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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.11 no.1 Bernal jun. 2007

 

RESEÑAS

Annette Becker, Maurice Halbwachs, un intellectuel en guerres mondiales 1914-1945, París, Agnès Viénot, 2003, 478 páginas

 

Daniel Sazbón

UBA


Contra lo que podría suponerse, la primer obra dedicada a Maurice Halbwachs (1877-1945) no busca reconstruir los esquemas de análisis en los cuales se funda su interpretación de la memoria como creación colectiva del conjunto social en su principal libro, Los marcos sociales de la memoria (1925), y su continuación póstuma, La memoria colectiva (1950); tampoco pretende describir la rica trayectoria intelectual que recorrió un autor que buscó siempre equilibrar el enfoque introspectivo recibido a través de Henri Bergson con la perspectiva sociológica correspondiente a la tradición inaugurada por Émile Durkheim; finalmente, tampoco se trata aquí de una sociología de los intelectuales que analice las relaciones en el interior del grupo durkheimiano y sus estrategias para ubicarse en los espacios relevantes de las instituciones académicas de la Tercer República francesa. Aunque todos estos elementos están presentes, el libro de Annette Becker, como se desprende de su subtítulo, se concentra en la experiencia bélica y en sus efectos sobre la sociedad francesa, en particular en las intersecciones entre el mundo intelectual y el de la política.

Así, por su autora y por su temática, la obra se coloca de lleno en el polémico escenario de la historiografía francesa de la I Guerra, marcada en los últimos años por fuertes enfrentamientos, a partir de la agresiva irrupción de una postura (sostenida por la propia Becker) que pretende "redescubrir" la "Gran Guerra", contra lo que consideran una imagen distorsionadamente "aseptizada". Estos autores –nucleados en el "Historial de Péronne", dirigido por Becker, por su padre, el historiador Jean-Jacques Becker, y por Stéphane Audoin-Rouzeau– colocan el acento en el paroxismo de violencia de esos años y, sobre todo, en el carácter consentido y voluntario de la participación en ella, tanto de soldados como de civiles, inmersos en lo que, siguiendo a Georges Mosse, caracterizan como una "cultura de guerra" que impregna a los protagonistas del período, dotándolos de un "espíritu de cruzada" que explica que "la carne de cañón ha aceptado masivamente ser carne de cañón". Bien ubicados en el campo académico (Audoin- Rouzeau es director de estudios en EHESS, Becker, profesora en París X), el grupo de Péronne denuncia que la "victimización" de los combatientes se deriva de lecturas acríticas de la literatura antibelicista de los años inmediatamente posteriores al conflicto, en los que la represión de la violencia experimentada lleva a una tergiversación del pasado; rechazando así la "dictadura del testimonio", apuntan a una "historia cultural" donde la guerra se apoya en un sistema de representaciones y valores que nutren a quienes serían a la vez tanto víctimas como victimarios.

Partiendo de esta perspectiva, la figura de Halbwachs funciona en esta obra como hilo conductor para recorrer los años que van desde el inicio de la guerra del '14 hasta 1945, a partir de los tópicos centrales sobre los que se asienta la corriente de Péronne: la "cultura de guerra" que marca a combatientes y no-combatientes (Halbwachs, aunque sin ir al frente, participa del esfuerzo bélico incorporándose a la administración militar), el carácter traumático de la experiencia vivida, su posterior represión en las reconstrucciones del pasado inmediato, la generalizada "brutalización" del período. Como lo indica su autora, no es en rigor una biografía (en 1914 Halbwachs tiene cerca de 40 años), sino la reconstrucción de parte del ambiente intelectual y político de esos años; de hecho, en varias secciones de la obra abandona a su protagonista, concentrándose en algunos miembros de su familia, prácticamente tan importantes como aquél para sus propósitos (en la portada del libro, una foto colectiva de Halbwachs con su familia política sustituye al tradicional retrato del personaje central): su suegro, Victor Basch (padre de Yvonne, segunda mujer del sociólogo), profesor de la Sorbona y figura central de la izquierda socialista, presidente de la Liga de Derechos del Hombre, pacifistas pero luego colaboradores del esfuerzo bélico; y sobre todo el matrimonio formado por su hermana Jeanne Halbwachs y Michel Alexandre, fervientes militantes del pacifismo "radical", que aún luego de la invasión alemana rechazan la participación en la guerra; con ellos y con personajes como Romain Rolland, Gabriel Marcel, el filósofo Alain, los historiadores Marc Bloch y Lucien Febvre, la obra adquiere por momentos una dimensión coral.

