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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.14 no.2 Bernal Dec. 2010

 

DOSSIER

Más allá de la letra
Literatura argentina y realidad política en la década de 1980

Claudia Torre

Universidad de San Andrés

"Desde ya que al hacer una cita, de inmediato me pregunto qué significa una cita […] hago una cita cuando me siento inquieto."
David Viñas

Literatura argentina y realidad política es el primero y el más importante libro de ensayos de David Viñas quien hasta 1964 había publicado novelas.1 El libro se había ido configurando a mediados de la década del '50 cuando Viñas era un escritor de ficción y puede leerse en las páginas de la revista Contorno y resumirse como una clásica crítica al liberalismo político e historiográfico.2
Posteriormente a la primera edición de 1964, en los años 1970 se publicaron en Buenos Aires capítulos de esa obra en forma separada, en Ediciones Siglo Veinte, que admitían una lectura autónoma respecto de la unidad mayor a la que pertenecían. En 1982, el libro aparece publicado por Centro Editor de América Latina e irrumpe en la espesa bruma de la realidad de los ochenta en una Buenos Aires activa y esperanzada pero sobre todo en las aulas universitarias de entonces.
El 31 de marzo de 1986, David Viñas, luego de un extenso exilio, vuelve a las aulas y da su primera clase de literatura argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Una inscripción de más de 700 alumnos atestiguaba la expectativa y el interés que generaba ese hecho entre los estudiantes de entonces. El curso, organizado con un equipo de profesores reunido para tales fines, proponía un programa sobre Lucio V. Mansilla, el autor fetiche en el sistema de lectura del crítico, si se tiene en cuenta el sustantivo conjunto de su obra ensayística. David Viñas era, para aquel público de estudiantes, no sólo un profesor, un escritor y un crítico sino también el autor de Literatura argentina y realidad política.
En la década del '80 del siglo XX se trataba de un libro que ya llevaba publicado más de 20 años. Su primera edición de Jorge Álvarez Editor en 1964 no había sido leída en las aulas de la Facultad de la calle Marcelo T. de Alvear, ni había sido parte de ninguna bibliografía en los años de la dictadura y de la Facultad intervenida. Es justamente la edición del CEAL la que recuerda a esos estudiantes que asistían a las clases de Viñas de entonces el carácter clásico del libro y a la vez su estatuto militante. Un libro que venía del pasado pero parecía estar hecho para dar luz al presente. Sus tópicos -por entonces polémicos y provocadores- y su registro enfático venían a decir a esos jóvenes lectores que no se trataba de un libro viejo que se recuperaba, una reliquia exhumada a la que rendir pleitesía, sino de un libro casi exclusivamente hecho para pensar y operar en el presente, a pesar de que en esa misma década podían encontrarse en las librerías de Buenos Aires, remanentes de la edición mencionada de Ediciones Siglo Veinte, tales como La crisis de la ciudad liberal publicada en 1973.
El CEAL editaba en ese entonces gran parte de la producción que los estudiantes leían o deseaban leer o que los profesores querían que sus alumnos leyeran y que aparecía en las bibliografías de los programas académicos y, además, ponía en escena las directrices de la nueva era post-dictadura. El libro de Viñas, editado por Capítulo Biblioteca argentina fundamental de la Serie complementaria Sociedad y Cultura /1, se ofrecía en una edición pequeña en su formato, accesible en su costo y con una fotografía de Ricardo Figueira que mostraba una morsa -signifi cativamente, la herramienta que sostiene una pieza para limarla o lijarla con facilidad-. La contratapa describía la re-edición y mencionaba la tarea que esa obra se había propuesto: "la revisión crítica de la cultura argentina" mencionando su vinculación con la producción de la revista Contorno en los años 1950. El estilo editorial de Boris Spivacow venía a reconfirmar una impronta de la edición de la obra de manera contundente: la producción incesante, la calidad, el costo accesible, la representación de ideología.
Con la lectura de aquella edición del CEAL aparecía así para muchos de esos estudiantes un modo de aprender, enseñar y pensar la literatura que -sartreano y marxista- discutía con Ricardo Rojas pero también con las deshojadas clases de los años precedentes de Guillermo Ara, su antecesor en la cátedra de la Universidad intervenida, cátedra que Rojas había fundado en la década de 1920. La lectura rectora más impactante que hacía Viñas en esos años era la de Lucio V. Mansilla y en particular la de una obra canónica de la literatura argentina del siglo XIX: Una excursión a los indios ranqueles. Como en la edición del '64, el autor fetiche del crítico se actualizaba en la edición del '82 y en la experiencia docente. Viñas se preguntaba, en su primera clase, "¿desde dónde escribe el Señor Rojas y qué ideología literaria tiene?".3 Hablaba de un trabajo de Caillet Bois y lo caracterizaba como un trabajo erudito aunque de una "prolijidad ideológica".4 Insistía en que "para hablar de determinado autor tenemos que conocer toda una serie de antecedentes, sin que todos estos antecedentes impliquen quedarse pegado a toda esa documentación, toda esa bibliografía, todos esos materiales". Un Viñas que tenía la necesidad de explicar a su público estudiantil: "no puedo hacer alarde de objetividad". En aquella primera clase mencionaba a Oscar Steinberg, a Noemí Ulla, a Eugenio Gastiazoru y a Sara Facio como invitados especiales a su performance del '86 y proponía una bibliografía que recurría a Ricardo Rojas, a la revista Nosotros, a Julio Caillet Bois y a Saúl Sosnowsky (con las previsibles reticencias del caso). También refería a Adolfo Prieto pero pasaba a Mirta Stern, a Alan Pauls y a "una cierta profesora Silvia Molloy". Es decir un conjunto heterogéneo de menciones a trabajos y autores de la crítica que Viñas decidía convocar en aquellos años en los que Literatura argentina y realidad política debía ser justificada y leída en perspectiva. Las clases enfatizaban un estilo que volvía a imponerse en aquellas aulas y que -como era previsible- los estudiantes buscaban emular en sus monografías. Entonces, Literatura argentina y realidad política funcionaba como un aparato crítico que en las décadas de 1950 y de 1960 discutía con el peronismo y la revista Sur pero que en los años 1980 parecía estar sumamente preparado para responder a las expectativas de una nueva coyuntura.5

¿A quiénes había reconocido Viñas como referentes teóricos y críticos que acompañaban su lectura de Mansilla? En el '64, a Georges Poulet (La distance intérieur), a Jean Pierre Richard (Litterature et sensation) y al Adolfo Prieto de La literatura autobiográfica argentina de 1966 y también reeditado esos mismos años por CEAL. Estas mismas referencias bibliográficas se mantienen en la edición del '82. Las menciones eran escuetas y remiten a la actitud reacia de Viñas a la cita bibliográfica académica con referencias completas. Muchas veces se trata sólo de una mención de título y autor entre paréntesis. Claramente su apuesta no buscaba activar el discurso académico profesional (si bien su formación era deudora de ese universo), sino producir una escritura de alto impacto que no necesitaba desprenderse del gesto literario. La "ficción crítica" de Viñas -según la puesta en categoría de Nicolás Rosa- o el "hablar de la literatura del modo en que la literatura busca hablar del mundo", como señalaron Adriana Astutti y Sandra Contreras.6
Bien, el tándem Literatura argentina y realidad política y las clases de Viñas abría un universo de alto impacto entonces: ambos trabajaban para recuperar un espacio de debate político en la universidad pública que se democratizaba y al mismo tiempo mostraban sus limitaciones: se trataba, en muchos sentidos, de un universo de sobreentendidos en el que los nuevos debates parecían sólo una cuestión accidental. Como si el libro pudiera pasar por arriba de las tempestuosas aguas de la década de 1970 y repetir sus postulados inalterados y hasta legitimarlos aun más. La revisión, el ajuste, puede rastrearse en las clases dictadas aquellos años, porque sumariamente se trataba de traer aquella maquinaria hermenéutica y volverla a poner en funcionamiento para las nuevas generaciones. Las clases, colmadas de gente parada y absolutamente silenciosa, fuera del aula, sentada en los alféizares de las ventanas -es decir, una verdadera teatralización performática de la actividad de un intelectual y sus seguidores-, operaban como auténticas formadoras de aquellos estudiantes, muchos de los cuales, algunos años más tarde, comenzaron a formar parte y a intervenir en el campo de la crítica literaria argentina.
¿Cómo se lee el libro en la nueva coyuntura? En esos años aparecía como un libro clásico en el sentido barthesiano: no lo he leído pero es como si lo hubiera leído. Una lectura fuera de toda letra. El libro existía, tenía una inteligibilidad, una memorabilidad, una manera de actuar. Al mismo tiempo les recordaba a todos un protocolo, unos "deberes de lectura". El sesgado conocimiento de lo que se creía que en la década de 1980 constituía su matriz, hablaba de una actividad comprometida de izquierda que se veía llamada a profundas reformulaciones de la literatura argentina -de los siglos XIX y XX- haciendo hincapié en la obra de autores paradigmáticos como José Mármol, Domingo F. Sarmiento, Roberto Arlt o Rodolfo Walsh, e imprimía lo que se configuraba como el "estilo-Viñas", quien por otra parte ya en la primera clase de esa cursada -la primera de una serie de varios años-, necesitaba mostrar -como se señaló- un nuevo orden de cosas. Estos cambios o reajustes sumados a los estereotipos en torno de la crítica ácida y provocadora que buscaba reformular presupuestos, establecieron un collage que tuvo gran impacto en la escritura crítica de entonces y posteriormente.
