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Prismas

On-line version ISSN 1852-0499

Prismas vol.20 no.1 Bernal June 2016

 

RESEÑAS

Laura Demaría, Buenos Aires y las provincias. Relatos para desarmar, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2014, 537 páginas

 

El libro de Laura Demaría traza un extenso recorrido a través de la literatura argentina, tanto ensayística como de ficción, desde la independencia hasta el presente. Aunque inevitablemente selectiva, la trayectoria que diseña resulta, sin embargo, suficientemente comprehensiva como para proveer al lector un panorama de la producción intelectual local, y no solo literaria. La clave para ello la ofrece la definición de un punto de mira a la vez particular y, no obstante, central en ella, que la atraviesa desde su mismo origen: los diversos modos en que se ha figurado y refigurado la relación entre Buenos Aires y las provincias.

A fin de abordar tan vasta problemática, Demaría evita seguir una secuencia cronológica, lo que tendría implícito un supuesto de tipo teleológico (la presentación de dicho recorrido como siguiendo un desarrollo progresivo orientado hacia la realización de algún ideal último) y adopta, en cambio, un ordenamiento temático del material abordado que se organiza en torno de cuatro grandes ejes.

La primera sección se titula "Figuraciones de una fractura" y rastrea el origen del mito de "las dos Argentinas". La visión de un país escindido que encuentra su expresión más poderosa tempranamente en la obra de Domingo Faustino Sarmiento habrá de amplificarse y especificarse en una larga serie de estudios y ensayos, que se despliega en un espectro variado de registros que comprenden desde el proyecto de traslado de la capital propuesto en Argirópolis, por el mismo Sarmiento, hasta el muy difundido informe Bialet Massé sobre el estado de la clase obrera. Esta visión dicotómica, como señala Demaría, terminará así convirtiéndose en una especie de "figura espectral" que condicionará todo intento de figuración de la nacionalidad y no dejará de reproducirse incluso en la obra de sus mismos impugnadores.

La segunda parte se titula "Mapa de la desproporción". En esta se discuten las distintas cartografías literarias que retoman la visión dicotómica de la nación, concentrándose en la asimetría contenida en esta relación binaria y cuya metáfora más elocuente fue acuñada por Ezequiel Martínez Estrada en La cabeza de Goliat. En este marco, la idea de una desproporción entre los componentes de la antinomia daría lugar al surgimiento, también tempranamente, del motivo del "colonialismo interno", el cual puede descubrirse ya en los escritos tardíos de Juan Bautista Alberdi y de José Pedro Ferré. No obstante, en esta sección Demaría se detiene en la obra de Juan Álvarez, quien aportaría una lectura en clave económica de la raíz de este desbalance (aunque al mismo tiempo señalaría cómo el mismo fue reforzado por las políticas implementadas desde el Estado). Sin embargo, el fenómeno más notable que Demaría destaca tiene como motivo la reedición de la obra de Juan Álvarez en los sesenta, que revela la reactivación de este motivo del "colonialismo interno", que se situará entonces en la base de las llamadas corrientes revisionistas "de izquierda." El "Cordobazo" ayudará, a su vez, a reactualizar la idea de las provincias como el locus propio de los impulsos de resistencia contra el poder centralizador porteño. Este consenso que pronto se impone en la izquierda criolla no podría ocultar, sin embargo, ciertas ambigüedades presentes en el propio discurso revisionista. La figura de Rosas, en particular, dará lugar a definiciones contradictorias respecto de dónde situarla en el marco de esta grilla dicotómica.

La tercera parte despliega ya otra cartografía, el "mapa de la intersección". En ella se descubre el dispositivo del viaje como "máquina de leer" la nación. En un extremo del mismo se ubican aquellos relatos de viajes a las provincias en busca de algún vestigio originario ignorado y oprimido bajo el peso del cosmopolitismo porteño. Distintos escenarios (las montañas, la selva, las ciudades del interior) servirían de imagen en la que autores como Joaquín V. González, Enrique Branchs o Juan Bautista Ambrosetti proyectarán sus propias ansiedades. En Martín Caparrós, en cambio, tales ansiedades se habrían ya disuelto, dando lugar a una visión de las provincias como un ámbito mucho más heterogéneo y complejo que no podría ya reducirse a un único cuadro.

