SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.18 número2ProvincianosMarx siempre contemporáneo: Las operaciones de lectura de Pasado y Presente índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.18 no.2 Bernal dic. 2014

 

DOSSIER: 50 AÑOS DE PASADO Y PRESENTE. HISTORIA, PERSPECTIVAS Y LEGADOS

El Partido Comunista argentino y la ruptura con los "muchachos" de la revista Pasado y Presente

 

Laura Prado Acosta

UNQ / UNAJ / CONICET

José María Aricó ingresó a la Federación Juvenil Comunista en 1947, a los 16 años, la misma edad en que lo hizo Héctor Agosti, solo que con veinte años de diferencia, en 1927. Ambos provenían de familias modestas y mostraron tempranamente un profundo interés en la imbricación entre cultura y política. En el año 1956 iniciaron un intercambio epistolar, precedido por la decisión de Agosti de publicar el artículo del joven Aricó "¿Marxismo versus Leninismo?" en la revista Cuadernos de Cultura (CC), en ese entonces la más prestigiosa de las publicaciones culturales comunistas. Agradecido por la publicación, Aricó le escribió a Agosti expresando su identificación con el itinerario intelectual del entonces responsable de la revista y de la Comisión de Cultura del Partido Comunista Argentino (PCA), y remarcando su interés en el estudio de la obra de Antonio Gramsci.1
Comenzó así un intercambio de ideas y proyectos en torno a la difusión de la obra del marxista italiano: su traducción al español, la preparación de un curso sobre su obra, etc. A partir de estas coincidencias y de una valoración positiva por parte de Agosti de las curiosidades intelectuales de Aricó fue creciendo progresivamente la confianza entre ambos. Aricó trataba a Agosti de "querido amigo" y se entusiasmaba con sus obras publicadas en el año 1959;2 sin embargo, como contrapartida el porteño le reclamaba al grupo cordobés, que incluía a Héctor Schmucler y a Oscar del Barco, un mayor compromiso en la entrega de artículos para la revista CC, y les cuestionaba su intención de crear una revista de cultura propiamente cordobesa.
Las desavenencias se desencadenaron en 1963 con la publicación de la mentada revista Pasado y presente. Sin embargo, esa ruptura solo puede ser inteligible en un contexto más amplio y complejo, que si bien estuvo marcado por diferencias en la interpretación de Gramsci, tal como lo reconstruyó el propio Aricó en los años ochenta en La cola del diablo, también se sumerge en cuestiones específicamente políticas y en cambios en el entendimiento intergeneracional.3
Desde inicios de la década, Agosti recogió el malestar de las juventudes respecto del accionar de su partido. En 1961, en la revista de nueva izquierda Che,4 reconoció que el pc contaba entre sus filas con camaradas "dogmáticos aprisionados de esquemas", pero también advertía contra las actitudes "aventureras", en tanto que estas evidenciaban un "desdén por el pueblo" al que se lo trataba como a un sujeto de minoridad manejable por órdenes remotas.5 Frente a esta disyuntiva, proponía la búsqueda de soluciones "verdaderamente democráticas". Agosti pedía paciencia a los jóvenes: "No estamos para empezar de nuevo sino para proseguir por el camino de la unidad popular. Hay que aventar los recelos y las discrepancias parciales. Hay que mirar hacia lo fundamental, hacia lo que puede congregarnos, limpiamente. Estoy seguro que el camino largo se hará, así, cada vez más corto".6
En 1962, el PCA anunció su "giro a la izquierda", plasmado en el informe de Victorio Codovilla "El significado del giro a la izquierda del peronismo", y decidió apoyar la candidatura del sindicalista peronista Andrés Framini. Se revisaban así las posiciones comunistas sobre dos temas centrales de la época: por un lado, la relación con el "peronismo sin Perón", es decir, la corriente política que se mantuvo activa y en conflicto mientras su líder estaba en el exilio; y por otro, la caracterización de la Revolución Cubana que, ese año, se declaraba marxista leninista, y entablaba un vínculo con la URSS de Nikita Kruschev.
Desde ya que el comunismo no fue el único espacio político de izquierdas que buscó acercarse al peronismo ahora "disponible". Fue en torno a esta misma esperanza que nació la "nueva izquierda", formada por diversos sectores ligados al pensamiento de izquierdas no comunista. En una coyuntura en la que la definición del tipo de revolución que llevaría al socialismo era el centro de las preocupaciones políticas e intelectuales, el PCA seguía considerando que la revolución democrático-burguesa, antiimperialista y antioligárquica era la más apropiada por las características socioeconómicas locales. Esta definición política fue fuertemente cuestionada desde otros sectores de izquierda marxista, que estimaban, en cambio, que las condiciones eran propicias para incitar a la revolución sin preámbulos, siguiendo el modelo cubano. La presión se profundizó a raíz de los episodios que anularon las elecciones del 18 de marzo de 1962 y el posterior encarcelamiento del presidente Arturo Frondizi. Se incrementó entonces la urgencia de quienes consideraron que aquella era una "situación revolucionaria".
Así, aun cuando el informe de Codovilla buscó aggiornar las posiciones de los comunistas respecto a los temas candentes de la hora, subyacía una discrepancia vinculada a dos conceptos centrales de la época: "revolución" y "democracia". Esta diferencia fue horadando la relación con sectores del propio partido. A pesar de sus esfuerzos, Agosti no pudo mantener a los "muchachos" de la nueva generación en sintonía con la posición política del PCA. Sobre esa situación escribió años después:

