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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.15 no.1 Bernal ene./jun. 2011

 

RESEÑAS

Marcel Gauchet, L'avènement de la démocratie III. A l'épreuve des totalitarismes 1914-1974, París, Gallimard, 2010, 661 páginas

 

A propósito de su trayectoria intelectual, Marcel Gauchet expresaba en una entrevista: "tengo la impresión de situarme en esa herencia de observadores de lo contemporáneo que surgen a medida que aparece la conciencia de una condición humana que cambia en el tiempo con las mismas sociedades. Sus curiosidades son múltiples por naturaleza".1 Estas múltiples curiosidades que han guiado el trabajo intelectual de Marcel Gauchet se han traducido en una obra diversa, rica y compleja que lo ha ubicado como uno de los principales referentes de la filosofía política francesa contemporánea.
Pensador de lo contemporáneo, el presente ha funcionado como una fuente inagotable de inspiración y cuestionamientos, aunque desde su perspectiva estos enigmas sólo alcanzan a aclararse a la luz de la historia. Entre las múltiples curiosidades, "lo político" y el fenómeno irreductible de la democracia aparecen como sus preocupaciones principales. La dificultad y complejidad de su objeto le ha permitido navegar entre la historia, la filosofía, la antropología, la sociología y el psicoanálisis, haciendo difícil poder encasillar su obra bajo un rótulo englobador.
La preocupación principal de sus trabajos sobre la irreductibilidad de la democracia reconoce como punto de partida la "paradoja actual" que exhibe el fenómeno: numerosos contemporáneos han dado cuenta del triunfo de la democracia a través de su sólida instalación en las sociedades occidentales, pero, a la vez, este triunfo se encuentra amenazado por el vacío y la impotencia. La "crisis de la democracia", cuyos síntomas más sobresalientes estarían ligados a la pérdida de la capacidad de gobernar, la autonomización de la lógica económica y la disociación individualista, sería el disparador que ha llevado a estudiar este fenómeno en la larga duración. Una primera reflexión sobre la expansión victoriosa del hecho democrático entre 1980 y 1990 ha sido reunida en una serie de estudios compilados bajo el título de La démocratie contreelle-même.2 Sin embargo, el objeto requería de un trabajo más minucioso y abarcador: tal el origen de L'avènement de ladémocratie, que pretende examinar la democracia ampliando el ángulo de la mirada hacia el conjunto del devenir moderno para mensurar sus contradicciones internas y así iluminar la oscuridad del presente. Esta obra en cuatro volúmenes se presenta como una reconstrucción histórica y una reflexión filosófica sobre la crisis de las democracias contemporáneas entendida como "crisis de crecimiento".
La empresa que encara Marcel Gauchet en L'avènement de la démocratie se sitúa como la continuación del trabajo emprendido en su libro de 1985, Ledésenchantement du monde,3 que buscaba "poner en evidencia a la vez aquello que había sido la influencia organizadora de lo religioso en la historia de las sociedades humanas, y de resaltar, y en el sentido inverso, la manera en que la originalidad occidental provenía de la salida de la religión".4 El núcleo del désenchantement se centraba en proponer un modelo general de relaciones entre religión y política, así como de sus transformaciones. Tomando como punto de partida aquel marco de análisis, L'avènementde la démocratie persigue realizar un análisis de las estructuras de la sociedad autónoma, propias de las sociedades modernas. Éstas sólo llegan a ser inteligibles, desde la perspectiva de Gauchet, en contraste y en comparación con la antigua estructuración heterónoma de las sociedades de religión. La particularidad de este enfoque reside en que la trayectoria de la democracia puede ser interpretada aún bajo el binomio religión y política.
En este recorrido de largo aliento, el primer volumen de la serie, titulado La révolutionmoderne (2007), transita las múltiples revoluciones de la modernidad -la revolución religiosa del siglo xvi, la revolución científica, las revoluciones políticas de Inglaterra y Francia y la revolución industrial-, es decir, en palabras de Gauchet, la "revolución de la autonomía". Cada una de estas revoluciones en el orden político, jurídico e histórico han resultado claves para la caracterización de la democracia de los modernos. El segundo volumen, La crise dulibéralisme (2007), se concentró en el estudio del período 1880-1914 dando cuenta de la fundación de las democracias liberales a través de la instauración del régimen representativo y del sufragio universal. Este momento se concibe como una etapa decisiva en el proceso de salida de la religión, que abriría la vía para la emergencia de los totalitarismos y de la profundización y consolidación de la democracia El tercer volumen, Al'épreuve des totalitarismes, obra a la cual se consagran estas páginas, tiene como objetivo