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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.13 no.2 Bernal jul./dic. 2009

 

OBITUARIOS

A la memoria de José Sazbón (1937-2008)

José Sazbón murió el 16 de septiembre de 2008. Sin lugar a duda, su partida significa la desaparición de una figura en diversos sentidos excepcional que se había vuelto subrepticiamente habitual en nuestros medios académicos.1 Fue el último de los intelectuales humanistas de izquierda en nuestro país dotado de un siempre sorprendente, vasto y profundo conocimiento de la cultura europea contemporánea. A lo largo de su vida se consagró a una tarea donde destacan la escritura (cerca de cien artículos y notas, así como varios libros, lo atestiguan), a la edición y traducción de obras y autores entonces de acotada circulación en castellano (por ejemplo, los títulos sobre el estructuralismo francés contribuyeron a arraigar tempranamente en nuestro medio diferentes expresiones de esta corriente de pensamiento) y, particularmente, a la docencia, que ejerció en diversas universidades argentinas y en la Universidad de Zulia durante los años de la última dictadura. También fue director del Instituto de Filosofía (FFYL/UBA) y coordinador de la Maestría en Historia y Memoria (UNLP).
Definida a grandes trazos, su obra, abocada principalmente a la filosofía y a la historia intelectual, se despliega desde sus inicios en un amplio arco temático donde los núcleos de interés se suceden y vuelven a emerger, recurrentemente, provistos de matices y perspectivas renovadas. En sus  escritos juveniles asoma el interés por Sartre y los modelos estructuralistas, especialmente por los de Saussure y Lévi-Strauss. Más tarde se adentra en el universo marxista, que signará en cierta medida su identidad. Su estrategia de abordaje y construcción de pertenencia es la de deslizarse críticamente por ciertos "autores-pasadizos" -como la misma obra marxiana, la Escuela de Frankfurt, el marxismo inglés e italiano, Mariátegui y Lukacs- desde los cuales procura casi obsesivamente aventar, mediante la rigurosidad analítica, la más mínima insinuación reduccionista. En contrapunto con este haz de preocupaciones se desarrolla otro vinculado con las reflexiones sobre la teoría de la historia y los estudios historiográficos, entre estos últimos son de destacar sus ensayos sobre la Revolución Francesa en que asoman sus críticas a la corriente revisionista del área. Simultáneamente, incursiona en la historia intelectual y de la literatura argentina, dejando páginas memorables sobre Sarmiento y Borges. Asimismo nos lega sus trabajos sobre los paradójicos laberintos de la recepción (la supuesta difusión de Vico por Pedro De Angelis y los meandros interpretativos de la obra de Nietzsche en Francia) que constituyen modelos metodológicos para el estudio de la circulación de ideas.
Sin embargo, sería injusto recordarlo exclusivamente -y no creo que lo deseara- por su producción escrita. José Sazbón hizo de la enseñanza una misión a la cual consagró enteramente su existencia hasta sus últimos días. Concebía sus clases como un acto intelectual por excelencia, un espacio para exhibir una constelación de reflexiones maduradas a lo largo de años de pensar y repensar un espectro desmesurado de autores clásicos contemporáneos. Enhebraba con solvencia refinada vastas zonas del conocimiento como la filosofía, la historia, la literatura y la teoría social, poseía una erudición casi inconmensurable puesta al servicio del análisis conceptual y una claridad expositiva que no hurtaba la complejidad de los problemas a su auditorio. Indudablemente ese diálogo interdisciplinario que lo atravesaba y el celo implacable que ponía en la custodia de la rigurosidad del oficio intelectual exigían a sus interlocutores un esfuerzo para poder seguir sus disertaciones, dentro o fuera de los claustros, que procuraba mitigar, según su estilo tan personal, con la provocación al debate, con más y nuevas explicaciones, pero, sobre todo, con más y más bibliografía.
Dedicó gran parte de su vida a mantener viva en nuestro país la reflexión autónoma sobre el pensamiento europeo contemporáneo y sus intelectuales, en la cual cifraba expectativas de que pudiera contribuir módicamente a un eventual proyecto transformador o, al menos, más modestamente, a extender las fronteras del pensamiento de quienes lo escuchasen y leyeran en la Argentina.
José Sazbón fue simplemente un maestro. Contrastaba la magnitud de su saber con su humildad, su generosidad con colegas y alumnos, el ascetismo de su vida cotidiana y su coherencia en la conducta. No ha dejado una escuela. Tal vez, estrictamente hablando, ni siquiera discípulos. Nunca fue su objetivo. Pero ha dejado, casi sin proponérselo, marcas indelebles en muchos de quienes lo conocieron y que hoy procuran, a partir de sus enseñanzas, trazar su propia aventura intelectual.

Patricio Geli

Universidad de Buenos Aires    

Notas

1 Variadas perspectivas que destacan diferentes aspectos asociados a su condición de intelectual, su conducta y su personalidad pueden encontrarse en las emotivas intervenciones que tuvieron lugar en el homenaje que se le rindiera el 7 de noviembre de 2008 en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Las mismas, así como un listado de su prolífica obra, han sido compiladas por Horacio Tarcus (al cual remito al referirme a sus escritos) en Homenaje a José Sazbón, Buenos Aires, IDAES/Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y CeDInCI, 2009.         [ Links ]

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