Me preocupa una sensación de ruptura con los jóvenes, una fractura entre "ellos" y "nosotros" (aludo naturalmente a los jóvenes comunistas). Se me dice que es característica de los jóvenes esta negación de los mayores. Es cierto, pero a medias. También nosotros, en nuestro tiempo, repudiamos a los mayores. Pero era un rechazo de los mayores "del otro lado", mientras había un acatamiento a veces excesivo a los mayores de nuestra corriente. Es, justamente, lo que ahora no veo. Ahora nos repudian en bloque; casi sin quererlo me lo confirma Sarita Jorge: los muchachos -dice- creen que no nos deben nada. Yo diría que es peor: dan la impresión de que los hemos defraudado. ¿Será que ellos también se sienten, frente a nosotros, una generación traicionada? Dado que tanto Paso como Cecilia Makovich me han hecho reflexiones parecidas, siento entonces que el problema verdaderamente existe y que quizá lo mío no sea sino un caso particular dentro de lo general. Pero con eso no se aminora el problema, no se achica. Valdría la pena examinarlo en sus proyecciones últimas, porque se trata de un grupo de muchachos inteligentes, que es necesario alentar porque constituyen la única posibilidad real, perceptible, de nuestro relevo.7

Si bien la generación que formó la "nueva izquierda" reconoció en Agosti a un maestro, al que distinguió del "dogmatismo-sectario" para ellos reinante en el resto del partido, a lo largo de los años sesenta las discrepancias sobre temas coyunturales se combinaron con un creciente desconocimiento de los "viejos" como interlocutores válidos, y de la forma partido como espacio pertinente para encauzar la acción política. De este modo, se fue abriendo progresivamente una brecha.
Luego de la ruptura con el grupo Pasado y Presente, Agosti pasó a integrar formalmente el Comité Central del PCA. En 1964 dictó un curso en el aula magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en el que afrontó la tarea de defender la validez del marxismo comunista.8 A partir de una interpretación optimista del mito de Tántalo, afirmaba que los mitos referidos al cambio ya habían sido reemplazados por un hecho real: "comprobamos que la Utopía ya tiene su lugar concreto sobre la tierra liberada", es decir, la Unión Soviética. De acuerdo con Agosti, allí ya se construyó el "humanismo real". Inmerso en la tensión entre lo "nuevo" y lo "viejo", en especial luego de la expulsión de otro de sus discípulos, Juan Carlos Portantiero,9 Agosti buscaba desmentir el envejecimiento de su doctrina, transmitir optimismo y evitaba ceder terreno en el ámbito del conocimiento.10
Asimismo, Agosti se distanció de lo que consideraba "el lenguaje y los hechos de ciertos tardíos discípulos de Blanqui que imaginan una revolución perfecta a cargo de algunas minorías audaces, prescindiendo del pensamiento, el sentimiento y la acción de las masas".11 Por oposición, la imagen de revolución que transmitía Agosti complejizaba el uso de la violencia: se planteaba distinguir "violencia" de "fuerza":

El empleo de la violencia revolucionaria, si se prefiere, debe apoyarse en acciones de masas del pueblo y no en una conjura de pequeños núcleos por mejor intencionados que estén. La violencia, tal como la concibe el marxismo, no implica necesariamente el estallido armado, aunque tampoco lo excluya. El marxismo-leninismo nunca ha absolutizado la lucha armada como única forma de la lucha violenta […] lo que el marxismo ha proclamado es la inevitabilidad de la coerción revolucionaria, entendida como el ejercicio de la democracia socialista por las grandes masas, en el proceso destinado a destruir los obstáculos sociales que se oponen a la plena expansión del hombre.12

