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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.18 no.2 Bernal Dec. 2014

 

DOSSIER: 50 AÑOS DE PASADO Y PRESENTE. HISTORIA, PERSPECTIVAS Y LEGADOS

Releer Pasado y Presente: ¿por qué, desde dónde y para qué?

 

Omar Acha

UBA-CONICET- Centro de Investigaciones Filosóficas

Este comentario apenas esquematiza trazos de su tema. Sostiene que la autointerpretación elaborada por José Aricó de la revista Pasado y Presente (PyP) bajo el signo de los "gramscianos argentinos" se constituyó en el baremo hermenéutico de la significación historiográfica de esa revista para el plasma político-intelectual argentino de los años sesenta y setenta. La reinvención de PyP por Aricó participó de un dispositivo lector de rasgos históricamente específicos. Las interrogaciones que predispusieron la imagen de PyP emergieron de una experiencia histórica intransferible: la de "nuestros años ochenta". O más precisamente: del modo en que, desde una sensibilidad singular, los ochenta refiguraron los sesenta-setenta. De allí, ¿pueden ser las preguntas de Aricó a su memoria intelectual, y a la de su generación , todavía las nuestras? Las investigaciones recientes sobre la revista, ¿agregan matices y nuevas fuentes a los estudios conocidos? ¿O logran replantear las matrices fundacionales moldeadas por Aricó?
Aricó acrisoló con un nombre, sobre todo en La cola del diablo,1 un incordio político y teórico que desgarró con la fuerza del guevarismo una adhesión gramsciana que a pesar de constituir un gozne identitario, o quizá por eso mismo, atenazó andariveles fluidos donde se entrelazaron las opciones revolucionarias de la izquierda intelectual sesentista. La lectura de Aricó fue poco después consagrada por el asentimiento historiográfico y filosófico cincelado por Oscar Terán en Nuestros años sesentas.2 La prosa teraniana al respecto se atuvo al molde, más sobre todo a la convicción historiográfico-política, de La cola del diablo. De allí que sus interpelaciones a PyP fueran también de cuño inequívocamente ochentista.
Hasta hace muy poco, las elucidaciones intentadas desde 1991 fueron estimuladas y a la vez quedaron presas de las vigas interpretativas fijadas por La cola del diablo y Nuestros años sesentas. Así las cosas, los trabajos ulteriores de Horacio Crespo encuentran allí su fuente de inspiración. Eso no es sorprendente pues las preocupaciones de Crespo no difieren de las que caracterizaron las miradas postrevolucionarias de Aricó y Terán. Pero donde en lugar de morder el perro al hombre sucede lo contrario es cuando constatamos que a pesar de las divergencias políticas ostensibles y de las presunciones de originalidad académica, interpretaciones sucesivas permanezcan dentro del perímetro fijado por las lecturas inaugurales. Y postulo que en ello la aceptación del significante "los gramscianos argentinos" tiene relevancia como módulo referencial de la revista. Tanto el estudio de Raúl Burgos en Los gramscianos argentinos,3 como la intervención polémica de Néstor Kohan4 en la revista Ñ, testimonian su obediencia respecto de estudios aparentemente divergentes respecto de la reconstrucción originaria. Para Burgos y Kohan también Gramsci anuda la heterogeneidad teórica y política que desgarra a PyP. Ambos notan, como Aricó, la impronta guevarista, sin cuestionar el nombre gramsciano como luz de identidad. Mas si observamos más de cerca la trayectoria de Portantiero en esos años, es sencillo concluir que entonces era menos gramsciano que guevarista e incluso maoísta.
Repensar lo que sabemos sobre PyP entraña, por otra parte, una revisión de la tradición interpretativa que la construyó como una referencia liminar de la izquierda intelectual argentina. La denominación -es decir, su institución como objeto teórico- vela las entretelas marxistas del núcleo inicialmente cordobés, y sobre todo la intensidad estratégico-emocional del acontecimiento cubano (este, y no Gramsci, fue el vector "generacional" de su proyecto ideológico y su vocación política). Son numerosos los filones documentales que revelan la diversidad teórica que el velo de "Gramsci" unificó y distorsionó. Intérpretes como Burgos incluso se asoman a la ya mencionada evidencia política decisiva de PyP: el guevarismo, ante el cual el lamentado tropiezo de los setenta está lejos de ser tal cosa. Sin embargo, la autointerpretación de Aricó en La cola del diablo se abatió como una pesadilla narrativa sobre el cerebro de los vivos al sobrepujar con Gramsci una trayectoria que, al menos hasta 1976, estuvo regida por la huella guevarista aderezada -es cierto- con la fertilidad imaginativa del sardo genial. Bajo este sol de lectura se puede percibir la heterogeneidad del marxismo de PyP. Creo que además habilita comprender sus opciones políticas concretas, con sus ribetes tácticos, los compromisos definitorios de sus filias con el Ejército Guerrillero del Pueblo, y luego con las Fuerzas Armadas Revolucionarias y la Tendencia Revolucionaria del peronismo. El que Gramsci fuera un signo para la urgencia del activismo, y no tanto un programa de estudios consecuente, es lo que explica, por último, la ausencia de una investigación gramsciana del peronismo como formación político-cultural y la irresolución de la tensión constitutiva del marxismo entre la crítica lógica del capital y la positivización de la "lucha de clases".5
Quiero destacar los efectos instituyentes del tercer capítulo de La cola del diablo, "La experiencia de Pasado y Presente". Aricó destaca el nombre atribuido por vez primera desde las prensas de la Izquierda Nacional, en la misma época. De allí que la mención posea una estatura historiográfica o, mejor, "documental". Sin desmedro de la diversidad de orientaciones, extravíos e inconsecuencias de un proyecto intelectual, el gramscismo de base es fundamental para dos metas: 1) delimitar los puntos ciegos de una empresa que fue "parte activa de ese proceso incontrolado que condujo a la sociedad argentina a una increíble espiral de violencia";6 2) establecer la apertura de la novedad intelectual para habilitar los fines "modernizadores" de un discurso que desde el marxismo presentaba debate en el escenario entonces contemporáneo. Con esos dos rasgos PyP emerge como signo de unos "años sesenta" acrisolados por los fuegos de una modernización problemática, tanto por las limitaciones de la izquierda, de la cultura política peronista y de la violencia represiva. Me parece que esta imagen compuesta es esencial pues nutre el ajuste de cuentas hacia la deriva socialdemócrata con que se diseñan, décadas más tarde, las narraciones de Aricó y de Terán.
Me interesa subrayar aquí la presencia asignada por Aricó a su editorial fundacional de PyP, ya que la modulación que Aricó produce en su texto "juvenil" genera un efecto sinecdóquico: a partir de ese movimiento el texto "Pasado y Presente" se torna la sombra perdurable de Pasado y Presente, la revista.
Nuestros años sesentas estilizó en prosa historiográfico-filosófica el lugar singular de "los gramscianos argentinos" en un parteaguas de su libro: el instante en que adviene una "nueva izquierda intelectual". Hasta entonces Terán había mostrado "antecedentes": Contorno, el nacional-populismo, la licuación de Sur. Con PyP adviene una concepción calada por la época, pero más allá de los "esquematismos" de la Vieja Izquierda. PyP tiene para Terán, prolongando puntillosamente a Aricó, una función decisiva. No me parece baladí que Terán citara en primer término el editorial de Aricó de 1963 para ajustar el tenor del capítulo, en su primer párrafo,7 ni que fuera la índole de la revista la que dibujara el perfil de la nueva izquierda.
El nombre de Antonio Gramsci requiere una interrogación, pues su significación no es evidente. Su alcance en los años sesenta y setenta fue polisémico, y sobre todo fue un uso. Sus textos no prosperaron como doctrina apta para trazar una delimitación teórico-política. Por el contrario, las incumbencias del nombre fueron múltiples: figura señera, inspiración teórica, símbolo político, influencia cultural, rasgo de frontera intelectual. En lugar de una imaginaria identidad teórica quiero sugerir -como en la costura identificatoria lacaniana, o point de capiton- que la contracción imaginaria de "Gramsci" tolera la doble tensión de una constitución de sujeto (en este caso un núcleo intelectual marxista vinculado con una revista, con diversos grados de compromiso y actitudes ideológicas): por un lado el nombre como significante que habilita una identidad flexible y apta para coexistir con otros nombres, con otros significantes, y, por otro lado, el nombre como fijación imaginaria resistente en el tiempo. Al respecto, tanto una estrategia "deconstruccionista" que diluya el objeto en sus puntos ciegos y sus inconsistencias, como una reducción a trayectorias biográficas (Aricó, Del Barco, Portantiero, y otros), componen alternativas insatisfactorias. Proyecto político y teórico, PyP fue también un campo de fuerzas que parece difícil reducir a esa unidad funcional a las miradas de Aricó y Terán. Quizá valga la pena subrayar que no se trata tanto de cuestionar las directrices organizadas por tales miradas sino más bien de percibir los conos de luz que afirmaron, y sobre todo de inquirir popperianamente la eventualidad de otros focos iluminadores que podrían ser activados.
Me pregunto ahora si las investigaciones más recientes (pienso en textos de Martín Cortés,8 Sebastián Malecki,9 Adriana Petra,10 Guillermo Ricca11 y Marcelo Starcenbaum)12 están dispuestas a poner en vilo el asentimiento interpretativo asignado a la imagen diseñada por Aricó. Desde luego que los aportes monográficos son valiosos. Pero si se atienen sin hesitaciones al canon a la vez rinden culto a la heteronomía de un cuestionario forjado con metas, como dije, intransferibles. Una alternativa a la enmienda particular propia del pensamiento monográfico consiste en razonar las cuestiones lanzadas al archivo de PyP. Si para Aricó y para Terán PyP fue un vector de "modernización" hacia la Nueva Izquierda, ¿podemos pensarla sin sustantivar el (contrariado) proceso modernizante? Si Gramsci permitía componer una ruptura con la Vieja Izquierda, ¿es viable investigar cuánto la cultura política de la juventud "gramsciana" compartía con la izquierda de la que comenzaba a desgajarse? Si para la interpretación canónica PyP contribuyó a la espiral de violencia y muerte guerrillerista, ¿podemos reconsiderar la deriva "violentológica" para concebir otras salidas viables en la coyuntura de la época?
Pasado y Presente es todavía una cantera para nuevas lecturas, para preguntas sustentadas en una persuasión silenciada: que lo que es podría ser radicalmente diferente. Solo así no serán entonces solo pasado, sino también presente y porvenir.

Notas

1 José Aricó, La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina, Buenos Aires, Puntosur, 1988.         [ Links ]

2 Oscar Terán, Nuestros años sesentas. La formación de la nueva izquierda intelectual argentina, 1956-1966, Buenos Aires, Puntosur, 1991.         [ Links ]

3 Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos. Cultura y política en la experiencia de "Pasado y Presente", Buenos Aires, Siglo XXI, 2004.         [ Links ]

4 Néstor Kohan, "José Aricó, 'Pasado y Presente' y los gramscianos argentinos", en Revista Ñ, nº 71, 2005.         [ Links ]

5 El libro "gramsciano" de la época, los Estudios sobre los orígenes del peronismo, de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, reconstruye la arquitectura de intereses racionales de clases en alianza en los años treinta-cuarenta y no la "sociedad política" donde prosperó el peronismo como "reforma intelectual y moral" de la clase obrera. Sus dos ensayos expresan la recepción de Gramsci, en su interés y en las restricciones de sus usos.

6 José Aricó, La cola del diablo…, op. cit., p. 67.

7 Oscar Terán, Nuestros años sesentas…, op. cit., p. 97.

8 Martín Cortés, "La traducción como búsqueda de un marxismo latinoamericano: la trayectoria intelectual de José Aricó", en Carlos Aguirre (ed.), Militantes, revolucionarios e intelectuales. Ensayos sobre la historia del marxismo y la izquierda en América Latina, Oregon, A Contracorriente, 2013.         [ Links ]

9 Juan Sebastián Malecki, "Aricó, pensador de fronteras", Pterodáctilo, nº 6, 2009.         [ Links ]

10 Adriana Petra, "En la zona de contacto: Pasado y Presente y la formación de un grupo cultural", en Diego García y Ana Clarisa Agüero (eds.), Culturas interiores. Córdoba en la geografía nacional e internacional de la cultura, La Plata, Al Margen, 2010.         [ Links ]

11 Guillermo Ricca, "Marx después de Marx: eurocentrismo, crítica y política en José M. Aricó", Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 18, nº 61, 2013.         [ Links ]

12 Marcelo Starcenbaum, "El marxismo incómodo: Althusser en la experiencia de Pasado y Presente (1965- 1983)", en Izquierdas, nº 11, 2011.         [ Links ]

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