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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.14 no.2 Bernal dic. 2010

 

DOSSIER

David Viñas: la crítica literaria y el cierre del pasado histórico

Gonzalo Aguilar

Universidad de Buenos Aires / CONICET

Literatura argentina y realidad política de David Viñas, cuya primera edición data de 1964, es considerado un clásico de la crítica literaria argentina aunque sólo raramente ha adquirido una dimensión latinoamericana. Tal vez ésta sea la razón de que existan pocos estudios comparativos del libro de Viñas con otros libros que, en ese mismo período, aparecieron en otros países del continente. Sólo seis años antes de que el libro de Viñas llegara a las librerías, se publicaban en Brasil los dos tomos de Formação da Literatura Brasileira, de Antonio Candido. Casi no existen reflexiones críticas que vinculen ambas obras pese a que la historiografía posterior ha señalado por separado un rasgo que ambos escritores comparten: según una idea que tuvo gran aceptación, Antonio Candido y David Viñas fueron los fundadores, cada uno en sus respectivos países, de la crítica moderna. En tanto "fundadores" ellos son muy diferentes entre sí no sólo por la fisonomía que le otorgaron al acto fundacional sino también por los efectos que sus obras tuvieron en la crítica que les sucedió, pero eso no es un impedimento sino más bien un estímulo para hacer un abordaje de Literatura argentina y realidad política en el que el cotejo con la obra de Candido permita lanzar una nueva mirada sobre el proyecto de Viñas.

Contextos de pensamiento

Literatura argentina y realidad política se compone, en su primera versión, de cuatro partes: "Constantes con variaciones", "El liberalismo: negatividad y programa", "El apogeo de la oligarquía" y "La crisis de la ciudad liberal". Mientras las tres últimas partes trazan el consabido esquema de la emergencia, el apogeo y la decadencia, la primera ("Constantes con variaciones") trabaja con dos tópicos que, si bien se enuncian durante el Romanticismo, se mantienen como invariables de la cultura argentina y aún son detectables en los escritores contemporáneos. El primer tópico ya había sido enunciado en "Los dos ojos del romanticismo", artículo publicado en Contorno. Hay en el romanticismo argentino, según la opinión de Viñas, una suerte de mirada estrábica con un ojo que mira hacia la patria y otro que mira hacia Europa. Viñas desarrolla esta tesis en relación con los primeros viajeros de la Independencia hasta llegar al viaje de izquierda de los años cincuenta en la figura de León Rozitchner, compañero de generación del propio Viñas, cuyo viaje tendría un sentido crítico y desmitificador respecto tanto del embelesamiento por Europa de las generaciones anteriores como del carácter conservador y elitista de esa mirada. Rozitchner es el viajero de izquierda que, en diálogo con Sartre y Merleau-Ponty, superaría dialécticamente la tradicional postura de servilismo y sumisión de la periferia hacia las metrópolis europeas, principalmente París. El otro tópico es el de los "criados" y los "niños favoritos", que Viñas extiende desde la novela romántica Amalia de José Mármol pasando por un escritor del 80 -Lucio V. López y su novela La gran aldea- hasta llegar a Beatriz Guido.1 Ambos tópicos -deseo e impotencia por ser como Europa y necesidad del criado para confirmar la condición de amo del escritor- llevan a Viñas a una impugnación en conjunto de una tradición a la que denomina, alternativamente, "proyecto liberal" u "oligárquico". El saldo general es claramente negativo y la clase dominante aparece construyendo una literatura subordinada a un proyecto político que, a medida que pasa el tiempo, deja ver su carácter antidemocrático, antipopular y dependiente del capitalismo metropolitano. Si el libro, pese a su negatividad, está lejos del panfleto o de la mera denuncia, es por el efecto encantatorio que produce la escritura de Viñas, que elude el anquilosamiento de la escritura académica y utiliza recursos retóricos sorprendentes, con un léxico provocativo y una capacidad para acuñar conceptos y fórmulas efi caces que, con el tiempo, se convirtieron en lugares comunes de la crítica. Algo de las conversaciones y discusiones alrededor de la mesa de café -tan típicos de la intelectualidad porteña- se traspasa al ritmo andante del libro que todavía hoy sigue siendo cautivante. 2 Así, a propósito de las causeries de Lucio V. Mansilla, Viñas escribe:

