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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.17 no.1 Bernal jun. 2013

 

Fichas

 

Niklas Olsen,
History in the Plural: an Introduction to the Work of Reinhart Koselleck, New York, Berghahn books, 2012, 338 páginas

 

El libro de Niklas Olsen aparece como la primera, y sin duda ansiosamente esperada, biografía intelectual del historiador alemán Reinhart Koselleck. El trabajo de Olsen pretende mostrar que no sólo la formación intelectual de Koselleck, sino también sus propias experiencias durante la guerra y como parte del universo académico, resultaron en la constitución de un habitus y una identidad peculiares que otorgan sentido a su trabajo. Para comprender el camino de la obra de Koselleck, Olsen comienza por situar al historiador dentro del universo intelectual de la academia alemana de la segunda mitad del siglo xx. Koselleck se identifica con la generación de los fortyfivers, caracterizada también como "la generación escéptica", y por su rol de "mediación" entre los mandarines y los "revolucionarios" del '68. En 1947 Koselleck ingresó a la universidad de Heidelberg, donde en el contexto de la reconstrucción de posguerra se reunían algunas de las mayores figuras de la intelectualidad alemana y se discutían los nuevos rumbos del conocimiento histórico. Allí, Koselleck entró en contacto con sus principales maestros y referentes, entre los que se cuentan Carl Schmitt, Johannes Kühn, Martin Heidegger, Hans- Georg Gadamer, Werner Conze y Otto Brunner. Ya como profesor, Koselleck participó del Arbeitskreis für moderneSozialgeschichte, del cual nació el proyecto del diccionario de Geschichtliche Grundbegriffe. Más tarde, y con el traslado a la Universidad de Bielefeld, esas experiencias se transformarían en el desarrollo de una perspectiva histórica tan innovadora como ecléctica. En ese contexto, Olsen caracteriza el trabajo de Koselleck como una serie de intentos de desbancar la idea de una "historia en singular" y de refutar tanto el relativismo histórico como el "utopismo", mediante el desarrollo de una teoría de "historias en plural" que la mayoría de las veces no pueden ser moldeadas según las expectativas del historiador. Olsen acomete la interpretación de la obra de Koselleck a partir de los procesos de recepción y transformación de discursos de otros intelectuales, que asumieron en su obra características específicas debido a una diversidad de factores. Analizando esta recepción en algunas de sus obras, Olsen traza el camino recorrido por Koselleck desde la posición de outsider de la profesión a referente de una de las teorías de la historia más exitosas de la actualidad. La gran ausencia en este trabajo, de excelente calidad general, es una tentativa de esbozo cronológico que permita a los lectores situar con más exactitud los trabajos discutidos en la trayectoria de Koselleck y relacionarlos con aquellos que no fueron tomados en consideración por el autor, matizando así la imagen de totalidad que por momentos proyecta.

Eugenia Gay

Maria Pia Casalena,
Biografie. La scrittura delle vite in Italia tra política, società e cultura (1796-1915), Milán, Bruno Mondadori, 2012, 376 páginas

