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Prismas

versão On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.13 no.1 Bernal jun. 2009

 

RESEÑAS

Partha Chatterjee
La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios subalternos
Buenos Aires, Siglo XXI-clacso Ediciones, 2008, 296 páginas

Partha Chatterjee es un pensador político nacido en la India, fundador del grupo de estudios subalternos liderado por Ranajit Guha, autor de algunos libros centrales en el pensamiento poscolonial contemporáneo como Nationalist Thought and the Colonial World: A Derivative Discourse? (1986), The Nation and its Fragments: Colonial and Postcolonial Histories (1993) y The Politics of the Governed: Reflections on Popular Politics in Most of the World (2004), además de sus contribuciones regulares a los volúmenes del colectivo Subaltern Studies. Es también profesor en las universidades de Calcuta y Columbia.
La nación en tiempo heterogéneo reúne un conjunto de ensayos representativos de su producción, hábilmente seleccionados y presentados por Víctor Vich, responsable de la edición peruana publicada en 2007. El libro abarca un rango de problemas característicos de la perspectiva poscolonial, enhebrados por una aproximación interdisciplinaria donde convergen la teoría política, la filosofía, la antropología y los estudios de la cultura. A lo largo de once capítulos, algunos de los cuales forman parte de otros libros, el volumen comprende desde problemas históricos clásicos de la historia colonial india, como la llegada de los portugueses a Goa, hasta temas contemporáneos presentados en conferencias públicas, como el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. El conjunto ofrece una selección representativa de la obra de Chatterjee articulada en torno al problema de la experiencia moderna en las sociedades no occidentales.
El eje de su pensamiento es afín al programa de los estudios subalternos: desafiar la mirada occidental sobre el mundo indio, poner en evidencia los límites de los paradigmas europeos modernos para leer las condiciones de vida en el subcontinente y plantear de este modo una mirada renovadora y crítica sobre la teoría contemporánea y clásica. El proyecto de deconstruir y reescribir la historiografía colonial tal como había sido escrita hasta entonces parte de un diálogo crítico que abreva en el pensamiento de Gramsci, donde el grupo toma la categoría de subalterno. Chatterjee mantiene desde hace tiempo un diálogo crítico con la obra de Benedict Anderson, y en este libro discute además las ideas de Walter Benjamin, Michel Foucault y Karl Marx. Las palabras de Marx sobre el imperialismo como efecto acelerador del progreso histórico sobre las sociedades feudales tradicionales han sido materia de un amplio debate en los estudios subalternos, también retomado en este volumen. El libro dialoga asimismo con autores como Charles Taylor (capítulo 6), Michael Hardt y Toni Negri (capítulo 8), y mantiene una conversación activa con los principales referentes del pensamiento subalterno como Ashis Nandi, Gyan Prakash, Dipesh Chakravarti, Guha y otros académicos de origen indio con un fluido contacto con la academia occidental (y particularmente norteamericana) como Homi Bhabha y Gayatri Spivak.
Desde una perspectiva que algunos historiadores y críticos han intentado comparar con la posición de América Latina -pero que tiene también una trayectoria de escepticismo que incluye la ya clásica reseña de 1996 de Tulio Halperin Donghi al libro de Florencia Mallon Peasant and Nation- el libro procura demostrar la insuficiencia de ciertas categorías del pensamiento europeo y desnudarlas como universales abstractos, ajenos a las condiciones materiales del mundo no occidental, que Chatterjee define como "la mayoría del mundo moderno". Resulta interesante, en primer lugar, la distinción, frecuente en la mirada subalternista, de señalar la artificialidad de la división entre mundo moderno y mundo periférico. Así, la misma partición del mundo entre moderno y arcaico, atrasado, premoderno o subdesarrollado, medido con una vara temporal ahistórica y esencialista, es foco de los cuestionamientos más decididos del volumen.
Uno de los nudos del argumento de Chatterjee apunta, como el título del libro lo indica, a desarmar la noción de un tiempo cronológico uniforme como hábitat para el florecimiento de conceptos universales como nación, ciudadanía, revolución, intelectuales o clase trabajadora.

El tiempo homogéneo vacío es el tiempo vacío del capitalismo. Dentro de su dominio, éste no contempla ninguna resistencia. Cuando encuentra un impedimento, lo interpreta como un residuo precapitalista que pertenece al tiempo de lo premoderno (pp. 60, 114).

