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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.16 no.2 Bernal dic. 2012

 

DOSSIER: Sociabilidades culturales en Buenos Aires, 1860-1930

 

El Círculo Literario (1864-1866): un espacio de conciliación de intereses

 

Paula Bruno

Universidad de Buenos Aires / CONICET

 

En la esquela de invitación para la fundación del Círculo Literario (CL), sus promotores, Lucio V. Mansilla y José Manuel Estrada, destacaron que la asociación propiciaría la armonía entre los hombres ilustrados de Buenos Aires en un marco promisorio para la vida cultural. Resultaba imperioso generar un espacio de reunión: "donde cambiándose las ideas, amalgamándose las opiniones y simpatizando los caracteres, se establezcan entre los hombres esa mancomunidad en los pareceres y esa cordialidad en las relaciones personales, que debe existir en los miembros de toda asociación".1
Aunque de diferentes edades (Mansilla nació en 1831 y Estrada en 1842), Estrada había tenido ya una activa participación en las tertulias de la Librería del Colegio (o Librería de Mortá) y en empresas periodísticas, como La Guirnalda, Las Novedades y El Correo del Domingo; Mansilla, por su parte, contaba con experiencia en espacios de sociabilidad, como habían sido la redacción de El Nacional Argentino y otras tertulias en tiempos de la Confederación. La conformación de una sociedad cultural aparecía ante los ojos de sus iniciadores como un medio "que sirva de centro a todas las inteligencias argentinas, cualesquiera que sean sus opiniones".
Con la intención de conciliar intereses y con prácticas de difusión opuestas a las de las sociedades secretas, para presentarse en sociedad el cl envió la invitación a más de 250 destinatarios y también la publicó en El Correo del Domingo. Las respuestas afirmativas llegaron a vuelta de correo, pero varias, que celebraban la iniciativa de manera enfática, también fueron publicadas en los medios de prensa, especialmente en La Tribuna y en La Nación Argentina.
Se vieron interpelados por la convocatoria hombres públicos de distintas edades y tendencias políticas que subrayaban que la propuesta de Mansilla y Estrada llegaba para cubrir un vacío y recuperar el tiempo perdido (como usualmente eran considerados los años del rosismo hacia 1860). Las respuestas se hacían eco de este llamado a la convivencia en la heterogeneidad. A la primera reunión concurrieron Valentín Alsina (presidente interino del CL), Dardo Rocha, Estanislao del Campo, Miguel Navarro Viola, Eduardo Wilde, Marcos Sastre, Adolfo Rawson, Domingo F. Sarmiento, Ángel Estrada, Andrés Lamas, Damián Hudson, Luis Sáenz Peña, Santiago Estrada, Luis Beláustegui, L. A. Argerich, Pastor Obligado, Mariano Pinedo, Carlos Tejedor, Estanislao del Campo, entre tantos otros.2
En la reunión inaugural del CL se discutió entre los presentes un "reglamento orgánico", que también fue publicado en la prensa y en La Revista de Buenos Aires. Siguiendo el reglamento, el cl contó con varias secciones: Ciencias Morales y Metafísicas, Ciencias Históricas, Ciencias Matemáticas, Ciencias Físicas y Naturales, Bellas Artes, Bellas Letras, Artes Útiles, Mecánicas e Industriales. Sus objetivos se sintetizaron en los siguientes principios: "el poeta y el artista, el jurisconsulto como el médico, todos los que contribuyen al desarrollo y al progreso intelectual y material del país son llamados a estrechar en nuestras salas los vínculos que los unen entre sí, y a disciplinarse en ese espíritu de asociación culta y fraternal".
Lucio Mansilla tomó la palabra en la primera reunión del CL y destacó que el pasado reciente había generado aislamiento y languidez intelectual (no queda claro si se refiere a los tiempos del rosismo o a los de la Confederación). Pero ahora, el CL y su espíritu de asociación debían poner fin a esa atomización; a la vez, su tarea era contrabalancear las luchas de antaño "que nos han devorado y dividido".

