas formaciones un núcleo central de agregación de fuerzas revolucionarias y el principal coordinador de las luchas obreras a lo largo y ancho del país13 Solo en esa dirección puede construirse una alternativa al reformismo que plantea el gobierno de Perón, consolidado en el pacto entre la CGE y la CGT, y al izquierdismo alejado de las masas que promueve el ERP y los grupos revolucionarios por fuera del peronismo.

De lo que se trataba era de crear un partido revolucionario, un bloque contra hegemónico, capaz de transformar los nudos anticapitalistas dispersos en todo el país en un movimiento socialista que requería de alianzas, pero donde la clase obrera debía ser el factor fundamental de dirección y de lucha. Así, Pasado y Presente planteaba qué debía hacerse con Perón y el peronismo. Sobre el primero lo único que cabía era desplazarlo, el viejo caudillo no expresaba otra cosa que un movimiento nacional reformista que acomodaba su proyecto político a los términos que proponía el capitalismo mundial. Sobre el peronismo, de lo que se trataba era de transformarlo a través de sus núcleos revolucionarios, en un espacio que diera lugar a un movimiento político que pudiera conducir a subvertir el sistema. Más allá de cual haya sido el resultado de la apuesta que en mucho excede a Pasado y Presente, el análisis de la revista muestra a un complejo grupo de izquierda con un verdadero programa alternativo, quizás allí se encuentre parte del prestigio y el predicamento que estos obtuvieron en los grupos del pensamiento alternativo de los años setenta.

 

1 La iniciativa estuvo a cargo de un grupo cordobés que dentro de las filas del PC tenía un gran ascendiente en los ámbitos universitarios. José Arico, Héctor Schmucler y Oscar Del Barco, por la provincia mediterránea, fueron algunos de sus principales impulsores. Por Buenos Aires en su primera época, se destaca Juan Carlos Portantiero y en la segunda, Junto a éste José Nun y Juan Carlos Torre.

2 Esa sangría sería la cristalización de un cúmulo de diferencias que los sectores juveniles expresaban dentro del partido y que no sería la única, dando comienzo a un desplazamiento que confluiría en la llamada "Nueva Izquierda", expresión conformada por sectores disidentes tanto del PC como del Partido Socialista. En el caso al que nos referimos, Héctor P. Agosti, el intelectual más destacado dentro del Partido, había incitado a los sectores juveniles a renovar las líneas teóricas en las que éste se apoyaba y así había iniciado la traducción de las obras de Antonio Gramsci que fuera una marca distintiva de la revista a la que nos estamos refiriendo.

3 Se conoce como nuevos "dellavolpianos" a una fracción radicalizada del Partido Comunista italiano que a mediados de los años 60 rompe con su maestro Galvano Della Volpe y se aparta de las líneas estratégicas del partido, aglutinados alrededor de varias revistas. Entre las muchas que proliferaron, Quaderni Rossi constituyó una experiencia de gran resonancia para los intelectuales argentinos alrededor de la cuestión del Operaismo y sus agregados, la organización de la producción, la fabrica como lugar de lucha y conciencia, etc (Cf. Petra: 2010)

4 El hecho de que el núcleo central de la revista se haya reclutado tanto en córdoba como en Buenos Aires no parece un hecho casual a la hora de entender los temas y las problemáticas a las que la publicación privilegiaba.

5 Hemos escogido a los editoriales de los números que nos ocupan por entender que allí se despliegan las ideas programáticas de la revista y su posición ideológica de forma nítida.

6 Ese argumento había sido esgrimido una y otra vez en los artículos que Portantiero le dedicara a la cuestión, desde el número uno de la revista en 1963, pasando por su célebre libro con Miguel Murmis. El aserto se dirigía a esos sectores de la izquierda, incluyendo a su viejo Partido, que no habían entendido el significado histórico que el movimiento tenía para la clase obrera.

7. Pasado y Presente (Ed.), p.22, numero dos, año IV, abril/junio de 1973

8. En efecto, tanto para las fracciones de izquierda dentro del peronismo luego del triunfo de Campora, como para otros grupos por fuera de él, el socialismo era proclamado como un horizonte inexorable. Cf. Baschetti: 1995, 1996; De Santis: 2003.

9. Los sectores impugnados comprendían entre otros, al PTR-ERP, Partido Comunista Revolucionario y Vanguardia Comunista. Estos habían llamado a votar en blanco en las elecciones del 11 de marzo de 1973. Cf Tortti: 2014

10 La "teoría del cerco" era esgrimida por sectores de izquierda del peronismo, sobre todo los que confluían en Montoneros para explicar por qué Perón había dado un vuelco en sus expresiones y apoyos con respecto a los sectores juveniles. Así, la teoría atribuía a López Rega y al fuero íntimo de Perón un manejo sobre éste en su toma de decisiones.

11. Pasado y Presente, 1973; P. 187.

12. Ídem, P. 188

13. Ídem, P. 192

Bibliografía

"La larga marcha al socialismo",Pasado y Presente, año IV, n° 1, abril junio de 1973.         [ Links ]

"Temas", Pasado y Presente, año IV, n° 2-3, julio- diciembre de 1973.         [ Links ]

Baschetti Roberto, Documentos 1970-l973.Buenos Aires, Campana de palo. 1995.         [ Links ]

Baschetti Roberto, Documentos 1974-1976. Buenos Aires, Campana de palo. 1996. De Santis, Pablo.2003. PRT -ERP, Buenos Aires, Campana de palo. 2003.         [ Links ]

Petra Adriana. 2010. "En la zona de contacto: Pasado y Presente y la formación de un grupo cultural", en Diego García y Ana Clarisa Agüero (eds), Culturas interiores, Córdoba en la geografía nacional e internacional de la cultura, La Plata: Al Margen.         [ Links ]

Tortti Maria Cristina (directora), Chama Mauricio y Celentano Adrián (co-directores). 2014. La Nueva Izquierda argentina (1955-1976), Prehistorias: La Plata.         [ Links ]

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