Estas palabras de Agosti en una conferencia del 10 de junio de 1964 no pueden haber sido ajenas a los acontecimientos en torno al fracaso del foco guerrillero liderado por Jorge Masetti,13 que en un primer momento fue apoyado por José María Aricó y Juan Carlos Portantiero. El PCA disintió de la iniciativa guerrillera al considerar que la elección del nuevo presidente de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Arturo Illia, quitaba legitimidad a las acciones armadas. Masetti, en cambio, acusó a Illia de ser un político fraudulento, que había caído en "la trampa del chantaje de las Fuerzas Armadas" y decidió emprender, de todas maneras, la lucha en la selva de Orán, Salta.14
Para entonces, la operación "Sombra" ya había sido duramente reprimida por Gendarmería Nacional. Algunos de sus integrantes fueron abatidos y otros se perdieron en la selva y nunca regresaron. Agosti reforzó así su rechazo a los grupos defensores de la lucha armada, a cambio de lo cual propuso la búsqueda de una revolución en el territorio común de "nuestra América", que no se zanjaría inevitablemente con las armas en la mano. Para él, la disputa debía entenderse en términos de sistemas sociales de distinto signo, y debía tenerse en cuenta que, debido a la escala apocalíptica de destrucción atómica, era inevitable la incorporación a la órbita soviética.15
La disputa sobre la definición del modo en que se llevaría a cabo la revolución marcó a fuego la diferenciación entre "nueva" y "vieja" izquierda. Pero esta ruptura además fue expresión de un quiebre más profundo y, por eso, extendido geográficamente a casi todos los partidos comunistas occidentales: el fin de un "pacto" de cointeligibilidad en torno al marxismo comunista. Se trató de un desencuentro definitorio: un quiebre en lo que Marc Angenot ha llamado la aceptabilidad de un discurso. 16 La creencia de que el PC encarnaba al marxismo se basaba en la aceptación de un tipo de argumentación, contrastado con pruebas históricas (el triunfo soviético). Por largo tiempo el PC había utilizado "esquemas persuasivos" que le permitieron marcar una agenda de temas, el vocabulario con el que discutía sobre esos temas y, también, los horizontes de acción y del sentido de esa acción. Pero en aquellos años sesenta, la estructura institucional y el idioma comunista fueron dejando de ser aceptables para buena parte de la nueva generación. Los veinte años que separaban los natalicios y las respectivas afiliaciones de Agosti y Aricó comenzaron a ser una barrera. La manera en que los "muchachos" se imaginaban a la revolución fue dejando de estar atada a las rutinas de la vida de militancia comunista o al "camino largo" del que hablaba Agosti: aparecía en el horizonte otro modelo más heroico, vinculado a la lucha armada.

Notas

1 Las cartas, de las que se conservan solo aquellas escritas por Aricó, se reproducen en Adriana Petra y Horacio Tarcus, "Descubriendo a Gramsci en Córdoba. Contribución a un epistolario de José María Aricó (1956- 1963)", Políticas de la memoria, n° 13, 2012/13.         [ Links ]

2 Héctor Agosti, El mito liberal, Buenos Aires, Procyon, 1959,         [ Links ] y Nación y cultura, Buenos Aires, Procyon, 1959.

3 Una versión más extendida de esta problemática en Laura Prado Acosta, "Sobre lo 'viejo' y lo 'nuevo': el Partido Comunista argentino y su conflicto con la Nueva Izquierda de los años sesenta", A Contracorriente, vol. 11, n° 1, 2013, pp. 63-85, disponible en <http://acontracorriente.chass.ncsu.edu/index.php/acontracorriente/article/view/716/1280#.U0g7YKh5MYE>         [ Links ].

4 Sobre la revista Che véase María Cristina Tortti, El "viejo" Partido socialista y los orígenes de la "nueva" izquierda, Buenos Aires, Prometeo,         [ Links ] 2009.

5 Héctor Agosti en revista Che, año 1, n° 9, 9 de marzo de 1961.         [ Links ]

6 Ibid., p. 4, cursivas de la autora.

7 Héctor P. Agosti, en Samuel Schneider, Héctor P. Agosti. Creación y milicia, Buenos Aires, Grupo de amigos de Héctor P. Agosti, 1994, p. 71 (cursivas de la autora).         [ Links ]

8 Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado. Condiciones actuales del humanismo, Buenos Aires, Lautaro, 1964.         [ Links ]

9 Sobre esta expulsión véase la entrevista de Edgardo Mocca, Juan Carlos Portantiero: itinerario político intelectual, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2012, pp. 62-72.         [ Links ]

10 Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado, op. cit., p. 38.

11 Ibid., p. 70. Louis Auguste Blanqui (1805-1881), revolucionario francés, organizador del movimiento estudiantil parisino, defensor de la lucha armada.

12 Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado, op. cit., pp. 178-179.

13 Al respecto véase La palabra empeñada, documental guionado y dirigido por Juan Pablo Ruiz y Martín Masetti.

14 Jorge Masetti, "Carta al presidente Illia", en Jorge Ricardo Masetti, Los que luchan y los que lloran, Buenos Aires, Nuestra América, 2012, pp. 259-264.         [ Links ]

15 Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado, op. cit., p. 181.

16 Marc Angenot, El discurso social, los límites históricos de los pensable y lo decible, Buenos Aires, Siglo XXI, 2010.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons