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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.18 no.2 Bernal dic. 2014

 

DOSSIER: 50 AÑOS DE PASADO Y PRESENTE. HISTORIA, PERSPECTIVAS Y LEGADOS

De Pasado y Presente a Comunicación y cultura. Variaciones en torno a la cuestión intelectual

 

Mariano Zarowsky

UBA / CONICET

Es posible leer en el artículo de José Aricó que abría el número 1 de Pasado y Presente una declaración de los principios que pretendían modelar este proyecto editorial. Luego de desplegar en una clave explícitamente gramsciana una lectura de la trama que anudaba la historia de las revistas nacionales a la vida política y cultural del país, Aricó subrayaba al final de su escrito que, a diferencia de sus predecesoras, la tarea que se proponía la nueva publicación no podía ser cumplida por el pequeño número de personas que la dirigían. Al interpelar a todos aquellos que al leer sus páginas pudieran comprender que animaba "a quienes las escriben el profundo deseo de facilitar el proceso de asunción de una conciencia más profunda y certera de nuestro tiempo", Aricó enunciaba una aspiración que era, sin duda, todo un programa para la emergente publicación: puesto que "una revista no es en el fondo nada más que un mundo de lectores vinculados entre sí por sus páginas, del mundo de lectores que seamos capaces de crear y estimular depende nuestra suerte y nuestro porvenir".1 De este modo, proponiendo una traducción de las definiciones que había esbozado Antonio Gramsci en sus cuadernos de la cárcel sobre el estatuto y la función de las revistas culturales,2 Aricó auspiciaba una inequívoca función político-ideológica para Pasado y Presente (paradójicamente, recurría a un procedimiento similar al que solían utilizar las vanguardias estéticas para irrumpir en la escena de su tiempo: dirigiéndose a un lector que aún no existía, o, de otro modo, anunciando un vacío en la cultura de una época que ellas mismas se proponían llenar). Si el lector debía ser creado y estimulado por la publicación era porque se pretendía "facilitar" en aquel una conciencia "más profunda y verdadera" de su época, esto es, una conciencia que no esquivara analizar los motivos del desencuentro entre "conciencia revolucionaria" y "acción proletaria" -según los términos de Aricó- o, para explicitar lo que en el texto apenas se velaba: entre los intelectuales del partido marxista y las masas peronistas.
Si se nos permite dejar a un lado por un instante las implicaciones de la disyunción aquí planteada (por una parte la conciencia revolucionaria, por otra la actividad de las masas), quisiéramos servirnos de estos supuestos para instalar los interrogantes que organizan nuestra intervención. A saber: ¿qué tipo de revista, o, de otro modo, qué modelo de intelectual imaginado se puede leer en esta declaración de principios? ¿Hubo matices internos y variaciones en el itinerario de Pasado y Presente a la hora de autodefinir un tipo de intervención intelectual, una función para la publicación? Y por último, ¿cómo irradió esta impronta en los proyectos editoriales que emprendieron integrantes o amigos del grupo?
Dos años más tarde, en el que sería el último número de la primera época de la publicación, al presentar un dossier dedicado a la condición obrera Aricó volvía sobre la cuestión. En un temprano balance de la experiencia, entre las razones que habían dado nacimiento a Pasado y Presente recordaba el anhelo del grupo por lograr una mayor incidencia política que la que entonces les permitía su condición de militantes del Partido Comunista. De allí que -enunciaba Aricó- Pasado y Presente aspirara ahora a "crear los puentes" que le permitieran establecer una comunicación con el mundo proletario pero sin dejar de afirmar su "condición de intelectuales" (aquella que el PC les habría negado). Los obreros de las grandes fábricas eran el sector donde proyectaba tener una incidencia y el análisis de las características que tomaba el nuevo mundo industrial fabril "el campo de acción" que reservaba para la publicación. Pasado y Presente se proponía entonces "contribuir a modelar teóricamente" "la 'economía del trabajo' que los trabajadores edifican prácticamente en su cotidiano enfrentamiento a las fuerzas del capital", escribía.3
Ahora bien, si Aricó no dejaba de constatar una escisión entre intelectuales y mundo obrero y reservaba una función específica para el trabajo teórico y de esclarecimiento por parte del núcleo intelectual, al mismo tiempo -y esto suponía un matiz respecto a sus enunciados del primer número- reconocía que esta no dejaba de ser una relación problemática que demandaba nuevas vías de resolución. Cerrado el camino del partido único como vía de aproximación a la clase: "¿cómo se plantea en el momento actual la creación por parte del proletariado de una capa de intelectuales que contribuya a otorgarle una plena autonomía ideológica, política y organizativa?". Como se puede leer en el modo de formular el interrogante, la resolución de la tensión escapaba aquí a los esfuerzos y a la voluntad del núcleo que emprendía el trabajo teórico por crear un nuevo lector y una nueva conciencia; por el contrario, ahora la cuestión parecía plantearse en sentido inverso: era la capa de intelectuales la que debía ser creada por parte del proletariado. La revista aspiraba entonces a buscar nuevas formas de relación entre intelectuales y clase obrera, pero las formas y los caminos que llevarían a esta "fusión" -la palabra es de Aricó- eran aún inciertos.
Diez años después de la aparición de su número inicial, en el primer número de la segunda época de Pasado y Presente su núcleo impulsor volvía a recurrir a Gramsci para figurar el tipo de intervención que imaginaba para la publicación. En "La larga marcha del socialismo en la Argentina" el colectivo editor desplegaba una caracterización de la coyuntura política argentina y, en estrecha relación con las tensiones que visualizaba, explicitaba un programa para Pasado y Presente en su nueva etapa. Las luchas obreras y las movilizaciones populares desplegadas desde 1969 y el triunfo electoral de Héctor Cámpora en marzo de 1973 mostraban un auge en la lucha de masas que habilitaba nuevas expectativas sobre el decurso histórico y, en especial, sobre la situación de las masas en relación con su conciencia socialista y su capacidad de poner en marcha instituciones de democracia revolucionaria.4 Las palabras de Aricó que introducían la selección de textos del "Gramsci consejista" que se publicaban en este número ("Espontaneidad y dirección consciente en el pensamiento de Antonio Gramsci") permiten leer un cambio de posición en relación con el tipo de intervención intelectual que se pretendía ejercer. Reflexionar sobre la "experiencia sovietista en general y la de Gramsci en particular" tenía -escribía Aricó- "un enorme interés teórico y práctico" puesto que permitiría desplegar una serie de temas relevantes en la coyuntura actual: la emergencia y el estatuto de la conciencia socialista, el papel de la espontaneidad, del partido y de los intelectuales, la relación entre vanguardia y masas, entre otros; abrir esta discusión suponía -nos informaba- "una decisión por parte de la revista acerca de cuál debe ser su punto de partida".5
En efecto, en la reivindicación que hacía Aricó a través de Gramsci del elemento espontáneo como base para la emergencia de una conciencia socialista y una práctica autónoma (donde no se disimulaba una crítica a la concepción de la vanguardia como depositaria de una verdad exterior a la experiencia de la clase) se puede leer una síntesis de los principios sobre los que se pretendía desplegar la nueva intervención. En esta línea, en "La larga marcha al socialismo" el colectivo editor afirmaba que Pasado y Presente no pretendía "transformarse en un sustituto de la práctica política ni colocarse por encima de ella"; reivindicaba para sí, en cambio, un rol más "ideológico-político que político a secas: el de la discusión, abierta a sus protagonistas activos, de las iniciativas socialistas en el movimiento de masas, de los problemas que, en la 'larga marcha', plantea cotidianamente la revolución". 6 Este programa implicaba entonces una nueva modulación del proyecto editorial. El rol que se reservaba la revista parecía ahora un poco más modesto que en sus inicios: se trataba apenas de abrir una discusión sobre las implicaciones teórico-políticas que subyacían en las iniciativas que tomaba el movimiento de masas; no se pretendía modelar estas iniciativas, ni mucho menos crearlas.7
Para tomar nota del sentido y el alcance de esos desplazamientos es útil contrastar estas definiciones con la apelación a Gramsci que en su primer número -también de junio de 1973- hacía Comunicación y Cultura, una publicación cercana al entorno de los "gramscianos argentinos".8 Luego de animar la salida de la revista Los Libros entre 1969 y 1972, Héctor Schmucler, secretario de redacción de Pasado y Presente desde su segundo número (en su primera época) promovió, bajo el auspicio de editorial Galerna, la aparición junto a Armand Mattelart (en Chile) y Hugo Assmann (en Brasil) de la revista de alcance continental Comunicación y Cultura (1973-1985). En el editorial del número inicial los editores se apoyaban en Antonio Gramsci y -en sus palabras- su "amplia denominación de revista cultural" para ubicar su iniciativa: "Gramsci advertía que si una revista de este tipo no se vincula con un 'movimiento disciplinado de base', tiende inevitablemente a convertirse en expresión de un conventillo de 'profetas desarmados'". "Y, por supuesto -subrayaban- una revista no crea este movimiento: sólo puede aspirar a acompañarlo".9
El recurso a Antonio Gramsci como inspiración intelectual para enmarcar el nuevo proyecto editorial puede leerse en relación con aquella también inaugural y programática traducción que hacía Aricó en el número 1 de Pasado y Presente sobre el carácter y la función de una revista cultural. Esta relación indica una línea de continuidad entre ambas iniciativas editoriales, en que la figura de Héctor Schmucler oficia como eslabón.10 Sin embargo, una mirada atenta a esta declaración de principios de Comunicación y Cultura habilita a leer también algunos desplazamientos con respecto al plan que trazaba Aricó para su revista. Ahora, más que crear un movimiento, un mundo de lectores, Comunicación y cultura subrayaba que una revista de su tipo solo podía pretender acompañarlo. Sus editores imaginaban que su función sería entonces la de "establecerse como órgano de vinculación y de expresión" de las diversas experiencias que se estaban gestando en los países latinoamericanos en el campo de la comunicación masiva que favorecieran a los procesos de "liberación total".11 Se subrayaba entonces que el "objetivo propuesto no emanaba de la buena intención de los editores o de un comité editorial": si la revista pretendía posicionarse como un "instrumento de vinculación", era porque le preexistían en diferentes lugares de América Latina "una multitud de respuestas" que los sectores dominados ofrecían en su práctica cotidiana de resistencia. En torno a esta "lucha multifacética" debían nuclearse, en consecuencia, los distintos intereses y las diversas investigaciones que abordaría la revista. 12 Comunicación y Cultura, a diferencia de Pasado y Presente, ponía aquí menos énfasis en la necesidad de desplegar un trabajo teórico específico y más en la de asumir una tarea de organización colectiva.13
En estas modulaciones pueden leerse -sobre una cartografía en la que se diseminan los diversos usos de Antonio Gramsci en la Argentina- el modo en que, entre 1963 y 1973, una franja de intelectuales vinculados con la llamada nueva izquierda se ubicó en un proceso político-cultural vertiginoso. Las notas que hemos presentado apenas pretenden poner de relieve un esbozo de los matices -y por momentos los modos heterogéneos- con los que Pasado y Presente y luego una revista cercana a su entorno, Comunicación y Cultura, pensaron un espacio posible para su intervención intelectual. Detrás de apelaciones generalizantes tales como "gramscianos", "orgánicos" o "comprometidos", encontramos variantes y flexiones en los usos que Gramsci habilitaba a la hora de imaginar una revista político-cultural.

Notas

1 Pasado y Presente, nº 1, abril-junio de 1963, p. 17 (excepto que se indique lo contrario,         [ Links ] de aquí en adelante todas las cursivas son mías).

2 Siguiendo explícitamente las ideas de Antonio Gramsci, Aricó definía las revistas culturales como "una 'institución cultural' de primer orden", en tanto centro "de elaboración y difusión ideológica, y de vinculación orgánica de extensos núcleos de intelectuales". Las revistas cumplían esta verdadera acción de organización de la cultura -semejante al del Estado o los partidos políticos- solo en cuanto devenían "centros de elaboración y homogeneización de la ideología de un bloque histórico en el que la vinculación entre elite y masa sea orgánica y raigal". Ibid., p. 9 (cursivas en el original).

3 Pasado y Presente, n° 9, abril-septiembre de 1965, p. 48.         [ Links ]

4 Pasado y Presente, nº 1 (segunda época), abril-junio de 1973, p. 1.

5 Ibid., p. 2.

6 Ibid., pp. 28-29.p

7 Esta lectura del contenido enunciado debería confrontarse con un análisis de las modalidades de enunciación del texto, donde, a primera vista, persiste una posición de autoridad por parte del enunciador.

8 Véase la publicidad en Pasado y Presente (nº 2-3, segunda serie, diciembre de 1973, p. 204) que anuncia la salida del primer número de Comunicación y Cultura y la publicidad en esta (nº 2, marzo de 1974) que anuncia la salida del nº 2-3 de aquella.

9 Comunicación y Cultura, nº 1, 1973, p. 4.         [ Links ]

10 Deliberadamente dejamos aquí de lado cualquier mención al contexto chileno y a los avatares del acercamiento de Armand Mattelart a Gramsci y los "gramscianos argentinos". Al respecto, me permito remitir a Mariano Zarowsky, Del laboratorio chileno a la comunicaciónmundo. Un itinerario intelectual de Armand Mattelart, Buenos Aires, Biblos, 2013. Para reponer la discusión sobre la cuestión intelectual en Los Libros, véase José Luis de Diego, Quién de nosotros escribirá el Facundo. Intelectuales y escritores en Argentina (1979-1986), La Plata, Ediciones Al Margen, 2001.         [ Links ]

11 Comunicación y Cultura, nº 1, 1973, pp. 3-4.

12 Esto motivará una dura polémica entre Héctor Schmucler y Eliseo Verón, director de la revista Lenguajes, de la Asociación Argentina de Semiótica.

13 Ibid., p. 3.

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