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Prismas

versão On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.14 no.1 Bernal jun. 2010

 

RESEÑAS

Mirta Zaida Lobato,
La prensa obrera. Buenos Aires y Montevideo. 1890-1958,
Buenos Aires, Edhasa, 2009, 256 páginas

Si formuláramos hoy una vieja pregunta de cuño marxista, revitalizada por E. P. Thompson en el campo historiográfico, acerca de cómo se forman las clases sociales o, más específicamente, cómo se produce la formación de una conciencia de clase obrera en un contexto histórico determinado, leyendo a Mirta Lobato no dudaríamos en responder que tal proceso es posible, en buena medida, a través de la prensa obrera. Haciéndose eco del generalizado giro cultural en la historia social, el libro de marras propone reconstruir parte de la experiencia de las clases trabajadoras rioplatenses mediante el estudio de las publicaciones producidas por sus organizaciones gremiales en Buenos Aires y Montevideo, entre 1890 y 1958.
Con Rancière, la autora enfatiza que "las palabras contribuyen a la formación de las ideas asociadas con derechos". A lo largo de los cuatro capítulos que componen el núcleo del texto, la palabra impresa -y no sólo ella, dado que fotografías, ilustraciones y recursos gráficos de distinto tipo jalonan toda la investigación- es enmarcada sucesivamente en diversos contextos de significación. Un primer contexto, el de unas sociedades urbanas en desarrollo modernizador y capitalista, es articulado en el capítulo primero. En el segundo, es el soporte material de los periódicos gremiales (sus formas de edición, financiación, formato y secciones), lo que estructura otros sentidos, en cotejo con formas alternativas de comunicación de masas. Por último, en los capítulos tercero y cuarto, el marco de significación lo aportan la matriz discursiva del pensamiento literario y social universal, la de la organización proletaria a nivel internacional, junto a otra matriz más antigua y difusa (la del lenguaje simbólico y místico de procedencia católica), para moldear los discursos sobre el trabajo oprimido y sus formas proyectadas de emancipación.
Al considerar la expansión de la prensa gremial en estrecha correlación con la conformación de la clase obrera, al calor de las transformaciones socioeconómicas y culturales en la Argentina y el Uruguay desde las últimas décadas del siglo XIX, el texto propone que esa prensa se convirtió en una herramienta fundamental para construir la identidad de los trabajadores como clase. Un arma crucial que les permitió a éstos articular sus demandas y reclamar por derechos en una sociedad capitalista en crecimiento.
Eludiendo felizmente la convencional exposición histórica estructurada por la cronología, el análisis avanza entre dos problemáticas relacionadas. En primer lugar, la de la eficacia de los periódicos gremiales en situar la cuestión obrera como un tema legítimo en la escena pública. Este tema reenvía, por un lado, al contexto de las relaciones del movimiento obrero con el Estado y con otras fuerzas políticas y, por el otro, al campo de la comunicación de masas disputado crecientemente, a partir del despunte del siglo XX, con empresas comerciales dedicadas a la prensa popular. En segundo lugar, las publicaciones gremiales se revelan en el libro en tanto creadoras de una idea de comunidad frente al opresor, esto es, como eficaces constructoras de marcos simbólicos que permitieron forjar una conciencia de intereses compartidos entre trabajadores, para quienes el mundo laboral no reservaba sino experiencias heterogéneas según el oficio, la rama de actividad, la calificación, el salario, el género.
El registro de la repetición de ciertos lemas convocantes de la unidad obrera y de su poder, en publicaciones de diferente orientación ideológica; el trabajo con determinados estereotipos en las ilustraciones, iluminando la formación de un mundo regional de imágenes sobre el trabajo, sus protagonistas y sus adversarios; más aun, el análisis del carácter universal y convergente del uso de la noción de explotación o de la función metafórica de la figura del infierno para connotar al trabajo explotado en ramas diversas de actividad laboral, todos ellos se muestran en La prensa obrera como recursos gráficos y literarios que atenúan la heterogeneidad de las