SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.12 número1Scribere in eos qui possunt proscribere: Consideraciones sobre intelectuales y prensa antifascista en Buenos Aires y París durante el período de entreguerrasAlthusser, el infinito adiós índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.12 no.1 Bernal jun. 2008

 

ARTICULOS

Dilemas y tareas del revisionismo de izquierda
Rodolfo Puiggrós, el fenómeno peronista y el rol del intelectual revolucionario en la Argentina

 

Roberto Luis Tortorella
Universidad Nacional de Mar del Plata / CONICET

 


Resumen

El historiador y ensayista Rodolfo Puiggrós ha sido reconocido como uno de los intelectuales que intentaron tender puentes entre los universos discursivos del marxismo y del nacionalismo. En Argentina y después de 1955, tal empresa se entrecruzó con la querella por la atribución de un significado al fenómeno peronista. La mirada sobre el peronismo en la producción de Puiggrós permite interpretar tanto algunos aspectos del mundo cultural y político posperonista como los dilemas asociados con la gestión de un rol social y político para los intelectuales de la izquierda nacionalista. Puiggrós propuso comprender al peronismo como un movimiento de liberación nacional sin teoría revolucionaria. Esa tarea, no exenta de tensiones, tuvo dos propósitos subyacentes: por un lado, la construcción de un proyecto de transformación social y política superador del peronismo y, por otro, la asignación del rol de productor de teoría para el intelectual de la izquierda nacionalista.

Palabras clave: Historia cultural / Intelectuales / Marxismo / Peronismo

Abstract

The historian and essayist Rodolfo Puiggrós has been considered one of the intellectuals who tried to unify the discourse of Marxism and Peronism. In Argentina, that task clashed with the dispute over the meaning of the Peronist phenomenon after 1955. Puiggrós' point of view on Peronism makes it possible to interpret some aspects of the post-peronist cultural and political field as well as the dilemmas related to the development of the social and political role of the left nationalist intellectuals. Puiggrós suggested understanding Peronism as a national liberation movement without a revolutionary theory. Not free of tensions, his task had two underlying purposes: on the one hand, the elaboration of a project of social and political transformation that could overcome Peronism and, on the other hand, the assignment of the role of theory producer to the left nationalist intellectual.

Keywords: Cultural History / Intellectuals / Marxism / Peronism


 

Solamente cuando el marxismo y el nacionalismo coinciden (cuando el primero hace de la causa interna la base de los cambios sociales y el segundo comprende que la causa mundial de la liberación nacional de los pueblos y de la emancipación social del proletariado es la condición de nuestro propio desarrollo nacional), la victoria es inevitable.

Rodolfo Puiggrós, Pueblo y oligarquía

1. Introducción

Desde los primeros años de la década de 1990, varios investigadores han señalado el rol desempeñado por la obra de Rodolfo Puiggrós (1906-1980) entre quienes intentaron tender puentes que vincularan los universos discursivos del marxismo y del nacional-populismo. Esta tarea se ha desarrollado sea ofreciendo una ubicación genérica de Puiggrós en el campo intelectual argentino,1 sea elaborando la biografía intelectual del autor,2 o bien destacándolo como uno de los animadores del polo revisionista de la cultura de izquierda que participó de la relectura del peronismo en el período 1955-1966.3

El tema de estas páginas es, precisamente, la interpretación puiggrosiana del primer peronismo, cuyo análisis permite servir a un doble propósito. En primer lugar, el abordaje de la perspectiva desde la cual es entendido el fenómeno peronista es una vía regia de acceso al conocimiento profundo del modo en que Puiggrós intentó integrar marxismo y nacionalismo, operación angular en la construcción del discurso histórico del revisionismo de izquierda y que jugó un papel en el proceso de radicalización de los estudiantes universitarios y los sectores medios en las décadas del '60 y del '70.4 En segundo lugar, permite ofrecer una lectura de la relación entre el trazado interpretativo de Puiggrós y el rol que tal artefacto le asignaba al propio autor en el proceso histórico argentino, es decir, resulta posible observar -reco-giendo aquí el aporte de los trabajos de Neiburg-5 en qué medida la construcción de ese saber histórico comporta la elaboración de una estrategia legitimadora de cierto tipo de intervención pública y participación política del intelectual.

Si hasta la caída del peronismo la obra de Puiggrós sobre temas históricos fue una de las más destacadas en la periferia de la cultura de izquierda, la visibilidad de la obra puiggrosiana (inscripta en el género del ensayo histórico-político) adquirió crecientes bríos en circuitos intelectuales y políticos luego de aquel episodio, al lado de la producción de figuras como Jorge Abelardo Ramos y Juan José Hernández Arregui.6

La recolocación de Puiggrós en la franja cultural de izquierda se asoció a la polémica sobre el significado del fenómeno peronista, cuya discusión adoptó ribetes de una querella más global sobre la interpretación de la Argentina, en tanto comportaba ofrecer una propuesta sobre la modalidad "de integración del pueblo a la nación".7 En este sentido, Puiggrós era visto como uno de los pioneros de la crítica a la postura adoptada por los partidos de la izquierda tradicional ante la emergencia del peronismo,8 y esta ubicación en la arena político-intelectual dio a su intervención en el debate una recepción singular.

Esta polémica, que tomó la forma del discurso histórico y de la que participaron actores de distintos espacios del arco ideológico, interpelaba directamente a quienes se reconocían en la representación política y simbólica de una clase obrera que se había incorporado a la esfera pública bajo la conducción de un caudillo militar y que parecía quedar luego de 1955 en situación de disponibilidad. Al mismo tiempo, el hecho peronista generaba interrogantes vinculados a las dificultades que comportaba su interpretación en términos exclusivamente clasistas.9

Siguiendo a Acha,10 podemos señalar que los esfuerzos interpretativos de Puiggrós se insertan en el marco de una reorientación de su producción histórica: si una primera etapa de su biografía intelectual -que podemos considerar terminada circa 1955- se ligó a la historia económico-social del pasado colonial y del siglo XIX;11 luego buena parte de su labor se concentraría en la historia de las ideologías en Argentina, teniendo como uno de sus ejes la crítica a la izquierda tradicional.

No obstante, esta periodización merece ser matizada. Se comprenden mejor la trayectoria intelectual puiggrosiana y sus basculaciones atendiendo tanto a algunas inclinaciones persistentes como a ciertas latencias que se manifiestan en ocasiones de modo subterráneo a su orientación dominante en cada fase.

Por un lado, se ha destacado la presencia significativa de lo político en el primer Puiggrós12 (a lo que se debieran agregar sus intereses por tópicos de la ideología y la filosofía).13 Por otro, ciertos temas de los treinta y los cuarenta perduraron en las preocupaciones historiográficas de la segunda época de este autor. En este último sentido, cobra especial relevancia su inquietud por el carácter del modo de producción en la América colonial, que disparó el célebre debate Puiggrós-Frank (1965).

Los aspectos fundamentales de su visión del peronismo cristalizaron esencialmente en dos obras: El proletariado en la revolución nacional (1958) y El peronismo: sus causas (1969), siendo este último trabajo publicado como el largo epílogo de la segunda edición -reelaborada y aumentada- de Historia crítica de los partidos políticos argentinos.14

Así, Puiggrós participó del debate sobre "la naturaleza del peronismo" proponiendo comprenderlo como un movimiento de liberación nacional sin teoría revolucionaria. No obstante, esta empresa no se realizó sin tensiones entre categorías y enfoques ligados a su formación marxista y ciertas nociones extraídas del repertorio nacionalista, entre la perspectiva de clase y la interpelación al pueblo o al movimiento nacional.

Este trabajo profundiza tales aspectos de la ingeniería del discurso puiggrosiano, estableciendo los vínculos de su perspectiva con dos factores que la subtienden y cuyo examen permite conocer la relación que el autor establecía entre saber y política: por un lado, las vicisitudes de la construcción de un proyecto de transformación social y política superador del peronismo y, por otro, la asignación del rol de productor de teoría para el intelectual de la izquierda nacionalista.15

Para una mejor comprensión de las operaciones intelectuales de Puiggrós, se propone a continuación recorrer algunos elementos adicionales de su biografía. Luego, se aborda su interpretación de la génesis del peronismo, del "Estado justicialista" y de su crisis. Finalmente, se analiza la articulación del relato histórico de Puiggrós con su proyección de la figura del intelectual revolucionario.

2. Rodolfo Puiggrós: algunos datos biográficos16

Rodolfo Puiggrós nació en Buenos Aires el 19 de noviembre de 1906. Hijo de un inmigrante republicano catalán, fue periodista, historiador y ensayista, aunque no registró en su formación académica más que un breve paso en tiempos de juventud por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Ello no resultó un óbice para que las resonancias de su trabajo intelectual lo llevasen a lo largo de su trayectoria a circular por diversos centros académicos (en Argentina: Colegio Libre de Estudio Superiores, UBA y Universidad del Salvador; en el exterior: Universidades de San Javier -Bolivia- y San Marcos -Perú-, Escuela Práctica de Altos Estudios -Francia- y Universidad Autónoma de México).

Pese a la impronta católica de su adolescencia, su identidad política reconoció dos núcleos decisivos: el comunismo y el peronismo. Precisamente, se afilió al Partido Comunista (PC) en 1928, siendo allí donde desarrolló su primera etapa como intelectual marxista, participando intensamente de sus actividades culturales (revistas Argumentos y Orientación). En esos años, además, se desempeñó como periodista en Brújula, Rosario Gráfico y El Norte. Sin embargo, la emergencia del peronismo y su condición de integrante del grupo disidente con las tesis codovillianas del "nazi-peronismo" llevaron a su expulsión en octubre de 1946.

Luego, Puiggrós integró el Movimiento Pro-Congreso Extraordinario (1947), creado con la expectativa de regresar al partido. Del alejamiento de esta posibilidad y de la aproximación al peronismo nació luego el Movimiento Obrero Comunista (1949). En el órgano de difusión de la disidencia, el periódico Clase Obrera (1947-1955), Puiggrós volcó primigeniamente algunas de las tesis con arreglo a las cuales interpretaría el peronismo.

Después de 1955 y cerrado el diario Crítica, de donde era editorialista, las dificultades laborales lo llevaron a exiliarse en México entre 1961 y 1965, continuando tanto con su producción histórica y ensayística como con su actividad periodística. Allí se integró como docente a la Universidad Autónoma, desempeñándose en las cátedras de Ciencias Sociales y Economía, y fundó el periódico El Día, en cuyo suplemento El Gallo Ilustrado desarrolló la polémica con André Gunder Frank a propósito del modo de producción en la América colonial.

En estos años se convirtió en uno de los intelectuales peronistas más relevantes; tuvo varias entrevistas con Perón en Madrid. En 1973 llega al cargo de rector interventor de la UBA a partir de su apoyo a la tendencia revolucionaria del peronismo y, especialmente, de sus relaciones con la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Incluido en las listas de la Triple A, se exilió por segunda vez en México en 1974, prolongando allí su actividad en la docencia universitaria y el periodismo y su vínculo con la izquierda peronista a través del cargo de Secretario de la Rama de Intelectuales, Profesionales y Artistas del Movimiento Peronista Montonero (1977). Hasta su muerte en La Habana en 1980, militó en actividades de solidaridad cultural y política frente a la ola de golpes militares en Latinoamérica.

3. El proceso genético del peronismo

Como se apuntó más arriba, Puiggrós desmarcó su visión de la génesis del peronismo de aquellas interpretaciones signadas por una identificación del fenómeno con una forma vernácula del fascismo europeo. Los interpelados por esta asimilación eran los "liberales de distintos matices" -entre los que solía incluir no sólo a conservadores, radicales y demócratas progresistas, sino también al Partido Socialista (PS)- y el PC, eje consuetudinario de las anatemas de Puiggrós sobre los partidos tradicionales de izquierda.

La crítica decisiva, en este sentido, abrevaba en la distinción conceptual entre las causas internas y las causas externas de los sucesos históricos. Puiggrós atribuía las dificultades de intelección del peronismo al hábito de ver en los eventos internos de la nación un "reflejo" de lo ocurrido en otros espacios.17 En realidad, señalaba Puiggrós, "las causas externas intervienen en los cambios sociales por intermedio de las causas internas y en la medida que estas últimas se lo permiten".18 Siguiendo a Lenin, esta operación era intrínseca a la "ley general de la dialéctica" de estudiar "la contradicción en la esencia misma de las cosas [el subrayado es de Puiggrós]".19

El PS y el PC no habrían advertido que el nazi-fascismo era una "reacción exportada" desde Europa. Tanto como para comunistas como para anticomunistas la revolución de 1917 habría representado una "revolución exportada" desde la Unión Soviética.20 Así como la revolución proletaria no encontró bases sociales ni condiciones internas de realización, el nazi-fascismo no habría entrado en contacto con las "masas"21 argentinas debido a que "era exponente del imperialismo, o sea, de lo opuesto al desarrollo de los países coloniales y dependientes".22

Además, aplicar la categoría de nazi-fascismo para un movimiento político nacido en la periferia del capitalismo resultaba un contrasentido con la postura adoptada con anterioridad por los voceros del comunismo en Argentina, quienes -siguiendo la definición de Georgi Dimitrov en el congreso de la Internacional Comunista de 1935- entendían necesaria para la emergencia de aquel fenómeno la presencia de "capital financiero imperialista propio".23 En suma, la importación del nazi-fascismo no iba en el sentido dado por "las tendencias naturales al desarrollo de la estructura socioeconómica"24 de un país de rasgos semi-coloniales como la Argentina, cuya línea de progreso era refractaria a lo que resultaba "incompatible con la autodeterminación económica y la soberanía política nacionales".25

De este modo se comprende mejor la valoración que en Puiggrós recibían los proyectos y movimientos de contenido nacionalista, matriz cuyo potencial operaba diversamente en países centrales y subalternos, como se desprende de la siguiente cita:

En los países capitalistas avanzados (Europa Occidental, los Estados Unidos), la ideología nacionalista se proyecta hacia el exterior bajo la forma de imperialismo y neoimperialismo (económico, político, cultural); en los países subordinados a los monopolios extranjeros y a los centros mundiales de poder, la ideología nacionalista se desarrolla en la lucha contra todas las expresiones del imperialismo expoliador y opresor [el subrayado es de Puiggrós].26

Cabe destacar aquí varios elementos que tuvieron fuerte pregnancia en la construcción historio-gráfica de Puiggrós: en primer lugar, el apego a una noción de progreso que encontraba su piedra de toque en las contradicciones dialécticas, que lo acompañó en toda su trayectoria intelec-tual;27 en segundo lugar, la apelación al imperialismo de matriz leninista, a cuya vigencia como categoría fundamental para la comprensión del capitalismo y de las luchas populares dedicó el segundo capítulo de El proletariado en la revolución nacional;28 en tercer lugar, como ha apuntado Acha, el recurso al "etapismo", según el cual es necesario un "desarrollo capitalista integral" antes de la transición al socialismo;29 por último, la convicción de la existencia de un sentido inmanente a una causalidad histórica que se quería objetiva (esto es, estaba inscripta en los hechos) y señalaba un fin deseable (es decir, era teleológica).30 Se entiende entonces que, al enfatizar la necesidad de analizar las contradicciones internas de cualquier unidad estudiada, anotara:

[.] como los factores internos de desarrollo son objetivos y no pueden ser destruidos por la traición de quienes se jactan de representar lo más avanzado, las grandes masas trabajadoras tienen necesariamente que buscar y encuentran otros dirigentes y otros partidos que las conducen por el camino del desarrollo que aquellos les niegan o les cierran.31

Ahora bien, ¿cuáles eran esos factores que expresaban las contradicciones fundamentales de la Argentina pre-peronista? Para el Puiggrós de El peronismo: sus causas, era evidente que los elementos decisivos, tanto en la clase obrera como en las Fuerzas Armadas, debían buscarse en la "década infame".32 No obstante, en El proletariado en la revolución nacional había destacado cuatro factores cuya maduración llevó "varias décadas": el crecimiento de las fuerzas productivas nacionales y su necesidad de acumulación de capitales para la reinversión, especialmente en la esfera industrial; la agudización de la lucha de clases entre 1930 y 1945, que maduró la conciencia de clase de los obreros; la comprensión de la clase obrera, a través de la experiencia nacional e internacional, de la necesidad de convergencia táctica con sectores antiimperialistas de la burguesía y de la pequeña burguesía urbana y rural; por último, la emergencia de un sector antiimperialista entre los intelectuales y el Ejército.33

A estos factores Puiggrós oponía la acción de otros cuatro de carácter regresivo: los monopolios imperialistas ingleses y norteamericanos; la oligarquía terrateniente y mercantil (en Puiggrós, la fracción comercial de la oligarquía recibía también el mote de "burguesía parasitaria" y se componía de importadores y "profesionales al servicio de consorcios extran-jeros");34 los partidos liberales, y, por supuesto, los "falsos marxistas" (entre los que se destacaban los dirigentes del PC Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi).35

A los elementos señalados se agregó, a comienzos de la década del cuarenta, la reproducción a escala nacional del antagonismo entre "imperialismos democráticos y URSS contra imperialismos nazi-fascistas",36 lo que orientó a los partidos políticos a la formación de un "frente democrático antifascista" que no respondía a la "contradicción interna-externa princi-pal",37 que se daba entre el autodesarrollo económico, político y social del país y los monopolios y centros extranjeros de poder que deformaban y estrangulaban ese autodesarrollo, a través de la minoría agroimportadora con su secuela de políticos, abogados, economistas y sociólogos.38

Sin embargo, queda en pie la cuestión fundamental: ¿cómo convergen elite militar y clase obrera en la perspectiva puiggrosiana? Para responder este interrogante hay que adentrarse algo más en los cambios político-ideológicos y de la estructura socioeconómica en la Argentina, en cuyo devenir Puiggrós encontraba las razones que apuntaban en el sentido de producir la coincidencia del liderazgo nacional-popular con las masas. La preocupación por registrar ese conjunto de transformaciones acumuladas era una consecuencia de la indicación según la cual el peronismo "se colocó en la substancia misma del proceso histórico", del que expresaba no sólo su continuación sino, sobre todo, su desarrollo y superación.39

Puiggrós señalaba que "desde los orígenes mismos de la organización constitucional, el nacionalismo popular en ascenso entró en contradicción progresiva con el liberalismo cosmopolita en decadencia".40 Así, cuatro "avatares" fungirían de mojones de "la afirmación de lo nativo frente a lo extranjero" y del vínculo caudillo-masas: "montoneras, política criolla, chusma yrigoyenista y descamisados o cabecitas negras del peronismo".41 En este proceso, los antagonismos de la "colonización capitalista" desempeñaron el rol fundamental de transmutar montonera en sindicato, gaucho en obrero y caudillo en líder.42

La primera expresión política manifiesta -aunque incipiente- del nacionalismo popular era, en Puiggrós, el yrigoyenismo. Al ser excluido éste del gobierno durante la "década infame", de carácter fraudulento y probritánico,43 aquél ya no encontró intérpretes sino al margen de las estructuras partidarias, con la dificultad adicional de carecer de un "comando único que las uniera y organizara".44

Paralelamente, se habían desarrollado, desde la segunda década del siglo XX, manifestaciones del nacionalismo de carácter oligárquico que no acertaron a convertirse en antiimperialistas: así, el "nacionalismo liberal" probritánico de Manuel Carlés o el "nacionalismo antiliberal" de Leopoldo Lugones.45 Para Puiggrós, el pensamiento de este último, más allá del baldón de la admiración de los modelos de sociedad de los Estados Unidos y la Italia fascista, habría tenido la virtud de señalar en el interior del Ejército la oposición nacionalismo-liberalismo.46 Porque, en efecto, todas estas versiones del pensamiento nacional -populares y oligárquicas o aristocráticas- incidieron en las Fuerzas Armadas y, sobre todo, en las filas del Ejército, en el que habían hecho tradición las tendencias al nacionalismo industrialista.47

Puiggrós realzaba en El peronismo: sus causas el rol progresivo que -bajo ciertas cir-cunstancias- podía desempeñar el Ejército (tópico común, por lo demás, a otras expresiones de la izquierda nacionalista), sobre todo en un país en el que la "colonización capitalista" hizo que la burguesía llegara "tarde y débil a la arena de la historia".48 En ese sentido, dejaba atrás las ambivalencias observables en El proletariado en la revolución nacional sobre las posibles apuestas iniciales al nazi-fascismo en el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) y en el gobierno militar que inauguró el golpe de 1943.49 En cambio, Puiggrós ofrecía ahora un panorama más complejo en el interior de las Fuerzas Armadas en términos de las corrientes políticas e ideológicas que las surcaban.50

Precisamente, el GOU se proponía la "unificación" del Ejército, lo que suponía su hete-rogeneidad.51 Pero además, en el golpe había en ciernes, más allá de objetivos coyunturales,52 una "conciencia rebelde" industrialista y nacionalista,53 incubada al lado de y en contradicción con la conciencia del "coloniaje".54 En aquella línea, se destacaban como antecedentes del GOU y de la ideología peronista los contactos establecidos entre oficiales yrigoyenistas a fines de la década del treinta55 y el aporte doctrinario del forjismo.56 Así, Puiggrós establecía los vínculos en el interior del Ejército entre nacionalismo industrialista y populismo, repertorios ideológicos que no siempre habrían convergido.57

Las razones de esa funcionalidad del Ejército a los intereses nacionales eran evidentes en la imaginación histórica de Puiggrós. En primer término, la composición de clase de la institución: históricamente minusvalorada por la "oligarquía agro-importadora", generó un espacio de ascenso social para sectores pequeño-burgueses.58 En segundo término, "databa de antiguo" la percepción en el Ejército de la necesidad de "un programa de nacionalizaciones e industrialización que quebrara su dependencia, y la del país total, de las fuentes extranjeras de abastecimientos bélicos", condición ésta fundamental para la defensa.59 En ese proceso, el estímulo a la producción metalúrgica y siderúrgica resultaba decisivo.60

Los componentes ya referidos se entrelazaban con la emergencia de un estado de disponibilidad obrera en la coyuntura del gobierno de Castillo y del gobierno militar de 1943. En este sentido, es de interés observar las modulaciones del discurso puiggrosiano, dado que en El proletariado en la revolución nacional poco abundaba en las mutaciones y clivajes internos de la clase obrera en la antesala del peronismo. En cambio, se ofrecía por toda explicación de la adhesión proletaria al nuevo movimiento la recepción de las reivindicaciones proletarias por parte del Secretario de Trabajo y Previsión del gobierno militar frente a la enajenación antifascista de las conducciones de los partidos tradicionales de izquierda,61 sin olvidar el ya referido sentido inmanente del desarrollo histórico nacional, que habría sido perfectamente inteligido por las masas trabajadoras.