Como si la pulsión de reactualizar y la de volver a enfatizar posiciones fuera un imperativo de aquella época para David Viñas, se publicó en ese mismo año de 1982 Indios, ejército y frontera. Este libro era una antología de textos vinculados a la conquista y el poblamiento de la Patagonia que contenía una serie de ensayos acerca de estos autores, sus escritos y su participación en los acontecimientos de los últimos treinta años del siglo XIX. Según algunos comentadores, en el momento de su presentación y publicación, Viñas había hecho una "verdadera antología del enemigo". Escrito en el exilio, Indios, ejército y frontera ofrecía, para los lectores argentinos de entonces, una atractiva y provocadora manera de desempolvar el tema y tirar por la borda las ingenuas y repetidas formulaciones de un Congreso del Centenario de la Conquista del Desierto que se había celebrado en 1979, en plena dictadura militar. Fiel a una crítica ideológica que siempre se sabía militante y no con menos habilidad para capitalizar la coyuntura, Viñas proponía leer de una manera crítica la Conquista del Desierto, pensando el acontecimiento como un genocidio y a los indios, a partir de una categoría escalofriante instalada por la dictadura militar que lo había arrojado al exilio: "desaparecidos". "¿Los indios fueron los desaparecidos de 1879?"7 La efectividad y el impacto de la ecuación ganaron, por ese entonces, muchos lectores, sobre todo de corte universitario. Con el correr de los años esa posición fue cuestionada aunque no con mucho impulso, porque el tema de la conquista de la frontera con los indios seguía sin ser estudiado en profundidad. Genocidio y desaparecidos fueron dos categorías que, en la lectura del crítico, aparecían como las versiones del horror, más que como sus matices, y habilitaron una forma precisa de leer y pensar el acontecimiento y la producción escrita en torno a él. La asociación "militares expedicionarios-genocidas de la dictadura militar del 76", así como "indiosdesaparecidos", presuponía y sobreentendía una analogía previa: "indios-subversivos".
Vale decir que Literatura Argentina y realidad política no se leía solo en la década de 1980. Era una pieza acompañada por las clases universitarias y por las reformulaciones de Indios, ejército y frontera. El tríptico capitalizaba así, en ese aparato crítico de lectura, una serie de conceptualizaciones provenientes del campo de los derechos humanos y de la denuncia y condena al terrorismo de Estado en la Argentina.
La secuencia que va de los diseños de tapa de algunas de las ediciones de Literatura argentina y realidad política, de la sobria tapa blanca, en austeras letras negras y anaranjadas de Jorge Álvarez Editor de 1964, realizada por J. Sarudiansky, a la ilustrada del CEAL de 1982, con la fotografía de Figueira, hasta el impactante primer plano de la cara de Viñas, diseñado por Horacio Wainhaus, de la edición más reciente de Santiago Arcos (2005), puede pensarse también como el recorrido que ha hecho esta obra: un camino que va del espacio en blanco que se "llena" con la obra del crítico pero sobre todo y definitivamente con su impactante imagen de intelectual comprometido.
En suma, el conjunto de la edición del CEAL de la década del '80, las clases de Filosofía y Letras y la publicación de Indios, ejército y frontera confi guran el espacio en el que el ensayo más importante de Viñas, publicado en el '64 y concebido en la década de 1950 con Contorno, termina de configurarse como un clásico de la crítica literaria argentina, si es que este proceso posee un final. Cuando finalmente aquellos estudiantes de los años 1980 accedieron a la letra del clásico, la suerte estaba echada.

