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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.18 no.2 Bernal dic. 2014

 

DOSSIER: 50 AÑOS DE PASADO Y PRESENTE. HISTORIA, PERSPECTIVAS Y LEGADOS

Provincianos

 

Adriana Petra

CEDINCI / UNSAM

Con motivo de los 50 años de la creación de la New Left Review, Stefan Collini publicó un artículo que, bajo el título "A life in politics", repasaba la experiencia, rica pero contradictoria y en muchos sentidos única, de una revista que, habiendo nacido con la intención de expresar y animar los movimientos populares de una izquierda que repudiaba tanto el reformismo laborista como la ortodoxia estalinista, en el cambio de siglo se asumía como una publicación de ideas, de izquierda pero distante de cualquier proyecto político presente o futuro. En cinco décadas, la revista intentó responder a cambios dramáticos, en el mundo y en su propia experiencia político-intelectual, en que no faltaron las contradicciones y los desaciertos políticos, pero su mérito, dice Collini, aquello que la convierte en admirable, es otro: su extenuante esfuerzo por comprender, por analizar, por teorizar: "So, no balloons, and definitely no party lines. No cheap consolation, either. But hey, respect: no question".1
Pasado y Presente fue creada por un grupo de jóvenes intelectuales cordobeses, algunos provenientes del Partido Comunista Argentino (PCA), en su mayor parte universitarios, tres años después de que la NLR publicara su primer número y apenas unos meses luego de que Perry Anderson asumiera su dirección, en 1962. En ese momento, decididos a convertirse en una usina teórica para la revolución, Anderson y sus colegas de empresa estaban convencidos de que para salir de la "larga noche de teoría" en la que se encontraba la izquierda británica, incapaz de comprender el mundo contemporáneo por carecer de recursos intelectuales adecuados, era necesario "internacionalizarla", tanto política como intelectualmente. El marxismo occidental, el descubrimiento de los escritos de juventud de Marx, Sartre primero, Gramsci apenas más tarde, el Partido Comunista Italiano (PCI) como "contraste codificado" con el laborismo británico, el advenimiento del Tercer Mundo como variante revolucionaria, aportaron los elementos iniciales para lo que ahora es reconocido como uno de los servicios fundamentales que la revista prestó a la cultura británica: la importación y la difusión de las ideas europeas, especialmente la rica tradición del hegelianismo marxista, pero también de otros estilos de trabajo, como la sociología y el psicoanálisis.2 El gramscismo de esos años fue operativo con este programa internacionalista. Al proponerse producir una teoría marxista de la historia y la sociedad británicas, Perry Anderson y el "italianizante" Tom Nairn apelaron, con resultados polémicos, a las categorías gramscianas para emprender un "análisis concreto" de la formación social inglesa.3 Lamentando la "orfandad intelectual" de su generación, repudiando el "conformismo cultural" que los rodeaba y la "negligencia teórica" de la izquierda realmente existente, Anderson afirmaba que solo una comprensión adecuada del pasado permitiría interpretar las contradicciones del presente y elaborar una estrategia socialista para el futuro. 4
En esos mismos años, otras revistas del "marxismo herético" surgían también en Italia, a la que tanto los cordobeses como los británicos se hallaban unidos por el descubrimiento de Antonio Gramsci y la admiración por la excepcional trayectoria del comunismo italiano de posguerra, entre ellas Quaderni Rossi y, más tarde, Classe Operaia.5 Otros muchos ejemplos podrían citarse y los aniversarios variarían en pocos años o meses. La "nueva izquierda" fue un fenómeno global, aunque no homogéneo, y su cartografía, que comienza a realizarse, es imprescindible para comprender su significación histórica y su verdadera especificidad. Semejante ejercicio haría menos "insólita", o tal vez no, la emergencia de Pasado y Presente y seguramente aquella "experiencia marginal, inclasificable e incómoda" podría ser colocada en un nuevo mapa, menos "triplemente provinciano" que lo que rememoraba José María Aricó cuando tuvo que definir la empresa de la que fue mucho más que un integrante, pero también eso.6