En el otro extremo se ubican los relatos inversos de los viajeros que irrumpen desde las provincias en la gran ciudad. Pero aquí la mirada se bifurca. Por un lado, encontramos los relatos de los trabajadores migrantes, cuyas experiencias serán representadas desde registros muy diversos, entre los que se destacan las aproximaciones "científicas" de la naciente disciplina sociológica que considerará a estos sujetos como clave para la comprensión del cariz peculiar que tomará la política argentina hacia mediados del siglo XX, y del cual el surgimiento del peronismo sería su expresión. Otra vertiente muy distinta es la que transitan los viajeros provenientes de las elites intelectuales de las provincias. Para estos, el desplazamiento se producirá desde dentro de una ciudad letrada de la que se sienten ya miembros, y que, según esperan, les abriría las puertas a un reconocimiento algo más amplio del que podrían disfrutar en sus ámbitos de origen y, en definitiva, a una reafirmación de su condición como tales. Su origen excéntrico intentará entonces hacerse valer y habilitarlos como portadores de un capital simbólico del que sus pares porteños carecerían, y que les permitiría delimitar su lugar particular en el interior de esa ciudad letrada. En todos los casos, el desplazamiento de un polo a otro de la antinomia, al generar puntos varios de intersección, tendrá ya un efecto perturbador de la misma.

Ese será, precisamente, el tópico al que Demaría dedica la última sección del libro. En ella se ocupa de una serie de autores que diseñaron el espacio provincial como una zona, reconfigurando todo el discurso acerca de la relación entre Buenos Aires y las provincias. Mientras que la imprecación adversativa desde la periferia revalida las jerarquías, y asume como propio el carácter marginal de la escritura desde la provincia, una refracción más o menos impura de un modelo "original" emanado del centro, la figuración del interior como zona diseña otro espacio situado más allá del esquema dicotómico. La definición de este nuevo espacio supondrá, a su vez, el desarrollo de otros sistemas de referencia y estrategias narrativas. En la idea de Héctor Tizón de la escritura en la provincia como "destello" Demaría encuentra ya un modo de expresión que se aparta de la vocación redentora que impregna incluso al propio autor. El "destello" rompe con la oscilación entre el discurso de la derrota y la figuración de una presencia identitaria plena a la que el binarismo centro-periferia condena a la escritura en provincia. La provincia como zona no se define ya a sí misma por oposición a un otro de sí. Esta se revela como simplemente un lugar particular de enunciación desde el cual abordar cuestiones genéricamente humanas.

Esto es, más específicamente, lo que César Aira buscaría plasmar literariamente: dar expresión a eso que llama "el acento" (la tonalidad peculiar que particulariza el habla de una región). El acento disemina el lenguaje en tonalidades plurales. Pero la escritura del acento conlleva siempre una "mirada forastera", el auto-exotismo, el poder verse a uno mismo desde fuera. Esa "mirada forastera", que constituirá también, y sobre todo, la marca característica de la obra novelística de Juan José Saer, instala así una fisura en el sistema de la referencia a un centro-otro que ya no se funda, sin embargo, en el supuesto de una presencia plena de sí. Esta oscilación que supone el mirar lo propio como extraño diseña puntos de mira descentrados, que dislocan los arquetipos identitarios propios de las literaturas regionalistas.

De alguna manera, esta "mirada forastera" se asocia a lo que es el proyecto mismo de Demaría para este libro. El extenso recorrido a través de la literatura argentina desde la perspectiva de cómo fue figurada la relación entre Buenos Aires y las provincias que aquí propone busca reconstruir ese "tercer espacio" (Homi Bhabha) desde donde habrá de definirse la nacionalidad argentina. La oscilación entre ambos términos replica, de forma descentrada, a esa otra oscilación fundacional de la nacionalidad argentina analizada por David Viñas. Este "tercer espacio" correría en paralelo a aquel que encontraba sus términos polares en las coordenadas Europa-Buenos Aires, diseñando así "mapas cognitivos" (Fredric Jameson) diversos, y que si bien no necesariamente se oponen a los que este último hizo nacer, no se confunden con ellos. El estudio de los mismos que aquí se ofrece resultará así un complemento necesario suyo que tiene por efecto diseminar las miradas en función de las cuales se habría de configurar la identidad nacional.

Elías José Palti
UBA / UNQ / CONICET

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