Tanto la presencia de núcleos de modernidad en el mundo no occidental, como la situación inversa, por el impacto de la inmigración del Tercer Mundo en las metrópolis centrales o por los propios bolsones de miseria y atraso existentes en el mundo desarrollado, ponen en evidencia los límites de esta perspectiva. La heterogeneidad temporal impide seguir hablando del tiempo homogéneo vacío sin incurrir en una negación de desajustes entre ambos dominios y suscribir una distribución binaria de atraso y modernidad, asignados respectivamente al mundo periférico y al occidental de manera rígida y simplificadora.
Cabe señalar, en este sentido, la temprana penetración de los estudios subalternos en el escenario latinoamericano, particularmente en el mundo andino. Las primeras ediciones tuvieron lugar en Bolivia, gracias al libro de Silvia Rivera Cusicanqui y Rossana Barragán, Debates poscoloniales (1997), y ahora continúan con la edición peruana de Chatterjee y su reedición argentina. Sin duda no es casual esta lectura desde la región andina, donde muchos de los problemas tocados por esta corriente resultan familiares y comparables. Así, la convivencia de tiempos heterogéneos dentro de una misma nación (o incluso, cabría decir, la ausencia de una identidad nacional consolidada) ya había sido observada por Antonio Cornejo Polar y ahora resulta corroborada en la edición peruana de La nación en tiempo heterogéneo, gracias a la impecable traducción de Rosa Vera y Raúl Hernández Asencio. Tanto en el Perú como en Bolivia las tensiones entre temporalidades asimétricas hacen visible la inexistencia de un tiempo homogéneo vacío, cuando se reconocen las condiciones en las que viven los subalternos y su convivencia con regímenes temporales desfasados. Vale recalcar que no se trata de una condición esencial, sino sólo más evidente y acuciante en el mundo andino, debido a fenómenos como la enorme migración urbana y la convivencia de temporalidades asimétricas muy próximas unas de otras, semejantes en Lima y en Calcuta. Esta situación, no obstante, puede comprobarse en cualquier metrópolis contemporánea poblada de poblaciones migrantes portadoras de culturas funcionando en regímenes temporales desincronizados.
Existe un problema adicional planteado en La nación en tiempo heterogéneo.
Se trata de las limitaciones que entraña la categoría de nación (como la de clase social, ciudadanía o sujeto) para dar cuenta de la multiplicidad de fenómenos comprendidos en la totalidad social. Las entradas de Chatterjee tienen como foco primordial las condiciones específicas en una región del oeste de la India, Bengala, donde las prácticas de resistencia ante la articulación de la hegemonía encuentran formas peculiares que el autor emplea para desmontar conceptos insatisfactorios para analizar este fenómeno, como los de sociedad civil, ciudadanía o derechos humanos. Chatterjee se vale del concepto de "dominación sin hegemonía" acuñado por su maestro Guha. Algunos de los ejemplos desarrollados en el libro resultan a la vez elocuentes y reveladores para el lector latinoamericano. El capítulo 7, "Grupos de población y sociedad política", expone la inoperancia de la categoría de ciudadanía ante una situación específica. La muerte de un líder religioso enfrenta a sus seguidores en un suburbio pobre de Calcuta, subalternos políticamente próximos al Partido Comunista de la India, con el gobierno que intenta sepultarlo. La resistencia de la población a la ofensiva estatal plantea un conflicto político que excede los marcos conceptuales del Estado secular moderno y la categoría de "sociedad civil". El argumento de los seguidores del líder de la secta religiosa Santal Dal era la necesidad de preservar su cuerpo para esperar su resurrección. Se produjo entonces un enfrentamiento entre las
creencias de los subalternos y la razón de Estado que evoca la epopeya de Los Sertones en el Brasil, pero que no cesa de aludir a una problemática contemporánea más amplia, la de las poblaciones migrantes privadas de derechos que llevan a una crisis conceptual extrema los valores consagrados por la modernidad. El análisis refleja la fragmentación de la nacionalidad, la inoperancia de la ciudadanía y la necesidad de otras herramientas para analizar la política de los subalternos.
Entre las objeciones al uso de los estudios subalternos en el paradigma latinoamericano -planteadas por Halperin Donghi al libro de Mallon hace más de diez años- se encuentra el problema del ventrilocuismo del subalterno. Esta observación ya fue planteada en términos semejantes por Spivak en su conocido ensayo "Can the Subaltern Speak?" (1988). Si el subalterno hablara, no sería subalterno, y quien asume su voz (el historiador subalternista), se vale de ella con propósitos probablemente más cercanos a una agenda propia que a la evidencia histórica, sin ingresar en un problema, el del significado de la evidencia histórica, que excede largamente las posibilidades de esta reseña. Cabe señalar que la pregunta de Spivak tiene lugar en el marco de la discusión disparada por los Subaltern Studies y ocurrida en un debate que también encuentra eco en los ensayos de Chatterjee.
El libro contiene otras incisivas observaciones, como su desconfianza de los argumentos de Negri y Hardt en Imperio, y su propuesta más estratégica de aprovechar las oportunidades de la globalización en beneficio de una reflexión atenta sobre la condición de quienes menos tienen. El debate sobre la pertinencia, aplicabilidad o validez de los Subaltern Studies en América Latina continúa abierto, aunque en general prevalece cierta sospecha en cuanto a las posibilidades de aplicar llanamente sus categorías. Se trata, más bien, de traducir entre líneas y no desconocer una invitación al diálogo como la que nos remite Partha Chatterjee en La nación en tiempo heterogéneo.

Álvaro Fernández Bravo

NYU (Buenos Aires) / CONICET

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