El gentleman causeur exhibe su intimidad, se declara desgraciado, pero la mostración de su miseria se da hacia un auditorio privilegiado y referida a un escenario de excepción: entre el causeur y su auditorio se ha tendido un vaso comunicante y como ese conducto es recorrido solo por un fl uido azul hasta las propias miserias se convierten en valores. Es el precio que se paga por ser un sólido y elegante servidor de su clase: el spleen es una enfermedad de señores y tomar a la literatura como antídoto contra el aburrimiento el dato principal de un síndrome de clase.3

Una de las peculiaridades del planteo de Viñas es que, a la vez que ha ofrecido una grilla de lectura de la literatura argentina del siglo XIX, sus extensiones hacia el siglo XX son más esporádicas y sólo raramente poseen la eficacia de las lecturas que hace de los textos decimonónicos. Aunque la primera versión -en consonancia con el argumento de denunciar la tradición liberal- termina en 1910, año del Centenario de la Revolución de Mayo, en sucesivas reescrituras y reediciones Viñas incorporó a escritores contemporáneos como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Rodolfo Walsh. De todos modos, buena parte de los grandes escritores del siglo XX (Borges, Macedonio Fernández, Oliverio Girondo, Alejandra Pizarnik o Manuel Puig, por nombrar sólo algunos) quedan afuera de sus planteos. Esto se debe a que Viñas es particularmente sagaz para leer los modos de una literatura que está al servicio de un proyecto político pero no tiene una respuesta a los procesos modernos de autonomización que comienzan, si no antes, a fines del siglo XIX con el modernismo rubendariano. Los términos del título (literatura, argentina, realidad, política) son intercambiables, permutables y se condicionan mutuamente, aunque el factor político termina siendo el más determinante. La denuncia se centra en el nexo entre literatura y política, y cuando ese nexo se vuelve más complejo, la denuncia pierde su principal anclaje.
Otra razón explicativa de lo decimonónico de su perspectiva la proporciona Carlos Altamirano quien, cuando presentó el libro Historia de los intelectuales en América Latina, definió a los integrantes de Contorno como "historiadores de las élites". Viñas organiza el libro según los ciclos de la élite y a la vez la historiza: los textos que produjeron dejan de ser canónicos o sagrados y son leídos en contrapunto con el proyecto autoritario de la élite liberal (aunque sería más exacto decir conservadora, malentendido que se continúa hasta el día de hoy en la terminología política argentina). Mi hipótesis es que la posibilidad de hacer una historia de las élites y de su literatura sólo es posible después de la profunda modernización que se vive en los años cincuenta, cuando una nueva camada social comienza a ocupar posiciones clave en la producción cultural. Fue esa encrucijada particular de los años cincuenta -que en la Argentina se denominó "desarrollismo"- la que permitió a estos jóvenes -todos ellos provenientes de la Universidad de Buenos Aires- cierta distancia para observar la historia de un grupo que hasta no hace muchos años había controlado los resortes clave de poder. Esta perspectiva estuvo marcada por la existencia de los primeros gobiernos peronistas (1945-1955), que no lograron hacer un recambio cultural de importancia a la vez que obturaron la posibilidad de que los jóvenes grupos de izquierda, desencantados con el Partido Comunista, tuvieran una relación menos conflictiva con la cultura popular, incluida en la órbita del peronismo. Críticos con el peronismo, los integrantes de Contorno se alejaron también de los intelectuales tradicionales, ligados a la élite y a las posturas liberales. Esto les permitió abandonar la circularidad de las posiciones disponibles para observar con mayor distancia, gracias al intervalo producido por la modernización y la situación política, el papel que había desempeñado en la historia argentina la élite dirigente, comprometida en bloque con el antiperonismo.
El enunciado que abre la primera versión de Literatura argentina y realidad política, entonces, debe leerse como la descripción del proyecto de una élite a la que se considera en estado terminal: "La literatura argentina es la historia de la voluntad nacional". La ironía es evidente porque es esta "voluntad nacional" la que será puesta en cuestión. Erigida como objeto de la crítica y sujeto de la historia, la voluntad nacional que se organiza durante los años de la Independencia y del Romanticismo puede ser vista a mediados del siglo XX como agotada y fracasada. Con distintos matices, en las sucesivas reescrituras del libro, Viñas intentará acechar y atrapar a esta "voluntad nacional" con una serie de tensiones y contradicciones que no podían escapar al crítico: porque si la "voluntad nacional" ya cumplió su ciclo, ¿por qué mantener la afirmación de su existencia en presente? En la edición de 1971, titulada Literatura argentina y realidad política. De Sarmiento a Cortázar, se lee: "la literatura argentina es la historia de la voluntad nacional encarnada en una clase con sus textos, proyectos, modelos y procedimientos". La introducción del término clase acentúa la perspectiva marxista del autor que ya articulaba casi todos los argumentos de la primera versión. Finalmente, en la edición de 2005, la frase inaugural aparece de la siguiente manera: "La literatura argentina se va justificando como la historia de un proyecto nacional". A renglón seguido, se habla de los "momentos culminantes" como aquellos que van puntuando la periodización. El "proyecto nacional" (sintagma, por otro lado, muy utilizado por el peronismo) se expresa con el gerundio "justificando", como abriendo la posibilidad de diferentes reencarnaciones en sucesivos y diversos actores sociales (movimiento que le permite extender hasta el presente el período abarcado). Es como si el gran drama -otro término viñesco- de la literatura argentina fuera su imposibilidad de escapar de su posición dominante y señorial en el entramado social, aunque para eso haya que dejar en un segundo plano la dinámica de la autonomización literaria.
El comienzo de Literatura argentina y realidad política y su percepción de la existencia de un ciclo nacional de la literatura puede ser leído en relación con el primer capítulo de la Formação da literatura brasileira, de Antonio Candido:

Esos críticos concibieron la literatura de Brasil como expresión de la realidad local y, al mismo tiempo, elemento positivo en la construcción nacional. Encontré interesante estudiar el sentido y la validez histórica de esa vieja concepción llena de equívocos, que forma el punto de partida de toda nuestra crítica, reviéndola en la perspectiva actual. Sobre este aspecto, se podría decir que el presente libro constituye (adaptando el título del conocido estudio de Benda [Esquisse d'une histoire des Français dans leur volonté d'être une nation]) una historia de los brasileños en su deseo de tener una literatura.4

El reconocimiento de una voluntad o de un deseo del otro es, en ambos casos, fundamental para historiar una literatura, situación que no impide sino que más bien requiere un distanciamiento. Este distanciamiento lo proporciona el método dialéctico, con la diferencia de que en Viñas la negación es exterior mientras, en Candido se complementa con el momento de identificación que no se abandona nunca a lo largo del libro (Candido asume como propio el "deseo" por tener una literatura nacional). Considero que las diferentes posturas en relación con esa voluntad explican las diferencias de los recorridos y de los argumentos de uno y de otro. En Viñas se produce una situación traumática que impide el cierre de esa tradición (la exterioridad no admite negociaciones), mientras en Candido la formación cumple su ciclo a fines del siglo XIX y en la figura de Machado de Assis. Esto puede observarse, por ejemplo, en el hecho de que Candido haya dado por concluido su libro una vez editado y sólo haya hecho pequeñas correcciones y un prefacio en 1962. Literatura argentina y realidad política, en cambio, es un libro abierto, sometido a diferentes versiones y reescrituras: no hay punto final porque el proceso identificatorio de Viñas con el pasado literario argentino es mucho más traumático. Se trata de un ciclo que no puede cerrarse y que no deja de abrirse con el devenir histórico: la idea de que la literatura argentina es fundada con una violación -la que se lee en la novela Amalia, de José Mármol- retorna con la dictadura militar y el secuestro y la posterior desaparición del escritor Rodolfo Walsh, más de cien años después. Las "constantes" desbaratan los procesos de formación y de ahí la importancia del gerundio en la última versión: "la literatura argentina se va justificando".
A diferencia de las pequeñas correcciones o los prefacios de Antonio Candido en las reediciones de su libro, entonces, las diversas modificaciones del libro de David Viñas están vinculadas con los cambios políticos. El carácter de los epígrafes deja ver estos vaivenes: de la frase de Robert Escarpit en la primera edición, pasando por Mao Tse-Tung en la versión de 1971, hasta Terry Eagleton en 2005. En las reescrituras, Viñas agregó páginas, mezcló capítulos, reorganizó el conjunto, modificó los índices. En 1971, publicó Literatura argentina y realidad política. De Sarmiento a Cortázar con dos nuevos capítulos y como parte de un programa más completo de historia de la literatura argentina que iría a constar -según el proyecto presentado en el prólogo- de los siguientes volúmenes: "De Sarmiento a Cortázar", "El liberalismo: negatividad y programa", "El apogeo de la oligarquía", "La crisis de la ciudad liberal", "Señores, bohemios y anarquistas", "Yrigoyenismo, clases medias y vanguardia", "La década infame", "El peronismo" y "Del 55 al 70". Los títulos corresponden más a una periodización hecha según la serie política que la literaria. Finalmente, estos libros proyectados y nunca escritos pasaron a formar parte de una Historia Social de la literatura argentina que está siendo editada actualmente.5 En 2005, Viñas volvió a reeditar Literatura argentina y realidad política cambiándole el título (Literatura argentina y política) e introduciendo algunos cambios. Es como si no pudiera poner punto final, como si la tensión entre la propuesta de una clave para leer la literatura decimonónica y la necesidad de intervenir en el presente no pudiera ser resuelta, hecho que -creo yo- no debería asignarse a las sucesivas frustraciones de la política argentina sino a la resistencia de Viñas a considerar el ciclo de la "ciudad liberal" concluido y agotado. Oliverio Girondo, Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges, Bioy Casares o Manuel Mujica Láinez son miembros de la elite pero la autonomización literaria que construyen o aprovechan funda una situación absolutamente nueva y discontinua en relación con los escritores-políticos o "gentleman", como los llama Viñas, del siglo XIX.

La dialéctica

A Viñas, la dialéctica como figura y método del pensamiento le sirvió para aventurarse en la tradición con la distancia crítica que provee la negación. Es necesario tener en cuenta que esas tradiciones todavía no habían sido recolocadas por la crítica literaria en tanto disciplina (es decir, considerando la singularidad de la operación literaria). Sin duda, las vanguardias habían hecho un trabajo fundamental de antagonismo y distanciamiento paródico y los años treinta habían puesto de relieve la necesidad de recomponer o de trazar lazos con la tradición, pero lo que sucede con Literatura argentina y realidad política es algo radicalmente nuevo: la posibilidad de cerrar un ciclo del pasado, de acercarse a él de un modo dialéctico (mediante la empatía y la negación), de reflexionar con el instrumental de la crítica literaria moderna y de repensar las escenas de fundación de la literatura nacional. Una vez más, la situación de Viñas es similar a la de Candido y uno puede imaginarse a ambos críticos caminando por sus ciudades (Buenos Aires y San Pablo), urbes ya estabilizadas pero a la vez en plena mutación, con tradiciones propias y que encaran la modernización vertiginosa de los años cincuenta. Desde la opulencia de las calles porteñas o paulistas que reorganizan el territorio nacional, el pasado nacional aparecía como algo que, en tanto había sido dejado atrás, debía ser descifrado. El salto modernizador no era solamente hacia el futuro sino que además -y aquí también la dialéctica gobierna- realizaba desplazamientos hacia atrás y hacia adelante, preservando algo de aquello que negaba como resultado de los movimientos del pensamiento.
Sin embargo, es en la dialéctica misma en donde los métodos de Candido y Viñas divergen y se vuelven profundamente diferentes entre sí. Para Candido, el momento de identificación es necesario y establece el tono comprensivo -y por momentos lleno de afectividad- que atraviesa todo el libro. El deseo de tener una literatura es compartido por el propio crítico, aunque eso, por supuesto, no lo exime de advertir que se trata de una "vieja concepción llena de equívocos". Esta constatación no impide que la relación entre dialéctica y modernización sea, en Candido, de ampliación, de incorporación y, más aun, de estabilización entre los diferentes componentes. La razón de esta plasticidad dialéctica radica en que Candido no discute si la literatura brasileña ya está formada o no, sino el método con el que evaluamos ese hecho (la deuda de Candido con otros historiadores de la literatura, como Sílvio Romero, es mayor que la que Viñas tiene con Ricardo Rojas, el primer historiador de la literatura argentina).
