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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.15 no.2 Bernal July/Dec. 2011

 

DOSSIER: El siglo XIX de Tulio Halperin Donghi

Tulio Halperin Donghi y la revolución como exploración

 

Gabriel Entin

École des Hautes Études en Sciences Sociales

 

La noción de revolución constituye "el punto de partida de toda la historia de la Argentina como nación".1 La afirmación de Tulio Halperin Donghi de 1961 se convertiría, diez años después, en un objeto de estudio en sí mismo: la revolución de Mayo como punto de partida de una nación "que no era aún la nación".2 Concebido inicialmente como tentativa de una historia del siglo XIX argentino, Revolución y guerra se limita al estudio de las primeras dos décadas de ese siglo, que explicarían en gran parte las siguientes y, aun, el siglo XX. Escrito en el exterior y publicado en 1972 durante una dictadura autoproclamada "Revolución Argentina", el libro de Halperin representa desde entonces la principal puerta para repensar la revolución de 1810 bajo la forma de la "invención de la política".3 En el teatro incierto de la invención, que se presenta a veces como comedia, el historiador analiza una tragedia: la de unos hombres considerados elite dirigente de una comunidad indefinida que buscaría defi niciones sobre sí misma y sobre esa comunidad en la guerra. La puerta que abre Halperin no defi ne así sólo un período sino también una dinámica que, constituida por la tensión entre aquella búsqueda inacabada y los intentos de superarla a través de las armas, caracterizaría toda la historia de la Argentina como nación.
Distanciado de las perspectivas teleológicas de la revolución-mito, celebradas por las historiografías nacionalista y revisionista y por los mismos hombres del Río de la Plata revolucionario -comenzando por su primer historiador, el Deán Funes-, Halperin propone, y da sentido, a una revolución-problema sobre la que se articularía la nueva historia política argentina de las últimas tres décadas. Problema, en primer lugar, de legitimidad: si inicialmente la revolución encontraba en la monarquía sus fundamentos legítimos, pronto se asumirá como un nuevo orden de libertad y fuente misma de legitimidad política contra una lectura unívoca de la monarquía sintetizada en la fórmula "antiguo orden" o "tiranía". Problema, en segundo lugar, de identifi cación: de una causa, de un enemigo, de un pueblo con su dirigencia. Problema, en tercer lugar, de un lenguaje para instalar "toda una cultura política de reemplazo".4
Los problemas analizados en Revolución y guerra funcionan como boyas en el siempre cambiante mar de la historia, señalando rutas posibles que serían luego navegadas en la historia política del siglo XIX argentino: la ilustración en el Virreinato del Río de la Plata a fines del siglo XVIII; las transformaciones de Buenos Aires de ciudad marginal de la monarquía hispánica en ciudad comercial; luego, con la resistencia a las invasiones inglesas, en ciudad guerrera; la opinión pública, la plebe urbana, la constitución de "facciones" y líderes; el gobierno de la revolución, sus hombres, sus discursos políticos, su cultura republicana; los recursos durante el virreinato y algunos aspectos económicos de la revolución -tema que profundizaría en Guerra y finanzas en los orígenes del Estado Argentino (1791-1850)-;5 el impacto de la organización de los gobiernos revolucionarios de Buenos Aires y de la guerra en las ciudades del interior; la fragmentación y la ruralización de la política a partir de 1819; las reformas rivadavianas en Buenos Aires autodenominadas liberales, y una de sus consecuencias: la consolidación del poder provincial y el ascenso de Juan Manuel de Rosas. La diversidad de temas encuentra su unidad en la propia ruta que Halperin propone explorar: la formación de una elite dirigente.
Instituida en sujeto y empresa de transformación política y social, la revolución, señala Halperin, comienza como una "aventura estrictamente personal de algunos porteños", a la que se sumarían miembros de las elites provinciales.6 ¿Cómo esta aventura, en la que "los más buscan permanecer apartados", se asume como "experiencia total" de una sociedad?7 Respuesta: entendiendo la revolución como un "proceso creador".8 Creación orientada por abogados, militares y eclesiásticos criollos -muchos de ellos hijos de "comerciantes-descubridores" españoles-9 constituidos en una elite colonial por sus estudios y solidaridades familiares.10 Desde fines del siglo XVIII, estos hombres se veían a sí mismos como legítimos dirigentes y garantes de una vida política virreinal de base local. La lucha contra los ingleses en 1806 y 1807, sostenida por milicias autoconvocadas y organizadas por el cabildo de Buenos Aires, lo confirmaría: por primera vez en Hispanoamérica, un virrey sería destituido por una ciudad.
La revolución puede ser vivida como la experiencia de toda una sociedad en la medida en que esta sociedad pertenece también a un proceso creador. En el laboratorio de 1810, la aventura personal se vuelve intempestivamente "común" ante las expectativas de "construcción de un futuro que todos ignoran y todos preparan".11 Ese futuro permite comprender la imagen que la elite se forma de sí misma en tanto guía política e intelectual de un pueblo que políticamente se afirmaría como fuente única de soberanía y que sociológicamente sería considerado como una multitud "privada [...] de luces necesarias, para dar su verdadero valor a todas las cosas", como señalaba Mariano Moreno. 12 Junto con las expectativas, Halperin muestra que el proceso creador de la revolución es también inteligible a partir de las experiencias de los hombres de 1810 en aquel orden católico, jerárquico, corporativo, jurisdiccional y de castas, la monarquía.
Para Halperin, la imagen del cuerpo político que la revolución construye mantiene varias de las características del antiguo régimen. Una de ellas: la distinción como criterio de organización social. En el decreto de supresión de honores -"pequeño tratado de virtud republicana" contra los privilegios antiguos identificados en la figura de Saavedra-, Moreno puede exaltar el principio de igualdad y limitar al mismo tiempo la participación en funciones públicas a los "ciudadanos decentes", reflejando el "delicado equilibrio social propio del viejo orden".13 El nuevo sistema de libertad de la revolución, que sus propios actores denominaban "republicano", tampoco sería contradictorio con la esclavitud, conservada aun después del decreto de libertad de vientres de 1813 bajo el argumento del respeto a la propiedad y de la incapacidad de los negros a ejercer su libertad.
En Tradición política e ideología revolucionaria de Mayo (1961), Halperin sugería lo que se convertiría en una de las principales hipótesis que permitiría una renovación de la historia política argentina e hispanoamericana: la importancia del estudio de la monarquía católica, de sus reformas y de su crisis para la comprensión de las revoluciones. Revolución y guerra puede ser leído como una segunda parte de Tradición política. En esta obra, Halperin da cuenta del pensamiento político del barroco español del siglo XVII: articulado sobre una cultura republicana de la monarquía católica, Halperin reconstruye este pensamiento y señala dos características, necesarias para entender la institución de la Primera Junta sobre el principio de soberanía del pueblo, y el republicanismo de los hombres de 1810: el culto estético a las virtudes de las repúblicas antiguas y la refl exión sobre el origen y los límites al poder real, concebido como poder del pueblo en un orden natural. Dicho de otra forma: en Halperin, el momento revolucionario del Río de la Plata se vuelve inteligible en la longue durée de la historia de la monarquía hispánica, marcada por una dinámica política atlántica.
La exploración de aquel laberinto de derechos, de jurisdicciones y de poderes que constituía la monarquía hispánica -iniciada en su tesis doctoral de la década de 1950 sobre los moriscos y los cristianos viejos en Valencia durante el siglo XVII14 y magistralmente presentada en Tradición política-, le permitirá a Halperin pensar la revolución en el Río de la Plata. Pensar la revolución implica restituir las ambigüedades y las indeterminaciones de la experiencia de 1810 y de sus hombres, que los modelos ideales -de antiguo régimen y de revolución- muchas veces simplifican o esconden. Su exploración, que desafía toda pretensión de una filosofía de la historia, no busca establecer continuidades y rupturas entre la monarquía y la revolución; tampoco pretende determinar las doctrinas políticas de Mayo, ni aplicar una idea de revolución al contexto hispanoamericano. Para Halperin, la constitución de la Primera Junta constituye en sí misma una revolución, que abre un escenario impensado en el pasado: la creación de una nueva legitimidad que no sólo debe autoinstituirse, sino que también debe generalizarse desde Buenos Aires a una población "que no quiere ni ser revolucionaria ni volver al viejo orden".15
En Revolución y guerra, Halperin muestra que las ambigüedades, las incertezas y las contradicciones tienen nombre propio: Funes, Belgrano, Vieytes, Pueyrredón, Moreno, etc. Su vida estaba atravesada por sus experiencias en la monarquía, que habían defendido a través de la pluma o de la espada. Defensa que cada uno realizaba según su propia idea de monarquía y que, en casi todos, se traducía en la necesidad de modernizarla, menos a partir de la búsqueda de la mayor utilidad general de la Corona ya reformada del siglo XVIII, que del bien común de corporaciones particulares-varias de ellas consecuencia de las reformas ilustradas- que representaban. Funcionarios y letrados durante el virreinato, estos miembros de las elites locales serán los oradores, los gobernantes y los dirigentes del proceso creador de la revolución, en el que ellos mismos se crearán como americanos, revolucionarios y republicanos.
En la creación de 1810, Halperin otorga un lugar principal a la militarización. La formación de los revolucionarios como elite dirigente ya no dependerá de la supuesta superioridad cultural de sus miembros, sino de su rol como militares.16 Desde la resistencia a las invasiones inglesas en 1806 y 1807, la militarización de la política adquiere una relevancia fundamental en los principales confl ictos institucionales del virreinato durante la crisis monárquica: la destitución de Sobremonte por una junta de guerra, la designación de Liniers como nuevo virrey, su defensa en la sublevación del 1 de enero de 1809, la constitución de la Primera Junta (integrada por nueve miembros de los cuales seis habían combatido contra los ingleses en las milicias). Esta relevancia militar en la política comunal del Río de la Plata continuaría en la revolución, que haría del letrado y del soldado un modelo de ciudadano. Más que Rousseau o los principios de la Revolución Francesa o norteamericana, es el ejército el "instrumento político por excelencia" del poder revolucionario.17
Halperin concentra en Revolución y guerra los nudos de una exploración historiográfica en la que crea nuevos sentidos del pasado desde un presente que lo interroga a partir de un problema constante en su obra: la Argentina. "Desaforado" proyecto de ingeniería social para construir en un desierto una nación moderna,18 la formación de la Argentina y de sus elites políticas e intelectuales abre perspectivas hispanoamericanas y atlánticas en la "interpretación halperiniana del siglo XIX ".19 Esta interpretación, que desafía continuamente a reinventar el pasado para intentar explicarlo, funciona también como un reaseguro para la comprensión del presente y del "camino sinuoso por el que nos toca avanzar sin saber adónde nos lleva".20