En similar dirección, Vicente Quesada saludó entusiasta la formación del CL que "nace en momentos de calma, llama a su centro a los representantes de todas las generaciones y a los hombres de todos los partidos".3 El reglamento era lo suficientemente amplio como para interpelar a un grupo heterogéneo de miembros, para ser admitido se requería "ejercer una profesión literaria, científica, industrial o artística, o haber dado pruebas de amor a las letras o a las bellas artes". Quizás con un exceso de optimismo, Mansilla hizo hincapié en la intención de nuclear a "hombres de distintos matices y colores -provectos y jóvenes, ricos y pobres, sabios e ilustrados, pero todos decentes y probos-. Diríase que todos los odios viejos, que todos los antagonismos del pasado se han convocado para cantar su réquiem y entonar el sursum corda de la confraternidad futura".4
Luego de la primera reunión, las repercusiones no tardaron en llegar. El Correo del Domingo se hizo eco del éxito de los eventos del Círculo Literario en sus columnas, comentó las conferencias y subrayó en reiteradas ocasiones el suceso de la convocatoria, medido numéricamente (reuniones de entre doscientas y trescientas personas), pero también por la presencia de descollantes oradores y miembros, como el presidente Bartolomé Mitre, quien disertó en agosto de 1864 e hizo un llamamiento a que los miembros de la asociación concentraran sus esfuerzos en estudiar la historia nacional.
En lo que a efectos se refiere, es destacable el voto de confianza depositado por Vicente Quesada, quien apostó a vincular al CL recientemente formado con "la Revista más acreditada y antigua que existe en la República Argentina". Proponía, entonces, una tirada aparte de la publicación que se llamaría "Revista de Ciencia y Letras del Círculo Literario de Buenos-Aires". La empresa no se concretó con estas características, pero La Revista de Buenos Aires alojó una "sección especial" que se presentaba como la publicación destinada a promulgar las actividades del Círculo Literario.5
El entusiasmo se inscribía en tiempos en los que, como es sabido, en Buenos Aires se multiplicaron los proyectos de asociación. Parecía, entonces, que los antiguos tiempos de opacidad de la vida pública, y específicamente cultural, habían terminado. Ahora bien, en las intervenciones del CL comenzaron a dibujarse algunas tensiones. Mientras que algunos de sus miembros y fundadores, como Mansilla, propusieron mirar hacia el futuro, otras voces, como la de Juana Manso, socia honoraria del CL, destacó que éste cumpliría un sueño iniciado con el Salón Literario e interrumpido durante la época de Rosas. Así, la asociación cumpliría un anhelo de quienes habían sufrido los años de expatriación y exilio. El nombramiento de Juan María Gutiérrez, en agosto de 1864, como presidente en remplazo de Valentín Alsina no hizo más que confirmar esta pretensión de continuidad deseada por algunos miembros. Sin embargo, los hombres más jóvenes mostraron su incomodidad ante las dinámicas que asumían las reuniones. Eduardo Wilde, llegado poco tiempo atrás a Buenos Aires, miembro del círculo y cronista de La Nación Argentina, no dudaba en objetar: "no bien instalado el Círculo se había establecido una división: unos con derecho o sin él se habían puesto a hacer el papel de maestros, lo que no debió agradar a aquellos menos audaces que tuvieron que hacer de discípulos".6

