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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.11 no.1 Bernal June 2007

 

RESEÑAS

Maria Lúcia García Pallares-Burke, Gilberto Freyre. Um Vitoriano dos trópicos, San Pablo, Editora UNESP

 

Jorge Myers

UNQ / CONICET


Aunque su obra ha sido objeto de numerosas contestaciones críticas desde las diversas disciplinas por las que supo transitar –la historia, la antropología, la sociología, la crítica cultural y literaria– pocos dudarían en suscribir, hoy, a más de cien años de su nacimiento, la afirmación de que Gilberto Freyre fue uno de los intelectuales brasileños más importantes del siglo XX. Si Casa Grande e Senzala y Sobrados e mucambos constituyen, juntas, la cumbre de su prolífica obra, la tenaz e incesante indagación acerca de los aspectos más disímiles de la experiencia cultural brasileña ha convertido a muchos de sus textos "menores" también en clásicos de la tradición ensayística de ese país. Los dulces, la música, la mirada de los viajeros, la cultura urbana de las distintas ciudades del nordeste, las relaciones entre razas y entre hombres y mujeres, las formas complejas de la domesticidad elaboradas durante siglos de régimen esclavista: todos estos temas –y más– han sido abordados por la penetrante mirada y la hábil pluma del escritor pernambucano. Sin embargo, y ello a pesar de la catarata de estudios que acompañaron el primer centenario de su nacimiento –entre los cuales hubo algunos realmente excelentes–,1 y a pesar de las investigaciones acerca de su vida y su formación intelectual realizadas por especialistas en su obra –algunas de ellas lamentablemente inéditas hasta la fecha–,2 no ha existido ninguna biografía intelectual exhaustiva de Gilberto Freyre hasta la aparición del libro que aquí comentamos.

Aunque no abarca la totalidad de la vida del escritor estudiado –se detiene, lamentablemente, en 1933– el libro Gilberto Freyre Um Vitoriano dos trópicos es notable por varias razones. Primero, porque constituye un modelo de biografía intelectual, tanto por el rigor de la investigación en que apoya su interpretación, cuanto por el carácter marcadamente anti-teleológico de la misma. Segundo, porque ofrece una interpretación novedosa acerca del sentido general de la obra de este autor, cuyos vínculos con la tradición ensayística inglesa del siglo XIX y principios del XX son convincentemente subrayados. Tercero, porque reconstruye minuciosamente hasta los datos más íntimos de la vida del escritor nordestino, demostrando simultáneamente cuán importante puede ser su conocimiento para poder efectuar una lectura más precisa de su obra, más ajustada a la intención original de su autor. Last, but not least, elabora una genealogía inesperada y sorprendente de las concepciones básicas que dieron estructura y cuerpo a la obra más famosa de Freyre, y que lo convirtió definitivamente en aquello que desde tantos años atrás había intuido ser, un gran escritor: Casa Grande e Senzala.

Diversos aspectos de la temprana formación intelectual y de la personalidad de Freyre son destacados por esta autora. Por un lado, además de aludir a su ampliamente comentada proveniencia de una región marginal y empobrecida dentro del Brasil, ella enfatiza el carácter cosmopolita y anglocéntrico de su educación. Habiendo completado sus estudios primarios y secundarios en una escuela dirigida por misioneros de la corriente protestante conocida en los Estados Unidos bajo el nombre de "Bautistas", Freyre siguió sus estudios universitarios en uno de los principales centros intelectuales de la misma, la Baylor University, situada en la ciudad de Waco, en Texas. Ese temprano contacto directo con la cultura protestante y estadounidense, como asimismo con el exaltado racismo antiafricano del Sur de ese país, dejaron marcas indelebles en el carácter intelectual de Freyre que la autora reconstruye con minuciosidad. Menciones anecdóticas en sus cartas o diarios –como aquella en que, luego de preguntarle a alguno de sus compañeros texanos por el olor a carne chamuscada que sentía, cuenta que recibió como respuesta "o, no es nada, se debe sólo a que algunos de los muchachos se están divirtiendo con un negrito"–, las listas de libros asignados en sus cursos universitarios, las anotaciones al margen en los libros que poseía y cuya compra pudo datarse en aquella época de su vida, la correspondencia con sus profesores, son todos elementos excavados con gran pericia arqueológica para reconstruir el ambiente cultural, el "clima", en que se formó la personalidad intelectual de Freyre. El método interpretativo seguido por García Pallares-Burke ejemplifica, además, uno de los modos más productivos de hacer historia intelectual: en todas sus reconstrucciones del ambiente cultural habitado por el joven Freyre y sus reacciones al mismo, se esfuerza sistemáticamente por dejar en suspenso el hecho de que su formación desembocaría en el opus magnum del ensayismo antirracista brasileño. A diferencia de muchos biógrafos y de muchos historiadores intelectuales, ella rescata la fuerza del azar en la elaboración de un capital de lecturas y de perspectivas ante el mundo. Freyre comienza lecturas que luego abandona, inicia proyectos que quedan archivados durante años, no parece haber sabido por momentos cuál era el rumbo que su vida –marcada en su provincia natal por la excepcionalidad de su educación extranjera– debía seguir. La de Freyre fue, al decir de García Burke-Pallares, "una sistemática lectura asistemática".