experiencias del trabajo. Así, el libro logra argumentar convincentemente acerca de la productividad de la prensa gremial a la hora de postular una experiencia de clase. Es cierto que persiste la pregunta por la medida en que esa experiencia unitaria discursivamente construida, expresaba, moldeaba o no, las vivencias de sus siempre esquivos -para el investigador- destinatarios: los obreros de carne y hueso. Dar una respuesta a esa cuestión demandaría tal vez un contrapunto más intenso con otras fuentes, algunas mencionadas al comienzo del libro, como memorias y autobiografías obreras y militantes, o bien entrevistas, cuando ello fuera posible. Abundando en este punto, uno podría preguntarse si más allá de la convergencia discursiva mostrada en el análisis de periódicos porteños y montevideanos, el diferente peso relativo del movimiento obrero en las respectivas escenas políticas nacionales (formadas éstas también por otros actores, como partidos políticos, corporaciones varias y Estado) a uno y otro lado del Río de la Plata, durante la primera mitad del siglo XX, permite hablar de una cultura de clase común a nivel regional, como propone Lobato extendiendo sus conclusiones al resto del Cono Sur, incluso aceptando los notables paralelismos señalados por la autora en la historia gremial de la Argentina y del Uruguay.
El recorte temporal amplio, -abarca el fin de siglo XIX y las primeras seis décadas del XX-, se revela fructífero para establecer comparaciones y contrastes a lo largo del tiempo, y se advierte esparcida en los capítulos una periodización de la prensa obrera, siempre en correspondencia con los avatares de las organizaciones gremiales. Al momento de surgimiento y expansión en torno a 1890 y 1920, guiados los periódicos gremiales por el afán de "informar, educar, concientizar, denunciar", le seguiría otro de proliferación de hojas por empresas ligado a la creciente militancia comunista, al proceso sustitutivo de importaciones y a un contexto de mayor clandestinidad debido a la presencia de gobiernos autoritarios en la región. Luego, se consolidaría una línea de mayor negociación e integración de los sindicatos con el Estado y los empresarios, lo que tendría su correlato en el cambio del discurso pedagógico de la prensa: de la propaganda ideológica de principios de siglo, cuando los periódicos se presentaban como "bandera de combate" y "foco de luz", a un discurso centrado, según la expresiva fórmula de la autora, en una pedagogía de "realizaciones".
En el logrado capítulo que describe los aspectos materiales de la edición de la prensa obrera en la región, la evolución de las prácticas sindicales puede seguirse tanto en la variación del lema de un mismo periódico según el cambio de coyuntura política, en la presencia de publicidades comerciales en la prensa de los gremios mejor ubicados en la jerarquía de la estratificación laboral y del acceso al consumo (los ferroviarios en las décadas del '20 y '30 en la Argentina), o bien en el cambio de la función de la fotografía (desde su uso como indicador de la realidad social a su rol de soporte, en las décadas del '30 y del '40, de la publicidad de los "realizadores" del bienestar, los miembros de las comisiones directivas). Por otro lado, el análisis de los recursos gráficos a los que apelaban los "obreros periodistas" para construir el acontecimiento (fuera éste la huelga y su represión o, más tarde, la conformación de consejos de salarios) demuestra la circulación de saberes y técnicas periodísticas entre la prensa gremial y la zona comercial y hegemónica de los diarios de masas. El éxito de los periódicos obreros en colocar a los trabajadores y sus condiciones laborales y de vida como tema legítimo en la opinión pública habría determinado como un efecto paradójico -según plantea Lobato- su progresiva pérdida de centralidad como canales de información y propaganda, cuando los dirigentes gremiales pudieron acceder y beneficiarse de la publicación de sus solicitadas, mensajes y entrevistas, en los diarios de la prensa masiva.
Los dos capítulos de La Prensa Obrera que analizan el tratamiento por los periódicos de dos temas caros a la identidad proletaria, el trabajo -bajo la metáfora del infierno- y el par organizaciónemancipación -bajo la del paraíso-, no ahorran en el señalamiento de las complejidades y tensiones con que tales cuestiones se expresaban en el discurso periodístico gremial. Por caso, se revela la visión dicotómica sobre el trabajo (como castigo y como actividad liberadora a la vez), que permeaba los periódicos gremiales, visión sobre la que se irían dibujando otras dicotomías (trabajo y tiempo libre; labor y goce; ocupación y libertad, entre otras). Un sustrato conflictivo en la relación entre trabajo, explotación y ocio persistió en el discurso periodístico de los gremios. También se muestra que si el sentido predicado de la organización gremial era la acción común para limitar a los empresarios, defender y afianzar derechos y lograr la intervención del Estado, ello no significaba que tal impulso al reconocimiento de derechos no coexistiera con la renuencia a aceptar un mayor control e ingerencia del poder público en los asuntos gremiales. En otro orden, se indaga en la dimensión ética del mensaje transmitido por las organizaciones gremiales, destinado a hacer de los trabajadores y trabajadoras seres respetables. No se advierte, sin embargo, cuánto de burgués había en esa moral que rechazaba el carnaval, el teatro popular, el fútbol o las corridas de toros, en aras de construir un mundo que, como explica Lobato, se quería autorregulado, alejado de la tentación de lo banal y de la corrupción.
Dicho esto y para terminar, sólo cabría decir unas palabras sobre el corpus de fuentes trabajado (más de 170 periódicos gremiales editados en Buenos Aires y algunas otras ciudades de la Argentina, y 74 publicaciones gremiales de Montevideo, Uruguay, editados grosso modo entre 1890 y 1960). El libro incluye dos apéndices que enlistan, respectivamente, ambos conjuntos de periódicos, consignando nombre, fecha (se infiere que de aparición), gremio y otras observaciones (periodicidad, dirección, ubicación, tirada, precio, entre otros). Llama la atención, en el listado de la prensa gremial de Buenos Aires, la ausencia de mención al hecho de que buena parte de los periódicos que se consignan con ubicación en el Instituto de Historia Social de Amsterdam, o sin ubicación (y también otros que directamente no se consignan pero pertenecen al género), se pueden consultar en el Centro de Documentación de la Cultura de Izquierdas en Argentina (CeDInCI), con sede en la capital de nuestro país. El señalamiento no apunta necesariamente a una cuestión de exhaustividad, sino a la perspectiva de continuidad y enriquecimiento de la masa crítica de los estudios en la materia, facilitada por la relativamente reciente accesibilidad de estas fuentes en el país. Más aun, la referencia se echa de menos dado que La prensa obrera probablemente oficiará de libro de consulta. No queda claro, entonces, cuál fue el criterio que permitió excluir del corpus seleccionado a periódicos gremiales que son localizables desde hace varios años en la sede del citado centro (cf. Graciela Karababikian (ed.), Publicaciones de los movimientos sociales de la Argentina y del mundo. 1890- 2005, Buenos Aires, CeDInCI, 2007, sección I "Movimiento obrero/sindicalismo"). Para no abundar y citar sólo un ejemplo entre muchos otros, en el corpus se halla La Unión Gremial (órgano de las sociedades de resistencia de Buenos Aires, de albañiles, yeseros, marmoleros y otros, aparecido en 1895), pero no se incluyen El Obrero Albañil (1898) o El Obrero Ladrillero (1922), ambos de la Capital; en el mismo sentido, se consideran en el libro periódicos de gremios aislados de algunas ciudades de provincias argentinas, pero no siempre los de federaciones regionales o locales. Es imprecisa, también, o plausible de ser sostenida hace quince años pero no en la actualidad, la afirmación contenida en la introducción al libro acerca de que la prensa socialista está esperando todavía a sus historiadores. Trabajos de la última década sobre Vorwärts, El Obrero, Claridad o El Anuario Socialista, sobre la recepción de Marx en la Argentina, así como la existencia de catálogos de publicaciones que incluyen un detallado índice de la prensa socialista, como el Catálogo de publicaciones políticas de las izquierdas argentinas. 1890-2000 (Buenos Aires, CeDInCI, 2000, Horacio Tarcus y Roberto Pittaluga eds.), reclaman un balance apenas más matizado.

Laura Ehrlich

UNQ / CONICET

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