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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.18 no.1 Bernal jun. 2014

 

RESEÑAS

Anna Popovitch,
In the Shadow of Althusser: Culture and Politics in Late Twentieth-Century Argentina, Ann Arbor, UMI Dissertation Publishing, 2011, 238 páginas.

 

Que la primera reconstrucción sistemática de la recepción argentina de Louis Althusser provenga del trabajo de un investigador extranjero no resulta un hecho totalmente llamativo. La tragedia personal de Althusser, la deconstrucción de la tradición marxista-leninista y la abjuración de muchos intelectuales argentinos de su pasado militante bloquearon durante mucho tiempo la indagación acerca de la forma a través de la cual la lectura y la apropiación de Althusser contribuyó a configurar modos específicos de intervención político-intelectual en la Argentina de las últimas décadas. En este sentido, la publicación del libro de Anna Popovitch -una versión de su tesis doctoral defendida en la Universidad de Cornell- constituye un destacado acontecimiento editorial que permite una primera aproximación a los itinerarios del althusserianismo en la historia intelectual argentina. A través de una perspectiva que integra elementos de los estudios latinoamericanos, la historia del marxismo y los estudios de recepción, Popovitch analiza el lugar ocupado por Althusser en la teorización de los vínculos entre política y cultura por parte de la nueva izquierda en las décadas de 1960 y 1970 y en la transformación postestructuralista de la crítica cultural en las décadas de 1980 y 1990. La autora demuestra que la lectura de Althusser le permitió a la nueva izquierda argentina revisitar la tradición teórica del marxismo clásico y redefinir la relación entre cultura, ideología y política de manera heterodoxa. Destaca, asimismo, la importancia del diálogo crítico con el legado althusseriano en el trabajo desarrollado por los intelectuales argentinos en pos de una revisión de sus anteriores compromisos intelectuales y un acercamiento a la crítica socio-cultural.
El libro está estructurado en cuatro capítulos. El primero reconstruye el "momento althusseriano" en Europa. El segundo presenta de manera panorámica el problema de los vínculos entre política y cultura en la Argentina posperonista. El tercero analiza la recepción de Althusser en la revista Los Libros. Y el cuarto problematiza el lugar de Althusser en la teoría cultural argentina a partir de la década de 1980. Apoyado en una lectura atenta de las fuentes seleccionadas y apuntalado por un abordaje crítico de la bibliografía sobre la historia argentina reciente, el trabajo de Popovitch logra una aproximación tan original como sugerente al tema estudiado.
Cabría contextualizar el trabajo de Popovitch en el marco de una serie de esfuerzos interpretativos que han elegido el camino del posicionamiento
sobre la tradición althusseriana a través de una mirada desprejuiciada y una pretensión explicativa. Como bien sugiere la autora, la transformación del althusserianismo en un objeto político-intelectual legítimo para la indagación historiográfica requiere una tarea de reversión de las operaciones de demonización impuestas al nombre de Althusser desde la década de 1960 hasta el presente. En primer lugar, de las impugnaciones a su obra realizadas desde el seno de la tradición marxista. Frente a estas, entre las que pueden mencionarse las de E. P. Thompson, André Glucksmann y Jacques Rancière, cabe un trabajo de historización que permita tornar dichos textos en fuentes que contribuyan al enriquecimiento del estudio de la tradición althusseriana. En segundo término, de la estigmatización del marxismo althusseriano resultante de la combinación del asesinato de su esposa, el confinamiento de sus últimos años y la crisis del marxismo. De cara a esta operación, que buscó de manera tramposa ejemplificar el agotamiento de la experiencia marxista contemporánea con la tragedia personal de uno de sus referentes teóricos, no cabe otra opción que la valoración del trabajo historiográfico. Y es aquí donde se evidencia uno de los mayores méritos del libro reseñado. El trabajo de Popovitch está guiado por el presupuesto de que si bien la intervención althusseriana es un "hecho del pasado", la indagación historiográfica acerca de la productividad teórica e intelectual de dicha intervención constituye una tarea tan legítima como necesaria. De esta manera, la reconstrucción realizada por la autora se desenvuelve a través de un esquema que contempla la caracterización del althusserianismo como una tradición político-intelectual situada -condicionada por el XX Congreso del PCUS, la ruptura sino-soviética, las invasiones a Hungría y Checoslovaquia y la ortodoxia del comunismo francés- y el impacto de dicha tradición entre los intelectuales latinoamericanos -apropiación de los conceptos de Aparatos Ideológicos del Estado, autonomía relativa, sobredeterminación y anti­humanismo teórico-.
El núcleo analítico del libro, la recepción de Althusser entre los intelectuales argentinos, está precedido por una presentación panorámica del desarrollo del althusserianismo en Europa y de las condiciones políticas y culturales de la Argentina de las décadas de 1960 y 1970. Sobre el primer repaso, cabe destacar el trabajo de remisión de los elementos teóricos configuradores del althusserianismo a la trayectoria del marxismo francés y europeo. De esta manera, Popovitch logra una presentación equilibrada de las dimensiones teóricas de la tradición althusseriana -la distinción ciencia/ideología, la ruptura epistemológica- y de las características del campo
marxista en el cual aquellas cobran sentido -la matriz humanista del marxismo postestalinista, el pacifismo del Partido Comunista Francés-. Asimismo, dicho repaso cobra relevancia al priorizar aquellos aspectos del althusserianismo más significativos a los fines de calibrar la recepción de Althusser en la Argentina: la crítica del humanismo y del historicismo gramsciano, la politicidad del marxismo althusseriano, la prolongación de la obra althusseriana en la teorización de las clases y las subjetividades políticas en el trabajo de Nicos Poulantzas, el impacto del paradigma althusseriano en los estudios culturales y la revitalización althusseriana de la discusión acerca de los vínculos entre marxismo y estética. El panorama de la Argentina posperonista no guarda, para el lector argentino, mayor interés. Si bien correcto y detallado, el repaso de la singularidad de la cultura política argentina de los años sesenta y setenta da cuenta de una serie de fenómenos suficientemente estudiados: la persistencia de la identidad peronista de la clase obrera, el impacto de la Revolución Cubana, la descomposición de los partidos de izquierda tradicionales, la conformación de una nueva izquierda, el funcionamiento de grupos de estudios por fuera de la Universidad. Lo que sí cabe destacar, al respecto, es lo atinado de dicha contextualización a los fines de delimitar los condicionamientos políticos, sociales y culturales que terminan otorgándole, en parte, singularidad a los itinerarios de Althusser en nuestro país.
El mayor aporte del libro lo constituye, sin lugar a dudas, el análisis del lugar del althusserianismo en lo que la autora denomina las dos grandes constelaciones cognitivas de la historia intelectual argentina de las últimas décadas. En primer lugar, aquella configurada por la radicalización política, la modernización cultural y las dictaduras militares, la que propició en las décadas de 1960 y 1970 una corriente de crítica socio-cultural vinculada a ideologías de izquierda. Como expresión privilegiada de dicha constelación, la autora analiza la experiencia de la revista Los Libros con el objetivo de delimitar los efectos de la lectura de Althusser entre los intelectuales de la nueva izquierda argentina. En esta dirección, la reconstrucción del proceso de recepción da cuenta, por ejemplo, de la eficacia política de la caracterización de los sindicatos peronistas como Aparato Ideológico del Estado. Popovitch demuestra que la utilización de la teoría althusseriana de la ideología por parte de los intelectuales maoístas tenía un sentido claramente performativo en tanto reforzaba la afinidad política con las experiencias del sindicalismo clasista. Asimismo, la autora analiza el rol del althusserianismo en el proceso de modernización de la crítica literaria. Evidencia, al respecto, que la asunción de posiciones althusserianas redundó en una rearticulación de los vínculos entre crítica y política en un sentido opuesto a las fórmulas canónicas de la estética marxista. A través del repaso de las lecturas de la literatura argentina realizadas por los miembros de la revista, Popovitch da cuenta de los efectos de Althusser en la impugnación de las concepciones humanistas de la literatura, en la deslegitimación de aproximaciones centradas en el autor y en la apertura hacia el análisis de los diversos factores implicados en el proceso de producción literaria. La otra constelación de ideas sobre la que se detiene el análisis de la autora es aquella estructurada en base a las reformas neoliberales, el colapso del socialismo real, la consolidación de los nuevos movimientos sociales y la expansión de las industrias culturales transnacionales. En este caso, el libro da cuenta de la importancia del ajuste de cuentas teórico con las antiguas posiciones althusserianas en la configuración de un nuevo tipo de tradición intelectual. A través de un repaso de jalones significativos de la constitución de la teoría cultural de las décadas de 1980 y 1990, como Hegemonía y estrategia socialista, de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Perón o muerte, de Silvia Sigal y Eliseo Verón y los textos de análisis cultural de Beatriz Sarlo, Popovitch analiza la forma en la cual la configuración de una crítica socio-cultural se realiza sobre la deconstrucción de elementos teóricos legados por la tradición althusseriana. Así, pone de manifiesto los vínculos entre el abandono de la metáfora base/superestructura y la determinación en última instancia de la economía, con el proceso de rearticulación de las relaciones entre política, cultura e ideología que le dará los rasgos distintivos a la intervención intelectual de las décadas de 1980 y 1990. Al respecto, más allá de las características particulares de cada una de las fuentes analizadas, la autora advierte que los nuevos esquemas interpretativos puestos en juego en la escena intelectual de la posdictadura están construidos en oposición a las bases teóricas del althusserianismo. Entre estos, Popovitch se focaliza en el presupuesto de la no determinación del proceso ideológico y en la prioridad otorgada a la dimensión simbólica de las prácticas culturales. De este modo queda cerrado el círculo de los itinerarios de Althusser en la Argentina: si en las décadas de 1960 y 1970 permitió la asunción de un posicionamiento marxista opuesto a la ortodoxia comunista, la modernización teórica de las décadas de 1980 y 1900 conllevó un relevo del marxismo althusseriano por un corpus teórico en el cual se conjugaron el marxismo gramsciano, la semiología, la filosofía del lenguaje, el psicoanálisis, la fenomenología y la deconstrucción.
En suma, podría afirmarse que el original trabajo de Popovitch guarda un doble interés para el lector argentino y latinoamericano. Por un lado, porque atiende un proceso de la historia intelectual argentina significativamente poco indagado, aquel de la recepción del marxismo althusseriano por parte de los intelectuales de nuestro país. El hecho de que dicha indagación se realice a través de un trabajo riguroso que logra dar cuenta de la especificidad del fenómeno receptivo estudiado le otorga al libro un valor suplementario. Por otro lado, si bien representativas de los itinerarios de Althusser en la Argentina, las experiencias analizadas en el libro no agotan todas las instancias en las cuales el marxismo althusseriano fue difundido en la cultura política argentina. En este sentido, el libro de Popovitch puede servir como punto de partida de indagaciones futuras sobre el tema.

Marcelo Starcenbaum
IDIHCS-UNLP / CONICET

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