Notas

1Cayó sobre su rostro de 1955, Los años despiadados de 1956, Un dios cotidiano de 1957, Los dueños de la tierra de 1959, Dar la cara de 1962, Las malas costumbres de 1963.

2Tanto Contorno como las revistas La Ciento y Una, Verbum, Centro y Gaceta Literaria conformaban un conjunto de publicaciones que buscaban elaborar un proyecto cultural articulado a partir de la crítica de la literatura argentina. Un proyecto que era reflexión y poética al mismo tiempo. En este sentido las discusiones de entonces giraban en torno a la producción de Martínez Estrada o de Roberto Arlt, de la novela argentina, de la función del intelectual en la sociedad. En Contorno escribían los hermanos Viñas -Ismael y David- junto con Juan José Sebreli, Roberto Kusch, Oscar Masotta, Adelaida Gigli, León Rozitchner, Noé Jitrik, Ramón Alcalde, entre otros. El grupo de intelectuales se definía por su oposición a la revista Sur, al Partido Comunista y al peronismo.

3Clase teórica del 31 de marzo de 1986 grabada y mecanografiada, a la venta, en aquellos años, en Sim Apuntes.

4Se refiere al prólogo que hizo Julio Caillet Bois a la edición de Fondo de Cultura Económica a Una excursión a los indios ranqueles.

5También hay decepciones. En la lectura crítica de Julio Schvartzman -profesor de la cátedra de Literatura Argentina I y de aquel primer equipo de trabajo del '86-, la producción crítica de Viñas parece no resultar lo suficientemente marxista. Schvartzman no escatima epítetos demoledores sobre la escritura de Viñas. Pero su artículo habla más de la expectativa defraudada -en tanto Viñas/ intelectual de izquierda- en la nueva coyuntura post exilio que de las operaciones efectivas de la escritura del crítico. Así, Schvartzman escribe "La penetrante lectura de Mansilla se empoza en la etiqueta clasista […]. Desde luego que esta reducción no se explica en el marxismo invocado por Viñas, no se encuentran simplificaciones semejantes en la sutil lectura de Balzac propuesta por Marx ni en una serie de trabajos de críticos marxistas desde Antonio Gramsci hasta Walter Benjamin y Raymond Williams por los cuales Viñas no ha demostrado un interés perceptible"; véase Julio Schvartzman, "David Viñas: la crítica como epopeya", en Noé Jitrik (director de la colección) - Susana Cella (editora del volumen), La irrupción de la crítica, t. X de la Historia crítica de la literatura argentina, Buenos Aires, Emecé, 1999.         [ Links ]

6Véanse Nicolás Rosa, "Viñas: Las transformaciones de una crítica", en Los fulgores del simulacro, Santa Fe, Cuadernos de Extensión Universitaria, Universidad Nacional del Litoral, 1987;         [ Links ] y Adriana Astutti y Sandra Contreras, "Entregarse a la literatura: David Viñas", en Nicolás Rosa et al., David Viñas y Oscar Masotta. Ensayo literario y crítica sociológica, Rosario, Paradoxa y Dirección de Publicaciones UNR, 1989.         [ Links ]

7"[…] me empecino en preguntar ¿no tenían voz los indios? ¿o su sexo era una enfermedad? ¿y la enfermedad su silencio? ¿Se trataría paradójicamente del discurso del silencio? O, quizás, los indios ¿fueron los desaparecidos de 1879? Todos esos interrogantes, especialmente ahora, necesito aclararlos", Indios, Ejército y Frontera, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1982, p. 12 (mis cursivas).         [ Links ]

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