Éste no es el caso de El peronismo: sus causas, donde se incorporaban otros motivos de naturaleza social y económica: Puiggrós señalaba que tras el cierre del caudal inmigratorio externo, el proceso de industrialización reclamó mano de obra para empresas extranjeras y nacionales, necesidad que sólo podía cubrirse con contingentes del interior del país. Estos migrantes de origen rural terminaron "metamorfoseando en obreros a peones rurales y semi-proletarios y campesinos pobres del lejano interior".62

El argumento de la emergencia de una nueva clase obrera, que ya se había convertido en sentido común para la explicación de los orígenes del peronismo,63 sirvió a Puiggrós para sumar críticas a una izquierda tradicional que, como quedó dicho más arriba, no comprendía las causas internas del proceso histórico argentino. En efecto, este nuevo actor entró en contradicción con el viejo gremialismo porque

[.] introdujo en el movimiento obrero y en la política un elemento insólito, cuya semibar-barie y no alienación a estructuras sindicales y políticas creadas sin su concurso y a imitación de modelos europeos, lo hacían poco asimilable en masa por esas estructuras, a las cuales, sin embargo, estaba obligado a adherirse en defensa del nuevo nivel de vida conquistado en el trabajo industrial.64

Esta clase obrera, a la que ahora Puiggrós le asignaba una "conciencia virgen de ideologías", acrecentaría su distancia con la dirigencia tradicional cuando las "mediaciones tácticas" de los partidos de izquierda provocaran el abandono del antiimperialismo ante la constitución de una amplia coalición antifascista en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Entre las consecuencias de esta maniobra ocuparía un sitial de privilegio la paralización de la lucha por las propias reivindicaciones proletarias.65

Los socialistas no habrían tenido mayores dificultades en proceder según el patrón antedicho dada "su tradicional enajenación a las democracias anglosajonas y su defensa de la república liberal".66 Los comunistas, por su parte, enfrentaron una contradicción ante la nueva situación creada por la alianza de la Unión Soviética con las potencias anglosajonas: en países como la Argentina, las "palancas económico-financieras dependían o estaban en poder de monopolios ingleses y norteamericanos".67 La clave de resolución de semejante dilema para el comunismo recayó, según Puiggrós, en la elaboración de la "teoría de la revolución pacífica", expuesta hacia 1942 por la bête noire del PC: Victorio Codovilla. La tesis fundamental consistiría en la transición "del capitalismo al socialismo sin revolución violenta", "por el camino de la colaboración de clases", tomando como ejemplo el gradualismo de los Estados Unidos y Gran Bretaña.68 Naturalmente, estas decisiones prolongaban una serie más larga de "traiciones" al proletariado, que venían de "los orígenes mismos" del socialismo y del comunismo en la Argentina,69 nacidos con una "conciencia colonial"70 que se traducía en una ostensible ineptitud para comprender y asimilar las transformaciones del país. En particular, el PC se habría caracterizado por su incapacidad para ofrecer vínculos perdurables y consistentes entre las demandas en el distrito económico y su línea política, factores cuyo conflicto se habría resuelto sistemáticamente en perjuicio del "movimiento de masas".71

En suma, el germen nacionalista-popular incubado en el interior del Ejército, los cambios operados en la clase obrera argentina y las taras originarias de las izquierdas, eran los requisitos de emergencia del peronismo, y manifestarían todas sus consecuencias en la coyuntura 1943-1945.

En este sentido, Puiggrós apuntaba que la primera etapa del gobierno militar había estado signada por las contradicciones propias de un golpe cuya convicción respecto de la caducidad de las fórmulas del pasado no se trasuntaba en esclarecimiento proyectivo sobre el porvenir, fundamentalmente en términos de las bases sociales de sustentación del nuevo régimen: "acostumbrados sus jefes y oficiales a pensar en términos geopolíticos, creían al pueblo un factor maleable, del que podían disponer en función de sus planes de industrialización, nacionalizaciones y expansión continental".72

Esta situación explicaría la relativa libertad de que dispuso Perón para "ir al encuentro del movimiento obrero", una vez agotada una fase de vacilaciones en la que la emergencia de un "nacionalismo trasnochado" se tradujo en pretensiones de construcción de un Estado mili-tar.73 Adicionalmente, la constatación del bloqueo operado por "huelgas y conspiraciones internas y por sanciones y bloqueos de los centros mundiales de poder"74 convenció al gobierno militar de que "tenía que descender del cielo a la tierra si quería sobrevivir".75

No obstante, las razones críticas del viraje de la clase obrera hacia la elite militar seguían depositándose en Puiggrós dentro del "viejo gremialismo", apresado entre las demandas inmediatas de las masas y las directivas partidarias, cuya caracterización del gobierno como fascista compaginaba con su enajenación a las causas externas y su incomprensión del problema nacional. El autor destacaba la paradoja generada por tal situación:

¿Cómo iba a ser compatible la movilización de las masas trabajadoras por sus reivindicaciones económicas con la participación (con firma y dinero) en el "frente antifascista" de grandes bonetes de SOFINA y CADE, como Francisco Cambó y Rafael Vehils, o de Gath y Chaves, los frigoríficos, ferrocarriles, bancos y otras empresas del capital imperialista?76

El fracaso de la táctica insurreccionalista propuesta por las conducciones comunista y socialista para derrocar al gobierno, radicaba, para Puiggrós, en la racionalidad material de la clase obrera, cuestión que no se confundía, sin embargo, con el "culto a la Razón" invocado por los "demócratas". En efecto, los motivos del giro proletario eran ajenos a los argumentos de la demagogia y la represión estatales esgrimidos por la oposición. La clase obrera se habría orientado por los "hechos", por las acciones concretas que, sin innovar en lo sustancial sobre la legislación vigente,77 Perón ejecutó desde la Secretaria de Trabajo y Previsión.

En la coyuntura 1943-1945, con el despertar del movimiento de masas al cabo de tres lustros de anemia política, los dirigentes de la partidocracia, enredados en contubernios de trastienda, no ofrecían ninguna seguridad de cumplimiento de sus fríos programas. Era necesario hacer para ganar la confianza popular. Y hacer requería posiciones de fuerza, con las que no contaba ningún partido, ni la unión de todos los partidos [el subrayado es de Puiggrós].78

Puiggrós insistía en el carácter pragmático y realista de Perón, lo que le habría permitido comprender "que en adelante no se podría gobernar la Argentina sin el nacionalismo popular y la clase obrera".79 De este modo, Perón tomó "el lugar que debían ocupar los dirigentes que se consideraban marxistas", pero lo hizo "como político intuitivo, sin prejuicios ni compromisos, sin teoría ni experiencia, que se veía obligado a improvisar a poncho una doctrina, una táctica y un partido".80 El mérito del líder residía, precisamente, en haber descubierto la existencia latente de "condiciones objetivas" urgidas de estímulo y cauce.81

Empero, Puiggrós no eludía la objeción según la cual Perón también habría "despertado las pasiones de las masas". Consentía la realidad del aserto, pero a cambio discutía la validez de la idea según la cual es el orden racional el que debe encuadrar los conflictos y luchas sociales, lo que permite pensar que la adhesión de Puiggrós al racionalismo era más crítica de lo que se ha sugerido.82 Esta cuestión es importante no sólo por la incidencia en la filosofía de la historia de Puiggrós, sino también porque tenía derivaciones para la praxis política.

El discurso puiggrosiano establecía una correlación entre la interpretación del proceso histórico desde un punto de vista racionalista y la tesitura que oponía "civilización y barbarie" con el propósito de dar valor positivo sólo al primero de los términos. Este esquema, que en la perspectiva puiggrosiana se identificaba primero con el iluminismo, y luego con el positivismo, el liberalismo y el "pseudo-marxismo", estaba afectado sin embargo por una visión filosóficamente idealista83 y por su carácter conservador,84 ya que implicaba el "abandono de la dialéctica de la contradicción y del cambio, el repudio de los gérmenes y nuevos brotes revolucionarios que, según decía Lenin, al aparecer son siempre instintivos, inconscientes, espontáneos".85 En esa línea, "el triunfo final del proletariado será la emancipación del hombre total, no escindido en racional e irracional".86

Estos argumentos tenían un doble cometido que conectaba el análisis histórico con las tareas del presente: por un lado, nutrían la rehabilitación del peronismo en función de su fecundidad dentro del proceso histórico argentino; por otro, ofrecían razones a la más resuelta apelación a la violencia como medio de realización de las transformaciones sociales en la Argentina y a la reivindicación de los movimientos de masas frente a la "partidocracia",87 típica de la "democracia formal del liberalismo burgués" que Puiggrós siempre había vituperado.88

En este sentido, si en la década del cincuenta Puiggrós señalaba que "el paso pacífico de la economía y la propiedad privadas a la economía y propiedad sociales encuentra caminos más llanos en los países 'subdesarrollados' que en los países imperialistas, sin que ello excluya la posibilidad del paso violento",89 en los años setenta se registraban nuevas torsiones, en un contexto de mayor radicalización política en el que no podía resultar extraño el énfasis en el rol de las armas "en sentido amplio: militar y paramilitar".90 Decía ahora Puiggrós a propósito del rol de los partidos entre 1943-1945:

La partidocracia se unió con el fin de paralizar el movimiento de masas -al que ella calificaba de irracional e irreal por escapar a su control- y en defensa de la única realidad racional que conoce, la del orden liberal y del desarrollo de la sociedad argentina dentro de ese orden y no superándolo. Según sus legistas, ese orden descansa en dos pilares: el poder militar sometido al poder civil y el pueblo sujeto a las normas dictadas por ese mismo poder civil. El pronunciamiento militar y la rebelión popular pertenecen a la esfera de lo irracional y, por lo tanto, de lo irreal, del "aventurerismo" como dicen los falsificadores del marxismo.91

La propuesta liberal de someter el poder militar al civil recibía su impugnación del servicio que las armas podían rendir a las necesidades de la nación y, particularmente, a las del movimiento de masas emancipador. En todo caso, para Puiggrós el elemento decisivo para abrir juicio sobre el tópico no reposaba sobre los descarríos del sistema político argentino según modelos y tipologías que le eran extraños,92 sino más bien en el potencial para operar cambios revolucionarios congruentes con el sentido de la historia.93

[.] las relaciones entre los poderes militar y civil dependen del lugar que ocupe cada uno de ellos en pro o en contra del nacionalismo económico, del lado de las masas trabajadoras o junto al liberalismo partidócrata, por un nuevo y superior orden social o por la defensa del coloniaje.94