Un aspecto a destacar, en referencia a esta lectura antiteleológica de la juventud intelectual de Freyre es la demostración empíricamente rigurosa que la autora realiza acerca de los estudios concretos seguidos por Freyre en Columbia. Frente a la propia versión mitificada de Freyre, ella demuestra que la relación que éste mantuvo con Franz Boas durante su posgrado fueron tenues y de menor importancia académica que las mantenidas con sus profesores de historia; pero al mismo tiempo, demuestra sobre la base de los archivos de la propia Universidad de Columbia que la hipótesis más reciente –que sostiene que nunca cursó estudios formales con Boas– es insostenible. De un modo semejante, la "fuerte amistad" que habría unido al ensayista brasileño con el prestigioso ensayista norteamericano de la primera mitad del siglo XX, H. L. Mencken, nunca habría sido tal, aunque sí hubo contactos epistolares entre ellos, a partir de la publicación de un artículo de Freyre en una revista dirigida por Mencken.

Es a la luz de su reconstrucción del curso real de estudios seguidos por Freyre que García Pallares-Burke logra establecer una de las revisiones más contundentes contenidas en su trabajo: la mayor importancia de la literatura y sobre todo del ensayo (en especial el inglés) en las lecturas formativas de Freyre, frente a aquellas más "disciplinares" de libros de antropología e historia que aparecen en el sistema de citas de sus libros de la década de 1930. Desde su llegada a los Estados Unidos, una serie de profesores y amigos estudiantes habrían propiciado la fuerte atracción que ejercieron sobre él los ensayistas norteamericanos –como Mencken– primero, y los ingleses –sobre todo victorianos y edwardianos– luego. Es de este modo que emerge una genealogía intelectual en la cual Walter Pater, William Morris, William Butler Yeats, los escritores prerrafaelitas, George Gissing y figuras hoy un tanto olvidadas pero de gran predicamento en los años 1910 y 1920, como George Santayana o Lafcadio Hearn, habrían constituido marcas o huellas intelectuales más importantes que el entonces muy leído Charles Maurras (cuya obra Freyre también había frecuentado). La importancia de esta anglofilia literaria fue doble: por un lado, motivó la estadía de Freyre en Oxford, y, por otro lado, subtendió su constante énfasis sobre los valores estéticos de los materiales que conforman una cultura y la necesaria capacidad de apreciación estética (y no sólo científica) para dar plena cuenta de ellos. Dicho en otras palabras, aunque Freyre haya buscado un reconocimiento como sociólogo y/o antropólogo en años posteriores, el carácter fuertemente ensayístico de una parte preponderante de su obra –y que hoy ha pasado a ser revaluado de un modo positivo– habría derivado –en parte, al menos– de aquel intenso engagement con el ensayismo inglés y norteamericano.

Un tercer aporte novedoso de esta biografía es la demostración contundente de la existencia de un amor homoerótico en la juventud de Freyre. A diferencia de otros autores, quienes desde los años de 1980 en adelante han inferido este hecho a partir de Dona Sinhá e o filho padre, con sus referencias noveladas a la vida temprana de Freyre, ella presenta evidencias concretas, e incluso identifica el objeto del afecto del gran pernambucano, el joven estudiante inglés conocido en Oxford, Linwood Sleigh. Podría decirse que esta comprobación –siendo ésta una discusión que ha surgido en torno de más de una biografía reciente de figuras literarias e intelectuales– de aspectos muy íntimos del pasado de un escritor no constituye más que un aporte anecdótico. Sin embargo, en el caso de Freyre –cuyo total desparpajo al tratar la historia de la sexualidad en sus libros de la década de 1930, con abundantes anécdotas de a veces llamativamente elevado contenido erótico, ha sido observado más de una vez– la demostración de su bisexualidad o al menos de la existencia de una etapa homosexual en su primera juventud añade un elemento de juicio importante al leer su obra. Aunque la autora se abstiene de extraer conclusiones demasiado contundentes de los datos aportados por ella –la ecuanimidad y la sutileza en la interpretación de los materiales literarios y biográficos que examina es una marca permanente a lo largo del libro–, sugiere implícitamente que saber más acerca de la sexualidad de un autor que hizo de la historia de la sexualidad uno de los ejes de su obra permite rescatar sesgos, inflexiones y nuances que de otro modo se le hubieran escapado, aun al lector más perspicaz.

Todos estos hallazgos, por sí solos, habrían hecho de este un libro de gran importancia, no sólo para los lectores de Gilberto Freyre, sino para quienes se interesan por la historia cultural de Brasil en su conjunto. El cuarto elemento novedoso que aporta acerca de la evolución intelectual del joven Freyre es, sin embargo, quizás el más impactante y el más escandaloso desde la perspectiva de quienes erradamente creen que el acto biográfico equivale al hagiográfico. En el contexto de una detallada y siempre muy ponderada reconstrucción del clima cultural estadounidense y anglófono de los años 1920 y 1930, no sólo demuestra –sobre la base de los propios escritos de Freyre– su aceptación acrítica de las teorías racistas entonces en boga, sino que establece cuán tortuoso y zigzagueante fue el camino que lo condujo a Freyre de ser un "commonplace racist" a ser el autor de una de las obras latinoamericanas más contundentemente reñidas con las teorías biológicas acerca de la supremacía de ciertas razas sobre otras. En el breve espacio de una reseña, resulta muy difícil hacer plena justicia a la complejidad de la reconstrucción de la historia del racismo –y de la historia de las visiones "culturalistas" que contestaron esa perspectiva a partir de la obra de Boas y otros– que este libro contiene. No sólo transmite el clima desesperadamente opresivo de la hegemonía del "suprematismo blanco" en los Estados Unidos de comienzos del siglo XX, sino que coloca en su justa dimensión a figuras como el íntimo amigo de Freyre, el historiador Francis Butler Simkins, cuya biografía de un gobernador de South Carolina y defensor acérrimo de la legitimidad de los linchamientos frecuentes aplicados a la población afroamericana del Sur, resulta hoy de difícil e indigesta lectura por la facilidad con que defendía semejantes apologías de a violencia racial. En referencia a Freyre, describe la lectura inicialmente entusiasta de autores que defendían el racismo "científico", como Madison Grant y Lothrop Stoddard (autor de The Rising Tide of Color), y los modos complejos y sinuosos mediante los cuales lo aprendido en ellas fue reemplazado por una visión más comprensiva de la "cuestión racial" a través de su engagement más tardío con autores tan disímiles entre sí como Lafcadio Hearn (en su calidad de retratista de la vida cultural y social en las Antillas francesas), Gilbert Chesterton (cuyo catolicismo liberal siempre lo hizo un antagonista del racismo positivista), Edgar Roquette-Pinto (precursor de la antropología antibiologista y del antirracismo en el Brasil), hasta llegar, finalmente, a un autor cuya centralidad en la formación de Freyre aparece ahora enteramente difuminada: Franz Boas. Este estudio de la biografía intelectual del joven Freyre, que además de confirmar datos acerca de su orientación sexual y acerca de su verdadera formación educativa, nos lo revela como un racista antiafricano y un antisemita rabioso, enteramente a tono con el clima imperante en sus años de formación, resulta ejemplar precisamente porque, al demostrar cuán difícil resulta la elaboración de una obra que efectúe una ruptura radical con los lugares comunes de una época, cuán improbable, incluso, es que ello pueda ocurrir, le restituye una majestuosidad a la primera gran obra de Freyre que su propio relato autobiográfico –montado sobre la imagen del hombre predestinado a ser grande– le había arrebatado. Al recordarnos que siempre, aun en el caso del nuestro propio, "the past is another country", permite apreciar en sus verdaderas dimensiones el hito que fue –no sólo para Brasil sino para toda América Latina– la publicación de un libro como Casa grande e senzala.

Notas

1 Entre muchísimos trabajos excelentes, podemos mencionar al azar aquéllos de Fernanda Peixoto, de Elide Rugai Bastos, de Dain Borges, de la casi totalidad de los colaboradores en la edición Archives de Casa grande e senzala, y la lista podría seguir por muchos párrafos más. Los estudios de crítica literaria dedicados a la obra de Freyre no cesan de multiplicarse. Además, cabe destacar el exlente trabajo de Ricardo Benzaquén.

2 Hace muchos años que dos investigadores situados en Río de Janeiro vienen preparando una monumental biografía de Freyre, pero que hasta la fecha pese al carácter avanzado de la misma no ha parecido hallar editor: Enrique Rodríguez Larreta y Guillermo Giucci.

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