Sin embargo, en el segundo capítulo la especificidad de Maurice Halbwachs como sociólogo de la memoria explica la elección de Becker de tomarlo como protagonista: si después de la guerra publica Los marcos sociales..., ni en esta obra ni en otras del período (como Las causas del suicidio, 1930) se trata de forma directa la terrible experiencia que la sociedad francesa acaba de vivir; para la autora, este dato constituye evidencia del grado en que se ha "reprimido" el recuerdo de la guerra. ¿Cómo es posible que quien señala el carácter social de la memoria deje de mencionar el acontecimiento capital que ha marcado esos años, que quedará inscripto de forma indeleble en el recuerdo colectivo? La memoria "aséptica" e impersonal que construye Halbwachs, en la que no aparecen rastros de la tragedia vivida, sería característica de la forma en la que se reconstruye una imagen distorsionada del conflicto: la represión y el rechazo de Halbwachs funcionan implícitamente para Becker como tiro por elevación contra toda victimización de los sobrevivientes; tomar sus testimonios como fuente válida de reconstrucción histórica implica así tergiversar el pasado.

En la segunda mitad de la obra, el libro se centra en la inminencia y estallido de la II Guerra; en estas páginas los recorridos biográficos acentúan sus tonos trágicos: el aislamiento aún más marcado de los pacifistas como Jeanne y Marcel Alexandre, buscando a toda costa la paz aun frente al ascenso del régimen nazi; la creciente importancia del problema religioso en la producción halbwachsiana del período (La topografía legendaria de los Evangelios de Tierra Santa, 1942), centrada particularmente en el judaísmo (Halbwachs no es judío, sí lo son su familia política y la de su cuñado); finalmente, la invasión, las leyes raciales del régimen de Vichy (que le hacen perder su cargo), la muerte de sus suegros (asesinados por la Milicia), su encarcelamiento (por la participación de su hijo, también detenido, en la Resistencia), y el traslado al campo de concentración de Buchenwald, donde fallecerá en 1945. Una detallada reconstrucción de sus últimos meses de vida son el adecuado colofón de una obra en la que la violencia y la "barbarización" de la cultura europea son los verdaderos protagonistas.

Si no puede dejar de saludarse la aparición de una obra dedicada a Maurice Halbwachs, cierto es que hubiera sido deseable una mayor sensibilidad a las especificidades de su producción sociológica: el mencionado intento de integración entre los modelos de Durkheim y Bergson (es decir, de filosofía y sociología), la sofisticación y variedad temática de su producción, que combina una preocupación por el plano "morfológico" (obras sobre el nivel de vida de los trabajadores y sobre la ubicación de la "clase media"; análisis de estadística social, de las relaciones entre sociedad y medio geográfico) con el "representacional" (la memoria, los recuerdos, los sueños, la religión); su cercanía y colaboración con los historiadores de la naciente escuela de Annales (revista que lo contó entre sus colaboradores); su interés por la sociología alemana (fue el introductor de Max Weber en la sociología francesa); todos estos elementos, aunque presentes en la obra de Becker, merecerían ser objeto de un análisis más cercano a la tradición de la historia intelectual, más allá de su utilidad para reconstruir la "cultura de guerra" de esos años.

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