Lógicamente, el símbolo de la reacción del viejo orden contra la Argentina emergente y de la sucesión de errores históricos de la izquierda tradicional era la Unión Democrática (UD),95 coalición política que enfrentó al peronismo y de la que el PC habría sido su más consumado campeón.96 Para Puiggrós, la UD no sólo era un desacierto porque luego de 1943 había comenzado la declinación militar, política, económica e ideológica del nazi-fascismo,97 sino además por su incompatibilidad con una correcta interpretación de las necesidades nacionales. Representaba el "plan estratégico mundial del imperialismo" contra los "movimientos populares de liberación nacional" desatados en distintos lugares del planeta.98

En este punto, Puiggrós se empeñaba en señalar las evidencias que condenaban la postura del PC ante el peronismo. Así, apuntaba que Perón y el gobierno militar aspiraban a asimilar a través de cambios evolutivos la situación revolucionaria que esperaban en la inmediata posguerra. Este diagnóstico, sumado a la actividad conspirativa contra el gobierno apoyada por el embajador norteamericano Spruille Braden, habrían convencido a Perón de la necesidad de legalizar al PC para una movilización conjunta de los obreros contra un posible "golpe oligárquico-imperialista", pero el codovillismo eligió a Braden.99

En el bloque participante de la actividad conspirativa de la UD -que llevó a la preparación de un "golpe dentro del golpe" con el objetivo de desplazar a Perón- Puiggrós incluía a

todos los partidos, más los dueños de las tierras, de la banca, del comercio y de sectores de la industria, más un parte de las Fuerzas Armadas, más los estudiantes, más famosos artistas y escritores, más la gran prensa, más los omnipotentes intereses imperialistas.100

El ausente era, precisamente, el "nuevo proletariado", juzgado por los "demócratas" como el "lumpenproletariat", el "déclassé" o, simplemente, la "chusma" de las provincias atrasadas.101 La contracara de la UD estuvo, naturalmente, en la movilización del 17 de octubre de 1945 que, al decir de Altamirano, se constituyó en la imagen del peronismo obrero para el discurso de izquierda posterior a 1955.102 Para Puiggrós, tras la confinación en la isla Martín García, "las masas trabajadoras vieron en Perón algo más que el defensor de sus reivindicaciones amenazadas por la reacción de los poderosos, aliados a sus falsos conductores: vieron la encarnación del nacionalismo popular".103 En su análisis de esa jornada, destacaba dos elementos por sobre el resto, comunes, por lo demás, a otras versiones del 17 de octubre formuladas desde la izquierda nacionalista:104 la espontaneidad y la autoconciencia obreras,105 que habrían permitido superar las vacilaciones de la CGT y que se habrían sintetizado en la figura de Eva Perón, "la gran mediadora entre la masa y el líder".106 A partir de ese evento, Perón se consolidaba como el "jefe carismático" de un movimiento cuyo conductor estaba ayuno de "teoría revolucionaria", pero contaba "con una plataforma concreta de liberación nacional" que dio "unidad en la diversidad" a través de la doctrina justicialista.107

Ahora bien, hasta aquí se ha hecho hincapié en tres elementos fundamentales en Puiggrós, no sólo para su intelección del proceso histórico sino además para su fórmula revolucionaria en orden a la superación del peronismo "desde adentro":108 la trilogía masas-armas-teoría. Pero esto deja pendiente una cuestión primordial: ¿cuál era, según Puiggrós, el rol asignado al líder en el movimiento de masas? Aunque se volverá sobre este tema más adelante, dado que la relación entre la conducción del peronismo y las nociones de ideología y teoría incide directamente en la concepción de la tarea que Puiggrós asignaba al intelectual revolucionario, interesa dejar indicado el interrogante, en cuya elucidación se manifestaba otra de las tensiones que habitaban el universo puiggrosiano. Evidentemente, éste era un problema a resolver, y las torsiones que experimentó en este sentido el discurso de Puiggrós no dejan de señalarlo. Pero para una mayor comprensión de este dilema se necesita volver al proceso histórico que abarca desde 1946 hasta 1955.

4. Del "Estado justicialista" a la caída de Perón

La cuestión del "Estado justicialista" fue desarrollada por Puiggrós fundamentalmente en El proletariado en la revolución nacional, partiendo de una noción general según la cual el Estado no poseía una naturaleza de clase que le fuera intrínseca. Efectivamente, Puiggrós adoptaba una concepción más bien instrumentalista del aparato estatal, según la cual el argumento decisivo sobre su rol recaía en una evaluación, en cada instancia histórica, de su "composición de clase".109

En su esquema, el Estado "es producto de la sociedad misma y corresponde al grado de desarrollo de la sociedad a la vez que influye en su desarrollo".110 La planificación estatal adquiría entonces una valoración positiva, por dos motivos: en primer lugar, permitía a los países "subdesarrollados" -cuyas burguesías nacionales eran débiles y dependientes- acceder a la industrialización; en segundo lugar, resultaba mediadora en el tránsito de "la economía y la propiedad privadas a la economía y la propiedad sociales", es decir, a la "génesis de la sociedad socialista".111

En este sentido, Puiggrós rescataba, además de la política social justicialista, la Constitución de 1949 (en tanto establecía la función social de la propiedad), el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (al financiar a la industria a través de la acumulación agraria) y la política de nacionalizaciones (al restituir a la nación sus "comandos económico-financieros", debilitando al imperialismo inglés y fortaleciendo al país para enfrentar al imperialismo norteamericano).112

Si bien intentaba diferenciar su perspectiva de la interpretación de Jorge Abelardo Ramos, para quien el peronismo habría sido la expresión del "Estado burgués antiimperialista", Puiggrós no se distanciaba en demasía de la caracterización que el autor de Revolución y contrarrevolución en Argentina había formulado del régimen peronista como una forma de bonapartismo.113 Aunque se cuidaba mucho de no recurrir a esta categoría, Puiggrós señalaba que el "Estado peronista" revelaba una contradicción

[.] entre su tendencia a buscar el equilibrio entre las clases, a independizarse de las clases, a colocarse por encima de las clases, y la imborrable realidad social que impone la lucha de clases. La política peronista fue en el gobierno la expresión viva de esa contradicción objetiva y global. Perón siempre actuó teniendo en cuenta primordialmente la fuerza más poderosa de cada momento, la presión más importante, la mayor exigencia de los acontecimientos.114

En un juego de contrapesos "sumamente inestable y aleatorio", Perón buscaba la armonía entre el capital y el trabajo. Y aunque "la conciliación absoluta entre la burguesía y el proletariado es antihistórica y utópica"

[.] la fórmula de Perón tenía extraordinaria importancia política inmediata. Acercaba, por su parte, el Estado a la clase obrera, y daba a la burguesía, por otra parte, garantías de que ese acercamiento, lejos de hacerle perder sus privilegios económicos y su poder político, permitía su control sobre la clase obrera y la desviaba de una acción independiente.115

Y aquí Puiggrós agregaba un elemento decisivo sobre la cuestión del liderazgo. Dado que el peronismo había nacido de un movimiento que, en ciertos momentos, llegó a ser su único apoyo frente a la "reacción interna e internacional",116 Perón se habría convertido en el gobernante argentino que experimentó más profundamente la influencia de las masas, esto es, fue un "instrumento de las masas trabajadoras para realizar objetivos propios en una sociedad con su estructura arcaica estancada".117 Las limitaciones que representaban el carácter capitalista del Estado, la fuerza económica de la burguesía y los terratenientes, la "mentalidad burguesa" y la conducción "paternalista o populista" de Perón y Evita eran, en la perspectiva puiggro-siana, igualmente ostensibles, lo que habría producido la "alienación de los obreros a una doctrina de carácter nacional", sintetizada en los principios de soberanía política, independencia económica y justicia social.118

Precisamente, eran esas insuficiencias las que habrían producido la crisis del régimen y la caída en 1955. Puiggrós encontraba los motivos cruciales de tales sucesos analizando las causas internas al peronismo, porque era allí donde se podía colegir la línea de su supera-ción.119 Así, la quiebra del "frente nacional" se conectaba con la "falta de conducción revolucionaria de la clase obrera". La alianza policlasista que convergió en el peronismo se debilitó en dos puntos: por un lado, la legislación social y el poder de sindicatos y delegados de fábrica apartó a la burguesía industrial; por otro, la volatilidad política inherente a la pequeña burguesía también la enajenó de su apoyo al movimiento nacional. En cuanto al líder, había construido un patriarcado que si "no podía subsistir sin auscultar a las masas" tampoco podía ser el sucedáneo de la teoría revolucionaria faltante.120 De esta manera, se adjudicaba a Perón un lugar relativamente aleatorio y contingente dentro de un proceso que lo excedía y que dejaba anchos márgenes a la emergencia de una vanguardia proletaria.

Estos asertos no eran necesariamente desmentidos en sus trabajos posteriores, pero a cambio convivían -no sin incomodidad- con un creciente reconocimiento al papel de Perón como conductor. En este sentido, no debe haber dejado de incidir la persistencia de la figura de Perón luego de su caída como figura influyente dentro de la política argentina y como centro de constitución de la identidad peronista, pese a las variadas estrategias implementadas para socavar su liderazgo.121

De este modo, ya en sus "Tesis sobre el Nacionalismo Popular Revolucionario", elaboradas a mediados de los años sesenta, la ambivalencia de Puiggrós se hacía transparente, al indicar que aquel núcleo ideológico era "el ajuste, la superación y la proyección hacia el futuro de una unidad indestructible: la del general Perón con las masas peronistas [el subrayado es mío]".122 Por otra parte, en El peronismo: sus causas, dedicaba un capítulo completo a esta cuestión, en el que destacaba la idea de la co-construcción de la relación líder-masas y criticaba al "hombre de negocios" y al "burócrata comunista" por su rechazo a "todo liderato popular" y al "culto a la personalidad".123 Por último, en Adónde vamos, argentinos (1972), valoraba el "espíritu autocrítico, antidogmático" y la "capacidad creadora" de Perón al culminar su evolución ideológica con el planteamiento del socialismo nacional, consentimiento que parecía hacer superfluas las tareas de elaboración de una teoría y de construcción de una vanguardia.124 A despecho de lo dicho, el discurso puiggrosiano se había construido sobre la premisa de reservar un espacio para el intelectual en el proceso revolucionario.

5. La teodicea puiggrosiana: el intelectual revolucionario

Federico Neiburg adaptó la noción weberiana de teodicea, acuñada originalmente para una sociología de la religión, con el propósito de interpretar la construcción de mitologías nacionales en torno al peronismo.125 Así, definió el concepto de teodicea intelectual como una forma de justificar el lugar que cada agente social ocupa en el mundo, una lectura sobre su pasado y una imagen sobre su destino. De esta manera, "para construir una posición en un universo social que es pensado en términos nacionales, políticos, ensayistas, literatos, historiadores y científicos, deben ofrecer un relato de la historia y un proyecto que pueda ser reconocido por el resto de la sociedad".126 En estos artefactos, las ideas de pueblo y nación son las protagonistas.