indagar los intentos que se configuran a modo de solución a partir de la crisis del liberalismo. Los totalitarismos se erigen en una alternativa al prometer restituir las compactas comunidades sagradas sobre nuevas bases profanas. Los problemas traídos a colación aquí hilvanan las inquietudes de su propia experiencia: "yo pertenezco, en efecto a la generación que descubrió el totalitarismo en los años 70", atestigua en una entrevista. Al mismo tiempo, esta problemática reconoce la huella de uno de sus principales maestros, el filósofo Claude Lefort. Lector de Socialisme ouBarbarie y alumno suyo en la universidad de Caen, el encuentro intelectual con Lefort resultó el "más importante de su existencia". En sintonía con su trayectoria, Gauchet ha invertido una gran parte de su trabajo académico en revistas -desde la primera experiencia en Textures en la década de 1970, pasando por Libre, hasta llegar a ser redactor en jefe de Le Débat en los años de 1980. Tanto en la universidad como en esos círculos conoció en profundidad el pensamiento de Lefort, el cual colaboró para advertir "la irreductibilidad de la democracia, la centralidad de lo político, la necesidad de pensar en conjunto, desde ese punto de vista, la democracia y el totalitarismo en sus lazos y sus oposiciones".5
A l'épreuve destotalitarismes está organizado en tres partes divididas en quince capítulos. La primera parte está consagrada a analizar los cambios que trajo aparejada la Gran Guerra, conflicto vertiginoso que resultó una sorpresa en el plano político, espiritual y social. Toda esta experiencia generó una alteración en el campo ideológico, una nueva configuración que "consagra los extremos" (p. 12). La guerra terminó de desacreditar [desterrar?] al liberalismo del campo de lo concebible y creíble de la época, catapultando a la nación y al Estado a un primer plano y dando preeminencia al primado de lo político por sobre el de la sociedad. El mismo movimiento instaló el dominio ideológico del socialismo, que pasó a ocupar una posición ideológica preeminente; la referencia en relación con la cual se definirá cada elemento del campo ideológico.
La noción de ideología se convierte así en un elemento clave y central del argumento que despliega Gauchet y que diferencia su enfoque de la perspectiva marxista y de la de Pierre Bourdieu. Para Gauchet, "la ideología es el marco intelectual y el universo mental de las sociedades posteriores a la religión".6 El discurso ideológico tiene su origen en el siglo xix como consecuencia del giro histórico que orienta a las sociedades modernas hacia el futuro, y sirve como una especie de guía para su propio cambio.
La segunda parte del libro se encuentra dedicada a examinar el "asalto totalitario" en sus tres experiencias históricas: el bolchevismo, el fascismo y el nazismo. Su enfoque se concentra en la dinámica de estos procesos, especialmente en relación con la "historia interna de la democracia" (p. 264). La empresa de Gauchet se sintetiza en modelizar la trayectoria de tres experiencias, para iluminar aquello que las aleja y que las acerca. Para comprender este vínculo de solidaridad, Gauchet articula el análisis de las "condiciones generales de posibilidad" con las "condiciones efectivas de realización": todas ellas provienen de la coyuntura inaugurada con la crisis del liberalismo, y se comprenden como tentativas precisas de respuesta a esa crisis. Desde una perspectiva global, las experiencias totalitarias constituyen esfuerzos de reconstrucción por otros medios de la unidad religiosa, considerada como indispensable en el dominio de la comunidad humana. Este tipo de respuesta admite dos versiones de signo opuesto: una versión ultrarrevolucionaria y una versión ultranacionalista.
La respuesta a la crisis de representación se encarna en el conjunto de experiencias a través de tres canales convergentes que restablecen la unión entre el pueblo y el poder: el partido, la centralidad del líder y el canal ideológico basado en una comunidad de convicción. Y a estas convergencias palpables se agrega un argumento central en la explicación de Gauchet: el parentesco de herencia histórico que acerca a Rusia, Italia y Alemania en el marco de la historia europea. Esa afinidad se vincula con dos rasgos asociados: la importancia y el carácter de la forma imperio, y la recolocación de lo religioso. Según el filósofo, "la forma imperio no es otra cosa que la materialización política suprema de la forma religiosa.
Es sobre estos rasgos que la unión de hombres en la unión a un poder que los une a lo invisible encuentra su plena realización" (p. 289). Es esta lógica la que precisamente rompe la idea de nación al escindir la comunidad terrestre de toda garantía celestial, retornándolas sobre sus propias razones y obligándolas a buscar el fundamento de su orden en ellas mismas. Las experiencias totalitarias representan así la última manifestación de la forma imperio en Europa. "Nazismo, fascismo y bolchevismo [...] proponen semejantemente reconstruir la unidad sacral por medios profanos, cada uno por vías diferentes" (p. 514). La reminiscencia de la forma imperio es la que se encuentra en la base de las tres experiencias y la que servirá de hilo conductor de su análisis.
En el caso del bolchevismo, Gauchet busca iluminar el inconsciente imperial que guía la trayectoria desde la revolución leninista hasta la revolución estalinista: "la totalización manifiesta se acompaña de una imperialización subyacente" (p. 296). Si la ambición de la revolución es catapultar a Rusia hacia la modernidad en todos los campos, en la práctica esa vía hacia la modernización se opera a través de una reapropiación de la forma imperio (vaciada de su contenido pero recuperando sus articulaciones). A diferencia de Rusia, en Italia y en Alemania el imperio aparece como una experiencia lejana que al mismo tiempo representa un ideal orientador del nacionalismo, aunque de una manera diferente en los dos casos. Aquello que unifica las dos experiencias es que la realización de la nación pasa por su ligazón con el pasado imperial, no sólo desde el punto de vista de su potencialidad política sino también desde su centralidad espiritual.
Luego de realizar un minucioso examen de la dinámica de los totalitarismos, Gauchet se pregunta, para concluir, si podemos recurrir a una noción única para abarcar este conjunto de experiencias totalitarias en su especificidad y su diversidad. Aunque no rechaza el concepto de totalitarismo, suma los de "ideocracia" y de "religión secular" para dar cuenta de la dimensión compleja del objeto. Este enfoque permite tener en cuenta los tres elementos fundamentales que intervienen en la definición de estas tres experiencias: la política -que privilegia el modo de organización del régimen-, la ideología -el espíritu que preside su funcionamiento- y la religión -la fuente en la que se nutre-. De todos estos conceptos, el de religión secular permite identificar la especificidad de la aproximación desarrollada: "Religión secular [...] corresponde a una fase determinada del proceso de salida de la religión, en la cual, de una parte, esa salida es mirada como alcanzada porque la forma religiosa no posee más testimonios substanciales, ya que sus engranajes jerárquicos, tradicionales y comunitarios han desaparecido de la escena social, pero en la cual, sin embargo, esa forma conserva una presencia virtual en el funcionamiento social para que el propósito de restituirla a futuro tenga un sentido" (p. 548).
Por último, la tercera parte se consagra a explorar las democracias liberales a la luz de los totalitarismos. Su principal prueba consistió en la construcción de un poder que combinara la representación de las partes -como lo había hecho el liberalismo clásico- y la encarnación del todo -como lo habían hecho los totalitarismos-. Las reformas de posguerra han aportado una respuesta sistemática a estos obstáculos derivados de las interpelaciones totalitarias y de las disfunciones o contradicciones de los regímenes liberales. La empresa reformadora se desplegó en tres grandes direcciones: la conducción de la economía, la protección social y el funcionamiento del sistema político. Esta última es la que ha jugado un rol decisivo en la consolidación democrática al reconfigurar el mecanismo representativo. La reforma política adquiere el aspecto de una evolución gradual. Formalmente, el régimen parlamentario no ha sufrido grandes cambios; sin embargo, su funcionamiento ha mostrado un sesgo novedoso: la reinversión jerárquica que acuerda la preeminencia del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo, y esta promoción del Ejecutivo que se acompaña de una fuerte personalización.
Sin embargo, la estabilidad democrática alcanzada en la posguerra encontrará nuevos obstáculos que la sumergirán en una nueva crisis. El alza de los precios del petróleo resultó el fenómeno desencadenante que marcó el fin del crecimiento y de las certezas establecidas. Estos síntomas mostrarán un nuevo giro ideológico emblematizado en la crisis del socialismo y la emergencia de un nuevo liberalismo, problemáticas que Marcel Gauchet trabajará en Le nouveaumonde, el cuarto volumen que cerrará y completará este estudio sobre la democracia y brinda pistas para la comprensión de uno de los principales enigmas contemporáneos.

María Virginia Mellado

NCIHUSAL-CONICET / UNCuyo

Notas

1 Marcel Gauchet, La condition historique, París, Folio, 2003, p. 10.         [ Links ]

2 Marcel Gauchet, La démocratie contre elle-même, París, Gallimard, 2002.         [ Links ]

3 Marcel Gauchet, Le désenchantement du monde. Une histoire politique de la religion, París, Gallimard, 2005.         [ Links ]

4 Marcel Gauchet, L'avènement de la démocratie I. La révolution moderne, París, Gallimard, 2007.         [ Links ]

5 Marcel Gauchet, La condition..., op. cit., p. 29.

6 Ibid., p. 246.

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