Notas

1 Tulio Halperin Donghi, Tradición política española e ideología revolucionaria de Mayo [1961], Buenos Aires, CEAL, 1985, p. 119.         [ Links ]

2 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla [1972], Buenos Aires, Siglo XXI, 1994, p. 217.         [ Links ]

3 Roy Hora y Javier Trimboli, "Entrevista a Tulio Halperin Donghi", en Pensar la Argentina. Los historiadores hablan de historia y política, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1994, pp. 42, 51        [ Links ]

4 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra, op. cit., p. 132.         [ Links ]

5 Tulio Halperin Donghi, Guerra y finanzas en los orígenes del estado argentino (1791-1850 [1982]), Buenos Aires, Prometeo, 2005.         [ Links ]

6 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra, op. cit., p. 168.         [ Links ]

7 Ibid., p. 217; T. Halperin Donghi, Tradición política española, op. cit., p. 110.         [ Links ]

8 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra, op. cit., p. 9.         [ Links ]

9 Ibid., p. 46.

10 Ibid., p. 157.

11 Ibid., p. 9.

12 "Decreto de supresión de honores" (6-12-1810), en Gaceta Extraordinaria de Buenos Aires, 8-12-1810, Gaceta de Buenos Aires (1810-1821), vol. I, Buenos Aires, Junta de Historia y Numismática, 1910, p. 711.         [ Links ]

13 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra, op. cit., pp. 175, 186.         [ Links ]

14 Un conflicto nacional. Moriscos y Cristianos viejos en Valencia, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2008.         [ Links ]

15 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra, op. cit., p. 238.         [ Links ]

16 Roy Hora y Javier Trimboli, "Entrevista a Tulio Halperin Donghi", op. cit., p. 42.         [ Links ]

17 Tulio Halperin Donghi, Revolución y guerra, op. cit., p. 234.         [ Links ]

18 Tulio Halperin Donghi, Son Memorias, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.         [ Links ]

19 Jorge Myers, "Tulio Halperin Donghi y la historia de la Argentina contemporánea", en Roy Hora y Javier Trimboli (comps.), Discutir Halperin. Siete ensayos sobre la contribución de Tulio Halperin Donghi a la historia argentina, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1997, p. 169.         [ Links ]

20 Tulio Halperin Donghi, Ensayos de historiografía, Buenos Aires, El Cielo por Asalto, 1996, p. 9.         [ Links ]

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