Esta obra es tan pretenciosa como bien lograda. La autora se propuso abordar las formas de escritura biográfica, los circuitos de producción y circulación de las biografías y las posibles dinámicas de lectura de las mismas en un período de más de un siglo en la península itálica. A la vez, pretende dar cuenta de los cambios que se dieron a partir de la unificación italiana en este tipo de escrito. El largo plazo, entonces, permite subrayar tres momentos: entre 1796 y la "Unità", el momento de la unificación y el momento que va desde entonces hasta los albores de la primera guerra mundial. Casalena destaca: "quien se disponía a leer la historia de una vida, en la Italia del siglo xix y comienzos del xx, podía encontrarse frente a las posibilidades más diversas" (p. 2). Y a partir de esta afirmación enumera esas posibilidades: el recuento de una vida sin implicaciones morales, narraciones moralizantes que señalaban las formas de la virtud, textos que daban cuenta de una vida en su contexto, escritos que solamente depositaban su curiosidad en un trayecto vital sin preocuparse por la época, obras pensadas para ensalzar a políticos contemporáneos, semblanzas de personajes del pasado ejemplificadoras –o no–, vidas de santos, retratos de laicos, entre otras formas. Estas posibilidades formaban lo que la autora denomina la "cultura biográfica". Asume esta denominación para dar cuenta de una sensibilidad extensamente difundida en Italia, pese a que en el período bajo estudio no hubiese una definición precisa del término "biografía". Es en esta "cultura biográfica" en la que profundiza la investigación del libro. Además, la autora pretende mostrar que la escritura de biografías en la época del Risorgimento se acentuó, pero que el tipo de biografía asociado a la "construcción de la nación" convivió con otras tradiciones ya vigentes y con nuevas formas de pensar las historias de vida. El libro cuenta con una introducción, seis capítulos –1. Diverse Italie, 2. Suggestioni dall'estero, 3. Gli autori, 4. Il ritratto della nazione, 5. Memoria e política– y un índice de nombres. En estos capítulos se encuentra un relevamiento exhaustivo de la producción biográfica de la época analizada, un estudio sistemático de las influencias europeas –sobre todo francesas– sobre las formas de escribir biografías en Italia, un estudio minucioso sobre los editores y la "geografía editorial" –que permite conocer los circuitos de producción y circulación de las biografías–, una aproximación sugerente al mundo de las traducciones y un intento de capturar situaciones de lectura de biografías en distintas regiones de la península italiana y en diversos actores sociales potencialmente protagonistas de la "cultura biográfica".

Víctor Goldgel,
Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura en el siglo XIX, Buenos Aires, Siglo xxi, 2013, 286 páginas

Este libro se propone estudiar el modo en que "lo nuevo" va ganando legitimidad cultural en Hispanoamérica en la primera mitad del siglo xix; en particular, analiza los casos de Argentina, Chile y Cuba, países que por su lugar marginal en la cultura colonial y su fuerte despegue económico en el período aparecen como áreas muy receptivas a la novedad, pero que además introducen un aspecto comparativo interesante por la muy diferente situación política, que enfrenta el clima de revolución del Cono Sur a una Cuba colonial y esclavista. Se trata de un universo temático que en las últimas décadas (especialmente a partir de los debates modernidad/ posmodernidad) ha sido muy transitado, a pesar de lo cual Goldgel logra producir una perspectiva original y productiva. Y podría decirse que la clave de ese logro radica en que toda la empresa está parejamente comandada por las indagaciones del historiador y las reflexiones conceptuales del crítico. Esa combinación le permite no perderse en la prodigiosa variedad de fuentes con que ha trabajado (periódicos, folletines, revistas), extrayendo de allí una escena de lo nuevo mucho más compleja y angulada que la que suele provenir de las lecturas de obras más canónicas; pero además le permite iluminar con nuevas preguntas un tema central de la cultura latinoamericana. Porque, en efecto, ¿cómo escribir una historia cultural de lo nuevo en un mundo que, si fue definido por sus conquistadores como "Nuevo", padeció siempre del estigma cultural de la falta de originalidad? Goldgel consigue hacer presente, en el propio examen histórico del objeto que recorta, todo el denso arsenal de aproximaciones críticas a la modernidad latinoamericana (la noción de "traducción" de Octavio Paz, la de "ideas fuera de lugar" de Roberto Schwarz, la de "modernidad periférica" de Beatriz Sarlo, por mencionar sólo algunos hitos en una larga cadena reflexiva), manteniendo un talante equilibrado que si no le impide proponer hipótesis fuertes, hace que las mismas surjan de la comprensión comprometida de las dos posiciones opuestas que marcan esa tradición: la de la excitación y el escepticismo ante la idea de lo nuevo. Distancia y compromiso: dos clásicas actitudes que la buena historia sabe mantener unidas en tensión, y que en este caso producen no sólo un fascinante relato histórico, sino una entrada contundente al viejo tema de los centros y las periferias culturales. Ya que si la compulsa con el "centro" es una marca distintiva del intelectual latinoamericano –y como tal debe ser incorporada a todo análisis–, una historia de la modernidad local que no participe ella misma de esa compulsa logra entender en qué medida estas formas "periféricas" de lo nuevo también pueden aportar al conocimiento de la modernidad tout court.

Adrián Gorelik

Nicolau Sevcenko,
Orfeo extático en la metrópolis. San Pablo, sociedad y cultura en los febriles años veinte, Universidad Nacional de Quilmes / Prometeo, Bernal, 2013, 420 páginas

La publicación de este libro en la colección "Las ciudades y las ideas" que dirige Adrián Gorelik en la Universidad Nacional de Quilmes, acerca al público argentino e hispanoparlante una investigación fascinante que, publicada originalmente hace más de dos décadas, anticipó algunos de los problemas y coordenadas en los que hoy discurren los estudios sobre cultura urbana latinoamericana. Su tema general es el amplio espectro de imaginarios sociales y de intervenciones culturales que acompañó el vertiginoso proceso de metropolización de la ciudad de San Pablo en los años que siguen al fin de la Primera Guerra Mundial. Ese foco emparenta al texto con Una modernidad periférica, el clásico libro que contemporáneamente Beatriz Sarlo consagrara a las representaciones culturales y estéticas vinculadas a las transformaciones que tuvieron lugar en Buenos Aires en el mismo período. El estudio de Sevcenko se distingue sin embargo de esa obra al menos en dos aspectos. De un lado, concibe a la vida urbana emergente en la megalópolis paulista en los años '20 en términos de más acentuada ruptura respecto a su historia precedente. Esa experiencia citadina radicalmente novedosa revertirá ya en miradas que reflejan una situación de anomia y desconcierto, ya en un abanico de ensayos y experimentaciones a cargo de las vanguardias estéticas y otras expresiones artísticas. De otro lado, el autor interroga una serie más amplia de materiales culturales que los que integraban el estudio de Sarlo. Así, el libro se desgrana en una batería heterogénea de registros que recoge manifestaciones tales como los posicionamientos de la prensa y de los cronistas urbanos ante las raudas modificaciones del paisaje, la aceleración del mercado editorial, las relaciones variopintas entre arte y cambios técnicos, o las tensiones y debates suscitados por el conjunto de prácticas sociales innovadoras que la nueva trama de la ciudad trae consigo, todo lo cual devuelve un escenario caleidoscópico de la vida metropolitana paulista singularmente denso y vital.

Martín Bergel

Adriana Amante (dir.),
Sarmiento (vol. iv de la Historia crítica de la Literatura Argentina), Buenos Aires, Emecé, 2012, 832 páginas

Finalmente ve la luz el ineludible tomo consagrado a Sarmiento de la Historia críticade la Literatura Argentina, dirigida por Noé Jitrik. Adriana Amante, directora del volumen, coordinó este esfuerzo que reúne treinta estudios sobre muy diversos aspectos atinentes al autor de Facundo. Si debido a la cantera inagotable de temas vinculados al trayecto vital del escritor sanjuanino el libro se guarda de proponerse como una exploración total de su figura, en su monumentalidad y su amplia variedad de problema s y registros homenajea la fulgurante pluridimensionalidad de su vida y su legado. Concurren así aproximaciones que interrogan al Sarmiento inventor, obsesionado con los adelantos técnicos (Martín Kohan); al Sarmiento remitente, el que hizo de las cartas, en el deslice de lo privado a lo público, una forma privilegiada de la escritura (Susana Zanetti); al narrador de la barbarie, sea como matriz conceptual que enmarca y define el juego político, sea como arsenal estético que auspicia abordajes literarios (Pablo Ansolabehere) y al pensador del paisaje, la ciudad y las formas arquitectónicas acordes al avance del proceso civilizatorio (Fernando Aliata); al que fue objeto cambiante de inspiración y diálogo para el ensayo y la ficción (Beatriz Sarlo) y al que fue motivo de vituperio para el discurso del revisionismo histórico (Pablo Alabarces); al que fue modelado por imágenes y retratos del siglo xix (Adriana Amante y Natalia Brizuela) y al que es visitado por un director de cine del siglo xxi (Matías Piñeiro). Las cuestiones que dan tema a cada una de las indagaciones del volumen, en definitiva, se reparten entre asuntos originales que no habían sido hasta aquí considerados por la sarmientología, con otros inescapables que son abordados sin embargo desde ángulos y registros también novedosos. De conjunto, tanto por esa multiplicidad de materias como por la calidad del plantel que las acomete –que reúne a críticos y estudiosos de primer nivel de varias generaciones–, este libro está destinado a ocupar un lugar prominente dentro del abundante corpus ya existente sobre la figura de Sarmiento.

Martín Bergel

Lucio V. Mansilla,
El excursionista del planeta. Escritos de viaje (selección y prólogo de Sandra Contreras), Buenos Aires, fce, 2012, 472 páginas

Sandra Contreras agrupa en este volumen un valioso conjunto de textos del que fuera reconocidamente uno de los más notables cultores de la literatura de viajes dentro de los grupos letrados argentinos de la segunda mitad del siglo xix. Si en la mayoría de los títulos de la colección a la que pertenece el libro, la Serie Viajeros dirigida por Alejandra Laera, concurren las voces de un conjunto de autores reunidos en torno a un tipo de viaje particular, este texto en cambio se concentra en una figura que sobresalió por sus travesías y por la recurrencia con que las hizo materia de escritura: Lucio V. Mansilla, el "excursionista del planeta", al decir de Paul Groussac. Es que, como muestra Contreras en el prólogo, varios rasgos singularizan la afición del autor de Una excursión a los indios ranqueles por escribir desde o sobre el extranjero. Si el viaje fue, para las élites decimonónicas, un recurrente mecanismo de distinción social, los textos de Mansilla están atravesados por una constante búsqueda por edificar para sí la imagen del mejor y más distinguido viajero argentino. En torno a esa creencia orbitan las tres secciones de escritos del autor que se reúnen en el libro (algunos de ellos publicados sólo en la prensa periódica y por ende hasta aquí de difícil acceso). En la primera se agrupan los principales textos consagrados al viaje iniciático de Mansilla, el que lo condujo antes de cumplir los 20 años a parajes infrecuentes para un letrado latinoamericano de mediados del siglo xix como la India y Egipto. Sus andanzas orientales, determinantes de ese afán del autor por exhibirse como un viajero de excepción, serían por ello mismo repetidamente abordadas en textos elaborados en distintos momentos de su vida. La segunda sección permite adentrarse en una zona menos conocida del trayecto biográfico de Mansilla: la conformada a partir de sus exploraciones en el Paraguay como buscador de oro. Si esa empresa se revela infructuosa, provee en cambio un cúmulo de incitaciones que reciben de Mansilla abordaje literario. Dentro del corpus vinculado a esas experiencias en tierras paraguayas, Contreras incluye atinadamente la serie completa de las Cartas de Amambay, un material poco tenido en cuenta dentro de la producción del autor. Finalmente, la sección titulada "Europa. Política, mujeres, tecnologías", ofrece tanto algunas de sus célebres Causeries, como textos surgidos a partir de la función de corresponsal de diarios argentinos asumida por Mansilla. De conjunto, tanto por su incisivo estudio preliminar como por la razonada selección de textos que dispone al lector, este libro se ofrece como una vía de ingreso que completa la visión hasta ahora conocida del autor.

Martín Bergel

Laura Malosetti Costa
y Marcela Gené (comps.), Atrapados por la imagen. Arte y política en la cultura impresa argentina, Buenos Aires, Edhasa, 2013, 360 páginas

La imprenta no sólo reproduce palabras, también dibujos, fotografías, historietas. Y, relativizando las afirmaciones que lo consideran un rasgo de la posmodernidad, desde hace siglos. El libro compilado por Malosetti Costa y Gené se propone abordar la historia de una parte de la cultura impresa en la Argentina, la que hace a las imágenes. Aborda para ello distintos períodos, del rosismo a los inicios del Proceso, y objetos múltiples, de los retratos femeninos de ElBúcaro Americano a la mirada de la industria en Éxito Gráfico.
En algunos de los artículos compilados la vinculación con la política es estrecha. Marcelo Marino reconstruye cómo, a través de reproducción de slogans e imágenes en cintilas, colgantes, abanicos, guantes y fondos de galeras, el rosismo propuso el control del espacio público y la opinión en Buenos Aires. Avanzando sobre el terreno de las prácticas, señala que los procesos de uniformización de la apariencia tuvieron como resultado la imposibilidad de distinguir a partidarios de opositores, lo que reforzó la paranoia de un régimen obsesionado por el descubrimiento del unitario disfrazado. Marcela Gené y Juan Buonuome tornan al periódico socialista LaVanguardia, tantas veces abordado como simple fuente, en objeto de interrogación y, luego de señalar las transformaciones de su formato y los avatares de su dirección, dan cuenta de las tensiones entre "periodismo de ideas" y "prensa comercial". También analizan los avisos publicitarios, subrayando que, si su inclusión podía darse la mano con la reivindicación del PS como "partido de los consumidores", los modelos propuestos en muchos casos contrastaban con el tono educativo y con el destinatario obrero invocado por el partido.
Las compiladoras distinguen ese primer núcleo de trabajos, centrado en los usos políticos de la imagen, de otro que aborda publicaciones ligadas a la esfera artística y literaria. La distinción es clara en artículos como el de Juan Cruz Andrada y Catalina Vara, quienes apelan a la noción de museo imaginario para interpretar las publicaciones de historia del arte impulsadas por Julio Payró, o en el de Silvia Dolinko y María Amalia García, que reconstruye los complejos debates sobre el arte abstracto que dieron origen a la apuesta de Boa. En otros textos, la vinculación con la política se hace crucial: así, Laura Malosetti Costa y Maria Isabel Baldasarrre dan cuenta de la vinculación de la revista Mundial con una red de artistas latinoamericanos anclados en París, pero también permiten aventurar cómo esos núcleos se vieron conmovidos por la Revolución Mexicana; y en referencia a otro latinoamericano en París, Isabel Plante subraya los interrogantes que una publicación como Lamujer sentada, de Copi, planteaba al sentido de común de la izquierda.

Ricardo Martínez Mazzola

Claudia Touris y Mariela Ceva
(coords.), Los avatares de la "nación católica". Cambios y permanencias en el campo religioso de la Argentina Contemporánea, Buenos Aires, Biblos, 2012, 198 páginas

Como es costumbre, las comillas permiten una toma de distancia. Los trabajos reunidos por Touris y Ceva dejan ver que el campo religioso argentino está cruzado por procesos múltiples y complejos que no se dejan apresar por la imagen mítica de la Argentina católica. Y eso porque, en primer lugar, la religión católica debió convivir con la vitalidad de confesiones religiosas como el protestantismo –capaz de emprender iniciativas que, como señala Paula Seiguer, salieran del espacio de las "iglesias de colectividad" para convocar a numerosos miembros de los sectores populares–, o el judaísmo –que, como subraya Daniel Bargman–, logró diluir las divisiones de origen migratorio y perfil ideológico para construir una vida comunitaria relativamente unificada.
Pero, en segundo lugar y sobre todo, la imagen monolítica de la nación católica es puesta en cuestión por la reconstrucción de la heterogeneidad y los conflictos del propio espacio católico. A dar cuenta de la pluralidad de las apuestas contribuye el artículo de María Pía Martín, quien, en clave de historia de las ideas, reconstruye las derivas del pensamiento de José Manuel Estrada; y también el de Mariela Ceva, que aborda las iniciativas que, en la línea de un catolicismo social, propusieron empresarios católicos como Julio Steverlinck, propietario de la Algodonera Flandria. En los años '30 y '40 el espacio católico exhibe su mayor fortaleza, prueba de ello son las iniciativas orientadas a la mujer estudiadas por Alejandra Bonvicini, y se refuerza la identificación entre catolicismo y nacionalidad; y sin embargo, como señala José Zanca, es en esos días que tal identificación es contestada por un humanismo cristiano igualmente integralista pero menos intransigentemente opuesto a la modernidad y al liberalismo. Por un momento pareció que el Concilio Vaticano II abriría la vía hacia un catolicismo más secularizado y pluralista. Pero éste no fue el caso, y ello no se explica solamente por la militancia de los núcleos tradicionalistas, estudiados por Elena Scirica, sino también, como señala Claudia Touris, por las definiciones integristas de los propios católicos progresistas quienes, en nombre de una propuesta escatológica, mantenían la fusión entre prácticas religiosas y políticas. Quizá por ello estas propuestas no pudieran incorporar reclamos "liberales" como los referidos al matrimonio sacerdotal o las prácticas de anticoncepción, llegando, como señala Karina Felitti, a adoptar una postura natalista que pensaba al control de la natalidad como una manifestación imperialista.

Ricardo Martínez Mazzola

José Emilio Burucúa, Fernando
Devoto y Adrián Gorelik (eds.), José Luis Romero. Vida histórica, ciudad y cultura, San Martín, UNSAM Edita, 2013, 360 páginas

El libro reúne las ponencias presentadas a las "Jornadas Internacionales José Luis Romero", realizadas en conmemoración del centenario del nacimiento del historiador argentino. De la compilación toman parte autores de diferentes pertenencias disciplinarias y generacionales, lo que es lógico dado el intento de aprehender las diferentes dimensiones de la obra y –tal como propone Ramón Villares al dar cuenta de los vínculos con el exilio republicano español– de la vida de Romero. Así Peter Burke y Carlos Barros ponen a Romero en diálogo con las principales tradiciones historiográficas del período, Annales y el marxismo, y destacan las particularidades de su abordaje de las mentalidades, Carlos Astarita analiza su mirada acerca de las luchas de la burguesía contra el patriciado medieval y Julián Gallego subraya cómo aun su selección de la historiografía antigua atendía a la crisis de su tiempo. Es partiendo de tal atención, señala Ricardo Pasolini, que Romero elegía a los individuos a abordar en sus estudios: aquellos que testificaran tanto sobre su tiempo como sobre el porvenir. Historia y profecía aparecían, recuerda Fernando Devoto, estrechamente ligados en una mirada atenta a los problemas del presente, entre los que destacaba el de los regímenes de masas. Pero, afirma Halperin Donghi, ni siquiera la decepción que para su apuesta socialista supuso el ascenso del peronismo logró conmover la fidelidad de Romero por la idea de una Argentina unida por una imagen compartida y optimista del futuro.
Una sección particularmente densa del libro se estructura en torno a la ciudad: Graciela Silvestri sostiene que todo el pensamiento urbano de Romero se apoya en torno a una formamentis, la de Buenos Aires, una ciudad letrada asediada por un mundo carente de forma; Natalio Botana se pregunta por la existencia de formas de representación política capaces de canalizar las demandas colectivas en las modernas megalópolis; Adrián Gorelik subraya que la deuda con el Martínez Estrada que enfrentaba ciudad ideológica y ciudad real no conducía a Romero a la denuncia de la ideología sino al análisis de cómo la mezcla entre realidad e ideología producía situaciones nuevas. Si esa mirada alejaba a Romero del pesimismo, también planteaba diferencias respecto de las propuestas de modernización y reforma social de un aliado como Gino Germani. Diferencias que, explica Alejandro Blanco, se fundaban en el modelo de intelectual asumido: ante el "especialismo" de Germani, Romero mantenía una mirada universalista que, como muestran María Teresa Gramuglio y José Emilio Burucúa, podía extraer sus pruebas, y aun sus hipótesis fundamentales, del diálogo con la literatura, las artes plásticas y la música.

Ricardo Martínez Mazzola

Isabel Plante,
Argentinos de París. Arte y viajes culturales durante los años sesenta, Buenos Aires, Edhasa, 2013, 408 páginas

El libro de Isabel Plante estudia la experiencia de una serie de artistas plásticos argentinos que se radicaron en París en la década de 1960. Para iluminar los deslizamientos políticos, estéticos y geográficos de esos artistas, la mirada de Plante se desplaza entre París, Buenos Aires y Nueva York. En ese movimiento, la autora desarticula nociones polarizadas como las de centro-periferia y se adentra en la discusión de una serie de tópicos centrales para la historia cultural argentina: el cosmopolitismo, el viaje del artista, el desarrollo del mercado, las representaciones de la cultura francesa y las relaciones entre arte y política en los agitados años sesenta.
Dividida en seis capítulos, la investigación va de lo específico, aquello que tiene que ver con el campo de las artes plásticas, a lo más general, lo que interpela a la cultura y la sociedad. La autora incorpora fuentes muy diversas que le permiten dar cuenta de lo dicho y hecho por un universo de actores muy amplios (críticos, marchands, artistas, funcionarios, tanto europeos como argentinos). La investigación se detiene particularmente en los premios otorgados a argentinos y discute su impacto tanto dentro del campo artístico europeo como argentino.
El trabajo se ocupa particularmente de los artistas cinéticos, quienes obtuvieron un reconocimiento importante en Europa, especialmente en París. Su momento de mayor apogeo se dio con la entrega del Gran Premio de la Bienal de Venecia a Julio Le Parc en 1966. Un contrapunto al caso de los cinéticos lo ofrece el capítulo cinco, donde Plante recrea la circulación de la obra de Antonio Berni. La investigación muestra cómo el mapa cultural internacional delineado por Berni en Europa representó el lugar de la consagración y, por contrapartida, su éxito comercial en Buenos Aires. Revela además el contenido político de esta obra.
El recorrido desplegado en el libro concluye a mediados de la década del setenta, cuando se abre un nuevo ciclo en América Latina signado por la violencia política que, según la autora, implicó el ocaso de la representación de América Latina como una usina cultural.

Flavia Fiorucci

Alicia Méndez,
El Colegio. La Formación de una elite meritocrática en el Nacional Buenos Aires, Buenos Aires, Sudamericana, 2013, 384 páginas

¿Cómo se genera una élite meritocrática? ¿De qué modo se generan desigualdades que se consideran legítimas? Alicia Méndez se asoma al CNBA como un sitio emblemático para plantear estas preguntas. Lo escolar aparece en la investigación como el lugar productor de trayectorias y representaciones, sustrayendo a los individuos de las familias y de "influir sobre sus posiciones sociales ulteriores". Lo que distingue este trabajo de otros, es que inquiere acerca de cómo las distinciones en status se generan en un contexto laico y democrático. La tensión entre espacio exclusivo e ímpetu inclusivo es lo que funda la sociodicea a la vez democrática y elitista que Méndez describe.
El libro se basa en las narrativas de auto-presentación producidas por las entrevistas a cincuenta egresados del cnba, enfatizando el rol de los recuerdos de ciertos momentos fundamentales (el ingreso, el primer día) así como de las prácticas cotidianas que fueron moldeándolos como estudiantes de "El Colegio". Este material se complementa con una serie de autobiografías, comenzando por Juvenilia de Miguel Cané y culminando con el último libro de Tulio Halperin Donghi.
El texto subraya la construcción de un espíritu de cuerpo que continúa en el tiempo. El "nosotros" que la autora describe atraviesa las distintas cohortes o generaciones y está basado en la
idea de esfuerzo, dedicación, y su moralización. En la autoafirmación del grupo, la transmutación de criterios estéticos y formas relacionales se convierte en elegancia (mayormente intelectual), allí se articulan lo honorable y lo jerárquico. Esto sucede a través de rituales específicos (el examen de ingreso, la vuelta olímpica), la relación con el espacio (venir al "centro"), las prácticas de sociabilidad, así como las oposiciones con otros internos (los preceptores, en vez de los profesores) y externos (los otros colegios universitarios, los viejos amigos del barrio, la pro pia familia). Esta valorización autolegitimante es sostenida en el tiempo por redes de sociabilidad profesionales e interpersonales. Dentro de esta continuidad, el libro distingue la particularidad de los años setenta dando cuenta de cómo el elitismo del cnba puede ser pensando como laboratorio exagerado para algunas visiones de cambio revolucionario bajo la pregunta "¿Si no lo hacemos nosotros, quién?". También distingue la particularidad del período post 1984, enfatizando el cuasi monopolio que los egresados eximen sobre el uso disciplinado y ordenado del tiempo y el consecuente alto rendimiento intelectual. La autora enfatiza la capacidad del cnba de proveer herramientas cognitivas y estéticas, así como de prácticas específicas que permiten a los individuos de esta tercera cohorte (auto)moldearse y adaptarse a distintos problemas profesionales.

Claudio Benzecry

David Sheinin,
Consent of the Damned. Ordinary Argentinians in the Dirty War, Gainesville, University Press of Florida, 2012, 216 páginas

¿Cuán impopular fue la última dictadura militar (1976-1983) en la Argentina? Este libro de David Sheinin plantea esta pregunta y ofrece elementos orientados a responderla. El camino elegido es el de la emergencia, desarrollo y reconfiguración de un discurso sobre los derechos humanos en la Argentina. El autor distingue tres etapas. Una primera, al comenzar el gobierno militar, en la que jugó un rol protagónico la campaña liderada por Amnesty International contra la dictadura que, sin embargo, no determinó la visión de la sociedad argentina sobre los derechos humanos. Una parte de la sociedad, de hecho, vio en el golpe militar de 1976 un mal necesario, cuando no, afirma el autor, una salvación. La segunda etapa hace foco en la construcción de la narrativa sobre los derechos humanos que fue construyendo el propio gobierno militar, apelando directa e indirectamente a un público que coincidía con muchos de sus objetivos, como la modernización, la creación de riqueza y la supresión de la izquierda violenta. La versión militar de los derechos humanos encontró eco no sólo en la propia sociedad sino en muchos países que, según sostiene Sheinin, mejoraron sus relaciones exteriores con la Argentina durante la dictadura. La tercera etapa, hacia el final de 1983 y el comienzo de 1984, está vinculada con la transición a la democracia y las políticas que el gobierno de Alfonsín llevó a cabo, tanto en el plano doméstico como en el internacional. Sheinin afirma que, enfrentado a presiones y problemas de índole similar a los de la dictadura, el gobierno de Alfonsín a veces confirmó y hasta defendió registros internacionales instalados por el último gobierno militar. Tanto en esta última sección como a lo largo de todo el libro, la ambición más general que alienta es te trabajo es la de discutir la pertinencia de la polaridad dictadura-democracia para explicar tanto el advenimiento del último gobierno militar como la transición a la democracia.

Sebastián Carassai

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