El momento afirmativo en Viñas, en cambio, excluye la identificación: la literatura argentina está fundada sobre una violación y ese trauma no puede ser apaciguado por el pensamiento crítico. Más bien, la violación continúa como una constante y eso hace que Literatura argentina y realidad política no sólo no pueda concluirse sino que exija ser reescrito, reabierto y reactualizado hasta el día de hoy. Los "momentos" en Candido son decisivos, es decir, avanzan en función del concepto progresivo y acumulativo de la formación. En Viñas son culminantes, son la manifestación de un origen que funda una realidad política traumática que todavía no se ha clausurado. La afirmación y la negatividad dialécticas se hacen, ambas, desde una exterioridad que proporciona -en el planteo de Viñas- la única mirada crítica posible. La gestualidad viñesca es, por supuesto, más atronadora y rebelde que el estilo discreto y equilibrado de Candido, pero los efectos de su discurso son mucho más paralizantes. Todavía hoy, en las aulas de la Facultad, su libro es esgrimido como un summun de la crítica comprometida cuyo efecto concreto más evidente es la supresión de la politicidad de todo lo que no responde a la inmediatez de la denuncia. El legado del libro en realidad no pasa por el tono de denuncia, por más seductor que éste pueda ser: más bien, la virtud del libro de Viñas fue plantear, en un momento en que la modernización requería nuevas imágenes del pasado, la necesidad de historizar. Por eso, en Literatura argentina y realidad política la historia no es un objeto (el término está ausente en su título) sino una exigencia general del pensamiento crítico. Una historicidad, un sentido histórico, para leer el presente en las constelaciones de las literaturas nacionales.

Notas

1Las figuras utilizadas por Viñas presentan muchas consonancias con la del "agregado" que trabaja Roberto Schwarz en Machado de Assis.

2Tomo esta observación de una intervención de Graciela Silvestri en la reunión del Seminario "Oscar Terán" del Instituto Ravignani en el que se originó         [ Links ] este Dossier.

3David Viñas, Literatura argentina y realidad política, Buenos Aires, CEAL, 1982, p. 178 (reproduce la versió         [ Links ]n de 1964).

4Antonio Candido, Formação da literatura brasileira 1, São Paulo, Martins, 1975, p. 25.         [ Links ] En el original portugués: "Esses críticos conceberam a literatura do Brasil como expressão da realidade local e, ao mesmo tempo, elemento positivo na construção nacional. Achei interessante estudar o sentido e a validade histórica dessa velha concepção cheia de equívocos, que forma o ponto de partida de toda a nossa crítica, revendo-a na perspetiva atual. Sob este aspecto, poder-se-ia dizer que o presente livro constitui (adaptando o título do conhecido estudo de Benda [Esquisse d'une histoire des Français dans leur volonté d'être une nation]) uma história dos brasileiros no seu desejo de ter uma literatura".

5Son volúmenes colectivos dirigidos por críticos elegidos por Viñas, quien es el director general de la colección. Algunos títulos son "4 de junio y peronismo clásico (1943-1945-1955)", "Neoperonismo y modernidad (1966-1976)" e "Indios, montoneros, paraguayos (1853- 1861-1879)", llegando a editarse hasta el momento sólo dos títulos: Yrigoyen, entre Borges y Arlt (1916-1930), editado por Graciela Montaldo en 1989,         [ Links ] y La década infame y los escritores suicidas (1930-1943), editado por María Pía López en 2007.         [ Links ]

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