SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.19 número1Reformation Unbound: Protestant Visions of Reform in England, 1525-1590Ficciones del dinero: Argentina, 1890-2001 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.19 no.1 Bernal jun. 2015

 

RESEÑAS

Luiz Carlos Jackson y Alejandro Blanco,
Sociologia no espelho: ensaístas, cientistas sociais e críticos literários no Brasil e na Argentina (1930-1970), San Pablo, Editora 34, 2014, 264 páginas

 

Entre trazos y tipos: la sociología en el Brasil y en la Argentina

Sociologia no espelho: ensaístas, cientistas sociais e críticos literários no Brasil e na Argentina (1930-1970), de Luiz Carlos Jackson y Alejandro Blanco, es uno de los resultados -y de los más significativos- de la intensa colaboración, establecida hace ya algunos años, entre investigadores brasileños y argentinos con vistas a un análisis comparado del universo intelectual de los dos países. De esta cooperación resultaron los dos tomos de Historia de los intelectuales en América Latina, organizados respectivamente por Jorge Myers y Carlos Altamirano, colegas de Blanco en la Universidad Nacional de Quilmes. También está por publicarse Retratos latinoamericanos, bajo la coordinación de Jorge Myers y Sergio Miceli, este último vinculado a la Universidad de San Pablo, al igual que Jackson.
Sin embargo, el libro de Jackson y Blanco posee una especificidad que vale la pena registrar: escrito desde el inicio al fin a cuatro manos, Sociologia no espelho asumió el desafío de construir un cuadro analítico compartido, colocando tensiones y apuntando ciertos límites en las perspectivas hasta entonces vigentes en las áreas de investigación en las que se desempeñan -que, por lo demás, reciben nombres distintos: pensamiento social, en el Brasil, e historia intelectual, en la Argentina-. De ahí el interés del libro que, más allá de su defensa enfática del método comparativo como hilo de la investigación, procura igualmente sintetizar, o por lo menos colocar en diálogo, marcos teóricos y metodológicos rivales. Tal vez la mejor expresión de esta innovación sea la combinación, en el análisis de su objeto de investigación -la fundación de la sociología en el Brasil y en la Argentina-, de una perspectiva atenta al mismo tiempo a las tradiciones intelectuales y a los ordenamientos institucionales, dimensiones cruciales para la estructuración de las prácticas sociológicas en los dos países.
No se trata aquí de sintetizar el conjunto de los argumentos propuestos por Blanco y Jackson en Sociologia no espelho. No obstante, vale la pena puntualizar algunos aspectos desarrollados a lo largo de los capítulos, ya sea para destacar su novedad para el análisis de la vida intelectual en los dos países, o para iluminar ciertas zonas sombrías que implican algunas elecciones, inevitables cuando se trata de un emprendimiento de este tipo, que recorre un arco temporal de cuatro décadas y que abarca tres registros intelectuales distintos (ensayo, sociología y crítica literaria).
En lo que se refiere al primer capítulo, es interesante advertir cómo la comparación con la experiencia argentina desnaturaliza la secuencia histórica, en general vista como "natural" o "lógica" por los investigadores brasileños, que se inicia con la literatura -especialmente la poesía y la novela-, luego con los llamados "ensayos de interpretación del Brasil", hasta llegar a la sociología propiamente dicha, punto final de un largo proceso de constitución de la autoconciencia del país. En la Argentina, según la hipótesis de Jackson y Blanco, las urgencias de un proceso de ruptura más incisivo con relación con la condición colonial habría colocado al ensayo político-social -Facundo (1845), de Sarmiento, sería uno de sus principales productos- a la delantera en relación con los géneros específicamente literarios. La literatura y la poesía, en el Río de la Plata, serían productos tardíos, de fines del siglo XIX, cuando tuvo lugar una cierta estabilidad política y dinamización de la vida cultural, a través de la expansión del sistema educativo. En el Brasil, donde el pasaje de colonia a país independiente estuvo marcado por una gran continuidad en términos
políticos y sociales, la poesía y la novela habrían precedido al ensayismo. Solamente con la generación de 1870, sugieren los autores, el ensayo ganaría mayor relevancia, dada la crisis del Imperio y las nuevas perspectivas de transformación de la sociedad.