El 50 aniversario de Pasado y Presente no fue objeto de grandes recordaciones y la tarea de rescatar la fecha fue obra de un reducido número de jóvenes interesados por una constelación que se dilata desde los años sesenta hasta la experiencia alfonsinista. No es sorprendente, pues lejos de durar 50 años la revista sacó apenas 12 números, en 8 volúmenes, durante tres años con un intervalo de ocho entre la primera y la segunda etapa. Es cierto que desde entonces toda una serie de proyectos intelectuales y políticos pueden ser remitidos al origen de la revista de los "gramscianos argentinos", y ello sin necesidad de postular una continuidad o un espíritu unificador que sostenga una coherencia no siempre verificable. Pero, en concreto, se trató de una experiencia breve, aunque no efímera. Al fin y al cabo, casi todas las revistas de izquierda en la Argentina han sido experimentos cronológicamente acotados, económicamente modestos y, hasta hace un poco más de tres décadas, acosados por la censura, el autoritarismo y la inestabilidad tanto política como intelectual. A nadie extraña el lugar asignado a Contorno en la formación de la primera nueva izquierda y en la renovación de la crítica literaria local, a pesar de sus escasos 10 números. Pasado y Presente la tomó como referente, junto a ejemplos más longevos como Nosotros, Sur y Claridad, del mismo modo que antes lo habían hecho otras revistas del mundo comunista, entre ellas Gaceta Literaria, la primera en asumir la experiencia italiana como un prisma para pensar sus propios dramas políticos y estéticos. Pasado y Presente fue, entonces, un eslabón, el más elaborado y consistente en su apropiación de la cultura marxista peninsular, de un momento de italianidad de la cultura argentina, que desde fines de los años cuarenta incluyó una constelación de traductores, revistas y editoriales que conformaron un verdadero suelo de posibilidad para la difusión de la obra de Gramsci en general, y para el gramscismo pasado presentista en particular.7
Estos ejercicios de contextualización no tienen el objetivo de minimizar la significación que la revista tuvo en la cultura argentina contemporánea diluyéndola en un clima de época que excedió las fronteras nacionales, ni tampoco sugerir que su recuperación es un mero ejercicio de canonización retrospectiva, útil para trazar genealogías que, por otro lado, forman parte de cualquier tradición intelectual que se precie de tal. Pasado y Presente fue una revista importante en su tiempo. Su aparición en el panorama de las izquierdas estuvo lejos de pasar desapercibida, su primer número se agotó en pocas semanas y el segundo alcanzó una tirada de 3.000 ejemplares (Victoria Ocampo, por la misma época, se enorgullecía de que Sur tirara 5.000 ejemplares, lo mismo que la Partisan Review, pero con una población 90 veces menor que la de los Estados Unidos).8 Para ese momento, sus editores ya habían adquirido el estatus de "conocidos renegados" que les asignó Rodolfo Ghioldi y la publicación más importante del comunismo, Cuadernos de Cultura, les había dedicado un número entero a refutarlos. Esta notoriedad no puede explicarse por la escasez de publicaciones, incluso muy similares, que proliferaron en esos años. A pesar de la "dolorosa ausencia" de revistas de envergadura nacional, de la "pobreza" de las páginas literarias y de la "falta de órganos de expresión" que vincularan la indigente cultura argentina con conocimientos y problemáticas "nuevas", como afirmaba Aricó en el editorial del primer número, cuando este apareció, solo en Capital y Gran Buenos Aires, existían aproximadamente 90 revistas culturales (tres de las cuales estaban estrechamente vinculadas con el PCA), 26 publicaciones político-partidarias o militantes y una revista de humor político. De ese total de 117 publicaciones, 28 fueron creadas en el mismo año de 1963.
En el último capítulo de Nuestros años sesenta, Oscar Terán le dedicaba varias páginas a Pasado y Presente y a la revista comandada por Eliseo Verón, Cuestiones de Filosofía, que publicó tres números en dos volúmenes en 1962. Desarrollando lo que será una de sus hipótesis más discutidas, afirmaba que estas dos publicaciones, cada una a su modo, constituían un ejemplo de aquello que pudo haber sido si el golpe de 1966 no hubiera abierto las puertas a la violencia y el autoritarismo. No sin algo de melancolía, observaba que allí estaba contenido un programa que luego ya no fue posible: el de conjuntar política y cultura sin renunciar, e incluso abominar, de la legitimidad del saber y de la práctica intelectual.9
Nos interesa menos el "carácter inexorablemente retrospectivo" de la mirada sobre el pasado que llevó a Terán a recorrer los años sesenta colocando a Pasado y Presente en el lugar del más notable intento de una práctica intelectual politizada, sino preguntarnos cuáles fueron los elementos que contribuyeron a que esta experiencia, una entre otras, tenga una significación histórica que hoy muchos reconocemos, aun cuando los balances no sean los mismos.10 Puesto que la convocatoria que motivó esta intervención interpelaba a pensar la relación de Pasado y Presente con lo que llamamos "campo intelectual", operando por una necesidad organizativa a una separación entre política y cultura que la propia revista aspiraba a superar, diremos que, en esta perspectiva, Pasado y Presente fue una revista moderna y un experimento de modernización que, valiéndose de ciertas marcas generacionales comunes a otras formaciones emergentes en el mismo período, fue capaz de introducir un nuevo orden de temas y problemas en la cultura argentina porque estableció una relación no provinciana con el marxismo.
La voluntad de internacionalización del pensamiento socialista, un postura que ahora definiríamos como cosmopolita respecto de tradiciones marxistas nacionales que se juzgaban envejecidas y dogmáticas, teóricamente insulsas y políticamente ineficaces, fue, en sí mismo, un gesto de absoluta contemporaneidad que, como vimos al evocar los primeros años de la New Left Review -cuya localización londinense no la eximía de la condición periférica que entonces tenía el marxismo británico- era visto como la única alternativa para renovarse en un mundo que había cambiado totalmente. Poner al día la teoría era una exigencia derivada de una realidad nueva que, si en la Argentina contaba con la variable del peronismo, cuya dramática centralidad se hará más perceptible con los años, en muchos otros aspectos conectaba con experiencias alejadas en el espacio pero pronto articuladas por esa vocación de intercambio tan propia de las revistas, aunque también por nuevos circuitos culturales, ya no las redes internacionales del frentismo comunista, sino las estadías de investigación, los posgrados y las becas, estructuras propias de una nueva figura de intelectual que emerge en esos años.11
"Hoy en día -afirmaba Aricó- si se quiere eludir el provincianismo creciente de nuestra cultura es preciso suscribirse a revistas extranjeras." Este gesto, que bien podía horrorizar a los nacionalismos y a los populismos en boga como a los propios comunistas, desde fines de la década del cuarenta embarcados en la condena a un "cosmopolitismo" donde cabían desde Victoria Ocampo hasta Roberto Arlt, Frank Kafka o Cesare Pavese, era diferente, continuaba, del puro modernismo, de la mera necesidad de estar a la moda, otra forma de provincianismo. La articulación correcta entre las "más valiosas conquistas del pensamiento extranjero" y la "realidad nacional" dependía de una correcta "mediación", de una capacidad analítica no dogmática, sino inteligente y profunda y, precisamente por ello, "abierta permanentemente a lo nuevo".12 No hace falta remitir a las reacciones conocidas del PCA para sopesar el modo en que este programa fue recibido en aquellos años, cuando el sincero reconocimiento al esfuerzo por difundir los planteos del marxismo internacional se acompañaba de la desconfianza por un "exceso" de traducciones y un "peligroso" acento en cuestiones teóricas y de método.13
Si en el terreno específico de la cultura, la contribución de una revista podía ser evaluada por su capacidad de introducir nuevos gustos, sentidos y tendencias, como pensaba Aricó, y si el formato de revista de "política cultural" era siempre el emergente de un "proceso de modernización y complejización de la sociedad", Pasado y Presente podía proclamarse, además, sumergida físicamente en la novedad. Puesto que lo "nuevo" que caracterizaba el desarrollo de las fuerzas productivas del país era el crecimiento de la clase obrera, su concentración en grandes empresas y su correlativo aumento de la conciencia política, el hecho de ser una revista editada en Córdoba, ciudad en proceso de convertirse en un moderno centro industrial, no hacía sino confirmar la virtualidad de un descentramiento que no tenía nada que ver con el provincianismo o la marginalidad.14 Esta localización geocultural facilitó también un segundo momento peninsular en la breve historia de la revista, pues la conectó con aquellas terminales de la nueva izquierda que en Italia, curiosamente, se alejaban del Gramsci canonizado por el PCI y, por la vía de una matriz fundamentalmente sociológica, emprendían una radical revisión de la estrategia del movimiento obrero y, en consecuencia, de las caracterizaciones teórico- políticas del partido liderado por Palmiro Togliatti. El último número de la primera etapa de Pasado y Presente refleja de manera evidente la afinidad que la revista había tejido con el primer "operaismo" italiano.