Puiggrós construyó un relato histórico que, articulando las ideas de evolución y progreso con la dinámica de la dialéctica y de la contradicción, condujo a postular la modalidad de integración del peronismo en el proceso histórico argentino. En ese relato estaba explícito un proyecto social que partía del reconocimiento en el peronismo de una identidad interina a superar por la vía de una transmutación operable desde dentro del movimiento de masas.127 En tal proyecto llegó a ocupar el núcleo la idea del nacionalismo popular revolucionario, cuyos víncu los con la meta socialista no fueron estables y dependieron no sólo de la coyuntura sino, además, del propio tránsito identitario e ideológico de Puiggrós hacia el peronismo.128

La teodicea intelectual puiggrosiana se articula a partir de la constatación -común a otros autores- de una doble situación de disponibilidad: por un lado, del pueblo, huérfano del líder derrotado y exiliado; por otro, de líderes potenciales (intelectuales y políticos), carentes de base social.129 En particular, Puiggrós apuntaba que este problema venía de lejos en la historia argentina, en la que el desencuentro entre intelectuales y pueblo había sido la norma:

En los años de la organización nacional aparecen dos problemas que se han agravado con el tiempo. Uno es el divorcio entre la política estatal y las necesidades reales de la sociedad [.] Otro es el divorcio entre la intelectualidad (incluidos los dirigentes políticos) y las masas tra-bajadoras.130

Si bien Neiburg ha señalado que los intelectuales peronistas tendían a proponer formas de peronización de los intelectuales,131 la teodicea puiggrosiana era en este punto necesariamente más ambigua, habida cuenta de las ya apuntadas tensiones entre la realidad insoslayable del fenómeno peronista y la necesidad de superarlo, entre su adopción del marxismo y su convergencia con el nacional-populismo. En 1973, al renunciar al cargo de rector interventor de la UBA, Puiggrós expresaba abiertamente esta cuestión:

La gente a veces me pregunta si soy marxista. Les digo que no puedo contestar esa pregunta. Yo he estudiado marxismo y lo considero una necesidad asimilable, pero el propio Marx dijo en una oportunidad que no era marxista. [.] De modo que no soy yo quien tiene que definirse sino los que han estudiado mi obra.132

Puiggrós había intentado instrumentar en El proletariado en la revolución nacional una respuesta a este dilema en la figura del intelectual revolucionario,133 cuya misión sería la elaboración de una teoría que satisfaga la búsqueda de redención inmanente a la clase obrera y reconstruya así el lazo entre intelectuales y pueblo.

El encuentro del movimiento obrero con su teoría revolucionaria es la tarea más difícil y urgente que tenemos por delante. [.] Es una tarea de obreros e intelectuales revolucionarios. Pero mientras los obreros buscan, impulsados por su propia naturaleza de clase, la vanguardia teórica y política que los dirija, los intelectuales se pierden en el subjetivismo caudillista y en las nebulosidades de concepciones que la práctica destruye.134

Es de interés detenerse en algunos aspectos que emergen de esta cita. En primer lugar, se destacaba la idea leninista de vanguardia rechazando, empero, la autoimposición "desde arriba" que operaban sectores de la izquierda y entendiendo su construcción como un proceso de mutuo reconocimiento con el proletariado. Tal vanguardia debía proceder a la formación de "una fuerza independiente de la clase obrera que se desarrolle desde dentro del movimiento de masas para conducirlo y orientarlo".135

En segundo lugar, se apuntaba un rechazo de la mera abstracción sin sentido práctico del individuo arielista de la "torre de marfil",136 que se traducía en el "manipuleo puramente intelectual de las tesis sobre el carácter de la revolución", y tenía "la costumbre de conceptuar conceptos extraídos de libros e informes, o de conceptuar experiencias ajenas, en vez de analizar la realidad social sobre la que se pretende actuar".137 Para Puiggrós, la teoría a elaborar era una teoría de y para la praxis.

Ahora bien, la doctrina justicialista se situaba en el universo puiggrosiano como "ideología ateórica", módulo que encontraba su explicación en la distinción de teoría e ideología:

La ideología es un conjunto coherente de ideas que nace de la práctica para convertirse en instrumento de representación y defensa de determinados intereses (clasistas, gremiales, nacionales, internacionales o de otra índole). [.] En cambio, la teoría emerge en el plano científico como totalidad de un modo de interpretar el mundo o, unida a la práctica, de transformarlo. Tampoco existe una teoría cuya causa primera sea teórica y no empírica: es una abstracción de la realidad social que se forma, a través de mediaciones ideológicas, para expresar las tendencias generales de la sociedad (revolucionarias, conservadoras o reaccionarias). La ideología implica una problemática. La teoría es la respuesta (la solución propuesta) a esa problemática [el subrayado es de Puiggrós].138

De este modo, quedaba claro que la teoría era inseparable de la ciencia. Pero, ¿qué herramientas científicas legitimaban el discurso puiggrosiano y, por lo tanto, su posición de intelectual revolucionario? Fundamentalmente, el recurso al arsenal teórico y conceptual del marxismo-leninismo, es decir, del socialismo que se quería científico, con el agregado de credenciales de su conciencia de la necesidad de considerar en la aplicación de tal instrumental las particularidades nacionales.

Con el recurso alternativo o simultáneo a los raseros ideológico y epistemológico, Puiggrós dejaba palmariamente indicadas las insuficiencias de sus rivales en la arena intelectual y política. Los liberales no sólo propugnaban una matriz de análisis "burguesa-imperialista", además caían recurrentemente en el positivismo empirista ayuno de "toda filosofía o concepción global del mundo y de la vida" y en la proposición de soluciones cuya pasada vigencia era su mejor argumento frente a la novedad.139 Los nacionalistas eran desestimados por sus razonamientos abstractos y antipopulares y por desconocer "la teoría científica sobre el capitalismo imperialista".140 Los marxistas-leninistas volcaron "lo internacional en lo nacional" y no procedieron a la recta aplicación de la teoría, en tanto tomaban de ella "lo que tiene de contingente y particular (las tesis correspondientes a determinados países y épocas, sin verificar su vigencia en nuestra realidad nacional), y desconocieron lo que tiene de necesario y universal (el método y la concepción del mundo) [el subrayado es de Puiggrós]".141 El marxismo que se convirtiera en intérprete y canalizador de las luchas nacionales era, en consecuencia, el único habilitado para resolver los problemas de la transformación social.

Sin embargo, el desplazamiento de cargas en el discurso puiggrosiano hacia el reconocimiento de la infalibilidad del líder dejaba en suspenso la potencialidad de la intelectualidad revolucionaria para constituirse en vanguardia de la clase obrera, e incluso en "consejeros del Príncipe". Más aún, mientras el líder quisiera menos el cambio que el consejero, se ponían en entredicho las propias condiciones de posibilidad de la superación del peronismo "desde adentro".142 Las ambivalencias apuntadas en el discurso de Puiggrós evidencian la profundidad del problema.

6. Conclusiones

En Puiggrós, la inquietud por los movimientos nacional-populares como el yrigoyenismo y el peronismo radicaba en que estaban llamados a iniciar el camino de la liberación nacional y a propender a "la economía y la propiedad sociales". Sin embargo, también le atraía de ellos la tendencia a socavar el sistema de partidos de la democracia liberal para reemplazarlo por un esquema que representaría el cuerpo total de la nación.143

En esa misma línea, el peronismo resultaba de una ecuación (masas-armas-teoría) en la que el peso del segundo elemento adquiría creciente relevancia en la medida en que un contexto radicalizado se conjugaba con la permanencia del peronismo como "hecho maldito" de la sociedad y la política argentinas. Puiggrós se pronunció persistentemente sobre la necesidad de aquella trilogía para inteligir el proceso histórico iniciado en 1943, pero no pudo encontrar el modo de incorporar al líder sin producir desequilibrios en su sistema, al que este cuarto componente se superponía sin encontrar nunca definitivo acomodo.

La razón no menos relevante para ello parecía residir en la dificultad de articular un fuerte liderazgo personal como el de Perón con la espontaneidad de las masas y la centrali-dad de una teoría y de una vanguardia creadora. En este sentido, el reconocimiento de Perón y la transición identitaria que se le aparejaba no podían dejar de producir consecuencias discursivas considerando que estos desplazamientos y recolocaciones implicaban aceptar el lugar del líder como único enunciador primario, como "padre eterno" que expresaba los verdaderos intereses populares.144 De todos modos, Puiggrós intentó sintetizar con estos elementos el esquema de un ciclo histórico que era, a un tiempo, fórmula de comprensión de los orígenes del peronismo y programa político para su superación revolucionaria. Esta relación de inmediatez entre saber y política cargaba la producción histórica de Puiggrós de un sesgo retrospectivo no desdeñable.

Sin embargo, el autor de la Historia crítica. no recorrió el proceso político de aquellos años siendo siempre igual a sí mismo. Por el contrario, desde los cincuenta hasta los setenta algunos rasgos mutaron su forma, otros variaron su peso específico y otros se extinguieron. Así, se manifestaron tensiones y torsiones ligadas, por un lado, a un contexto político crecientemente crispado y, por otro, a su adhesión más decidida al peronismo, a la modificación de su perspectiva del rol de Perón y, consecuentemente, al desplazamiento relativo del lugar que cabía al intelectual revolucionario en el proceso de transformación social.

Vista en perspectiva, la obra de Puiggrós es inaccesible si no se comprende la convicción del autor sobre el carácter inescindible de la relación entre el saber y la política, entre la teoría y la praxis, entre la historia y la revolución. En este sentido, si bien se han señalado las limitaciones de la obra de Puiggrós en términos de las insuficiencias de su marxismo y de su aplicación del método histórico,145 no es menos cierto que abordó los problemas más acuciantes de su tiempo con el propósito de incidir en ellos. Es esta voluntad continuada de intervención en la sociedad argentina la que enriquece su lectura para comprender las ilusiones, los conflictos y las aporías de una época.

Notas

1 B. Sarlo, La batalla de las ideas (1943-1973), Buenos Aires, Ariel, 2001.2 O. Acha, "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Primera Parte: 1906-1955)", en Periferias. Revista de Ciencias Sociales, año 6, Nº 9, segundo semestre de 2001; "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Segunda Parte: 1956-1980)", en Periferias. Revista de Ciencias Sociales, año 8, Nº 11, segundo semestre de 2003; La Nación futura. Rodolfo Puiggrós en las encrucijadas argentinas del siglo XX, Buenos Aires, Eudeba, 2007.

3 M. Svampa, El dilema argentino: civilización o barbarie. De Sarmiento al revisionismo peronista, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1994; C. Altamirano, "Peronismo y cultura de izquierda en la Argentina (1955-1965)", en el libro del mismo autor: Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas, 2000.

4 Véase, entre otros, B. Sarlo, "Intelectuales: ¿escisión o mímesis?", en Punto de Vista, año VII, Nº 25, diciembre de 1985, y La batalla..., op. cit.; O. Terán, Nuestros años sesentas, Buenos Aires, Puntosur, 1991; S. Sigal, Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires, Puntosur, 1991; H. R. Leis, Intelectuales y política (1966-1973), Buenos Aires, CEAL, 1991; C. Altamirano, "Montoneros" en Punto de Vista. Revista de Cultura, año XIX, Nº 55, agosto de 1996; E. Oteiza (ed.), Cultura y política en los años '60, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Oficina de publicaciones del CBC, UBA, 1997; D. James (dir.), Violencia, proscripción y autoritarismo, Nueva Historia Argentina, t. IX, Buenos Aires, Sudamericana, 2003 (especialmente el capítulo VI).

5 Véase F. Neiburg, "El 17 de octubre de 1945: un análisis del mito de origen del peronismo", en J. C. Torre (comp.), El 17 de octubre de 1945, Buenos Aires, Ariel, 1995. También, del mismo autor: Los intelectuales y la invención del peronismo. Estudios de antropología social y cultural, Buenos Aires, Alianza, 1998.

6 Puiggrós, Ramos y Hernández Arregui fueron considerados los máximos exponentes del pensamiento de la izquierda nacionalista. Véase Altamirano, Peronismo..., op. cit., p. 68; también N. Kohan, De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano, Buenos Aires, Biblos, 2000, p. 224.

7 Neiburg, "El 17 de octubre de 1945...", op. cit., p. 226; también en Los intelectuales..., op. cit., pp. 14 y ss.

8 Puiggrós, militante del Partido Comunista (PC) desde 1928, fue integrante del grupo disidente con las tesis codo-villianas del "nazi-peronismo", lo que condujo a su expulsión de esta organización en 1946. Véase Acha, "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Primera Parte: 1906-1955)", op. cit., p. 112.

9 Altamirano, Peronismo..., op. cit., p. 55. Si bien se otorga aquí importancia prioritaria a la cuestión peronista en tanto estímulo para el debate de ideas, no se desconoce la existencia de solicitaciones llegadas desde el exterior, que inspiraron la renovación política e intelectual de la izquierda en general (verbigracia, los movimientos inde-pendentistas en el Tercer Mundo, la crisis del stalinismo, la revoluciones china y cubana, el Concilio Vaticano II o la circulación en algunos grupos de la obra de Sartre y Gramsci, entre otros elementos pasibles de ser referidos). No obstante, cabe aclarar que si bien Puiggrós estuvo atento a las transformaciones del proceso político interna-cional y no ignoró la obra de algunos de los autores que tonificaron el pensamiento de izquierda, la influencia concreta del llamado "neomarxismo" fue muy marginal en su obra, cuyo repertorio teórico y conceptual siguió siendo relativamente tradicional. Así, con cambios de énfasis, se percibe en Puiggrós la incidencia de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Lukács, Hegel y Mao Tsé-Tung, entre otros.

10 Acha, "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Segunda Parte: 1956-1980)", op. cit., p. 87.

11 Para el análisis de esta primera etapa, remitimos al trabajo ya citado de Acha, "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Primera Parte: 1906-1955)"; pero también a J. Myers, "Rodolfo Puiggrós, historiador mar-xista-leninista: el momento de Argumentos", en Prismas, Nº 6, 2002; y, del mismo autor: "Pasados en pugna: la difícil renovación del campo histórico entre 1930 y 1955", en F. Neiburg y M. Plotkin (comps.), Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 2004.

12 Myers, "Pasados...", op. cit., p. 86.

13 Véase entre otros trabajos de Puiggrós: El pensamiento de Mariano Moreno, Buenos Aires, Lautaro, 1942; Los utopistas: Owen, Saint Simon, Fourier, Leroux, Considerant, Buenos Aires, Futuro, 1944; Los enciclopedistas: Diderot, Helbach, Helvetius, Buenos Aires, Futuro, 1945.

14 Historia crítica de los partidos políticos argentinos, una de las obras más conocidas de Puiggrós, fue publicada originalmente en 1956. Aunque en este texto el análisis del proceso histórico llegaba hasta 1938, en el prólogo anticipaba algunos elementos de la visión puiggrosiana sobre el peronismo. Más tarde, el texto fue retrabajado integralmente y publicado en cinco volúmenes a partir de 1965 (salvo indicación contraria, las citas pertenecen a esta última versión de la Historia crítica..., en su edición de Hyspamérica, 1986).

15 Se acepta que la lectura del proceso histórico en Puiggrós -como en otros exponentes de la revisión- se sustentaba en la simbiosis entre cultura y política y se quería estratégica (véase Sigal, op. cit., p. 226; y Altamirano, Peronismo..., op. cit., p. 69). Empero, si por ello su perspectiva podía estar expuesta a modificaciones a lo largo de un período tan convulsionado como el posperonista, los núcleos fundamentales de la interpretación del peronismo elaborada por este autor se mantienen en todos los textos aquí abordados. En caso de ser necesario, se apuntarán las torsiones discursivas instadas por la coyuntura político-ideológica.

16 Los datos están tomados, básicamente, de los trabajos ya citados de Acha.

17 R. Puiggrós, Historia crítica de los partidos políticos argentinos, Buenos Aires, Argumentos, 1956, p. 9. Sobre esta cuestión insistió con mayor detalle en 1965: "Es característico de la política de nuestro país desde hace muchos años la concepción general de los problemas nacionales desde el punto de vista de lo que en filosofía se conoce como idealismo objetivo, o sea considerar lo singular (la sociedad argentina) nada más que un reflejo de lo universal (el orden social de las grandes potencias)" [la cursiva es de Puiggrós]. Historia crítica de los partidos políticos argentinos, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986, t. I, p. 34.

18 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., p. 10. También en la obra del mismo autor: El proletariado en la revolución nacional, Buenos Aires, Sudestada, 1968, p. 70.

19 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., p. 67.

20 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. I, pp. 32-40.

21 La evidente ambigüedad de esta última noción, que marca una de las tensiones teórico-políticas del discurso puig-grosiano, apuntaba en el sentido de la alianza de la clase obrera -que Puiggrós deseaba hegemónica- con "sectores no obreros" de intereses antagónicos con "la oligarquía y el imperialismo". Véase R. Puiggrós, Adónde vamos, argentinos, Buenos Aires, Corregidor, 1972, p. 177. Así también en El proletariado...: "Al decir masas se sobreentiende hoy, como su sector más decisivo, fundamental y consecuente, a la clase obrera... [la cursiva es mía]", op. cit., p. 86.

22 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., p. 14.

23 Ibid., t. I, p. 41.

24 Ibid., p. 42.

25 Ibid., p. 38. En el citado artículo "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Primera Parte: 1906-1955)", Acha ha señalado la recepción en Puiggrós del problema nacional según el enfoque ofrecido por Stalin, cuya idea de nación combinaba las "tareas democrático-burguesas" indispensables para el "desarrollo capitalista" con componentes románticos del primer nacionalismo europeo (pp. 101-102). Véase J. Stalin, El marxismo y el problema nacional y colonial, Buenos Aires, Problemas, 1946.

26 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 414.

27 Puiggrós distinguía su concepción del progreso social de aquella "liberal positivista". Así, decía de Alexis de Tocqueville que "su idea del progreso infinito en línea recta ascendente le impedía ver las contradicciones de un desarrollo desigual del capitalismo en el mundo". Véase El yrigoyenismo, obra incluida en la edición citada de la Historia crítica..., t. I, p. 208. Por otra parte, Halperin Donghi ha anotado, al interpretar el surgimiento del "neo-rrevisionismo revolucionario" en el que Puiggrós estaría inscripto, el quiebre que esta vertiente marca con la filosofía decadentista del proceso histórico que afectaba al primer revisionismo: " [...] lo que se rastrea en el pasado no es un modelo para el futuro: es una promesa siempre frustrada que sólo ha de cumplirse finalmente en ese futuro a través de una ruptura revolucionaria varias veces cercana a producirse pero nunca consumada". Véase T. Halperin Donghi, "El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional", en Ensayos de historiografía, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1996, pp. 123-124.

28 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 29-45.

29 Acha, Nación y revolución..., op. cit.

30 Altamirano, op. cit., p. 66.

31 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 68-69.

32 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 317-318.

33 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 71-73.

34 Ibid., p. 151.

35 Ibid., pp. 73-74.

36 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 330. Más adelante (p. 350), Puiggrós resaltaba sobre este punto la mímesis entre la postura adoptada por el comunismo en América y las tesis formuladas por Earl Browder (a la sazón secretario del PC norteamericano) con respecto a la "desimperialización" de los Estados Unidos y Gran Bretaña como producto de los pactos de guerra con la URSS. Según estas ideas, nacía una "coexistencia pacífica" perdurable y las potencias capitalistas se convertían ahora en "factores de progreso, democracia y liberación de nuestros países".

37 Como ha destacado Acha en su ya citado Nación y revolución..., el enfoque conceptual de las contradicciones de la sociedad argentina estaba notoriamente informado por Mao Tsé-Tung. Véase, de este autor: Acerca de la práctica. A propósito de la contradicción, Montevideo, Nuevas sendas, s/f.

38 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 330. También en El proletariado..., op. cit., pp. 74-76.

39 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 63-64.

40 Ibid., p. 89.

41 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 318-319.

42 Ibid., loc. cit. y p. 337.

43 La imagen de la "década infame" como una etapa de "entrega" al imperialismo británico y, al mismo tiempo, como un período de desarrollo de las fuerzas productivas convivió en Puiggrós sin ser problematizada. Véase R. Puiggrós, La democracia fraudulenta, en Historia crítica..., op. cit., t. III.

44 Esas iniciativas se habrían manifestado en "Forja, las luchas contra los monopolios, las juntas de agricultores de oposición a los trusts, las corrientes hacia la liberación nacional en los sectores de izquierda, las tendencias nacional-industrialistas en el ejército, el reformismo antiimperialista en el estudiantado". Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 93-94.

45 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 395 y ss.

46 Ibid., p. 398. Puiggrós traza, además, el inventario de las ideas nutricias del nacionalismo aristocrático, allende la influencia del fascismo "ateo" lugoniano. Así, apunta la incidencia de la doctrina social de la Iglesia católica, la Action Française, el nazismo y el franquismo. Véase ibid., pp. 404-407.

47 Ibid., p. 409.

48 Ibid., p. 320. También en El proletariado... había dejado indicado que "el capitalismo privado era demasiado débil, estaba demasiado dividido y carecía de una visión y de un interés de conjunto", op. cit., pp. 78-79.

49 En El proletariado..., mientras Puiggrós indicaba, por un lado, que "militares y civiles que se encandilaron con los triunfos de Hitler" se apresuraron a dar el golpe de 1943 (p. 96), por otro, resaltaba que "no había unidad política en los hombres que ocuparon el gobierno", cuya convergencia había sido puramente negativa, esto es, la oposición al gobierno de Castillo (p. 116).

50 "El golpe militar del 4 de junio [...] totalizó las variadas tendencias internas de las Fuerzas Armadas, las que miraban hacia delante y las adversas a los cambios, las que patrocinaban la dictadura militar sin término y las que exigían el rápido retorno a la normalidad constitucional mediante elecciones libres, las nacionalistas y las liberales, las favorables a los aliados, las neutralistas y las pronazis". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 335.

51 Ibid., p. 352.

52 "Los fines inmediatos del golpe militar están fuera de discusión: malograr la candidatura oligárquico-imperia-lista de Patrón Costas, defender la neutralidad [frente a la Segunda Guerra Mundial] y purificar la administración pública". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 426.

53 Ibid., p. 434.

54 Ibid., p. 431.

55 "El primer antecedente directo del GOU que conocemos data de los últimos tiempos de la presidencia de Justo. Partió del yrigoyenismo. Tuvo por eje a una familia de militares de esa ideología: los coroneles Aníbal, Miguel Ángel y Juan Carlos Montes, quienes convocaban a reuniones en la farmacia de otro de los hermanos, Tulio [...] Perón concurrió a esas juntas, antes y después de su estada en Italia. Al incorporarse luego a las tropas de montaña de Mendoza, se puso en contacto con Juan Carlos Montes, Farrell y otros jefes de ideas afines allí destacados, mientras Miguel Ángel actuaba en Tucumán, creándose así diversos nucleamientos militares que convergirían en el nacimiento del GOU". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 435.

56 Ibid., p. 418.

57 Como Puiggrós señaló claramente en una charla que fuera luego transcripta y publicada en formato de folleto, hasta la emergencia del peronismo muchos de "esos militares eran reaccionarios frente a la clase obrera, veían en la clase obrera la expresión de enemigos de la patria", del mismo modo que "los obreros recibían de sus dirigentes la idea de que los militares y los burgueses eran reaccionarios por naturaleza". R. Puiggrós, "Origen y desarrollo del peronismo", Buenos Aires, ISAL-MISUR, 1973, p. 11.

58 En este punto, Puiggrós se apoyaba en las reflexiones sobre el tópico de Rogelio García Lupo, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 429-431.

59 Ibid., p. 409. "No hay defensa nacional sin independencia económica nacional", decía Puiggrós en la ya citada charla "Origen y desarrollo...", p. 11.

60 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 431.

61 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 99-102.

62 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 341.

63 En este sentido, no había discrepancias con la interpretación canónica del peronismo formulada por Gino Germani. Véase, de este autor: Política y sociedad en una época de transición, Buenos Aires, Paidós, 1962.

64 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 341.

65 Ibid., pp. 356-357.

66 Ibid., p. 451.

67 Ibid., p. 350.

68 Ibid., p. 451.

69 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., p. 99.

70 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 493. Había dicho Puiggrós en 1959, en su respuesta a un reportaje administrado por Carlos Strasser a un variopinto grupo de intelectuales de izquierda: "[...] domina a tal punto en los izquierdistas de nuestro continente la mentalidad colonial, que viven pendientes del 'qué dirán' en Londres, Washington o Moscú. Su 'antiimperialismo' no es más que el reflejo de la lucha mundial ente las grandes potencias, como lo evidencia su oposición a todo movimiento autóctono de liberación nacional [el subrayado es de Puiggrós]". "Contesta Rodolfo Puiggrós", en C. Strasser, Las izquierdas en el proceso político argentino, Buenos Aires, Palestra, 1959.

71 "Al pasar de la lucha por las reivindicaciones socioeconómicas, tanto obreras como populares, al enfoque político de la problemática nacional, los comunistas siempre dieron un salto en el vacío. No establecen conexión entre aquella lucha y este enfoque. No reconocen la interdependencia de ambos. Por lo general, su línea política sacrifica al movimiento de masas". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 346.

72 Ibid., p. 439.

73 Puiggrós analiza aquí el documento del GOU denominado Nuevas Bases, que propugnaba "la defensa del ejército, la defensa del servicio, la defensa del mando, la defensa de los cuadros, la defensa contra la política y la defensa contra el comunismo", y que reconocía como único jefe "al jefe natural de ejército". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 441-444.

74 Ibid., p. 367.

75 Ibid., p. 445.

76 Ibid., pp. 356-357. En este punto, Puiggrós tomaba como testigo el caso de José Peter, líder comunista de la Federación Obrera de la Industria de la Carne y autor de Crónicas proletarias, dedicándole todo un capítulo a una parábola que fungía de epítome de los errores del gremialismo y los partidos tradicionales de izquierda que condujeron a su desplazamiento en la coyuntura de 1943.

77 "[...] práctica fue la consigna que presidió la primera etapa de la Secretaría de Trabajo y Previsión: cumplir las leyes obreras, leyes que, en lo sustancial, eran obra de legisladores socialistas, pero que no se aplicaban o se aplicaban a medias [el subrayado es de Puiggrós]". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit. , t. III, p. 458. En las páginas subsiguientes (458-462), Puiggrós presenta el catálogo de medidas favorables a los sectores populares urbanos y rurales impulsadas por Perón.

78 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit. , t. III, p. 418.

79 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., p. 97.

80 Ibid., p. 100.

81 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III p. 489.

82 Kohan (op. cit., p. 254) ha vinculado -en términos filosóficos- a Puiggrós con el Lukács de Asalto a la razón. Sin desconocer la influencia del pensador húngaro sobre el autor de Historia crítica..., se debe señalar que había entre ellos diferencias no menores, al punto que Puiggrós llama la atención sobre los condicionamientos impuestos por el PC húngaro sobre la escritura de la mencionada obra de Lukács. Véase Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 520, nota 12.

83 Ibid., pp. 383-389.

84 Aun reconociendo al nazismo y a ciertas corrientes filosóficas burguesas como irracionalistas, Puiggrós entendía que "el triunfo histórico de la burguesía fue el triunfo de la Razón". Empero, la osificación de los procesos revolucionarios también llevaba a operar en defensa del "racionalismo absoluto". Así, Lukács "es el filósofo de la inmovilidad pos-revolucionaria (pos-Revolución Rusa)" que "condena por irracional cuanto se aparte del modelo que acató con Stalin y volvió a acatar contra Stalin". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 386-389.

85 Ibid., p. 390.

86 Ibid., p. 388.

87 "[...] la solución de nuestra crisis está fuera del juego de los partidos: [está] en un movimiento de masas que renueve las instituciones, reforme la estructura agropecuaria y cree una democracia directa de obreros y empresarios". Puiggrós, "Contesta Rodolfo Puiggrós", op. cit., p. 162.

88 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., p. 42.

89Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 35-36.

90 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 412.

91 Ibid., pp. 370-371.

92 El principal blanco de las críticas eran aquí quienes desde la sociología de la modernización juzgaban -a partir de comparaciones con los países centrales del mundo capitalista- en términos de "anomalía" el vínculo entre poder militar y sociedad civil establecido en la Argentina. El trabajo de Gino Germani y Kalman Silvert ("Estructura social e intervención en América Latina", en T. Di Tella, G. Germani y J. Graciarena [comps.], Argentina, sociedad de masas, Buenos Aires, Eudeba, 1966) es, en este sentido, ampliamente discutido por Puiggrós. Véase, especialmente, el capítulo "Poder militar y poder civil" de la citada Historia crítica..., t. III.

93 Decía Puiggrós al evaluar el ya señalado rol progresivo del Ejército: "[...] es una institución subordinada al poder civil en las sociedades estériles para los cambios revolucionarios inmediatos [...] A la inversa, en las sociedades donde se enfrentan la revolución y la contrarrevolución, el Ejército se divide y la lucha armada decide el desenlace, destruyendo o subordinando al poder civil existente y creando otro. Los golpes militares suelen ser preventivos o represivos de insurrecciones populares, pero cuando el movimiento de masas tiene pujanza y cuenta con dirigentes revolucionarios, el Ejército se descompone y una parte pasa a integrar las fuerzas transformadoras del orden social". En apoyo de esta idea, también indicaba -tras citar los casos de las revoluciones burguesas en Inglaterra y los Estados Unidos, la unificación de Alemania y los estados socialistas- que "todos los tránsitos cualitativos de la historia certifican que la violencia autoritaria de las armas abre los nuevos caminos de la humanidad y sin su intervención ninguna ideología se impone, ningún orden social se cohesiona, ningún poder civil adviene y se conserva". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 371-372.

94 Ibid., p. 382.

95 Altamirano, Peronismo..., op. cit., pp. 75-76.

96 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 380.

97 Ibid., p. 333; también en "Contesta Rodolfo Puiggrós", op. cit., pp. 156-157.

98 Puiggrós, "Contesta Rodolfo Puiggrós", op. cit., p. 157.

99 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 393 y 464-481.

100 Ibid., p. 485.

101 Ibid., p. 477.

102 Altamirano, Peronismo..., op. cit., p. 74.

103 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., p. 128.

104 Acha, "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Primera Parte: 1906-1955)", op. cit., pp. 90-91.

105 "Su espontaneidad se reveló al no obedecer a ninguna orden de arriba -ni siquiera de Perón, que se había despedido de los obreros recomendándoles: 'De la casa al trabajo y del trabajo a casa'- y al obligar a los dirigentes de la CGT y de los sindicatos a plegarse al paro. Sin embargo, esa espontaneidad no era arbitraria, ni puramente instintiva, pues si la ofensiva oligárquico-imperialista provocó el estallido del pathos proletariado, también despertó en los huelguistas la conciencia de que ellos, y solamente ellos, podían evitar la pérdida de sus conquistas". Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 494-495.

106 Ibid., p. 495.

107 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 84 y 106.

108 "El justicialismo encierra las contradicciones básicas de la sociedad argentina y ofrece, a la vez, las únicas vías prácticas para superarlas. Proyectar la 'emancipación nacional', la 'vanguardia' o 'hegemonía del proletariado', la 'socialización de los medios de producción', la 'sociedad sin clases' y la 'superación del hombre', sin entablar la lucha por esos objetivos dentro del movimiento de masas, es el error acumulado por sectas que no escarmientan desde hace decenas de años". Puiggrós, Adónde vamos..., op. cit., p. 209.

109 "El Estado en sí no puede ser calificado de progresista o reaccionario, de opresor o emancipador. Todo depende de su contenido de clase y del carácter de su intervención en la vida económico-social. Puede conducir al socialismo o impedirlo, de acuerdo con las circunstancias históricas". Puiggrós, El proletariado..., op. cit., p. 12.

110 Ibid., p. 81.

111 Ibid., pp. 8-20. No obstante, Puiggrós se desmarcaba de la teoría desarrollista señalando que no había "uno o varios modelos únicos de desarrollo" (ibid., p. 9), crítica que resultaba en cierto modo paradójica, teniendo en cuenta la incidencia que el etapismo había tenido en su propia obra. Véase F. Devoto, "Reflexiones en torno de la izquierda nacional y la historiografía argentina", en F. Devoto y N. Pagano (eds.), La historiografía académica y la historiografía militante en Argentina y Uruguay, Buenos Aires, Biblos, 2004, p. 118.

112 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 23-24 y 77-78. "Nacionalizar no equivale a socializar [...] pero nadie puede dudar que a través de las nacionalizaciones se pasa de la economía y la propiedad privadas a la economía y la propiedad sociales. Capitalismo de Estado es todavía capitalismo, pero un capitalismo que sale de los límites privados y trae en sus entrañas elementos de socialismo". Ibid., p. 79. Por otro lado, Acha ha señalado el desdibuja-miento del rol asignado por Puiggrós a la burguesía nacional frente al capitalismo de Estado, teniendo en cuenta el privilegio que llegó a otorgar al "desarrollo de las fuerzas productivas" y la "independencia nacional" a través de la planificación (véase Acha, Nación y revolución..., op. cit.). Ello puede observarse incluso en su defensa del contrato con la petrolera norteamericana California propuesto hacia fines de la década peronista, situación frente a la cual adquiría primacía como argumento el provecho que la iniciativa podía rendir al propósito de vulnerar la dependencia con respecto al capital británico (véase Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 146 y ss.; también en Adónde vamos..., op. cit., pp. 186-190). Este tipo de razonamiento, prescindente de reparos principistas, ubicaría el discurso puiggrosiano en el campo del "nacionalismo de fines", según la conceptualización usada por Tcach. Véase, de este autor: "Golpes, proscripciones y partidos políticos", en James, op. cit., p. 31.

113 Véase J. A. Ramos, Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Buenos Aires, Amerindia, 1957. Además, véase los análisis de Acha, Nación y revolución..., op. cit.; y Sarlo, op. cit., p. 37.

114 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 84-85.

115 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., pp. 100-102.

116 Ibid., p. 85.

117 Ibid., p. 86.

118 Ibid., pp. 87,103-106.

119 Ibid., p. 158.

120 Ibid., pp. 158-164.

121 C. Smulovitz, "En busca de la fórmula perdida", en Desarrollo Económico, Nº 121, 1991.

122 R. Puiggrós, "Tesis sobre el Nacionalismo Popular Revolucionario", en Las izquierdas y el problema nacional, Cepe, Buenos Aires, 1974, p. 193.

123 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., cap. "El líder y la sociedad".

124 Puiggrós, Adónde vamos..., op. cit., pp. 179-180. Acha ha apuntado el desplazamiento de Puiggrós en el sentido de aceptar la sagacidad del líder como un "horizonte insuperable" (véase "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Segunda Parte: 1956-1980)", op. cit., p. 102). Para un análisis del discurso de Perón a lo largo de su trayectoria militar y política, véase M. Plotkin, "La ideología peronista. Continuidades y rupturas" en S. Amaral y M. Plotkin (comps.), Perón del exilio al poder, Buenos Aires, Cántaro, 1993.

125 Neiburg, "El 17 de octubre...", op. cit.

126 Ibid., pp. 234-235.

127 Altamirano, Peronismo..., op. cit., p. 63.

128 Ello no obstaba para que Puiggrós sostuviera con convicción que el capitalismo atravesaba su crisis final, elemento constante en las obras aquí analizadas. Acha ha señalado, por otra parte, que Puiggrós recién llenaría su ficha de afiliación al peronismo en fecha tan tardía como el 5 de febrero de 1972. Véase "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Segunda Parte: 1956-1980)", op. cit., p. 99.

129 Neiburg, "El 17 de octubre...", op. cit., p. 236.

130 R. Puiggrós, Pueblo y oligarquía, en Historia crítica..., op. cit., t. I, pp. 102-103.

131 Neiburg, "El 17 de octubre...", op. cit., p. 236.

132 "Nacionalismo y revolución", entrevista concedida a la revista Así, 5 de octubre de 1973, en R. Puiggrós, La universidad del pueblo, Buenos Aires, Crisis, 1974, p. 125. Acha ha apuntado el carácter táctico de las declaraciones públicas de Puiggrós, que en privado no se habría despojado del marxismo. Véase, de este autor: "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Segunda Parte: 1956-1980)", op. cit., p. 101.

133 Para una revisión de los significados atribuidos a la idea del intelectual revolucionario, véase C. Gilman, "El intelectual como problema. La eclosión del anti-intelectualismo latinoamericano de los sesenta y los setenta", en Prismas, Nº 3, 1999, y Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003; H. Tarcus, El marxismo olvidado de la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1996.

134 Puiggrós, El proletariado..., op. cit., p. 45.

135 Ibid., p. 174.

136 "Creer que la sociedad mejor del futuro va a surgir del trabajo meramente intelectual es una petulancia y una especie de platonismo.[...] Las masas solas van a la anarquía; las armas solas, sean del ejército regular o irregular, llevan al despotismo, y la teoría revolucionaria sola conduce a la torre de marfil". "Universidad, peronismo y revolución", declaraciones a la revista Ciencia Nueva, agosto de 1972, en Puiggrós, La universidad..., op. cit., pp. 87-88.

137 Puiggrós, "Tesis...", op. cit., pp. 187-188.

138 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 412-413.

139 Puiggrós, Adónde vamos..., op. cit., pp. 11 y 33-37.

140 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, p. 408.

141 Puiggrós, Historia crítica..., op. cit., t. III, pp. 413-414.

142 Acha, "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Segunda Parte: 1956-1980)", op. cit., p. 102.

143 Ya en las "Tesis..." de 1966 Puiggrós proponía, además de la "férrea unidad de los peronistas bajo un comando único" con el objetivo de entregar el poder a Perón, la disolución de los partidos políticos para construir un "gobierno representativo de la democracia de masas" (op. cit., p. 193). Más tarde, en 1972, era aún más explícito: "El liberalismo partidócrata es incompatible con la democracia de las masas trabajadoras. [...] Una conducción única, que centralice e impulse la actividad revolucionaria de millones de argentinos nos salvará de la gran catástrofe y nos colocará en el umbral de la humanidad de vanguardia del siglo XXI. [...] La unicidad de la conducción significa no solamente que no admita copartícipes, sino también que sea la suprema orientadora de las interdependientes revoluciones social y científico-técnica, la unión de la teoría con la práctica, la síntesis dialéctica de la ideología, la política, la historia, la economía, el sindicalismo y las fuerzas armadas". Adónde vamos..., op. cit., p. 31. Acha ha señalado el parentesco de estas ideas con aquella de la dictadura del proletariado, reformulada ahora en moldes populistas. Véase "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Segunda Parte: 1956-1980)", op. cit., p. 108, nota 23.

144 Véase, sobre este tema, S. Sigal y E. Verón, Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Buenos Aires, Legasa, 1986; Altamirano, "Montoneros", op. cit.; Plotkin, "La ideología peronista...", op. cit.

145 Me refiero a los trabajos citados de Acha y Myers.

7. Fuentes y bibliografía citada

Fuentes

Libros:

1. Puiggrós, R. (1956), Historia crítica de los partidos políticos argentinos, Buenos Aires, Argumentos.         [ Links ]

2. Puiggrós, R. (1968 [1958]), El proletariado en la revolución nacional, Buenos Aires, Sudestada.

3. Puiggrós, R. (1986 [1965]), El peronismo: sus causas, en Historia crítica de los partidos políticos argentinos, Buenos Aires, Hyspamérica.

4. Puiggrós, R., Pueblo y oligarquía, en Historia crítica de los partidos políticos argentinos, op. cit.

5. Puiggrós, R., El yrigoyenismo, en Historia crítica de los partidos políticos argentinos, op. cit.

6. Puiggrós, R. (1972), Adónde vamos, argentinos, Buenos Aires, Corregidor.

7. Puiggrós, R. (1974), La Universidad del pueblo, Buenos Aires, Crisis.

8. Folletos, documentos políticos y entrevistas:

9. Puiggrós, R. (1959), "Contesta Rodolfo Puiggrós", en Strasser, C. (comp.), Las izquierdas en el proceso político argentino, Buenos Aires, Palestra.

10. Puiggrós, R. (1974 [1969]), "Tesis sobre el Nacionalismo Popular Revolucionario", en Las izquierdas y el problema nacional, Buenos Aires, Cepe.

11. Puiggrós, R. (1973), "Origen y desarrollo del peronismo", Buenos Aires, ISAL-MISUR.

Bibliografía citada

12. Acha, O. (2001), "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Primera Parte: 1906-1955)", en Periferias. Revista de Ciencias Sociales, año 6, Nº 9, segundo semestre.

13. Acha, O. (2003), "Nación, peronismo y revolución en Rodolfo Puiggrós (Segunda Parte: 1956-1980)", en Periferias. Revista de Ciencias Sociales, año 8, Nº 11, segundo semestre.

14. Acha, O. (2007), La Nación futura. Rodolfo Puiggrós en las encrucijadas argentinas del siglo XX, Buenos Aires, Eudeba.

15. Altamirano, C. (1996), "Montoneros", en Punto de Vista. Revista de Cultura, año XIX, Nº 55, agosto.

16. Altamirano, C. (2000), Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires, Temas.

17. Devoto, F. y Pagano, N. (eds.) (2004), La historiografía académica y la historiografía militante en Argentina y Uruguay, Buenos Aires, Biblos.

18. Di Tella, T., Germani, G. y Graciarena, J. (comps.) (1966), Argentina, sociedad de masas, Buenos Aires, Eudeba. Germani, G. (1962), Política y sociedad en una época de transición, Buenos Aires, Paidós.

19. Gilman, C. (1999), "El intelectual como problema. La eclosión del anti-intelectualismo latinoamericano de los sesenta y los setenta", en Prismas, Nº 3, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes.

20. Gilman, C. (2003), Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI.

21. Halperin Donghi, T. (1996), "El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional", en Ensayos de historiografía, Buenos Aires, El Cielo por Asalto.

22. James, D. (dir.) (2003), Violencia, proscripción y autoritarismo, Nueva Historia Argentina, t. IX, Buenos Aires, Sudamericana.

23. Kohan, N. (2000), De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano, Buenos Aires, Biblos.

24. Leis, H. R. (1991), Intelectuales y política (1966-1973), Buenos Aires, CEAL.

25. Mao Tsé-Tung, Acerca de la práctica. A propósito de la contradicción, Montevideo, Nuevas sendas, s/f. Myers, J. (2002), "Rodolfo Puiggrós, historiador marxista-leninista: el momento de Argumentos", en Prismas, Nº 6, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes.

26. Neiburg, F. (1998), Los intelectuales y la invención del peronismo. Estudios de antropología social y cultural, Buenos Aires, Alianza.

27. Neiburg, F. (1995), "El 17 de octubre de 1945: un análisis del mito de origen del peronismo", en Torre, J. C. (comp.): El 17 de octubre de 1945, Buenos Aires, Ariel.

28. Neiburg, F. y Plotkin, M. (comps.) (2004), Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina, Buenos Aires, Paidós.

29. Oteiza, E. (ed.) (1997), Cultura y política en los años '60, Buenos Aires, Inst. de Investigaciones Gino Germani, Fac. de Ciencias Sociales, Oficina de publicaciones del CBC, UBA.

30. Plotkin, M. (1993), "La ideología peronista. Continuidades y rupturas", en Amaral, S. y Plotkin, M. (comps.), Perón del exilio al poder, Buenos Aires, Cántaro.

31. Ramos, J. A. (1957), Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Buenos Aires, Amerindia. Sarlo, B. (2001), La batalla de las ideas (1943-1973), Buenos Aires, Ariel.

32. Ramos, J. A. (1985), "Intelectuales: ¿escisión o mímesis?", en Punto de Vista, año VII, Nº 25, diciembre. Sigal, S. (1991), Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires, Puntosur.

33. Sigal, S., y Verón, E. (1986), Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Buenos Aires, Legasa.

34. Smulovitz, C. (1991), "En busca de la fórmula perdida", en Desarrollo Económico, Nº 121. Stalin, J. (1946), El marxismo y el problema nacional y colonial, Buenos Aires, Problemas.

35. Svampa, M. (1994), El dilema argentino: civilización o barbarie. De Sarmiento al revisionismo peronista, Buenos Aires, El Cielo por Asalto.

36. Tarcus, H. (1996), El marxismo olvidado de la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña, Buenos Aires, El Cielo por Asalto.

37. Terán, O. (1991), Nuestros años sesentas. La formación de la Nueva Izquierda Intelectual en la Argentina. 1956-1966, Buenos Aires, Puntosur.