Esta inversión de la secuencia histórica de los géneros tendría implicaciones para el trío de ensayistas argentinos de 1930, Raúl Scalabrini Ortiz, Ezequiel Martínez Estrada y Eduardo Mallea. Sus principales ensayos surgen en un momento en que la literatura era la "forma expresiva dominante", condición que persistiría en la Argentina "hasta mediados de los años de 1980" (p. 66). Así, el ensayismo de 1930, a diferencia de las variadas intuiciones legadas sobre la formación y los impasses de la sociedad argentina, estaría más próximo de la literatura que de las ciencias sociales modernas, caso contrario de lo que habría ocurrido en el Brasil. En este país, a pesar de las distintas tomas de posición de los sociólogos profesionales -críticos de la factura "impresionista" del ensayismo-, habría habido una efectiva relación de continuidad entre los dos géneros, en relación a los temas y a las interpretaciones sustantivas de la vida social. Para los autores, el tema de la "formación", típico del ensayismo, se desdoblaría en la cuestión de la "modernización", que pautó la agenda de investigaciones en las ciencias sociales (p. 73). Y, por esto mismo, se impondría con mayor énfasis la necesidad de demarcar y diferenciar las identidades profesionales, dada la fuerza (inclusive cognitiva) del ensayismo en la escena intelectual brasileña. Ya en la Argentina, las diferencias patentes entre la sociología científica en vías de institucionalización y el ensayismo que le antecedió no habrían provocado una polémica abierta contra el ensayo propiamente dicho. El competidor más inmediato, dotado de poder institucional, sería otro tipo de sociología, la "sociología de cátedra" -nombre despreciativo atribuido por Gino Germani a las actividades realizadas por profesores de sociología de las universidades del interior-, que no conjugaba la moderna investigación empírica con el desempeño docente, focalizada antes en una "historia de las ideas sociológicas" (p. 156).
El contraste entre estas dos formas de relación de la sociología con el repertorio ensayístico vuelve posible, como señalan Jackson y Blanco, matizar la idea de que el ensayo sería una "forma general y recurrente en los países latinoamericanos hacia mediados del siglo XX ", ya que su fuerza y sentido en la vida intelectual asumirían "formas históricamente variadas, condicionadas por configuraciones sociales y culturales específicas" (p. 228). Sin embargo, valdría la pena profundizar esta perspectiva más contingente sobre el pasaje del ensayo a la sociología dando más espacio al tratamiento de la materia textual legada por ensayistas y sociólogos, procedimiento que es más sugerido que practicado en Sociologia no espelho. Aun cuando el ensayo argentino de 1930 no haya servido como "puente" para la conformación y delimitación de los temas y perspectivas de análisis de la sociología, Gino Germani no puede ser totalmente indiferente a las tradiciones intelectuales argentinas. Como los autores indican en nota al pie, "su obra se inscribe en el linaje del mejor ensayismo político argentino, pudiendo ser entendida como una actualización de los cuestionamientos realizados por Sarmiento en el siglo XIX " (pp. 162-163). En el caso brasileño, no se puede minimizar que la efectiva continuidad entre ensayo y sociología fue también la otra cara de una profunda divergencia, inclusive política, con relación al sentido de los cambios sociales en curso. Esto es particularmente nítido en la crítica de Florestan Fernandes a la obra de Gilberto Freyre y su positivización del papel histórico desempeñado por el patriarcalismo en la formación de la sociedad brasileña. Como indica Elide Rugai Bastos, la discordancia principal de la sociología de Fernandes respecto de la de Freyre no residía en la descalificación de sus cualidades como sociólogo -caso contrario, no habría insistido en invitarlo a participar como miembro del jurado de los tribunales de evaluación de las tesis de sus dirigidos-, sino en el carácter conservador de su sociología y en la fuerza que ella prestó en la articulación de los arreglos políticos posteriores a 1930.1
En el segundo capítulo, Jackson y Blanco se valen de la acumulación previa de sus propias investigaciones sobre la sociología en el Brasil y en la Argentina, condensando sus argumentos ya formalizados en artículos y libros para ponerlos a prueba de la exigente comparación aquí propuesta. En esta confrontación se destacan las figuras de Gino Germani y de Florestan Fernandes, como era de esperar, pero sus actuaciones son situadas en un complejo juego de variables y de actores en disputa, restituyendo la complejidad de la afirmación de la escena sociológica en los dos contextos. Aun cuando un encuadramiento analítico "institucionalista" sea movilizado por los autores, la perspectiva histórico-comparada permite llamar la atención hacia ciertas contingencias nada obvias, como el papel desempeñado por la inmigración masiva en San Pablo y en Buenos Aires en la consecución de una moderna empresa científica con la formación de "escuelas" lideradas, respectivamente, por Fernandes y por Germani. El impacto de la fuerte presencia de inmigrantes de ultramar en las dos ciudades encadena el argumento que vincula el primer capítulo con el segundo, y es una de las variables explicativas -al lado de muchas otras, detalladas en las casi noventa páginas de esta parte del libro- del éxito en la implantación de la sociología universitaria.
La introducción de esta variable socio-estructural -la conexión fuerte entre inmigración y desarrollo de la sociología, a la manera de lo que habría ocurrido en Chicago, tal como indican los autores en nota al pie (p. 77)- permite matizar otros aspectos ya indicados en la bibliografía especializada. Sin minimizar la importancia de la autonomía universitaria con relación a las intervenciones de la esfera política, la inmigración introduciría un tercer elemento explicativo, permitiendo la colocación de nuevas cuestiones y de nuevos énfasis. En este marco, la ya conocida distinción entre las sociologías practicadas en San Pablo y en Rio de Janeiro -la última mucho más expuesta a las injerencias políticas que la primera, como han sostenido varios autores- gana otras dimensiones en el caso porteño, que combinó, al mismo tiempo, organizaciones académicas modernas y una fuerte interferencia política en la vida universitaria. Las nuevas clases medias surgidas con la inmigración habrían posibilitado, en San Pablo y en Buenos Aires -su impacto sería menor en Río de Janeiro-, la "conversión de proyectos educacionales, inicialmente concebidos por las elites, en modernas empresas académicas afinadas con las demandas de ascenso de las clases medias" (p. 77). Así, en el caso de Buenos Aires, además de la antigua implantación de la universidad en la Argentina, su estructura social modernizada por la inmigración también habría ofrecido un importante contrapeso a las recurrentes investidas del poder político en los asuntos universitarios.
Este encuadramiento socio-estructural más amplio proporciona los indicadores necesarios para que Jackson y Blanco sitúen las acciones innovadoras de Florestan Fernandes y de Gino Germani en sus respectivos contextos. Confrontando sus trayectorias y su papel en los procesos de institucionalización de la sociología en el Brasil y en la Argentina -más concentrada y continua en el primer caso; más extendida y discontinua en el segundo-, emergen, de nuevo, interpretaciones inesperadas. Una de ellas es la necesidad de calificar la "excepcionalidad" de Florestan Fernandes en la conformación de la sociología científica en el Brasil. A fin de cuentas, comparado con Germani, Fernandes se destacó en el interior de "una generación igualmente destacada, resultante de las circunstancias extremadamente favorables que encontró en los primeros años de funcionamiento de la Universidad de San Pablo". Además, el sociólogo paulista habría contado "con la retaguardia poderosa de sus profesores y, también, con la integración propiciada por el grupo de colegas al que pertenecía" (p. 159). Y todavía más, pese a la fuerza gravitacional ejercida por Fernandes desde la Cátedra I de Sociología en la USP, el poder institucional de la disciplina estaba más diferenciado, con programas de investigación competitivos situados en la propia usp y en otras instituciones. En cambio, el involucramiento del sociólogo ítalo-argentino en el proceso de conformación de la moderna sociología se dio "como una excepción, una vez que antes de él había poco que indicase la posibilidad de un proyecto como el que terminó llevando a
cabo" (p. 158). El corolario de eso sería la enorme concentración institucional de la disciplina en torno de Germani, que controló "prácticamente todas las instancias -carrera, departamento e instituto- de la enseñanza y de la investigación en sociología en la FFyL de la UBA entre 1955 y 1966" (p. 161).
La situación de la sociología en la Argentina y el papel que Germani desempeñó en ella implican difíciles desafíos interpretativos, pues se trata de un tipo de institucionalización que apenas se separa del entramado de acciones y de contingencias enfrentados por sus actores, dimensiones que, por esto mismo, deben ser priorizadas en el análisis, bajo el riesgo de una importante pérdida de poder explicativo. Por tal motivo, como enfatizan los autores, la comprensión del caso de Germani "exige otras mediaciones", pues ella solo gana sentido en el interior de un cuadro más amplio y más flexible, aun cuando "extremamente dinámico" (p. 163), de producción cultural y disputas políticas. En una ligera nota al pie, ya en la conclusión, los autores esclarecen que, para los casos analizados en el libro, "en rigor, deberíamos hablar antes de campos en constitución y no de campos ya plenamente formados y autonomizados" (p. 225).
Finalmente, en el último capítulo, tenemos la inesperada comparación entre Antonio Candido y Adolfo Prieto, puerta de entrada para la discusión sobre la fuerte presencia de la sociología en sus programas de renovación de la crítica literaria. Inesperada porque, salvo error, estos dos personajes todavía no habían sido comparados -en el ámbito latinoamericano, la conexión más recurrente vincula a Antonio Candido con el uruguayo Ángel Rama-. Y también, como esclarecen Jackson y Blanco, porque Candido ocupó -y todavía ocupa, teniendo en vista el papel destacado cumplido hasta hoy por el equipo de investigación que lideró- una posición central en la crítica literaria brasileña, mientras que Prieto hizo carrera en las universidades del interior argentino hasta exilarse en los Estados Unidos. Además de la comparación entre las evaluaciones diferenciales de la crítica literaria y de la literatura en los dos países, en la que entran en juego elementos tan variados como el peso de las tradiciones intelectuales, los orígenes sociales y geográficos de críticos y literatos y sus relaciones con la universidad -que generó una bella contraposición de los perfiles de las revistas Clima y Contorno (pp. 201-203)-, el núcleo del capítulo está en el escrutinio del tipo de crítica "sociológica" ejercida por Candido y por Prieto. De ahí que, más que en los otros capítulos, exista en este un mayor espacio para el análisis de las obras de los autores, especialmente de La literatura autobiográfica argentina, publicada por Prieto en 1962, tres años después de Formação da literatura brasileira, de Candido.
En la comparación de los dos libros, y entre los demás textos de la extensa producción de los dos críticos, se percibe que se trata de programas de investigación realmente distintos, en los que el peso de las relaciones entre texto literario y materia social recibe diferentes tratamientos. En el argumento de Jackson y Blanco, siempre multidimensional, estas perspectivas analíticas de Candido y de Prieto expresan, entre otros factores, el "origen social de los críticos, [los] patrones de relaciones entre críticos y escritores, [los] vínculos entre campo intelectual y político" (p. 222). Esto explicaría, entre otros aspectos, la relativa continuidad entre el programa de Candido y las historias de la literatura en el Brasil que lo antecedieron -como la de José Veríssimo-, así como la necesidad de considerar la relativa autonomía de las obras y el carácter polémico de la propuesta de Prieto, que trataría la literatura como un "hecho social" entre otros, además de defender otra jerarquía de autores y géneros literarios. Si la comparación entre estas dos críticas de carácter sociológico resalta, a través del contraste, la relativa continuidad del emprendimiento de Candido en el interior de una tradición intelectual, esto no debe conducir al oscurecimiento de inflexiones decisivas, aunque sutiles, llevadas a cabo en Formação da literatura brasileira.2 Como, por ejemplo, el hecho de que Candido propone, no una simple historia
de la literatura, en la que desarrollo literario y social caminen juntos (al menos potencialmente), sino una "historia de los brasileños en su deseo de tener una literatura".3
Este desplazamiento de la cuestión permite tratar la sistematización -relativamente exitosa- de la literatura en el Brasil aun cuando la propia sociedad no se hubiera integrado en su conjunto dada la persistencia del legado colonial. Además, si la inscripción de Machado de Assis como punto de llegada del proceso de formación de la literatura reafirma las evaluaciones literarias vigentes -aun cuando la relación del modernismo de 1922 con la obra del autor de Dom Casmurro haya sido ambivalente-, por otro lado, el valor de la obra es medido por su visión crítica y compleja de la sociedad brasileña. Este partido metodológico gana mayor nitidez en "Dialética da malandragem" y "De cortiço a cortiço", artículos reunidos posteriormente en O discurso e a cidade (1993). Candido sugiere que los libros de Manuel Antônio de Almeida y de Aluísio Azevedo no solamente ganan inteligibilidad cuando la mediación social es buscada en la factura literaria, sino que, ampliando el argumento, concibe estas novelas como entradas privilegiadas para una visión no aristocrática de la sociedad brasileña del ochocientos.
Son muchas las cuestiones suscitadas por el emprendimiento conjunto de Luiz Carlos Jackson y Alejandro Blanco. La puesta en espejo de las dos experiencias desestabiliza viejos protocolos de lectura tanto en el Brasil como en la Argentina, planteando nuevas preguntas y ángulos osados e inesperados de observación. Como bien observa Lidiane Rodrigues en la solapa del libro, el programa comparativo inscrito en Sociologia no espelho es, también, una invitación que merece ser asumida por los investigadores de los dos países. La imagen del espejo es interesante, especialmente si la entendemos como espejos esféricos, que permiten tanto la ampliación del campo de visión (como en los espejos convexos) como la detección de ciertos detalles inusitados (como en los espejos cóncavos). En general, la puesta en espejo promovida por el libro favorece una visión panorámica, sobre todo cuando se confrontan los grandes ejes de la evolución intelectual en el Brasil y en la Argentina, aunque por momentos se eclipsan ciertos matices. Un mayor "cuerpo a cuerpo" con los textos tal vez hubiese ayudado a superar esa limitación, aun cuando no faltan en el libro sugestiones de temas más circunscritos que dan pistas interesantes de investigación. Como, por ejemplo, el análisis cruzado de la recepción de Casa grande& senzala (1933), de Gilberto Freyre, en Brasil y en Argentina, que arrojó diferentes valoraciones sobre el carácter de su ensayismo (pp. 68-69). O también la comparación entre el papel cumplido por Freyre en la positivización del mestizaje en Brasil con "la inversión interpretativa realizada por Germani en el análisis del impacto de la inmigración masiva" (p. 108), lo que permitiría confrontar los sentidos -bastante distintos- de esos cambios radicales en las formas de autoconciencia entre los dos países. Muchos otros ejemplos podrían ser citados, inclusive la sugerencia de Sergio Miceli, autor del prefacio del libro, de comparar las interpretaciones sobre el papel de las ciudades en el ensayismo brasileño y argentino (p. 10).
Tampoco debe pasar desapercibido el buen trabajo gráfico y editorial realizado por la Editora 34, de San Pablo, que ilustra la tapa del libro con la reproducción de uno de los Objetos gráficos de la artista plástica Mira Schendel. La presencia de un alfabeto extraño, que mezcla letras impersonales, tipográficas, con trazos caligrafiados, ambos dispuestos en frágil papel japonés, no deja de expresar parte del universo complicado presente en Sociologia no espelho, en el que trabajo artístico y profesionalismo intelectual conviven lado a lado, en un terreno inestable y accidentado.

Antonio Brasil Jr.
UFRJ

NOTA

1 Elide R. Bastos, Criaturas de prometeu: Gilberto Freyre e a formação da sociedade brasileira, San Pablo, Global, 2006.         [ Links ]

2 Véase André Botelho, "Pequena história da literatura brasileira: provocação ao modernismo", Tempo Social, USP. Impresso, vol. 23, n° 2, 2011, pp. 135-161.         [ Links ]

3 Antonio Candido, Formagao da literatura brasileira [1959], San Pablo, Livraria Martins Editora, 1964, p. 27.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons