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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.17 no.2 Bernal Dec. 2013

 

DOSSIER

"Abajo con la tiranía pueblera y totalitaria"
Mechita o ciertas consideraciones en torno a un periódico pueblerino y ferroviario del antifascismo argentino*

 

Andrés Bisso

Universidad Nacional de La Plata / CONICET

Preludio de consideraciones personales Si bien metodológicamente derrotado hace ya un buen tiempo con lapidarias razones, el enciclopedismo -o al menos la pretensión ilusoria de ejercerlo- sigue instalado en el corazón de todo historiador que se precie (o se desprecie). Aunque seamos conscientes de la imposibilidad de abarcarlo y saberlo todo en una investigación, la fantasía de poder realizarlo es a menudo un aliciente importante en el trabajo de archivo. Quizá las tesis estén, todavía más, alimentadas por ese anhelo, y la mínima carencia de un dato puntual en ellas suele ser causa del lamento de los tesistas y de los directores y motivo de fruición para los jurados despiadados que logren detectar la ausencia.
Impulsado por el mencionado afán de totalidad, en mi trabajo doctoral sobre la agrupación aliadófila "Acción Argentina"1 (AA) logré rastrear la existencia, los nombres y la ubicación geográfica de 235 filiales diseminadas por el país, lo que ratificaba y justipreciaba la importancia de la apuesta política que ese fenómeno encarnó.2
A pesar de lo intensivo del rastreo y ante la inexistencia de un listado oficial, nada podía descartar que -por diversas razones- alguna filial quedara invisibilizada en mi cómputo. Pero hasta que no apareciera una nueva rama local desconocida hasta entonces por mí, la ilusión de totalidad construida permanecería.
Difícil entonces fue ignorar, años después, cuando, recientemente, un estudiante de grado, Danilo Caputo, me indicó que quería realizar el trabajo final de nuestra materia a partir de lo que había hallado en los archivos de su zona de origen; fue considerable mi sorpresa cuando me mostró una cantidad nada despreciable de fotocopias del diario Mechita (M) de la filial de AA de la localidad homónima, situada en la frontera misma de los partidos bonaerenses de Alberti y Bragado. Es gracias a su hallazgo y a su generosidad al permitirme utilizar el material aquí citado que este texto ha sido posible.
Mechita es una filial que no aparece en mi listado. Es cierto que la situación podría salvarse elegantemente aduciendo la relación de relativa dependencia de esa localidad con respecto a Bragado, ciudad que sí figuraba en la lista de filiales. La existencia de subfiliales era una realidad de la organización en el interior de la agrupación. Otro atenuante era que habíamos destacado a Mechita como una parada de una de las giras por tren de la agrupación por el interior pampeano, con lo cual habíamos dado cuenta de la existencia de actividad antifascista en el pueblo.
Sin embargo, la filial de Mechita se fue mostrando, a partir de la lectura de su periódico, como una agrupación bastante particular y que ameritaba una mirada más detenida. Un hecho a destacar era que en un pueblo de no más de 5.000 personas, unos 300 afiliados sostuvieran un periódico que yo desconocía hasta entonces y que nunca había visto mencionado en las abundantes páginas consultadas relativas a AA.
Se trata de un periódico que a pesar de las razonables dificultades de mantenimiento de toda empresa gráfica, agravadas por la escasez de papel, logró mantenerse con la ayuda de las suscripciones y los avisos como publicación quincenal desde su salida, el 9 de abril de 1941, hasta, al menos, pocos días antes de la prohibición de la agrupación sucedida en julio de 1943.3 Un periódico que además (y frente a la imagen congelada por cierta literatura posterior, que definía a AA como una mera organización oligárquica) se presentaba como un esfuerzo gráfico de "obreros que robando horas a nuestro descanso, cumplimos nuestra ardua tarea, que requiere ingentes esfuerzos, por nuestra condición de tales".4
Luego de entregarme su trabajo, Danilo concluía de manera en apariencia tranquilizadora y salvífica respecto de la imagen general sobre el antifascismo argentino que se había presentado en el curso de grado. En efecto, la utilidad y la función de su texto era demostrar que aquello de lo que habíamos hablado durante el cuatrimestre lectivo era comprobable a través de la lectura de los diarios locales: la imagen del fascista criollo, la de nación amenazada, el culto a los próceres del panteón liberal y la oposición al gobierno de Castillo...
Pero aquello que Danilo había resuelto con eficacia y que, en cierta medida, me dejabatranquilo como docente era lo que me inquietaba como investigador. Porque precisamente lo interesante al conocer esta fuente inoportuna, era que ella pusiese en cuestionamiento -de alguna manera- la imagen general.
Pensé entonces en Ginzburg y en la posibilidad de que esa hoja, leída seguramente por no más que unos centenares de personas, que por lo tanto no podría considerarse representativa y que resultaba marginal en el entramado relacional de la agrupación, pudiera darme, precisamente desde ese lugar de baja visibilidad, claves renovadas de interpretación del fenómeno que yo ya había pretendido clausurar años atrás. La apuesta era poner en línea el análisis de M con otros realizados sobre las prácticas políticas en el interior bonaerense, que demostraban no poder extraer o suponer conclusiones sumarias a partir del conocimiento previo de la historia general del fenómeno.
Amparada por este relato inicial, surge la idea de considerar a M como un caso de análisis, no presentado en la forma de esas "ilustraciones o ejemplos referidos a una norma preexistente", sino como aquellas indagaciones que "plantean una pregunta sin aportar la respuesta, señalando una dificultad no resuelta".5
Aunque lo reconocemos extenso, nos pareció necesario anteponer este preludio para guiar en la lectura de la interpretación que pretendemos realizar del periódico y para repensar las especificidades locales, utilizando el microscopio sobre un esfuerzo periodístico que, realizado desde un pueblo del interior bonaerense, se proyectaba empero en diálogo con los sucesos de la más grande guerra que ha sufrido la humanidad en el siglo xx.

Una filial ferroviaria de Acción Argentina

Lo primero que podemos destacar de la excepcionalidad de esta filial es su condición de "filial ferroviaria". Hasta entonces nunca habíamos podido acceder de manera tan nítida a esa voz ferroviaria dentro de la agrupación.
En este caso, lo primero a resaltar es la convivencia y alternancia del personal jerárquico con los dirigentes sindicales dentro de los cargos principales de la agrupación y del periódico. En ese cruce, es cierto, no faltaron los intentos de refrenar el ímpetu clasista en beneficio de la unidad antifascista, como cuando se instaba a que "a pesar de todo lo que está soportando el obrero del país hoy, seguirá igualmente luchando contra el nazifascismo y aguardará el día de la Victoria para un arreglo equitativo con el capital".6
Sin embargo, esto no impedía la aparición de editoriales que señalaban críticamente que "los salarios son los mismos de los últimos diez años y ello provoca privaciones inadmisibles"7 o que expresaban la adhesión a los "disciplinados paros" de la
Unión Ferroviaria8 y a los reclamos de empleados estatales.9
En todo caso, el diario se vio inicialmente definido de manera clara por el lugar que ocupaba uno de los empleados jerárquicos de los ferrocarriles. El primer director de M fue el superintendente de la Seccional de Locomotoras, Enrique Bowen Davies. Su esposa, Marion B. de Davies, fue designada, además, presidenta de la Comisión de Damas de AA. El matrimonio Davies era el referente privilegiado del intento de armonización social a partir de los asados ofrecidos en su casa (de los que participaban empleados, obreros ferroviarios y comerciantes locales), que se presentaban al pueblo de Mechita como un ejemplo de lo que debía ser la concordia social en la nación. De allí que Davies hiciera "votos para que esta clase de contacto social sea tomado como ejemplo e imitando (sic) en otras partes de nuestra querida patria".10
Este pluriclasismo antifascista ferroviario se hacía carne en la vida cotidiana del pueblo, como puede notarse en las discusiones acerca del funcionamiento del Club F. C. Oeste, donde la sociabilidad local y las cuestiones político-ideológicas se interpelaban de manera dinámica.
Es así como la lista promocionada desde M, que competía por la comisión directiva del club Ferro con el nombre de "V" de la Victoria, se definía principalmente por el hecho de que "sus componentes son todas personas completamente democráticas".11 Más allá de su contundente posicionamiento (que había sido precedido por una solicitada de Davies en M contra las autoridades del Club),12 la
plataforma presentada se centraba en cuestiones más pedestres: la reducción de los precios de las entradas del cine para los socios, la mejora de instalaciones para realizar tés o vermouths danzantes, la realización de obra cultural, el impulso al atletismo, la organización del football entre la juventud y la colocación de "la cantina en un cimiento más seguro que el actual".13 Lo cual no deja de ser curioso, en tanto entraba en cierta tensión con lo que luego afirmaría Davies respecto de cuáles eran las funciones de un club local: "No permitan que la entidad privilegiada de Mechita se ocupe solamente de dar espectáculos cinematográficos y bailongos, y que se olviden que a su alrededor hay gente que está pasando hambre".14 En todo caso, demuestra lo concreta que podía volverse la temática antifascista en un pueblo del interior bonaerense.

Conclusiones

En una de las cenas organizadas por Davies, este les asignaba a los comensales a los que apelaba una tarea clara que no parecía estar directamente vinculada con la lucha antinazi, aunque podía asimilarse a las condiciones para poder llevar eficazmente a cabo esa lucha: "Insistan en que a todo hombre le corresponde un salario que le permita formar un hogar de humanos y no de perros y que ese salario esté asegurado contra cualquier eventualidad".15
Si se nos pidiera que desmontásemos, en una sola cita, la imagen simplificada que cierta literatura nacional-popular construyó acerca de AA, posiblemente elegiríamos esas palabras. Aunque preferimos desligarnos de cualquier mirada retrospectivista, no podemos dejar de resaltar cuán peronistas pueden
sonar estas palabras de Davies a los oídos actuales (aunque no fueran en absoluto extrañas a la discursividad de la época, incluso en boca de actores de las más disímiles orientaciones políticas).
Pero, precisamente, que debamos recurrir a frases de un gerente anglo-uruguayo dichas durante un asado en un pueblo pujante pero relativamente marginal de la Pampa para encontrar la característica más fuertemente socialpopular de la agrupación, también nos está diciendo algo. Creemos que el documento analizado parece habernos entregado finalmente esas preguntas todavía sin respuesta que, inspirados por Ginzburg, vinimos a buscar.
¿Será esta la razón de que varios ferroviarios enrolados en AA integrarán luego a las filas del sindicalismo peronista? A tono con esa posible evolución, el segundo director de M, el dirigente ferroviario Menicucci, editorializaba: "ya es hora que el liberalismo abandone su actitud estática y contemplativa".16
Afortunadamente, la lectura de M viene a cuestionar varias comodidades analíticas establecidas por la historiografía del antifascismo en la Argentina. ¿No sería posible que en vez de pensarse escindidos, como dos tipos de antifascismos irreconciliables (el pro-británico y el popular), en algunas ocasiones, como en esta, ambos discursos se nutrieran recíprocamente hasta complementarse como mecanismos de movilización e identificación política en espacios particulares, pero a la vez perfectamente posibles, como lo era el pueblo de Mechita?
En efecto, cabría indagar por qué, cuando se definió a AA como la unión de "los personajes más declarados de la servidumbre británica", sólo se incluyó en el listado a "Alvear, Repetto, Noble, Victoria Ocampo y sus iguales",17 sinreparar en la existencia de dirigentes ferroviarios que no dudaban en asegurar que Churchill tenía "sugestión de leyenda y pasión de conductor honrado"18 y destacar "los sacrificios y el noble heroísmo del pueblo británico".19
Ante los desafíos que nos presenta nuestra fuente, podríamos decir (tratando, no obstante, de no presentar demasiado tajantemente la división entre ambas identidades profesionales), que lo que como docentes podía servirnos de ejemplo pedagógico se nos ha presentado en tanto investigadores como una anormalidad francamente inspiradora y productiva.
Estos números de M nos invitan a repensar ciertas estructuras y antagonismos mejor construidos en el trazo de las tesis y los libros que en las mentes de las personas que hacían uso de la prédica antifascista con una soltura que, a menudo, resulta difícil de reproducir en la posterior exégesis histórica.
La particularidad de M no debería servirnos para desdeñarla como una alteración de la normalidad del antifascismo, sino, precisamente, para pensarla como una posibilidad concreta de desarrollo de esa prédica en términos no totalmente homologables con el discurso surgido desde los centros productores de sentido, a partir de las directivas de la organización nacional o por boca de sus grandes oradores o publicistas, que aunque sin duda promocionaban y alentaban la existencia de las filiales pueblerinas, no dejaban de hacerlo con cierto tono de paternal reconocimiento y tenue disolución de la carga de originalidad de la producción local.20

Notas

* Esta es una versión muy sensiblemente reducida de la ponencia presentada en el encuentro "Los otros intelectuales: curas, maestros, intelectuales de pueblo, periodistas y autodidactas", el 13 de septiembre de 2012 en el Museo Histórico Nacional de la Ciudad de Buenos Aires. Agradezco a Flavia Fiorucci por la invitación a participar y los comentarios de Ana Teresa Martínez.

1 Véase Andrés Bisso, Acción Argentina. Un antifascismo nacional en tiempos de guerra mundial, Buenos Aires, Prometeo, 2005.

2 Ibid., pp. 350-361.

3 El número más tardío de M que hemos podido consultar es el publicado el 24 de junio de 1943.

4 Mechita, 12 de junio de 1942. Esta cita nos retrotrae a Rancière, cuando señala la idea del esfuerzo extra que hace el obrero al realizar actividades intelectuales. Idea que se repite: "Nuestro lenguaje no es rico ni académico puesto que como obreros no hemos cursado estudios superiores y escribimos como podemos, lo que importa cruentos sacrificios y no pocas amarguras, y que sólo pueden conocerlas los que viven en la intimidad de nuestra redacción", M, 8 de abril de 1943.

5 Carlo Ginzburg, El hilo y las huellas, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 16.

6 Mechita, 24 de octubre de 1941. Cursivas mías.

7 Y continuaba: "El país no puede ver con buenos ojos que unos se enriquezcan sin límites mientras otros soportan necesidades, y llegan hasta tener hambre", ibid., 10 de junio de 1943.

8 Ibid., 8 de octubre de 1942.

9 Ibid., 27 de agosto de 1942.

10 Ibid., 9 de octubre de 1941.

11 Ibid., 24 de noviembre de 1941.

12 Allí Davies criticaba, como presidente honorario del club, el "obstruccionismo" del club a la labor de AA, M, 9 de septiembre de 1941.

13 Mechita, 24 de noviembre de 1941.

14 Ibid., 12 de junio de 1942.

15 Ibid.

16 Ibid., 22 de abril de 1943.

17 Jorge Abelardo Ramos, Breve historia de las izquierdas en la Argentina, Buenos Aires, Claridad, 1990, vol. ii, p. 76.

18 Mechita, 24 de mayo de 1942.

19 Ibid., 27 de agosto de 1942.

20 Como el que puede barruntarse (aun a riesgo de sobreinterpretar) en las palabras del dirigente nacional de la agrupación, Eduardo Martínez Carranza, cuando al reconocer la labor desempeñada por M combinaba una palmada de aliento con una humorada -que aunque demostrativa de la empatía del autor con la filial- no parece del todo coincidente con la mirada épica que los propios editores asignaban a su labor: "Recibo también la clara y valiente hoja que Uds. imprimen y que hará pronto que 'Mechita' tenga que cambiar de nombre, ya que 'Mechita es hoy faro y antorcha de libertad'", en M, 24 de octubre de 1941.

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