Si entre aquellos que pretendían saldar deudas y quienes pretendían mirar al futuro se trazaban líneas de tensión, no era menos problemática la cuestión de qué lugar darle a la política en el marco del CL. Sus promotores pretendían dejar a la política de lado de manera explícita, así se lee en su correspondencia privada. Además, esta intención fue expresa en la esquela de invitación y en los discursos de apertura. El CL, además, no contó con apoyo ni subsidio estatal. Sin embargo, es posible que la presencia de Bartolomé Mitre y de varios miembros de su gabinete no permitieran que los asuntos políticos quedaran totalmente marginados en las reuniones del CL. Wilde, en este sentido, llamaba la atención a la juventud instando a que se concentrara en la literatura y la cultura y que dejara de lado la política, considerada una actividad perniciosa.
Los objetivos del círculo eran análogos a los de otros emprendimientos contemporáneos. La intención de organizar asociaciones intelectuales más allá de las diferencias aparecía como una solución fructífera para una cultura escasamente institucionalizada, con herencias facciosas y que empezaba a tomar diversas formas en la presidencia de Mitre, mientras el Estado se consolidaba y se abrían espacios institucionales atentos al desarrollo cultural. Así, el CL compartió las mismas inquietudes que otras agrupaciones de su tiempo, movilizando a diferentes figuras que concentraron su atención en problemas de época: la unidad nacional, la reorganización política, la conciliación entre partidos, facciones, regiones, personalidades políticas, por mencionar sólo algunos tópicos. Así, la forma de pensar la sociedad argentina, la política, las sociabilidades y sus potencialidades aglutinadoras estuvo focalizada en la búsqueda de ideales que mancomunaran los esfuerzos individuales y permitieran alcanzar cierto grado de orden.
El CL se vio a sí mismo como una asociación que podía convocar a hombres de la política y de la cultura de distintas facciones y diversas generaciones y, a tono con otras asociaciones de la época, intentó generar espacios inexistentes en el universo letrado. Sin embargo, fue también escenario de tensiones entre viejas y nuevas aspiraciones y entre diferentes formas de entender las relaciones de la política y el mundo cultural.
Pese a que el CL concretó varias actividades en su casa de la Calle de Cuyo, y a que sus reuniones nocturnas fueron durante 1864 y parte de 1865 un éxito de concurrencia, hacia 1866 se cerró su ciclo. No desapareció de un día para otro, su existencia fue languideciendo a lo largo de 1865 y en 1866 dejan de aparecer testimonios que lo mencionen. Rumores sobre diferencias de criterio entre sus dos fundadores fueron moneda corriente en tertulias y periódicos. Sin embargo, pueden considerarse otros motivos de desaparición. Por un lado, las cuestiones de organización interna. Quizás para figuras como Juana Manso era una grata noticia que Juan María Gutiérrez comandara la asociación, pero difícilmente puede encontrarse la misma percepción sobre la continuidad con el pasado y el respeto por hombres considerados de la vieja guardia cultural en los testimonios de hombres más jóvenes. En segundo lugar, y ampliando el foco de observación, pese a los discursos que idealizaban la estabilidad alcanzada como el
escenario más propicio para el despliegue de asociaciones culturales, un evento como la Guerra del Paraguay evidenció que los tiempos de paz no habían llegado para quedarse. Las experiencias individuales de los promotores del CL fueron prueba de ello. La partida de Mansilla para reclutar soldados y el giro en el itinerario de Estrada, que combinaba su perfil de historiador promisorio con el de columnista defensor de la causa bélica mitrista desde La Nación Argentina, así lo constataban. El nuevo ciclo de debates que la Guerra de la Triple Alianza abrió, por su parte, mostraba también que la conciliación de intereses y la tolerancia propuesta por una sociedad literaria no saldaba las tensiones existentes y que las posibilidades de despliegue de las asociaciones culturales, en un país que aún no terminaba de encontrar la estabilidad añorada, parecían ser más factibles en el plano de los proyectos que en el de las concreciones.

Notas

1 Archivo General de la Nación/Universidad Católica Argentina, Fondo Documental José Manuel Estrada, "Carta de invitación para la formación del Círculo Literario firmada por Lucio V. Mansilla y José Manuel Estrada", signatura top.: 3378, folio: 49.         [ Links ]

2 El listado completo de personas que se reunieron en la primera sesión del Círculo Literario y de las que enviaron adhesiones se encuentra en "Círculo Literario", La Revista de Buenos Aires. Historia Americana, Literatura y Derecho, vol. v, 1864, pp. 291-292.         [ Links ]

3 "Bibliografía y variedades", La Revista de Buenos Aires. Historia Americana, Literatura y Derecho, vol. iv, 1864, p. 500.         [ Links ]

4 La alocución de Mansilla fue transcripta en La Revista de Buenos Aires. Historia Americana, Literatura y Derecho, vol. v, 1864, pp. 293-300.         [ Links ]

5 El aviso al respecto puede leerse en La Revista de Buenos Aires. Historia Americana, Literatura y Derecho, vol. v, 1864, p. 160.         [ Links ]

6 Eduardo Wilde, "Círculo Literario", La Nación Argentina, Nº 689, 14 de enero de 1865.         [ Links ]

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