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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.19 no.1 Bernal June 2015

 

RESEÑAS

Omar Acha,
Crónica de la Argentina peronista. Sexo, inconsciente e ideología, 1945-1955, Buenos Aires, Prometeo, 2014, 408 páginas

 

Desde el momento mismo de su nacimiento, y mucho más después de su caída en 1955, el "primer peronismo" ha proporcionado abundante material para el debate tanto político como intelectual. Luego de los primeros trabajos académicos preocupados por determinar sus orígenes sociales y las causas de su emergencia, han aparecido a lo largo de las décadas innumerables investigaciones que han abordado distintas facetas de lo que sin duda ha sido el fenómeno político, social y cultural más relevante de la Argentina en el siglo XX. Más recientemente el foco de los estudios sobre el peronismo se ha desplazado desde las dimensiones social y política hacia la cultural. Producto de esto ha sido la publicación de un importante número de textos que han buceado en los discursos, los rituales, la propaganda y, en los últimos años, en las transformaciones que el peronismo introdujo en diversos aspectos de la cultura argentina, tanto para enfatizarlas como para relativizarlas. Crónica de la Argentina peronista constituye una contribución a esta "novísima historiografía" sobre el peronismo. Se trata de un texto denso, ambicioso en sus objetivos, extenso y de no fácil lectura. Se propone a sí mismo como un nuevo punto de partida en los estudios sobre el peronismo. Esto sería así tanto por su método, en el que el marxismo y el psicoanálisis -en línea con los análisis de León Rozitchner, cuyo nombre ocupa el primer lugar en la lista de los agradecimientos- ocuparían un lugar central, como por su foco en la sexualidad y en lo inconsciente. El autor muestra un constante y a veces exagerado afán por marcar la ruptura que su investigación representaría respecto de trabajos anteriores, lo que reflejaría, en cierta medida, el origen del texto reseñado como una tesis doctoral. Esta afanosa búsqueda de originalidad se hace presente desde el comienzo mismo de Crónica. Una serie de preguntas que han venido preocupando a los investigadores sobre el tema, tales como "¿qué es el peronismo?" o "¿Qué peculiaridades caracterizan en su seno al 'primer peronismo' de los años fundacionales?" son rápidamente descalificadas por Acha, ya que, según nuestro autor, el problema fundamental del tipo de pesquisa orientado por estas y otras preguntas similares estaría en el "es" de lo que se atribuye al peronismo, lo que daría cuenta de una visión reificada del mismo. Es que, según nos informa Acha, "un rasgo decisivo del peronismo, como todo acontecimiento históricamente significativo, es su emergencia en los plegamientos de una pluralidad temporal" (p. 9).
La tarea que se propone Acha a lo largo de las más de 400 páginas que componen su libro es sin duda compleja. Se trataría de desanudar las dimensiones inconscientes y eróticas del fenómeno peronista. Es que, nos dice el autor, "sin una comprensión de los aspectos sexuales y morales de la política en la Argentina peronista, se extravía el meollo de su acaecer entre la clase obrera " (p. 14). Pareciera entonces que, para Acha, son los "aspectos sexuales y morales de la política" los que permitirían mejor que ningún otro comprender los vínculos entre la clase obrera y el peronismo. Esta hipótesis de origen es hecha aun más explícita cuando se nos señala que el texto pretende realizar una revisión de lo que el autor llama el "paradigma progresista" de los estudios sobre el peronismo. Esta revisión "se habilita con las figuras adoptadas por el deseo, el erotismo, la pasión, el sentimiento y el amor, todas participantes de un ardor simbólico-corporal llamado sexualidad" (p. 16). La peculiaridad (o una de ellas) de lo que podríamos llamar (el autor no lo hace) el "momento peronista" consistiría en que las peripecias de la sexualidad se habrían ordenado "a la sombra del Estado" que emergería en ese momento como "forma simbólico-material coextensiva al primer peronismo" (p. 17).

Se trataría, por lo tanto, no solamente de des-cubrir la dimensión erótica del peronismo sino también de la particular configuración estatal que se generó a partir de él y que nutre y se nutre de aquella.
A lo largo de sus siete extensos capítulos -más un epílogo- el texto despliega una serie de "crónicas" (así las llama el autor) que refieren a formas diversas de mirar el problema y que en conjunto conforman una trama abierta que permitiría abordar la dimensión erótica del peronismo. Esta estructura en forma de mosaicos parcialmente superpuestos es el resultado de una opción metodológica, ya que para el autor "no hay otro modo de acceder a las huellas de la totalización de una época que a través de los fragmentos de una mutación colectiva" (p. 64). Así, la historia de las mujeres migrantes y los patrones de casamiento (religiosos) en los barrios porteños de Chacarita y Almagro (cap. 1) le permiten a Acha aportar elementos para comprender las formas de elección de pareja y discutir la formación de espacios de sociabilidad que posibilitaron el arraigo del peronismo y, al mismo tiempo, disputar algunas de las conclusiones de las versiones canónicas sobre los orígenes sociales del peronismo. Si este primer capítulo, por su naturaleza y método, podría asociarse a la historia social, los siguientes desplazan la mirada hacia lo que podría llamarse, en un sentido amplio, historia cultural. El capítulo 2 presenta una novedosa investigación sobre las experiencias del servicio doméstico en la Argentina y sus vínculos con el delito tanto en la realidad como en el imaginario de las clases dominantes. Las disputas (lo que -en su a veces peculiar lenguaje- Acha llama "nervaduras prácticas y simbólicas") acerca del "mal paso" (embarazos no deseados, delitos) de las empleadas domésticas habrían nutrido un aspecto de "esa efervescencia social que se llamó peronismo" (p. 67). Acha encuentra en algunos hechos delictivos cometidos por empleadas domésticas elementos que permitirían hablar de (o al menos no descartar) resistencia de clase. A esto le sigue un análisis de las representaciones de la figura de la madre soltera (y de la concomitante ausencia del padre) en la cinematografía producida durante la década peronista, análisis que el autor articula con una discusión sobre las políticas y los discursos del gobierno peronista sobre madres solteras y filiación ilegítima (cap. 3). Este capítulo es seguido por otro que focaliza en los elementos homoeróticos "inconscientes" presentes en las representaciones cinematográficas sobre los hinchas de fútbol. Particularmente bien lograda es la sección del capítulo titulada "La sexualidad deportiva del hincha" (pp. 202-213) en la que se analiza la película "El hincha", de Manuel Romero. El tema de la homosexualidad (ahora en forma más abierta) es retomado en el capítulo siguiente (el quinto) donde se analizan las representaciones de la homosexualidad y las políticas al respecto llevadas a cabo durante el gobierno de Perón; en particular el autor se detiene en las razzias realizadas en 1954 y 1955 contra los homosexuales (hombres). La propaganda y el discurso peronista asociarían la ambigüedad sexual a la oligarquía y, por lo tanto, al antiperonismo.
El capítulo 6, de índole más conceptual, debería, en mi opinión, estar ubicado en los comienzos del texto porque es en él donde el autor discute y define una serie de categorías vinculadas al Estado peronista que se dan por supuestas en los otros capítulos, en particular la integración de las masas trabajadoras y la constitución de un imaginario en torno del Estado. Este capítulo incluye un interesante análisis (partes del cual ya habían sido publicadas en artículos previos) sobre las cartas-petitorios enviadas a Perón con motivo del Segundo Plan Quinquenal. Finalmente, el último capítulo centra su atención en las disputas entre el peronismo y la Iglesia católica (y, por extensión, el antiperonismo) alrededor de temas tales como el divorcio, la sexualidad, el género y la filiación que conducirían al conflicto final de 1955 y a la subsecuente caída del Perón. En la visión de Acha, estos temas constituirían el eje central del conflicto.
El autor parece fundamentar su análisis en un complejo entramado de referencias teóricas (algunas de ellas de dudosa compatibilidad) que, como se dijo, incluye el psicoanálisis freudiano (y también la versión de Jacques Lacan, aunque Acha no se priva de criticar a ambos), el marxismo (cuya utilidad para el tipo de análisis que realiza el autor es bastante menos evidente), pero también escritos
de Aby Warburg, Walter Benjamin, elementos de queer theory, etc., etc. Supongo que el lector se preguntará (como lo he hecho yo) hasta qué punto la proliferación de citas teóricas (en el caso de los textos freudianos citados en alemán aunque se encuentran desde luego disponibles en español, y otros como los de Norbert Elias mencionados en alemán en el cuerpo del texto pero en español en la correspondiente nota al pie) responde realmente a una necesidad conceptual para comprender mejor el objeto de la investigación.
Por otro lado, a lo largo del texto aparecen problemas que considero más serios. En primer lugar, aunque el autor nos advierte desde el comienzo contra las visiones esencialistas y reificadoras del peronismo, sin embargo en el libro este es presentado muchas veces casi como un agente dotado de voluntad. Abundan las expresiones del tipo "el peronismo quiso", "el peronismo se propuso", "el peronismo tuvo", etc. Así, por ejemplo, en la página 354, se nos informa acerca de "las innovaciones jurídicas [que] entroncaron con una colonización de lo social que el peronismo deseó concluir rápidamente" (resaltado mío). Esta clase de expresiones luego de las advertencias de Acha son algo desconcertantes. En segundo lugar, a pesar de los esfuerzos del autor, en muchos casos no queda claro (al menos para mí) cuál es la especificidad del peronismo respecto de las dimensiones que se analizan. La evidencia presentada no permite comprender qué hay de específicamente peronista en algunos de los procesos estudiados. Es que a lo largo del texto el autor va descubriendo (y nos va descubriendo) que las continuidades fueron muchas veces más fuertes que las rupturas. Como señala el propio Acha en un tono que parece reflejar más su propia sorpresa que la del potencial lector, "es en mi parecer indiscutible que vigas históricas del edificio peronista provenían de construcciones operadas durante los decenios que lo antecedieron" (p. 348). Al respecto hay que destacar que Acha provee una importante cantidad de ejemplos que ilustran sus argumentos pero que no terminan de adquirir el estatuto de evidencia histórica. En tercer lugar, el uso del concepto de inconsciente para analizar fenómenos sociales o culturales a los cuales accedemos mayormente a través de lo que se dice sobre ellos (la prensa, la propaganda, el cine) y no por el relato directo de las experiencias vividas por los actores es al menos cuestionable. El autor jamás nos informa acerca de cuáles son los instrumentos metodológicos adecuados para acceder a este inconsciente social cuya existencia misma está lejos de ser evidente, y sobre cuyo estatuto problemático el propio Freud no se cansó de advertir. En todo caso, los elementos inconscientes que Acha encuentra, por ejemplo, en una película de ficción, ¿remiten a un inconsciente social o al del director? En este sentido el mencionado análisis de las cartas es valioso porque constituye la única instancia en que realmente escuchamos la voz (mediatizada, es cierto, por el carácter ritualizado del lenguaje usado en muchos casos) de los actores. Finalmente, y esta es una cuestión menor que tiene que ver con el estilo, el afán iconoclasta mostrado por el autor lo lleva muchas veces a presentar como hipótesis novedosas algunas que no lo son tanto (la influencia, tal vez inconsciente, de los trabajos de Daniel James sobre Crónica parece ser más profunda en algunas partes del libro de lo que sugieren las numerosas referencias, siempre positivas, hechas a la obra del historiador británico-norteamericano -véase, por ejemplo, el final de la pág. 278-), y a utilizar (sin duda involuntariamente) un cierto tono defensivo que rememora las prevenciones del personaje borgeano Carlos Argentino Daneri en "El Aleph": "Presiento una impugnación desde una historiografía quizá ya suficientemente circunspecta ante las precedentes referencias psicoanalíticas" (p. 20).
En suma, se trata de un libro tan problemático y complejo como su objeto de estudio, que combina sólidos análisis de historia social y cultural (presentes particularmente en el capítulo 1 y en el análisis de las cartas enviadas a Perón), y algunas hipótesis sugerentes, con especulaciones y a-prioris difíciles de digerir, todo ello escrito en un lenguaje que, en ocasiones, encuentro innecesariamente complicado.

Mariano Ben Plotkin
CIS-IDES / UNTREF / CONICET

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