Pasado y Presente tuvo también la particularidad, ya lo adelantamos, de ser la manifestación local de una fenómeno que atravesó todo el campo intelectual y también el mundo comunista: la emergencia de un nuevo tipo de intelectual que desplazó a la figura del escritor, central en todos los modelos del compromiso intelectual vigente, desde el liberalismo hasta el nacionalismo y el sartrismo. Las discusiones en sede literaria, aunque en muchos casos fueron vehículos de discrepancias políticas, casi nunca suponían un cuestionamiento al núcleo de la doctrina marxista que defendían los comunistas. Esta tipología intelectual comienza a modificarse a medida que surgen nuevas promociones provenientes de las capas medias formadas en los claustros de la universidad reformista, particularmente en el área de las humanidades y las ciencias sociales. De este modo, si apenas pocos años antes los dirigentes comunistas se lamentaban del poco interés que sus intelectuales le prestaban a la literatura marxista, ahora el problema era el contrario y los jóvenes sociólogos, historiadores y críticos literarios no solo conocían esa literatura sino que pretendían discutirla sobre la base de un saber erudito y específico. La emergencia, junto al intelectual de partido, de una nueva especie, el intelectual en el partido, dispuesto a reclamar un rol específico en la elaboración de la estrategia teórica y política de la organización, fue una situación novedosa y preñada de consecuencias.15
¿Era Pasado y Presente una revista de universitarios? Afirmar que sí es excesivo, aunque, con la excepción de Aricó, todos los integrantes del comité editor en su primera etapa tenían formación universitaria y, algo excepcional para la época, no pocos habían cursado estudios de posgrado en el exterior, algunos completando estudios doctorales antes de cumplir los 35 años. Esta característica es fundamental para comprender las razones por las cuales la revista se vinculó, a través de la dinámica de contactos y circuitos culturales que deja ver su grupo de colaboradores y que distan de ser "del todo ocasionales", a tres áreas fundamentales de la modernización de la universidad posperonista: la crítica literaria, la historia y la sociología.16 También en este sentido, Pasado y Presente fue una revista moderna porque fue provinciana, puesto que por razones que han sido explicadas con precisión para el caso de la crítica literaria, fue en las universidades del interior, entre ellas Córdoba, y no en Buenos Aires, donde se consolidaron ciertas regiones teóricas y disciplinares centrales en la renovación de las humanidades y las ciencias sociales en la década del sesenta.17
En su examen sobre Pasado y Presente, Aricó insistió en el carácter insólito de la empresa que animó junto, principalmente, a Héctor Schmucler y Oscar del Barco, a la que también reputó de marginal e inclasificable. Los 50 años que nos separan de aquel otoño de 1963, cuando, también en sus palabras, coincidieron en emprender la "aventura" de editarla, permiten relativizar esos adjetivos. Pasado y Presente no cumple 50 años y, aun así, apuntamos su aniversario. No es curioso que muchas de las contradicciones que afrontó y no pudo resolver, e incluso sus rotundos fracasos, nos sigan interpelando en un escenario distinto pero no siempre original. Es una persistencia que acompaña lo que debe definirse como un legado intelectual, perceptible en la resonancia que en otros grupos y proyectos culturales continuaron teniendo las intuiciones y las regiones del conocimiento que la revista contribuyó a iluminar, convencida de que la práctica intelectual es siempre política cuando se conduce con espíritu crítico y que el eclecticismo es el precio que a veces se paga por salir del desconcierto, que nunca es peor que la burocracia y el dogma. Sin globos ni complacencia.

Notas

1 Stefan Collini, "A life in politics: New Left Review at 50", The Guardian, 13 de febrero de 2010, disponible en <http://www.theguardian.com/books/2010/feb/13/newleft-review-stefan-collini>         [ Links ].

2 Ibid.

3 Véase Gregory Elliot, Perry Anderson. El laboratorio implacable de la historia, Valencia, PUV, 2004, pp. 25- 80,         [ Links ] y David Forgacs, "Gramsci and Marxism in Britain", New Left Review, nº 176, julio/agosto de 1989, pp. 70-88.

4 Perry Anderson, "Origins of the present crisis", New Left Review, nº 23, enero/febrero de 1964, pp. 26-53.         [ Links ]

5 Véase Antonio Negri, Los libros de la autonomía obrera, Madrid, Akal, 2004, p. 250.         [ Links ]

6 José M. Aricó, La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005, pp. 88-108.         [ Links ]

7 Véase Adriana Petra, "El momento peninsular. La cultura italiana de posguerra y los intelectuales comunistas argentinos", Izquierdas. Una mirada desde América Latina, nº 8, Universidad de Santiago de Chile, 2010, disponible en <http://www.revistas.usach.cl/ojs/index.php/ izquierdas/article/view/922>         [ Links ].

8 Véase Pasado y Presente, "A los lectores y amigos", formulario de suscripción adjunto al número 2/3, juliodiciembre de 1963, y Victoria Ocampo, "A los lectores de 'Sur'", Sur, nº 268, enero/febrero de 1961, p. 5.         [ Links ]

9 Oscar Terán, Nuestros años sesentas. La formación de la izquierda intelectual argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2013, pp. 213-241.         [ Links ]

10 Hubo Vezzetti, "Estudio preliminar", Oscar Terán, op. cit., p. 11.         [ Links ]

11 Para un mayor desarrollo de estas y otras sugerencias véase "En la zona de contacto: Pasado y Presente y la formación de un grupo cultural", en Diego García y Ana Clarisa Agüero (dirs.), Culturas Interiores. Córdoba en la Geografía nacional e internacional de la cultura, La Plata, Al Margen, 2010.         [ Links ]

12 José M. Aricó, "Pasado y Presente", Pasado y Presente, nº 1, abril/junio de 1963, p. 15.         [ Links ]

13 Véase "Revista de revistas", Cuadernos de Crítica, nº 1, junio de 1965, pp. 62-63.         [ Links ]

14 José M. Aricó, "Pasado y Presente"         [ Links ], op. cit., p. 11.

15 Véase Frédérique Matonti, Intellectuels communistes. Essai sur l'obéissance politique. La Nouvelle Critique, 1967-1980, París, La Découverte, 2005.         [ Links ]

16 La mención a las "historias personales" y las "razones ocasionales" en José M. Aricó, La cola del diablo,         [ Links ] op. cit., p. 90.

17 Alejandro Blanco y Luis C. Jackson, "Intersecciones: crítica literaria y sociología en la Argentina y el Brasil", Prismas, nº 15, 2011, pp. 31-51.         [ Links ]

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