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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.12 no.1 Bernal jun. 2008

 

RESEÑAS

Diego Armus, La Ciudad Impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950, Buenos Aires, Edhasa, 2007, 413 páginas

 

Desde hace más de dos décadas una creciente producción sobre la historia de la salud en la Argentina abre promisorias vías de indagación. En efecto, desde el regreso de la democracia se registra un ímpetu renovado en la exploración de temas como lo son el de la relación entre médicos y Estado, las distancias entre las prescripciones médicas y las prácticas cotidianas, la descripción de las condiciones de vida de los sectores populares, la experiencia de la maternidad y la sexualidad.

Diego Armus cumple un papel protagónico en esta renovación. Su libro La Ciudad Impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950 vertebra varios de sus trabajos previos y se convierte en un texto de referencia por diversas razones. Por un lado, privilegia una mirada de larga duración y se constituye, sin duda, en el primer estudio integrador de la producción de la historia de la salud en la Argentina. Por otro lado, se sirve de una interesante diversidad de fuentes primarias –revistas médicas, fuentes gubernamentales, obras literarias, letras de tango, periódicos y entrevistas orales– que le otorgan gran plasticidad metodológica para demostrar cómo por medio del estudio profundo de la tuberculosis, sus múltiples tratamientos y el impacto cultural y social que motorizó, Buenos Aires se convirtió en una ciudad moderna.

Ésta es la pregunta que organiza este libro. Para responderla, el autor se aleja de las posturas polarizadas que explican en términos de moderno y tradicional los períodos de estudio e introduce explicaciones que restituyen la complejidad y la tensión.

Un acierto de Diego Armus es, en efecto, brindar un relato historiográfico que se aleja de la historia política. En ese sentido, destaca que algunos hitos de esta historia tradicional –la ley electoral de 1912 y los golpes de Estado– no aportaron cambios sustanciales en relación con la salud. El tono de esta narración parece estar dado por la continuidad. Así, la tuberculosis a que alude Armus tiene tiempos prolongados, en los que se esbozan anuncios de iniciativas en materia de salud pública que, cuando se materializan, logran una expansión e impacto limitados.

Los nueve capítulos que componen el libro están atravesados por, al menos, cuatro ejes. El primero de ellos es el que se centra en el análisis de las representaciones culturales. Así, en el primer capítulo Armus recorre los múltiples discursos provenientes de diferentes locutores políticos y profesionales en torno a las ciudades imaginadas y al papel que deberían cumplir en ellas los espacios verdes. Éstos serían la solución para evitar el contagio o para colaborar en la cura de las personas enfermas, y constituirían también la llave para erradicar el conflicto social entendido como consecuencia de la promiscuidad, la falta de espacios al aire libre y la inseguridad urbana. En el capítulo tercero las narrativas literarias, las letras de tango, el cine y el teatro, le permiten desplegar un rico y sugerente relato en el cual la mujer ocupa un lugar protagónico. Una triple caracterización, la enferma por la pasión –devenida años más tarde en neurasténica–, la trabajadora y la costurerita, le permite navegar por los diferentes recorridos que realizaron las mujeres, que fueron objeto de culpabilización y estigmatización desde el prisma patriarcal. El capítulo bascula sobre los vínculos entre la esfera de lo privado y lo público y las interconexiones de la cultura, la política y las explicaciones de la medicina y del psicoanálisis.

El segundo eje atraviesa los capítulos que mixturan el análisis de las ideas con el de las políticas efectivamente implementadas y explora las distancias y discordancias que tuvieron lugar entre ellas. Según demuestra el autor, mientras los discursos acerca de la creación de una ciudad perfecta no tuvieron correlato en la práctica, algo diferente sucedió para el caso de las ideas vinculadas en torno a la importancia de la actividad física. La creación de colonias de vacaciones y el significado otorgado a la educación física en las escuelas primarias y en las escuelas para niños débiles constituyen ejemplos de estas tímidas concreciones materiales que procuraron la integración social de las futuras generaciones. A partir de esa corroboración, Armus acicatea una duda sobre la utilidad analítica del concepto de control social. Si bien reconoce que el brazo del Estado intentó transmitir rutinas, connotaciones morales y costumbres, sostiene que estas instancias de integración social nunca significaron una alternativa realmente masiva, y postula que si bien tuvieron aspectos disciplinadores, ofrecieron a quienes concurrieron a ellas una entrada al mundo moderno de la educación que incluía el esparcimiento planificado.

Bajo este mismo eje se podría leer al capítulo cuarto. Aquí, el autor ausculta cómo se intentó que la tuberculosis se convirtiera en un obstáculo para limitar el flujo inmigratorio. No obstante, las dificultades para detectar a los potenciales enfermos generaron un vacío a la hora de implementar las normativas. Además, la adecuación del ideario occidental a la realidad local no devino, por ejemplo, en comportamientos racistas, aunque fuera exponencial la referencia a la raza. Éste es un punto sensible de los debates actuales. Si bien durante el período estudiado no existieron en la Argentina medidas radicalizadas de exterminio y segregación en nombre de la pureza racial como las hubo en Alemania, habría que pensar dos cuestiones. La primera consiste en preguntarse cómo opera ron en la vida de las personas los recurrentes mensajes, escri tos y gráficos que buscaron idealizar a un determinado habitante utilizando una clasificación biológica de los grupos humanos. La segunda, cómo estas reiteradas ideas configuraron el sustrato ideológico de instancias políticas autoritarias, e incluso democráticas desde el punto de vista del sistema político, que buscaron legitimar la exclusión con argumentos científicos. Las dificultades en la búsqueda de fuentes obstaculizan la profundización en esta veta analítica; no obstante, ésta amerita formar parte de la agenda de investigaciones futuras, ya que plantear este problema permite reflexionar acerca de la vitalidad y la potencia del concepto de "raza" como criterio clasificatorio y organizador del sentido común de las sociedades.

El tercer eje de Ciudad Impura se centra en las líneas de fuga entre las recomendaciones médicas y las efectivas acciones de las personas. Así, puede leerse el variopinto abanico de explicaciones y tratamientos médicos que intentaron dilucidar la caída de la inmunidad y el azote de la enfermedad. Los profesionales de la salud propusieron modificar las condiciones medioambien tales para producir cambios pasibles de ser heredados a futuras generaciones. Así, la educación, la alimentación y la crianza serían aspectos destacados para gestar "personas más aptas". El diagnóstico centrado en el medio ambiente se tradujo en una serie de "recetas" de contenido moralizador en las que subyacía una recargada presencia de extrapolaciones extraídas del moderno discurso psicológico. Asimismo, dada la ausencia de certezas científicas, se creó un espacio para agentes no profesionales que, sin enfrentarse con la medicina diplomada, penetraron en la atención hogareña de la salud y representaron una contención y un alivio para muchos pacientes. Estas diferentes propuestas que buscaron mitigar las consecuencias de esta dolencia llevaron a los pacientes a implementar una variada red de itinerarios terapéuticos que icluyeron desde la automedicación hasta el acercamiento a herboristas y charlatanes. También los pacientes concurrieron a una variada red de instituciones que iban desde el dispensario barrial hasta los modernos nosocomios de especialidad y de reposo. En este sentido, el autor aviva un debate acerca de los alcances de la medicalización y se alinea en las huestes de los que señalan las limitaciones de ese proceso.

El cuarto eje, que transita en los últimos dos capítulos, demuestra cómo las disímiles demandas de profesionales y de pacientes fueron confor mando una agenda social renovada en la cual la atención de la salud fue vista como un derecho al que todos, de modo universal e igualitario, debían tener acceso. Asimismo, reconoce que el peronismo avanzó como nunca antes en la implementación de políticas públicas, aunque no llegó a universalizar la política de salud. Indudablemente, esta indagación matiza y problematiza la tradicional asociación que vincula la ampliación de la ciudadanía social sólo a las reformas sociales iniciadas en 1943 por Juan Domingo Perón, y permite mirar al peronismo con una visión renovada al introducir una idea más compleja en torno a la ampliación de la ciudadanía social durante este período.

En suma, el libro de Armus elude las explicaciones basadas en esencialismos de corte biológico y realiza una meticulosa reconstrucción tanto de las ideas como de las prácticas que rodearon al diagnóstico y a la cura de una enfermedad cargada de significados, que rebasó ampliamente lo meramente patológico. En este sentido, el autor complejiza las categorías analíticas en torno a la salud, la enfermedad y el proceso de progresiva ampliación de contenidos y beneficios de la ciudadanía social y las mixtura en un relato en el cual las explicaciones de corte biológico se entrelazan con las prescripcio nes morales y se insertan en un contexto político determinado. De esta forma, lo biomédico está penetrado por la subjetividad humana, y la biología se ve emparentada con fenómenos sociales, culturales, políticos y económicos.

La variedad de temáticas abordadas no resiente la lectura de una prosa ágil y fluida que, además, cuenta con la virtud de presentar de manera didáctica discusiones teóricas y estudios de casos empíricos, lo cual facilita su llegada a un público amplio.

Karina Inés Ramacciotti
UBA / CEDES